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ÍNDICE

CAPÍTULO I
EL PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
1.1 Tema

Trastorno de Ansiedad por Separación.

1.2 Problema

Trastorno de Ansiedad por Separación en niños.

1.3 Delimitación

Relación entre el Trastorno de Ansiedad por Separación (TAS) y el bajo rendimiento escolar en
niños de primero, segundo y tercer grado de primaria.

1.4 Planteamiento del Problema

En la actualidad, la ansiedad se ha convertido un problema común en la vida de cualquier


persona. Ese exceso de angustias y preocupaciones ha empezado a cobrar lugar no solamente
en los individuos de edad adulta, sino también en la población infantil; hasta evolucionar,
aunque no en todos los casos, en una situación de mayor preocupación.

A tal alteración se le conoce como trastorno de ansiedad y puede presentarse en distintos


tipos, uno de ellos es el Trastorno de Ansiedad por Separación, el cual refiere al modo de
padecimiento en el que un niño experimenta miedo ilimitado por tener que tomar distancia de
sus padres o de aquella persona de apego; es decir, con la que está más ligado. Distintos
factores contribuyen a la causa de este fenómeno, sin embargo son sus efectos como el
rechazo a distanciarse o la negativa a participar en actividades diarias por sí mismos, los que
terminan afectando negativamente la vida de los infantes. Y a su vez, la aparición de síntomas
como el sufrimiento constante y excesivo, nerviosismo, miedo; o físicos como náuseas,
abdominalgias, cefaleas, palpitaciones, vértigos, lipotimias o vómitos, llevan a obstaculizar el
adecuado desarrollo del menor al socializar y, sobre todo, en su rendimiento escolar.

1.5 Preguntas de Investigación

¿Cuál es el índice de correlación entre el Trastorno de Ansiedad por Separación (TAS) y el bajo
rendimiento escolar en niños de primero, segundo y tercer grado de primaria?

1.6 Justificación

Los elementos que han llevado a la selección del tema presentado en esta investigación
radican, principalmente, en la búsqueda y posterior identificación de la existencia de una
relación entre el Trastorno de Ansiedad por Separación y el rendimiento escolar en infantes
inscritos dentro de los primeros tres grados de la escuela primaria. Figueroa, Soutullo, Ono y
Saito (2016) en su trabajo Ansiedad por separación señalan que “El TASep se caracteriza por
una reactividad anormal ante una separación real o imaginada de las figuras de apego, que
interfiere significativamente en las actividades diarias y en adquirir hitos normales del
desarrollo.”, haciendo hincapié posteriormente en los malestares que dicho trastorno trae
consigo como consecuencias psicosociales negativas; también mencionan que “A pesar de esto,
el trastorno ha sido escasamente estudiado, y generalmente los niños no son evaluados en
consulta hasta que se produce rechazo escolar o síntomas somáticos marcados.” Texto que
hasta cierto punto indica un nivel de conexión entre las afecciones de tal alteración y la
actividad estudiantil del menor que lo padece.

Gran parte de los estudios e investigaciones realizadas para cubrir información acerca de este
tema se llevaron a cabo en locaciones ajenas a la República Mexicana, lo cual no significa una
ausencia de tal problemática; sino más bien la falta de atención, y por ende, falta de
conocimiento entre la posible relación de una situación y otra. Por ello, este trabajo ofrece en
buena medida enriquecer con análisis de datos un punto de vista distinto que nos permita
tomar en cuenta posibilidades que probablemente solo se habían planteado vagamente. Es
decir, que esta investigación se lleva a cabo por la importancia de determinar si efectivamente
esta afección está interfiriendo en la actividad y el desempeño escolar de los niños. Así, además
de que los infantes cuenten con un diagnóstico acertado y un adecuado tratamiento, tanto sus
tutores como profesores logren también ser conscientes de las dificultades del trastorno y su
rol personal al enfrentarse a este.
Con respecto a lo mencionado, Ortega (2014) dice que “El profesor debe estar informado o
bien mostrar iniciativa de informarse sobre un alumno que muestre dificultades. Mediante
reuniones con la familia, el profesor deberá estar al tanto del funcionamiento del niño, sus
necesidades y sus puntos débiles así como de la forma de poder ayudarlo. No dudar en el
diagnóstico: Asumir su rol dentro del proceso y facilitar su ayuda a los diferentes agentes para
la consecución de los objetivos.”, y por lo tanto “Es esencial asumir la responsabilidad que
supone ser educador de un alumno con dificultades. El profesor debe ser consciente de que su
papel en el aula influye directamente no sólo en el aprendizaje del alumno sino también en su
estado emocional, así como en su evolución y desarrollo positivo.”

