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ESTADOS UNIDOS EN LA SEGUNDA POS GUERRA.

Después de la disolución de la Unión Soviética, se


reconfiguró la distribución de poder en el sistema
internacional. Estados Unidos se instaló como la potencia
hegemónica, dejando atrás la bipolaridad que caracterizó la
confrontación ideológica de la Guerra Fría. Un sistema
unipolar se consolida cuando un Estado es tan poderoso
que no es posible que se conforme una coalición o poder
contrahegemónico exitoso. Su posición privilegiada es lo
que garantiza su seguridad nacional, ya que, al tener bajo
su control una cantidad desproporcionada de recursos
políticos, económicos y militares, ningún otro actor le
representa una amenaza verdadera. Durante este periodo
unipolar, Estados Unidos impulsó una estrategia centrada
en su liderazgo en cuatro áreas centrales del sistema
internacional: preponderancia militar, creación de alianzas,
integración de otros Estados a los mercados y a las
instituciones diseñadas por él, y la no proliferación nuclear.
A principio de la década de 1990, Estados Unidos contaba
con un exceso de recursos económicos debido a que ya no
tenía la necesidad de destinarlos a su lucha contra el
comunismo, por lo que pudo diversificar su agenda de
política exterior para combatir nuevos riesgos en el
escenario internacional. Washington se dedicó a
reorganizar las alianzas militares que había creado durante
la Guerra Fría y a integrar a los recién conformados países
exsoviéticos bajo su paraguas nuclear. La Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fue creada con la
finalidad de impedir la expansión del comunismo. Cuando
se desintegró la Unión Soviética, la Organización logró su
principal cometido, por lo que era posible que Estados
Unidos decidiera ponerle fin a esa alianza militar. Sin
embargo, no solo no despareció, sino que sus funciones
aumentaron para incluir novedosos problemas mundiales.
Algunas de las misiones de la OTAN atendieron
problemáticas que ya existían en décadas anteriores, pero
que no fueron incluidas en la lista de prioridades
estadounidenses durante la Guerra Fría; otras se
encargaron de aminorar problemas generados por el
proceso de globalización. Actualmente, los principales ejes
de la Organización se centran en el combate al terrorismo,
la protección de poblaciones contra desastres naturales,
tecnológicos o humanitarios, y el control de armamento, el
desarme y la no proliferación nuclear.
Tras el fin de la Guerra Fría, disminuyeron las
probabilidades de confrontación entre Estados, sin
embargo, aumentaron los conflictos internos en países con
gran inestabilidad política, social y económica. Estados
Unidos ha desempeñado un papel importante en su
estabilización. Por un lado, debido a que forma parte de los
objetivos de su agenda liberal ⸺el impulso de los
derechos humanos, los sistemas democráticos y el Estado
de derecho⸺ y, por el otro, porque se alinea con su
enfoque realista de política exterior. Para Estados Unidos
se vuelve prioritaria la renovación de Estados débiles o
fallidos que han sido azotados por guerras civiles, ya que le
preocupa que los problemas internos de otros países
puedan repercutir en la seguridad internacional y en sus
propios intereses. Según Melvin Small y David Singer, las
guerras civiles se diferencian de otros tipos de conflicto
armado porque el gobierno se enfrenta directamente contra
un grupo rebelde dentro del territorio nacional. Para que un
conflicto interno pueda ser considerado como guerra civil
ambas partes deben tener motivaciones políticas, estar
militarmente organizadas y tener la capacidad de resistir
efectivamente. El costo humano de las guerras civiles es
alto para sus ciudadanos, así como para la comunidad
internacional, por lo que Estados Unidos ha intervenido en
múltiples ocasiones para aminorar sus estragos
(Afganistán, Congo, Liberia, Libia, Siria, Somalia, Yemen y
Yugoslavia).
En el periodo bipolar, las guerras civiles terminaban, por lo
general, con la victoria militar de una de las partes. Esto
cambia en el periodo unipolar, ya que su carácter
democrático promovió que las guerras civiles concluyeran
en negociaciones. Según Lisé Morjé y Alexandra Stark, los
actores externos tienen gran capacidad para determinar el
desenlace de conflictos internos. A pesar de ello, las
intervenciones estadounidenses en guerras civiles han sido
poco exitosas para lograr sus propósitos de
democratización en el largo plazo. Michael J. Mazarr
considera que, para lograr cambios duraderos, Estados
Unidos debe disminuir el número de misiones militares que
tiene en el mundo y otorgarle un papel protagónico a las
poblaciones y a los gobiernos de dichos países para la
solución de sus problemas. La construcción de Estados no
puede lograrse de manera sostenible mediante
imposiciones extranjeras. La intervención en Irak de 2003,
liderada por Estados Unidos, es un ejemplo claro en el que
la intromisión de actores externos en los asuntos internos
de otros Estados tuvo repercusiones severas en su
organización social y en su desarrollo económico,
agravando problemas estructurales de corrupción,
desempleo y violencia que venían de décadas atrás. Con el
apoyo necesario, las instituciones locales tienen la
capacidad de contribuir a su propia estabilidad política y su
desarrollo económico. Estados Unidos debe auxiliar,
mediante capacitaciones de personal, relaciones basadas
en la cooperación, el intercambio económico e intelectual, y
la ayuda monetaria, entendiendo que es un proceso
gradual que debe atender a las necesidades particulares de
cada región.
Después de décadas de liderazgo, el papel de Estados
Unidos como líder del orden liberal internacional fue
cuestionado por el gobierno saliente y sus ciudadanos. El
expresidente Donald Trump fomentó políticas aislacionistas
para evadir los compromisos globales que Estados Unidos
ha contraído con organismos multilaterales. Los
ciudadanos estadounidenses cada vez son más
conscientes de los altos costos económicos y humanos que
involucran estas misiones militares en el extranjero y,
además, hay un desencanto con la democracia causado
por los fracasos en el Medio Oriente. Ahora más que nunca
será difícil que los políticos privilegien las intervenciones en
el extranjero, cuando la pandemia de covid-19 ha
evidenciado que hay grandes problemas internos que
deben atenderse inmediatamente antes de pensar en
solucionar problemas ajenos. Las decisiones de política
exterior que tome el presidente Joseph R. Biden serán
determinantes para saber si Estados Unidos retomará su
liderazgo o si será China quien impulse su posición
mediante una mayor participación en asuntos
internacionales. De cualquier manera, Estados Unidos ya
no es la única potencia hegemónica del sistema
internacional; hay un retorno hacia la bipolaridad, pero, esta
vez, la competencia es entre China y Estados Unidos

