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CEREBRO Y RACIONALIDAD

Por: Misael Enrique Bejas Oviedo. C.I.: V.- 10.616.711


La racionalidad es definida por Oxford Languages (2022), como la “Actitud
del que actúa de acuerdo con la razón y no se deja llevar por sus impulsos”.
(p.1), en este sentido se expresa la clara idea que es racional quien no utiliza la
parte emocional o afectiva en la toma de decisiones, y que la posición contraria
sería en consecuencia: “irracional”. Es una posición que aunque antigua, ha
sido permanentemente utilizada, es pues un dogma en lo que a conducta se
refiere, y se refuerza en frases como la también citada por Oxford Languages
(2022): "la única vía de entendimiento tiene que estar basada en la
racionalidad" (p.1)
Más sin embargo, para comprender bien el proceso del razonamiento
humano, o la racionalidad como también se le llama, debemos entender como
se produce, en este sentido vemos que en primera instancia el cerebro,
mediante alguno de los cinco sentidos recibe un estímulo, un mensaje, una
señal (sensación, pues proviene de un sentido), posteriormente ocurre la
“percepción” o reconocimiento (interpretación), de dicho estímulo sensorial, y
en consecuencia, el cerebro le da un significado (representación); pero esta
última va cargada subjetivamente en función de diferentes emociones que para
el individuo representa, me explico: la vista de un helado para un niño sano
implica satisfacción, buen gusto, excelente sabor, pero para alguien con
sensibilidad dental, es interpretado como dolor y molestia.
Habitualmente las emociones han sido consideradas entonces como
factores negativos o contradictorias a la razón humana, o la “racionalidad”,
distorsionando la capacidad del individuo para la “buena toma de decisiones”;
de esta manera se establece una sima o escisión conceptual entre los
procesos de razonamiento y emoción, en la que la primera debe imponerse a la
segunda, y que el individuo más inteligente y fiable, controla las emociones.
Esta posición en el ámbito científico ha evolucionado en los últimos años,
partiendo por supuesto desde estudios psicológicos, que establecen la
incongruencia de querer disociar la razón de la emoción, pues hoy día se
considera que las emociones juegan un rol sumamente importante en el
denominado comportamiento humano “racional e inteligente”, y en
consecuencia deberán estudiarse de manera holística.
De esta manera, ya en la década de los 60 del siglo pasado la autora Magda
Arnold, planteaba un enfoque cognitivo de las emociones, partiendo del
concepto de la “valoración” o la “apreciación” que el cerebro da a un estímulo
percibido por los sentidos; aseguraba que para que la “apreciación” se
produzca, se requiere en primera instancia que el cerebro “evalúe” el
significado de cada estímulo, y que sólo en el momento en que ambos
procesos ocurren (emoción-razonamiento), se suscita o desencadena una
acción como repuesta a dicho estímulo; este enfoque presenta al ser humano
como un ente cuyas acciones se rigen por una simbiosis de procesos
neurofisiológicos y conductuales activados mediante la secuencia de estímulo –
percepción – emoción – razonamiento – acción, lo que lo hace capaz de actuar
en su medio ambiente, o en su entorno como también se le puede llamar.
En consecuencia, este nuevo enfoque al considerar las emociones como
parte de la racionalidad, amplía el grado de importancia de estas últimas para
las diferentes disciplinas en las que se desarrollan líneas de investigación, o
