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n muchas culturas, también en la cristiana, pode- pectacular, las maravillas del mundo recién descubierto,
mos encontrar pruebas de la creencia en la exis- halladas durante las conquistas y viajes misioneros, comer-
tencia real de los dragones. Desde los albores del ciales y de exploración a África, América y Asia que se
cristianismo, se erigieron en símbolo de pecado emprendían con una frecuencia cada vez mayor. No deja
y como tal acompañaron a las imágenes de algunos santos, de ser interesante que también en el lejano Cusco andino
poblando asimismo los espacios subterráneos del infierno. aparezcan unas fantásticas criaturas, similares a dragones
En la tradición antigua, que sobrevivió en la Edad con colas de serpiente, a guisa de representación de expe-
Media e incluso en la Edad Moderna, la “familia” de las diciones exóticas y distantes, en el decorado del portal de
criaturas designadas como dragones era bastante amplia. uno de los edificios de la plaza de las Nazarenas. Me estoy
Incluía basiliscos y leviatanes, una hidra de múltiples cabe- refiriendo a la antigua sede del beaterio, que actualmente
zas y la misma serpiente del Paraíso. Isidoro de Sevilla (m. alberga el lujoso hotel Belmond Palacio Nazarenas. Las
636) afirmaba, simplemente, que el dragón era el mayor terciarias recibieron esta sede en 1740, tras su traslado de
representante del género de las serpientes, e incluso de to- los alrededores de la Iglesia de San Blas, donde habían
dos los animales que habitan la tierra2. El tamaño inusual residido desde fines del siglo XVII. Sin embargo, está
de los dragones también fue corroborado por san Agustín probado que la casa destinada a beaterio había sido con
(354-430) y Primasio de Hadrumetum (siglo VI), quienes anterioridad sede de uno de los conquistadores, del capi-
agregarían a esta tesis la de que eran unos animales cuyo tán don Bernardo de Quiroz. Según la interpretación del
hábitat preferido lo constituyen las proximidades acuáti- investigador cusqueño Donato Amado Gonzales, la deco-
cas. Probablemente esta sería la razón, según Cromacio ración sobre la entrada de la residencia que muestra las
de Aquilea (m. 406-407) y Arnobio el Joven (siglo V), por “dos sierpes” estaría asociada a las expediciones lejanas y
la cual podían ser vencidos por las aguas del sacramento exóticas del propietario de la casa4 (fig. 1).
del bautismo3. El interés por los dragones en Europa tenía un carácter
En los siglos XVI y XVII, las imágenes de los dragones cognitivo. De igual modo que se examinaba la apariencia
también fueron utilizadas para ilustrar, de un modo es- y las propiedades de otras criaturas exóticas, así también
1
Instituto de Historia del Arte - Universidad de Lodz.
2
Stanis aw Kobielus, que describe las imágenes de dragones en la cultura cristiana de la Edad Media, se refiere a los escritos de pensadores de la
época, entre otros: San Jerónimo de Estridón (m. 420), San Agustín de Hipona (d. 430), Alberto Magno (m. 1280), Beda el Venerable (m. 735),
o el mencionado Isidoro de Sevilla (m. 636).
3
Kobielus, S., Bestiarium chrze cija skie, Warszawa, Instytut Wydawniczy Pax, 2002, págs. 294-295.
4
Amado Gonzales, D., “De la casa señorial al beaterio Nazarenas”. En: Revista Andina, N.º 36, 2003, págs.213-236 (pág. 213).
5
Pérez-Rioja, J. A., Diccionario de símbolos y mitos, Madrid, Editorial Tecnos, 1971, pág. 181.
6
Cirlot, J. E., Diccionario de símbolos, Barcelona, Editorial Labor, 1979, pág. 175.
7
Todas las citas bíblicas han sido extraídas Biblia Jerusalén, Nueva Edición Revisada, Bilbao, Editorial Desclée De Brouwer, 1999.
8
García Mahíques, R., “Perfiles iconográficos de la Mujer del Apocalipsis como símbolo mariano (y II): Ab initio et ante saecula creata sum”. En:
Ars Longa, N.° 7-8, 1996-1997, Valencia, págs. 177-184 (pág. 182). Véase también: Stratton, S. L., “La Inmaculada Concepción en el arte español”.