El estilo de vida americano, un modelo imitar

La idea de una vida feliz, victoriosa y libre de libertad


define esta forma de vida estadounidense. Esta
felicidad alcanzada por medios materiales se convirtió
en la salida para olvidar los horrores de la Primera y la
Segunda Guerra Mundial. El Estilo de vida
americano Solo fue posible debido a la superioridad
tecnológica estadounidense, la fuerza de su ejército y
el arsenal de guerra desarrollado después de los
conflictos.
La fabricación en masa hizo posible el consumo a gran
escala, y con crédito barato, los estadounidenses
aprovecharon la oportunidad para comprar bienes a
menudo superfluos.
El automóvil se convierte en un objeto de deseo,
especialmente por su colapso por parte del empresario
Henry Ford. La televisión se convierte en un elemento
indispensable en los hogares y, con ello, en la difusión
de un cierto estándar de belleza, vida y
comportamiento.

Es por eso que Estados Unidos ha vendido la idea de


felicidad a través del consumo, donde comprar y
disfrutar del tiempo libre en actividades de ocio es el
eje central de la existencia. Esta prosperidad se verá
comprometida cuando la Bolsa de Nueva York caiga y
Estados Unidos enfrente una grave crisis económica.
Incapaces de fabricar como antes, varias industrias
cierran sus puertas y aumenta el desempleo. Miles de
personas pierden sus activos y caen los niveles de
consumo.

Para levantar la economía estadounidense, el


presidente de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt
(1882-1945) lanza el programa New Deal. Sin
embargo, solo con la Segunda Guerra Mundial,
Estados Unidos recupera su capacidad productiva.