Este trabajo busca beneficiar a todo aquel menor de edad con Trastorno de Ansiedad por
Separación que cuente con complicaciones en relación al ámbito escolar que sean causadas por
dicha afección; tutores, padres de familia, educadores y colegas de psicología que deseen
contribuir a mejorar la calidad del desempeño académico de estos niños.
CAPÍTULO II
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
2.1 Estado del arte

Para complementar este trabajo, será preciso mencionar los resultados de las investigaciones
realizadas con respecto al tema del Trastorno de Ansiedad por Separación (TAS) en los últimos
cinco años; es decir, el lapso de tiempo comprendido desde el 2016 hasta la fecha.
Comenzando con el estudio de Feriante y Bernstein (2021) quienes en su trabajo de
investigación denominado Separation Anxiety, se refieren a dicho trastorno como “una
exageración de una ansiedad normal desde el punto de vista del desarrollo que se manifiesta
por una preocupación excesiva, preocupación e incluso temor a la separación real o anticipada
de una figura de apego.” En este mencionan distintos estudios de caso en donde pudieron
observar la relación hereditaria entre padres e hijos, madres e hijas, y, sobre todo, la mayor
proporción del componente genético de ansiedad de separación en hermanos gemelos.
Señalando también que “Si bien los niños pueden desarrollar apegos a un gran número de
personas, la mayoría de los niños se apegan de manera más óptima a unos pocos individuos
(generalmente padres o cuidadores).”, lo que resulta óptimo y esperado por desarrollarse entre
el año, o año y medio de edad del menor, para posteriormente ir desapareciendo
paulatinamente; sin embargo, en caso de no desistir, es posible que tal ansiedad se convierta
en trastorno.

Aunado a esto, Cortés (2020) en su investigación denominada Trastorno de Ansiedad por


Separación: Psicopatología y Evaluación, establece que “la ansiedad por separación en sí misma
no es perjudicial, es un fenómeno muy común y adaptativo en la infancia, que incluso cumple
funciones relacionadas con la supervivencia. Sin embargo, la ansiedad por separación pierde su
utilidad cuando supone un malestar significativo y cuando persiste después de los tres años de
manera excesiva”, lo que acredita la veracidad del resultado de nuestra primera investigación.
Además, en su texto cita que “aquellos niños entre los 3 y 5 años que continúan mostrando
angustia o miedo a la separación se encontró con una falta de opciones de medidas de
evaluación. La mayoría de los instrumentos se desarrollan y validan con niños en edad escolar
(Penosa, 2017) dejando relativamente inexplorada la sintomatología en estas edades y la
oportunidad de una detección e intervención de inicio temprano.” Enfatizando, dentro de la
conclusión de su estudio, la dificultad en la que se encuentra el diagnóstico a tiempo en
aquellos con edades preescolares.

Resultando preocupante para Yang y Wang (2019) en su estudio de caso Play Therapy on
Separation Anxiety Children-A. En donde realizan la investigación acerca de una niña de cuatro
años, quien empezó a presentar síntomas preocupantes de AS tras comenzar a residir con sus
padres y dos hermanas mayores, y abandonar el hogar en donde vivía solamente con sus
abuelos desde su nacimiento. Se llevó a cabo una terapia de juego en conjunto a la menor,
método que tuvo que planearse meticulosamente y realizarse poco a poco. Pues los autores
coinciden en que la ansiedad por separación desempeña un papel sumamente importante en el
periodo de desarrollo infantil temprano, ya que es el resultado de una reacción de angustia
ante la separación de su cuidador, que es fundamental para el desarrollo psicológico del menor.
Y cuando los síntomas continúan tras un lapso de tiempo señalado por expertos, las emociones
y comportamientos en el niño llega a ser problemático y muy debilitante, lo que podría llegar a
tomarse como un antecedente de un posible trastorno de ansiedad en la edad adulta, o estar
relacionado a la depresión en adultos jóvenes.

En el trabajo titulado Niños con síntomas de ansiedad por separación: un estudio de sus
hábitos y problemas de sueño, Orgilés, Fernández, Gonzálvez y Espada (2016) indican un punto
clave dentro del estudio de caso de su investigación: la baja calidad del sueño en los menores
de edad a causa de la ansiedad por separación. Estos autores refieren que “Los niños con
ansiedad por separación mostraron rutinas menos adecuadas a la hora de dormir, menor
calidad del sueño, más rechazo al ir a dormir y más ansiedad relacionada con el sueño. Los
problemas de sueño mostraron ser predictores de la ansiedad por separación, con un 24% de
varianza explicada. De los resultados del estudio se concluye la necesidad de atender los
patrones de sueño infantil para lograr una intervención más adecuada en la ansiedad por
separación.” Sin embargo, no sería este el único síntoma en los niños.

De acuerdo a la organización Child Mind Institute (2021) en el estudio de su Guía rápida sobre
el trastorno de ansiedad por separación, además de la baja calidad del sueño, maneja que tener
dificultades para despedirse de sus padres, el miedo, los berrinches, las pesadillas y la necesidad
abrumadora de querer enterarse todo el tiempo en dónde está su persona de apego; así como
dolores físicos, de cabeza y estómago o mareos, son síntomas claros que pueden ayudar a los
profesionales a diagnosticar efectivamente el TAS.

Lo que nos lleva a relacionar a León (2019) con su trabajo Ansiedad en niños: Una revisión
conceptual de los últimos años. En este, la autora se dedica a ofrecer una visión precisa y
sintética sobre las afecciones de la ansiedad infantil, utilizando una metodología descriptiva al
especificar características y propiedades de importancia sobre la problemática mencionada.
También podemos encontrar un análisis documental y de contenido, así como el desarrollo de
distintas teorías acerca de la ansiedad con una enorme amplitud entre perspectivas y modelos.
Como apoyo a textos informativos, León reconoce la evolución y el crecimiento hacia nuevos
síntomas de los que no se había hablado antes. Lo que apunta a una importante “red flag”
sobre los trastornos que acompañan dicha condición, apuntándola como una necesidad
prioritaria en cuanto a atención médica y psicológica se refiere, ya que al tratarse de niños, se
habla de mayor vulnerabilidad y factor de riesgo a estragos tanto emocionales como sociales.

