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Sebastián Urquijo
Universidad Nacional de Mar del Plata
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RESUMEN:
Este trabajo se propuso explorar las relaciones entre la concepción de Eysenck de los rasgos de la
personalidad y los niveles de depresión en una población adolescente. Para ello se aplicó la
adaptación española del Cuestionario de Personalidad para jóvenes de Eysenck (EPQ-J) y el
Cuestionario de Depresión para niños de Lang y Tisher (CDS) a una muestra de 643 adolescentes
de ambos sexos, con edades entre 11 y 17 años, alumnos de escuelas públicas y privadas de la
ciudad de Mar del Plata, Argentina.
Abstract
This work proposed to explore the relationships between Eysenck's conception about the
personality traits and the levels of depression in an adolescents sample. For this were used the
spanish adaptation of the Eysenck Personality Questionnaire -Junior-(EPQ-J) and the Children's
Depression Scale by Lang and Tisher (CDS) to a sample of 643 adolescents of both gender, with
ages between 11 and 17, students from public and private schools from Mar del Plata, Argentina.
Results of statistical analysis allowed to prove significant association between personality traits and
depression levels, with the special characteristic that association with extroversion was negative.
Los sistemas de estructuras entrelazadas (esquemas) son los responsables de la secuencia que va
desde la recepción de un estímulo hasta el punto final de una respuesta conductual. La integración
de los estímulos ambientales y la formación de una respuesta adaptativa depende de esos
sistemas entrelazados de estructuras especializadas." De modo que "cada individuo tiene un perfil
único de personalidad, que consiste en los diversos grados de probabilidad de que responda de
cierto modo a una situación particular". Así, cuando una persona entra en una depresión clínica se
produce un pronunciado "cambio cognitivo". Ese cambio produce un alejamiento del procesamiento
cognitivo normal y favorece el predominio de un procesamiento por medio de los esquemas
negativos que constituyen el modo depresivo. Esto se traduce en las creencias sobre sí mismo,
como por ejemplo en la afirmación "soy indigno".
Los psicólogos que han descripto modelos de conducta en las personas, han intentado indagar las
principales dimensiones de la personalidad. A partir de la revisión de literatura, Eysenck ha
reconocido la existencia de 2 dimensiones denominadas Extraversión - y su polo la introversión y
Neuroticismo (o emocionalidad, inestabilidad) - y su polo la estabilidad. En 1952 postuló una
tercera dimensión de la personalidad a la que denominó Psicoticismo (o dureza).
Destacó que la neurosis es una exageración patológica del rasgo subyacente de neuroticismo y la
psicosis es una exageración patológica de un rasgo subyacente de psicoticismo. Basó estas
distinciones en 2 postulados teóricos: 1) que la anormalidad psiquiátrica es un continuo con la
normalidad, y 2) que la neurosis y psicosis son dimensiones diferentes e independientes.
Algunas investigaciones han mostrado la influencia de la herencia en las tres dimensiones de
personalidad (N,E y P); según Eysenck los factores genéticos contribuyen más que los factores
ambientales a las diferencias individuales en los sujetos.
El modelo de Eysenck.
Desde el punto de vista descriptivo, en cuanto a la variable N podemos decir que un sujeto típico
con puntaje alto en emocionalidad se presenta como ansioso, preocupado, con cambios de humor
y frecuentemente deprimido, probablemente duerme mal y presenta desórdenes psicosomáticos;
es exageradamente emotivo, con reacciones fuertes a todo tipo de estímulos y le cuesta volver a la
normalidad después de cada experiencia que provoca una elevación emocional. Sus fuertes
En cuanto a la variable E, el extravertido típico es sociable, tiene muchos amigos, necesita alguien
con quien hablar, le gustan las fiestas, no le gusta leer o estudiar en solitario, anhela la excitación,
se arriesga, se mete en todo, actúa por razones del momento, es impulsivo, le gustan las bromas,
le encanta el cambio, es despreocupado, optimista. Prefiere estar moviéndose y haciendo cosas,
tiende a ser agresivo y se enfada rápidamente, sus sentimientos no se mantienen bajo fuerte
control, no es siempre confiable. El introvertido típico es tranquilo, retraído, introspectivo, más
amigo de libros que de personas, es reservado y distante, excepto con los amigos íntimos, suele
ser previsor, desconfía de los impulsos del momento, no le gusta la diversión, considera seriamente
los asuntos cotidianos y su modo de vida es ordenado, controla sus sentimientos, raras veces se
comporta de manera agresiva, y no se enfada con facilidad, se puede confiar en él, es pesimista y
tiene estima por las normas éticas.
