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Gonzales Saavedra L.

LEONAS
Obra teatral en un acto

Lima
2019

Luciana Gonzáles. Arándanos 186, depto, 401 Urb. Los Jardines – San Juan de
Lurigancho, Lima 18 / Perú. Email: <lucianags1990@gmail.com > Tlf: 975973062
ii

PERSONAJES:
GIORDANA, 75 años, abogada en una ONG en Perú. Madre
de LEONETTA.

LEONETTA, 40 años, hija de GIORDANA.

FILIPA, 77 años, mejor amiga de la juventud de GIORDANA.

LUGAR: Italia. Una casa grande en el campo.

TIEMPO:
Otoño 2010. De la media tarde de un viernes al amanecer
del día siguiente.
Luciana Gonzales
“LEONAS”

ACTO ÚNICO

El primer término simula la entrada de la casa. Está vacío. En el segundo término,


la habitación de Matteo.
La habitación es pequeña y da la apariencia de ser un nido. Hay una cama de una
plaza y media con un cobertor de colores muy alegres. Una cómoda con espejo,
en él y en las paredes varios papelitos, fotografías, collares, o decoraciones con
un tinte optimista y esperanzador. Un velador con una lámpara, floreros con
orquídeas amarillas. Al fondo, una ventana grande que da al patio, por donde
entra mucha luz.
Al abrirse el telón, con el escenario aún a oscuras, escuchamos un rugido de
leona herida.
Luz sobre GIORDANA que se encuentra en el primer término, casi en el centro
del escenario. Es alta y delgada y tiene el cabello corto. Lleva un pantalón verde
oscuro palazo, una blusa con corte “v”, unos zapatos bajitos y un abrigo simple y
largo que puede ser de color marrón. A sus pies, dos carteras de viaje. Su rostro
es duro y su voz es grave y firme.

GIORDANA
(al público)
Cuando era pequeña, mi madre solía decir que los hijos son un
dolor de cabeza. Nosotros éramos su dolor de cabeza. Cinco
hijos. Cuatro hombres y una mujer. No la última, pero sí una sola.
Cómo se imaginarán, tuve que aprender a ser fuerte.
(enciende un cigarrillo)
Yo no diría que son un dolor de cabeza. Lo definiría más como
una migraña. Una intensa migraña con náuseas y ardor en los
ojos. Una no llora de emoción. Llora por el dolor, la intolerancia a
tanta luz, el ruido.
(pausa)
Me pregunto, qué habría cambiado en mí si no los hubiera tenido.
Definitivamente menos culpa. Sin la incertidumbre de no saber si
lo hice bien o mal.

Sale FILIPA del lateral derecho. Es una mujer bajita, gorda, muy blanca y con el
gesto amable. Lleva puesto un vestido de flores oscuro.

FILIPA
(calmada y amable)
¡Flaca!

GIORDANA
(melancólica y tierna)
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¡Filipa!

Se abrazan. Se examinan los rostros, alegres y emocionadas. Suspiran.

FILIPA
(cogiéndole el rostro, con dulzura)
¡Giordana! Cariño… cariño. Lo lamento tanto.

GIORDANA asiente sin mucho ánimo.

GIORDANA
¿Cómo estás?

GIORDANA
¿Cómo podría estar? Nerviosa. ¿Recién regresan del cementerio?

FILIPA
No, cariño. El entierro fue ayer, ya no te pudimos esperar más.

GIORDANA
Está bien.

FILIPA
Fuimos a ver que todo esté en orden. Y a dejar algunas
orquídeas.

GIORDANA
Sus favoritas.

FILIPA
Sí. Las cambiaremos cada tres días. ¡Qué bueno verte, flaca! No
son las mejores circunstancias, pero, qué bueno que estés de
regreso. Ven.

Camina hacia el lateral izquierdo, pero luego, voltea, al ver que GIORDANA no la
sigue.
FILIPA (cnt.)
¿Qué pasa?

GIORDANA
Nada. Los recuerdos, creo.

FILIPA
¡Vamos! Hace frío.

