Esta energía renovable procede de la transformación de residuos orgánicos en
energía en forma de gas. Junto a otras asentadas como la energía solar y la energía eólica, el biogás busca abrirse paso poniendo en valor su aportación a la economía circular.
CÓMO SE OBTIENE EL BIOGAS
El biogás es el resultado de la descomposición de la materia orgánica. Para
poder aprovechar los gases resultantes es necesario contar con una planta en la que se pueda tanto almacenar los residuos como dejar a las bacterias hacer su trabajo. Esto se puede llevar a cabo en plantas de biogás específicas o directamente en complejos para la gestión de residuos. Sean más grandes o más pequeñas, todas las plantas comparten unos espacios y funciones básicas:
1. Receptores. Es el lugar en el que se recibe y almacena la biomasa,
compuesta principalmente por residuos orgánicos, antes de transformarla. Es el espacio de la materia prima, también conocida como sustrato, procedente por ejemplo de ganaderos y vertederos urbanos. Aunque pueden combinarse diferentes tipos de sustratos, la mayoría de las plantas trabajan con un solo tipo. Investigaciones recientes buscan cómo optimizar la mezcla de residuos para obtener más energía.
2. Fermentadores o biodigestores. Aquí la materia pasa de estado sólido a
gas. El sustrato se introduce en una especie de cámaras oscuras sin luz ni oxígeno. Los residuos se mantienen en movimiento y a una temperatura estable cerca de 40o C. El sustrato puede permanecer en el biodigestor durante unos dos meses. Además, y según el tipo de instalación, podemos encontrar sistemas de biodigestión discontinuos o continuos, que permiten añadir y extraer todos los días la misma cantidad de sustrato para no parar la producción.
3. Almacenamiento. Una vez terminado el proceso, se obtiene por un lado
biogás y por otro un producto secundario (digestato), que puede aprovecharse para producir fertilizantes orgánicos.
4. Generadores de energía. Eléctricos, térmicos o de cogeneración, según el
tipo de planta. Es el lugar en el que el gas o bien se transporta o inyecta directamente a la red o se transforma en energía eléctrica, la cual también podría aprovecharse para garantizar el funcionamiento de la planta, o térmica. ¿PUEDE SER UNA OPCIÓN EL BIOGAS?
Desde un punto de vista económico, la rentabilidad de una planta de biogás
puede ser menor que la de instalaciones fotovoltaicas o eólicas. Entre otras razones, porque su explotación requiere más dedicación, como por ejemplo la obtención y manipulación de la materia prima. Hay que tener en cuenta además que tanto el metano como el dióxido de carbono, los dos principales componentes del biogás, son gases contaminantes.
“Su verdadero valor está en su aportación a la descarbonización de la energía
y de la sociedad”, explica el presidente de la Asociación Española de Biogás, Francisco Repullo. “La utilización de la energía –asegura– que genera sirve para dos cosas, sustituir el consumo de combustible fósiles y ayudar a la recuperación de la inversión, pero no es un objetivo en sí mismo centrarse en la producción de energía”.
“Cuando se trate de pequeñas instalaciones, obviamente lo ideal será
autoconsumir la energía generada, y cuando se trate de instalaciones de mayor tamaño, usar las redes eléctricas o gasistas para su aprovechamiento”, concreta Repullo, quien insiste en observar todas las “externalidades positivas” del biogás, incluidos biofertilizantes y la creación de empleo en el medio rural.
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