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LA ÉTICA Y SU
IMPACTO EN LA
EXCELENCIA
PERSONAL Y
ORGANIZACIONAL
OMAR GUEVARA MONTESINOS
MBA UNIVERSIDAD DEL PACÍFICO
DOCENTE DE POSTGRADO
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INTRODUCCIÓN
Una de las manifestaciones de la ética es el deseo natural de ser mejores
personas, de incorporar aprendizajes positivos que nos ayuden a crecer, a
desarrollarnos. No obstante, los mensajes, estímulos y fuerzas que provienen del
entorno, por lo general, no nos ayudan en ese sentido.

Es así que, con el paso del tiempo vamos adquiriendo nuevos valores, que se
suman a aquellos en los cuales fuimos formados. Sin embargo, también vamos
adquiriendo nuevas prácticas, modelos mentales y hábitos que tal vez no nos
ayuden a alcanzar la plenitud ni a influir positivamente en los demás. Por lo tanto,
convendría preguntarnos: ¿Cuáles son mis valores? ¿Son verdaderos? ¿Me están
ayudando a ser una mejor persona? ¿Me permiten influir positivamente en los
demás? Un escudriñamiento personal (autoconocimiento) nos ayudará a
responder estas preguntas y diferenciar aquellos valores verdaderos de aquellos
paradigmas que no nos permiten ser felices, que no nos ayudan a manifestar lo
mejor de la naturaleza humana (antivalores).

Sin embargo, no podemos quedarnos en enunciados de valores, tenemos que


pasar a las virtudes, que no es otra cosa que la puesta en práctica de los valores,
condición necesaria para convertirnos en personas con autoridad, que lideren
óptimamente sus propias vidas.

Sin embargo, también es cierto que el contexto organizacional es fundamental


para coadyuvar al crecimiento ético de todos los integrantes de la organización. Es
decir, si no hay correspondencia entre la manifestación de los valores
institucionales y las prácticas en dirección de personas y en los procesos de la
organización, esos enunciados serán palabras vacías que no generarán ningún
tipo de identificación. Lo anterior implica que las organizaciones que buscan la
excelencia tendrían que convertirse en comunidades de prácticas éticas.

No obstante, la ética también implica ir más allá de nuestra organización. Somos


parte de un supra sistema y tenemos responsabilidad con nuestra sociedad. ¿En
que sociedad vivimos? ¿Existe relación entre los altos índices de pobreza y la falta
de un sentido ético en la formulación de las políticas públicas? ¿Hay algo que
podamos hacer al respecto?

En ese sentido, es el propósito de este documento propiciar la introspección


personal, de tal manera que podamos seguir creciendo éticamente.
Desarrollaremos un modelo que nos ayudara a identificar áreas de mejora a través
del cuestionamiento personal, generando espacios de reflexión y análisis, así
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como planes de mejora, de tal manera que todos nos resolvamos a seguir
creciendo éticamente y a promover una cultura ética al interior de nuestras
organizaciones y en la sociedad en general.

PRIMERA PARTE: ALCANZANDO LA EXCELENCIA COMO PERSONAS

CAPITULO I

CRECIMIENTO ÉTICO

En nuestro deseo de mejorar nuestra efectividad personal, a menudo nos


interesamos por desarrollar una serie de competencias tales como liderazgo,
comunicación, negociación y otras asociadas con la efectividad. Sin embargo, a
menudo se descuida una competencia que es imprescindible para sostener
nuestra efectividad en el tiempo. Y esta competencia es el comportamiento ético.
Ilustrémoslo. Supongamos que nuestro superior jerárquico sea una persona con
“madera” de líder por sus condiciones para ejercer ese rol. No obstante, pasado el
tiempo trasciende que ciertos objetivos y metas trazados en el área en realidad
no responden a los objetivos comunes al equipo sino que responden a sus
intereses particulares. Claro, los había maquillado muy bien, de tal manera que
pareciera que respondía a los intereses del equipo. Cuando sus verdaderos
motivos salen a la luz pierde la confianza, la lealtad, el compromiso de su equipo,
en suma habrá perdido su liderazgo. La razón de esta perdida seria la falta de
ética.

Analicemos un ejemplo más. Supongamos que una persona que maneje muy bien
la técnica de la comunicación y realice presentaciones claras, objetivas, amenas y
que explique de manera sencilla hasta los conceptos complejos. Sin embargo, sus
colaboradores que lo conocen muy bien no confían en él, de tal manera que no
creen ni un ápice de lo que dice. ¿Podríamos decir que en verdad sea un buen
comunicador? Definitivamente no. ¿Cuál es la razón? Podríamos concluir que no
inspira confianza, que no es coherente, que no es integro, en síntesis que adolece
de un comportamiento ético.

De lo expuesto podríamos concluir que el comportamiento ético es fundamental


para sostener nuestra efectividad en el tiempo. Sin ética perderemos efectividad
cuando nuestros clientes internos o externos pierdan su confianza en nosotros.

Entonces, convendría preguntarnos ¿Qué es la ética?, ¿Cómo se manifiesta en


nuestro vivir diario y como afecta el contexto organizacional en el que nos
desarrollamos?
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¿Qué es la ética?

En términos conceptuales definimos la ética como el estudio de la moral,


determinando qué es bueno y, en función a ello, cómo se debe actuar. Es decir, la
ética es la teoría o la ciencia del comportamiento moral.

La ética siempre ha estado presente desde los inicios de la reflexión filosófica. Al


respecto, los grandes filósofos de la antigüedad, como Platón, Sócrates y
Aristóteles sostienen que la virtud es la base de la felicidad, por lo que el desafío
ético estará en convertirnos en personas virtuosas.

Por ejemplo, en su obra "Ética a Nicómaco" Aristóteles empieza definiendo lo


esencial de la ética: el bien. Lo relaciona con la felicidad, objetivo común a toda
persona. Afirma que el medio para llegar a la felicidad y, por ende, seguir el
sendero de la ética, es la virtud.

Desde esta perspectiva humanista, no podemos reflexionar ni vivir éticamente si


no hablamos ni vivimos en función a virtudes, como la manifestación práctica de
nuestros valores.

Al respecto, Juan Antonio Pérez López menciono “Hablar de ética sin mencionar
las virtudes morales, es como hablar de mecánica sin mencionar la gravitación: se
estará haciendo un discurso más o menos poético, pero nada que se parezca a un
análisis riguroso. En el caso concreto de la ética, esa omisión es particularmente
grave y tiene consecuencias funestas. Implica un modo de razonar que no sólo
ignora las realidades éticas, sino que las suplanta, utilizando categorías
seudoéticas y seudohumanistas que, finalmente, son las más opuestas a un
autentico humanismo”.

En las siguientes páginas analizaremos la ética desde esta perspectiva, la


humanista incidiendo en la necesidad de hacer del comportamiento ético un
hábito, lo que implica esforzarnos cada día de nuestras vidas, haciendo uso de
nuestra libertad, por vivir nuestros valores, convirtiéndonos en personas virtuosas.

¿Qué implica crecer éticamente?

Todos queremos crecer, desarrollarnos, ser mejores que ayer. Esto es cierto en
todo sentido. Por ejemplo, cuando éramos pequeños hablábamos, caminábamos y
nos comportábamos como pequeñuelos y era normal. Nuestros padres los
celebraban. Sin embargo ¿Que hubiera pasado si es que creciéramos físicamente
y siguiéramos comportándonos como pequeñuelos? Ya no sería motivo de
celebración sino de preocupación. Lo mismo podríamos decir del crecimiento o
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desarrollo intelectual y emocional. ¿Por que no esperar lo mismo de la ética?,


¿Es posible crecer éticamente?, ¿Qué implica crecer éticamente?

Crecer éticamente comunica la idea de pasar de un nivel a otro, de progresar, de


madurar.

¿Cuáles son esos niveles?

El primer nivel es básico e implica el atender esa voz interna que nos permite
diferenciar lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de lo malo. No es necesario
estudiar demasiado para saber lo que es correcto. Todos tenemos esa dimensión
interna, llamada conciencia, que nos ayuda al respecto.

¿Qué significa conciencia? Esta palabra se traduce del griego sy·néi·dē·sis, de


syn (con) y éi·dē·sis (conocimiento), de modo que significa co-conocimiento, o
conocimiento con uno mismo. Podemos concluir entonces que la conciencia es la
capacidad de mirarse a sí mismo y enjuiciarse, de cuestionarse, de evaluarse en
función a sus principios, valores y normas de conducta.

En realidad son pocas, pero sustantivas, las cosas que nos separan de los
animales y entre estas diferencias podemos señalar al uso de nuestra libertad
(libre albedrio), nuestro lenguaje y nuestra conciencia.

Al respecto es interesante la reflexión de J. Loew sobre la conciencia: «Toda la


diferencia entre instinto e inteligencia está ahí. El hombre sabe lo que hace y
porque lo hace».

Efectivamente, la conciencia nos permite reflexionar sobre nuestras actuaciones y


sus impactos en otras personas. Por ello a menudo nos preguntamos ¿Por qué
respondí de esa manera? ¿Pude haberlo hecho mejor? ¿En que aspectos tengo
que mejorar?, ¿Qué sentido tiene mi vida? Los animales no se formulan esas
preguntas, sólo viven, sin esperar mucho de la vida.

Sin embargo esta es una de las primeras manifestaciones de la ética ¿Por qué?
Porque las personas viven en función a sus propias “verdades” sobre lo bueno y lo
malo, lo que no siempre será lo correcto. Aunque ya hemos mencionado que
todas las personas tienen una idea de lo que es bueno, sin embargo, tendremos
que señalar, con cargo a profundizar en ello más adelante, que nuestros principios
y valores serán determinantes para que escojamos aquellas alternativas correctas
no sólo para nosotros sino también para quienes dependan de nosotros y para el
bien común.

También podríamos señalar que existen personas que pareciera que hubieran
perdido su capacidad de distinguir lo bueno de lo malo. Y en ocasiones
escuchamos decir “Y acaso no tienes conciencia”. Podríamos pensar que estas
personas no llegan ni al primer nivel de la ética. Esta claro que si tienen
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conciencia, sin embargo, esta capacidad se ha “adormitado” producto de la


indiferencia de sus poseedores, al no “escuchar” los dictados de su conciencia.

Podríamos concluir que hay que cuidar y entrenar nuestra conciencia, lo cual
implica preservar su sensibilidad para que nos ayude a conducirnos correctamente
en el camino de la vida. Preservar su sensibilidad significa escucharla, evaluar lo
que nos “dice”, considerar sus razones. Y entrenarla implicaría ejercitarla en la
tarea constante de distinguir lo correcto de lo incorrecto, en función a principios y
valores verdaderos.

No atender los dictados de nuestra conciencia podría generarnos sentimientos


como los expresados por el Rey Ricardo III, en la obra dramática de Shakespeare,
quien dijo: “¡OH, COBARDE conciencia, cómo me afliges!”, describiendo el
remordimiento que puede provocar la conciencia humana.

El segundo nivel esta vinculado con esa necesidad natural de toda persona por
ser cada día mejor, de desarrollarse, de incorporar aprendizajes positivos. ¿Quién
no quiere ser una mejor persona? ¿Quién no quiere crecer, desarrollarse y
demostrarse que puede emprender grandes retos que desafíen sus capacidades?
Toda persona en su sano juicio siempre quiere ser mejor. ¿Cómo se manifiesta
esta voluntad por ser una mejor persona? Por lo general, se manifiesta en
nuestras metas. Quien no se ha planteado metas como las siguientes:

 Este año sacaré mi titulo


 Este trimestre empezaré mi programa de idiomas
 Desde hoy, dedicare mayor tiempo a mi pareja e hijos.
 El próximo mes tomaré vacaciones para disfrutarlo con mi familia
 ¡Este año me caso!
 Desde mañana, empezaré a leer un buen libro
 Esta semana me inscribiré en ese programa de voluntariado.

¿Qué tienen en común estas metas? Todos estos propósitos tienen en común
nuestra resolución de ser mejores personas, de aprender, de crecer. De hecho,
hay un pensamiento que lo sintetiza muy bien: “Hoy soy más que ayer pero menos
que mañana”.

Este segundo nivel de la ética esta muy vinculado con nuestra motivación
intrínseca de asumir retos, de incorporar aprendizajes positivos, de “ser mejores
que ayer”.

Sin embargo, no podemos quedarnos en estos dos niveles de la ética ¿Por qué?
Por lo general ambos están centrados en uno mismo. Hago el bien y escucho mi
conciencia porque quiero estar bien conmigo mismo, quiero tener tranquilidad, no
quiero estar siendo acusado por mi conciencia, no quiero tener remordimientos.
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Quiero seguir creciendo, desarrollándome porque tengo esa necesidad intrínseca


y porque me hace sentir muy bien ser cada día mejor. No obstante, esta claro que
el foco esta en uno mismo.

¿Podrimos quedarnos allí? Es posible que algunos concluyan que si, sin embargo
¿Dónde queda el interés por los otros así como nuestra responsabilidad social
como personas? Somos parte de una sociedad, vivimos en comunidad, también
nos debemos a otros, en consecuencia no sería responsable vivir sólo para
nosotros mismos y los nuestros.

En ese sentido es interesante lo que menciono en una oportunidad el Príncipe de


Asturias Don Felipe de Borbón y Grecia quien dijo, “Vivimos un tiempo lleno de
ideas y en el que creemos saberlo todo, pero en ocasiones parecemos olvidar lo
más importante, qué es la persona y su necesidad de llenar la vida con algo que
internamente le satisfaga y sea útil a los demás”.

Notemos que hizo hincapié no sólo en la “necesidad de llenar la vida con algo que
internamente le satisfaga” (motivación intrínseca) sino también en la necesidad de
que “sea útil a los demás” (motivación trascendente).

Cuando se plantea la necesidad de ser útil o hacer algo por los demás, es allí
cuando se manifiesta ese tercer nivel de la ética: el servicio a los demás. De
seguro que en más de una oportunidad nos hemos planteado esta necesidad, no
por nosotros mismo sino por contribuir con el desarrollo de otros, llamase un
amigo, un compañero de trabajo, un colaborador o un perfecto extraño que
necesita de nuestro apoyo. ¿Cuál fue el resultado? La persona que recibió nuestra
ayuda desinteresada vio cubierta, al menos en parte, su necesidad. Sin embargo,
nosotros, sin proponérnoslo, también ganamos. Y es que el ser humano ha sido
creado con la necesidad de dar y recibir afecto. Y cuando da afecto en forma de
interés por los demás gana y gana mucho. ¿Qué es lo que “gana”? Se hace una
persona más humana, más sensible, más completa, porque empieza a
desarrollarse en su persona virtudes que de otra manera no podrían desarrollarse
como la generosidad, la bondad, el bien común, la solidaridad, entre otros.
Ilústremelo: Piense en alguna oportunidad cuando haya hecho el bien de manera
totalmente desinteresada a alguna persona. Ahora trate de imaginar el rostro de
esa persona que recibió el bien, no estando usted obligado a hacerlo. ¿Qué es lo
que vio? Un rostro iluminado por el agradecimiento, de aquel que recibe algo de
quien menos lo esperaba. Y ¿Cómo se sintió usted? ¿Cómo que había perdido
algo al dar lo que, en realidad, no tenía porque dar? Difícilmente. Usted se sintió
muy bien, tanto o más que la persona que recibió la ayuda porque se hizo más
humano, más sensible, más solidario. En suma, una mejor persona. Ese es el
tercer nivel de la ética, el nivel más alto y sublime, cuando uno no sólo actúa en
función a sus intereses y de su círculo intimo, sino también pensando en los
intereses de las demás personas. Al respecto, es interesante lo que comento un
pensador anónimo quien dijo: “He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a
mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse”.
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Pensando en nosotros ¿En que nivel estamos? Evidentemente todos necesitamos


seguir creciendo, seguir desarrollándonos en nuestro crecimiento ético. Ese es el
desafío de todo ser humano en su búsqueda de la felicidad, de la plenitud.

Trabajando nuestra “manera de ser” antes que “nuestra manera de hacer”

Hoy en día se hace mucha incidencia en una serie de capacidades que


incrementan nuestra efectividad personal. A muchas de estas capacidades se les
denomina competencias, algunas de las cuales se constituyen en habilidades
sociales. Entre el conjunto de estas competencias podemos mencionar las
siguientes: negociación y manejo de conflictos, toma de decisiones, orientación a
resultados, planificación, pensamiento estratégico, pensamiento contextual,
aprendizaje continuo, adaptación al cambio, proactividad, entre otros. ¿Son
importantes estas competencias? Por supuesto que sí, sin embargo los esfuerzos
de muchas personas están enfocados sólo en estas competencias y otras
vinculadas dejando de lado competencias de tipo moral que, en realidad, son el
sustento de nuestra efectividad. ¿Cuáles son estas otras competencias? Entre
ellas podemos mencionar a las siguientes: Integridad, coherencia, orientación al
servicio, construcción de confianza, sumándolos a una serie de virtudes como la
honestidad, la lealtad, la solidaridad, la responsabilidad, el equilibrio, entre otros.

Desarrollar sólo las primeras competencias equivale a concentrarnos en nuestra


“manera de hacer”, que es lo mismo a mejorar nuestra técnica al hacer las cosas.
Sin embargo, la única manera de sostener nuestra efectividad en el tiempo es
trabajando nuestra “manera de ser”, vale decir nuestro yo interno, nuestro
carácter. ¿Por qué trabajar nuestra “manera de ser”? Porque sólo podremos
crecer como personas e influir positivamente sobre otras personas si trabajamos
en la construcción de nuestra autoridad. Sin autoridad no podremos influir
efectivamente sobre nadie. Y ¿Cómo se construye nuestra autoridad?
Primeramente es necesario señalar que el poder “viene de afuera” en el sentido
que se nos asigna poder cuando la organización nos designa como jefe o
directivo. Se nos da poder, lo cual implica una serie de prerrogativas, facultades y
privilegios. ¿Significa que automáticamente somos personas con autoridad? En lo
absoluto, la autoridad, a diferencia del poder, uno mismo tiene que construirlo a
través del servicio, del ejemplo, la integridad, la confianza y la coherencia entre el
“discurso” y la actuación diaria. ¿Es fácil encontrar personas con autoridad?
Sabemos que no son personas fáciles de hallar porque muchas personas están
interesadas en obtener éxitos facilistas, desarrollando sus maneras de hacer en
vez de su manera de ser. En consecuencia, en muchas oportunidades
encontramos directivos con poder pero sin autoridad, por lo que tendrán que
recurrir a la fuerza de su “envestidura” para que se haga lo que piden. Sin
embargo, también encontramos personas sin poder pero con mucha autoridad,
convirtiéndose en los líderes naturales del equipo. Construir nuestra autoridad
equivale a trabajar en nuestra “manera de ser”, la fuente de nuestra efectividad y
liderazgo personal. Sobre esta estructura calzará muy bien nuestras “maneras de
hacer”, representadas por las competencias técnicas y demás habilidades
sociales.
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Todo cambio es de adentro hacia afuera

Trabajar nuestra autoridad, a través del ejemplo, la integridad, la coherencia y el


servicio a los demás, es generar un cambio de adentro hacia afuera. Por el
contrario, si trabajamos, en primer lugar, en las competencias técnicas y demás
habilidades sociales, equivaldría a trabajar sobre lo accesorio. Es decir estas
competencias técnicas habrían sido “construidas” si una base solida, en este caso
sin la estructura de nuestra autoridad.

¿Por dónde empezar el cambio? ¿Qué cambios son más consistentes? ¿Los que
se generan al interior de las personas, con cambios de hábitos, paradigmas,
valores, o los que se realizan en la parte externa de la persona, como los cambios
en la manera de hablar, escuchar e influir?

Al respecto Edwards Deming menciono “Nada cambia sin transformación


personal”. Crecer éticamente es trabajar en nuestra transformación personal, lo
que implica cambiar de adentro hacia afuera. Al respecto, Steven Covey desarrolla
el concepto de círculo de influencia (control) y circulo de preocupación (no control).
Todos tenemos ambos círculos con la diferencia que algunos se concentran más
en el circulo de preocupación que en el de influencia o viceversa.

Cambiar de adentro hacia afuera implica concentrarse en su circulo de influencia.


Todos tenemos un ámbito de influencia, algunos tendrán un circulo menor con
respecto a otros pero aun así todos tenemos una “zona” que esta dentro de
nuestro control, empezando por nosotros mismos. Las personas que son líderes
de si mismas se concentran en todo lo que pueden hacer, en todo lo que esta a su
alcance, empezando por su transformación personal. No esperan a que el cambio
lo generen otros, entiende que si desean un cambio, este nuevo estado de las
cosas tiene que empezar consigo mismo. ¿Cuál será el resultado? Por lo general,
el círculo de influencia de estas personas se va ampliando progresivamente,
ejerciendo mayor influencia y generando ese nuevo estado de las cosas. No lo
harán ellos solos. Por el contrario, su ejemplo, su constancia, influirán sobre otros
a tal punto que se sumen a este cambio progresivo. Este cambio también es de
adentro hacia afuera.

Sin embargo, ¿Cómo reaccionan las personas reactivas? Están focalizados en su


círculo de preocupación, ocupándose en todas aquellas restricciones que
obstaculizan su crecimiento. Consumen su energía, talento, tiempo y demás
recursos en las razones por las cuales no pueden iniciar su proceso de cambio.
¿Qué tiene que ver todo lo anterior con la ética? Recordemos que el segundo nivel
de la ética esta vinculado con el crecimiento personal, con la necesidad de ser
mejores personas e influir positivamente en los demás. Renunciar a ello implicaría
dejar de crecer éticamente.
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AUMENTADO NUESTRO CÍRCULO DE


INFLUENCIA

CÍRCULO
DE
INFLUENCIA

Tomado de Stephen R. Covey


Los siete hábitos de la gente
altamente efectiva

Determinándonos a ser mejores personas a través del crecimiento ético

Hemos señalado en los párrafos anteriores que todos queremos ser mejores
personas, lo cual significa mucho más que ser excelentes profesionales o
técnicos. Ser mejores personas esta vinculado con la excelencia, lo que implica la
manifestación de una serie de virtudes que nos permitirán ser felices y contribuir
con la felicidad de los demás.