Por su parte, Penosa (2017) realizó una investigación exhaustiva a la que titula Ansiedad en
Preescolares: Evaluación y Factores Familiares, la cual se enfoca, número uno, en examinar la
versión española de la renombrada Preschool Anxiety Scale (PAS), recordando que son los
padres quienes se encargan de calificar y medir la escala de ansiedad en sus hijos con edades
desde tres a seis años, teniendo en cuenta que una de las cinco dimensiones que abarca dicha
escala es la de ansiedad por separación. Y número dos, como dice textualmente, analizar la
relación entre la ansiedad de la madre y la ansiedad por separación del niño, sin marginar el
efecto mediador en el que se involucra el estilo educativo.

El estudio español demuestra, entre otras conclusiones, que “la ansiedad como rasgo de la
personalidad de la madre no está directamente relacionada con la presencia de trastorno de
ansiedad por separación de sus hijos en edad preescolar.” Así como a su vez, sobre el mismo
tema, menciona que “No existen diferencias en los niveles de ansiedad según la edad de los
preescolares, excepto en la sub-escala trastorno de ansiedad por separación, en la que
presentan mayor puntuación los niños más mayores en comparación con los de menor edad.”
Sin embargo, tal situación no podría generalizarse, ya que los participantes involucrados en la
investigación han de pertenecer a una muestra comunitaria; e igualmente resultaría aún más
interesante poder incluir no solo a los padres de familia, sino a los docentes que están en
constante relación con los niños.

En el mismo año, basándose en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales,


Bennett (2017) publica el artículo llamado Separation Anxiety Disorder: Causes, Symptoms,
Treatment DSM-5 309.21 (F93.0) que contiene información clara sobre la problemática y la
relación que mantiene con el desempeño escolar del infante. En él menciona que “los niños con
trastorno de ansiedad por separación pueden negarse a ir a la escuela, lo que puede generar
dificultades académicas y aislamiento social. También pueden sentirse muy enojados y ser
agresivos con alguien que está forzando la separación. Además, los niños muy pequeños
pueden hacer informes inusuales, como ver criaturas aterradoras y personas extrañas mirando
dentro de su habitación. En última instancia, los niños con este trastorno pueden describirse
como exigentes, intrusivos y que necesitan atención constante.” Sin embargo, menciona
también que los niños con esta condición a menudo podrían parecer tristes o retraídos, incluso
podrían presentar dificultad al concentrarse y prestar atención en clases si su persona de
confianza no está acompañándole. Lo que lleva a considerar que la angustia en el menor de
edad sobrepasa sus propios límites.

Así, Gutiérrez (2021) en su trabajo Los niveles de ansiedad en un aula de Educación Infantil.
Estudio comparativo entre la perspectiva familiar y docente. Comenta que “Los trastornos de
ansiedad son los problemas emocionales con mayor prevalencia en la etapa de Educación
Infantil, afectando a un 10-20% de la población en estas edades, siendo persistentes en el
tiempo y predictores de problemas posteriores.” Dentro de este estudio, la autora observa y
analiza la relación familia-docencia dentro de un salón de clases, además de aplicar las
evaluaciones necesarias para poder apuntar, a partir de los resultados obtenidos, que existen
diferencias significativas entre las perspectivas de los padres y el docente al valorar los niveles
de ansiedad en sus estudiantes. Forjándose únicamente el acuerdo entre ambos extremos de
dicha relación en cuanto temen por la integridad física de los menores al desenvolverse en un
salón de clases.

Para finalizar, Pepito y Montalbo (2019) en su estudio de caso Separation Anxiety on


Preschoolers' Development, muestran un enfoque destinado al desarrollo de estrategias en
beneficio a los niños con trastorno de ansiedad por separación en una relación directa de
apoyo entre sus padres y los maestros de clase. Con un método de estudio cualitativo y un
análisis de caso interno relacionado a un análisis de casos cruzados, descubrieron que en el
ámbito familiar, así como en el ámbito educativo, se estaban utilizando distintos métodos
estratégicos para lidiar con la problemática planteada. Todo eso a razón del limitado
conocimiento sobre información de calidad que, tanto padres como educadores, poseían.

Ambas autoras señalan e insisten en incentivar intervenciones planificadas, estructuradas e


integrales, que incluso otros profesionales pudieran impartir a los menores de edad. Así como
también recomiendan a todo aquel adulto que refieran como figura de apego, a recibir la
capacitación adecuada que le permita guiar efectivamente a los niños en la mejora de su salud
mental.

