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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO

LEON
PREPARATORIA 8

FILOSOFIA

EQUIPO 9
• 2098003 Beltrán Nava Eric Saul
• 2104000 López Villarreal Damaris Yaralexi
EL VIRAJE DE LA FILOSOFIA
De tiempo en tiempo se generan premios para ensayos sobre los progresos que
hizo la filosofía en un tiempo definido. Dicho lapso suele limitarse de una sección,
por el nombre de cualquier enorme pensador, y por la otra, por "el presente". De
esta forma se presuponía que hay cierto nivel de claridad respecto del avance
filosófico de la raza humana hasta la época de ese pensador, empero que desde
allí es dudoso cuáles sean las aportaciones que se han añadido en los tiempos
actuales.
Aquellas preguntas manifiestan evidentemente desconfianza en relación con la
filosofía del lapso que termina de pasar. Se tiene la impresión de estar solo frente
a una formulación vergonzante de la pregunta: ¿Hizo en realidad la filosofía
cualquier incremento en aquel periodo? Pues si estuviera uno seguro de que se
alcanzaron ciertos logros, además se sabría en qué consistieron.
Si se mira con menos escepticismo el pasado remoto y uno más bien se inclina a
ver en su filosofía un desarrollo ascendente, la descripción puede estar en que la
reacción de uno hacia todo lo cual tiene un espacio consagrado en la historia está
matizada del más grande respeto. Otro fundamento es que los filosofemas viejos,
al menos, han demostrado su efectividad histórica. De allí que al analizarlos se
logre tomar como base su importancia histórica en vez de su importancia objetiva
y ello una vez que menos posibilite atreverse a uno a definir las dos en más
grande nivel.
Todos los monumentales pensadores se propusieron la reforma extremista de la
filosofía y la consideraron importante. Descartes (no sin razón) consideraba que
estaba iniciando algo del todo nuevo; Spinoza creía que con la introducción
(ciertamente bastante superficial) de la manera matemática había encontrado el
procedimiento filosófico definitivo; y Kant estaba convencido de que, basado en el
camino que él había tomado, la filosofía seguiría al fin por la segura vereda de la
ciencia.
Este destino peculiar de la filosofía fue descrito y lamentado con tanta frecuencia,
que en realidad resulta trivial siquiera discutirlo. Escepticismo silencioso y
resignación parecen ser las únicas reacciones apropiadas a este caso. 2 mil años
de vivencia parecen demostrar que por el momento no tienen la posibilidad de
tomarse en serio los esfuerzos por colocar fin al caos de los sistemas y cambiar el
destino de la filosofía. Señalar que el ser humano al final consiguió solucionar los
inconvenientes más obstinados, el de dédalo ejemplificando, no otorga ni una paz
a una persona informada, ya que lo cual teme es claramente que la filosofía no
llegue a constituir nunca un auténtico problema.
Estoy convencido de que estamos en un punto de viraje definitivo de la filosofía, y
que estamos objetivamente justificados para tener en cuenta como concluido el
estéril problema entre los sistemas. En mi crítica en el instante presente ya
estamos en posesión de los medios que realizan innecesario en comienzo un
problema de esta naturaleza.
Aquellos procedimientos se desarrollaron silenciosamente, inadvertidos por la
mayor parte de los que enseñan filosofía o la escriben; y de esta forma fue
desarrollado una situación que no se compara con ni una anterior. Que el caso es
exclusiva y que la nueva dirección de la filosofía es en verdad definitiva, solo
puede comprenderse una vez que se conocen las sendas novedosas y se
contempla retrospectivamente, a partir de la postura a la que conducen, a todos
aquellos esfuerzos que pasaron por
"filosóficos'
Las sendas poseen su origen en la lógica. Leibniz vio confusamente su comienzo.
Gottlob Frege y Bertrand Russell abrieron tramos relevantes en las últimas
décadas, empero el primero en continuar hasta el punto de viraje decisivo ha sido
Ludwig Wittgenstein (en su Tractatus lógico-philosophicus, 1922).
Es bien sabido que en los últimos decenios los matemáticos desarrollaron nuevos
procedimientos lógicos, principalmente para la solución de sus propios
inconvenientes que no podían ser resueltos con el auxilio de las maneras clásicos
de la lógica. Sin embargo la lógica de esta forma surgida, ya hace tiempo ha
mostrado además de otras posibilidades su superioridad sobre las antiguas
maneras e indudablemente rápido las habrá desplazado por completo. ¿Me refería
yo a esta lógica como el poderoso medio que en comienzo es capaz de elevarnos
por arriba de todos los conflictos filosóficos? ¿Nos otorga normas en general con
cuya ayuda tienen la posibilidad de resolverse al menos en comienzo todos los
inconvenientes clásicos de la filosofía?
