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Relación
con variables sociodemográficas, contextuales y rendimiento académico.
Autores: Álvaro José Balaguer Estaña
Directores de la Tesis: Santos Orejudo Hernández (dir. tes.)
Lectura: En la Universidad de Zaragoza ( España ) en 2016
Idioma: español
Materias:
o Psicología
Psicología del niño y del adolescente
Psicología evolutiva
Psicología general
Teoría de sistemas
Personalidad
Desarrollo de la personalidad
Texto completo no disponible (Saber más ...)
Resumen
Mientras los programas en la mejora de habilidades pueden proporcionar actividades que posibiliten
un mejor desarrollo, el enfoque del desarrollo positivo adolescente sitúa a los recursos del contexto
como aspecto fundamental en la generación de servicios y oportunidades que proporcionen a los
jóvenes un crecimiento más saludable y exitoso. Por lo tanto, la idea que subyace a esta perspectiva
es preventiva, integral y positiva, dirigida al desarrollo de recursos y competencias DESARROLLO
TEÓRICO A comienzos de la década de los 90 emergió una nueva concepción y lenguaje para el
debate científico en la adolescencia. Fue consolidándose a comienzos del s. XXI, propulsado por las
crecientes contribuciones multidisciplinares de académicos (Benson, 2003; Lerner, 2004; Roth,
Brooks-Gunn, Murray y Foster, 1998), profesionales (Little, 1993; Wheeler, 2003) y responsables
políticos (Cummings, 2003), se vislumbró a la juventud como portadora de recursos a desarrollar.
Por tanto, el concepto de plasticidad establece una aproximación optimista de los recursos para
fomentar cambios positivos en las personas, y su presencia en el desarrollo se reivindica como una
fortaleza clave del desarrollo humano en general y adolescente en particular. Así, la plasticidad, al
fusionarse con la regulación de desarrollo adaptativa, conformará un tándem entre los activos de un
individuo y los existentes en la ecología del desarrollo humano (Bronfenbrenner, 2005) y, en
consecuencia favorecería el PYD.
Así, el enfoque del Desarrollo positivo adolescente abarca un entramado de recursos a nivel de
investigación, programas aplicados, instituciones, políticas y sistemas que proporcionan a la
juventud en general recursos y oportunidades de empoderamiento, adoptando estrategias que
ofrecen a esta población oportunidades de enriquecimiento en las relaciones con adultos
cualificados en determinadas áreas, ejercicio de liderazgo, crecimiento en habilidades y
contribución a sus municipios y/o comunidades (Benson, 2003; Oliva, Pertegal et al., 2011).
Cualquier modelo de desarrollo positivo adolescente debe centrarse en acotar las competencias que
abarcan la promoción de la salud en esta etapa, así como los activos que lo potencian, tanto a nivel
de personalidad como de contexto. Frente a los modelos de déficit que, como ya se ha mencionado,
fomentan la prevención de las conductas problemáticas, complementan este enfoque incluyendo
aspectos positivos a desarrollar. Se ha comprobado que el nivel y variedad de activos potenciados
deriva en la mejora del PYD, unida a la evitación de conductas de riesgo. De ahí la relevancia de
atender a los recursos del contexto para favorecer las competencias de los jóvenes.
En este sentido, la literatura en PYD se caracteriza por abundante teorización, así como modelos
teóricos integrales que conducen al desarrollo de intervenciones destinadas a facilitar el desarrollo
positivo en la juventud. Un buen número de propuestas de modelos teóricos en PYD incorporan un
componente ecosistémico (véase Brink y Wissing, 2012; Cruz de Carvalho et al., 2014).
Orejudo, Aparicio y Cano (2013), por su parte, encontraron interrelaciones entre los constructos de
personalidad que abordamos en este trabajo –Optimismo disposicional, Esperanza, Autoeficacia y
Sentido de Coherencia–, conformando un perfil de desarrollo positivo en adolescentes.