En cuanto a la variable P (dureza) podemos decir que los grupos de psicóticos y criminales que
fueron utilizados como criterio puntuaron alto en esta escala. Un sujeto adulto con puntuación alta
en P es solitario, despreocupado de las personas, crea problemas a los demás y no compagina con
otros fácilmente. Puede ser cruel, inhumano e insensible, falto de sentimientos y empatía. Se
muestra hostil y agresivo incluso con las personas amadas. Tiene inclinación por cosas raras y
extravagantes, desprecia el peligro, le gusta burlarse de los demás y ponerles de mal humor.
Los niños con puntaje alto en P son raros y solitarios, se meten en problemas, son fríos y faltos de
sentimientos humanitarios con compañeros o animales, agresivos y hostiles incluso con las
personas queridas. Intentan suplir su falta de sentimientos entregándose a la búsqueda de
sensaciones dolorosas sin pensar en riesgos implicados. La socialización es un concepto ajeno. La
empatía, los sentimientos de culpa, la sensibilidad para los demás son nociones extrañas y
desconocidas. Eysenck utiliza el concepto de "psicoticismo" homologándolo con las 3 categorías
psiquiátricas de "esquizoide", "psicopático", "problemas de conducta".
La escala L (lie, mentira) de la versión original intenta medir la tendencia al disimulo de algunos
sujetos para presentar un "buen aspecto", pero en la versión española se utiliza el polo opuesto
denominado S, la sinceridad. Esta escala mide alguna función estable de la personalidad pero no
se conoce con exactitud la naturaleza de esta variable. Su estudio en niños muestra que los
puntajes S aumentan con la edad, pero en los adultos disminuyen con el paso de los años. Por otra
parte, tanto en adultos como en niños se halló correlación positiva entre sinceridad e inteligencia.
La escala CA (conducta antisocial) fue realizada a partir de las variables (N, E y P) y es útil para
predecir la delincuencia o reincidencia de los sujetos, pero en los niños este criterio no indica
criminalidad sino propensión a la conducta antisocial, considerándose desde faltas leves, castigos
recibidos en la escuela, hasta arrestos.
Los estudios con el EPQ-J muestran que en relación al sexo los varones obtienen puntajes más
altos en E, P, S y CA, y las mujeres en N.
Pero, según Martín, M.; Grau J. y Ramírez V. (2001) 8, los modelos psicoanalíticos y los modelos
cognitivos-conductuales si bien hacen aportes en la comprensión de los trastornos depresivos, no
esclarecen la relación entre la fenomenología de los estados depresivos y los procesos que
conducen a su génesis y desarrollo. En esos modelos se confunden los factores personales
predisponentes (vulnerablidad personal) con síntomas propios de la depresión, sin delimitación
clara que permita diferenciar a un sujeto que está deprimido de un sujeto con propensión a
deprimirse. Por ello, hipotetizaron la existencia de distintas formas de expresión de la ansiedad y la
depresión como estados emocionales más o menos transitorios y como predisposiciones
relativamente estables de la personalidad (rasgos), que se manifestarían en forma diferente según
la valoración del individuo de los acontecimientos vitales, en un momento determinado (estados
emocionales) o a lo largo de su vida (rasgo de la personalidad), modulado por factores intrínsecos
(biológicos, histórico biográficos, etc.).
Así, distinguieron la depresión como estado: en situacional y patológica, y la depresión como rasgo:
en específica e inespecífica (según se circunscriba a determinadas situaciones o a situaciones de
diferente naturaleza). Ellos crearon el IDERE (Inventario de depresión rasgo-estado), inspirados en
el Inventario de ansiedad rasgo-estado de Spielberger, para distinguir estados depresivos
transitorios, productos de determinado momento, de manifestaciones depresivas que se han
instalado como "modus operandi" habitual en la personalidad de un sujeto adulto.
Por otra parte, investigaciones realizadas sobre las variables del Cuestionario de Depresión para
niños (CDS) de Lang y Tisher (1997) 9 y las escalas de personalidad de Eysenck medidas por el
EPQ-J muestran que todos los aspectos depresivos se relacionan positivamente con la
inestabilidad de la personalidad (escala N), a excepción del conjunto de elementos PV (positivos
varios). Según Lang y Tisher, es interesante que la incapacidad en los niños de vivenciar los
aspectos positivos (AA, PV y TP) se correlaciona con la escala de sinceridad (convencionalismo o
deseabilidad social), ello puede deberse a que los sujetos más socializadamente sinceros notarán
más esa incapacidad de gratificación positiva; y esto también explicaría pequeñas correlaciones
negativas halladas entre AA (ánimo -alegría) y PS (problemas sociales) con la extraversión.
Finalmente, el análisis factorial de los puntajes de los sujetos en el CDS y el EPQ-J mostraron que
ambos aspectos de la conducta (depresión y personalidad) aluden a diferentes estractos aunque
no independientes.