Si fuese de esta forma, difícilmente hubiera tenido yo derecho a mencionar que se
había producido una situación del todo nueva. Pues entonces, unicamente se
habría logrado un aumento técnico gradual, como, ejemplificando, una vez que la
invención del motor de combustión interna hizo al fin viable la solución del
problema del vuelo. Por mucho que deba estimarse el costo del nuevo
procedimiento, es indudable que no puede producirse nada tan importante con la
mera preparación de un procedimiento. El enorme fraje no debería, puesto que,
ser atribuido a la lógica misma, sino a algo plenamente diferente que realmente
ella estimulo e hizo viable, sin embargo que actúa en un plano muchísimo más
profundo: el razonamiento de la naturaleza de lo lógico mismo.
Que lo lógico es en cierto sentido lo puramente formal se dijo hace ya un largo
tiempo y a menudo; empero no estaba realmente clara la naturaleza de las
maneras puras. El camino hacia tal claridad parte del hecho de que todo
entendimiento es una expresión, una representación. O sea, expresa el caso por
cierto que es exitosa en ella. Esto puede pasar en cualquier número de métodos,
en cualquier lenguaje, mediante cualquier sistema arbitrario de signos. Todos
aquellos métodos probables de representación tienen que tener algo en común, y
lo cual les es común es su forma lógica.
De esta forma, todo entendimiento lo es solo por ventaja de su forma. Es por
medio de su forma como representa las situaciones conocidas. Sin embargo la
manera misma paralelamente no podría ser representada. Solo ella es
fundamental para el razonamiento. Todo el resto es material inesencial y
accidental de la expresión, no distinto, mencionemos, de la tinta con la cual
escribimos un enunciado.
Esta fácil iniciativa tiene secuelas de grandísima trascendencia. Más que nada,
nos posibilita librarnos de los inconvenientes clásicos de la "teoría del
entendimiento" Desaparecen las preguntas que se relacionan con la validez y
parámetros del entendimiento. Es cognoscible todo lo cual podría ser expresado y
esta es toda la materia sobre la cual tienen la posibilidad de expresarse cuestiones
con sentido. De modo que, no hay cuestiones que en comienzo sean
incontestables, ni inconvenientes que en inicio sean insolubles.
Los que hasta ahora se han considerado de esta forma no son preguntas
auténticas, sino series de palabras sin sentido. Sin lugar a dudas alguna, vistas
exteriormente parecen cuestiones, debido a que aparentemente satisfacen las
normas comunes de la gramática, empero en verdad consisten en sonidos vacíos,
ya que quebrantan las profundas normas internas de la sintaxis lógica descubierta
por el nuevo estudio.
Dondequiera que haya un problema con sentido continuamente se puede, en
teoría, hallar el camino que lleva a su solución. El acto de verificación en el cual
desemboca al final el camino seguido para la resolución del problema
continuamente es la de la misma clase: es el acaecimiento de un hecho
determinado comprobado por la observación, por la experiencia instantánea. Tal
cual queda definida la realidad (o la falsedad) de todo enunciado, de la vida
cotidiana o de la ciencia. No hay, puesto que, otra prueba y aseveración de las
verdades que no sea la observación y la ciencia experimental. Toda ciencia (en
cuanto referimos este vocablo al contenido y no a los dispositivos humanos para
llegar a él) es un sistema de conocimientos, en otros términos, de proposiciones
empíricas verdaderas. Y la integridad de las ciencias, con integración de los
enunciados de la vida cotidiana, es el sistema de los conocimientos.
No hay, además de él, ningún dominio de verdades "filosóficas". La filosofía no es
un sistema de proposiciones, no es una ciencia.
Empero entonces, ¿qué es? Bueno; por supuesto no es una ciencia, sin embargo,
sin embargo, es algo tan importante y de tanta trascendencia que en adelante
podría ser honrada, cual en tiempos previos, como la Reina de las Ciencias.
Ya que no está escrito en ni una parte que la Reina de las Ciencias tenga que ser
ella una ciencia. La característica positiva del viraje del presente, se encuentra en
el hecho de que reconozcamos a la filosofía como un sistema de actos en vez de
un sistema de conocimientos. La actividad por medio de la cual se halla o
establece el sentido de los enunciados: dicha es la filosofía. Mediante la filosofía
se aclaran las proposiciones, mediante la ciencia se verifican. A esta última le
atrae la realidad de los enunciados, a la primera lo cual en verdad significan; la
actividad filosófica de dar significado cubre la integridad del campo del
entendimiento científico. Es simple avisar que la labor de la filosofía no se apoya
en edificar proposiciones, y que conceder sentido a enunciados no puede hacerse
con enunciados. Ejemplificando, si doy el sentido por medio de proposiciones y
definiciones explicativas, o sea, con ayuda de otras palabras, podría preguntarse
el sentido de estas novedosas palabras, y de esta forma sucesivamente.
