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Lesiones graves

La disposición legal

El art. 90 del Cód. Penal castiga con pena de uno a seis años de reclusión o prisión, al que
cause lesiones que produjeren “una debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un
órgano, de un miembro o una dificultad permanente de la palabra o si hubiere puesto en
peligro la vida del ofendido, le hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes o le
hubiere causado una deformación permanente del rostro”.

Debilitamiento y permanencia

Dos conceptos fundamentales se destacan en la figura: el de debilitamiento y el de


permanencia.

El debilitamiento alude a una disminución funcional, sin que la función misma desaparezca
(supuesto contemplado por el art. 91); se mide con relación al modo como se cumplía la
función antes de la lesión, por lo cual, aun lo que podía constituir una función ya menoscabada
e incompleta, puede verse debilitada por aquélla (p.ej., debilitar aún más la salud de quien ya
la poseía muy precaria).

La permanencia alude a la persistencia del resultado por tiempo prolongado y se plantea como
la probabilidad estimada (diagnóstico) de que la evolución natural o los procedimientos
científicos ordinarios no pueden eliminar la deficiencia constitutiva del daño, reconstituyendo
la estructura corporal o devolviendo a la función su anterior eficiencia. Subsiste aun cuando la
eficacia anterior pueda devolverse por elementos sustitutivos artificiales (prótesis) o
reconstituirse la estructura corporal por medio de esos elementos o de procedimientos
quirúrgicos especiales (p.ej., cirugía estética, trasplantes orgánicos).

Sólo la circunstancia del peligro de vida, que también incluye la norma, queda marginada de
estos principios.

Debilitamiento de la salud.

El debilitamiento de la salud es el desequilibrio funcional –según hemos dicho- que se


manifiesta en una situación establecida de disminución del vigor o de la resistencia a las
dolencias o a las sensaciones molestas (dolor, temperatura, etc.), siempre que no se trate de
un desequilibrio constituido como “enfermedad”, es decir, como proceso patológico en curso,
puesto que el car+acter permanente de la enfermedad se cataloga como lesión gravísima.
Carácter- carácter. Carácter. Carácter. Carácter. Carácter. Carácter.

Debilitamiento de un sentido.

La ley, al referirse al debilitamiento de un sentido, no considera a éste como “dispositivo


sensorial”, sino que se refiere a la aptitud de percepción que constituye cada uno de los
sentidos de la vista, oído, olfato, gusto y tacto, dado que, si normalmente esa aptitud puede
verse menoscabada por la afectación de los órganos con que se realizan esas funciones, puede
no ocurrir así (p.ej., un daño psíquico que no afecte el órgano del gusto o del olfato, puede
debilitar esos sentidos). El debilitamiento puede referirse tanto a la disminución de la
efectividad de la función (reducción del a agudeza visual, insensibilidad térmica que no
permite advertir las pequeñas variaciones de temperatura, etc.), como a la disminución de la
resistencia del organismo a las afecciones que puedan atacar a los sentidos (p.ej., propensión a
las infecciones del oído o de la vista).
Debilitamiento de un órgano

Al mencionar el debilitamiento de un órgano, la ley utiliza un concepto funcional. Se entiende,


pues, por órgano tanto la pieza anatómica que realiza autónomamente una función, com el
conjunto de órganos que la cumplen; por eso, en el caso de funciones que son cumplidas por
órganos compuestos, la extirpación de uno de ellos constituye un debilitamiento, no una
pérdida que coloque el caso en la lesión gravísima (p.ej., la extirpación de un riñón en una
persona que posee los dos es una lesión grave, no una lesión gravísima). Esto último ocurre en
los casos en que los órganos no únicos llevan a cabo una función en conjunto, no cuando
órganos anatómicamente únicos (p.ej., bazo, hígado) contribuyen a una función común con
otros órganos distintos (completándose entre sí); en esos casos, la extirpación de la pieza
anatómica autónoma que constituye el órgano, o la eliminación total de su funcionamiento a
raíz del daño, da lugar a la lesión gravísima.

Se está de acuerdo en que no basta, para el tipo que estudiamos, el simple daño estructural
del órgano, sino que tiene (p.ej., un cambio de pigmentación del globo ocular, que no deforme
el rostro, que no entorpezca la función visual, no pasará de ser una lesión leve, aunque tenga
carácter permanente).

Por otro lado, el debilitamiento del órgano no supone necesariamente un daño estructural de
la pieza anatómica que lo constituye, ya que puede provenir de un origen distinto (p.ej., giro
del ojo, implica un debilitamiento que constituye una lesión grave, aunque el órgano no se
haya lesionado estructuralmente).

Debilitamiento de un miembro

Son miembros las extremidades articuladas en el tronco, inferiores y superiores, que realizan
las funciones de locomoción y aprehensión. La lesión debe debilitar la extremidad, de tal modo
que deje ella de cumplir su función con la eficiencia con que la cumplía antes de sufrir el daño.

Como en el caso anterior, no es indispensable que el debilitamiento proceda de un daño


estructural del miembro; tanto es lesión grave la amputación de un dedo como su
anquilosamiento a raíz de una lesión cerebral; correlativamente, el mero daño estructural que
no llega a debilitar funcionalmente el miembro no se incluye en el tipo del art. 90 (p.ej., el
desgarro del dorso de la mano que no afecte a los músculos).

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