GIORDANA
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¿Dónde está…?

FILIPA
¿Leonetta? Tuvo que firmar unos papeles.

GIORDANA
¡Entra mujer! Adentro hablamos.

Entra LEONETTA por el mismo lugar que entró FILIPA corriendo, muy agitada.

LEONETTA
¿Giordana? ¿qué hace ella aquí?

FILIPA
Basta niña, ya habrá tiempo de recriminarse cosas. ¿No ves que
acaba de llegar?

LEONETTA
¿Qué haces aquí?

GIORDANA
Vine a despedirme de mi hijo.

FILIPA
(con templanza)
Ve adentro, Leonetta, llevemos la fiesta en paz.

Leonetta la queda mirando, pero obedece sin chistar. Sale por el lateral derecho.

GIORDANA
Ahora no puedo entrar ni a mi propia casa.

FILIPA
Las casas son de los que las habitan. Así que tú tampoco hagas
tanto drama y entra de una vez.

Salen las dos por el lateral izquierdo y luego entran al dormitorio. GIORDANA se
sienta en la cama observa la habitación. FILIPA acomoda las bolsas y se sienta a
su costado.

FILIPA
¡Déjame verte!
(la observa detenidamente)
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Estás más vieja.

GIORDANA
(irónica)
Gracias.

FILIPA
Y ya tienes canas.

GIORDANA
¿Debo seguir escuchándote o es mi turno de insultarte?

FILIPA
Yo no te estoy insultando, vieja presumida.

GIORDANA
Parece.

FILIPA
¿Desde cuándo tener canas es un insulto?

GIORDANA
La casa no ha cambiado mucho. ¿Puedo fumar un cigarrillo?

FILIPA
¡Dos!

GIORDANA
¿Cómo estás?
(inmeditamente. Agachando la cabeza como si buscara
algo)
Vine a despedirme y llegué tarde.

FILIPA
¿Viniste a despedirte?

GIORDANA
Sí.

FILIPA
¿Entonces por qué no llegaste antes?

GIORDANA
(buscando una respuesta)
… No pude…
(con molestia)
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¿Tú también me vas a juzgar? Ahora resulta que unos tienen más
derecho de llorar a los muertos que otros.

FILIPA
No te estoy juzgando. Así que no pongas esa cara de compungida
conmigo.
.
GIORDANA
(conciliadora)
Perdona, gorda. Lo siento.

FILIPA
Conmigo siempre fuiste honesta. Puedes decírmelo.

GIORDANA
¿Decirte qué?

FILIPA
Viniste a recuperarla.

GIORDANA
No quiero quitarte nada.

FILIPA
(riendo)
¡Los años no te han quitado la ingenuidad, mujer! No vas a
quitarme nada. No podrías así quisieras. El amor es algo que se
gana, Giordana.

GIORDANA
No estoy segura si debí venir.

FILIPA
(con calma)
Hay cosas que necesitan aclarar. También hay cosas que
necesitas saber… y asumir.

GIORDANA
¿Cómo qué?

FILIPA
Son cosas que debes hablar con ella.

GIORDANA
(poniéndose de pie)
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No. Creo que mejor voy al cementerio y… no sé, me quedo en un


hotel.

FILIPA
(firme. Haciendo que se siente)
No. Ella es tu hija. Es hora que asumas tu responsabilidad. No
puedes huir toda la vida.
Pausa

FILIPA (cnt.)
Ahora levanta los pies. Recuéstate. Debes estar cansada por el
viaje. ¿Cuántas horas son?

GIORDANA
Trece.

FILIPA
Debes tener el trasero compungido.

GIORDANA
(Cogiéndole las manos)
Gracias.

FILIPA
Voy a traerte un té caliente. ¿Está bien? O tal vez una copa de
vino.

GIORDANA
Eso estaría mejor.

FILIPA
Lo sé. Guardé una botella para ti.

GIORDANA
¡vecchia gatta!

GIORDANA
Debía haber llegado antes, discúlpame.