En: Cuadernos de arte e iconografía, Revista Virtual de la Fundación Universitaria Española, Tomo I-2, 1988, disponible en: http://www.fuesp.com/
pdfs_revistas/cai/2/cai-2-1.pdf, última consulta: 24 de enero 2020; Stratton, S. L., The Immaculate Conception in Spanish Art, New York, Cambridge
University Press, 1994.
9
La imagen es denominada en el museo Nuestra Señora del Buen Aire, aunque la composición no corresponde totalmente al tipo iconográfico
mencionado, que según Héctor Schenone “representa a Nuestra Señora, de pie, en actitud majestuosa y sosteniendo el Niño desnudo, mientras
que con la mano derecha porta un cirio atributo propio de la Candelaria, que atraviesa una carabela” (Schenone, H., Iconografía del arte colonial.
Santa María, Buenos Aires, Editorial de la Universidad Católica Argentina, 2008, pág. 316). Un contexto iconográfico interesante de tal imagen
también puede verse en el artículo sobre las representaciones de la Virgen María, vinculada tanto al motivo de la nave, como al de la propia Virgen
simbolizada como nave (Llompart, Gabriel, “De la nave de la Virgen a la Virgen de la nave”. En: Traza y Baza, N.º 2, 1973, págs. 107-132).
10
Stratton-Pruitt S. L., “Catalogue”. En: Stratton-Pruitt, S. (ed.), The Virgin, Saints, and Angels. South American Paintings 1600-1825 from the Thoma
Collection, Stanford, Skira, 2007, págs. 95-217.
11
Cantera Montenegro, J., “El Dragón de la leyenda de San Jorge”. En: Archivo Español de Arte, T. 62, N.º 247 1989, págs. 331-344 (pág. 331).
12
Schenone, H., Iconografía del arte colonial. Los Santos, Buenos Aires, Fundación Tarea, 1992, pág. 487.
13
Corti, P., Guzmán, F. y Pereira, M., La pintura mural de Parinacota en el último bofedal de la Ruta de la Plata, Arica, Edición de Fundación Altiplano
Monseñor Salas Valdés y Centro de Estudios de Patrimonio Universidad Adolfo Ibáñez, 2013, pág. 41.
14
Igualmente hallamos representaciones similares de demonio-dragón en la colección privada Vivian y Jaime Liébana en Lima (Perú) y en la del Em-
pleo de Zimatlán de Álvarez en Oaxaca (México). Se pueden encontrar fotografías de imágenes y relaciones con gráficos en el sitio web de Project
on the Engraved Sources of Spanish Colonial Art (PESSCA), colonialart.org.
15
Mesa, J. de y Gisbert, T., Historia de la pintura cuzqueña, Lima, Fundación Augusto N. Wiese, Banco Wiese Ltdo., 1982, pág. 111, figs. 112 y 113.
16
Eslava Galán, J., La leyenda del lagarto de la Malena y los mitos del dragón, Granada, Universidad de Granada, 1991, pág. 102.
17
Laube, S., Von der Reliquie zum Ding. Heiliger Ort - Wunderkammer - Museum, Berlin, Akademie Verlag, 2011.
18
Czy ewski, K. J., “Smoki, olbrzymy, zwierz ta przedpotopowe. O ko ciach kopalnych w katedrze krakowskiej”. En: Podlodowska-Reklewska M., y
Starzy ski, M. (eds.), Eseje, Dwa oblicza smoka. Katalog wystawy, vol. II, Kraków, Zamek Królewski na Wawelu, 2015, págs. 47-66.
19
“Tarasaca, una sierpe contrahecha, que suelen facer en algunas fiestas de regozijo [...] el día del Señor”, Covarrubias, Sebastián de, Tesoro de la
lengua castellana o española, vol.I-II, Madrid, Luis Sanchez impressor del Rey N.S, 1611, vol. II, f. 39 r.; Duarte, C. F., La fiesta de Corpus Christi en la
Caracas Hispánica (Tarascas, Gigantes y Diablitos), Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1987, pág. 8.
