la escafandra y la mariposa…

francisco roldán
rosario, año 2012

francisco roldán
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f.roldan@telecompersonal.blackberry.com
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 ´Las ciudades de los sueños indios no son más reales que los indios de los sueños occidentales y
juntos se desvanecen …´

marc augé

Si nos atenemos a las definiciones que continúan circulando en torno a ´posmodernidad´, y

aislamos algunas de sus notas coincidentes, tales como hiperconectividad,
fragmentariedad de la experiencia o coexistencia multicultural, podríamos afirmar hoy que
buena parte del arte contemporáneo resulta tras una suerte de hipérbole u homenaje más o
menos constante a la ´referencia posmoderna´.
Sin embargo, y tomando una iniciativa mucho más prudente, podemos constatar el
devaneo de una expresión cultural predominante, cuya influencia en la productividad
artística no puede ser obviada, pero que asume en todo momento la apariencia de un
diálogo entre la negación de la racionalidad moderna y la negociación de aquellas
posiciones consolidadas más allá de dicho condicionamiento en la forma de hacer arte.
Antes que poner en evidencia un fuerte contrasentido, esta constatación traza los arcos de
una verdadera tensión superficial, donde la paradoja emerge como figura casi excluyente,
al decir de Marc Augé. Lo planetario y lo local, lo local y lo regional. Racionalidades que
son puestas en juego, sometidas a prueba y a la vez soportadas por relatos capaces de
marcar un recorrido cada vez menos afectado por los límites de la standarización.
Más allá del plano político, la realidad cultural y la producción artística nos están
presentando claramente registros cada vez más fragmentados de la productividad. Pero
bajo la intensidad del diálogo intertextual, de la combinatoria de voces y las filiaciones
borradas o poco menos que antojadizas1.

Cuando tomé contacto con la producción de Valentina Liernur, no pude menos que sentir
algún pequeño atisbo de aquella racionalidad hiperbolizada. Tampoco pude evitar la
tentación de conocer/ reconocer/ desconocer el desfile de producciones tales como la de
Julian Schnabel. Pero muy especialmente el Schnabel de los plate paintings, o incluso
aquel de ´tower of babel (for A.A.)´, que es quien mejor ha expresado esa fragmentariedad
-como motor significante- de la que hablábamos antes.

En la producción de Liernur vemos tanto constantes como discontinuidades propias de

toda producción contemporánea, cuya consistencia marca el camino en lo que hace a la
generación de series que podríamos trazar, pero que pueden esquematizarse, a grandes
rasgos, a partir de la siguiente enunciación: en valentina, la ruptura con lo serial (con su
propia serie, pero también las repeticiones y sus diferencias con otras posibles series) no
juega como una categoría a tiempo completo, sino más bien como un pretexto para
plantear la situación de extrema precariedad en la que invoca y posiciona la imagen como
entidad arrachada, disgregada y por lo tanto descubierta por tandas en el proceso de
resignificación de la ´obra´. De qué otra manera podríamos manejar ese registro de intenso
fondo abstracto, casi un rostro fuera del registro de la plena alegría, frenado por esas
bandas semitransparentes sobrepasadas por una abrupta mancha negra que impacta en el
centro de la tela, y por sobre la que se levanta, como una marca roja a prueba de fuego, el
probable isologo ´deformado´ de Valentina Liernur…? (V.L. #2. 2010. Ver imagen).

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Al parecer, ese premeditado cruce de registros busca escenificar algo análogo a lo puesto
en juego por Schnabel en sus ´plate paintings´, y que pasa por la necesidad de admitir una
lectura fragmentaria y no lineal de su producción. De esta manera, el sentido en tanto
producto es la resultante de asociar elementos dispersos, ocultos o diseminados en
diversas partes de la producción de Liernur, tal como permiten pensarlo las telas
trabajadas en 2010.

valentina liernur, #2. 2010.

Esto que decimos, puede parametrizarse a la manera del planteo surrealista de la imagen,
donde el contexto y la relación de contigüidad entre una imagen y otra, dentro de la misma
producción, generaba aquella ´atmósfera surreal´ que desembocaba en una suerte de
dislocación del sentido. O lo que es lo mismo: la contigüidad de las imágenes opera en
estos casos como herramienta y clave para hacer posible el extrañamiento, el maravilloso
pasaje hacia lo ´unfamiliar´ freudiano.
Algo de este orden opera en el discurso que se despliega a través de la producción de
Liernur, aunque bajo la suavísima impronta de la tensión superficial de las imágenes, del
parloteo de ida, vuelta y vuelta a lanzarse de los sentidos en plena reformulación.

En ´Mi discusión con Ruy´, por ejemplo, (V.L. mi discusión con ruy. 2005. Ver imagen) esto
queda sobradamente tematizado comenzando desde lo paratextual del título, donde
advertimos la referencia a las fuerzas clave que templan quizás la discusión en torno al arte
contemporáneo hoy. Como lo señalamos a propósito del planteo de la realidad
posmoderna del arte, este diálogo, esta discusión, esta fase de probanzas y
neutralizaciones, gira en torno a las categorías operativas de ´negación´ (del pasado del
arte o simplemente de cualquier producción datada) y ´negociación´ (con ese mismo
pasado, pero a través de la combinatoria novedosa u ocurrente de materiales y formas ya
inventariadas).
´Mi discusión con Ruy´, se describe como una serie de objetos sin aparente relación,
dispuestos en el espacio de la tela y pujando entre sí por captar el foco de atención del

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espectador, en cuanto a organizar o dejar organizar el eje de abordaje visual. A pesar de la
cuidadosa disposición de dichos objetos, la asimetría de sus bordes, sus texturas y
materialidades, como lectores y productores de sentido no conseguimos articular nada más
allá de su misma fragmentariedad, donde cada entidad remite invariablemente a sí misma,
o apenas a una mención tangencial -metonímica- de una cuestión mayor de la cual esta
producción resulta ser solo su desvanecido fulgor.

Valentina liernur, mi discusión con ruy. 2005.

Pero más allá del misterio o la particular afectación por un artista y su producción, resulta
siempre interesante recuperar aquellos tramos donde los mismos comprometen y capturan
vez buena parte de nuestro trabajo. Incluso visto desde el costoso ángulo de lo pulsional.

Al pensar en esta serie de Valentina Liernur, advertimos una fuerte apuesta por revalidar
el status del arte en tanto proceso o formación de compromiso, de discusión permanente,
casi como remedando la estructura del sueño, que en el relato freudiano se acomodaba
categorialmente entre la ´vigilia´ y el ´inconsciente´.

…entre la ´escafandra´ de lo dado -su imaginería- y el vuelo azaroso y descontraído de ´la

mariposa´2 , agregaría certeramente Valentina.

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Notas y comentarios

1
- El tema en cuestión es particularmente tratado por Marc Augé en un artículo titulado Sobremodernidad: del mundo
tecnológico de hoy al desafío esencial de mañana del cual consignamos el siguiente link tomado de Infoamérica:
http://www.infoamerica.org/teoria_articulos/auge1.htm

2
- Hacemos referencia expresa aquí a La escafandra y la mariposa (2007. Duración: 112 min.) film dirigido por Julian
Schnabel sobre guion de Ronald Harwood, basado en la novela autobiográfica de Jean-Dominique Bauby.

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