Crisis de berlin 1961

El punto crucial seguía siendo Alemania, después que


los Aliados uniesen sus zonas de ocupación para formar
la República Federal de Alemania en 1949. En respuesta
los soviéticos declararon en su zona la República
Democrática de Alemania, una nación independiente.
Ninguna de las partes reconocieron la división, sin
embargo, y en la superficie tanto mantiene el compromiso
de una Alemania unida bajo sus respectivos gobiernos.
Alemania fue un importante problema porque era
considerada como el centro del poder del continente, y
ambos lados creían que podía ser crucial para el balance
de poder mundial. Aunque ambos hubieran preferido una
Alemania neutral unida, los riesgos de que cayese en el
campo enemigo para ambos lados eran demasiado altos, y
por lo tanto las zonas temporales de ocupación de post-
guerra se convirtieron en fronteras permanentes.
En noviembre de 1958, el primer ministro soviético
Jruschov emitió un ultimátum dando las potencias
occidentales seis meses para acceder a la retirada
de Berlín y que sea un país libre, ciudad desmilitarizada. Al
final de ese período, Jruschov declaró, la Unión Soviética
entregaría a Alemania Oriental el control completo de todas
las líneas de comunicación con Berlín Occidental, de forma
que las potencias occidentales tendrían acceso a Berlín
Occidental solo con el permiso del gobierno de Alemania
Oriental. Los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia
respondieron a este ultimátum con firmeza afirmando su
determinación de permanecer en el oeste de Berlín y de
mantener su derecho legal de libre acceso a esa ciudad. En
1959, la Unión Soviética retiró su plazo y en su lugar se
reunió con las potencias occidentales en una conferencia
de cancilleres llamada "Big Four". Aunque las sesiones de
tres meses de duración, no llegaron a ningún acuerdo
importante, hicieron abrir la puerta a nuevas negociaciones
y dio lugar a la visita del primer ministro Jruschov a Estados
Unidos en septiembre de 1959. Al final de esta visita,
Jruschov y el presidente Eisenhower declararon
conjuntamente que la cuestión más importante en el mundo
era el desarme general y que el problema de Berlín y
"todas las cuestiones internacionales pendientes deben
resolverse, no por la aplicación de la fuerza, sino por la paz
medios a través de negociaciones ". Sin embargo, en junio
de 1961, el primer ministro Jruschov creó una nueva crisis
sobre el estado de Berlín occidental cuando nuevamente
volvió a amenazar con firmar un tratado de paz por
separado con Alemania del Este, que según él, terminaría
con los cuatro acuerdos existentes que garantizaban a los
poderes estadounidenses, británicos, franceses el derecho
de acceso a Berlín Occidental. Las tres potencias
respondieron que ningún tratado unilateral podría anular
sus responsabilidades y derechos en Berlín Occidental,
incluido el derecho al libre acceso a la ciudad.
A medida que el enfrentamiento acerca de Berlín se
intensificó, el 25 de julio, el presidente Kennedy pidió un
aumento de la dotación total autorizada del Ejército de
875.000 a aproximadamente 1 millón de hombres, junto
con un aumento de 29.000 y 63.000 hombres de la fuerza
en servicio activo de la Armada y la Fuerza Aérea. Además,
ordenó que las llamadas de los proyectos se duplicaran, y
le pidió al Congreso la autoridad para ordenar al servicio
activo ciertas unidades de reserva listos y reservistas
individuales. También solicitó nuevos fondos para
identificar y marcar el espacio en las estructuras existentes
que podrían ser utilizados como refugios para la lluvia
radiactiva en caso de ataque, para abastecer los refugios
con alimentos, agua, botiquines de primeros auxilios y otros
elementos esenciales mínimos para la supervivencia, y
para mejorar los sistemas de alerta antiaérea y detección
de lluvia radiactiva.
Durante los primeros meses de 1961, el gobierno de
Alemania Oriental buscó activamente un medio para
detener la emigración de su población hacia el Oeste. A
principios del verano de 1961, el presidente de la Alemania
del Este Walter Ulbricht aparentemente había convencido a
los soviéticos que una solución inmediata era necesaria y
que la única manera de detener el éxodo era usar la fuerza.
Esto presentó un problema delicado para la Unión Soviética
porque el estatus de las cuatro-potencias de Berlín
especificaba viajes libres entre las zonas y estaba
específicamente prohibida la presencia de tropas alemanas
en Berlín.
El 15 de junio de 1961, dos meses antes de la construcción
del muro de Berlín, el primer secretario del Partido
Socialista Unificado y presidente del Staatsrat, Walter
Ulbricht inició una conferencia de prensa
internacional, "Niemand hat die Absicht, eine Mauer zu
