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la Continuidad Pedagógica
NIVEL INICIAL
CUARTA ENTREGA
Fecha de entrega:
Queridas familias:
Nuevamente nos acercamos a ustedes para compartir actividades que podrán realizar
con las pequeñas y los pequeños en casa. Sabemos que la continuidad de la cuarentena,
si bien nos protege a todas y a todos, crea muchas dificultades en la organización del
hogar. Estos cuadernillos con propuestas, pueden ayudar a contener y sostener la rutina
diaria, a la vez que permite que las niñas y los niños sigan aprendiendo.
Les recordamos la importancia de dedicar un tiempo diario a jugar con ellas y con ellos.
El juego compartido es divertido, se disfruta mientras se aprende. Además de compartir
un tiempo de juego, quisiéramos que dialoguen y conversen con las niñas y los niños
acerca de lo que nos está pasando, que puedan explicarles las razones por las cuales
permanecemos en casa, escuchen sus ideas, se anticipen a lo que se va a hacer durante
el día y hablen mientras comparten las actividades hogareñas. Aprender a comunicarse
por medio de la palabra es de gran importancia para el desarrollo saludable.
Para organizarse mejor en lo cotidiano, es conveniente que los objetos que se usan se
guarden en una caja de cartón. Allí podrán incorporar el cuadernillo, y colocar el nombre
escrito en mayúscula, para que las niñas y los niños de 4 y 5 años lo puedan copiar al
realizar sus dibujos.
Como en los cuadernillos anteriores, éste está organizado día por día. Ustedes pueden
seguir este orden o modificarlo, de acuerdo a sus situaciones particulares. Por supuesto
que podrán volver a realizar muchas de las actividades que les acercamos en los
cuadernillos anteriores.
Si no tienen tiempo de leer las propuestas, pidan ayuda a las hermanas y los hermanos
mayores, o a quienes estén presentes en sus casas, para que las y los acompañen en las
actividades.
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Nivel Inicial
Primer día
Comienza una persona adulta o una hermana o hermano mayor a contar hasta 20, de
pie, en contra de una pared, mientras niñas y niños se esconden. Luego la persona que
dejó de contar debe ir a buscar a cada niña y niño. Mientras se está buscando, alguna o
alguno puede salir de su escondite, tocar la pared, mientras dice “piedra libre para mis
compañeros” y de esa manera “liberar” a las otras compañeras y los otros compañeros.
Se llama “Alfombras para volar”. Lo escribió Beatriz Ferro y lo publicó en Cuatro cuentos
cándidos en editorial Estrada en 1994
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Cuadernillo de actividades
para la Continuidad Pedagógica
Al ratón Ricachón no le faltaba nada, más bien le sobraban muchas cosas como
alfombras, sillones y lámparas, a tal punto que ya no sabía dónde ponerlas.
Un día decidió hacer con todo eso una feria americana: avisó a los vecinos y allá fueron
todos, a curiosear.
El ratón Ricachón mostró con orgullo sus alfombras:
-Vienen de Persia –aseguró-, el antiguo país de las alfombras mágicas.
No causó mayor impresión hasta que entró Cándida y escuchó las últimas palabras.
-Alfombras.... ¿mágicas?
El ratón aprovechó para darse importancia y mintió como loco:
-Así es. Todas éstas que ves aquí suben como helicópteros y planean como
planeadores.
Cándida quedó fascinada.
Ricachón le mostró una por una: la verde con dibujos de palmeras llegaba hasta el
Caribe; la que tenía estrellas blancas y franjas rojas iba hasta Norteamérica; otra, llena
de arabescos, no paraba hasta Arabia.
Y todas costaban fortunas.
-¡Sale más caro que viajar en avión! –suspiró Cándida.
-Pero es mucho más emocionante –afirmó el ratón. Y, para no perder una venta,
agregó: -Por aquí tengo una más económica.
Le mostró entonces una alfombrita medio descolorida: costaba una miseria, aunque,
claro, llegaba sólo hasta la laguna de la Garza Pescadora.
La ardilla, sin dudar un segundo, le entregó todos sus ahorros y se fue encantada con
su compra. ¡No veía el momento de volar!
Cuando llegó a un claro del bosque desenrolló la alfombra, se sentó encima y dijo
¡Arriba!... pero no pasó nada.
Cándida probó entonces la cuenta regresiva, como con los cohetes: tres, dos uno...
¡cero! Menos que menos. Siguió pegada al suelo. Y tampoco sirvió tratar de animarla
dándole palmaditas.
A pesar de todo, convencida de que aquella alfombra era mágica, al ver a un zorrino
y a dos conejos que andaban por ahí, los invitó a sentarse con ella para dar un paseo
por el aire.
