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Lesiones

El bien jurídico tutelado es la integridad y salud de las personas, entendida en su doble aspecto
física y psíquica (mental).

El código penal clasifica las lesiones en tres categorías: leves (art. 89), graves (art. 90) y gravísimas
(art. 91), estableciendo un criterio de distinción en base a la gravedad del resultado.

1) Lesiones leves

Los delitos de lesiones son delitos de resultado material, que pueden ser cometidos por
comportamientos activos u omisivos, por cualquier medio y por sujetos indeterminados,
requiriendo en todos los casos, un resultado, que se traduce en un menoscabo a la salud o
integridad personal.

El tipo puede perfeccionarse mediante comportamientos que impliquen el empleo de medios


violentos o agresivos, en los que, por lo general, el autor hace uso de la fuerza física (heridas,
golpes, etc.), como por medio de aquellos que, sin traducirse en el empleo de fuerza física, tienen
incidencia directa en el cuerpo de la víctima, por ejemplo, el uso de sustancias toxicas o
perjudiciales, suministro de alimentos en mal estado, el contagio de ciertas enfermedades, alta
intensidad sonora, etc.

La magnitud del daño causado carece de importancia a los fines de la consumación del delito. El
daño, por insignificante que sea, es lesión. Las lesiones de los arts. 89, 90 y 91 son dolosas y
admiten todas las formas del dolo, mientras que la lesión culposa está prevista en el art. 94.

A los fines consumativos del delito culposo, carece de importancia la gravedad del daño causado,
pues a diferencia de las lesiones dolosas, la ley no ha receptado ningún sistema de clasificación de
esta clase de lesiones, sino que ha tipificado un sólo tipo de lesión. Cualquiera sea la gravedad de
la lesión, siempre es lesión culposa. La magnitud del resultado del obrar culposo únicamente
podrá ser tenida en cuenta para la graduación de la pena (arts. 40 y 41).

El concepto básico de lesión que describe el art. 89, se obtiene normativamente, por exclusión:
todo daño en el cuerpo o en la salud que no este previsto en otra disposición de este código es
lesión leve. Por lesión, debe entenderse, todo menoscabo de la integridad corporal o de la salud
física o mental de una persona. Por consiguiente, para su configuración, no son suficientes las
simples vías de hecho sin resultado (agresión o ataque sin consecuencias para la persona), sino
que es necesaria la producción de un daño, que debe recaer en el cuerpo o en la salud de otro
(menoscabo físico o psíquico).

Daño en el cuerpo

Se entiende por daño en el cuerpo, toda alteración anormal en la estructura física o anatómica de
una persona. El daño puede ser externo o interno (carece de importancia que exista o no sangre).
Sin embargo, el detrimento en la contextura física debe tener incidencia real en la eficacia vital del
cuerpo humano; por lo tanto, la alteración de parte del cuerpo que no afecte esta vitalidad o que
no tenga incidencia en ella, por ejemplo, corte de cabellos, de barba, de uñas (que son partes que
están destinadas a ser cortadas normal y periódicamente), no constituye lesión, aunque su
comisión puede dar lugar a otra figura delictiva (injuria real).

Daño en la salud

Es un desorden fisiologico o psíquico, que afecta el desarrollo funcional del organismo humano,
sea en su aspecto físico como mental. Por lo tanto, cualquier detrimento o perturbación en el
organismo que afecte su desarrollo o equilibro funcionar constituye un daño en la salud.

La cuestión debe ser determinada en cada caso en particular; pareciera que no tiene demasiada
importancia delimitar la figura en atención a la intensidad o persistencia del dolor, sino mas bien a
si dicha sensación ha producido un desequilibrio funcional en el cuerpo u organismo de la victima
(afectación vital), mas allá de que no se aprecien consecuencias dañosas de naturaliza corporal o
física; si el comportamiento del autor produce un cambio en el equilibrio funcionar del organismo,
por precario que sea, estamos en el concepto de daño a la salud constitutivo del tipo de lesión.

2) Lesiones graves (art. 90)

La nota característica de este tipo de lesión es el debilitamiento permanente que el daño cuasa en
el organismo de la victima.

Debilitamiento permanente en la salud

Es una disminución de la capacidad funcional del sujeto por un periodo considerable de tiempo.
No se trata de una enfermedad, sino de una disminución de la vitalidad del sujeto, que se traduce
en la perdida del vigor o del poder de resistencia del organismo. El debilitamiento en la salid debe
ser permanente, lo cual no quiere significar algo definitivo o perpetuo – ni algo incurable – sino
mas bien, un suceso que si bien tiene relación con una cuestión temporal, debe ser materia de
diagnostico medico y no sujeto al exclusivo transcurso del tiempo.