errichten!" (Nadie tiene la intención de erigir un muro). Era
la primera vez que el término coloquial Mauer (muro) había
sido usado en este contexto.
Durante la primavera y el inicio del verano, el régimen de
Alemania Oriental adquirió y almacenó materiales de
construcción para la edificación del Muro de Berlín. A pesar
de que esta extensa actividad era ampliamente conocida,
pocos fuera del pequeño círculo de los planificadores
soviéticos y alemanes del este creían que Alemania oriental
pudiese ser vallada.
El 12 de agosto de 1961, los líderes de la Alemania del
Este asistieron a una fiesta en el jardín de una casa de
huéspedes del gobierno en Döllnsee, en una zona boscosa
al norte de Berlín del Este, y Walter Ulbricht firmó la orden
de cerrar la frontera y erigir un muro.
A la media noche la policía y unidades del ejército de la
Alemania del Este iniciaron el cierre de la frontera y por la
mañana del domingo 13 de agosto de 1961 la frontera con
Berlín Occidental había sido cerrada. Las tropas y
trabajadores de Alemania del Este habían empezado a
levantar la calzada de las calles que discurrían al lado de la
barrera para hacerlas intransitables para la mayoría de
vehículos, y a instalar alambradas de espino y vallas a lo
largo de los 156 km rodeando los tres sectores
occidentales y la línea de 43 km que dividía Berlín Oeste y
Este. Aproximadamente 32.000 tropas de combate e
ingenieros participaron en la construcción del muro.
Cuando lo completaron, la policía de fronteras se encargó
de dotar de personal y mantener la muralla. Los tanques y
artillería del Este se encontraban presentes para disuadir
intervenciones por parte del Oeste y, presuntamente, para
asistir en caso de sublevaciones a gran escala.
El 30 de agosto de 1961, el presidente John F. Kennedy
había ordenado a 148.000 reservistas y guardias
nacionales al servicio activo en respuesta a los
movimientos de la Alemania Oriental para cortar el acceso
aliado a Berlín. La participación de la Guardia Aérea
Nacional en esta movilización fue de 21.067 personas. Sus
unidades movilizadas en octubre consistían en 18
escuadrones de cazas, 4 escuadrones de reconocimiento
táctico, y un grupo de control táctico. El primero de
noviembre la fuerza aérea movilizó 3 escuadrones de
cazas interceptores de la guardia aérea nacional
adicionales. A fines de octubre y a principios de noviembre,
ocho de las unidades de cazas tácticos volaron hacia
Europa con otros 216 aviones en la operación "Stair Step",
el mayor despliegue de aviones a reacción en la historia de
la guardia aérea nacional. Debido a su corto alcance, 60
interceptores F-104 de la guardia aérea fueron
transportados por vía aérea a Europa a finales de
noviembre. Las fuerzas aéreas de los Estados Unidos en
Europa (USAFE) carecían de las piezas de repuesto
necesarias para los envejecidos F-84 y F-86 de la Guardia
aérea nacional. Algunas unidades habían sido entrenadas
para lanzar armas nucleares tácticas, no bombas
convencionales y balas, y tuvieron que ser re-entrenadas
para misiones convencionales una vez que arribaron al
continente. La mayoría de los guardias aéreos movilizados
permanecieron en los EE. UU.[2]
Las cuatro potencias que gobiernan Berlín (Francia), la
(Unión Soviética), el (Reino Unido), y los Estados Unidos)
habían acordado en la Conferencia de Potsdam que el
personal de los aliados no serían detenidos por la policía
de la Alemania Oriental en cualquier lugar de Berlín. Pero
el 22 de octubre de 1961, solo 2 meses después de la
construcción del muro, el jefe de la misión estadounidense
en Berlín occidental, E. Allan Lightner fue detenido en su
auto (el cual tenía placas de las fuerzas de ocupación)
mientras se dirigía a un teatro en Alemania Oriental. El
asesor especial para Berlín Oeste del Presidente de los
Estados Unidos John F. Kennedy, el General de
Ejército Lucius D. Clay (retirado), se decidió a demostrar la
determinación estadounidense.
Los intentos de un diplomático de EE.UU. para entrar en el
Berlín Oriental fueron respaldadas por las tropas
estadounidenses. Esto llevó al enfrentamiento entre
tanques estadounidenses y de Unión Soviética en
el Checkpoint Charlie el 27 y 28 de octubre de 1961. El
enfrentamiento fue resuelto solo después de las
conversaciones directas entre Ulbricht y Kennedy.
Durante la crisis el KGB preparó un elaborado plan de
subversión y desinformación «para crear en varias áreas
del mundo una situación que favoreciese la dispersión de la
atención y las fuerzas de los Estados Unidos y sus
satélites, y los mantuviese ocupados durante la resolución
de la cuestión del tratado de paz con Alemania y Berlín
Occidental». El 1 de agosto de 1961 este plan fue
aprobado por el Comité Central del Partido Comunista de la
Unión Soviética.