2.2 Marco Referencial

2.2.1 Ansiedad

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) apunta que la ansiedad puede
describirse como un acto reflejo hacia alguna amenaza, el cual continúa manteniendo nuestro
cuerpo alerta ante cualquier posible situación de enfrentamiento o huída. Así mismo, Forcadell,
Fullana, Lázaro y Lera (2019) mencionan que esta misma emoción ha sido experimentada por
más de una persona en algún momento de su vida, y que es factible que llegue a ayudar al
organismo a estar preparado para momentos de gran importancia al activar el sistema nervioso
central. Además, estos autores recalcan que la ansiedad usualmente se hace presente cuando
una persona se ve en la necesidad de participar en un escenario que demande un mayor
esfuerzo físico al de costumbre y, coincidiendo con la OIM, que sirve para hacer frente a una
amenaza o peligro que pueda ocurrir en el futuro.

Por su parte, Rojas (2014) en la obra Cómo superar la ansiedad señala que “La ansiedad es una
vivencia de temor ante algo difuso, vago, inconcreto, indefinido, que, a diferencia del miedo,
tiene una referencia explícita.” Una explicación más detallada que define a este concepto como
la emoción que se desencadena por consecuencia de un temor con objeto: el miedo;
diferenciándose por ser un temor completamente impreciso y carente de objeto exterior. En
otras palabras, dentro del mismo texto el autor sugiere que “La ansiedad es una emoción de
alarma que da lugar a una hiperactivación fisiológica, donde todo se vive con miedos y temores
y malos presagios.” (pp. 25-26)

Describiéndola desde un punto de vista distinto a los mencionados anteriormente, la


Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud (SPPS) califica a la ansiedad como “un
estado emocional en el que se presentan cambios somáticos (cuando una persona expresa
tener un síntoma que en realidad no tiene) y psíquicos.” Pero sobre todo, aún más enfocado a
la manifestación de tal característica en niños, Parrado (2008) añade que, a pesar de todo esto,
determinados síntomas de esta ansiedad gozan de gran normalidad y alcanzan a tener efectos
positivos cuando se habla de un buen desarrollo infantil.
Por lo tanto, estas definiciones engloban el concepto como la reacción exagerada ante un
miedo desconocido, que con medida podría resultar positivo por la activación que causa en el
organismo; sin embargo, al hacer su aparición y mantenerse por un lapso de tiempo extendido
resultaría nocivo para la salud física y emocional de la persona que la padece.

2.2.1.1 Características

Haciendo énfasis en lo ya mencionado, la ansiedad puede contar con un proceso, o evolución,


desde que deja de ser benéfica hasta convertirse en un padecimiento grave. Meza, Turner,
Álvarez y Sánchez (2020) indican que las características de un tipo “normal” de ansiedad son las
siguientes:

 Es una respuesta adaptada al estímulo


 Su duración es proporcional al estímulo
 La atención se enfoca en la respuesta frente a la amenaza
 La ansiedad normal puede ser positiva, y puede contribuir para el aprendizaje de
nuevas respuestas
 Responde siempre a un estímulo

Mientras que un tipo más problemático de ansiedad, como lo sería la “patológica”, se


caracteriza por:

 Ser una respuesta exagerada en intensidad


 También es exagerada su duración en relación al estímulo que la provoca
 La atención se enfoca en el miedo a las consecuencias, llevando todo al extremo
 Imposibilita la habilidad de encontrar respuestas ante la presión, sea real o imaginaria
 La ansiedad patológica se puede presentar sin estímulos reales

Con respecto a esto, Servant (2019) en su artículo ¿Hasta qué punto es la ansiedad una
emoción normal? ha recalcado la existencia de cuatro características clave que pueden ayudar a
cualquier individuo a saber si los niveles de ansiedad han sobrepasado el límite de la
“normalidad”.

La primera característica es el de desproporción, es decir, que este tipo de ansiedad aparece a


partir de situaciones que en sí no son realmente peligrosas, lo que le lleva a adquirir un
carácter ilógico e irracional al no relacionarse con el sentido común y es sumamente difícil
entrar en razón, aún si la persona es consciente de que no existe ningún peligro grave.

Es de tipo intensa. Aquí la ansiedad nos bloquea, se convierte en una situación inútil e
imposible de adaptar, así que continúa elevando y elevando su nivel hasta superar el límite,
obstaculizando a la persona por completo y terminando por ser un verdadero sufrimiento para
ella.

La tercera característica depende de cuánto se prolongue; usualmente un episodio dura un


lapso de tiempo corto o equivalente al del estímulo, sin embargo en un caso de ansiedad
patológica la duración de las sensaciones negativas se vuelve dominante, e incluso permanente.
Imposibilita a quien la padece, de tal manera que llega a dar la impresión de que jamás
terminará, y que no existe tal “luz” al final del túnel.

Finalmente, la última característica que menciona es la falta de control. Una vez que se es
consciente de su desproporción, de la intensidad y la constante duración del padecimiento,
recae la impotencia. Es decir, la situación llega a controlar al individuo, a dominarlo hasta
orillarlo a sentir pena, e incluso ira contra sí mismo por no ser capaz de reaccionar o
defenderse.

2.2.1.2 Trastornos de Ansiedad

Forcadell, Fullana, Lázaro y Lera (2019) reconocen que, tal como lo hace la ansiedad patológica,
los trastornos de ansiedad tienen la característica de llevar las emociones más lejos de lo
normal; dicho de otro modo, esta clase de trastorno presenta un temor o preocupación
excesiva que genera malestar y boicotea el bienestar de la persona que lo vive, ya sea con
amigos o familia, en el trabajo, la escuela o en su propia casa.