Debilitamiento permanente de un sentido

El sentido implica una determinada facultad por medio de la cual recibimos los estímulos externos.
Se trata de un concepto que debe ser entendido fisiológicamente, y no sólo anatómicamente, ya
que varios órganos pueden servir a una función. Precisamente, cuando la lesión afecta la aptitud
de la función sensorial que permite la comunicación con el mundo exterior, estamos frente a una
debilitación del sentido.

Debilitamiento permanente de un órgano


El concepto comprende el conjunto de las partes que integran una determinada función. De
manera que si la lesión produce, en determinados casos, la eliminación del órgano pero la función
sigue subsistiendo, estamos dentro del art. 90. Esto sucede, con los órganos bilaterales o
compuestos, o con aquellos órganos que, siendo unilaterales, su perdida no elimina la función que
cumple en el organismo humano, sino que sólo producen una debilitación de ella. Es lo que sucede
en los casos de perdida quirúrgica del bazo o del hígado.

Debilitamiento permanente de un miembro

La ley, al hablar de miembro, lo hace refiriéndose a las cuatro extremidades del cuerpo humano,
esto es, brazos y piernas, con exclusión de la cabeza y el miembro viril. La pérdida de las dos
manos implica la pérdida del órgano de la aprehensión y, por lo tanto, la lesión es gravísima. La
pérdida de una sola mano, en cambio, no significa la pérdida del miembro, pero igualmente la
lesión es gravísima porque implica la pérdida del uso del miembro. El debilitamiento se produce
cuando, con motivo de la lesión, se pierde parcialmente la función del miembro o su capacidad de
servicio. La pérdida de un solo dedo, por ej., constituye sólo un debilitamiento del miembro y, por
lo tanto, la lesión es grave.

Dificultad permanente de la palabra

La ley, en estos casos, hace referencia a los inconvenientes duraderos que la lesión produce en la
aptitud de las personas para comunicarse con sus semejantes a través del lenguaje oral. Estos
inconvenientes pueden traducirse en afectaciones al uso normal de la palabra hablada, a la
construcción de la comunicación, a la forma de expresión, a la disociación de ideas, etcétera. Están
comprendidos el ceceo (imposibilidad de pronunciar la letra ese), la llamada afasia sensorial
(pérdida total de conexión entre el concepto que se tiene de una cosa y la palabra que se emite
para designarla, por ej., quiere expresar una idea y pronuncia otra) y la dificultad en la perfección
fonética, no así el menor o mayor esfuerzo para hablar.

Inutilidad para el trabajo

Esta hipótesis implica la afectación de la capacidad laboratíva de la víctima, además de constituir


el límite temporal entre la lesión leve y la grave.

El Código Penal utiliza una escala que puede esquematizarse de la siguiente manera:

a) Inutilidad para el trabajo menor a un mes= lesión leve (art 89).

b) Inutilidad para el trabajo mayor a un mes= lesión grave (art. 90).

c) Inutilidad permanente para el trabajo= lesión gravísima (art. 91).

El criterio legal es objetivo y hace referencia, no al trabajo que la víctima realizaba en el momento
de la lesión (que también lo incluye), sino al trabajo en general, comprensivo del habitual y el
transitorio. La amplitud de la fórmula legal permite comprender, no sólo casos como los del
desocupado, el estudiante, el mendigo, el rentista, etc., sino que abarca tanto el trabajo físico
como el mental y los de creación espiritual o intelectual. La lesión es verificable cualquiera sea la
causa que le haya dado origen y aunque ella haya desaparecido, por ejemplo, la incapacidad
laboratíva producida por una enfermedad que luego desaparece antes del mes; la lesión
igualmente es grave, pues, a los fines de la consumación típica, carece de relevancia que la causa
del daño persista o no con el efecto producido durante todo el tiempo que requiere la ley.

Deformación permanente del rostro

La agravante requiere que la lesión provoque en la víctima una deformación permanente en el


rostro, lo cual no significa que se trate de una transformación en el rostro de manera tal que lo
vuelva repugnante, grosero o repulsivo. Es necesario una desfiguración de la fisonomía por
alteración de la simetría del rostro o de una de sus partes (Núñez). Por rostro debe entenderse la
parte anterior de la cara, que va desde la parte frontal hasta la extremidad del mentón, y de una a
otra oreja. La deformación del rostro implica, en cualquier caso, la afectación de su armonía con el
resto del cuerpo humano, aun cuando no resulte repugnante para la sociedad.