Puente aéreo

El bloqueo de Berlín (en alemán, Berliner Blockade) fue el


cierre de las fronteras que compartían el Reino Unido y
los Estados Unidos con la Unión Soviética en el territorio
alemán ocupado,[cita requerida] y que se desarrolló entre el 24
de junio de 1948 y el 12 de mayo de 1949.1 Fue impuesto
por la Unión Soviética,1 y afectó principalmente a la zona
oeste de Berlín, en ese entonces controlada por las fuerzas
de Estados Unidos, el Reino Unido y Francia. Se aplicó
como respuesta a la reforma monetaria impuesta por estos
países.2 Los dos primeros decidieron aprovisionar la parte
occidental de la ciudad a través de los tres corredores
aéreos que legalmente estaba obligada a permitir la URSS
a través de su territorio. El bloqueo, que duró once meses,
fue levantado por la Unión Soviética el 12 de mayo de
1949.
En junio de 1948 estalló una de las primeras grandes
crisis de la guerra fría. Las tensiones entre los aliados
occidentales y la URSS cristalizaron en Berlín, la
antigua capital del Reich ahora ocupado, que se
hallaba en la zona controlada por los soviéticos. El
empeño de Estados Unidos de reactivar la economía
alemana, incluida la inminente introducción de un
nuevo Deutsche Mark (marco alemán) en sustitución
del devaluado Reichsmark (marco imperial), hizo que
Moscú ordenara bloquear todos los accesos terrestres
a las zonas de Berlín controladas por Estados Unidos,
Gran Bretaña y Francia. La ciudad quedaba así aislada.
Para auxiliar a sus habitantes sólo podían utilizarse los
tres corredores aéreos existentes.

La alianza para el progreso

Esa derrota indujo al presidente Kennedy a ofrecer ante


los latinoamericanos una alternativa que calificó como
“revolución pacífica.” Este fue el programa de Alianza
para el Progreso que fue un proyecto diseñado para diez
años con una financiación de 20 mil millones de dólares a
reformas para el desarrollo de América Latina,
principalmente en proyectos de vivienda, salud, educación
y empleo. La iniciativa daba continuidad a un proyecto
anterior del presidente brasileño Kubitschek el cual fue
objeto de gran expectativa, inclusive de Fidel Castro
quien participó en una de las discusiones en Buenos Aires.
La idea base del programa de Alianza para el Progreso era
la de buscar a través del desarrollo económico el freno a
movimientos revolucionarios y la consolidación de la
democracia. Así quedó constituido el Comité
Interamericano de Alianza para el Progreso que realizaría
su primera reunión general en el invierno de 1961 en
Punta del Este. El presidente Kennedy se involucró
personalmente en el proyecto y durante su gira en
América Latina enfatizó los beneficios futuros. Gran parte
de la ayuda se destinaría a financiar importaciones
necesarias para la industria. Otras áreas prioritarias eran
agricultura, desarrollo rural y urbano. El modelo adoptado
era el de préstamos por programas, más tarde sustituido
por el de préstamos por sectores.

La tensión entre Cuba y Estados Unidos fue escalando: las


acusaciones del gobierno de Venezuela de interferencia
cubana en asuntos internos y conexión directa con las
guerrillas que operaban en el interior montañoso del país,
culminaron en ruptura de relaciones y en la decisión de la
Conferencia de la OEA en Punta del Este, en enero de
1962, de expulsión del sistema interamericano. El bloqueo
económico se sumó al bloqueo diplomático del cual sólo
México se abstuvo de participar: fue el único país que no
rompió relaciones con Cuba. Pocos meses más tarde de la
conferencia de OEA, un avión americano logró fotografiar
los emplazamientos de misiles de factura soviética. Esta
crisis, que puso al mundo en vilo y que llevó a muchos a
pensar en el desencadenamiento de una tercera guerra
mundial, se resolvió finalmente en un acuerdo: la URSS
accedió a retirar los misiles, EEUU se comprometió a no
invadir la isla. La sólida alianza de Cuba y el campo
socialista quedó confirmada el año siguiente durante la
visita de Fidel Castro a Moscú.