Allí estaban los cuatro, inmóviles, cuando se descolgaron del cielo la garza pescadora
y sus hermanas. Intrigadas, preguntaron qué ocurría y la ardilla les explicó que estaban
a punto de volar en alfombra.
-¡Qué bueno! –dijo la garza. Y, guiñando un ojo a sus hermanas, propuso:
-¿Podemos acompañarte?
Cándida dijo que sí, cómo no. Entonces las garzas se acomodaron en los extremos
de la alfombra, con disimulo enredaron los dedos en los flecos, aletearon, remontaron
vuelo y... ¡Todo el mundo arriba!
-¡Volamos, volamos! –gritaron los pasajeros. Adiós suelo del bosque y techos de los
árboles... ¡Hola sol, hola nubes, hola cielo!
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Nivel Inicial
No sólo fueron hasta la laguna. La alfombra, llevada por las garzas amigas, voló sobre
campos, ríos y colinas, mejor que una súper ala delta.
El maravilloso viaje terminó sobre el mullido suelo del bosque donde habían despegado,
con los pasajeros dándose abrazos de alegría.
La garza guiñó el otro ojo a sus hermanas y le dijo a Cándida:
-¡Ojalá nos invites cada vez que quieras usar tu alfombra mágica!
La noticia del viaje entre las nubes corrió rápidamente y llegó a los oídos del propio
Ricachón.
“Entonces, ¿era mágica en serio?” se desesperó. “¿Volaba y se la vendí a Cándida
por una miseria? ¡Yo me muero!”
Para colmo, al rato recibió la visita de la ardilla que fue a contarle cuánto había disfrutado
con la alfombra. Ricachón la despidió murmurando palabras incomprensibles...
Minutos después apareció la liebre; miró todo lo que estaba en venta y preguntó
señalando las lámparas:
-Por casualidad, ¿alguna de éstas es la lámpara de Aladino?
El ratón dio un respingo: ¡a ver si, encima, tenía la famosa lámpara y la vendía por dos
pesos con genio y todo!
-La verdad, es la hora de cerrar –refunfuñó mientras ponía el candado-. Además, le
aclaró que la feria americana se suspende hasta el año 2100.
Cuando se quedó solo juntó todas las lámparas que tenía; buscó un trapo, se arremangó
y empezó a frotarlas con alma y vida, esperando que en una de ésas se presentara el
genio.
Se cansó de sacar brillo. Lustra que lustra hasta la madrugada, al final se convenció de
que allí no había ni la más mínima lámpara maravillosa.
Nunca supo que lo maravilloso de verdad son los amigos, o las garzas, que nos prestan
sus alas cada vez que queremos levantar vuelo.
Conversen sobre el cuento. Qué les pareció lo que hicieron las garzas ¿engañaron a
Cándida, la ardilla? ¿Por qué habrá sido?
Se necesita un pedazo de tela o frazada que sea la alfombra mágica. Las niñas y los niños
pueden elegir a quienes invitarán para hacer el viaje y qué cosas llevarían. Propónganles
que se imaginen adonde quieren ir y …jueguen.
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Cuadernillo de actividades
para la Continuidad Pedagógica
casa no hay ninguno de estos elementos pueden usar un corcho quemado. Recuerden
ofrecer a las y los más grandes que “firmen” sus dibujos copiando su nombre.
Segundo día
Necesitamos unos muñecos, cajitas de remedios vacías, un palito (que será el termómetro),
papeles y una lapicera para escribir las recetas, y muchas ganas de jugar.
Puede comenzar alguna persona adulta o un hermano o hermana mayor, siendo médica
o médico que revisa a los muñecos y les receta algún medicamento. Luego serán las
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Nivel Inicial
niñas y los niños quienes tomarán ese lugar como pacientes que esperan el turno para la
atención médica..
Se necesita una caja de cartón con la parte de arriba abierta y unas pelotitas de plástico
o hechas de papel. Establecer desde donde se las va a tirar. Al principio puede ser de
bastante cerca y después puede ser de más lejos. Gana el que logró embocar más. Las
niñas y niños pueden ir marcando en un papel cuántas pelotitas lograron embocar para
registrar quién ganó.
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Cuadernillo de actividades
para la Continuidad Pedagógica
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Nivel Inicial
Tercer día
Este cuento se llama Sapo en invierno. Lo escribió Max Velthuijs. Y se publicó en Caracas
en la editorial Ekaré, en 1992.
Y dice así:
Una mañana, Sapo se levantó y supo inmediatamente que algo andaba mal en el
mundo. Algo había cambiado. Se asomó por la ventana y se quedó extrañado al ver
que todo estaba completamente blanco.
Corrió afuera, confundido. Había nieve por todas partes. El suelo estaba resbaloso.
De repente, cayó de espaldas... y se deslizó río abajo. El río estaba congelado y Sapo
quedó tendido en el hielo frío y duro.