Para Tayeh, Agámez y Chaskel (2016) estos trastornos se muestran comúnmente en las etapas
de la infancia y en la adolescencia, impactando la autoestima, la habilidad de socializar, el
rendimiento académico y la vida familiar de forma negativa. Y a pesar de traer consigo cambios
tan radicales en el comportamiento de la persona, es usual que estos no se tomen en cuenta
como foco de alerta para una investigación sobre lo que podría sucederle al niño, por lo tanto
es posible que, si se consigue un diagnóstico, este sea tardío. Ya que generalmente los padres
lo pasan por alto; y así podrían transcurrir meses, e incluso años, donde se hace caso omiso a
la situación hasta que comienza a ser insoportable o causa disfunción en la vida diaria de su
hijo.

Enfocándose también en la población infantil, Parrado (2008) desarrolla un punto de vista muy
interesante con respecto a estos trastornos de ansiedad y cómo se relacionan en función al
nivel de desarrollo en los menores de edad, subrayando que los temores más frecuentes y
comunes serían el de sufrir daño personal o, en su defecto, que tal daño sea causado a sus
figuras de apego. Lo que posteriormente ocasionaría un exceso de preocupación en el niño y
en algunos casos provocaría la aparición de síntomas de ansiedad por separación o pequeñas
fobias u obsesiones. Igualmente, al presentarse un malestar crónico, este puede causar
deterioro en la estabilidad emocional; por lo que indica el autor que debe haber una constante
vigilancia para conseguir la temprana detección, evaluación, diagnóstico e intervención.

Así mismo, las manifestaciones de ansiedad en menores de edad, como lo indica en su artículo,
adoptan expresiones idénticas a las que ocurren con un adulto: palpitaciones, opresión
precordial o torácica, dificultad para respirar, ahogo, sudoración, debilidad o fatiga, o podrían
presentarse en forma de crisis. Sin embargo, es bastante común que estos elevados niveles de
malestar se reflejen en el temperamento (inhibición o timidez conductual) y el vínculo del niño
(atadura materno-filial).
Existen diferentes tipos de trastornos de ansiedad que se pueden padecer, pero los más
recurrentes dentro del lapso intermedio en la niñez son: el trastorno de ansiedad generalizada,
el trastorno de ansiedad social y el trastorno de ansiedad por separación.

2.2.1.2.1 Trastorno de Ansiedad por Separación

El trastorno de Ansiedad por separación es definido a grandes rasgos como el padecimiento de


ansiedad constante e incontrolable que experimentan algunos niños a causa del terror que les
da el alejarse de su hogar y de la persona (o personas) con las que siente afinidad y conexión
de salvaguarda a su bienestar. En otras palabras, Ochando y Peris (2012) apuntan que este
trastorno “consiste en la ansiedad excesiva que experimenta el niño al separarse de los padres
o de aquellas personas con quien está especialmente unido.”, indicándonos que, a diferencia de
un trastorno de ansiedad generalizado en donde el infante comprende sensaciones negativas a
más de una situación, este se encarga específicamente del miedo a separarse de esa figura de
apego.

Para una mejor comprensión de este concepto, el Sistema de Salud Académico de la


Universidad de California (UC San Diego Health, 2016) publicó un artículo informativo en donde
da a conocer que este tipo de trastorno se debe a la preocupación excesiva y el temor a
alejarse de los miembros de su familia, o todo aquel individuo con el que el niño esté más
ligado. Recalcando que podría desencadenarse por el miedo a perderse o por la desprotección
al no mantenerse juntos todo el tiempo. Pero también hace énfasis en que factores biológicos y
ambientales pudieran contribuir al aumento de dicha emoción, como lo sería el heredar la
tendencia a responder con ansiedad como sus padres.

Por otra parte, el Instituto Psicológico Cláritas (2021) dice que la ansiedad recurrente puede
evolucionar en un trastorno como lo es el TAS, debido a que el menor de edad carga un
constante sentimiento de inseguridad en alguno de los aspectos de su vida.

Según la organización, las causas más comunes que aportan para el desarrollo de este
trastorno son:

 Apego inseguro: Es decir, que la conexión emocional entre el niño y su cuidador está
contaminada por el miedo. Mientras que un apego seguro ayuda a que el menor se
sienta tranquilo y favorezca su desarrollo óptimamente, el apego inseguro contribuye a
crear dependencia con futuros problemas como lo sería la ansiedad por separación.

 Estrés: Situaciones con gran tensión, como lo serían problemas escolares, divorcio de los
padres, la pérdida de algún ser querido, o cualquier fuente de inseguridad del que se
percate el niño.

 Cambios en el entorno: Esta clase de cambios podrían producirle al niño ansiedad ante
lo que no conoce, tal como lo sería una mudanza, cambio de escuela o el ingreso a la
misma.
 Padres sobreprotectores: También podría ser causado por el estrés e inseguridad
expresada por su figura de apego. Aquí es importante reflexionar que los hijos observan
y absorben las reacciones o estados emocionales de sus padres.

