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EL MUNDO DE ENTREGUERRAS (I)

EL FASCISMO EN ITALIA

1. LA SITUACIÓN ITALIANA DE POSGUERRA

Italia fue uno de los países vencedores de la Primera Guerra Mundial y sin embargo no obtuvo las
compensaciones territoriales que esperaba. En realidad fue bastante marginada de los tratados. A todo
ello hay que unir los problemas económicos que padecía: deudas con EE.UU.; aumento del paro tras la
desmovilización militar; inflación generalizada; necesidad de importar materias primas esenciales
(carbón, petróleo, hierro).
Todo ello derivó en tensiones sociales: huelgas, manifestaciones violentas, asaltos de fábricas, etc.
El sistema político italiano era una monarquía parlamentaria con Víctor Manuel III como rey. Varios
eran los partidos que ocupaban el espectro político: en la extrema izquierda, el Partido Comunista
Italiano (PCI); en la izquierda, el Partido Socialista Italiano (PSI); en el centro y la derecha, partidos de
corte conservador y católico; y en la extrema derecha, el Partido Nacional Fascista, fundado por Benito
Mussolini a partir de los llamados “fasci de combattimento” o grupos paramilitares armados que se
dedicaban a atacar y a sabotear huelgas y militantes de la izquierda. El partido fascista estaba formado
por antiguos socialistas, como su propio fundador, campesinos y obreros en paro. También el fascismo
iba calando muy fuerte entre la juventud burguesa y de clase media.
Los fascistas actuaban violentamente en las calles contra comunistas, socialistas y anarquistas,
aunque ellos también se enfrentaban entre sí.

2. LA OCUPACIÓN DEL PODER POR LOS FASCISTAS (1922)

La violencia callejera y las huelgas aumentaron ante la difícil situación que atravesaba el país. Los
fascistas se presentaban como una fuerza de choque contra los huelguistas y con sus escuadristas
aseguraban el funcionamiento de los servicios públicos. Todo ello les hacía ganarse, cada vez más, las
simpatías y apoyos de empresarios y capitalistas que los veían como una posible y firme garantía de
que Italia no se deslizara hacia una revolución comunista.
En este contexto, en octubre de 1922 cientos de miles de “camisas negras” (militantes fascistas, según
su indumentaria) se encaminaron hacia Roma desde todos los puntos del país. A su paso iban
ocupando los ayuntamientos de pueblos y ciudades: se trataba de la MARCHA SOBRE ROMA. El
Gobierno quiso parar este acto con el empleo de la policía y del ejército, pero el rey Víctor Manuel III
apoyaba el golpe de fuerza, desautorizó al Gobierno y le encargó a Mussolini presidir el mismo.
El primer gobierno que forma Mussolini no estaba compuesto sólo por ministros fascistas, pero el
nuevo presidente consiguió cambiar la ley electoral, de modo que a partir de las siguientes elecciones el
partido más votado obtendría automáticamente dos tercios de los escaños de las cámaras. No le hizo
falta a Mussolini emplear esta ley, porque en las elecciones de 1924 los fascistas obtuvieron una
aplastante mayoría, aunque con muchas irregularidades en el proceso.
Cuando se abrió la sesión del nuevo parlamento elegido, el diputado socialista G. Matteotti hizo una
crítica demoledora del fascismo y su gestión, denunció la manipulación de las elecciones. Todo ello
ocasionó su “misterioso” asesinato por milicias fascistas.
Ante este hecho, los partidos de oposición al fascismo abandonaron la cámara en protesta, lo que dio
el gran pretexto a Mussolini para declarar ilegales a todos los partidos políticos excepto el fascista e
implantar una auténtica dictadura, siempre con apoyo del propio rey.