-Si no hay agua ¿cómo podré lavarme? –pensó Sapo alarmado.
Tiritando de frío, alcanzó la orilla y allí se sentó.
En eso, llegó Pata patinando.
-Hola Sapo –dijo Pata- Qué tiempo
tan bonito hace hoy. ¿Vienes a
patinar conmigo?
-No –contestó Sapo-. Me estoy
congelando.
-Te hará bien patinar-dijo Pata-. Ven
que te enseño.
Pata le prestó a sapo su bufanda roja y
le ayudó a ponerse los patines. Empujó
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Cuadernillo de actividades
para la Continuidad Pedagógica
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Nivel Inicial
Conversen sobre el cuento. ¿Qué les parece lo que hicieron los amigos del Sapo? A
ustedes ¿qué les gusta más el frío en invierno o el calor del verano? ¿Por qué?
¿Se acuerdan cómo se juega? Cada persona dice 1, 2, 3 y luego saca una mano. Si la saca
en forma de puño (representa piedra), si mueve los dedos índice y anular (es tijera) y si
saca la mano extendida (es papel). La piedra le gana al papel (porque lo puede envolver),
la tijera le gana al papel (porque lo puede cortar) pero la piedra le gana a la tijera (porque
la puede desafilar)
4.- ¡A movernos!
Coloquen una serie de sillas o banquitos en fila y propongan a las nenas y los nenes que
pasen por debajo como si fuera un túnel. Después pueden separar las sillas para que caminen
entre ellas. Pueden caminar llevando un objeto, caminar con pasos cortos, con pasos largos,
dando saltitos, empujando una pelota. Pueden inventar otras formas de moverse.
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Cuadernillo de actividades
para la Continuidad Pedagógica
Cuarto día
Necesitamos latitas, cucharitas, platitos, además de lo que ustedes tengan en casa y que
puedan usar las niñas y los niños. La comida puede ser: migas de pan o pedacitos de
masa, un poco de barro, unas piedritas, cáscaras de alimentos, etc. Pueden agregar un
poco de agua. Ahora solo hace falta un pequeño espacio para que cocinen ricas comidas
para los muñecos y por qué no, para el resto de la familia.
Este cuento se llama ¿Dónde vive la laucha? Lo escribió Josef Guggenmos y lo tradujo
Elsa Bornemann
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Nivel Inicial
Pronto debía comenzar la gran fiesta en la sala del trono: el casamiento del hijo del rey.
Afuera, en el pasillo, estaban todos preparados ya: el rey con la pareja de novios, y los
numerosos invitados principitos, duquesitos y condesitos.
Sólo faltaba el maestro de ceremonias, el que debía golpear tres veces con su bastón
de oro sobre el piso para indicar que podría iniciarse la entrada en la fiesta, bajo los
sonidos de las trompetas.
Entonces salió el maestro de ceremonias de la sala del trono, donde ya había echado
un vistazo.
Si había alguien que jamás podía perder la calma, ése era el maestro de ceremonias
que en cada segundo debía saber qué hacer. ¡Pero cómo lucía el pobre! Su cara estaba
blanca como la pared. El bastón temblaba en su mano.
-¡Revolución! –gritó jadeando-.¡Revolución!
¿Revolución? –preguntó el rey, asustado-. ¿Quién, por voluntad del cielo, se ha
sublevado?
-¡Una laucha! –contestó con un golpe el maestro de ceremonias-. Acecha desde debajo
de la tarima donde se levanta el trono. Durante la fiesta va a salir. Cuando la vean todas
las reinas, duquesas, condesas y princesas presentes, se van a caer desmayadas de
miedo. No puede evitarse la catástrofe.
-¡Mi reino tambalea! –gritó el rey-. ¿Cómo se le ocurrió a la laucha ese plan horrible?
-La vi pasear por aquí y le arrojé mi bastón para espantarla –aseguró el maestro de
ceremonias-. Creí haberla lastimado en una oreja. En vez de salir de la sala, se metió
debajo de la tarima. Ahora está sentada allí, escondida, para vengarse del mundo.
-¿No has tratado de llegar a un acuerdo con ella?
-Lo he intentado con ruegos y con amenazas. Está y sigue enojada y no hay nada que
la haga cambiar de idea.
-Entonces no queda otro remedio –vociferó el rey- que tomar yo mismo este asunto en
mis manos.
Fue con el maestro de ceremonias al salón del trono. Allí se hizo mostrar el agujero en
la tarima, a través del cual la laucha se había deslizado. Entonces el rey se arrodilló, se
inclinó hacia abajo y habló en el agujero de la tarima.
-Laucha querida,
¡sal enseguida! ¡sal enseguida!
Te daré en retribución
¡una hermosa casa con balcón!