20
Bejarano Pellicer, C., “Mateo y Agustín de Barahona, Tarasca 1669”. En: Camacho Martínez, R. y Escalera Pérez, R. (eds.), Fiesta y simulacro, Má-
laga, Junta de Andalucía, 2007, págs. 198-199 (pág. 198).
21
Reula Baquero, P., El camarín del desengaño. Juan de Espina, coleccionista y curioso del siglo XVII, Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2019;
Flórez Asencio, M. A., Teatro musical cortesano en Madrid durante el siglo XVII. Espacio, intérpretes y obras, tesis doctoral, Universidad Complutense de
Madrid, 2004, pág. 685; Shergold, N. D. y Varey, J. E., Los autos sacramentales en Madrid en la época de Calderón, Madrid, Pantoja, 1961, pág. 122.
22
Matilla Tascon, A., Planos trazas y dibujos. Inventario, Madrid, Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas,
Subdirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas, Subdirección General de Archivos, 1983; Bejarano Pellicer, C, “Thomás de Leiba,
Tarasca 1744”. En: Camacho Martínez, R. y Escalera Pérez, R., op. cit., págs. 200-201 (pág. 200).
23
Bejarano Pellicer, C., “Mateo y Agustín...”, op. cit., pág. 198. Para más información sobre la celebración del Corpus Christi en Madrid y el desfile
de tarascas, ver también: Shergold, N. D. y Varey, J. E., “La tarasca de Madrid. Un aspecto de la procesión del Corpus durante los siglos XVII y
XVIII”. En: Cavileño, N.º 20, 1953, págs.18-26; Bernalez Montalvo, J. M., “Las tarascas madrileñas”. En: Villa de Madrid. Revista de Excmo. Ayunta-
miento, año XIX, N.º 71, 1981-II, págs. 25-32; Bernalez Montalvo, J. M., “Las tarascas madrileñas II”. En: Villa de Madrid. Revista de Excmo. Ayun-
tamiento, año XIX, N.º 72, 1981-III, págs. 27-32; Portús Pérez, J., La antigua procesión del Corpus Christi en Madrid, Madrid, Comunidad de Madrid,
1993, págs. 109-152; Mateo, R., “La tarasca y procesión del Cuerpo en Madrid”. En: Madrid Histórico, N.º 23, 2009, págs. 26-32.
24
Bejarano Pellicer, “Thomás...”, op. cit., pág. 200.
25
Vorágine, Santiago de, La leyenda dorada, [c. 1290], trad. José Manuel Macís, vol.1, Madrid, Alianza Editorial, 2016, pág. 419.
26
Escalera Pérez, R., “Tarasca 2006-2007”. En: Camacho Martínez, R. y Escalera Pérez, R., op. cit., págs. 208-209.
27
García Flores, C. y Gito, M. R., “La procesión del Corpus en Valencia”. En: Narría, N.º 65-66, 1994, págs. 43-50; Brisset, D. E., La rebeldía festiva.
Historias de fiesta ibérica, Gerona, Luces Gálibo, Junta de Andalucía, 2009, págs. 150 y 155-157.
28
Lleo Cañal, V., Arte y espectáculo: la fiesta del Corpus Christi en la Sevilla de los siglos XVI y XVII, Sevilla, Diputación Provincial, 1975, pág. 4.
29
Labarga García, F., “La piedad popular en América hasta finales del siglo XVIII”. En: Saranyana, J. I., Alejos Grau, C. J. (eds.), Teología en América
Latina. Vol. II/1. Escolástica barroca. Ilustración y preparación de la Independencia (1665-1810), Madrid-Frankfurt am Main, Iberoamericana-Vervuert,
2005, págs.787-865 (pág. 801).
30
Ibid., pág. 840.
31
Buelna Serrano, M. E., “Corpus Christi en México”. En: Fernández Juárez, G. y Martínez Gil, F. (eds.), La fiesta del Corpus Christi, Cuenca, Edito-
rial de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2002, págs. 285-298 (págs. 285-287).
32
Duarte, op. cit., págs. 14-17.
