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Cómo se extrae el petróleo: todo el proceso

Un viaje de millones de años

Etano, propano , butano, pentano y principalmente metano. Estos gases que se


formaron hace millones de años, debido a la acumulación bajo tierra de restos
vegetales y orgánicos en condiciones de falta de oxígeno y altas temperaturas, forman
lo que conocemos como gas natural.
El petróleo sin embargo, se formó a partir de restos de seres vivos (plancton y algas
mayoritariamente) que quedaron depositados en los fondos marinos. Factores
naturales como el paso del tiempo, el calor, las fuertes presiones y la ausencia de
oxígeno, hicieron que esta materia orgánica se descompusiera poco a poco, formando
esa sustancia oleosa que hoy conocemos como petróleo. El crudo quedó alojado a
gran profundidad en el subsuelo, impregnando rocas porosas que forman los
yacimientos.

Tiempo después (en realidad, millones de años después de su formación) el ser


humano le empezó a encontrar diferentes utilidades: como combustible, incluso como
materia prima de un sinfín de productos derivados.

Upstream

El viaje comienza con una de las partes más complejas: la exploración. En Repsol
desarrollamos diversas herramientas de alta tecnología como Sherlock que nos
ayudan a determinar dónde hay nuevos yacimientos, con petróleo y/o gas, y a conocer
en qué cantidad y en qué condiciones se encuentran. Este proceso nos ofrece las
claves para desarrollar un plan de producción en función de las características del
yacimiento.

Una vez localizado el yacimiento y comprobado su viabilidad, comienza la segunda


fase: la extracción o producción. Para extraer el gas o petróleo que se encuentra en el
yacimiento se emplean técnicas de perforación siguiendo los más altos estándares de
seguridad. En esta fase centramos nuestros esfuerzos en obtener el máximo
rendimiento de los yacimientos de forma eficiente y responsable, minimizando el
impacto ambiental y garantizando la máxima seguridad en los procesos. Por ejemplo,
gracias al sistema HEADS.

Transporte
En el caso del gas el transporte puede realizarse a través de gasoductos
subterráneos, manteniendo su estado gaseoso, o a bordo de barcos metaneros, donde
se transporta en forma de gas natural licuado (GNL). Esta segunda opción implica un
proceso de licuefacción en el punto de origen que se lleva a cabo bajando la
temperatura del gas hasta 160 grados bajo cero, lo que reduce su volumen hasta 600
veces. El gas que llega a través de los gasoductos entra directamente a la red de
transporte, previo paso por las estaciones de compresión, que elevan su presión para
maximizar la capacidad de transporte de los tubos.

Sin embargo, el GNL necesita volver a su estado gaseoso. Las encargadas de hacerlo
son las plantas de regasificación, que descargan el gas natural licuado desde los
barcos y lo devuelven a su estado natural a través del sistema de vaporización que
aumenta su temperatura. Posteriormente se introduce el gas en la red de transporte de
alta presión, a su vez conectada con las redes de distribución de presión inferior a 16
bar que son la que traen el gas natural hasta nuestros hogares y negocios. En este
proceso tienen un papel fundamental las estaciones de regulación y medida, que
además de reducir la presión miden el gas entregado.

En el caso del petróleo, una vez fuera del yacimiento, el crudo es transportado por
medio de oleoductos o buques petroleros hasta las refinerías.

Downstream

En la refinería, mediante un proceso de destilación, se separan las distintas fracciones


del petróleo para transformarlo en productos de mayor calidad y valor añadido. En esta
fase intervienen infinidad de procesos físicos y químicos que dan lugar a productos
que usamos en nuestra vida diaria, por ejemplo propano, butano o gasóleo.

Todo este largo viaje hace posible que tengamos en casa gas para calefacción o para
cocinar, permite que vehículos circulen y posibilita procesos industriales como el
metalúrgico, la fabricación de plásticos, la cocción de cerámicas o la producción de
fertilizantes, entre otros.

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