Alcanzar la excelencia exige asumir nuestra responsabilidad con ser cada día
mejores, evitando una actitud de autocomplacencia tan común en nuestros días.
De hecho la mayoría de las personas se mira a si mismas y no encuentra mucho
en que mejorar. No han desarrollado la capacidad ni están interesados en
cuestionarse a si mismas, con el propósito de identificar brechas de mejora
personal. ¿Cambiar? ¿Por qué habría que cambiar? ¡Estoy muy bien!. ¡Mira hasta
donde he llegado! Primero que cambien los demás para que yo cambie. Sin
embargo, ¡Quien puede entregar una hoja de vida en blanco! Todos los tenemos
entre blanco humo y gris. Hablando en términos astronómicos, “todos tenemos
agujeros negros” (debilidades, vicios, flaquezas, etc.), ya sea que estemos
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consientes o no, con los cuales nos hemos acostumbrado a vivir. Lo cierto es que
todos podemos ser mejores personas de lo que supuestamente ya somos.

Asimismo, también somos renuentes a que otros nos cuestionen, incluyendo a


personas que sabemos están interesados en nuestro propio desarrollo. Por lo
general, en esta sociedad de la gratificación personal y la autocomplacencia la
mayoría de las personas tiene un concepto muy elevado de si mismas, por lo que
no somos muy proclives a escuchar las observaciones sobre nuestras debilidades.
Nos tomamos muy en serio y con ello perdemos oportunidades valiosas de seguir
creciendo como personas, al rechazar aquello que no nos gusta escuchar.

“¡Ah, si nos fuera dado el poder de vernos como nos ven los demás! De cuantos
disparates y necedades nos veríamos libres.”, dijo el poeta escocés Robert Burns
a finales del siglo XVIII. He allí la importancia del cuestionamiento personal o del
cuestionamiento de aquellos que están interesadas en nuestro desarrollo.

Al respecto Sócrates manifestó “Una vida que no se evalúa no vale la pena vivirla”,
para comunicar la idea que la única manera de seguir mejorando como personas
es la evaluación, el cuestionamiento personal. Rechazar el análisis personal así
como el cuestionamiento de otros es renunciar a la posibilidad de crecer. En ese
sentido, la vida “no vale la pena vivirla”.

Por ello, es imperativo el que siempre estemos evaluándonos, no para juzgarnos


de manera extrema sino con el propósito de identificar áreas de mejora personal.

Recordemos, “envejecer es obligatorio, crecer es opcional”. Todos los días


envejecemos, es inexorable, no lo podemos evitar, sin embargo crecer,
desarrollarnos, eso no es obligatorio, depende de que así lo decida cada uno de
nosotros, haciendo uso de nuestra libertad.

Es nuestra responsabilidad el decidir por el desarrollo personal lo cual implica,


necesariamente, crecer en términos éticos. Y ¿Cómo se crece en términos éticos?
La única manera es trabajando concienzudamente por ser mejores en cada uno
de los niveles del modelo de crecimiento ético, realizando lo necesario por
ascender en cada una de estas fases. Asimismo, será muy necesario que
mejoremos nuestra calidad motivacional con el propósito de mostrar interés por las
necesidades de otras personas. Sobre este tema ahondaremos en su oportunidad.
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CAPITULO II

REGULANDO NUESTRA BRUJULA MORAL

¿Alguna vez hemos realizado un viaje por alta mar? ¿Podríamos imaginar un viaje
de este tipo sin los instrumentos de navegación necesarios? Lo cierto es que un
viaje sin los instrumentos de navegación apropiados nos llevaría a cualquier lado
menos a buen puerto.

Los antiguos marineros los tenían muy claro. No iniciaban ninguna travesía sin los
instrumentos necesarios, entre ellos la brújula. Su vida y de la tripulación dependía
de ello. En consecuencia, estos instrumentos se constituían en su seguro de vida,
por lo que eran calibrados o regulados con el propósito de no terminar en un
destino equivocado.

¿Sólo los marineros usan instrumentos de navegación, como la brújula, para


guiarse en sus largas travesías? De ninguna manera. Mucho antes que ellos los
animales ya se “guiaban” con su “brújula interna”.

Por ejemplo, las aves migratorias llegan a su destino con una precisión impecable
tras recorrer largas distancias y bajo todo tipo de condiciones climáticas. ¿Cómo lo
logran? Los científicos han descubierto que esas criaturas perciben el campo
magnético de la Tierra. Al respecto, la revista Science dice, “las líneas del campo
magnético varían de un lugar a otro y no siempre señalan el verdadero norte”.
Entonces, ¿Qué impide que las aves migratorias se desvíen de su rumbo? Los
entendidos mencionan que ajustan a diario su brújula interna de acuerdo con el
punto por donde se pone el Sol. Pero como dicho punto cambia según la latitud y
la estación del año, estos investigadores creen que seguramente las aves
compensan tales cambios con un “reloj biológico que les indica el momento del
año en que se hallan”.

Al igual que las aves y los marineros, nosotros también estamos en una travesía
por “alta mar”, enfrentándonos a diario a una serie de situaciones, desafíos,
elecciones y dilemas que nos ponen de cara con nuestros principios, valores y
paradigmas. Constantemente tenemos que tomar decisiones, algunas
intrascendentes, otras de vital importancia siendo que impactan en los asuntos y
dimensiones más importantes de nuestra vida. ¿Estamos usando algún
“instrumento de navegación”? ¿Tenemos una brújula moral que nos ayude a llegar
a nuestro “destino”? No contar con una herramienta de este tipo equivaldría a ese
marinero que zarpa a alta mar sin más que su barco y su carga. ¿Qué diríamos de
un marinero así? ¡Es un temerario! ¡No lo volveremos a ver!, y demás
conclusiones que no se alejarían de la realidad. ¿Qué hay de nosotros? ¿Qué hay
de la sociedad en la que nos desarrollamos? ¿Necesitarán de una brújula moral?
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“Lo que el mundo necesita es una brújula —no simples llamamientos a la


democracia y a una economía de mercado—; lamentablemente no hay ninguna
disponible.”, termino lamentándose Will Hutton, director de The Observer de
Londres. No le falta razón, el mundo ha conseguido todo: comunicarse de extremo
a extremo en línea, dominar el espacio, de tal manera que los viajes espaciales
sean rutinarios, generar tanta riqueza como jamás hayamos imaginado y
rodearnos de todos lo necesario e innecesario que nuestros deseos puedan dictar,
sin embargo, a la vez no somos capaces de comunicarnos con los miembros de
nuestra casa, vivir en paz en nuestra “aldea global”, evitar que mueran mas de
25,0000 personas todos los días, en su mayoría niños, por falta de alimento,
alimento que se desperdicia en otras latitudes del planeta. Podría seguir
señalando otras contradicciones, sin embargo creo que son suficientes para
concluir que nuestro mundo no tiene una brújula que lo guie en esta nueva era de
la globalización.

Quizás sea poco lo que nosotros podamos hacer por cambiar el mundo, sin
embargo lo que si podemos hacer es trabajar sobre nuestro circulo de influencia, y
a partir de allí empezar a generar un cambio. Por ello es pertinente volver a
preguntarnos ¿Tenemos una brújula moral? ¿Esta muy bien regulada,
considerando que es nuestra guía en un mundo tan inestable y contradictorio,
donde todo se relativiza?

Principios, valores y virtudes

¿Cuáles son los elementos que conforman nuestra brújula moral? En concreto
tendríamos que señalar que son nuestros principios y valores. Por ello convendría
empezar definiendo que son principios y que son valores.

Principios

¿Qué idea comunica la palabra principio? Comunica la idea de un comienzo, de


un inicio, de un principio de algo. Efectivamente, los principios son normas básicas
de conducta que regulan la conducta humana y que se constituyen en el inicio de
un proceso de desarrollo. Al ser normas de conducta general son universales, lo
que significa que son aceptados en casi todas las culturas. Entre ejemplos de
principios podemos señalar las siguientes:

 Haz el bien y evita el mal


 Respeto por la vida
 Trata a otros como te gustaría que traten a ti
 Interés por el bienestar general

Vivir en función a principios implica guiarnos en función a normas de conducta que


se constituyen en leyes naturales de convivencia sana y armoniosa. Vivir en contra
de estos principios implicaría hacernos daño a nosotros mismos. Es posible que
en el corto plazo “nos vaya bien”, sin embargo cuando se haga evidente que
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nuestra brújula moral esta distorsionada serán pocas las personas que se
relacionaran con nosotros desde una perspectiva “Ganar – Ganar”.

Valores

Sin embargo nuestra brújula moral no sólo esta constituido por principios, también
lo componen nuestros valores. ¿Qué son los valores?

Hemos mencionado anteriormente que los principios son normas de conducta, de


aceptación general, que marcan el inicio de un proceso de desarrollo. No nos
podemos quedar sólo en principios si es que queremos seguir creciendo y
desarrollándonos. A los principios tenemos que sumarle otros bienes que en este
caso son los valores.

Definimos valores como todo aquello que uno considera valioso y estará en
función a su formación, educación, contexto social y experiencias. Los valores son
parte constitutiva de nuestra identidad. Cada persona tiene su propio conjunto de
valores que los distingue de otros, no todos valoramos lo mismo. Por ejemplo, es
posible que una persona valore la puntualidad con respecto a otra que valore la
solidaridad. Y aun coincidiendo en algún valor no todos lo valoraremos en el
mismo grado.

Es importante mencionar que algunos principios pueden a la vez constituirse en


valores y viceversa. No obstante, y tal como se señaló en los párrafos
precedentes, tenemos que sumarle a los principios aquellos bienes (valores) que
nos van a ayudar a ser mejores personas. Entre ellas podemos mencionar a los
siguientes:

 Honestidad
 Responsabilidad
 Solidaridad
 Trabajo
 Abnegación
 Perseverancia
 Amistad
 Amor
 Humildad
 Generosidad, entre otros.

Virtudes

Sin embargo, no podemos quedarnos en enunciados de valores, tenemos que


pasar a las virtudes, que no es otra cosa que la puesta en práctica de los valores,
condición necesaria para convertirnos en personas con autoridad, que lideren
óptimamente sus propias vidas.
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Ya miles de años atrás Aristóteles manifestaba en “Ética a Nicómaco” que la


excelencia ética se consigue haciendo del (comportamiento) ético un hábito. Decía
“La excelencia ética es el resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando
actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando
actos de valentía.”.

Un valor que no se practica se convierte sólo en un discurso, en palabras vacías


que no tienen ningún significado que conlleven a acción. Por ello Aristóteles
razonaba en el sentido de que si queremos ser justos, equilibrados, valientes y
responsables, todos los días debemos realizar actos de justicia, de
responsabilidad, de valentía y equilibrio.

No podemos pretender ser valientes y esperar ese “gran día” donde demostremos
nuestra valentía a todo el mundo. Es posible que ese día nunca llegue y si llegara
y no nos hemos preparado en el ejercicio de este valor, sencillamente no
estaremos preparados para demostrarnos cuan valientes somos. Y lo mismo
podríamos decir de los demás valores.

Cuantas veces hemos escuchado a amigos y colegas decir “Mi familia es lo más
importante, vivo, trabajo, me sacrifico por ellos”. Es posible que nosotros también
lo hayamos dicho en más de una oportunidad. ¿Cuál es el valor que se desprende
de esta afirmación? El valor de la familia.

Sin embargo ¿Cómo actúan muchas de estas personas? ¿Cuáles son las quejas
de sus respetivas familias (pareja e hijos y tal vez padres también)? “No tiene
tiempo para nosotros. No nos conversa, no se interesa en nosotros”, entre otros
reclamos. ¿Reclamos injustificados? No necesariamente. Es muy posible que
muchas veces estas personas, y tal vez nosotros también, estemos ocupando el
tiempo que le corresponde a otras personas (familia) en nosotros mismos. Y llega
el fin de semana y sigamos absortos en nuestros propios intereses: Mi programa
de televisión, mi periódico, mis estudios, mi hobby, mis amigos, mi descanso, mi
tiempo. ¿Y el valor de la familia? Sólo es un discurso, siendo que no manifiesto
conductas que demuestren que mi familia realmente sea importante para mí.

Como demuestra la situación anteriormente descrita, un valor que no se manifiesta


en comportamientos, en hábitos de conducta, sólo será un enunciado que carece
de sentido, es decir, en la práctica no será un valor. Si es que queremos darle
significado a un valor tenemos que, necesariamente, llevarlo a la práctica, vivir el
valor, con lo cual se convertirá en virtud. He allí el desafío, ¡Convertirnos en
personas virtuosas! Como resultado seremos personas con autoridad, esa
autoridad que emana de un comportamiento consecuente entre el “discurso”
(enunciado de valores) y el vivir diario (manifestación de virtudes).

Valores verdaderos versus “valores falsos”


16

Hemos señalado que una de las manifestaciones de la ética es el deseo natural de


ser mejores personas, de incorporar aprendizajes positivos que nos ayuden a
crecer, a desarrollarnos. No obstante, los mensajes, estímulos y fuerzas que
provienen del entorno, por lo general, no nos ayudan en ese sentido.

Es así que, con el paso del tiempo vamos adquiriendo nuevos valores, que se
suman a aquellos en los cuales fuimos formados. Sin embargo, también vamos
adquiriendo nuevas prácticas, modelos mentales y hábitos que tal vez no nos
ayuden a alcanzar la plenitud ni a influir positivamente en los demás. Por lo tanto,
convendría preguntarnos: ¿Cuáles son mis valores? ¿Son verdaderos? ¿Me están
ayudando a ser una mejor persona? ¿Me permiten influir positivamente en los
demás? Un escudriñamiento personal (autoconocimiento) de este tipo nos
ayudará a diferenciar nuestros valores de aquellos paradigmas que no nos
permiten ser felices, que no nos ayudan a manifestar lo mejor de la naturaleza
humana (antivalores).

¿Cuándo un valor es verdadero? Los criterios para determinar si un valor es


verdadero son los siguientes:

 Me ayuda a ser feliz, a alcanzar la plenitud


 Me permite manifestar lo mejor de la naturaleza humana, es decir me ayuda
a convertirme en una persona más sensible, más solidaria, más bondadosa,
en suma más humano.
 Me permite influir positivamente en los demás
 Me permite alcanzar la independencia y el equilibrio

Desde esta perspectiva ¿Cuáles podrían ser valores verdaderos? Entre ellos
podríamos mencionar los siguientes: amor, bondad, generosidad, amistad, lealtad,
etc.

¿Existen “valores falsos”? Conforme vamos “creciendo” y nos vinculamos


estrechamente con el contexto social del cual somos parte vamos incorporando
hábitos, creencias, paradigmas, en suma nuevos “valores” que supuestamente
nos ayudarán a alcanzar el éxito de acuerdo a los cánones de la sociedad. Entre
ellas podemos mencionar las siguientes: Primero yo, segundo yo y tercero yo (El
yo primero vinculado al egoísmo), la gratificación inmediata, un espíritu de
independencia muy marcado que lleva a la autosuficiencia, entre otros. ¿Pero son
estos ideales realmente “valores”?, tal vez se pregunte el lector. Para cada uno de
nosotros es muy posible que sea un antivalor, sin embargo ¿Podríamos decir lo
mismo de la persona que vive en función a estos “valores”? Difícilmente. Para esta
persona esos son sus “valores”. Aprecia vivir sólo para sí y complacerse, sin
pensar en los demás.

¿Cuáles son los criterios para determinar si un “valor” es falso? Podemos señalar
las siguientes:
17

 No nos permite alcanzar la felicidad ni la plenitud


 No nos permite manifestar lo mejor de naturaleza humana, por el contrario
se manifiesta la parte más oscura del hombre
 No nos permite influir positivamente en los demás, porque estamos
centrados en nosotros mismos.

Entonces convendría preguntarnos nuevamente: mis valores ¿son verdaderos o


falsos?

Esta pregunta es muy pertinente siendo que hoy vivimos una crisis de valores
verdaderos, en buena medida por la ausencia de una brújula moral. Esta crisis
esta marcada por un énfasis desmedido por acumular cosas (materialismo) así
como una cultura del yo primero (individualismo), lo que ha fomentado la codicia e
indiferencia para con los sentimientos ajenos. Esta nueva tendencia se ha
proliferado hasta el punto que muchas personas y organizaciones han perdido la
perspectiva sobre lo más importante, de tal manera que no nos sorprendería que
nuevos “Enron” salieran a la luz.

Por ejemplo, un dirigente de una cadena de televisión china afirmo. “Solo tenemos
dos máximas: Una es satisfacer la demanda, y la otra, ganar dinero.”
Podríamos decir que el egoísmo, vinculado con el yo primero, y la codicia,
vinculado con el deseo desmedido por acumular cosas, actúan como un imán.
¿Y qué sucede cuando se acerca un imán a una brújula? La brújula se desregula
de tal manera que la aguja marca un rumbo equivocado. De igual manera, el
egoísmo es capaz de confundir nuestra brújula moral, es decir, nuestro marco de
referencia sobre lo correcto e incorrecto.

Determinando nuestros “valores gobernantes”

¿Cómo determinamos lo que es realmente importante para nosotros?, ¿Cómo


asegurarnos de no estar "apoyándonos en la pared equivocada"?. Podremos estar
seguros de elegir lo más importante si es que decidimos en función a nuestros
valores gobernantes.

Ya sea que estemos consientes o no, nuestra vida esta gobernada por nuestros
valores. Elegimos, priorizamos y decidimos en función a lo que consideramos más
importante para nosotros, de acuerdo a nuestra escala de valores.

Entonces, definimos los valores gobernantes como el conjunto de valores que


consideramos importantes en nuestras vidas y que se constituyen en nuestra
brújula que orienta nuestra toma de decisiones.

Desde esta perspectiva, toda persona debería darse un tiempo para determinar y
clarificar cuales son sus valores gobernantes, siendo que en función a estos
determinará lo que realmente es importante para si. Asimismo, será de mucha
ayuda para resolver los dilemas a los que frecuentemente nos enfrentamos.
18

Prescindir de esta herramienta equivaldría al marinero que sale a navegar sin una
brújula que lo oriente a través del océano.

CAPITULO III

MOTIVOS Y NECESIDADES ASOCIADOS CON LA EXCELENCIA

En una oportunidad Mahatma Gandhi dijo: “Un hombre no puede hacer bien en un
departamento de la vida, mientras esta haciendo mal en otro departamento. La
vida es un todo indivisible”.

Cierto, nuestra vida no se divide en compartimentos estancos, por el contrario,


esta compuesta por diferentes ámbitos o dimensiones (profesional, personal,
familiar y social) que interactúan entre si generando diferentes roles.

Entre esos roles podemos identificar los siguientes: Padre o madre, amigo, pareja,
jefe, colaborador, socio, vecino, entre otros.

Si queremos alcanzar la excelencia como personas tenemos que gestionar


nuestra vida buscando equilibrar cada una de estas dimensiones, determinando
las relaciones claves en cada una de ellas así como las actividades que nos
permitirán crear o fortalecer esas relaciones.

No atender cada uno de estos ámbitos de la vida equivaldría a un helicóptero cuya


hélice, que le permite volar, tiene una o dos paletas sobredimensionadas con
respecto a las otras. ¿Qué podríamos vaticinar con respecto a este helicóptero?
Que no podrá sostener su vuelo, que inevitablemente caerá. ¿Podrimos llegar a
una conclusión diferente con respecto a aquella persona que sólo esta atendiendo
una o dos dimensiones de su vida? Definitivamente no. Al igual que el helicóptero
esa persona no será feliz ni alcanzará la plenitud sencillamente porque no esta
reconociendo todas sus necesidades como ser humano.

Salvando las distancias, le podría pasar lo que le sucedió a Jesse Livermore el rey
de los especuladores de Wall Street, el mejor de todos los tiempos. Su buen ojo
para los negocios lo hizo famoso y le permitió amasar una gran fortuna. Los que
los conocieron afirman que vestía elegantes trajes hechos a la medida. Asimismo,
vivía en una mansión de veintinueve habitaciones y tenía un Rolls-Royce negro
con chofer. Había alcanzado el éxito de acuerdo a los estándares de la sociedad.
Tenia dinero, fama y poder, sin embargo no era feliz, su vida carecía de sentido,
de propósito.

Pese a su inmensa riqueza, su vida estuvo llena de sufrimientos y penas. Padeció


depresión, sufrió fracasos matrimoniales y no consiguió una estrecha relación con
sus hijos. Finalmente, tras perder gran parte de su fortuna, Livermore se sentó un
día a la barra de un hotel lujoso, lamentándose de su situación. Tras pedir un
19

trago, sacó su libreta encuadernada en piel y le escribió una nota de despedida a


su esposa. Terminó el trago, entró en un guardarropa oscuro y se quitó la vida.

Sin duda un final dramático. Es cierto que la mayoría de las historias no acaban de
manera trágica pero no es cierto que sería extremadamente doloroso vivir
enfocados en sólo una de nuestras varias dimensiones para darnos cuenta en el
“último trecho” de la vida estuvimos apoyándonos en la “pared equivocada”, en lo
que respecta a nuestros valores.

La historia anterior nos muestra la importancia de vivir de una forma equilibrada,


atendiendo cada una de las dimensiones de nuestra vida, lo que guarda relación
con las diferentes necesidades humanas.

