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Adriana Madrigal Ledezma

Micro incentivos económicos y macro resultados.


Monterrey, Nuevo León, México, 11 de septiembre de 2022

Desde 1982, la estrategia de desarrollo de México ha cambiado desde un Estado promotor del
proceso de crecimiento económico a un proceso orientado hacia el mercado. El cambio no logró
los resultados que se esperaban en términos de crecimiento económico y distribución del
ingreso. En los casi 30 años desde 1982, el PIB per cápita en México prácticamente se ha
estancado, la distribución de los ingresos no ha mejorado y las condiciones de vida de la mayoría
de la población se han deteriorado.
A partir de diciembre de 1982, con la crisis de la deuda externa encima, se inicia en México un
largo proceso de transición, promovido por el Ejecutivo Federal, hacia nuevos modos de
organizar y promover la producción y el intercambio, así como de relacionar la economía del
país con el resto del mundo.
La crisis que resultó es una de las peores en la historia económica de México, el PIB se contrajo
más del 6%, la pobreza y el desempleo crecieron a niveles de los que el país no pudo
recuperarse de inmediato y el efecto financiero se extendió a otros países: El efecto Tequila.
En sí, este suceso se refiere a las acciones que emprendió, en diciembre de 1994, el
secretario de Hacienda entrante, Jaime Serra Puche. Éste decidió, presionado por la falta de
reservas internacionales, devaluar la moneda elevando la banda de flotación del peso 15%.
La información se difundió y hubo una inmediata fuga de capitales que, al no poder
sostenerse, terminó con la libre flotación del tipo de cambio. Esto acrecentó la devaluación.
Estados Unidos intervino con un préstamo para México de 20,000 millones de dólares, pero
bajo la condición de elevar la tasa de interés.
La devaluación más la subida de las tasas de interés en los bancos dejaron a miles de
empresas y familias en la bancarrota y con deudas impagables.
A pesar de ello, la economía mexicana cumple ya varios lustros de experimentación neoliberal,
de largos períodos de ajuste y estabilización. El saldo de todo ello es: lento, mediocre y
decepcionante; persistente desigualdad en la distribución de la riqueza y del ingreso;
abrumadora pobreza; insuficiente y deficiente infraestructura básica pocas oportunidades de
empleo bien remunerado, estable y seguro y migración masiva a Estados Unidos, ante la falta
de oportunidades en el país.
Extrapolando el análisis marxista a la actualidad, podemos observar multitud de ejemplos que
ratifican la veracidad de este. Los desahucios se ejecutan por una ley (superestructura
jurídica) que los autoriza, incluso, según dicen los jueces, les obliga a ejecutarlos. Los políticos
dicen que no les queda más remedio que obedecerlos y que hay que tener cuidado no vaya a
ser que el elemento sistémico bancario se venga a abajo y con él el país entero. La Iglesia no
dice nada. Incluso para algunos de sus jerarcas es una situación positiva porque potencia la
caridad en detrimento de la justicia.
el paro, los despidos laborales, los bajos salarios, el desmantelamiento de lo público- todos
tienen su superestructura jurídica y política explicando la justicia legal de los mismos. Y ahora
más que nunca gracias a la Ley de Reforma Laboral.

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