FILIPA
No es a mí a quien tienes que pedir disculpas.

GIORDANA
(encendiendo otro cigarrillo)
¿Le dirás que venga?
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FILIPA
No es necesario. Es una leona hambrienta y tú eres la presa.
Debe estar esperando que yo salga.

GIORDANA
Entonces no me dejes sola.

FILIPA
No seas miedosa. No te queda bien. Ya vuelvo.

FILIPA sale por el lateral izquierdo y se cruza con LEONETTA. Le acaricia el


hombro.
FILIPA
No seas tan dura. Ella también está sufriendo.

LEONETTA ingresa al cuarto y la observa desde la entrada. GIORDANA está de


espaldas mirando algunos objetos.

LEONETTA
¡qué agallas!

GIORDANA
(a la defensiva)
Se lo que piensas, pero, tengo derecho a despedirme de mi hijo,
Leonetta.

LEONETTA
¡y qué sínica!

GIORDANA
Ni siquiera en la muerte de tu hermano me dejas en paz.

LEONETTA
(pausa larga. Con mucha calma)
Ni siquiera la muerte de mi hermano me dejas sufrir en paz.
Tú metiéndote por todos los rincones, como una peste.

GIORDANA
¿Por qué me odias tanto ah?

Pausa.

GIORDANA
Yo les escribí-
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LEONETTA (int.)
¿Cuántas veces? ¿Dos? ¿Tres? Cartas que sólo dirigías a la tía
Filipa, con tus… saludos respectivos. No, espera, no eran cartas
eran cuentas y autorizaciones para el colegio. ¿Esas?

GIORDANA
¿Qué querías que les cuente?

LEONETTA
Que te habías vuelto a casar, por ejemplo. Que tenías un perro,
que tenías otra familia, otros hijos. ¡Que nos extrañabas, por dios!
Que nos extrañabas. Hasta podrías hasta habernos engañado
que regresarías.

GIORDANA
No es tan fácil.

LEONETTA
¿no?

GIORDANA
No, Leonetta. NO. Y no me volví a casar.

LEONETTA
No querías regresar.

GIORDANA
No es eso..

LEONETTA
¿Entonces que fue? ¿Tuviste la gran vida que querías?

GIORDANA
Me acusas sin saber y ya no te lo voy a permitir.

LEONETTA
Entonces explícame qué pudo ser más importante que tus hijos
Explícame porque no lo entiendo…

Pausa grave
GIORDANA
Nada fue más importante que mis hijos. Yo…

Suena la puerta. Entra Filipa con un té y panecillos en las manos.


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LEONETTA las mira y sale. GIORDANA se sienta en la cama. FILIPA deja el té y


coge una botella de vino rápidamente que tiene guardada astutamente en algún
lugar de la habitación. Le ayuda a encender el cigarrillo.

FILIPA
Tranquila, flaca.

FILIPA le alcanza la botella. GIORDANA bebe del pico de la botella.

GIORDANA
Fui una pésima madre.

FILIPA
Deja de hablar tonterías. ¿Quién nos enseña a ser madres?

GIORDANA
Claro que sí. Mi hijo murió y… ni siquiera pude llegar a tiempo.

FILIPA
¡ay, mujer! No querías llegar a tiempo. Las dos sabemos que no lo
habrías soportado. ¡NO! No, mujer. Estabas sobreviviendo.
Estábamos sobreviviendo en un mundo de hombres. Tú y yo
hicimos buena dupla. Tú mandabas el dinero, yo los crié. Los crié
bien. Matteo duró muchos años a pesar de su enfermedad. Y vivió
feliz. Fue el más feliz de la casa.

GIORDANA
¿le gustaban los pájaros

FILIPA
Y tus cartas. ¿por qué no escribiste más cartas?

GIORDANA
Sabes que lo intenté, pero no pude.

FILIPA
Le tuve que inventarme cartas e historias hasta que fue
demasiado grande para no darse cuenta.