Necesidades de logro y necesidades afectivas

¿Cuáles son nuestras necesidades? Si nos preguntaran de manera directa: ¿Qué


necesitamos? y tuviéramos que responder inmediatamente, es posible que
hiciéramos referencia a cosas, muchas cosas que necesitamos o creemos
necesitar. O tal vez dinero para comprar esas cosas. Lo cierto es que todos
estamos muy conscientes de esta necesidad, esta a flor de piel. Por extensión,
podríamos incluir dentro de las necesidades materiales todas aquellas
necesidades de índole sensorial, es decir los que están vinculados con nuestros
sentidos, entre ellos las necesidades fisiológicas.

Sin embargo, no son estas las necesidades que llenan de manera satisfactoria la
vida, porque están relacionadas con necesidades básicas, que no dan sentido o
propósito a la vida.

Convendría preguntarnos entonces ¿Cuáles son esas otras necesidades


humanas? Analicemos la evidencia.

¿Cuántas veces hemos pensado o dicho lo siguiente? ¡Necesito un trabajo que


este acorde con mis capacidades! ¡Tengo competencias que me permitirían
asumir mayores desafíos! ¡Tengo otros intereses que me gustaría atender! ¡Quiero
seguir aprendiendo! Todos hemos expresado, en alguna oportunidad,
afirmaciones como las anteriores. La razón es muy sencilla, todos tenemos la
necesidad de hacer grandes cosas, de demostrarnos que podemos asumir retos,
desafíos, misiones y por ello buscamos oportunidades que nos permitan seguir
creciendo como personas. Es decir “nadie trabaja gratis” pero tampoco se trabaja
“solo por dinero”. Imagine trabajar en una organización donde gane muy bien y
cubra sus necesidades materiales en exceso, sin embargo su trabajo sea
monótono, mecánico y que no le permita usar todas sus capacidades por lo que
estas se van diluyendo. ¿Se sentiría satisfecho porque gane muy bien? Es muy
probable que no. Es posible que este dispuesto a cambiar de trabajo, aun
ganando menos, si es que consigue uno que le permita crecer como persona,
incrementando su sensación de logro.
20

Y ¿Qué podemos decir de la necesidad de afecto? En un seminario de negocios


en que se trataba el tema de las relaciones humanas, el orador relató lo sucedido
en la sala de un hospital llena de bebés huérfanos. En una larga fila de camas, los
bebés enfermaban y algunos morían... excepto el bebé de la última cama. A este
le iba bien. El médico estaba perplejo. No había diferencia en el trato que se les
daba, pues a todos se les alimentaba, se les bañaba y se les mantenía abrigados.
No obstante, solo el bebé de la última cama era saludable. A medida que pasaban
los meses y llegaban bebés nuevos, seguía sucediendo lo mismo; solo al bebé de
la última cama le iba bien.
Finalmente, el médico se escondió en la sala para observar. A medianoche entró
la mujer que hacía la limpieza y, a gatas, se puso a fregar el piso de un extremo a
otro. Cuando terminó, se levantó, se estiró y se frotó la espalda. Luego se dirigió
hacia la última cama, tomó al bebé y caminó con este por la habitación mientras lo
abrazaba, le hablaba y lo mecía. Entonces, lo puso de nuevo en su cama y se fue.
El médico siguió observando noche tras noche. Cada noche sucedía lo mismo.
Siempre era el bebé de la última cama a quien se sacaba, se le abrazaba, se le
hablaba y se le mostraba amor. Y en todos los grupos de bebés nuevos que
traían, siempre era el bebé de la última cama el que disfrutaba de buena salud,
mientras que los otros enfermaban y algunos morían.

¿Qué es lo que recibía este bebe que no recibían los demás bebes? Recibía
amor, los demás bebes sólo recibían la mejor atención medica. Y ¿Qué hace que
algunas personas envejecidas mueran prematuramente y otros vivan mucho
tiempo? En muchos casos es la falta o la presencia de amor. Podríamos concluir
que lo que el hombre necesita desde que nace hasta que muere es amor. Sin
embargo, muchas veces esta necesidad humana no es atendida debidamente, en
parte, porque se le relaciona indebidamente como muestra de debilidad.

¿En que ámbitos de la vida podemos atender esta necesidad de afecto? El ámbito
familiar es la dimensión que por excelencia cubre esta necesidad. Sin embargo no
es el único. En el ámbito personal y al relacionarnos con nuestras amistades este
sentimiento se manifiesta plenamente en forma de aprecio (amistad) y en el
ámbito social o comunitario también se manifiesta a través de nuestro interés por
otras personas. Y en el ámbito laboral ¿Es posible atender esta necesidad? No
sólo es posible sino que, necesariamente, debe atenderse porque al ser una
necesidad humana impacta poderosamente sobre la motivación de las personas.
¿Cómo se manifiesta el afecto en el ámbito laboral? A través del reconocimiento y
el genuino interés por los miembros del equipo de trabajo y la organización.
¿Quién no se ha sentido muy bien ante una genuina manifestación de
reconocimiento en la empresa? Este tipo de reconocimiento (franco, generoso,
público) tiene un poderoso efecto en la autoestima de los colaboradores.

Somos criaturas inteligentes, en consecuencia a diferencia de otros seres vivos,


necesitamos mucho más que atender sólo nuestras necesidades materiales. Tanto
o más importantes que estás son las necesidades de logro y afecto. Por ello
21

conviene preguntarnos ¿Estamos atendiendo plenamente cada una de nuestras


diferentes necesidades?

Tipos de Motivación: extrínseca, intrínseca y trascendente

Hemos señalado en los párrafos anteriores que, como seres humanos, tenemos
necesidades materiales, de logro y de afecto. Asimismo, es oportuno señalar que
estas necesidades están vinculadas con los diferentes tipos de motivación de las
personas. ¿Cuáles son estos diferentes tipos de motivaciones?

Motivación extrínseca

Corresponden a estímulos externos, vinculados con satisfacción o privación de


necesidades materiales. Son estados que se quieren conseguir o que se
pretenden evitar. La persona cuyo motivo es fundamentalmente extrínseco
siempre necesitará algún tipo de estimulo externo, ya sea positivo o negativo.
Entre los estímulos positivos estará un bono, un permiso, un premio etc. Entre los
estímulos negativos estará un castigo, una amenaza, una posible perdida de
estatus o privilegios.

¿Cómo se manifiesta este tipo de motivo? La persona siempre estará


preguntándose sobre la ventaja personal que le supone hacer o no hacer lo que se
le pide o lo que debe de hacer. Es posible que se pregunte: Y yo ¿Qué gano con
esto? ¿Qué me corresponde?

Un principio implícito en la actuación de estas personas es “el mínimo esfuerzo


para obtener el máximo beneficio”, con lo cual se relacionará desde una
perspectiva utilitarista.

Pensemos, por ejemplo, en un directivo de ventas con una marcada orientación


extrínseca. Su objetivo será influir sobre su equipo de ventas para que vendan
aquellos productos o servicios de la empresa que le generara mayor beneficios
económicos (comisiones o incremento de la remuneración variable). Si es
necesario presionará sobre aquellos vendedores que están más interesados en
vender aquello que el cliente necesita. Su máxima será: ¡Vendamos lo que nos
hace ganar más dinero!

Motivación intrínseca

Son aquellos motivos vinculados con el desarrollo de la persona, lo que incluye,


con mayor énfasis, el crecimiento intelectual a través del aprendizaje. La persona
con motivación intrínseca tiene una fuerte necesidad interna por emprender
proyectos, asumir retos, incorporar nuevos aprendizajes, aprender, influir sobre los
demás.
22

Pensemos en el directivo de ventas con motivación intrínseca. Su interés estará


en demostrar que él, a través de su equipo de ventas, es el indicado para alcanzar
los objetivos y metas trazados por la Gerencia, para los productos o servicios más
difíciles de vender. Asimismo, estará muy interesado en seguir acumulando
experiencia en la gestión de equipos de alto desempeño.

Este tipo de motivación es de mayor calidad que la anterior sin embargo tiene una
limitación. En la medida que la persona haya logrado la meta o el objetivo y la
misma ya no le signifique ningún desafío perderá interés en seguir realizándolo.
Igualmente, una vez que haya aprendido cierta actividad o tarea como la de
gestionar un equipo de vendedores existe el riesgo de que pierda interés en seguir
dirigiéndolos con esmero, siendo que ya conoce muy bien la tarea e igualmente ya
le genera el desafío de antes.

Motivación trascendente

El objetivo principal de este tipo de motivación es atender una necesidad


específica de otra persona, un cliente interno o un cliente externo. La persona que
obra busca un beneficio que se materializará o producirá en otras personas, como
consecuencia de la realización de esa acción. Lo que busca es el servicio a los
demás independientemente del resultado externo de la acción y el grado de
satisfacción que la realización del hecho suponga para la persona.

A diferencia de la motivación intrínseca, en este caso la persona no dejará de


realizar la tarea o actividad encomendada en la medida que no vea cubierta la
necesidad de la persona u organización a la que se esta prestando el servicio.
Incluso hará más de lo que le corresponde, si esta a su alcance hacerlo, para
atender la necesidad del cliente. Su objetivo esta en el servicio a los demás,
independiente del resultado de la acción en su persona, en el sentido de que le
genere un aprendizaje o halle disfrute en su realización.

En el ejemplo del directivo de ventas su interés no estará en influir sobre su equipo


para que venda lo que mayor rentabilidad genere para la empresa y los
vendedores, incluyéndolo a él. Su verdadero interés estará en propiciar la venta de
aquellos productos o servicios que calcen con las reales necesidades de los
clientes. Vale precisar que en el largo plazo este tipo de motivación asociado a la
venta es la que mayor rentabilidad le generará a la empresa por su impacto en la
fidelidad de los clientes.

Y con respecto a su equipo de trabajo, este directivo mostrará un genuino interés


por coadyuvar a su crecimiento al dedicar parte de su tiempo para entrenar y
formar a los vendedores con brechas de competencias. En este caso, este tipo de
conducta generará una mayor ascendencia sobre su equipo de trabajo.

Al respecto es necesario precisar que las personas que trascienden en la vida de


otros y en la misma historia de la humanidad son, por lo general, personas que de
manera desinteresada ha servido a los demás.
23

TIPOS DE MOTIVOS
Esfuerzo o
Porque Consecuencia Necesidad
Motivo Fin que busco tiempo
actuó en quien actúa Humana
dedicado
Acción
Satisfacer mi El mínimo para
Extrínseco como
necesidad obtener el Tener Materiales
Interés medio
(material) máximo
para mí
Acción Satisfacer mi Mientras me Diversión
Intrínseco Conocimiento
por si afición o atraiga, hasta desarrollo
Aprender Logro
misma conocimiento que aprenda profesional
Medio
para Hasta asegurar
Satisfacer
Trascendente otros; el resultado. El Desarrollo
necesidades de Afectivas
Servicio mejorar tiempo que personal
los demás
como haga falta
persona

Adaptado de Pablo Ferreiro y Manuel Alcázar en Gobierno de Personas en la Empresa.

Un ejemplo notable en ese sentido fue el autor del “Principito”, Antoine de Saint-
Exupéry, escritor y aviador francés nacido en Lyon, pionero de los vuelos postales
internacionales, cuando volar era una tarea extremadamente difícil y peligrosa,
siendo que se poseían pocos instrumentos.

Ingresó en la fuerza aérea francesa en 1921, y en 1926 se hizo piloto comercial.


Durante la II Guerra Mundial Saint-Exupéry se incorporó de nuevo a la fuerza
aérea. Su avión fue abatido, sin embargo logró escapar a Estados Unidos y
posteriormente se incorporó a las tropas de la Francia Libre.

En 1944, a un año de terminar la II Guerra Mundial, multiplico sus solicitudes para


volver al servicio activo. Ante su insistencia para volver, es enviado de nueva a su
escuadrilla, a la que se incorpora, el mismo día, en su base de l'Alghero, en
Cerdeña.

El 29 de julio, el Coronel Chassin se encuentra con él en Argel y le aconseja que


deje ya el servicio. Lo puede hacer, con todos los honores, ya que él solo, en un
año, ha realizado más misiones de reconocimiento fotográfico sobre Francia que
cualquiera de sus compañeros más jóvenes. "Es imposible, le contesta Saint-
Exupéry, me quedaré con mis compañeros hasta el final..."
24

El 31 de julio, es su última misión de reconocimiento sobre Grenoble y Annecy: Su


avión despega a las 8:45 horas. Dispone de carburante para 6 horas de vuelo su
aeronave de reconocimiento, un Lockheed Lightning P-38 (conocido también como
F-5), jamás regresa. A la edad de 43 años desapareció y nunca más se supo de
Saint-Exupèry.

Se especulo sobre su desaparición. Muchos creyeron que se estrelló en el Mar


Mediterráneo, otros, muy pocos, que tal vez “se fugo”.

Sin embargo, en 1998, un brazalete de plata fue encontrado por un pescador al


este de la isla de Riou, cerca del lugar de la desaparición en la costa de Marsella e
identificado como perteneciente a Saint-Exupéry: Estaba grabado con los nombres
de su esposa y sus editores, Reynal & Hitchcock, y estaba enganchado a una
pieza de tela de su traje de piloto. En abril de 2004 el Departamento de
Investigaciones Arqueológicas Submarinas francés confirmó que los restos del
avión extraídos en octubre de 2003 de la zona donde se encontró el brazalete
pertenecían al avión de Saint Exupéry. A esta conclusión se llegó después de
comprobar que el número de matrícula de los restos corresponde con el del
escritor según los archivos de la USAF.

Al darse a conocer esta noticia, un ex piloto de la Luftwaffe nazi, que entonces


tenía 24 años, reconoció que él había disparado contra ese F-5, manifestó que no
podía confirmar con certeza la identidad del piloto francés, pero que las
características de la aeronave coincidían con la que él derribo. Se lamento de que
el piloto fuera Saint Exupéry, ya que era un gran aficionado a sus trabajos. "En
nuestra juventud todos lo habíamos leído, adorábamos sus libros. Él sabía
describir admirablemente el cielo, los pensamientos y los sentimientos de los
pilotos. Su obra produjo la vocación de volar en muchos de nosotros. Yo amaba el
personaje ('El principito'). Si hubiera sabido que era Antonie jamás habría
disparado. Nunca sobre él", admito el ahora ex periodista deportivo retirado que
vive en Alemania.

Antonie Saint Exupéry dio su vida por servir a los demás: ¿Retirarme? “Es
imposible, me quedaré con mis compañeros hasta el final”, fue su respuesta. No
era un hombre que no tenía mucho que perder, por el contrario ya era un escritor
famoso con un bett seller con “El Principito”. Sin embargo, fue más fuerte su deseo
de servir a los demás, al muy propio en su caso, considerando su motivación
trascendente.

¿Es posible mejorar nuestra calidad motivacional?

¿Cuál es nuestra motivación dominante? Lo cierto es que todos tenemos los tres
tipos de motivaciones. Nadie podría decir que sólo tiene motivación extrínseca,
intrínseca o trascendente. Todos en algún momento nos preguntamos: Y ahora
¿Qué es lo que me corresponde? Además, es legítimo pensar en uno mismo. Sin
25

embargo, imaginemos a una persona que siempre esta relacionándose pensando


y buscando su beneficio personal. Su paradigma básico será: “Yo gano, tu
pierdes”. Difícilmente podría sostenerse relaciones a largo plazo con esta persona
siendo que su perspectiva será totalmente utilitarista.

Sin embargo, una persona con motivación intrínseca dominante estará pensando
en su desarrollo personal, buscando incorporar aprendizajes positivos en su vida:
en este caso, estará en mejores condiciones de realizar una contribución al equipo
u organización al que pertenece. ¿Cómo así? Al buscar aprender y alcanzar
desafíos de seguro trabajará por influenciar en los demás en el logro de estas
metas. Se esforzará concienzudamente por mejorar sus capacidades personales
como trabajador o como directivo porque sabe que de esa manera aumentara
significativamente sus probabilidades de éxito, al movilizar los esfuerzos de los
demás hacia el logro de objetivos comunes.

Sin embargo, existe una limitación en estos dos tipos de motivaciones. El foco de
atención esta en uno mismo. De hecho, quiero aprender para seguir creciendo
como persona. Cuando logre mi objetivo es muy probable que pierda interés en lo
que haga, hasta que encuentre otra actividad u objetivo que vuelva a ilusionarme.

No obstante, cuando la motivación dominante es trascendente no cejare en mi


empeño por cumplir con los objetivos trazados hasta que no hayan sido totalmente
cubiertas las necesidades de las personas para quien presto el servicio, al menos
en lo que este dentro de mi ámbito de influencia.

De acuerdo a lo considerado, una persona tendrá una alta calidad motivacional en


la medida que del 100% de sus motivaciones el mayor porcentaje corresponda a
motivación intrínseca y trascendente, con mayor incidencia en esta última. Lo
contrario correspondería a una persona con baja calidad motivacional, es decir
que su motivación predominante sea extrínseca. Es cierto que en algunas
oportunidades actuara en función a sus deseos de crecimiento personal y en otras
en función a la necesidad de terceros, sin embargo, por lo general, su perspectiva
será utilitarista.

¿Cómo mejorar nuestra calidad motivacional? De acuerdo a lo analizado en el


Capitulo I, todos tenemos la capacidad de cuestionarnos, de analizar nuestro fuero
interno y determinar si estamos viviendo en función a principios y valores
verdaderos. Desde esa perspectiva, es posible que una persona con baja calidad
motivacional tome plena conciencia que llevar una vida totalmente orientado a sus
propios intereses y necesidades materiales no lo esta conduciendo a una vida
significativa. Es posible que cubra todas sus necesidades materiales, incluso en
exceso, pero sentirá que su vida no es significativa. Tal vez observe que otras
personas que cultivan y fortalecen relaciones disfrutan de mayor plenitud al
enriquecer sus vidas relacionándose generosa y responsablemente con otras
personas. Asimismo, pudiera ser que repare en las emociones que se generaron
en su persona cuando alguna persona le agradecido por un servicio que presto de
manera desinteresada. Reflexionar en cómo esta viviendo su vida es posible que
26

lo ayude a mejorar su calidad motivacional, cuidando no sólo de pensar en si


mismo sino también en los demás con quienes se relaciona.

En este caso se cumple lo dicho por Erich Fromm, en Ética y Psicoanálisis: “En el
arte de vivir, el hombre es al mismo tiempo el artista y el objeto de su arte, es el
escultor y el mármol, el medico y el paciente”.

CAPITULO IV

UN MODELO DE CRECIMIENTO ÈTICO


La única manera de sostener nuestra efectividad en el tiempo es fortaleciendo
nuestro comportamiento ético. Es decir, podemos ser excelentes comunicadores,
podemos estar orientados a resultados, incluso hasta podemos fungir de "lideres",
sin embargo, si no somos éticos, no mantendremos nuestra efectividad. ¿Por
qué? Sencillamente por que no inspiraremos confianza, al carecer de integridad y
coherencia, lo que necesariamente afectará nuestra relación con los demás.
Asimismo, no nos relacionaremos responsablemente, al no entregar lo mejor de
nosotros, lo que también afectará nuestra contribución al equipo u organización al
que pertenecemos.

Cuando analizamos la ética, necesariamente tenemos que centrarnos en la


persona. En estricto, la ética no es de las organizaciones, aunque el contexto
organizacional es fundamental. La ética o la falta de ética lo ejercen las personas.
Tenemos que ser éticos porque queremos ser mejores, porque tenemos una
responsabilidad social individual ante la sociedad.

Lo anterior implica la necesidad de ser coherentes en cada una de las


dimensiones de nuestra vida, de tal manera que conjugue el “discurso” con
nuestra actuación diaria. En ese caso, estaremos construyendo nuestra autoridad.

Crecer éticamente implica rechazar la idea de que nuestra conducta debe ser una
consecuencia del entorno, una respuesta a los estímulos externos. Siempre
estamos en capacidad de decidir que respuesta dar a los desafíos que nos
presenta la vida, incluyendo sus dilemas éticos.

Crecer éticamente es el desafío de toda persona que quiere alcanzar la plenitud y


la felicidad en su vida y que, además, quiera contribuir con el logro de estos
objetivos en otras personas. ¿Existe algún modelo que nos sirva de referencia
para crecer éticamente? Ese es el objetivo del presente capitulo.
27

Un modelo con cuatro columnas: identidad, libertad, sentido de vida y


responsabilidad

Sería muy presuntuoso argumentar que sobre la base de un modelo en particular


uno puede crecer éticamente. Nuestras vidas son complejas y dinámicas para
suponer que encajen en un manual. Sin embargo un marco de referencia siempre
nos puede ayudar a orientar nuestros esfuerzos y recursos.

Este modelo tiene cuatro columnas, las mismas que desarrollaré de manera
general, examinando con mayor detalle en cada uno de los acápites
correspondientes.

¿Por qué este modelo tendría que empezar con Identidad? La razón es la
siguiente: No podremos ser las mejores personas que queremos ser si no
partimos de lo que somos, lo cual incluye saber con certeza quienes somos, ¿Cuál
es nuestra identidad?

¿Quién puede dudar de que seamos libres? Todos reconocemos que esta es una
de las facultades que nos separa de los demás seres vivos. Somos los únicos con
la facultad de libre albedrío, de elegir libremente como queremos vivir, sin
embargo, muchas personas viven su vida como si no fueran libres de elegir la
clase de vida que quieren vivir.

¿Tiene nuestra vida un sentido o propósito? ¿Tenemos claridad sobre nuestra


misión personal? ¿Vivimos en conformidad con lo que consideramos lo más
importante? Lo cierto es que muchas personas viven su vida sin saber, en
realidad, que buscan, con lo cual tendrán serias limitaciones para decidir o
escoger aquello que es lo mejor en su caso.