Por tanto, nuestra investigación, partiendo del área de desarrollo personal –competencias
personales– propuesta en el modelo de Oliva, Hernando et al. (2008), se dirige a aportar relaciones
entre constructos de personalidad, que plateamos contribuyen en mayor medida a la mejora en la
definición del área de desarrollo personal o las también denominadas competencias personales.
Nuestro interés se dirige a profundizar en tales relaciones entre variables, para así determinar un
modelo en el que todas ellas permitan mejorar la explicación teórica del PYD. Es por ello que los
objetivos perseguidos en la investigación son los siguientes: 1. Delimitar las relaciones entre
Optimismo disposicional, Esperanza, Autoeficacia y Sentido de Coherencia, como indicadores
personales de PYD.
2. Comprobar las relaciones existentes entre el PYD y variables de contexto, a nivel familiar –Estilo
parental–, de centro educativo –Percepción del Clima y funcionamiento del centro– y realización de
actividades extraescolares. Asimismo, analizar la relación entre las actividades extraescolares con el
Estilo Parental y la Percepción del centro.
3. Comparar el PYD y los activos contextuales con el sexo, el curso y variables sociodemográficas –
tipo de centro, procedencia y nivel socio-educativo de los padres–.
4. Analizar las relaciones entre el rendimiento académico y las diferentes variables a nivel
sociodemográfico, de personalidad y de contexto.
Por otro lado, la muestra se compone de 1507 estudiantes. Para su obtención, se llevó a cabo un
muestreo aleatorio de los centros educativos de la provincia de Zaragoza, considerando las
categorías público-privado y rural-urbano. Así, se obtuvieron 7 centros educativos de la ciudad de
Zaragoza y su provincia, dos de los cuales de ámbito rural. De los centros en el ámbito urbano, uno
de ellos es de naturaleza privada-concertada.
Las variables de personalidad también se relacionaron con las variables contextuales. En particular,
el Estilo parental resultó alcanzar mayor poder predictivo sobre ellas que la percepción del centro
educativo o la participación en actividades extraescolares; si bien, todas ellas alcanzaron valores
estadísticamente significativos.
Tales relaciones se comprobaron a lo largo de los cursos, estableciendo una tendencia evolutiva de
descenso de los niveles de relación a lo largo de éstos. No se encontraron cambios importantes
atendiendo al sexo y al ámbito de centro. No obstante, un elevado nivel de estudios de los padres,
mejores características laborales y su procedencia española conformó un perfil de características
ambientales positivas para la promoción del desarrollo positivo adolescente.
Por último, un elevado rendimiento académico unido a características ambientales positivas y una
percepción positiva de los activos del contexto, así como la participación en actividades
extraescolares, conforma un perfil global de desarrollo positivo que proporciona orientaciones de
cara al ámbito aplicado en esta etapa.
En este sentido, la relevancia de los agentes del contexto para el desarrollo positivo se incrementa
en mayor medida. Partiendo de la influencia de unos estilos parentales positivos en la percepción de
aspectos motivacionales u optimistas (Hasan y Power, 2002; Heinonen, Ramikalnen, Keltikangas y
Strandberg, 2004), encontramos que otros factores contextuales se relacionan con la acción parental
en la mejora competencial del joven.
Resulta obvio apuntar que las variables de personalidad explican una ínfima parte del rendimiento
académico, debido a las diferencias tan relevantes entre las circunstancias contextuales –a la vez que
también sucede a la inversa–. Pese a ello, el adolescente con mejores competencias en su
personalidad condiciona su entorno, afrontando los advenimientos de una manera más compleja y
adaptándose de manera más eficaz a su contexto.
Cruz de Carvalho, R., Seidl-de-Mouraa, M., Dal Forno Martins, G. y Vieirac, M. (2014). Culture
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Heinonen, K., Räikkönen, K., Matthews, K., Scheier, M., Raitakari, O., Pulkki, L. y Keltikangas-
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Desarrollo positivo adolescente y los activos que lo promueven: un estudio en centros docentes
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