También se han llevado acabo estudios con el CPQ (Cuestionario de personalidad de Cattell) sobre
estilos de personalidad y depresión medida con el CDS, y se halló que el perfil de las escalas C y P
apuntaban al área de respuesta afectiva, Q3 a una autoconcepción negativa, F y H a un
autoaislamiento y retraso motor, y D y Q4 a dificultades con la agresión; esto es consistente con los
indicadores sintomatológicos propios de la depresión en niños. Las investigaciones de las
relaciones entre el CDS y el CPQ, fueron replicadas con una muestra de niños japoneses
empleando el EPQ-J, arrojando similares resultados. Respecto de las dimensiones de la
R.B.Cattell en sus estudios sobre personalidad alude a la depresión como variable de tipo estado y
por tanto transitorio. Las variables medidas por el CDS pertenecen a estados en vez de rasgos de
la personalidad, así pueden verse modificados por situaciones ambientales o personales del sujeto,
sobre todo con el paso del tiempo y teniendo en cuenta el proceso de maduración que conforma la
personalidad en niños y adolescentes.
Otro estudio realizado con el CDS y un cuestionario que mide aspectos antisociales y delictivos
halló que la conducta antisocial se relacionó significativamente con los aspectos depresivos
negativos del CDS, fundamentalmente con las escalas RA (respuesta afectiva), PM
(preocupaciones hipocondríacas) y consecuentemente con TD (el total depresivo); sin embargo la
conducta delictiva aunque relacionada con la anterior no mostró una elevación importante del
fenómeno depresivo, "como si el fenómeno delictivo hiciera a los sujetos más "duros" e
independientes del fenómeno depresivo y las faltas antisociales que cometen ya no les afectaran."
Según Windle (1992) 11 un temperamento difícil en los adolescentes puede ser resultado del
reducido apoyo familiar y de amigos, y se halla asociado significativamente con síntomas
depresivos y actividad delictiva.
Por otra parte, un estudio realizado por Moran y Eckenrode (1992) 12 sobre características de
personalidad y maltrato, para la predicción de la depresión en adolescentes de sexo femenino, se
indicó que los sujetos que primero experimentaron maltrato en su infancia fueron menos propensos
a desarrollar características protectoras de personalidad que aquellos que experimentaron el
maltrato durante la adolescencia.
Método
Objetivos
1. Indagar las dimensiones de personalidad que presentan mayor asociación con la depresión en
los adolescentes.
2. Describir la influencia de las variables sexo, edad y tipo de escuela sobre la personalidad y la
depresión.
Participantes
La muestra estuvo integrada por 643 adolescentes, 328 mujeres y 315 varones, provenientes de 7º
y 9º grado de EGB de escuelas públicas y privadas de la ciudad de Mar del Plata. El promedio de
edad de 7º grado fue de 12,83 años y el de 9º grado fue de 14,36 años. La tabla 1 presenta las
características demográficas de los sujetos.
Análisis estadístico
Resultados
En la tabla 2 presentamos los estadísticos obtenidos para los grupos femenino y masculino en
cada escala del Cuestionario de Personalidad y en cada escala del Cuestionario de Depresión, y
los valores de t obtenidos a través de la prueba de diferencia de medias.
Vemos entonces que las correlaciones son levemente superiores para el grupo femenino que para
el grupo masculino entre N y todas las escalas del CDS, excepto la escala AA que en el grupo
masculino no presenta correlación significativa.
E se correlaciona negativamente con PM, SC, DV, y es levemente más alta para las mujeres que
para los varones, siendo la asociación negativa entre E y las restantes escalas del CDS más alta
para el grupo de varones.
La variable P presenta: correlaciones positivas medias con todos los elementos depresivos del
CDS y los índices son más altos para el grupo femenino, en cambio con los elementos positivos del
CDS la correlación positiva es debil y más baja en el grupo femenino. Esto indicaría el hecho de
que los sujetos solitarios son más propensos a la depresión y que la incapacidad para vivenciar
aspectos positivos es más consistente en los varones.
En cuanto a la variable S resulta llamativo que la correlación con el CDS no presente ninguna
asociación significativa en el grupo de varones a excepción de una correlación estadísticamente
significativa pero baja con PM. Respecto al grupo de mujeres, las correlaciones son positivas y
bajas entre S y los elementos depresivos del CDS, exceptuando la escala SC cuyo índice no es
estadísticamente significativo; tampoco es significativa la correlación con las escalas positivas.
Para verificar la existencia de diferencias en función del sexo, el curso y el tipo de escuela, se
discriminaron estas variables y se analizó nuevamente con la correlación de Pearson a los totales
positivo y depresivo del CDS con las dimensiones de personalidad del EPQ-J (tabla 5). De este
modo podemos apreciar como se potencian las asociaciones en algunos casos y como
desaparecen en otros.