¿Desde que perspectiva analizaremos la responsabilidad en este modelo de


crecimiento ético? No desde la perspectiva organizacional, en el sentido de que
soy responsable si es que llego a tiempo al trabajo, cumplo con mi jornada de
trabajo, entrego, dentro de los parámetros establecidos, mi trabajo resuelto. Esta
perspectiva queda empequeñecida desde el enfoque del modelo de crecimiento
ético. ¿Soy responsable con mis principios y valores éticos? ¿Vivo en conformidad
con ellos? ¿Soy responsable con mi facultad de libre albedrío eligiendo como
quiero vivir mi vida? Reflexionar en estas cuestiones nos ayudará a mejorar como
personas.
28

MODELO DE CRECIMIENTO ÉTICO

CRECIMIENTO ÉTICO

R
E
I S
L P
D S
I O
E E N
B
N N S
E A
T T
R B
I I I
T
D D L
A
A O I
D D
D
A
D

PERSONA

Reconociéndonos a nosotros mismos: el valor de la Identidad

Si nos preguntarán ¿Quiénes somos? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Qué


responderíamos? Lo cierto es que hoy vivimos una vida extremadamente agitada,
envueltos en un espiral de actividades. Como resultado son pocas las veces que
nos damos un tiempo para reflexionar sobre todo aquello que conforma lo que
somos.

Mirando nuestra persona interior tendríamos que concordar que nuestra identidad
esta conformado por nuestros modelos mentales. Cada uno tiene formas muy
particulares de pensar así como de observar el mundo, las mismas que están
condicionados por nuestra educación, formación, experiencias vividas (positivas y
negativas), todo lo cual configura nuestra manera filtrar lo que acontece a nuestro
alrededor. Mal haríamos en concluir que un mismo suceso o evento será
interpretado de la misma manera por todos.

Nuestros valores también conforman nuestra identidad. ¿Valoramos todos lo


mismo? En lo absoluto, y aun en aquellos valores en los que coincidimos ¿No es
cierto que cada persona tendrá una medida diferente? Esta gama muy particular
de valores también configurará nuestra identidad.
29

¿Qué podemos decir de nuestros afectos? No todos tenemos los mismos afectos
y aunque estos están muy relacionados con los valores, lo cierto es que no todos
amamos lo mismo ni con la misma intensidad. Todos somos muy apegados a
nuestros seres queridos, así como a amigos. Otros aparte de amar a personas
también aman su trabajo, el arte, sus aficiones, así como animales.

Asimismo, también es cierto que toda persona tiene dones o habilidades muy
particulares que los distinguen de los demás. Podemos llamarlos fortalezas, y
¿Quién no tiene fortalezas? Todos tenemos fortalezas, el problema está en aquel
que no tiene la capacidad para identificar las fortalezas de los otros.

Sin embargo así como tenemos fortalezas también tenemos debilidades o


flaquezas que nos recuerdan que somos seres humanos y que tenemos una lucha
constante por ser cada día mejores. Este reconocimiento de nuestras limitaciones
debería ayudarnos a no tener un concepto demasiado elevado de nosotros
mismos, porque siempre habrá aspectos en los que tenemos que mejorar.

Considerando todo aquello que compone nuestra identidad no es una ninguna


exageración decir que los seres humanos somos singulares, que no hay ninguno
como nosotros y que basta revisar nuestras huellas digitales para darnos cuenta
de ello. ¡Piense en ello! En el globo terráqueo viven cerca de 7,000 millones de
personas y ninguno es idéntico a usted. ¿Le parece una exageración?

Piense en lo siguiente: Los científicos han descubierto que no existen dos copos
de nieve que sean iguales. Al examinar sus estructuras nunca han encontrado dos
similares, a pesar de que cada invierno caen incontables millones de copos de
nieve por toda la tierra. ¿Somos menos valiosos que un copo de nieve?
Evidentemente que no, por ello no es ninguna exageración decir que somos seres
únicos e irrepetibles, con una configuración muy especial de filtros mentales,
experiencias, valores, sentimientos, fortalezas y debilidades.

En consecuencia tenemos que apreciarnos lo que implica saber quienes somos.


La vida es una carrera de maratón que requiere esfuerzo, sacrificio, abnegación.
Nos deparará muchas alegrías pero también derrotas, fracasos y lagrimas, ¿De
donde obtendremos los recursos para seguir adelante y hacer frente a los desafíos
de la vida? Esos recursos están dentro de nosotros y conforman nuestra identidad.

Haciendo uso de nuestra Libertad: personas proactivas versus personas


reactivas

¿Qué implica reconocer que somos libres? Creo oportuno responder esta
pregunta de manera directa: Reconocer que somos libres implica elegir la clase de
vida que queremos vivir, lo cual lleva implícita la idea de que siempre podemos
elegir que respuesta dar ante los desafíos y vicisitudes que nos corresponde
afrontar.
30

Todos tenemos esa libertad sin embargo no todos hacemos uso de ella. No es
cierto acaso que, en muchas oportunidades, nos hemos encontrado con personas
que están convencidas que sus vidas están determinadas y que ellos no pueden
hacer mucho por cambiar sus circunstancias. Viven en una situación de
dependencia mental, convencidos que no les queda otra opción que vivir la vida
que les ha “tocado vivir”.

Sin embargo, nosotros podemos “inventar” y “reinventar” la forma como queremos


vivir nuestra vida. Y esto es cierto aun en las situaciones más dramáticas.

Consideremos el caso de Viktor Frankl, psiquiatra austriaco de origen judío, quien


fue recluido en el peor campo de concentración nazi, Auschwitz. Era un hombre
que había alcanzado el éxito desde la perspectiva convencional. Era médico, tenía
su clínica, estaba escribiendo su primer libro y recientemente se había casado. En
esas circunstancias, él y toda su familia (padres, hermanos y esposa) fueron
internados en diferentes campos de concentración. ¿Cómo respondió ante los
desafíos y vicisitudes de su vida?

En su obra “El Hombre en busca de Sentido” comento lo siguiente: “El hombre no


está totalmente condicionado y determinado; él es quien determina si ha de
entregarse a las situaciones o hacer frente a ellas. El hombre en última instancia
se determina a sí mismo. El hombre no se limita a existir, sino que siempre decide
cuál será su existencia y lo que será al minuto siguiente.”

Las circunstancias de su vida lo pusieron a prueba en varias oportunidades sobre


su convicción de que el hombre es libre para determinar que hacer con su vida,
inclusive ante condiciones de extrema limitación.

Relata, “En los campos de concentración,... observábamos y éramos testigos de


que algunos de nuestros camaradas actuaban como cerdos mientras que otros se
comportaban como santos. El hombre tiene dentro de sí ambas potencias; de sus
decisiones depende cuál de ellas se manifieste.”

¿A qué se refiera Viktor Frankl? Los nazis eran muy astutos. Nombraban como
supervisores o capataces de barraca a un prisionero de entre ellos. ¿Qué sucedía
a continuación? Muchos judíos, con esta cuota de poder adicional, perdieron su
identidad, se olvidaron que eran prisioneros y se convirtieron en los principales
informantes de los nazis, inspirando mayor temor que ellos. De sus informes
dependía a quien se le cargaba con mayor trabajo forzado, a quien se le enviaba a
los calabozos, a quien se le reducía o quitaba su ración de alimentos, entre otros
castigos. Su principal objetivo era ¡sobrevivir! Estos eran los cerdos.

No obstante, Viktor Frankl también quería sobrevivir, pero no a ese costo,


perdiendo su identidad y violando sus principios y valores. ¡Quería sobrevivir
sirviendo a los demás! ¿Lo logro? En los campos de concentración había una
31

enfermedad que diezmaba a los prisioneros, la tifoidea. Cuando un prisionero


adquiría esta enfermedad siempre había personas en la barraca que estaban
dispuestos a prestar apoyo. El medico ofrecía sus talentos como medico. El guía
religioso ofrecía una esperanza o una oración de consuelo. El artista ofrecía sus
dones a través del canto y la poesía para hacer más llevadero el dolor del
enfermo. El mismo Viktor Frankl ofreció su asistencia como medico ¿Con que
riesgo ayudaban estas personas? Con el riesgo de contagiarse y morir. Estos eran
los santos a los que hacia referencia Frankl.

Pensemos en lo siguiente: El escenario, el contexto era el mismo, sin embargo las


respuestas de las personas ante esta situación dramática eran diametralmente
opuestas. Unos optaban por atender sus propios asuntos e intereses y otros
queriendo sobrevivir pero sirviendo a los demás.

Ambos grupos de personas estaban haciendo uso de su libertad. Escogían sus


respuestas en función a sus valores y principios. “El hombre se determina a si
mismo” es la conclusión de Viktor Frankl.

Desde esta perspectiva, los condicionamientos y limitaciones que la realidad nos


plantea pueden ser comprendidos como oportunidades que van despertando
nuestra capacidad de responder libremente poniendo en juego lo que somos, de
ser responsables con nosotros mismos, con nuestros valores.

Tal vez podamos decir: Lo anterior es un caso dramático, extremo. Sin embargo,
¿Cómo se manifiesta la libertad en situaciones cotidianas, vinculadas con nuestra
realidad?

Hace un tiempo me encontré con un conocido a quien no veía desde hace mucho
tiempo. Después del saludo de rigor le pregunte ¿Cómo estas? Me respondió que
se encontraba mal en términos económicos, que había sido despedido de su
trabajo, que se había cometido una injusticia con él, y que desde esa fecha no se
había podido recuperar. Era una persona relativamente joven, de aspecto
saludable sin embargo se veía muy disminuido. Después de escucharlo, porque
entendí que en ese momento era eso lo que necesitaba, le pregunte Y ¿hace
cuánto tiempo sucedió aquello? Me respondió que lo despidieron ¡hace 05 años!
Sin embargo, se había quedado en esa historia. Había asumido una actitud de
victima de sus circunstancias y de su suerte en la vida.

Que diferente la actitud de otras personas y con ello sus respuestas ante la vida.
Hace poco leía la historia de un hombre, común y corriente, que decidió escribir su
propia historia de la vida.

Él relata:”Yo he sido pobre, o, digamos de clase media baja, provinciana....Mis


padres son de una quebrada de Huancavelica”. “Trabajé en Honda del Perú por 14
años, y al cabo de ese tiempo fui despedido”. Sigue comentando “fue un momento
muy difícil, pues yo ya no era un jovencito...Entonces busque un amigo que
32

también había salido de Honda y le plantee la idea de trabajar juntos”. “Muchas


personas en la misma situación me decían que a los 04, 05 ó 06 meses ya habían
conseguido otro trabajo. Pero yo preserve en mi proyecto y me arriesgué”.

Hoy esa empresa que fundo en el parque industrial de Villa El Salvador ensambla,
fabrica y exporta motos y mototaxis. Un claro ejemplo de un hombre que se
determino a si mismo, que hizo uso de libertad para decidir que clase de vida
quería vivir.

Determinándonos a nosotros mismos: Eligiendo nuestras respuestas ante la


vida.

La experiencia anterior nos muestra que siempre podemos elegir como vivir
nuestra vida, aun en circunstancias muy difíciles. Como señalamos anteriormente,
todos tenemos un círculo de influencia o de control, empezando por uno mismo.
Las personas libres se concentran en este circulo, en lo que pueden hacer y no
pierden su energía, tiempo y recursos en aquello que esta fuera de su alcance
(circulo de preocupación o no control).

Sin embargo, es posible que alguna persona razone: “De que libertad me hablan,
si en la vida me van a suceder una serie de eventos que nos los elijo y que nunca
quisiera que me sucedan”. Cierto, en nuestra vida nos van a suceder muchas
cosas que si pudiéramos tener control sobre ellas no los elegiríamos. Por ejemplo,
en el transcurso de nuestras vidas perderemos la juventud y la salud. También
perderemos algún ser querido. También es posible que perdamos algo valioso (el
trabajo, algún bien, etc.), incluso el suceso imprevisto pudiera tocar nuestra vida.
¿Significa que no somos libres? ¿Qué estamos supeditados a lo que ya esta
determinado para nosotros? No podemos elegir lo que nos va a pasar, sin
embargo siempre podremos elegir con que actitud responder ante la vida. Es
allí donde nos jugamos nuestra libertad. Las personas libres siempre escogen
con que actitud responder ante la vida y la actitud marca la diferencia. De hecho,
lo que realmente afecta a las personas no es necesariamente lo que les sucede
sino su actitud ante esa circunstancia y su respuesta ante la vida. En nuestro
caso, ¿Cómo estamos respondiendo ante la vida?

Identificando nuestro Sentido o Propósito de Vida: ¿Por qué vivimos? ¿Por


qué luchamos? ¿Qué nos mueve a seguir creciendo?

Existe un común denominador en todas las organizaciones. Todos han


determinado su filosofía estratégica (Misión, Visión y Valores). ¿Qué hay de
nosotros? ¿por qué habríamos de hacer menos? No es cierto acaso que
gestionamos algo que es extremadamente valioso: Nuestra vida y, hasta cierta
etapa, la vida de nuestros seres queridos, los que dependen de nosotros.

Sin embargo, muchas personas viven su vida sin tener una idea clara de su
propósito de vida, de aquello que es lo más importante en su caso, de la forma
como desean trascender y ser recordados cuando ya no esté.
33

Podría sucederles lo que le sucedió a Alicia, en el cuento “Alicia en el país de la


maravillas”. Alicia estaba perdida en un laberinto de caminos, se encuentra con el
Gato y le pregunta “¿Podrías decirme por favor, que camino he de tomar para
encontrar la salida? Depende mucho del punto a donde quieras ir, contestó el
Gato. Me da igual donde, dijo Alicia. Entonces no importa que camino sigas,
contesto el Gato”.

Si no tenemos claro porque vivimos “cualquier camino” nos dará igual porque no
sabemos a dónde vamos. Sin esta misión personal ¿Cómo podríamos gestionar
nuestra vida?

En ese sentido razono el profesor de Psicología, de la Universidad Hope, David G.


Myers, quien dijo: “Una vez resuelta la cuestión de cómo ganarnos la vida y de
habernos rodeado de lo que antaño eran lujos impensables – fruta fresca todo el
año, aire acondicionado y equipos de sonido de alta calidad -, ya solo nos queda
saber por qué existimos. ¿Para qué afanarse tanto? ¿Qué sentido tiene?”

En este aspecto Viktor Frankl también nos ayuda a reflexionar. En su obra “El
Hombre en busca de Sentido”, relato que, a diferencia de muchos de sus
camaradas judíos, él se resolvió a sobrevivir. Tenía muchas razones para ello. Por
ejemplo, quería reencontrarse con sus seres queridos, añoraba volver a ver a su
amada esposa, necesitaba contar los horrores de la guerra y tenia un libro por
concluir. Sin embargo, no perdía la perspectiva en cuanto a sus valores por lo que
no estaba dispuesto a sobrevivir a cualquier precio. Quería sobrevivir sirviendo a
sus compañeros judíos.

Y ¿Cómo ayudaba a sus compañeros? Él relata: “El esforzarse por hallar


significado en la vida de uno es la principal fuerza motivadora en el hombre. ... Me
atrevo a decir que nada en el mundo sería más eficaz para ayudar a uno a
sobrevivir a las peores condiciones que el saber que la vida de uno tiene
significado....En el campo, lo primero que tenía que lograr cualquier esfuerzo por
restaurar la fortaleza interna de alguien era poner ante aquella persona alguna
meta futura.”

Asimismo, relata acerca de dos prisioneros de campos de concentración que


habían decidido suicidarse... ¿qué razón tenían para vivir? Pero cuando uno
pensó en que su hijo a quien amaba mucho le esperaba, y el otro pensó en la
serie de libros científicos que tenía que completar, ambos optaron por vivir.

En todos estos casos se cumplió lo que dijo Frederich Nietzsche. “Aquel que tiene
un porqué para vivir puede enfrentar todos los cómos”. Lo contrario también es
cierto. Cuando uno se encuentra en una situación extremadamente difícil y no ve
la luz “al final del túnel” es posible que uno se entregue al problema y no le
encuentre sentido seguir luchando por salir adelante.
34

Por ello, convendría preguntarnos: ¿Por qué vivimos? ¿Por qué luchamos? ¿Qué
nos mueve a seguir creciendo?

Resolviéndonos a vivir íntegramente: siendo Responsables con nuestros


principios y valores

Hemos señalado que nuestra vida es gobernada por principios y valores éticos, los
mismos que constituyen nuestra brújula moral. Asimismo, hemos precisado que, a
pesar de las restricciones que de alguna manera establecen ciertos parámetros a
nuestra vida, siempre podemos decidir libremente la clase de vida que queremos
vivir, escogiendo con que actitud responder ante las diferentes circunstancias de la
vida.

Desde esa perspectiva ¿Qué implica ser responsables? Ser responsables implica
vivir de manera coherente con nuestros principios y valores. Ser íntegros, de tal
manera que haya correspondencia entre nuestro “discurso” y nuestra actuación
diaria. No hacer paréntesis con respecto a nuestros valores, sencillamente para
granjearnos el favor de otros o hacernos la vida más fácil, pero violentando
nuestra conciencia.

¿Qué más implica ser responsables? Asumir plena responsabilidad con nuestra
facultad de libre albedrío, de decir libremente como vivir nuestras vidas. No
endosar a otros nuestra responsabilidad de ser mejores. Esa responsabilidad es
nuestra. Nuestra vida no será mejor cuando tengamos un mejor jefe, una mejor
pareja, mejores amigos. Nuestra vida será mejor cuando nosotros decidamos ser
mejores. Es cierto que otros pueden ayudar, sin embargo la responsabilidad es
nuestra.

Ser responsables implica vernos como protagonista de nuestra vida. Aceptar que
somos capaces de responder ante las diferentes circunstancias, desafíos y
vicisitudes de la vida, apoyándonos en nuestros valores y capacidades.

Ser responsables exige no vernos como victimas de nuestra vida, de nuestra


suerte, de nuestras circunstancias, concluyendo que lo único que queda es asumir
lo que esta “determinado para nosotros”. Jamás nos convenzamos que estamos
totalmente expuestos a los factores exógenos.

Al respecto, Dwight D. Eisenhower, comandante y ex presidente de los EEUU dijo:


“La historia de los hombres libres nunca fue escrita por la suerte, sino por la
elección: su elección”.
35

SEGUNDA PARTE: ALCANZANDO LA EXCELENCIA COMO ORGANIZACIONES

CAPITULO V

EFECTIVIDAD VERSUS EXCELENCIA ORGANIZACIONAL

Federico Mayor, ex director general de la UNESCO, menciono en una


oportunidad: “Más que nunca antes, la ética es una preocupación mundial de
primerísimo orden”. No cabe duda, hoy por hoy, la ética es un clamor mundial. De
hecho, los problemas más graves por los que atravesamos se han originado por
falta de ética y las grandes contradicciones que avergüenzan a la humanidad
tienen sus raíces en el derrumbe moral de nuestra sociedad en general.

Veamos algunos hechos:

Los gobiernos gastan más en armas que en cualquier otra iniciativa para
solucionar o palear las necesidades de la humanidad. Por ejemplo, tan solo
Estados Unidos gasta 27.000 millones de dólares al año con el fin de equiparse
para una posible conflagración nuclear.

Los graves problemas ecológicos se deben, en buena medida, a la codicia del


hombre. Los grandes industriales y las corporaciones mundiales sólo consideran
sus intereses económicos sin reparar en el daño al ecosistema así como a las
futuras generaciones. Por ejemplo, el diario canadiense The Globe and Mail
menciono: “Hasta un 80% de la delicada región ártica del planeta estará
gravemente dañada para mediados del presente siglo si no disminuye el ritmo de
crecimiento industrial”.

Con respecto a la devastación de las selvas brasileñas, los satélites revelan que
entre 1995 y 2000 se perdieron más de 20.000 kilómetros cuadrados todos los
años. Para ilustrarlo, la revista brasileña Veja menciono: “El inquietante ritmo de
destrucción equivale a perder un campo de fútbol cada ocho segundos”.

El hambre y la pobreza es otra demostración de la falta de principios y valores


éticos de nuestra sociedad en su conjunto. En pleno siglo XXI, cada día, mil
millones de personas no tienen con qué saciar su hambre. Sin embargo, esta
espantosa situación no debería producirse. En septiembre del 2000, el ex
secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, ante un auditorio formado
por los hombres y mujeres más poderosos del mundo menciono: “Ustedes dijeron
que su prioridad era la erradicación de la pobreza extrema.” El primer ministro de
Gran Bretaña, de ese entonces, manifestó: “El desastroso historial de fracasos
que ha tenido en África el mundo desarrollado horroriza y avergüenza a nuestra
civilización”.
36

Y qué podemos decir de la actual crisis financiera que envuelve al mundo y que
esta haciendo que las organizaciones, familias y personas tiemblen de miedo ante
la perdida de sus activos y pensiones, supuestos “seguros” para sus años
posteriores. ¿Cuál es la razón de esta crisis? Son los “valores falsos” de nuestro
sistema financiero, tales como una alta rentabilidad financiera a corto plazo, la
especulación como fuente de riqueza antes que el desarrollo económico así como
la falta de responsabilidad en el manejo de fondos económicos por parte de
organizaciones y personas. En ese sentido, son muy oportunas las palabras del
presidente francés, Nicolás Sarkozy, quien dijo: “La crisis financiera que vivimos
hoy…es la crisis de un sistema que se ha alejado de los valores más
fundamentales del capitalismo. La crisis actual debe incitarnos a refundar el
capitalismo en una ética del esfuerzo y del trabajo, a encontrar de nuevo un
equilibrio entre la libertad necesaria y la regla, entre la responsabilidad colectiva y
la responsabilidad individual”.
El mundo se esta deteriorando y es imprescindible actuar rápido, lo cual implica
repensar la forma como nos estamos conduciendo, como personas y como
organizaciones. No cabe duda, las personas a través de las organizaciones han
sido responsables del deterioro presente ¿Por qué? Porque, en muchos casos,
sólo estuvieron interesados en el logro de sus metas y en la gestión de sus
recursos, descuidando el sentido ético de sus planes.