Pero claro, actualmente se añade una causa más a la lista anterior, que como apunta Delgado
(2020) sería el regreso a clases presenciales tras la pandemia por COVID-19. La autora en su
artículo ¿Cómo evitar el trastorno de ansiedad por separación en los niños este regreso a
clases? resume la dificultad que puede implicar retomar la presencialidad tras estar poco más
de un año seguros dentro de casa. Como consecuencia de la pandemia y las restricciones que
se impusieron ante la necesaria reducción de contagios, los niños se han encerrado en sus
hogares junto con sus familiares, lo que ha provocado una mayor demanda de atención y
tiempo con tal de poder sentirse seguros en el medio de un escenario tan caótico e incierto.

En este caso, la familia brinda una sensación de protección y confort del que pocos infantes van
a poder despegarse fácilmente. Como comenta Feliú (2014) estos niños son vulnerables a sentir
el miedo y la ansiedad intensa o persistente al no tener mayor opción que separarse del vínculo
estrecho mencionado con anterioridad. En la cual cabría la posibilidad de evidenciarse en un
mínimo de tres manifestaciones clínicas centradas en preocupación, malestar psicológico
subjetivo, el rechazo a quedar solo en casa o de ir a la escuela, y la presencia de pesadillas o
síntomas físicos.

2.2.1.2.1.1 Síntomas

Previamente se mencionó que el trastorno de ansiedad por separación, en sus casos más
graves, llega a ocasionar crisis emocionales en los infantes. Pero existe un listado sobre la
sintomatología de este padecimiento; la cual, Ochando y Peris (2012) indican como:

 Preocupación injustificada al separarse de los padres, salir de casa, visitar amigos y/o
resistencia a acudir al colegio.
 Miedo injustificado y patológico a que los padres sean víctimas de accidentes,
enfermedades o catástrofes, con temor a perderlos y no volver a verlos con presencia
de pesadillas con este contenido.
 Conductas de aferramiento siguiendo a la figura de apego por la casa.
 Rechazo a quedarse solo en casa durante el día o a dormir solo.
 Problemas al acostarse con requerimiento de la presencia de la persona de apego.
 Síntomas somáticos acompañantes (náuseas, abdominalgias, cefaleas, palpitaciones,
vértigos, lipotimias o vómitos) en situaciones que implican una separación de la figura
de apego.
 Malestar excesivo y recurrente en forma de ansiedad, llanto, tristeza, apatía, rabietas o
retraimiento en anticipación, durante o inmediatamente después de la separación, con
posibilidad de presentar amenazas autolesivas, súplicas o chantaje emocional.
 Presencia de ansiedad cuando el niño tiene que quedarse solo en la consulta. (Ochando
y Peris, 2012)

De un modo más concreto, Blanco (2020) resume los síntomas de la siguiente manera:

 Preocupación
 Miedo
 Nerviosismo
 Tensión
 Rabia al ser separados de su figura de apego

Mientras que a nivel somático suelen experimentarse:

 Dolores abdominales
 Cefaleas
 Náuseas
 Vómitos
 Sudoración
 Falta de aire
 Tensión muscular
 Insomnio

Además, la autora subraya que cualquier tipo de indicio de malestar puede variar de acuerdo al
niño que padece dicho trastorno, pues en aquellos de menor edad se reflejaría generalmente
como síntomas somáticos a diferencia de los de mayor edad que ya pueden verbalizar y
explicar con mayor exactitud sus síntomas. Es normal que en general los cambios hagan ver al
infante bastante retraído socialmente, triste, apático y con dificultad para centrarse en sus
actividades, así como también es posible que asocie una actitud negativa hacia la asistencia al
colegio por esa misma evitación social.

2.2.1.2.1.2 Tratamiento

Tras hacer un adecuado diagnóstico, más de un estudio recomienda como tratamiento para el
trastorno de ansiedad por separación la terapia cognitivo-conductual; tal como lo plantea el
Instituto Mental Infantil (Child Mind Institute, 2021), esta clase de procedimiento es beneficioso
para que los niños sepan aceptar, entender y manejar sus miedos por sí mismos al conversarlo
con un especialista en el tema. Otra alternativa podría ser la terapia de exposición, una rama
especializada de terapia cognitivo-conductual que consiste en hacer un cambio con respecto a
la forma en que el niño reacciona a la situación de, en este caso, alejarse de su figura de
apego. Dicho con otras palabras, esta terapia se enfoca en exponer poco a poco al menor
afectado a deslindarse y sentirse ansioso en menor medida hasta finalmente lograrlo por
completo.

A su vez, Cárdenas, Feria, Palacios y De la Peña (2010) sugieren que cuando el paciente es
menor a los doce años, la mejor opción es entrevistar primero a sus padres y luego a él.
Además, se tendrían que utilizar ejemplos que el niño conozca o con las que esté familiarizado
para un mejor entendimiento de la situación; así como el hacerle saber que no es correcto que
las emociones negativas afecten su vida diaria en relaciones interpersonales o en su
rendimiento en la escuela. Pero sobre todo, los autores recomiendan que en la terapia se le
haga saber al menor lo que padece, y que como cualquier otra enfermedad, se requiere de
atención especializada.