33
Archivo Histórico de Caracas, Actas del Cabildo secular, 7 de mayo de 1781, Libro del año 1781, fol. 71 r-71 v. citado en: Capelán Fernández, M.,
“Trascas, gigantes, diablillos y música en la celebración del Corpus Christi de la Provincia Española de Venezuela”. En: XIV Encuentro de Latinoa-
mericanistas Españoles. Actas del Congreso Internacional 1810-2010: 200 años de Iberoamérica, 2010, págs. 747-771 (pág. 758).
34
Sigaut, N., “La fiesta de Corpus Christi y la formación de los sistemas visuales”. En: Campos, N. (ed.), La Fiesta. IV Encuentro del Barroco Andino,
La Paz, Unión Latina, 2007, págs. 123-133.
35
Garcilaso de la Vega, Inca, Historia General del Perú, (1617), vol. III, Buenos Aires, 1944, págs. 184-186.
36
Concolorcorvo, “Fiesta del Cuzco en el siglo XVIII” (1773). En: Porras Barrenchea, R. (ed.), Antología del Cuzco, Lima, Fundación M. J. Bustamante
de la Fuente, 1992, págs. 137-140 (pág. 138).
37
Covarrubias Pozo, J. M., Cuzco colonial y su arte, Cuzco, Archivo Histórico de la Universidad Nacional del Cuzco, 1958, pág. 47.
38
Santo Tomás, Domingo de, Lexicon, o vocabulario de la lengua general del Perv (1560), ed. de Julio Calvo Pérez y Henrique Urbano, Lima, Universidad
San Martín de Porres, 2013, vol. 1-2, pág. 291 [108].
39
Gonçalez Holguín, Diego, Vocabulario de la lengua general de todo el Peru llamada lengua qquichua o del inca (1608), ed. de Raúl Porras Barrenechea,
Lima, Imprenta Santa María, 1952, pág. 24.
40
Bertonio, L., Vocabulario de la lengua Aymara compuesto por el padre Ludovico Bertonio de la Compañía de Jesús en la provincial del Perú de las Indias Occiden-
tales, natural de la Rocacontrada de la Marca de Acona (1612), ed. de Enrique Fernández García, Arequipa, Ediciones El Lector, 2006, pág. 445.
41
Lira J. A. y Mejía Huamán, M., Diccionario quechua-castellano, castellano-quechua, Lima, Editorial universitaria Universidad Ricardo Palma, 2008, pág. 36.
42
Diccionario de americanismos, eds. de Víctor García de la Concha y Humberto López Morales, Barcelona, Penguin Random House Grupo Editorial,
2015, (1. ° ed. 2010), pág. 100.
43
Chouvenc, P. C. y Perroud, J. M., Diccionario castellano kechwa, kechwa castellano. Dialecto de Ayacucho, Perú, Seminario San Alfonso: Padres Reden-
toristas, 1970. Según Szemi ski, J., “Índice”. En: Don Juan de Santa Cruz Pacha Cuti Yamqui Salca Maygua, La Relación de antigüedades deste Reyno
del Pirú, ed. crítica de Jan Szemi ski, Arequipa, Ediciones El Lector, 2019, págs. 347-484 (pág. 353).
44
Flores Ochoa, J. A., Kuon Arce, E., y Samanez Argumedo, R., Qeros. Arte Inka en vasos ceremoniales, Lima, Banco de Crédito del Perú, 1998, pág. 90.
45
Santa Cruz Pacha Cuti Yamqui Salca Maygua, Don Juan de, La Relación de antigüedades deste Reyno del Pirú (c. 1613, manuscrito en BNM), ed. crítica
de Jan Szemi ski, Arequipa, Ediciones El Lector, 2019, pág. 196. La transcripción del texto proviene de la edición de 2019 y fue realizada por Jan
Szemi ski. La forma original del texto, la puntuación y el uso de paréntesis se han conservado, así como la ortografía original del texto también.
46
Anello Oliva, G., Historia del reino y provincias del Perú (antes del 1625), Lima, Imprenta de la Librería de San Pedro, 1895. Ya han escrito sobre esto,
Millones, L. y Myer, R., La fauna sagrada de Huarochiri, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, Instituto Frances de Estudios Andinos, 2012, pág.