Eficacia, eficiencia y ética

Toda organización esta orientada hacia el logro de objetivos y metas. Es la razón


de su existencia. En las organizaciones privadas su objetivo es crear riqueza y en
las organizaciones públicas crear valor público, es decir aquello que la sociedad
considera valioso.

Una organización, cualquiera que fuera su naturaleza, que no alcanza sus


objetivos no tiene razón de ser. Se convierte en una carga para la sociedad, al
desperdiciar recursos, los mismos que son escasos.

Esa es la razón por la que todas las organizaciones quieren ser eficaces, es decir
alcanzar sus objetivos y metas. Sin embargo, ¿Sólo quieren ser eficaces?

No, también quieren ser eficientes, No tendría mucho sentido argumentar que se
ha alcanzado alguna meta si es que no hemos gestionado adecuadamente los
recursos asignados, tales como presupuesto, tiempo, logística, etc.

No ser eficientes no permite ser eficaces o en todo caso muy eficaces. Por
ejemplo, una empresa pudiera ser rentable y tener una adecuada participación de
mercado (eficacia), sin embargo al no optimizar sus procesos (eficiencia) sus
márgenes de ganancia no serán lo que debieran. En consecuencia, las empresas
buscan la efectividad organizacional.
37

Así como ser un buen técnico no convierte a nadie en excelente persona así
también alcanzar la efectividad organizacional no hace que una organización sea
excelente.

Por ejemplo, a comienzos de la década de los treinta del siglo pasado ubicamos a
una organización muy eficaz, en términos relativos, y además eficiente. El partido
Nacionalsocialista tenía diversos objetivos, entre ellos la “higiene racial”. Buscaban
el dominio de la raza aria. En ese contexto, había ciertas razas que los nazis
consideraban un estorbo. Fue así que al empezar la guerra se propusieron
exterminar a los judíos. Los cálculos históricos registran una cifra del orden de 6
millones de judíos. ¿Fueron eficaces? En términos relativos podrimos decir que si.
Fue como exterminar a toda una nación.

No obstante, no les interesaba sólo ser eficaces, también cuidaron la eficiencia. Es


decir, alcanzar la meta gestionando adecuadamente sus recursos de tal manera
que no incurrieran en gastos innecesarios.

Adolf Eichmann confesó en 1961, durante su juicio en Jerusalén que “se


estudiaron con rigor los mejores métodos para exterminar a todo el pueblo judío
que vivía en Europa”. Él mismo quedo encargado de la logística de las
deportaciones hacia los campos de exterminio. ¿Cómo cuidaron los recursos? Los
métodos de exterminio nazi fueron muy económicos: las cámaras de gas, los
crematorios y los aniquilamientos masivos.

Si, el partido Nacionalsocialista fue una organización efectiva porque no sólo


busco la eficacia sino también la eficiencia. ¿Lo convierte en una organización
excelente? Ni mucho menos. Esta organización se “olvido” de algo fundamental y
es incorporar la ética en sus planes y metas, vale decir asegurarse de que todo lo
que hicieran estuviera dentro del marco de lo correcto.

¿Un caso extremo? Si es un caso extremo, pero no es cierto que la historia se ha


venido repitiendo. No es historia reciente que muchas organizaciones se han
planteado objetivos sin cuestionarse si es que estos estaban alineados con
principios universales. Así mismo, ha habido muchos “Eichmann” que pudiendo
haber alzado su voz de protesta se ampararon en su condición de subordinados
como si no tuvieran una brújula moral ni la libertad de decidir. Por su puesto que la
tenían sin embargo no les “convenía” desde la perspectiva de sus valores.

Es interesante como Eichmann racionaliza una justificación intelectual


convenciéndose que no era libre para decidir que hacer ante el exterminio nazi:
“No perseguí a los judíos con avidez ni con placer. Fue el gobierno quien lo hizo.
La persecución, por otra parte, sólo podía decidirla un gobierno, pero en ningún
caso yo. Acusó a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia. En aquella
época era exigida la obediencia, tal como lo fue más tarde de los subalternos”.
38

Se veía como una persona inimputable porque era un subordinado. Su


razonamiento era “Yo no soy culpable. No me juzguen a mí, juzguen a quienes me
dieron las ordenes, yo sólo los ejecute”.

¿Bastará entonces con la efectividad organizacional? A la luz del análisis


expuesto, no basta con ser eficaces y eficientes, es indispensable incorporar la
ética.

EL TRIÁNGULO DE LA EFECTIVIDAD
ORGANIZACIONAL

EFICACIA EFICIENCIA

ÉTICA

Es compatible la ética y los negocios

Sin embargo, tal vez nos preguntemos ¿Es compatible la ética y los negocios?
Cuando se entrevistó a 1.093 estudiantes de escuela secundaria, el 59% dijo que
estaría dispuesto a negociar un acuerdo ilegal por valor de 10 millones de dólares,
incluso a riesgo de pasar seis meses en libertad condicional. Además, el 67%
declaró que inflaría una cuenta de gastos de negocios; el 66% reconoció que
mentiría para conseguir un objetivo comercial. ¿Es sólo responsabilidad de los
jóvenes el haber degradado sus valores? No, los jóvenes simplemente responden
a la tendencia ética fijada por los mayores.
Mejoran las estadísticas según los jóvenes van adquiriendo una mejor formación.
¡En lo absoluto!
39

“Amitai Etzioni, un pensador americano publico un artículo titulado “Cuando se


trata de ética, las escuelas de negocio reprueban”, el mismo que fue publicado en
el Washington Post. En este articulo hacia referencia a un estudio del Aspen
Institute sobre 2000 graduados de las principales escuelas de negocio de los
EEUU donde se examinó la actitud de los estudiantes cuando ingresaban al MBA,
al terminar el primer año y al graduarse. El perfil ético de estos estudiantes en vez
de mejorar se deterioraba vertiginosamente. En otras investigaciones se preguntó
a los estudiantes que harían si pudieran realizar un acto ilegal que podría
reportarles a ellos o a su compañía 100,000 dólares, y hubiera sólo 1% de
posibilidad de que fueran descubiertos y la pena fuera de un año de prisión. Más
de un tercio contesto que lo haría”. 1
Asimismo, cuando se preguntó a 671 directores comerciales cuál era su opinión
sobre la ética en los negocios, casi la cuarta parte afirmó que la ética puede
impedir el éxito en una carrera. Más de la mitad admitió haberse saltado las
normas para su propio beneficio.
A la luz de estos resultados no sorprende el desplome moral de muchas
organizaciones y con ello el colapso financiero mundial que hoy vivimos.
Un ejecutivo se lamento diciendo: “Las marcas que diferenciaban lo malo de lo
bueno ya no existen. Han sido destruidas poco a poco”.

Pareciera que la única marca (valor) existente en las organizaciones sea el


beneficio, la rentabilidad. Desde esta perspectiva, no habría ninguna relación entre
ética y negocios. Sin embargo, a la luz de los resultados este modelo es inviable.

Afortunadamente se han alzado voces de protesta y muchas organizaciones han


respondido de manera responsable. En buen número, los consumidores de hoy ya
no piensan sólo en el presente sino también en el futuro. Se preguntan sobre el
mundo que están dejando para las próximas generaciones, entre ellos sus hijos. Y
esta preocupación se convierte en un criterio de elección cuando escogen los
productos y las empresas a quienes van a comprar. Ya no sólo se preguntan
¿Este bien o servicio cubrirá mis necesidades? Ahora la pregunta es ¿Cubrirá mis
necesidades y además no afectará negativamente el entorno en el que me
desarrollo? ¿Es esta empresa socialmente responsable o sólo esta interesado en
sus interés particulares? Hoy en día, las personas y/o comunidades “sancionan” a
las empresas que no cuidan el entorno o no contribuyen con el enriquecimiento de
la sociedad.

En ese sentido, no sorprende que la incorporación de la responsabilidad social sea


parte de una de las herramientas gerenciales de mayor éxito en el mundo: el
Cuadro de Mando Integral. Los profesores Kaplan y Norton plantean que en el
logro de los objetivos económicos (perspectiva financiera) las organizaciones

1
Tomado de “Más Ética más Desarrollo”, de Bernardo Kliksberg
40

deben atender las siguientes tres perspectivas: Clientes, Procesos Internos y


Aprendizaje y Desarrollo.

Su lógica es muy sencilla y a la vez coherente. Las empresas no podrán ganar


dinero si es que no atienden las reales necesidades de sus clientes. A la vez,
atender estas necesidades exige optimizar una serie de procesos críticos, lo cual
exige contar con un capital humano y organizacional adecuado.

Sin embargo, y considerando nuestros fines, nos detendremos un momento en la


perspectiva de procesos internos para señalar que Kaplan y Norton identifican
entre los diferentes procesos críticos el proceso “Normativo y Social”. Esto implica
que las organizaciones necesariamente deben influir de manera positiva en las
comunidades y cuidar el medio ambiente. Esta responsabilidad social corporativa
tiene una relación directa con la ética. Es decir, no se puede aspirar a permanecer
en un mercado si es que no manifiesto ningún interés en aquellos para quienes
oriento mis productos o servicios. De igual manera, tendré que manifestar ese
mismo interés para con aquella comunidad cuyas tierras o recursos me permiten
como empresa generar riqueza. Podríamos concluir que un comportamiento ético
empresarial permitirá la permanencia de estas empresas en sus respectivos
contextos.

El actual escenario mundial exige una comunión entre la ética y los negocios. Es
la única manera de hacer viable un sistema que no oprima a los más débiles.

De una ética de los medios a una ética de los fines

De todo lo considerado, podemos concluir que no es suficiente con la eficacia y la


eficiencia, es imprescindible incorporar la ética, es decir asegurarnos de que todo
lo que hagamos, como personas y como organización, este dentro del marco de
correcto, es decir que estén alineados con principios universales como la
búsqueda del bien común, el respeto a la vida y a las minorías. Este tipo de ética
se denomina “ética de los fines”, el tipo de ética del cual adoleció el partido
Nacionalsocialista. El interés de esta organización estuvo centrada en cumplir con
sus objetivos como partido de gobierno y todo su “maquinaria” institucional, así
como sus funcionarios, demostraban su lealtad y profesionalismo al cumplir con
efectividad lo que el Estado solicitaba de ellos. Ese tipo de actuación donde no se
cuestiona, o se hace “en voz baja”, la moralidad de los planes, objetivos u ordenes
institucionales se denomina “ética de los medios”. Cuantos gobiernos e
instituciones públicas han estado marcados por una “ética de los medios”. Sin
embargo, este tipo de “ética” ¿Es exclusividad de la Administración Pública?

¡De ninguna manera! Las instituciones privadas también han desplegado sus
planes de acción desde una “ética de los medios”, lo que los ha llevado a su
quiebra y, lo que es más grave, al perjuicio de la sociedad, en especial de sus
grupos de interés.
41

Uno de los casos más sonados es el de Enron, considerado por la revista Fortune,
a mediados del 2001, como el séptimo grupo empresarial de mayor valor de los
Estados Unidos, sin embargo, 06 meses después estaba haciendo frente a una
investigación criminal por el Departamento de Justicia de los EEUU, por ocultar
sistemáticamente perdidas millonarias, coludidos con una firma auditora de
reconocido prestigio, en detrimento de los interés de inversionistas, empleados así
como al sistema financiero y a la sociedad en general.

Pensar que ya, desde 1999, la revista Fortune consideraba a Enron como la
compañía “más innovadora” del año 1999 (y del año 2000). Se le presentaba
como un ejemplo de liderazgo y gestión. ¿Cómo lo hizo? La dirección transformo
la compañía ofreciendo concientemente a todos los directivos de la organización la
oportunidad de correr riesgos, crear negocios y participar de los frutos de su éxito.
Se preocuparon por desarrollar una política agresiva de contrataciones, de tal
manera que consiguieron convencer a decenas de graduados MBA de las mejores
escuelas para que se integren a la empresa. Kenneth Lay, el CEO de Enron,
conocía muy bien las motivaciones de estos “talentos” y les concedía la libertad
para gestionar las unidades de negocio que creaban, y una participación
económica generosa en los beneficios que generan. Los valores de esta empresa,
en términos operativos, eran el beneficio y el riesgo sin contrapesarlo con la
responsabilidad, la prudencia, el bien común, considerando que gestionaban
ingentes cantidades de recursos que pertenecían a sus grupos de interés. No se
aseguraron que sus planes de acción y objetivos estuvieran dentro del marco de lo
correcto, por el contrario de manera sistemática ocultaron su gestión. Un ejemplo
de una “ética de los medios”, actuar de acuerdo a los interés de la organización,
cumpliendo ordenes, sin cuestionar su impacto en los demás.

CAPITULO VI

EL CONTEXTO ORGANIZACIONAL, CONDICIÓN PARA EL


DESARROLLO DEL CAPITAL HUMANO

Capital humano, capital organizacional y capital social

Hasta hace algunas décadas cuando se hacia referencia a la palabra capital esta
solo tenia una acepción y era de tipo económico. De hecho en economía se
mencionaba al capital (financiero) como uno de los tres factores de producción
junto a los recursos naturales y el trabajo. No obstante, pasado el tiempo se
demostró que la fuente de toda ventaja competitiva estaba en las personas. Todo
lo demás se podía comprar o imitar, sin embargo las competencias de las
personas eran inimitables, al menos en el corto plazo. Theodore Schultz fue el
42

economista, pionero en estos estudios, quien acuño, a mediados del siglo pasado,
la palabra Capital Humano.

Este capital pertenece a las personas y como tal corresponde al conjunto de


conocimientos, habilidades, experiencias, aptitudes y valores. En las
organizaciones, los trabajadores son inversionista de su capital por cuanto
poseen, en mayor o en menor medida, los activos anteriormente señalados.

Reconociendo que la fuente de toda ventaja competitiva está en las personas, hoy
en día se esta produciendo en muchas organizaciones una “guerra por el talento”,
no sólo en el sentido de atraer y concentrar a los trabajadores más talentosos sino
también en retener a los que ya se encuentran en las organizaciones.

Sin embargo, de que depende que un trabajador, como inversionista de su capital


humano “invierta” sus activos en la empresa. Pensemos en un inversionista
tradicional ¿De que depende de que invierta su capital en un país con respecto a
otro? ¿Qué criterios son los que evalúa? ¿Acaso es fundamental sólo el criterio
económico?

Sabido es que los inversionistas antes que el criterio económico evalúan la


seguridad jurídica que ofrece el país así como su gobernabilidad. Podrían ser muy
rentable las inversiones en un determinado país y aun así no ser conveniente
invertir allí por su alto nivel de ingobernabilidad. ¿Qué evalúan entonces los
inversionistas? Evalúan el contexto socioeconómico. ¿Existe alguna semejanza
con los trabajadores como inversionistas?

Así como los inversionistas convencionales evalúan el contexto socioeconómico,


los trabajadores como inversionistas de su capital humano también están
evaluando el contexto para decidir si invierten sus activos (competencias) en la
empresa. ¿Qué contexto evalúan? El contexto organizacional. No es cierto acaso
que en muchas organizaciones existen trabajadores con muchos conocimientos,
habilidades y aptitudes que antes utilizaron a favor de sus empresas y que hoy
podrían seguir haciéndolos, sin embargo parece que hubieran decidido ya no
invertir más sus competencias en la organización. Están allí pero “no están”. ¿En
qué sentido? Cumplen con lo establecido en su manual de descripción de puestos
o en su contrato en lo que respecta a horarios, tareas, funciones y demás
formalidades, sin embargo no dan nada más de lo que el contrato no solicita. Y
¿Qué es lo que el contrato no especifica o solicita? El contrato no solicita
creatividad, innovación, lealtad, compromiso, identificación. En consecuencia,
estos trabajadores guardan estas capacidades para otros contextos. ¿Conoce
trabajadores así? De seguro.

Warren Bennis y Bart Nannus en su libro el “Arte de mandar”, encontraron lo


siguiente:
43

 Menos de uno de cada cuatro trabajadores afirma que esta trabajando al


máximo de su potencial.
 La mitad dice que no pone en su trabajo más que el mínimo esfuerzo
necesario para mantenerlo.
 La gran mayoría, un 75%, declararon que podrían ser significativamente
más eficientes que lo que son actualmente.

Asimismo, John H. Fleming, Curt Coffman y James K. Harter en su artículo


“Gestione su Sigma Humano”, mostraron los resultados de estudios recientes:

 En Estados Unidos, sólo el 29 por ciento de los empleados se sienten


incentivados y comprometidos con su trabajo, según datos de una encuesta
de Gallup.
 El 54 por ciento de los empleados son de hecho neutrales: asisten a su
trabajo y hacen lo que se espera de ellos, pero nada más. El resto de los
empleados, casi dos de cada diez, no tiene compromiso.

Con respectos a estos trabajadores, que pudiendo dar más se abstienen de


hacerlo, ¿Pudiéramos concluir que el problema radica en ellos? Sería una
conclusión un tanto facilista. ¿No podría estar el problema en el contexto
organizacional?

Los profesores Kaplan y Norton llamaron a este contexto organizacional capital


organizacional. ¿Qué es capital organizacional?

Es el conjunto de recursos productivos así como la estructura administrativa que la


organización desarrolla para coordinar estos recursos. También incluye las
comunicaciones formales e informales, la cultura, el clima, la reputación (imagen),
así como las redes formales e informales que cubren cualquier organización.

De este conjunto de activos quiero resaltar dos fundamentales: la cultura y el clima


organizacional y relacionarlo con el contexto organizacional.

Imaginemos que trabajamos en una organización cuya cultura no fomenta el


aprendizaje, el mejoramiento continuo, la creatividad ni el desarrollo. Por el
contrario, fomenta la mediocridad, el temor, el convencionalismo así como la
sanción del error por aprendizaje. En una cultura así ¿Verdad que sería muy difícil
hallar oportunidades para seguir desarrollando nuestras competencias. Si a este
entorno cultural le sumamos un clima laboral no adecuado por conductas
incoherentes de los directivos así como por carencia de competencias gerenciales
y habilidades sociales de los gestores de personas entonces queda claro que el
contexto organizacional es fundamental para que el capital humano alcance su
máxima expresión.

Y todo lo anterior ¿Tiene relación con la ética? Si, existe una vinculación directa.
Por ejemplo, Muchas organizaciones alcanzan excelentes resultados económicos,
los mismos que no se reflejan en mejores condiciones de trabajo para sus
44

colaboradores. ¿Verdad? En este caso, no se respeta el principio de los beneficios


compartidos. Y ¿no es cierto, también, que muchas empresas alcanzan sus
resultados económicos, no por mayor productividad o inversión, sino por restringir
beneficios que legítimamente le correspondería a sus trabajadores?. ¿Podríamos
decir que aquello es un comportamiento ético de estas empresas?

Y que podemos decir de los directivos, ¿Influyen en el contexto organizacional y


por ende en el desempeño de sus colaboradores? Investigaciones recientes
indican que el comportamiento de los supervisores y jefes de primera línea es, tal
vez, uno de los factores más críticos para el éxito de cualquier organización.

El rendimiento de la organización esta basado en el de sus empleados, y nada es


más importante para elevar tal rendimiento que la influencia de los supervisores
directos. Y ¿Cómo influyen los supervisores en el desempeño de sus
colaboradores? Básicamente de dos maneras. Una de ellas es a través de sus
estilos de dirección, si es que estos están en función al grado de preparación de
sus colaboradores y si el contexto es de baja o alta incertidumbre.

La segunda manera como un supervisor afecta el desempeño de sus


colaboradores es a través de su comportamiento, en el sentido si es una persona
con un comportamiento confiable, integro, coherente e interesado en el desarrollo
de sus colaboradores. No es acaso cierto que, en muchas oportunidades, los
directivos solicitan de sus colaboradores iniciativa, creatividad, compromiso, sin
embargo son los primeros en buscar responsables y asignar culpas cuando los
resultados no han sido favorables ¿Afecta este tipo de comportamientos el
contexto organizacional? ¿Tiene relación con la ética?

La respuesta es si en ambos casos. La vinculación con la ética se genera en la


medida que se esta afectando un conjunto de elementos que configuran lo que se
ha denominado capital social, concepto que desarrollaremos en el acápite
siguiente.

¿Qué es capital social y cuál es su relación con el contexto organizacional?

¿Cuál es la diferencia entre aquellas sociedades que han alcanzado desarrollo


humano versus aquellas que sólo han alcanzando o están trabajando por alcanzar
desarrollo económico? De acuerdo a investigaciones, que datan del año 1994, la
explicación estaría en el concepto de capital social. ¿Qué es capital social?

Entendemos Capital Social “como un fenómeno subjetivo, compuesto de valores y


actitudes que influencian cómo las personas se relacionan entre sí. Incluye
confianza, normas de reciprocidad, actitudes y valores que ayudan a las personas
(líderes, managers y colaboradores) a trascender relaciones conflictivas y
competitivas para conformar relaciones de cooperación y ayuda mutua” 2

2
Entendiendo el Capital Social por Kenneth Newton (1997)
45

Un Capital Social cohesionado promoverá, entonces, una interacción sinérgica


entre lideres, directivos y colaboradores, como resultado de la manifestación de
conductas y comportamientos que reflejen confianza, solidaridad y reciprocidad
basados en principios universales y altos valores éticos como plataforma para
alcanzar la efectividad organizacional.

Una organización con un fuerte capital social proveerá el contexto organizacional


adecuado para que el capital humano pueda convertirse en fuente de ventaja
competitiva. Y ¿Cuál es su relación con la ética?

La ética…componente principal del capital social

Hemos señalado en el párrafo precedente que capital social esta conformada por
un conjunto de elementos tales como capacidad de asociatividad, grado de
confianza, normas de reciprocidad y actitudes que favorecen un contexto que
fomenta la cooperación, el trabajo en equipo, el interesarse por los otros, lo que
definitivamente disminuye la competencia desleal, los conflictos entre equipos y el
personalismo excesivo. En síntesis, al escudriñar el concepto de capital social
estamos haciendo referencia a principios y valores éticos que son promovidos por
los integrantes de una comunidad u organización y que lo incorporan como parte
de su cultura.