En lo que se refiere a la Alianza para el Progreso, ella no


logró sobrevivir mucho tiempo a su autor, el presidente
asesinado en 1963. Hacia 1965, se comprobaba una
parálisis casi general en todos las áreas de acción. El
presidente chileno Eduardo Frei decía que la alianza había
empezado a “perder su rumbo.” Por otra parte, dos
grandes fracasos marcaron el fin del proyecto: dos de los
países que habían recibido la mayor ayuda, sufrieron
rupturas institucionales: Brasil, con el golpe de Estado de
1964 que inauguró un período dictatorial de 20 años, y
República Dominicana, invadida en 1965 por fuerzas de
infantes de marina de los Estados Unidos.
Algunos movimientos guerrilleros de la primera hora
desaparecieron: en Venezuela una negociación conducida
por el presidente Rafael Caldera obtuvo la desmovilización
del movimiento y su incorporación en la vida civil y en la
práctica política legal. El movimiento encabezado por el
Che Guevara en Bolivia terminó trágicamente cerrando así
un ciclo en la historia de la revolución en Latinoamérica.

URSS la época de José Stalin, sus características


fundamentales

Stalin gobernó la Unión Soviética de forma tiránica


desde los años treinta hasta su muerte,
implantando el régimen más totalitario que haya
existido jamás; pero también hay que atribuirle a él
la realización del proyecto socioeconómico
comunista en Rusia, la extensión de su modelo a
otros países vecinos y la conversión de la URSS en
una gran potencia.
Radicalizando las tendencias autoritarias presentes
entre los bolcheviques desde la Revolución, acabó
de eliminar del proyecto marxista-leninista todo
rastro de ideas democráticas o emancipadoras:
anuló todas las libertades, negó el más mínimo
pluralismo y aterrorizó a la población instaurando
un régimen policial. Dispuesto a eliminar no sólo a
los discrepantes o sospechosos, sino a todo aquel
que pudiera poseer algún prestigio o influencia
propia, lanzó contra sus compañeros comunistas
sucesivas purgas que diezmaron el partido,
eliminando a la plana
Con la misma violencia impuso la colectivización
forzosa de la agricultura, hizo exterminar o
trasladar a pueblos enteros como castigo o para
solucionar problemas de minorías nacionales, y
sometió todo el sistema productivo a la estricta
disciplina de una planificación central obligatoria.
Con inmensas pérdidas humanas consiguió, sin
embargo, un crecimiento económico espectacular,
mediante los planes quinquenales: en ellos se daba
prioridad a una industrialización acelerada, basada
en el desarrollo de los sectores energéticos y la
industria pesada, a costa de sacrificar el bienestar
de la población, sometida a durísimas condiciones
de trabajo y a grandes privaciones en materia de
consumo.
La represión impedía que se expresara el malestar
de la masa trabajadora, apenas compensada con la
mejora de los servicios estatales de transporte,
sanidad y educación. A este precio conseguiría
Stalin convertir a la Unión Soviética en una gran
potencia, capaz de ganar la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945) y de compartir la hegemonía
con los Estados Unidos en el orden bipolar posterior.
Stalin fue un político ambicioso y realista, movido
por consideraciones de poder y no por ideales
revolucionarios. Este maquiavelismo fue más
palpable en su política exterior, donde la causa del
socialismo quedó sistemáticamente postergada a los
intereses nacionales de Rusia (convirtiendo a los
partidos comunistas extranjeros en meros
instrumentos de la política exterior soviética). En los
días previos a la Segunda Guerra Mundial, no tuvo
reparos en firmar un pacto de no agresión con la
Alemania nazi para asegurarse la tranquilidad en
sus fronteras, el reparto de Polonia y la anexión de
Estonia, Letonia y Lituania (Pacto Germano-
Soviético de 1939).
A pesar de todo, Adolf Hitler invadió la URSS,
arrastrando a Stalin a la guerra en 1941. Stalin
movilizó eficazmente las energías del país apelando
a sus sentimientos nacionalistas (proclamó la Gran
Guerra Patriótica): organizó la evacuación de la
industria de las regiones occidentales hacia los
Urales, adoptando una estrategia de «tierra
quemada». Con ayuda del clima, de las grandes
distancias y de la lucha guerrillera de los partisanos,
debilitó a los alemanes hasta recuperarse y pasar a
la contraofensiva a partir de la batalla de
Stalingrado (1942-1943). Después el avance ruso
sería arrollador hasta llegar más allá de Berlín.

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