3. LA DOCTRINA FASCISTA
Al igual que el nazismo, el fascismo se presenta como una reacción contra los sistemas democráticos y
se basa en los siguientes aspectos:
a) OMNIPOTENCIA DEL ESTADO Y ANTIDEMOCRACIA: el Estado lo es todo y no debe
haber separación de poderes. Debe eliminarse toda oposición y partidos que sean
contrarios al sistema. Se rechaza la democracia por ser un sistema que iguala a los
seres humanos.
b) ANTICOMUNISMO: el fascismo surge como fuerza de choque frente a las huelgas
obreras y para evitar el riesgo de una revolución comunista. Las relaciones entre

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obreros y patronos no se basarán en la conflictividad sino en la colaboración
corporativa.
c) EXALTACIÓN DEL LÍDER CARISMÁTICO: es el hombre a quien se le debe obediencia
ciega, el guía de todos, el que conduce (el “Duce”) a su patria a los grandes destinos y,
por tanto, sus designios son incuestionables.
d) NACIONALISMO E IMPERIALISMO: hay que recuperar y engrandecer la nación. Para
ello es imprescindible extenderse y someter a otros pueblos. Para ello se apela a un
pasado glorioso y se exalta la posibilidad de volver a conseguirlo. Las artes y la
propaganda se pondrán al servicio de este fin.
e) DESCONFIANZA EN LO RACIONAL: el fascismo se basa en dogmas y verdades
indiscutibles. Por tanto, nada debe someterse a discusión, debate o cuestionamiento.
f) Gusto por la PARAFERNALIA en mítines y concentraciones, donde la escenografía
monumental, los símbolos y los desfiles envolvían al participante en una mística, en una
liturgia capaz de sustituir lo religioso.
g) Fuerte tendencia hacia lo PARAMILITAR, muchos de ellos reclutados de entre
excombatientes de la Primera Guerra Mundial.
h) Valoración positiva de la AGRESIVIDAD Y LA VIOLENCIA, que tiene valores
terapéuticos.
i) Apelación especial a la JUVENTUD, exaltada por encima de otras generaciones
decadentes y fomentando incluso el choque generacional. El fascismo es lo nuevo. El
liberalismo y el marxismo son lo caduco y decadente.

4. LA CONSTRUCCIÓN DEL NUEVO ESTADO FASCISTA


A partir de 1924, Mussolini se convierte en el dictador absoluto de Italia, en el Duce.

POLÍTICA INTERIOR: organizará el Estado sobre la base del corporativismo, es decir, que integrará a
gobernantes, sindicalistas, empresarios y trabajadores dentro de una misma estructura. Para ello se
aprobó en 1927 la “Carta del Lavoro”, que en realidad funcionaba como un instrumento de sumisión y
control laboral y sindical.
También se creó el Gran Consejo Fascista, nombrado personalmente por el Duce y que se encargaba
de asesorarle en asuntos de Estado.
Por otro lado, aunque el fascismo se presentaba como una doctrina laica, Mussolini comprendió que
estaba gobernando sobre un país mayoritariamente católico y, por tanto, que debía ganarse a la Iglesia
católica. Por eso firmó los Pactos de Letrán en 1929, donde se regulaban las relaciones entre la Iglesia
y el Estado italiano, a la vez que se reconocía la soberanía del Papa (en ese momento, Pío XI) sobre el
Estado Vaticano, lo cual ponía fin y daba una solución a la llamada “cuestión romana” planteada desde
la unificación italiana en 1871.
Para la integración de los jóvenes y el logro de la pervivencia del fascismo, en 1926 se crea la Opera
Nazionale Balilla, dependiente del Ministerio de Educación y del Partido Fascista, que llegó a integrar a
unos cinco millones de niños y adolescentes de ambos sexos (5 a 18 años) a su vez estructurada en
unidades de tipo pseudo militar (escuadras, centurias, cohortes, legiones) y todas vinculadas mediante
juramento de lealtad personal al Duce. Otras organizaciones juveniles fueron ilegalizadas excepto
algunas católicas.

POLÍTICA EXTERIOR: se caracteriza sobre todo por un expansionismo hacia territorios africanos. La
ocupación de Abisinia (Etiopía) en 1935 conllevará tensiones y un alejamiento de Italia respecto de
Inglaterra y Francia, mientras que se producirá un acercamiento a Alemania.
Este acercamiento se hará aún más estrecho con motivo de la guerra civil española (1936-1939)
cuando ambos países presten una ayuda decisiva en material y hombres al ejército del general Franco y
culminará con la alianza mutua (Eje Roma-Berlín) en la Segunda Guerra Mundial.

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