Estudios realizados han determinado una correlación muy estrecha entre capital
social y desarrollo humano. Por ejemplo, los países nórdicos son países que
alcanzando niveles muy altos de solidaridad y confianza entre sus miembros, de
tal manera que los índices de corrupción y delincuencia son muy bajos así como
los costos de transacción para formar empresas. Sin embargo, sus parámetros no
están en sus leyes o códigos escritos sino en su cultura, en su idiosincrasia.

Los investigadores del capital social también dan ejemplos latinoamericanos,


siendo uno de ellos la comunidad de Villa el Salvador en Lima (Perú).
Anteriormente era un arenal que no generaba ningún interés. No obstante, un
grupo de personas, en su gran mayoría peruanos que venían de la sierra del Perú,
lo convirtieron en un polo de desarrollo ¿Cómo lo lograron? En base a principios y
valores éticos como el bien común, el interés por los otros, el trabajo
mancomunado así como su capacidad de asociatividad en función a objetivos
comunes. Se creo un ambiente de confianza donde todos se sentían impulsados a
desplegar sus mejores esfuerzos y capacidades por construir un lugar digno
donde vivir.

¿Qué hay de nuestras organizaciones? ¿Existe capital social al interior de las


mismas? ¿Se respira confianza o incertidumbre? ¿Apatía o interés por los otros?
¿Asociatividad o personalismo extremo? En cada uno de estos casos estamos
hablando de comportamientos éticos o faltos de ética.
46

¿Cómo construir un contexto organizacional que coadyuve a un crecimiento


ético?

Crecer éticamente significa ser una mejor persona, incorporar aprendizajes


positivos, interesarme por los otros, asumir mi responsabilidad como parte de una
comunidad. ¿Cómo crecimos éticamente en nuestros primeros años de
formación? Evidentemente, el núcleo familiar cumplió un papel fundamental en
nuestro desarrollo, en nuestra concepción de lo que era bueno y lo que era malo,
en la puesta en práctica de una serie de valores verdaderos que nos ayudaron a
ser mejores personas. Sin embargo, ¿Cómo los aprendimos? ¿Sólo escuchando
consejos, discursos, sermones sobre aquello que debíamos de hacer y aquello
que deberíamos de evitar? Definitivamente que no. Aprendimos, por sobre todas
las cosas, observando la conducta de nuestros padres, lo que ellos hacían.
Éramos muy acuciosos y en nuestras mentes quedaban grabadas esas lecciones
no verbales cuando nuestros padres “vivían” lo que nos enseñaban.

Un artículo sobre la disciplina publicado en la revista The Atlantic Monthly decía en


la introducción: “Solo puede esperarse que un niño se comporte bien si sus padres
viven de acuerdo con los valores que enseñan”. Fue así como aprendimos valores
como el trabajo, la responsabilidad, la generosidad, la disciplina, la honestidad, el
amor, entre otros.

En síntesis, la ética lo aprendimos no sólo por “discursos” sino, primordialmente,


por las excelentes practicas éticas de nuestros padres y demás referentes
familiares. ¿Por qué tendría que ser diferente en el trabajo?

Lo anterior exige que en nuestras organizaciones pasemos del discurso a la


acción y que todos asumamos nuestra responsabilidad con la construcción de un
sólido capital social, convirtiéndonos en referentes en la manifestación de
conductas virtuosas.
47

CAPITULO VII

NUESTRA RESPONSABILIDAD CON LA CONSTRUCCIÓN DE


UN SÓLIDO CAPITAL SOCIAL

De una ética de las normas a una comunidad de prácticas éticas

Como señalamos en el capitulo cinco, alcanzar la excelencia organizacional


implica mucho más que sólo ser eficaces y eficientes, es imprescindible incorporar
la “ética de los fines” como un medio para asegurarnos que todo lo que hagamos
como organización este dentro del marco de lo correcto. Lo anterior implica
desarrollar una cultura ética que impregne los modos de ser y hacer de todo el
personal de la organización, desde el más alto directivo hasta el trabajador más
modesto.

Es por ello que muchas organizaciones se han preocupado por diseñar sus
idearios éticos así como su código de valores. Asimismo han desplegado sus
esfuerzos en transmitir estas normas a todo su personal persuadiéndolos a la
lectura de los mismos así como a su comprensión y aceptación a través de
seminarios o talleres de ética. Sin embargo, en el propósito de construir una
cultura ética ¿Sera suficiente con una ética de las normas?

Un ideario o código de ética así como un enunciado de los valores institucionales


siempre es una ayuda para una cabal comprensión sobre lo que se espera de un
colaborador. Asimismo, saber, con certeza, cuáles son los valores institucionales
nos permitirá determinar hasta que punto existe un alineamiento entres estos y los
nuestros. No obstante ¿Será suficiente la comprensión intelectual de estas normas
para ayudarnos a crecer éticamente en nuestras organizaciones o empresas?
¿Fue así como aprendimos a crecer éticamente en los inicios de nuestro proceso
de formación?

Lo cierto es que desarrollar una competencia incluye mucho más que solo
conocimientos, exige desarrollar habilidades lo cual implica necesariamente dos
condiciones: ejercitarnos en el desarrollo de una buena práctica, hasta convertirlo
en un hábito, y tener un modelo de actuación sobre como lo han hecho otros de
manera exitosa. No atender estas condiciones estrechamente vinculadas con el
aprendizaje implicará no desarrollar competencias, en este caso de orden moral.

Esta concepción del aprendizaje de la ética de ninguna manera esa nueva. Ya en


el siglo IV a. E.C. en “Ética a Nicómaco”, Aristóteles decía: “La ética…procede de
las costumbre. De ahí que las virtudes no se produzcan ni por naturaleza ni contra
naturaleza, sino que nuestra naturaleza pueda recibirlas y perfeccionarlas
mediante la costumbre”.
48

“Adquirimos las virtudes después de haberlas previamente practicado. Con ellas


sucede lo que con todas las demás artes; porque las cosas que no se pueden
hacer sino después de haberlas aprendido, no las aprendemos sino
practicándolas; y así uno se hace arquitecto, construyendo; se hace músico,
componiendo música. De igual modo se hace uno justo, practicando la justicia;
sabio, cultivando la sabiduría; valiente, ejercitando el valor”.

Cuanta razón tenía Aristóteles, sólo leyendo o escuchando no aprenderemos a


vivir éticamente, es imprescindible practicarlo y no sólo una vez sino muchas
veces hasta que uno haya desarrollado completamente sus facultades de vivir de
acuerdo a principios y valores verdaderos. Y sabemos que ser íntegros a nuestra
brújula moral no es sencillo especialmente en estos tiempos cuando los valores se
han distorsionado y todo se relativiza. Definitivamente, es mucho más cómodo
hacer “paréntesis” en la vida con respecto a nuestros principios, amoldándose o
complaciendo a los demás, que aferrarse a ellos, aun sabiendo que en el corto
plazo “perdamos”. Cierto, tal vez perdamos alguna posición o ventaja pero
habremos ganado como personas al desarrollar virtudes como la integridad.

Y ser virtuosos no es sencillo. Exige esfuerzo, sacrificio, abnegación, disciplina,


mantener una firme resolución por hacer lo correcto, todo lo cual implica fortalecer
nuestro carácter.

Al respeto, Aristóteles seguía diciendo “La virtud no es innata al hombre, como lo


son las pasiones, instintos o tendencias. Si fueran propias de nuestra naturaleza,
todos seríamos virtuosos por el mero hecho de ser hombres, y esto, desde luego,
no ocurre. Pero aunque no es un don de la naturaleza, la virtud tampoco es una
ciencia, como sostenían los socráticos y Platón. No por conocer qué es el bien o
qué es la justicia somos buenos o justos. No realizamos la templanza por el mero
hecho de tener conocimiento sobre qué sea ella…La virtud implica voluntad, obrar
a sabiendas, con conciencia…Nos acostumbramos a algo cuando repetidamente
obramos de tal manera que se convierte en un hábito de nuestra conducta. No
podremos ser justos sólo conociendo qué es la justicia. Debemos ejercitarla y
practicarla hasta convertirla en un hábito de nuestro comportamiento”.

La virtud esta vinculada con la voluntad, con un esfuerzo consiente por hacer lo
correcto. Sin embargo, ¿Existe alguna ayuda al respecto? Por supuesto que sí.
Tener un modelo de referencia es fundamental. Fue cierto en un inicio cuando
éramos niños o jóvenes y también es cierto ahora que somos adultos. Aristóteles
también reconoció la importancia de los maestros.

Él dijo: “las mismas causas y los mismos medios producen y destruyen toda virtud,
lo mismos que las artes, pues tocando música se hacen tanto los buenos como los
malos músicos, y de manera análoga los constructores de casas y todo lo demás;
pues construyendo bien serán buenos constructores, y construyendo mal, malos.
Si no fuera así, no habría necesidad de maestros, sino que todos serían de
nacimiento buenos y malos. Y este es el caso también de las virtudes, pues por
nuestra actuación en las transacciones con los demás hombres nos
49

hacemos justos e injustos. En una palabra, los modos de ser surgen de las
operaciones con los semejantes….El fin no radica en contemplar y conocer
todas las cosas, sino más bien en realizarlos…Entonces, con respecto a la virtud
no basta con conocerla, sino que hemos de procurar tenerla y practicarla”.

“Si no fuera así, no habría necesidad de maestros”, con estas palabras Aristóteles
resalto la necesidad de contar con personas que se constituyan en referentes de
actuación en cada una de las comunidades donde nos desarrollamos, siendo el
ámbito laboral uno de ellos. No es que vamos a imitar a estas personas como si
fuéramos idénticos a ellos. La vida es muy compleja y las circunstancias
personales son diferentes sin embargo los principios y los valores verdaderos en
esencia son los mismos así como nuestro objetivo de alcanzar la plenitud y, por
ende, la felicidad. Observar como estas personas han vivido en función a una ética
de las virtudes y como se han mantenido íntegros, firmes y leales a sus
convicciones siempre es una valiosa ayuda que sirve de estimulo e inspiración.

Siempre ha habido maestros. Desde la antigüedad, los aprendices se hacían


diestros de la mano de sus guías, tutores o mentores. El aprendiz de carpintero
así como el aprendiz de construcción y demás aprendices, de cuanto oficio
existiera, necesitaban siempre de un maestro. Aristóteles mismo fue maestro de
Alejandro Magno, quien dijo de este: “debo la vida al rey Filipo (su padre) pero a
Aristóteles la manera de vivir dignamente”.

Y como aprendemos a “vivir dignamente”. Aristóteles menciono: “por nuestra


actuación en las transacciones con los demás hombres nos hacemos justos e
injustos. En una palabra, los modos de ser surgen de las operaciones con los
semejantes”. ¿Qué implican estas palabras? Que no podremos aprender a vivir
dignamente solos, sin relacionarnos con otros. Es justamente en nuestra relación
con otros como nos hacemos justos o injustos, mejores personas o peores
personas. Nadie ha llegado a ser una mejor persona centrándose en si mismo,
aislándose, viviendo de espalda a los demás. En las “transacciones con los
demás” se presentan innumerables oportunidades para seguir creciendo como
personas. Asimismo, en nuestras “operaciones con los semejantes” es cuando
aprendemos de aquellas personas que viven en función a una “ética de las
virtudes”.

Queda claro entonces que desarrollar una cultura ética implica mucho más que
sólo una ética de las normas, sustentado en códigos, idearios así como seminarios
sobre comportamiento ético. Necesitamos conformar comunidades que favorezcan
la manifestación de prácticas éticas, vale decir conductas, hábitos, costumbres,
valores y actitudes que estén en conformidad con una “ética de las virtudes”.
Todos tenemos que percibir y corroborar que los valores institucionales así como
los códigos de ética institucional no son palabras vacías que se enmarcan en
cuadros que adornan las oficinas de los directivos sino que efectivamente se
convierten en valores gobernantes para la organización. Se debería percibir que
en los procesos y en las prácticas de dirección de personas existe una genuina
voluntad por promover el crecimiento ético de las personas y de todos aquellos
50

que se vinculan con la organización. No sólo importarán la eficacia y la eficiencia


sino también la ética. Al respecto son muy oportunas las palabras de Amitai
Etzioni, en la Tercera Vía: Hacia una buena sociedad, quien dijo: “las experiencia
directas y los mensajes recibidos son mas importantes para la formación del
carácter que las lecciones magistrales de ética y civismo”

El rol de los directivos y los colaboradores en la construcción de una


comunidad de prácticas éticas

¿Quiénes son los responsables de convertirse en referentes dentro de las


organizaciones, en lo que respecta a construir comunidades de prácticas éticas?

Si bien es cierto que todos tenemos esta responsabilidad, los que tienen que
señalar el norte en sus respectivas organizaciones y movilizar a las personas en el
logro de objetivos trascendentes son quienes deberían estar a la vanguardia en la
manifestación de virtudes morales. Sí, son los directivos, cualquiera sea su
denominación, quienes deberían ser los abanderados en la manifestación de
valores personales e institucionales. Ellos logran los resultados deseados, a través
de sus colaboradores, maximizando sus fortalezas, dotándoles de poder,
autonomía y motivándolos con el ejemplo, entre otras buenas practicas. En ese
sentido, Henry Mintzberg afirmó “ningún trabajo es más vital para nuestra
sociedad que el de los directivos. El directivo es el que determina si nuestras
instituciones sociales nos atienden bien o si desperdician nuestros talentos y
recursos”.3

Cierto, los directivos no sólo gestionan procesos y recursos, principalmente


gestionan personas y como tales se esperaría que ellos sean ejemplos en lo que
respecta a virtudes morales, porque es sobre la base de estas virtudes que
construirán su autoridad.

Asimismo, Heskett y Passer, en su libro The Service Profit Chain (Al Servicio de la
Cadena de Valor), alegaron que sin importar cual sea el tipo de negocio, “la única
manera de generar ventajas competitivas, y la consiguiente rentabilidad, es
construir un ambiente laboral que atraiga, concentre y retenga a los empleados
talentosos”. Y ¿Quién es el primer responsable de construir y mantener este
ambiente de trabajo motivador y que genere compromiso? La pregunta sólo
admite una respuesta: Los directivos.

Su responsabilidad como gestores de personas los obliga a constituirse en


ejemplo para sus colaboradores en lo que respecta a virtudes morales. Esto no
implica que no cometerán errores, sabemos que ello es imposible. Sin embargo,
tendrán que percibirse con claridad un genuino interés por actuar en conformidad
con lo que dicen, manifestando integridad.

3
Harvard Business Review (Liderazgo) El trabajo del Directivo pag. 34
51

Y los colaboradores ¿Cuál es su rol en la construcción de una comunidad de


practicas éticas? Están exceptuados de esta responsabilidad.

En lo absoluto. Sin bien es cierto los primeros llamados serán los directivos, nadie,
en realidad, puede y debe mantenerse al margen de esta necesidad.

Como vimos en los capítulos anteriores cada persona debe asumir su propia
responsabilidad con la necesidad humana de ser cada día mejores. No somos
seres que están condicionados y que necesariamente deben de ajustarse al
contexto por más que este no sea favorable. Somos libres y nos determinamos a
nosotros mismos, en consecuencia tenemos un compromiso con nuestro
crecimiento lo que exige que sigamos desarrollando nuestras virtudes morales,
actuando y de ser el caso, obligándonos a actuar correctamente, en función a
nuestra brújula moral.

Todo cambio empieza con transformación personal. La persona proactiva no


esperará que los demás cambien para empezar a cambiar. Independientemente
del contexto, él se esforzará por vivir de acuerdo a sus principios y valores. No
tendrá poder pero nunca perderá de vista el hecho de que tiene un círculo de
influencia que empieza por si mimo, a través del cual podrá impactar
positivamente sobre el contexto. En ese sentido, siempre cuidarán de relacionarse
responsablemente con los demás, manifestando lo mejor de cada uno, buscando
el beneficio mutuo, considerando que no trabajan en función a relaciones de corto
plazo sino más bien de largo plazo.

Y ¿En que aspectos tendrán que ser ejemplos tanto los directivos como los
colaboradores al interior de las organizaciones? Al respecto, Aristóteles sigue
ayudándonos e identifica una serie de virtudes que se constituirían en plataforma
para un comportamiento virtuoso que busque y promueva la felicidad. Estas
virtudes son:

 Templanza
 Fortaleza
 Generosidad
 Justicia
 Prudencia y
 Sabiduría

¿En que consiste cada una de ellas? Veamos:

Templanza
Una persona que busca la excelencia tendrá que tener la suficiente templanza
para conducirse con moderación no sucumbiendo ante los apetitos de los
sentidos, más aun cuando estos no correspondan. Se esforzará por ajustar sus
deseos a la razón.
52

Cuan necesario es esta virtud hoy en día. Los medios nos invaden con un
mensaje muy sugestivo: “Date gusto, tienes derecho, te lo mereces”. El resultado,
hoy existe una cultura de autocomplacencia, todo lo queremos para hoy ¿Por qué
esperar? ¡Estas en tu derecho! En el campo laboral este deseo desbordante por
querer alcanzar lo que consideramos “es nuestro” ha llevado a que muchos
aceleren su “progreso”, muchas veces a costa de si mismos, al claudicar en sus
principios y valores, y también a costa de otros, al considerarlos como recursos.

Fortaleza
La vida no es una carrera de cien metros planos donde sólo se exija velocidad. Si
así fuera ante la primera caída habríamos perdido la “carrera”. En realidad nuestra
vida es como una maratón, requiere esfuerzo, sacrificio, constancia, lucha, un
levantarse tras una derrota o caída. Los problemas hacen aflorar nuestra fortaleza.
En efecto, los forjan. Es gracias a los problemas a través de los cuales podemos
crecer, en todo sentido. Se fomenta el crecimiento del espíritu humano desafiando
y estimulando su capacidad para resolver los problemas de la vida. Sin embargo,
el único que podrá lograrlo es una persona con fortaleza, que no sucumba ante los
problemas sino que se levante mas fuerte que antes porque ahora tendrá la
ventaja de haber aprendido.

Generosidad
Una persona que practica la virtud de la generosidad se hace querer. No sólo
cuida sus intereses sino también los intereses los demás. Ha superado el
paradigma de la escases, es decir “lo que te doy es lo que pierdo”, por el contrario
tiene una mentalidad de abundancia, “hay para todos”. Una persona generosa no
sólo comparte recursos físicos, de hecho en el ámbito laboral, en estricto, no
habría necesidad de ello, siendo que todos reciben un justiprecio por sus servicios.
En consecuencia esta dispuesto a compartir lo más valioso: su tiempo, sus
talentos, sus conocimientos y experiencias, en suma comparte con generosidad
todo aquello que ayudará a que los demás sigan creciendo como personas ¿El
resultado? No sólo crecerán los demás, él también crecerá porque se habrá
desarrollado como ser humano, al afinar sus virtudes.

Justicia
¿Qué implica ser justo? Dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece.
¿Somos justos en este sentido, más aun si somos gestores de personas? A la luz
de los estudios de clima y demás investigaciones realizadas la respuesta es no.

Y la respuesta que dan muchos directivos es: ¿Por qué habría de tratarlo de
manera diferente? Soy justo, trato a todos por igual. Nadie me va culpar de
parcialidad”. Sin embargo no hay nada más injusto que tratar por igual a personas
que son diferentes. Todos somos diferentes, tenemos una identidad muy particular
y en consecuencia nuestras motivaciones y necesidades no serán las mismas. La
persona justa reconoce estas diferencias y trata a cada quien según lo que le
corresponda o pertenece.
53

Prudencia
Ser prudente implica ser sensato, ejercer buen juicio, discernir y distinguir lo que
es bueno o malo, y actuar en conformidad con ello. Una persona prudente
evaluará las consecuencias de sus respuestas y comportamientos, no sólo en si
mismo sino también en los demás.

Una persona prudente es lo opuesto a una persona temeraria más aun cuando
dirige personas, y además gestiona recursos que no son suyos sino que
pertenecen a la sociedad, y con especial interés a los diferentes grupos de interés
de la organización.

Sabiduría
La filosofía es un término derivado del griego que significa “amor por la sabiduría”,
por lo que la relación entre filosofía y sabiduría es muy estrecha. ¿Qué significa
sabiduría? En términos sencillos es la aplicación del conocimiento. No es más
sabio quien más sabe sino quien aplica lo poco o lo mucho que sabe. ¿A cuantas
personas conocemos que tienen un amplio conocimiento sobre muchas materias
pero carecen de la capacidad para aplicarlos en sus vidas?

Sabiduría implica tener conocimiento práctico sobre como vivir la vida, lo que
algunos poetas han llamado el “arte de vivir”. Una sabiduría de este tipo es lo que
necesitamos para saber vivir.

Sin embargo a estas virtudes cardinales sumaria, como una modesta contribución,
dos virtudes más:

 Integridad y
 Amor

Integridad
Una persona virtuosa debe ser ejemplo de integridad y además ser percibido
como tal. Ello implica que su “discurso” sea congruente con su actuación diaria.
Como gestor de personas, no temerá reconocer los logros y victorias de su equipo
de trabajo, se alegrará porque los vera como suyos. Asimismo, asumirá con
responsabilidad los fracasos de su equipo, al ser el líder del equipo. Actitudes
diferentes como asumir todo el merito ante el éxito y deslindar su responsabilidad
ante los fracasos, asignando culpas a terceros, conllevará a la perdida de
identificación, respeto y compromiso de sus colaboradores, por falta de integridad
del gestor.