Respecto de las asociaciones entre N y TP vemos que solo presentan correlaciones significativas
en alumnos de 7ºgrado de escuelas públicas de ambos sexos, no siendo significativas las
correlaciones para los de 7ºgrado de escuelas privadas. En cambio, en 9ºgrado solo las escuelas
privadas tienen correlaciones positivas significativas, siendo la asociación marcadamente superior
para el sexo femenino (r=0,598; p=0,000) que para el masculino (r=0,279; p=0,035). Por lo tanto,
inferimos que la asociación entre la inestabilidad de la personalidad y la incapacidad para vivenciar
sentimientos positivos presenta marcadas diferencias de acuerdo a la edad y el nivel
socioeconómico.
Las variables E y TP correlacionan en forma negativa siendo significativos los índices en todos los
casos, a excepción de los varones de 7ºgrado de escuelas privadas.
Entre las escalas P y TP solo se presentan correlaciones significativas positivas en los 7ºgrados de
las escuelas públicas en ambos sexos (r=0,344; p=0,000 para el sexo femenino y r=0,427; p=0,000
para el sexo masculino). Esto indicaría la importancia de la edad y probablemente el nivel
socioeconómico en la asociación de estas variables. Por otra parte, la correlación P y TD es
significativa para todos los grupos.
La escala S correlacionó con TP para las mujeres de 7ºgrado de escuelas públicas (r=0,225;
p=0,013) y de 9ºgrado de escuelas privadas (r=0,303; p=0,026).
S y TD se asociaron en forma significativa para las alumnas de escuelas públicas, de 7º y 9ºgrado,
Conclusiones
Esta investigación, al igual que las realizadas por Lang y Tisher sobre las variables del CDS y las
escalas de personalidad de Eysenck, muestra que todos los aspectos depresivos se relacionan
positivamente con la inestabilidad de la personalidad.
En cuanto al sexo, las niñas presentan niveles más elevados de depresión y son más inestables
emocionalmente que sus pares masculinos. En cambio los varones superaron a las mujeres en
dureza, sinceridad y propensión a la conducta antisocial. Respecto a la extroversión no hubo
diferencias significativas entre sexos, y los sujetos más extrovertidos y despreocupados
presentaron menos indicadores de depresión.
La extroversión se asoció negativamente con el total positivo del CDS lo que muestra que a más
incapacidad para vivenciar aspectos positivos corresponde una menor sociabilidad. La conducta
antisocial se relacionó significativamente con los aspectos depresivos negativos del CDS,
fundamentalmente con las escalas: respuesta afectiva, preocupaciones hipocondríacas y
consecuentemente con el total depresivo. A diferencia de los estudios de Lang y Tisher, la
incapacidad en los niños de vivenciar los aspectos positivos no se correlacionó con la escala de
sinceridad (convencionalismo o deseabilidad social). La escala S tampoco presentó asociaciones
significativas con sentimientos de culpa y depresivos varios. Existieron diferencias entre sexos
respecto de la sinceridad, en el caso de los varones ésta se asoció exclusivamente a
preocupaciones por la muerte y la salud; en las niñas se asoció a casi todas las escalas
depresivas, probablemente ello puede deberse a que las expectativas de género involucra en los
varones una tendencia a la disimulación de los propios sentimientos para presentar buen aspecto,
y en cambio las niñas son más 'socializadamente' sinceras.
Coincidimos en que, como sostiene Cattell en sus estudios sobre personalidad, la depresión es una
variable de tipo estado y por tanto transitorio que puede verse modificada por situaciones
ambientales o personales del sujeto teniendo en cuenta el proceso de maduración que conforma la
personalidad en niños y adolescentes. Y si bien, las variables medidas por el CDS pertenecen a
estados en vez de rasgos de la personalidad, debemos considerar que la adolescencia es un
período en que se consolidan muchas pautas de conducta que con el paso del tiempo constituyen
el "modus operandi" de la personalidad. Las estructuras psicológicas plasmadas como
predisposiciones personales relativamente estables quedarán como rasgos de personalidad y,
Bibliografía
3. Beck, A.T.; Freeman, A. y otros. Terapia cognitiva de los trastornos de personalidad. Barcelona:
Paidós; 1995.
4. Eysenck H.J. y Eysenck S.B.G. Cuestionario de personalidad EPQ-J. Madrid: TEA; 1978.
5. Beck A.T. Depression: clinical, experimental and theorical aspects. New York: Hoeber; 1967.
11. Windle, M. Temperament and Social Support in Adolescence: Interrelations with Depressive
Symptoms and Delinquent Behaviors. Journal of Youth and Adolescence; 1992; 21(1): 1-21.
12. Moran, P.B. y Eckenrode, J. Protective personality characteristics among adolescent victims of
maltreatment. Child Abuse and Neglect: The International Journal; 1992; 16(5): 743-754.