que requieran la aplicación de conocimientos en el área conductual; dejando
claro que cualquier estímulo desencadenará en función de su intensidad, un
estado mental subjetivo, el cual generará diferentes reacciones: corporales
(sudor, elevación de la frecuencia cardíaca, etc.), y el impuso de actuar, en
función de la necesidad o del objetivo del sujeto, estableciendo de esta manera
una clara relación entre la racionalidad y las emociones, y en consecuencia, la
importancia de estas para la conducta social del individuo, en todos sus
aspectos: educativos, culturales, deportivos, de convivencia, entre otros.
Ahora bien, estudio posteriores han determinado la relación que se
establece en el cerebro humano, de diferentes procesos neurofisiológicos con
factores emotivos (emocionales), y a través de ellos con lo cognitivo, es decir,
el cerebro al procesar información sobre sucesos, guarda la información tanto
de los estímulos, como de los cambios fisiológicos que los acompañan, junto a
los hechos o circunstancias que desencadenaron, en sectores cerebrales
responsables de la memoria y la atención, interconectados con otros espacios
encargados de lo cognitivo, relacionando de esta manera estímulo –
percepción – emocional – cognitivo y social, y que podrán, de manera
asociativa, utilizarse posteriormente para la toma de decisiones.
Estos nuevos conocimientos, y el enfoque de ellos resultantes deja claro la
importancia de las emociones en el desarrollo de la capacidad de aprendizaje
del ser humano, favoreciendo o influyendo en la percepción de la realidad, en
la construcción de las ideas, la evolución del pensamiento, el asumir
convicciones o adoptar dogmas, creencias y convicciones, que constituyen al
fin y al cabo, las bases o el bagaje del conocimiento sobre el cual se desarrolla
el razonamiento de cada ser humano; construidas subjetivamente sobre las
distintas experiencias vividas y sobre el uso o la utilidad que le individuo les ha
asignado. Algunos autores confieren a las emociones la capacidad de
relacionarse subjetivamente, pero de manera directa con las necesidades y
objetivos del individuo, y, por tanto, de influir en su razonamiento.
De asumir la importancia de las emociones en la racionalidad, y el
significado de esta última para pensar, evaluar o entender la realidad, y de
adquirir en consecuencia conocimientos, se destaca entonces la necesidad de
la comprensión de estos conceptos en la educación, y más relevante aún, en la
educación superior, pues el objeto de cualquier proceso de razonamiento es
mejorar la capacidad del individuo para evolucionar, para comprender mejor,
para obtener mejores resultados mediante procesos cada vez más fáciles (en
función de los conocimientos), de tomas de decisión, relacionando por tanto
pensamiento y acción, juicio, prejuicio y toma de decisiones, al respecto Silva
(2021), señala:
Así pues, la racionalidad no sería una condición a priori para que
alguien se convierta en persona o una capacidad para eliminar la
turbulencia de la precariedad cognitiva y moral humana, sino una
forma de implicación en el mundo que califica positivamente al
organismo que relaciona el pensamiento y la acción, el juicio y la
elección en la búsqueda de lucidez en un mundo incierto. Con esto,
la racionalidad y la agencia serían productos de la interdependencia
social que uno tiene en relación con el otro, ya que los aprendemos
y nos los enseñamos en el contexto de la vida natural. (p.1)

