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La intervención social hace parte de las múltiples vertientes que tiene la psicología para incidir
en la realidad y transformarla, implica la integración del psicólogo con la comunidad intervenida,
haciendo uso de las herramientas propias de la psicología, estableciendo un compromiso
personal y profesionalmente con la labor a realizar. Se considera una acción externa al sistema
social el cual ha sufrido alteraciones en su autodeterminación.
¿Qué es intervenir? Intervenir implica interponerse y esa interposición conlleva una posición de
autoridad, más no de autoritarismo, en una situación de conflicto o de diferencias. Se interviene
para modificar las situaciones de crisis o modificar una situación que genera malestar. Dentro
de ese ámbito que es la intervención social cabe incluir la intervención psicológica. El elemento
particular de la primera está dado por la búsqueda de un cambio social dentro de un colectivo
o a un problema general. Entre tanto la intervención psicológica implica intervenir sobre una
persona para generar cambios psicológicos (conductuales, emocionales, afectivos, etc.).
El intervenir implica: hacer una planificación con participación de los agentes externos y las
personas de la comunidad; implica una participación dinámica de las personas con base en la
construcción de una plena conciencia de lo que se quiere hacer, por qué se hace, cual es el
objetivo de las acciones y determinar el impacto de la intervención sobre los individuos y las
comunidades. Intervenir implica un ejercicio teórico y práctico que permita transformar el orden
de las costumbres, los quehaceres, los pensamientos y sentimientos que impiden la evolución
de las personas las comunidades hacia un bienestar en lo biológico, lo psicológico, lo social y lo
ambiental.
De otra parte Kelly, J., Snowden, L. y Muñoz, R., definen la intervención social como “acciones
planificadas en la vida de un grupo pequeño, organización o comunidad para prevenir o reducir
la desorganización social y personal, y promover el bienestar de la comunidad.” (Kelly, J.,
Snowden, L. y Muñoz, R., 1977, p. 327).
Maritza Montero nos señala su posición con respecto a lo que implica una intervención
comunitaria: “La psicología social comunitaria generada en los países americanos, tanto del
Norte como del Sur y el Centro, desde sus inicios ha estado orientada casi siempre hacia la
transformación social. Este objetivo se ha planteado a partir de transformaciones en las
comunidades y en los actores sociales que en ellas participan, facilitando a catalizando el
desarrollo de sus capacidades y auspiciando su fortalecimiento para obtener y producir nuevos
recursos conducentes a los cambios deseados y planificados por ellos mismos en su entorno. El
logro de tal meta supone que esos actores sociales tengan capacidad de decisión, el control de
sus propias acciones y la responsabilidad por sus consecuencias. Supone también una
redefinición del poder…” (Montero, 2004, p. 143).
La intencionalidad de señalar una gran variedad de definiciones, es poder repensar los puntos
de encuentro y que al mismo tiempo el lector de este texto inicie a reconstruir una definición de
intervención ajustada a sus propias particularidades contextuales, económicas y políticas. En un
ejercicio de deconstrucción y construcción académico que pueda ser correlación con la realidad
de las comunidades en las cuales participa.
Dentro de las diferentes variables que se pueden ver en las diferentes definiciones de
Intervención Social (IS) se rescatan las siguientes:
1- Acción Externa: Hace referencia al apoyo que se presta a las comunidades por los agentes
externos, en busca de dar alternativas de solución a las diferentes problemáticas. La
intervención realizada por solicitud de las comunidades a lo cual se le denomina responsiva
(prevención de problemas sociales, mejorar las condiciones de infraestructura de la misma
comunidad, etc.). También se puede dar una intervención de manera impositiva contraria a la
voluntad de las comunidades cuando una situación vital lo amerita (maltrato infantil, agresión
sexual, etc).
3- Autorizada: El agente externo hace sus intervenciones con una autoridad que emana del
poder político otorgado por mandato democrático. Otra forma de autoridad con la que llega
investido es la autoridad científico-técnica que le otorga su saber disciplinar. Las competencias
teóricas, metodológicas y técnicas van a convalidar este tipo de autoridad.
6. Nivel Micro: Un apoyo micro es aquel que se ejecuta por un profesional o un equipo
interdisciplinar. En procesos de continua interacción entre los agentes internos y los agentes
externos. Sánchez Vidal señala algunas particularidades de la Intervención social: su accionar es
responsivo cuando da respuesta a una solicitud de ayuda, a través de procesos diseñados e
implementados en la misma comunidad, se caracteriza también por tener un carácter
impositivo, como en aquellos eventos en que por su misma naturaleza el bienestar (biológico,
psicológico, social, ambiental, etc.) de las personas está afectado. Señala el Psicólogo español
que la Intervención también puede tener un carácter autorizado ya que el agente externo entra
a los contextos comunitarios dotado de una autoridad política asignada por las leyes y las
normas determinadas por los entes gubernamentales, aunada por una autoridad técnica la cual
le es conferida por sus conocimientos y competencias profesionales. La IS implica actuar desde
el exterior, desde los agentes externos, hacia un colectivo social que no es autónomo en su
actuar pues ha perdido, o no ha tenido, la capacidad de autodirigirse. Se destaca en la
intervención social la capacidad de disponer de una autoridad y un poder científico-técnico
derivado de sus saberes profesionales, de las competencias metodológicas y de las técnicas
propias de su conocimiento disciplinar.
Los diferentes espacios de intervención, están dinamizados por sus componentes históricos,
sociales, culturales, políticos, económicos, comportamentales, etc., de ahí que la mirada que
hoy se le hace a la intervención psicosocial es contextualizada e interdisciplinar. Estos
parámetros obligan a hacer una reflexión transformadora del trabajo comunitario, a reorientar
la acción del psicólogo al interior de las comunidades modificando la forma tradicional de
intervención, en la cual se privilegiaba una acción terapéutica individual, con agente externo
(terapeuta) envestido de un conocimiento absoluto, muchas veces generador de patologías
(Iatrogenia), el cual es productor de soluciones preconcebidas y depositario de unos “saberes
científicos”, en detrimento de la participación activa de un receptor (enfermo, paciente,
consultante). Este modelo de intervención fomenta la interacción unidireccional.
El lugar del anterior modelo de trabajo comunitario lo debe ocupar una intervención
(interdisciplinar preferiblemente) tendiente a privilegiar acciones de prevención primaria
generadoras del bienestar tanto colectivo como individual, en donde se beneficien no solamente
los “portadores de la enfermedad” sino también aquellos que presentan algún tipo de riesgo
psicosocial. En un espacio en el cual se hace una construcción colectiva de las alternativas de
solución, donde los miembros de la comunidad desempeñen un papel activo dentro de su propio
proceso de transformación, dinamizado por acciones de autogestión.
Complementando lo anterior, se debe tener presente que una intervención debe conjugar los
recursos políticos con los recursos y particularidades de las comunidades con las cuales se va a
trabajar. Se deben precisar que los parámetros de intervención se hacen con arreglo a unos
contextos específicos de intervención. No es una tarea menor, es una necesidad de primer orden
para todos aquellos estudiosos de la Psicología Social y Psicología Comunitarias establecer las
diferencias, y por qué no los puntos de contacto, entre lo que es la Intervención Social, la
Intervención comunitaria e incluso la intervención psicosocial.