106; véase también Gisbert, T., El Paraíso de los pajares parlantes, La Paz, Plural, 2008, (1. ° ed. 1999), págs. 92-94.
47
Recipiente ritual; se trata de una taza de forma cónica, hecha de madera, característica de las culturas sudamericanas del período inca, así como
de la época colonial y la república temprana.
48
Flores Ochoa, et al., op. cit., pág. 40.
49
Martínez C., J. L., “Soportes para las memorias en los Andes. Los sistemas de registro y comunicación en las sociedades andinas”. En: Curatola
Petrocchi, M. (ed.), El estudio del mundo andino, Lima, Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú, 2019, págs. 207-218 (pág. 216).
50
Stasny, F., “El arte de la nobleza inca y la identidad andina”. En: Urbano, H. (ed.), Mito y simbolismo en los Andes. La figura y la palabra, Cusco,
Centro de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de las Casas”, 1993, págs. 137-156 (págs. 145 y 148).
51
Liebscher, V., La iconografía de los queros, Lima, Herrera, 1986; Estenssoro, J. C., “La plástica colonial y sus relaciones con la Gran Rebelión”. En:
Urbano, H. (ed.), op. cit., págs. 157-182 (pág. 157).
52
Gentile, M. E., “El Amaru como emblema de los Incas del Cusco (siglos XVI-XVII)”. En: El Futuro del Pasado, N.º 8, 2016, págs. 297-327 (pág. 299).
53
Pietraszczyk-S kowska, J., “Tradycje india skiego oporu wobec Hiszpanów w Wicekrólestwie Peru (XVI-XVIII w.)”. En: Gawrycki, M. F. (ed.),
Dzieje kultury latynoameryka skiej, Warszawa, Wydawnictwo Naukowe PWN, 2009, págs. 109-119 (pág. 110); Szemi ski, J., Los objetivos de los tupa-
maristas. Las concepciones de los revolucionarios peruanos de los años 1780-1783, Wroc aw-Warszawa-Kaków-Gda sk- ód , Zak ad narodowy immienia
Ossoli skich, Wydawnictwo Polskiej Akademii Nauk, 1982, pág. 59.
54
Pietraszczyk-S kowska, op. cit., pág. 117. Sobre las formas y los cambios lingüísticos del nombre de Túpac Amaru, véase también: Rowe, J. H., “Thu-
pa Amaro: Nombre y Apellido”. En: Boletín de Lima, año 4, N.º 24, 1982, págs. 6-8. Él, como su homónimo, fue ejecutado en la Plaza de Armas
en Cusco. La ejecución tuvo lugar el 18 de mayo de 1781.
55
Ayllu era un linaje compuesto de manera óptima por diez familias. De hecho, se entiende como grupo de personas que creían tener un ancestro-
fundador común, o cualquier grupo de personas que cultivaban conjuntamente tierras con derechos de propiedad superiores a los derechos de las
familias constituyentes (Szemi ski, J. y Zió kowski, M., Mity, rytua y i polityka Inków, Warszawa, PIW, 2006, pág. 331).
56
Agradezco a Donato Amado Gonzales por la conversación que mantuvimos acerca de la representación en Chinchero y sus aclaraciones acerca del
conflicto entre los descendientes de los incas y Ayllu Ayarmaca. Para una comprensión más amplia del tema y los conflictos internos en las familias
indígenas, cabe señalar las publicaciones de dicho investigador (Amado Gonzales, D., El estandarte real y la mascapaycha. Historia de una institución
inca colonial, Lima, Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú, 2017, págs. 232 y sig.).
57
Me gustaría agradecer a Yhasmany Loaiza por compartir la imagen de la pintura mural de Chinchero y el permiso de publicar la fotografía.
58
Mesa y Gisbert, op. cit., pág. 285; Estenssoro, op. cit., págs. 172-175; Gentile, op. cit., pág. 315; Flores Ochoa, J. A., Kuon Arce, E., y Samanez Argu-
medo, R., Pintura mural en el sur andino, Lima, Banco de Crédito del Perú, 1993.