Pero cuando el tratamiento terapéutico no basta para que el paciente se recupere por
completo, se han de buscar otras alternativas que ayuden a la correcta disminución de los
síntomas y apoyen las siguientes sesiones con el especialista de salud mental. Los
medicamentos mayormente recomendados son los antidepresivos, ya que estos ayudan a
aumentar el nivel de serotonina en el infante; así como también los inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina podrían calificar como opción de primera línea de medicamento para
este tipo de trastorno.

2.2.2 Rendimiento Escolar

Para poder identificar la relación entre el Trastorno de Ansiedad por Separación y el


rendimiento escolar, se debe mencionar la definición del concepto; en este caso, Fineburg
(2009) lo describe como la medida de progreso de un estudiante en el contexto escolar o en
cualquiera de las áreas académicas en las que se desarrolle. En otras palabras, Estévez (2015)
asegura que este mismo concepto, tal como lo explica Fineburg, es una forma de medir los
logros y las capacidades del alumnado; lo que es igual a toda aquella situación o enseñanza
aprendida a lo largo de su proceso de formación en cualquier nivel educativo.

Al igual que los autores anteriormente mencionados, la Secretaría de Educación Pública (SEP)
en su infografía El Rendimiento Escolar comenta que este concepto se refiere al conocimiento
que los niños van adquiriendo a lo largo de su curso académico; señalando como “positivo” a
aquel en el que el infante logra conseguir calificaciones aprobatorias en los exámenes de su
ciclo. Expresa también que este desempeño puede medirse a través de la respuesta del alumno
a los estímulos académicos, vinculándolo directamente a la aptitud y la actitud que llegue a
tener el niño en cuestión. Pero más que nada, la información que busca compartir el texto es
sobre la existencia de diversas causas por las que se puede complicar el alcance del
rendimiento escolar esperado, como lo podrían ser biológicos, culturales, económicos, sociales,
familiares, entre otros.

Factores que van desde la inadecuada preparación del profesor, hasta la notable dificultad de
alguna materia podrían direccionar al alumno hacia la carencia de desempeño; sin embargo, a
su vez se opina que es tan probable como lo anterior que el factor psicológico juegue un papel
importante dentro de la ecuación, ya que como lo menciona Jadue (2002) a los menores de
edad con problemáticas de tal índole, ya sean emocionales, conductuales y/o sociales como lo
serían la conducta disruptiva, hiperactividad, sentimientos de soledad, dependencia, entre otras,
afectaría inevitablemente su desempeño.
2.2.2.1 Características

Identificando las características de un rendimiento escolar promedio, Saavedra (2004) apunta


que las capacidades como el habla, la audición, la lectura, escritura, el razonamiento lógico, las
habilidades matemáticas y destrezas sociales se llevarán a cabo por el niño con un punto de
desempeño suficiente, de manera que el ejercicio de las mismas no lo lleven a incurrir en
ningún tipo de sanción por parte del sistema educativo. Es decir, que estas capacidades deben
ser transversales, que establezcan conexiones entre lo instructivo y lo formativo, y así el
rendimiento mínimo sea esperable en todas las áreas.

Otra característica es la de no compensación, lo que significa que el llevar a cabo un bien


desempeño en cualquiera de las áreas anteriormente mencionadas no asegura la compensación
ni evita la sanción al momento de fallar en otra de ellas. Además, esta clase de rendimiento
goza de ser unilimital, posee límites mínimos bajo los cuales se incurre en sanción; y el sistema
escolar no señala límites superiores, destinados a quienes sobrepasen el requerimiento
promedio.

2.2.2.2 Clasificación

Clarificando el tema, para identificar la productividad escolar de un estudiante, Bobadilla (2006)


clasifica este rendimiento en cuatro ramas:

 Rendimiento suficiente. Es cuando alumno logra aquellos objetivos que se plantean y ya


están establecidos en lo que es los procesos de enseñanza-aprendizaje.
 Rendimiento insuficiente. Por el contrario en esta es cuando el alumno no logra o
alcanza a cumplir con los contenidos establecidos que se pretende que cumplan.
 Rendimiento satisfactorio. Cuando el alumno tiene las capacidades acordes al nivel que
se desea y está dentro de sus alcances.
 Rendimiento insatisfactorio. Por otro lado este es cuando el alumno no alcanza el nivel
esperado o mínimo en cuando a su desarrollo de capacidades con las que debe contar.

2.2.2.3 Rendimiento Escolar y Ansiedad

Ambos conceptos se relacionan de dos posibles maneras; la primera, gracias a un nivel


reducido de ansiedad donde esta incita positivamente al aprendizaje del menor; y la segunda,
donde los niveles de ansiedad sobrepasan el límite y dificultan la actividad del niño o niña en el
ámbito escolar. Lo que refiere un problema, pues como menciona Jadue (2002), estos niveles
excesivos de ansiedad terminan entorpeciendo el aprendizaje del alumno, pues disminuyen la
atención, la concentración y la retención hasta verse deteriorado el rendimiento escolar, pues
los infantes mantienen la atención por completo en sus preocupaciones.