Amor
Tenemos la necesidad de dar y recibir afecto. Es parte de nuestra naturaleza, por
lo que esta necesidad tiene que ser cubierta en cada uno de los ámbitos de
nuestra vida, incluso el laboral. ¿Cómo se cubre esta necesidad en este ámbito?
Básicamente, de dos maneras. En primer lugar al interesarnos en el bienestar de
nuestros colaboradores. No los vemos desde una perspectiva utilitarista, es decir
“eres valioso por lo que produces”. El valor de una persona esta en su propia
54

condición de ser humano y una persona virtuosa sabrá reconocer este valor. Por
eso mismo, siempre se mostrará dispuesto a servirlos propiciando su crecimiento,
dando retroalimentación, siendo un desarrollador de personas (coach).

La amistad es otra manifestación del amor o el aprecio en el trabajo. La amistad


surge de lo anterior, vale decir de un interés sincero en el bienestar del otro, lo que
implica escuchar, conocer, dar de su tiempo a la otra persona. La respuesta será
gratitud, reconocimiento, amistad. Esta virtud crece en un ambiente donde hay
confianza.

En la medida que todos en la organización se esfuercen concienzudamente por


desarrollar y practicar cada una de estas virtudes estarán haciendo su parte por
construir una comunidad de excelentes prácticas éticas

Convirtiéndonos en referentes al construir y fortalecer nuestra autoridad

Hemos determinado la necesidad de que todos asumamos nuestra


responsabilidad con la construcción de un contexto organizacional que coadyuve a
un crecimiento ético. Asimismo, hemos identificado aquellas virtudes que tenemos
que desarrollar o afinar en nuestro proceso de crecimiento ético. ¿Cuál será el
resultado de este esfuerzo consiente y permanente? El resultado sólo podrá ser el
fortalecimiento de nuestra autoridad.

Tal vez no tengamos poder sin embargo tener autoridad esta a nuestro alcance.
¿Cuál es la diferencia? El poder “viene de afuera”. Se configura cuando la
organización nos asigna un cargo, un puesto y ocupamos un lugar en la estructura
jerárquica de la organización.

La autoridad no viene de afuera, por el contrario “viene de adentro” en el sentido


que uno mismo lo construye al enseñar con el ejemplo, al ser integro, al actuar con
coherencia, al ser generoso, al cuidar los intereses de los demás así como el
propio. Cuando los colaboradores perciben estas cualidades y virtudes te asignan
liderazgo porque eres una persona con autoridad. Y esta autoridad puede crecer y
seguir creciendo y con ello aumentando nuestro circulo de influencia,
incrementándose nuestra capacidad de influir sobre los demás y con ello también
nuestra responsabilidad ante los demás por las expectativas generadas en nuestro
rol de líder. El liderazgo y la autoridad se vinculan directamente. No puede haber
liderazgo sin autoridad. Los líderes influyen sobre los demás sobre la base de su
autoridad, los otros “influyen” sobre la base de su poder por lo que la base de su
influencia es el temor (castigo) o la recompensa (premio).

¿Cómo saber que tipo de influencia ejercemos sobre ellos? He aquí algunas
preguntas que nos ayudarán a reflexionar al respecto:

 ¿Sus colaboradores le obedecen o lo siguen?


 En su relación con ellos ¿Es su poder lo que prevalece o su autoridad por lo
que es y representa?
55

 ¿En que medida lo perciben como una persona integra y coherente?


 ¿Es evidente ante los demás que usted esta interesado en el desarrollo de
sus colaboradores?
 ¿Los trata a cada uno de acuerdo a su grado de madurez y competencia?

Josef Pieper dijo en una oportunidad: “Una cosa es siempre valida: cuando el
poder no salvaguarda la justicia, surge fatalmente la injusticia; y no hay desgracia
más desesperada en el mundo de los hombres que el ejercicio injusto del poder”.

Cuidémonos de no hacer uso injusto de nuestro poder, al usarlo


innecesariamente. No “asfixiemos” a nuestros colaboradores quitándoles
autonomía cuando lo que corresponde es otorgársela. Asimismo, nunca usemos
nuestro poder para nuestro beneficio egoísta. Es la manera más grotesca de
perder autoridad por hacer mal uso del poder. Construyamos nuestra autoridad y
cuidémosla porque es la esencia de nuestro liderazgo interpersonal.

CAPITULO VIII

MIRANDO MÁS ALLA DE NUESTRAS ORGANIZACIONES

Hemos señalado en más de una oportunidad que somos parte de una sociedad y
como tal tenemos una responsabilidad como individuos y como parte de nuestras
organizaciones. En ese sentido, como país latinoamericano lo que sucede en
nuestro país es un reflejo de América Latina. Y ¿Qué esta sucediendo en el
aspecto social? ¿Tiene aquello relación con la ética? Analicemos esta situación.

Según el ultimo informe del Panorama Social en América Latina, publicado en


Noviembre del 2007, se informo: “En el último cuatrienio (2003-2007) se ha
registrado el mayor crecimiento del PBI por habitante desde los años setenta. De
acuerdo con estimaciones de la CEPAL, esta tendencia continuará en 2008, lo que
completaría cinco años consecutivos con un crecimiento del PBI por habitante
superior al 3% anual. De esta manera se ha logrado avanzar en la reducción de la
pobreza, ha disminuido el desempleo y en algunos países ha mejorado la
distribución del ingreso. Sin embargo, permanecen varios problemas y rezagos
respecto de otras regiones. La desigualdad socioeconómica sigue siendo
extremadamente alta. El gasto social, que creció ostensiblemente en la década
pasada, ha tendido a estabilizarse en relación con el PBI y aún no basta para
cubrir las necesidades sociales. Asimismo, persisten las corrientes migratorias
provocadas por los desiguales niveles de desarrollo de las diversas localidades y
regiones de los países”.
56

Según este mismo informe, las últimas estimaciones disponibles para los países
de América Latina, correspondientes al año 2006, indican que en ese año un
36,5% de la población de la región se encontraba en situación de pobreza. Por su
parte, la extrema pobreza o indigencia abarcaba a un 13,4% de la población. Así,
el total de pobres alcanzaba los 194 millones de personas, de las cuales 71
millones eran indigentes.

América Latina: una de las regiones más desiguales del planeta

En estos últimos años el crecimiento económico ha sido muy significativo en


América Latina, sin embargo no ha permitido reducir los niveles de desigualdad y
pobreza, al contrario, lo que se ha consolidado con esta bonanza económica ha
sido el incremento del patrimonio financiero de los ricos de América Latina, incluso
en mayor proporción que el crecimiento del patrimonio financiero de los ricos de
las demás regiones del mundo.

En ese sentido, de acuerdo a los estudios de Merry Lynch el Incremento del


Patrimonio Financiero de los Ricos, en el trienio del año 2005 al 2008 es el
siguiente:

Incremento del Patrimonio Financiero 2005 - 2008

Región del Mundo Incremento


América Latina 20%
Medio Oriente 17%
África 14%
Asia 12%
Unión Europea 5%
Estados Unidos de Norteamérica 4%

De acuerdo a estos mismo estudios, el incremento del patrimonio financiero de los


ricos de América Latina, durante el periodo 2005 – 2008, fue del 11% versus el
incremento del patrimonio de los ricos del resto del mundo que estuve en el orden
del 7%.

No sorprende entonces el descontento de la inmensa mayoría de la población a


quienes se les vendía la idea de que en términos macroeconómicos le iba muy
bien al país y que en el corto plazo ese crecimiento económico les afectaría
positivamente. No llego, en la media que se esperaba, esa mejora y para agravar
la situación se incrementaron los precios de la canasta familiar producto de la
crisis financiera internacional.
57

Sin embargo esta situación no es nueva. Hace un tiempo, el prestigioso New York
Times caracterizo el descontento generalizado en los siguientes términos: los
“sueños económicos se han transformado…millones están haciendo sentir sus
voces…contra el experimento económico de la última década…Muchos creen que
las reformas han enriquecido a funcionarios corruptos y a multinacionales de
rostro desconocido y han fallado en mejorar sus vidas”

¿Qué paso? Los países latinoamericanos no se esforzaron por encontrar una


solución a su medida, pensando en la situación específica de los más necesitados
en sus respectivos países. Por el contrario, optaron por aplicar políticas
económicas que correspondían a recetas foráneas, en este caso las formuladas
por el Consenso de Washintong, con resultados muy por debajo de las
expectativas. Por ello la CEPAL se refirió al periodo de 1997 al 2002 como la
“media década perdida para el crecimiento”.
.
¿A que se deben estas grandes desigualdades sociales en América Latina? ¿Por
qué los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres en una región del
mundo, como América Latina, con abundantes riquezas naturales?

La respuesta es muy vinculada con la ética. ¿Por qué? Como nunca antes los
diferentes estados latinoamericanos cuentan con suficientes recursos económicos
para iniciar programas serios de lucha contra la pobreza, sin embargo lo que falta,
en muchos casos, es decisión política para emprenderlos así como una
administración pública efectiva que gestione adecuadamente estos recursos para
beneficio de los más necesitados. Asimismo, no existen políticas públicas
destinadas a reducir las desigualdades de ingreso ni de oportunidades. Entre las
políticas para reducir las desigualdades de ingreso por ejemplo debería estar una
nueva estructura tributaria que sea más simple, de tal manera que incremente la
base tributaria, considerando las necesidades particulares de las pequeñas y
nuevas empresas y que imponga tasas progresivas y a la vez razonables a los
que más tienen. De esa manera mejoraría la transferencia de recursos de los que
más tienen hacia los que menos tienen.

Y con respecto a la brecha de oportunidades la única manera de ir cerrándola de


manera progresiva es incrementando la inversión social en educación,
alimentación, salud. Existen los recursos, lo que se necesita es funcionarios
públicos con sensibilidad social, y capacidad técnica, para formular e implementar
políticas publicas que consideren las necesidades de los mas desfavorecidos.

¿Cuál es otro de los factores que explica la desigualdad social de América Latina y
que relación tiene con la ética?

Ese factor es la corrupción. Según el Banco Mundial los gastos anuales en


corrupción en todo el globo terráqueo es del 5% del Producto Bruto Mundial y
según caculos de la región esta cifra sería mayor en América Latina.
58

Un estudio de dos investigadores de Harvard, You Jong-Sung y Sanjeev Khagram,


demuestran que existe una estrecha correlación entre desigualdad y corrupción. A
mayor inequidad mayor corrupción. Y se activa el círculo vicioso. La corrupción
perturba el sistema al reducir los niveles de confianza. Asimismo, sustrae activos
que corresponden a la sociedad y afecta las reglas de juego al distorsionarlo o
ajustarlo a los interés particulares de terceros.

El resultado de la corrupción es la agudización de las brechas sociales,


económicas y culturales, la pérdida de confianza en las Instituciones, la erosión
del sentido de pertenencia y el desinterés por los asuntos públicos, todo lo cual
estará generando las condiciones para una mayor exclusión de los pobres.

Que necesitan los excluidos de América Latina: ¿Asistencia o


asistencialismo?

América Latina no es la región más pobre del planeta, aunque resulte paradójico
decirlo considerando sus ingentes recursos naturales, sin embargo, si es la región
más desigual del globo terráqueo, producto de las políticas económicas aplicadas
por los gobiernos de turno durante los últimos años, los cuales revelan falta de
sensibilidad social para con los más pobres. O lo que es lo mismo, el énfasis en lo
eminentemente técnico y económico sobre lo humano.

En América Latina, un gran porcentaje de la población esta excluida de los


beneficios del Sistema, en lo que respecta al acceso al mercado, a la educación, a
la salud de calidad así como a los servicios básicos. No se necesita realizar un
gran esfuerzo para comprender el sentir de un porcentaje muy alto de nuestra
sociedad, que sigue creciendo y que se dice: “que responsabilidad y compromiso
me pueden pedir a mí para con esta sociedad y sus valores cívicos ciudadanos,
como la democracia, la solidaridad, la tolerancia, el respecto por la propiedad
privada y la vida misma, si esta Sociedad y su Sistema se han mostrado
totalmente indolente a mis necesidades”.

Efectivamente, razones no les faltan. Coincidimos que uno de los mejores


sistemas de gobierno es la democracia. Pero que sentido puede tener la
democracia para un marginado cuando este sistema de gobierno, a través de las
últimas décadas, no le ha provisto los medios para que al menos tenga una vida
digna accediendo a servicios tan básicos como agua y desagüe en cada uno de
sus humildes hogares. O que tolerancia les pueden reclamar cuando, en muchas
oportunidades, los estratos más altos de la sociedad los ven muy por debajo del
hombro, considerándolos molestias y elementos que malogran el ornato de las
zonas mas exclusivas de las ciudades. Incluso muchos pobres perciben que en
esta sociedad tan desigual se han trastocado los valores a tal punto que la
propiedad privada y los bienes materiales tienen más valor que la vida misma. Por
ejemplo, si una persona pobre con escasos medios económicos tiene la “mala
fortuna” de sufrir un accidente grave y es trasladado, por cercanía, a una clínica en
lugar de un centro público de salud, sus posibilidades de ser atendido
adecuadamente son mínimas ante la pregunta no formulada, pero reiteradamente
59

pensada, de “si podrá cubrir los gastos en que se incurran para su atención”.
Sabido es que no recibirán la mejor atención, que esta reservada para los que
puedan pagarla. En el caso de un pobre, recibirá la atención mínima necesaria
para que ser trasladado a un hospital donde su suerte no mejorará
sustancialmente ante las precariedades en infraestructura y recursos. Se han dado
casos en los que sencillamente no han sido recibidos en las clínicas, por lo que
muchas ambulancias optan sencillamente por llevarlos a los centros de
emergencia de los hospitales, independientemente de la distancia y del estado de
gravedad del paciente. El valor de la vida pasa a un segundo plano ante el valor
del dinero.

Ante esta realidad es complicado que en una primera evaluación una persona muy
pobre concluya que debe seguir esforzándose por conducirse en conformidad con
lo que la sociedad espera de él. Por el contrario, hasta cierto punto es natural que
manifieste resentimiento ante un Sistema que ha institucionalizado la desigualdad,
como lo señala el Sr. Kliksberg, “en la distribución de los ingresos, en el acceso a
la tierra y otros bienes de capital, en la posibilidad de obtener créditos y en el
campo educativo”.

Y ¿Como se ha manifestado este resentimiento? En su forma más extrema, a


través del “levantamiento en armas” accediendo al llamado de grupos extremistas
que los engatusan con la idea “de que pueden cambiar al mundo, de que pueden
cambiar el sistema y traer abajo las estructuras que fomentan las desigualdades y
la violencia”. Otra de las manifestaciones de este resentimiento es a través del
aumento de la criminalidad especialmente entre los jóvenes así como en estilos de
vida que reflejan un rechazo total a la autoridad y al orden establecido, dada la
falta de justicia social.

Sin embargo, surge la pregunta ¿Están los pobres condenados a siempre


reaccionar de manera negativa ante las circunstancias desfavorables que les a
tocado vivir?, o ¿Tienen la posibilidad de seguir guiando su conducta por
principios y valores éticos?

Los hechos suministraran la respuesta a esta pregunta. Y lo que vemos a diario,


en la gran mayoría de familias pobres, es una lucha constante por vivir con
dignidad, por ganarse el pan con el sudor de su frente, por vivir honradamente, de
acuerdo a sus valores y convicciones. Para ilustrarlo, me remito a una experiencia
que comente tangencialmente en un capitulo anterior pero que ahora desarrollare
con mayor amplitud: la experiencia de Villa el Salvador. Esta comunidad esta
formada por personas que emigraron de las zonas andinas del interior del país a
la ciudad capital en busca de un mejor porvenir, de mejores oportunidades para
los suyos. El Estado no pudo asistirlos. No tenían donde vivir y se contaban por
miles. En conjunto decidieron tomar posesión de una zona a las afueras de la
ciudad que era un arenal sin ningún tipo de infraestructura urbana y de manera
mancomunada, en base a sangre, sudor y lágrimas, pudieron convertir este
enorme arenal en un lugar decente para vivir. Se organizaron, trabajaron como
comunidad, establecieron objetivos comunes para todos, manifestaron solidaridad
60

al apoyarse unos a otros, lo menos pobres con los más pobres, se establecieron
comedores populares donde se cocinaban alimentos en conjunto para miles de
personas, generando ahorro por economías de escala, presionaron en conjunto
para que progresivamente el estado pudiera suministrarle los servicios básicos, de
tal manera que, con el paso de muchos años, pudieron pasar de la pobreza
extrema a la pobreza.

Esta comunidad no fue reactiva. No respondieron negativamente ante una difícil


realidad que les toco vivir. Rechazaron respuestas inadecuadas que iban contra el
bien común, como fue la posibilidad de engrosar las filas de los grupos extremistas
o buscar un medio de vida más fácil, como la delincuencia. Fueron proactivos,
trabajaron arduamente por cambiar sus circunstancias, despertando admiración
nacional e internacional, a tal punto que recibieron reconocimientos dentro y fuera
del país. Hoy, los hijos de estos inmigrantes de las zonas andinas del Perú tienen
una mejor perspectiva de vida porque han aprendido entre otras cosas, el valor de
la asociatividad, de la confianza, de la empresa autogestionaria, del trabajo y del
esfuerzo como medios para salir adelante. Hoy Villa el Salvador es un polo de
desarrollo en la ciudad de Lima. ¿Cuál fue el soporte de este modelo
autogestionario exitoso? Los entendidos dicen que fue el trabajo abnegado y
concienzudo de cada uno de los integrantes de estas familias aunado al espíritu
solidario así como al apoyo mutuo a través de una serie de iniciativas
comunitarias. También se suman la honradez y el apego a sus costumbres y
tradiciones que los amalgamó y cohesionó en la búsqueda de un mejor futuro.

Esta experiencia nos muestra que los pobres de América Latina no necesitan
asistencialismo que crea dependencia. Lo que necesitan es asistencia, apoyo,
soporte que les permita, junto con su creatividad y esfuerzo, salir adelante frente a
los desafíos de sus actuales circunstancias.

En este sentido, es responsabilidad del estado emprender políticas públicas


responsables que manifiesten sensibilidad y solidaridad para con los más pobres.
Y aquellos técnicos y funcionarios que tienen la responsabilidad de tomar
decisiones que afectan la vida de las personas no deberían tomarlas en función
sólo a consideraciones económicas sino también en función a la ética. Es
necesario recordar que la economía es un medio para alcanzar el desarrollo de las
personas. Un desarrollo medido en términos de “oportunidades para los jóvenes,
erradicación de la desnutrición, aumento de la esperanza de vida, acceso a la
salud y educación”, en último término dar más y mejores oportunidades para
todos.

El capital social y el desarrollo de naciones y comunidades

En el capítulo VI del presente documento sostuvimos que el capital social es el


“conjunto de principios y valores éticos que predominan en una sociedad, a su
capacidad de asociatividad, a su grado de confianza así como a su conciencia
cívica”, y que además tiene relación directa con el desarrollo de naciones y
61

comunidades. ¿Cómo se manifiesta el capital social en América Latina en


términos generales?

Al respecto CEPAL informa en su Panorama Social de América Latina 2007, lo


siguiente: “En los últimos años se ha observado un renovado interés por las
“brechas de confianza” que estarían amenazando la legitimidad de las
instituciones y que representan un obstáculo para la inclusión y la cohesión
sociales. La confianza es un aspecto fundamental del capital social y se ha
definido como las expectativas que tienen las personas sobre el resto de los
individuos, las instituciones y el orden social. La confianza en las instituciones
públicas es esencial para la cohesión social; un Estado eficaz y transparente
debería generar confianza ciudadana, tendiendo puentes entre los distintos grupos
sociales y creando oportunidades de movilidad social y espacios de participación.
Por su parte, la falta de confianza en las instituciones estatales debilita el sustento
político para las iniciativas de inclusión, y en situaciones de quiebre institucional
podrían exacerbarse las asimetrías preexistentes y crearse condiciones favorables
al incremento de la delincuencia y la corrupción”.

Efectivamente, el capital social en América Latina, en términos generales, es


pobre, con lo cual no hay continuidad en las políticas de estado. Cada nuevo
gobierno empieza nuevamente, manifestando una mezquindad al desmantelar lo
que se estaba haciendo bien para volver a levantarlo con un nuevo nombre, dado
por el gobierno de turno. No hay capacidad de asociatividad. Y ¿Qué podemos
decir de la confianza y demás valores virtuosos?

El informe Panorama Social en América Latina 2007 comenta al respecto: “…en


un contexto caracterizado por la disminución de la solidaridad, el debilitamiento de
los vínculos comunitarios, el desgaste de los mecanismos empleados por los más
necesitados para enfrentar riesgos, la baja participación social y la escasa
confianza en las instituciones, los pobres se hacen más vulnerables porque tienen
menos recursos para enfrentar las crisis, lo cual puede acentuar la reproducción
de la pobreza”.

Y que hay de la confianza en el futuro, esa confianza que permite mirar el futuro
con optimismo, esa confianza que da ánimo, estimulo para seguir adelante. Al
respecto, el informe sigue diciendo: “…las escasas expectativas sobre el futuro
son expresiones centrales de la exclusión y de la pobreza extrema. En situaciones
de desempleo prolongado, las personas podrían sentirse sin poder para enfrentar
fuerzas que están más allá de su control. Esta lógica puede repetirse al analizar la
situación de quienes participan en la economía informal, donde la pérdida de
esperanzas sobre el futuro obedecería a la permanencia en empleos inseguros y
mal pagados. En opinión de algunos autores, la pobreza se reproduce mediante el
traspaso de creencias y actitudes, y la desesperanza sería uno de los aspectos
más importantes de la experiencia prolongada de marginalidad, mientras que para
otros, tanto las bajas expectativas de movilidad como otras manifestaciones de
deterioro del tejido social se deben en gran parte a los procesos de aislamiento
62

social y concentración de la pobreza en las zonas urbanas, mecanismos que


reproducirían la desigualdad y la privación”.