Ahora bien, la racionalidad comprende también el proceso de reflexión,


efectuada de manera deliberada y analítica por una persona para la toma de
decisiones, proceso que por lo general se activa momentos después de entrar
en acción un estímulo, desencadenando una emoción, y que en términos
generales, la utilizamos para regular nuestras acciones, consiguiendo de esta
manera un equilibrio o balance entre la emoción y la ración.
El facilitador debe enfocar el aprendizaje de manera divertida, emocionante,
interesante, pues el proceso se inicia de forma intuitiva, perceptiva, sensorial; la
voz del profesor, sus ademanes y expresiones deben romper la monotonía, de
hacerse de medios para captar la atención. Los que estudiamos administración
o mercadotecnia lo sabemos: vale más una imagen visual que mil palabras, no
quiere decir con esto que un (a) profesor (a) va a ir vestido (a) con una traje de
baño para captar la atención, pero sí que hay que romper la monotonía, el
mensaje debe transmitirse con diferentes matices, cambiar el tono de vez en
cuando; para muestra podemos comparar la voz de la presentadora del
programa “Al rojo vivo”, contra la voz de los presentadores del noticiero de
Venezolana de Televisión, la primera vende emoción, actividad, ganas de
esperar lo que viene, los segundos venden monotonía.
Por otra parte, tanto el refuerzo del aprendizaje como el sistema de
evaluación deben comprender no solo la mera calificación cuantitativa, no debe
basarse solo en la colocación de notas, debe valerse también en el
reconocimiento afectivo, debe darle importancia a la motivación afectiva del
alumno, a lo emocional, que estimulados mediante retos progresivos, ayudará
al (la) participante a desarrollar su máximo potencial; este enfoque forma parte
de la Teoría “Y” de Douglas M. McGregor (1960), uno de los autores
contemporáneos más influyentes en la gestión del talento humano, el cual
establece la necesidad de cualquier organización de crear un sistema de
compensaciones, retos, creatividad e innovación en la búsqueda de soluciones
a diferentes problemas, conceptos que indudablemente se aplican también a la
educación, sobre la Teoría “Y” Martín (2017), señala:
Se basa en la creatividad y el poder de la imaginación y del
pensamiento de la gran mayoría de los empleados. El trabajo, para
ellos, es algo motivador e inherente a su vida, como los simples
actos de salir, jugar y disfrutar. El trabajo no es considerado un peso
y tampoco es considerado una obligación. Se trata de un momento
de producir y complementar la organización corporativa. El
funcionario, en esta segunda postura, puede aportar ideas y
expresar su comportamiento sin haber cohibición, ya que los
administradores y funcionarios tienen objetivos en común que se
basan en el crecimiento y rendimiento profesional.
El grado de compromiso con los objetivos y metas alcanzadas es
equivalente a la recompensa por realizar determinado trabajo. Por
consiguiente, los funcionarios se sienten motivados a superar sus
metas dentro del ambiente laboral, dado que saben que pueden
obtener más logros, según el tipo y la calidad del trabajo realizado.
En este tipo de ambiente, los funcionarios no solamente entienden
las responsabilidades, sino que empiezan a buscarlas. Esperan
mejorar su rendimiento y destacar en la empresa.
La facilidad de crear, imaginar y pensar dentro de la empresa es
estimulada por un ambiente en el que es posible ejercer y explotar
todas las habilidades del empleado. Este tiene total libertad de
pensamiento y desarrollo de sus ideas, lo que solo favorece a la
organización. (p.1)

En fin, el facilitador como ente del proceso educativo deberá tomar en


consideración que tanto las emociones como la racionalidad deben verse de
manera complementaria, a objeto de poder franquear las posibles barreras en
la relación de aprendizaje facilitador-participante, y podemos así mismo utilizar
diferentes tipos de estímulos para conseguir establecer canales positivos de
comunicación en ese sentido. El participante es un ser susceptible a
influenciarse utilizando técnicas que manejen la parte afectiva para mejorar su
aprendizaje, debemos poder establecer un conjunto de recompensas que
trasciendan lo mero calificativo para lograrlo, establecerles retos y afianzar su
autoestima, en ese sentido los estímulos logrados por esta vía permitirán
desarrollar su potencial sin que sientan coacción, sino nuevos y constantes
retos que acaparan su atención para demostrar su cualidades, su capacidad, y
en algunos casos, ¿Por qué no?, presumir de ellas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Martín, J. (2017). La Teoría “X” y la Teoría “Y”. Recuperado el 12 de Junio de


2022, de https://www.cerem.es/blog/conoces-la-teoria-x-y-teoria-y

Oxford Languages (2022). Racionalidad. Cómo se pronuncia. Recuperado el


12 de Junio de 2022, de https://www.google.com/search?
client=opera&q=racionalidad+definición&sourceid=opera&ie=UTF-
8&oe=UTF-8

Silva, W. (2021). Racionalidad para los humanos. Recuperado el 12 de Junio


de 2022, de https://www.redalyc.org/journal/3400/340067606003/html/

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