Si bien estamos de acuerdo con que este padecimiento afecta de formas distintas a cada
individuo, una de las principales características en común es que la ansiedad tiende a bloquear
a los niños, lo que hace que para ellos llegue a ser sumamente difícil ir acorde a sus
compañeros en el ámbito escolar. Ehmke (2021) aclara que la ansiedad podría ser la causante
del reto que es para un estudiante de tan corta edad el ignorar esos pensamientos de
preocupación e intentar concentrarse en la clase. Para alumnos con ansiedad por separación, es
difícil o incluso imposible evitar el rechazo a la institución educativa, así que generan un
sentimiento de negación de asistir a ella hasta convertirlo en una problemática preocupante. Y,
en realidad, además de ello existe una lista de factores relacionados con los altos niveles de
ansiedad que participan activamente en casos como los anteriormente mencionados; un par de
ejemplos serían el comportamiento disruptivo, ausencia de participación, visitas constantes a la
enfermería, problemas en materias, no entregar la tarea, evitar la socialización y el trabajo en
equipo, etc.
CAPÍTULO III
BASE EPISTÉMICA
3.1 Objetivos

3.1.1 Objetivo General

Identificar el índice de correlación entre el Trastorno de Ansiedad por Separación (TAS) y el


bajo rendimiento escolar en niños de primero, segundo y tercer grado de primaria.

3.2 Hipótesis

El Trastorno de Ansiedad por Separación que presentan los niños de primero, segundo y tercer
grado de primaria está correlacionado con el bajo rendimiento escolar.

3.3 Variables

Variable 1: Trastorno de Ansiedad por Separación. Para Ochando y Peris (2012) este trastorno
“consiste en la ansiedad excesiva que experimenta el niño al separarse de los padres o de
aquellas personas con quien está especialmente unido.”
CAPÍTULO IV
METODOLOGÍA
4.1 Orientación Metodológica

El presente trabajo de investigación se realizará por medio de la metodología de ámbito


cuantitativo, a la cual Arias (2021) define como aquella que se encarga de utilizar datos
numéricos e inferencia estadística con el objetivo de conseguir plantear conclusiones
extrapolables a un grupo mayor que el investigado. Su proceso de obtención de datos es
apresurado y con ello también permite predecir algunos comportamientos de la población
estudiada. Usando esta categoría de orientación metodológica se planea identificar el índice de
correlación entre el Trastorno de Ansiedad y el bajo rendimiento académico de alumnos de la
Escuela Primaria ------- diagnosticados con este padecimiento.

4.2 Tipo de Estudio

El tipo de estudio a utilizar en esta investigación será correlacional, para el cual Rodríguez
(2021) aclara que, al trabajar con este estudio, el investigador busca conseguir medir dos
variables estadísticamente para identificar si entre ellas existe algún grado de relación o no. Se
basa en el análisis descriptivo previo de la información y, a su vez, muestra la forma en que
varía un concepto al modificarse otro, ofreciendo una comparación entre uno y otro. Por lo
tanto, lo que se pretende lograr en el presente trabajo es determinar el nivel de correlación
entre el Trastorno de Ansiedad por Separación y el bajo rendimiento académico de los alumnos
de la Escuela Primaria -------.

4.3 Sujetos de Estudio

La población que se estudiará para la investigación consta de ### participantes, los cuales son
estudiantes de primero, segundo y tercer grado en la Escuela Primaria ---------- de Veracruz,
Ver.

4.3.1 Criterios de Inclusión

 Niños inscritos en la Escuela Primaria ---------- de Veracruz, Ver.


 Alumnos que cursen primero, segundo o tercer grado de primaria
 Que cuenten con edades entre 6 y 8 años
 Que padezcan Ansiedad por Separación
 Que hayan sido diagnosticados con Trastorno de Ansiedad por Separación

4.3.2 Criterios de Exclusión

 Alumnos que no padezcan Ansiedad por Separación


 Alumnos que no hayan sido diagnosticados con Trastorno de Ansiedad por Separación
 Estudiantes que no cuenten con la participación de sus padres
 Padres de familia que se encuentren ausentes el día de aplicación de la prueba

4.4 Técnicas de Acopio de Datos

Para el apartado de recolección de datos, se ha acordado utilizar una entrevista para evaluar la
posible relación entre el Trastorno de Ansiedad por Separación y el bajo rendimiento
académico de los alumnos. En este caso, dicha entrevista es el resultado de una adaptación del
Cuestionario de Ansiedad por Separación de Inicio Temprano (CASIT) ya enfocado al ámbito
escolarizado y la manera en la que esta afección obstaculiza el desarrollo estudiantil de los
niños que lo padecen. La entrevista se aplicará a los padres de familia y también habrá un
apartado en el que se podrá entrevistar al docente del infante. La herramienta contará con un
total de 50 items, incluyendo a los tutores y al maestro con una escala de valoración de cinco
puntos. Es decir, con esta técnica se buscará localizar el índice de correlación entre un aspecto
y otro.

4.5 Procedimiento

Fase I: Elegir a los sujetos de estudio a partir de los criterios de inclusión y exclusión pactados

Fase II: Elegir la herramienta de acopio de datos que valore la correlación entre ambos
conceptos

Fase III: Aplicar la herramienta de acopio de datos a los sujetos de estudio

Fase IV: Analizar la información recaudada a partir de las respuestas de los sujetos de estudio

Fase V: Llegar a la conclusión correspondiente sobre el análisis de datos

Fase VI: Dar a conocer los resultados obtenidos sobre el índice de correlación de la
investigación
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