La evidencia muestra que, a nivel de América Latina, nuestra sociedad esta


fragmentada, que nuestro capital social es muy débil por lo que no existe la
capacidad de aglutinar los esfuerzos de los gobiernos de turno en un mismo
sentido de tal manera que se de continuidad a las políticas públicas. El resultado
es la falta de confianza en las instituciones públicas.

¿Qué se necesita? En parte ya se dio la respuesta cuando se menciono que se


necesita una nueva estructura impositiva, mucho más clara, objetiva y justa.
Asimismo, dijimos que necesitamos una administración pública no sólo eficaz sino
excelente, al incorporar la ética de los fines en su búsqueda de la eficacia y la
eficiencia. Y como señale en su momento una ética de los fines implica hacer las
cosas dentro del marco de lo correcto. ¿Qué implica hacer las cosas dentro del
marco de lo correcto en lo que respecta al diseño de políticas públicas?

Implica diseñar políticas públicas considerando las reales necesidades de las


personas a quienes se dice servir, a los más necesitados de nuestra sociedad. En
consecuencia se revisará y cuestionara aquellas medidas que son diseñadas por
quienes no conocen la realidad de las personas que supuestamente se
beneficiarán del programa, porque las opciones económicas se diseñan desde la
perspectiva desde donde se hace economía.

En ese sentido, es muy oportuno considerar la reflexión de Fernando Montes S.J.,


Rector de la Universidad Alberto Hurtado de Chile quien dijo: “El conocimiento
humano, por objetivo que él sea, está fuertemente influido por la perspectiva
desde el cual se hace. El lugar social colorea la elección de los temas, cuestiona
las soluciones y ciertamente interviene en los acentos. Si esto es verdad en
cualquier parte de la tierra, lo es más en América Latina porque se trata de
sociedades profundamente segmentadas. Los profesionales generalmente
provienen de un grupo social y se relacionan con dicho grupo. Esto se agrava
porque normalmente se tiene como referencia principal el mundo académico de
sociedades desarrolladas. Los académicos repiten lo aprendido en Chicago, con
los matices propios de esa escuela, usando métodos, y mediaciones americanas y
pensando publicar en revistas que avalan la validez académica…La ciencia tiene
algo de universal y no se trata de fomentar un nacionalismo estrecho pero, una
ciencia aplicada, ciencia social como es la economía es necesariamente deudora
de su entorno”.

En consecuencia, el diseño de políticas públicas desde la perspectiva de una ética


de los fines exigirá necesariamente que se tome muy en cuenta el contexto y las
reales necesidades de los más necesitados para quienes, en primer lugar, se
diseñan dichas políticas.
63

ANEXOS

CASO 1

Ludwig van Beethoven

Beethoven nació el 16 de diciembre de 1770 en la ciudad alemana de Bonn en el


seno de una familia humilde. Ludwig van Beethoven es hijo y nieto de músicos. El
abuelo fue director de la orquesta de Bonn, puesto que heredó el padre, no
obstante este nunca pasó de ser un músico mediocre, por lo que se dedico a la
bebida. El padre de Beethoven, muy impresionado por Wolfgang Amadeus Mozart,
quien a los siete años daba conciertos, quería que su hijo siguiera sus pasos. Con
la intención de hacer de Ludwig un nuevo niño prodigio, comienza a enseñarle
piano, órgano y clarinete a temprana edad.

Cuando ya no supo mas que enseñarle, el padre de Beethoven puso a su hijo en


manos de un amigo suyo y colega, y tan borracho como él, Pfeiffer. Muchas veces
al volver a casa los dos amigos, bien entrada la madrugada y bebidos,
despertaban a la criatura, lo levantaban y lo ponían a tocar. Fue un milagro, que
estas clases dadas por dos borrachos, no acabaran con el interés por la música
del niño.

En la escuela, Beethoven era un niño retraído y solitario y en algunas ocasiones


algo sucio. Llevaba bastante retraso en sus estudios en comparación con sus
compañeros de colegio. Era muy torpe en matemáticas y solamente aprendió a
sumar. Sin embargo la genialidad y la fantasía vivían dentro de él, y cuando se
encontraba a solas se sentaba ante el instrumento e improvisaba durante horas,
cosa que no podía hacer estando su padre delante porque le reprendía
duramente.

El joven Lüdwig demuestra un innegable talento musical y sus avances en el


dominio del piano lo llevan a dar su primer concierto a los ocho años. A los once
años Beethoven ya era violinista de una pequeña orquesta de teatro, y a los trece
sustituyó a su maestro en el órgano de la iglesia.

Beethoven encuentra una vía de escape a la presión familiar en 1787 cuando, con
diecisiete años de edad, marcha a la capital austriaca apoyado por su mentor el
conde Waldstein, quien sufraga los gastos que demanda el viaje y lo más
importante, lo convence de sus posibilidades de éxito. Parece que durante este
viaje a Viena, la capital europea de la Música, tuvo lugar un fugaz encuentro con
Mozart, sobre el que mucho se ha dicho: al parecer, Mozart no se impresionó al
comienzo, pero cuando Beethoven empezó a tocar piano, se acercó sigilosamente
64

a la gente que esperaba y dijo: “Recuerden su nombre, ¡este joven hará hablar al
mundo!”.

Durante este viaje sus ilusiones sufren un duro golpe cuando a las pocas semanas
fallece su madre por hambre y se ve obligado a regresar a Bonn. En esta ciudad
alemana Beethoven encuentra un cuadro desolador: su padre esta sumido en el
alcoholismo y es incapaz de cuidar a sus hermanos menores. El joven Lüdwig
asume la responsabilidad y se ve obligado a mantener a su familia tocando el
violín con una orquesta.

Ya en esta época le embargan altos ideales. Escribe, en una hoja, en 1792:


"Wohltuhen, wo man kann, (hacer el bien, donde se pueda)
Freiheit über alles lieben (amar la libertad sobre todas las cosas)
die Wahrheit nie, auch sogar am (la verdad nunca, ni siquiera)
Throne,verleugnen" (por un trono, traicionar)

Con veinticinco años de edad da a conocer sus primeras obras importantes. Había
escrito a esa edad: “¡Valor! A pesar de todas las flaquezas del cuerpo, mi genio
triunfará...Veinticinco años! Los tengo ya, y es necesario que en este año el
hombre se revele todo entero”. Compone entonces tres tríos para piano y tres
sonatas para piano, entre éstas, la op. 13, “Patética”, y la op. 27 Nº 2, “Claro de
Luna”. Además de lo anterior, ofrece su primer concierto público como compositor
profesional. Toda Viena ofrece una gran acogida a su música, en especial la corte,
la nobleza y la iglesia. Escribe, en 1819, en una carta al municipio de Viena:
"Quiero demostrar que todo el que obra bondadosa y noblemente puede, por lo
mismo, sobrellevar el infortunio"

Por esa época se desliga de Haydn, con el que no concuerda musicalmente pero
a quien, a pesar de esto, dedica tres tríos para piano. Secuencialmente recibe
clases secretas de Schenk y del organista de la corte Albrechtsberger. Deja de
escribir para la nobleza y la iglesia y se establece como compositor independiente.
Su música inicial, fresca y ligera, cambia para convertirse en épica y turbulenta,
muy acorde con los tiempos revolucionarios que vivía Europa.

Muy pronto Beethoven dejó de necesitar de los conciertos y recitales de los


salones de la corte para sobrevivir. Los editores se disputaban sus obras; además,
la aristocracia austriaca, avergonzada por la muerte de Mozart en la pobreza, le
asignó una pensión anual. Pero mientras por un lado había resuelto sus
necesidades económicas, por otro lado vivía asustado por la pérdida de sus
capacidades auditivas; debido a ello se entregó a una febril actividad creadora, a
la par de sus penalidades personales producidas por dos desengaños amorosos.

Beethoven pasó los últimos años de su vida casi totalmente aislado por su
sordera, relacionándose solamente con algunos de sus amigos a través de los
"cuadernos de conversación", que le sirvieron como medio de comunicación
cuando ya era del todo sordo.
65

Casi en la miseria, a pesar de tener una gran fortuna en acciones de banco —que
se negaba a gastar por ser para la herencia de Karl, su sobrino—, escribió a sus
amigos en Londres para pedir algún dinero. La respuesta llegó de inmediato, junto
con doscientas libras esterlinas prestadas incondicionalmente. Cuando se difundió
en Viena el estado terminal de Beethoven, todos sus antiguos amigos que aún
vivían acudieron a su domicilio para expresarle sus deseos de una pronta
recuperación, aunque en realidad su propósito era despedirse del envejecido
genio.

A pesar de los cuidados de su médico y el cariño de sus amigos, su salud


empeora. Esos últimos días le acompaña Schubert. Un amigo de ambos le mostró
al moribundo las partituras de Schubert, que Beethoven tuvo oportunidad de
admirar: "La chispa divina brilla en él”, dijo; recordando el comentario que sobre él
hiciera Mozart y haciendo el cumplido que no hiciera a ningún otro músico. El 20
de marzo escribe: "Estoy seguro de que me iré muy pronto". Y el 23, ya
moribundo, exclama: "Aplaudid amigos, comoedia finita est ("La comedia ha
terminado"). Esa misma tarde tomó la pluma para designar a su sobrino Karl
legatario de todos sus bienes.

Murió el 26 de marzo de 1827 en Viena a los 57 años de edad como consecuencia


de una neumonía. Asistieron al entierro más de 20.000 personas, entre las que se
encontraba Schubert, quien cargo su féretro.

En su escritorio de trabajo se encontró el Testamento de Heiligenstadt, redactado


en 1802, a la edad de 32 años, en donde explica a sus hermanos el porqué de su
profunda amargura, “qué gran humillación experimentaba cuando alguien estaba a
mi lado oyendo desde lejos la flauta mientras yo, por el contrario, no podía oír
nada… tales situaciones me llevaron al borde de la desesperación y faltó muy
poco para que acabara con mi vida. Sólo la fuerza del arte me retuvo”. ¡Ah! Me
parecía imposible abandonar este mundo antes de haber realizado todo lo que me
siento obligado a realizar, y así prolongaba esta miserable vida, verdaderamente
miserable, un cuerpo tan irritable que el menor cambio me puede arrojar del
estado mejor al peor. Oh Dios, tú miras desde lo alto en el fondo de mi corazón, y
lo conoces, sabes que en él moran el amor a los demás y el deseo de hacerles el
bien! A ti hermano Carl te doy gracias particularmente por la solicitud de que me
has dado testimonio en los últimos tiempos. Hago votos por que tengáis una vida
feliz, más exenta de cuidados que la mía. Recomendad a vuestros hijos la virtud,
porque sólo ella puede dar la felicidad que no da el dinero. Hablo por experiencia.
Ella me ha sostenido a mí mismo en mi miseria, y a ella debo, tanto como a mi
arte, no haber puesto fin a mi vida por el suicidio ¡Adiós y amaos!”
66

Tópico de Análisis

 Determine como se manifestó en la vida de Beethoven cada uno de los


pilares del modelo de crecimiento ético: Identidad, Libertad, Sentido de Vida
y Responsabilidad.

 Ingrese sus comentarios en el foro. Un comentario por cada pilar

Autor:
Omar Guevara Montesinos
Anterior Coordinador General del Programa de Fortalecimiento Ético de la
Administración Tributaria
MBA por la Universidad del Pacifico
Diplomado en Desarrollo de Habilidades Directivas por la Universidad
Complutense de Madrid
Profesor de Postgrado.
67

CASO 2

MANIFESTANDO VIRTUDES MORALES

Me llamo Mauricio Aguilar y trabajo en uno de los principales bancos del sistema
financiero local. Me considero una persona emprendedora, con mucha iniciativa.
De hecho, ya había desarrollado con éxito cuatro proyectos, los mismos que
habían absorbido buena parte de mi tiempo. Lo que me impulsaba a emprender
este tipo de iniciativas es el mejoramiento o simplificación de los procesos, con el
propósito de mejorar nuestra contribución con el logro de los objetivos del área.

Sin embargo, tengo que reconocer que no siempre me fue muy bien. De hecho, en
una de las primeras iniciativas, por no realizar una evaluación exhaustiva de cada
una de las actividades del proceso, propuse y lidere la implementación de un
proyecto que fracaso, entre otras razones, porque nunca fue percibido
adecuadamente, por lo que fue rechazado. El fracaso de este proyecto de alguna
manera afecto la imagen del área, generando mucho “ruido”. Sergio Hernández,
mi Gerente en el área de Administración, inicialmente no converso conmigo al
encontrarse con una agenda muy apretada, sin embargo me había hecho saber
que mi iniciativa contaba con su apoyo. A los días, llegue a la oficina a las 9.00
a.m. y encontré un mensaje que me informaba que Sergio me había llamado
media hora antes. Apresuradamente me dirigí a su oficina, muy preocupado,
diciéndome a mi mismo “a mala hora se me ocurrió emprender una iniciativa de
ese tipo”. Estaba convencido que la iba a pasar muy mal, de seguro que este
incidente afectaría mi evaluación. Para mi gran sorpresa, Sergio empezó
felicitándome por mi iniciativa de emprender proyectos de mejora. Hasta ahora
recuerdo con exactitud lo que me dijo: “Hacer nuevos negocios, emprender
nuevos proyectos, o mejorar los existentes, significa tomar decisiones, y uno no
toma decisiones sin cometer errores. Ahora, no vuelvas a cometer el mismo error,
pero, por favor, asegúrate de cometer otros errores”. Aquella experiencia fue muy
importante para mi. Aprendí mucho más de ese fracaso que de las experiencias
exitosas posteriores.

Sergio era una persona que, por lo general, siempre se daba tiempo para
conversar con nosotros. Nos llamaba a su oficina, nos preguntaba sobre los
problemas y necesidades del área y siempre tiene palabras de estimulo. Nos daba
confianza. Siempre nos decía que su principal responsabilidad era gestionar
talento, por lo que siempre buscaba oportunidades para que pudiéramos
desarrollar proyectos e iniciativas estratégicas. Nos hace sentir parte de un
equipo.

En otra ocasión, Manuel y Juan, compañeros de trabajo en el área, estaban


realizando un trabajo, el cual estaba en su última etapa, y necesitaban dirección
con respecto a su fase de aplicación. Solicitaron a Sergio algunas precisiones, las
cuales fueron dadas sobre la marcha. Se termino el trabajo, los resultados fueron
68

presentados a una instancia superior para su evaluación respectiva.


Lamentablemente, la evaluación no fue favorable. Si bien es cierto, reconocieron
que la metodología empleada fue la correcta, cuestionaron el criterio que
determino la forma en que debía de aplicarse el procedimiento. El Comité
pregunto ¿quiénes participaron en este trabajo?. Hubo segundos muy largos de
silencio, los miembros del Comité nos miraban esperando una respuesta, hasta
que Sergio intervino diciendo: “El trabajo se realizó a solicitud mía y la he dirigido
personalmente. Soy el responsable por los resultados”. A continuación agrego,
“Permítanme un par de días para mejorarlo”. Cuando en el área nos enteramos
de los detalles de esta reunión, nuestro respeto hacia Sergio se fortaleció aun
más, así como su influencia en nosotros.

Inmediatamente después de entregar el trabajo con las mejoras sugeridas, y como


resultado de esta experiencia, todos los integrantes de la Gerencia fuimos
convocados para establecer mecanismos que aseguren resultados satisfactorios y
confiables, cuya validación se haya dado a través de un proceso que genere
cuestionamiento y búsqueda de la mejor opción. Para ello, y en consenso,
establecimos algunas reglas que debíamos respetar cuando se realizaran lluvias
de ideas: aplazar el juicio, incorporar las ideas de los otros, exponer argumentos
en orden (una tras otra), y mantenernos concentrados en el tema.

Hemos formado un buen equipo, nos sentimos motivados, creo que en parte, esto
se debe a que existe un clima de confianza. Todos trabajamos juntos con la
convicción de alcanzar una meta compartida. Estas metas son retadoras, sin
embargo, tenemos la capacidad para alcanzarlos. Y creemos que esta capacidad
se ha ido desarrollando progresivamente porque se nos ha dado la oportunidad de
aprender de nuestros errores, habiendo pasado todos por este proceso. En ese
sentido, hace unos meses, Enrique, el experto en normalizar los procedimientos
en al área, no tuvo un desempeño destacado en el cumplimiento de una de las
tareas asignadas. Este trabajo era muy importante siendo que se constituía en un
insumo para las demás áreas. Su trabajo no estuvo a la altura de las expectativas,
según el mismo lo reconoció, sin embargo, el feedback que recibió fue en privado
y expresado en forma positiva. Enrique me comento que Sergio fue duro con el
problema, analizándolo objetivamente, no obstante considerado con su persona.

No cabe duda, Sergio controla resultados, pero también esta observando las
mejoras en el desempeño de su personal y no escatima reconocimientos por el
buen trabajo realizado. Estamos a gusto, porque sentimos que estamos
desarrollándonos como personas.
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Tópicos de Análisis

 Determine las características del contexto organizacional en el que se


desarrolla el equipo de Sergio Hernández así como su papel en la
construcción del mismo.

 Identifique los elementos que configuran el capital social

 Identifique las virtudes manifestadas por Sergio Hernández

 Identifique las virtudes en la que Sergio Hernández manifiesta cierta


deficiencia.

Si es necesario establezca supuestos. Sustente sus respuestas.

Autor:
Omar Guevara Montesinos
Anterior Coordinador General del Programa de Fortalecimiento Ético de la
Administración Tributaria
MBA por la Universidad del Pacifico
Diplomado en Desarrollo de Habilidades Directivas por la Universidad
Complutense de Madrid
Profesor de Postgrado
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INDICE

Pág.
2 INTRODUCCIÓN
3 CAPITULO I
CRECIMIENTO ÈTICO

4 ¿Qué implica crecer en términos éticos?


8 Trabajando nuestra “manera de ser” antes que “nuestra manera de hacer”
9 Todo cambio es de adentro hacia afuera
10 Determinándonos a ser mejores personas a través del crecimiento ético

12 CAPITULO II
TREGULANDO NUESTRA BRUJULA MORAL

13 Principios, valores y virtudes


15 Valores verdaderos versus “valores falsos”
17 Determinando nuestros “valores gobernantes”

18 CAPITULO III
NECESIDADES Y MOTIVACIONES ASOCIADOS CON LA EXCELENCIA

19 Necesidades de logro y necesidades afectivas


21 Tipos de Motivación: intrínseca y trascendente
24 ¿Es posible mejorar nuestra calidad motivacional?

26 CAPITULO IV
UN MODELO DE CRECIMIENTO ÈTICO

27 Un modelo con cuatro columnas: identidad, libertad, sentido de vida y


responsabilidad
28 Reconociéndonos a nosotros mismos: el valor de la Identidad
29 Haciendo uso de nuestra Libertad: personas proactivas versus personas
reactivas
32 Determinándonos a nosotros mismos: Eligiendo nuestras respuestas ante la
vida.
32 Identificando nuestro Sentido o Propósito de Vida: ¿Por qué vivimos? ¿Por
qué luchamos? ¿Qué nos mueve a seguir creciendo?
34 Resolviéndonos a vivir íntegramente: siendo Responsables con nuestros
principios y valores
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35 CAPITULO V
EFECTIVIDAD VERSUS EXCELENCIA ORGANIZACIONAL

36 Eficacia, eficiencia y ética


38 Es compatible la ética y los negocios
40 De una ética de los medios a una ética de los fines

41 CAPITULO VI
EL CONTEXTO ORGANIZACIONAL, CONDICION PARA EL
DESARROLLO DEL CAPITAL HUMANO

41 Capital humano, capital organizacional y capital social


44 ¿Qué es capital social y cuál es su relación con el contexto organizacional?
45 La ética…componente principal del capital social
46 ¿Cómo construir un contexto organizacional que coadyuve a un crecimiento
ético?

47 CAPITULO VII
NUESTRA RESPONSABILIDAD CON LA CONSTRUCCION DE UN
SÓLIDO CAPITAL SOCIAL

47 De una ética de las normas a una comunidad de prácticas éticas


50 El rol de los directivos y los colaboradores en la construcción de una
comunidad de prácticas éticas
54 Convirtiéndonos en referentes al construir y fortalecer nuestra autoridad

55 CAPITULO VIII
MIRANDO MÁS ALLA DE NUESTRAS ORGANIZACIONES

56 América Latina: una de las regiones más desiguales del planeta


58 Que necesitan los excluidos de América Latina: ¿Asistencia o
asistencialismo?
60 El capital social y el desarrollo de naciones y comunidades

63 Caso 1 - Ludwig van Beethoven


67 Caso 2 – Manifestando virtudes morales
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BIBLIOGRAFÍA

Más Ética más Desarrollo


Bernardo Kliksberg – Ministerio de Administraciones Públicas - INAP

Inteligencia Moral
Doug Lennick y Fred Kiel – Ediciones Aguilar

Capital Social y Valores... En la Organización Sustentable


Jorge Etkin - Granica

El Liderazgo Centrado en Principios


Stephen R. Covey - Ediciones Paidós

Metamanagement – La nueva conciencia de los negocios


Fredy Kofman
Granica

Gobierno de Personas en la Empresa


Pablo Ferreiro y Manuel Alcázar
Ediciones Ariel

Artículos

Ética, Valores Humanos y Desarrollo: Una Perspectiva Noruega


Kjell Magne Bondevik, Primer Ministro de Noruega

¿Qué impacto puede tener la ética?


Amartya Sen, Premio Nóbel

Desigualdades ocultas
Dra. Mirta Roses, Directora General de la Organización Panamericana de la Salud

La Desigualdad en las Oportunidades en América Latina: Una revisión crítica de


los resultados de las últimas dos Décadas
Rebeca Grynspan - Ex Vicepresidenta de Costa Rica

Los Desafíos Éticos de América Latina y de Nuestro Tiempo


Palabras Inaugurales del Encuentro Internacional “Ética y Desarrollo”, del
Presidente del BID, Enrique V. Iglesias.

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