-¿Tiene también teléfono? –pidió la laucha desde el agujero.
-Lo tiene –le dijo el rey.
-¿Palabra de honor? –pidió la laucha.
- Palabra de honor –dijo el rey.
La laucha sacó su patita del agujero de la tarima. Y el rey la estrechó con su dedo
pequeño.
Entonces valía y estaba prometido. La laucha salió. Y la fiesta pudo empezar.
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Cuadernillo de actividades
para la Continuidad Pedagógica
Conversen con las/os chicas/os sobre las cosas que le contarían a la laucha.
Todas y todos pueden participar. Se sientan en una ronda. Alguien dice una palabra al oído
a la persona que tiene a su derecha. Ésta a su vez se lo dice al oído a la que también tiene
a su derecha. Y así hasta que vuelve la palabra a quien primero la dijo. Esa persona deberá
corroborar si es efectivamente la palabra que dijo.
Si tienen revistas viejas o diarios, recorten en partes las figuras: narices, ojos, torsos,
piernas; tanto de personas como de animales. Propongan que los peguen inventando
diferentes personajes.
También pueden usar algunos dibujos de las niñas y de los niños si no les molesta que se
recorten.
Quinto día
Necesitan una hoja o un cartón y 20 tapitas o piedritas para cada participante. Además,
un dado o cartoncitos con los números del 1 al 6.
En cada hoja o cartón hagan este cuadro con 20 casilleros
Por turno, se tira el dado o se saca un cartoncito, y según el número que salga se colocan
tantas tapitas o piedritas. Gana quien primero que llega al final.
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Nivel Inicial
Se necesita un balde o una palangana, un poco de jabón o detergente, una esponja y los
juguetes que haya en casa. Coloquen la palangana en el piso o en una mesa y dejen que
las niñas y los niños laven y, mientras lo hacen, jueguen con el agua y el jabón. Luego
podrán enjuagarlos.
Otra posibilidad es colocar un poco de agua en la palangana o balde y ofrecer tarritos,
coladores, para jugar a trasvasar el agua.
Este cuento se llama Dos amigas famosas. Lo escribió Silvia Schujer y se publicó en
Cuentos cortos, medianos y flacos, en Buenos Aires. Editorial Colihue en 1992.
¿Que si habían sido amigas antes? Para nada. No se podían ni ver. Se la pasaban
peleando de un cuento al otro como perro y gato. Como perro y gato que se pelean,
claro.
Desde que las habían puesto en el mismo libro -aunque en distintas historias- Caperucita
y Cenicienta no hacían más que insultarse, sacarse la lengua o espiarse con maldad.
-¡Sos una tonta! -solía decirle la Cenicienta. Y repetía que sólo a una tonta se la comen
los lobos.
-¡Y vos una fregona! -le contestaba Caperucita enojadísima.
Y como en estos casos, en los demás tampoco perdían oportunidad de hacerse rabiar
hasta las lágrimas.
Cada vez que Caperucita Roja llegaba a la parte del cuento en que debía juntar flores
del bosque para su abuelita, Cenicienta le pateaba la canasta y salía corriendo.
Y, cada vez que podía, Caperucita ensuciaba las páginas del cuento de Cenicienta para
que su horrible madrastra la hiciera limpiar más y más.
Todo ¿por qué? Quién sabe... Nadie en aquel libro lo entendía.
Y no sólo eso, sino que además, estaban hartos de soportarlas. A ellas y los desastres
que eran capaces de provocar cuando se peleaban.
Una vez, tirándose de los pelos, rodaron hasta el prólogo y de la fuerza con que cayeron,
arrancaron las tres primeras páginas.
Tal fue el bochinche que, entre dimes y diretes, flautas y pitos, por fin se decidió echarlas.
-¡Fueraa! -gritaron a coro los siete enanos de Blancanieves.
Y como Cenicienta y Caperucita no se movieron, fue el propio Gato con Botas quien las
puso de patitas en la calle.
De patitas en los estantes, para ser más exactos. Porque el libro del que las habían
echado, estaba en el estante de una librería.
Cada una por su lado, pero las dos al mismo tiempo, se aferraron a un tablón como
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Cuadernillo de actividades
para la Continuidad Pedagógica
Conversen sobre esta historia tan rara…. ¿Cómo habrán hecho Caperucita y Cenicienta
para volver al libro, después del paseo?
Pueden usar barro o masa. Les recordamos la receta: mezclen 1 taza de harina, ¼ taza
de sal fina, un chorrito de vinagre (para conservarla más tiempo) y agua. Si tuvieran en
casa témpera o colorantes naturales pueden agregar color, si quieren. Conviene guardar
la masa en un recipiente cerrado en la heladera para poder usarla en otras ocasiones.
Pueden ofrecerles palitos, chapitas, tapitas, fósforos usados.
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