Este proceso no puede realizarse hasta el infinito. Continuamente llega finalmente
en el instante de señalarse situaciones por cierto al manifestarse y mostrarse lo
cual se quería significar, o sea, al llegar a auténticos hechos; solamente dichos
hechos no son propensos de una descripción ulterior ni la requieren. La asignación
final de sentido constantemente tiene sitio, por consiguiente, por medio de actos.
Aquellos actos conforman la actividad filosófica.
Uno de los errores más graves de los tiempos anteriores consistió en haber creído
que el sentido auténtico y el contenido final tenían que formularse paralelamente
en enunciados, es decir, que podían ser representados mediante conocimientos.
Este ha sido el error de la "metafísica". Los esfuerzos de los metafísicos se
dirigían continuamente a la ilógica finalidad de manifestar el contenido de la
cualidad pura (la esencia de las cosas) por medio de conocimientos, de manifestar
lo inexpresable.
Las cualidades no tienen la posibilidad de decirse, solo tienen la posibilidad de
mostrarse en la experiencia. Empero el razonamiento es bien diferente a dicha
experiencia. De esta forma la metafísica se hunde no ya que la ejecución de sus
labores sea una compañía mayor a el motivo humana (como pensaba Kant, por
ejemplo) sino ya que no hay tales labores. Al descubrirse la formulación
equivocada del problema, además quedó explicada la historia del problema
metafísico.
Si en una ciencia sólidamente implantada nace en cualquier punto la necesidad de
pensar otra vez sobre el verdadero sentido de los conceptos primordiales, y con
esto se consigue un esclarecimiento más profundo de su sentido, ello se
considerará a la vez como un logro especialmente filosófico.
Todo el planeta está de consenso en que, ejemplificando, la hazaña de Einstein,
que arranca de un estudio del sentido de los enunciados sobre la era y el espacio,
ha sido realmente una hazaña filosófica. Podríamos aumentar aquí que los
progresos decisivos de la ciencia, los que realizan etapa, son continuamente de
este carácter: significan un esclarecimiento del sentido de las proposiciones
primordiales, y solo logran resultados en ello quienes permanecen dotados para la
actividad filosófica. El enorme investigador es además constantemente un filósofo.
Se da además frecuentemente el nombre de filosofía a ocupaciones mentales que
poseen por objeto no el razonamiento puro, sino la orientación en la vida.
El enorme viraje de la filosofía significa además el apartamiento definitivo de
ciertas sendas equivocadas que se tomaron en la segunda mitad del siglo XIX. Me
refiero a los intentos de atribuirle un carácter inductivo y, de modo que, creer que
radica sólo en enunciados de validez hipotética.
La iniciativa de atribuir solo posibilidad a sus enunciados estaba bastante lejos de
los primeros pensadores. La habrían rechazado por incompatible con la dignidad
de la filosofía. En aquello se manifestaba el sano instinto de que la filosofía
debería proveer al entendimiento su soporte definitivo. Empero nosotros mismos
además creemos en la dignidad de la filosofía y juzgamos incompatible con ella el
reputarla incierta y solamente factible; y nos sentimos felices de que el viraje
decisivo realice imposible atribuirle aquel carácter. Pues el término de posibilidad o
incertidumbre no es aplicable a los actos de conceder sentido que conforman la
filosofía. Y la misión es puntualmente dicha, la de conceder con un carácter
definitivo y final el sentido a los enunciados. O bien poseemos aquel sentido, y
entonces comprendemos lo cual significa el enunciado, o bien no lo tenemos, y en
esta situación solo poseemos delante palabras vacías, y todavía no verdaderos
enunciados. No existe una tercera probabilidad intermedia, y no puede hablarse
de la posibilidad de la validez del enunciado. De esta manera la filosofía muestra,
luego de este viraje, la última instancia de su carácter, con más lucidez que
anteriormente.
Sin lugar a dudas varios seguirán a lo extenso de siglos vagando durante las
sendas clásicos. Los escritores filosóficos seguirán discutiendo a lo extenso de
largo tiempo los antiguos pseudoproblemas. Sin embargo finalmente por el
momento no van a ser escuchados; se parecerán a actores que siguieran
representando a lo largo de cualquier tiempo, antecedente de percibir de que el
auditorio poco a poco se ha ido ausentando. Entonces por el momento no va a ser
primordial dialogar de "inconvenientes filosóficos" , pues se hablará
filosóficamente sobre todos los inconvenientes, o sea, con claridad y con sentido.

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