3) Lesiones gravísimas (art. 91)

Las lesiones gravísimas se caracterizan por la perdida y la perpetuidad, aspectos que las
diferencian de otros tipos de lesiones.

Enfermedad cierta o probablemente incurable

La enfermedad -que es un proceso dinámico y progresivo- es un estado patológico en actividad,


que anula la capacidad funcional del individuo. En la dogmática penal contemporánea se entiende
por enfermedad, desde el punto de vista jurídico, toda alteración temporal o permanente del
normal funcionamiento de un organismo humano que precise de asistencia sanitaria y/o de un
periodo apreciable de recuperación espontánea. La ley exige, además, que la enfermedad sea
cierta o probablemente incurable. Es tal aquella que, a juicio de la ciencia, nunca puede ser sanada
por completo, sea a través de un pronóstico de certeza o de una mera probabilidad. La
persistencia de la enfermedad incurable que desemboca en la muerte de la víctima no transforma
automáticamente el hecho en homicidio, pues la incurabilidad implica un estado o proceso
patológico que comprende la posibilidad de la muerte.

Inutilidad permanente para el trabajo

En esta hipótesis, a diferencia del tiempo transitorio previsto como lesión grave, la incapacidad
laboratíva debe ser permanente, esto es, de una duración persistente, por largo tiempo, o bien la
probabilidad de no volver a tener su anterior eficacia laboratíva.
Pérdida de un sentido, órgano o miembro o del uso de un órgano o miembro

Estos supuestos se diferencian de los casos de debilitamientos constitutivos de lesiones graves, no


sólo por la pérdida del sentido, órgano o miembro, sino también por la pérdida del uso de los
mismos. Lo primero indica una privación absoluta o irreparable, de carácter anatómico-funcional;
lo segundo, sólo una privación funcional. La pérdida de un miembro o de su uso, aun cuando
formen parte de un órgano que sólo se debilita, constituye lesión gravísima, porque la ley tutela
cada miembro por separado, tanto en su debilitamiento como en su pérdida física o de uso.

Pérdida de la capacidad de engendrar o concebir

La fórmula hace referencia a la eliminación o desaparición de la función reproductora. La ley


atiende a la capacidad presente o futura de reproducción y, por lo tanto, la agravante se concreta
en el sentido de esterilidad o impotencia.

Estas consecuencias pueden producirse a través de la castración, que consiste en la ablación


(extirpación) o destrucción de los órganos genitales masculinos o femeninos, que producen en el
sujeto la pérdida de la capacidad coeundi o generandi, o por cualquier otro medio que lleve a
idénticos resultados, por ej.~ exposición a rayos X, lesiones en la médula, vulvectomía o
clitoridectomía por celos o venganza, maniobras abortivas, etcétera. La impotencia coeundi se
traduce en la incapacidad para realizar el coito, mientras que la impotencia generandi es la
incapacidad para engendrar. Ambas afectan la capacidad de procrear del individuo. La
esterilización, por su parte, es la anulación de la capacidad genésica. Cuando se la práctica por
medio de una intervención quirúrgica, la ligadura de los conductos deferentes en el hombre se
denomina "vasectomía~', y la resección entre dos ligaduras de las trompas uterinas en la mujer
(trompas de Falopio) se denomina "salpingotomía''. La agravante alcanza la capacidad
reproductora futura o en formación (por ej., niños sexualmente normales), pero no a los ancianos
o impotentes (casos de inexistencia o pérdida de la capacidad procreativa). No obstante, si la
afectación se produce por ablación de los genitales, la lesión igualmente es gravísima porque
implica la pérdida del órgano de la reproducción.

Figuras agravadas (art. 92)

Para la aplicación de la agravante es suficiente con que concurra una de las situaciones previstas
en el art. 80; si fueran varias en el mismo hecho, la punibilidad se mantiene (la agravante no se
multiplica).

Figuras atenuadas (art. 93)

El precepto regula forma atenuadas de las lesiones previstas en los arts. 89, 90 y 91 del Código
Penal. Se trata de lesiones cometidas en estado de emoción violenta, por lo que result.an de
aplicación las consideraciones realizadas con motivo de analizar este delito.

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