GIORDANA
(sonríe)
Te imagino haciendo todas esas cosas.
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FILIPA
Ya no te tortures. Fue un acuerdo justo. ¡Nos han acostumbrado a
tener la culpa de todo, carajo! Si salen enfermos o drogadictos o
asesinos o si los violan o si los matan. NO FUE NUESTRA
CULPA. Ya tenemos suficiente carga con curar heridas, con
hacernos cargo de sus dolores, con sus futuros, con llorar sus
muertes. No voy echarme la culpa más. Y tú tampoco deberías.
¡Vaffanculo! No más reclamos.
(Pausa en la que bebe)
Vamos a darnos la mano y seguir. Como siempre lo hicimos. Tú y
yo.

GIORDANA
¡¿Cómo?!

FILIPA
Como hasta ahora.

GIORDANA
Leonetta no me recibirá

FILIPA
Leonetta necesita tiempo. El tiempo y el vino lo aplacan todo.

GIORDANA
Mi gorda. Perdóname gorda. Ni siquiera te di el pésame.

FILIPA
Ya no llores como cojuda. No nos sienta bien. ¿o no has
aprendido que llorar no sirve de nada? ¡vamos!

GIORDANA
Llorar no sirve de nada.

FILIPA
No. ahora tomate otro sorbo. Ya la vida se está pasando.

GIORDANA
Las tres podríamos salir adelante.

FILIPA
¡A mordiscones! Con broncas y todo, pero juntas. Ahora alístate y
ve a visitar a Matteo

GIORDANA
¿A esta hora?
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FILIPA
Sí. A penas cae la noche. Él cementerio aún no cierra. Lleva el
vino.

GIORDANA
¿qué le diré?

FILIPA
Tal vez nada, pero él también necesita despedirse. Anda
rondando por aquí por la casa. Y hoy hizo sonar las puertas. No
quiero fantasmas en mi casa. Y menos el de mi hijito. Quiero que
él duerma en paz.

Salen. Se enciende un cenital en el primer término, al centro del escenario.


Llueve, Giordana frente a la tumba.

. GIORDANA
(al público)
Vi un documental el otro día. Antes de que… Un documental
sobre leonas. Una de ellas se quedó sola con los cachorros en
tierras extrañas y fueron atacados por búfalos. La leona intentaba
salvar a los cachorros, pero, resultaron mal heridos. Uno
desapareció. Cuando logra encontrar al otro, este no podía
caminar. Ella lo empujaba con sus grandes garras, lo jalaba de la
nuca con los dientes; pero el pequeño tenía las patas traseras
destrozadas, tal vez la cadera. Ella sabe que si se queda, no
podrán sobrevivir ninguno de los dos. La leona lo observa un
momento, mira a su alrededor y continúa su camino. Hace un
rugido, como un grito sordo de dolor, pero no mira atrás cuando lo
abandona. Instinto de supervivencia, decía el documental.
(leve pausa)

Entra LEONETTA con un ramo de flores.

LEONETTA
¿y se supone que mi hermano te perdonará por eso?

GIORDANA
Sí quise regresar. Lo pensé muchas veces, pero… no quería
encontrarme con esto.

LEONETTA
¿Qué “esto”?
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GIORDANA
Tus reproches. Tus palabras hirientes.

LEONETTA
(tranquila)
Yo ya no reprocho nada. Pero, sinceramente no sé qué haces
aquí. No creo que mi hermano te perdone.

GIORDANA
No puedes hablar por tu hermano.

LEONETTA
Hablé por él cuando ya no pudo hablar. Hablé por él cuando la
parálisis se acentúo en todo el cuerpo. Hablé por él cuando lo
traje del hospital a darle un muerte digna. Hablé por él desde que
nos abandonaste.
Pausa larga.

GIORDANA
Yo fui más importante. Lo siento, Leonetta. ¿Querías la verdad?
ESA ES LA VERDAD. Yo. Yo era más importante.

LEONETTA
Claro que esa es la verdad.

GIORDANA
Lo siento. Lo siento tanto. No podrías entender-

LEONETTA
No sé de qué sirve que lo sientas ahora o que yo lo entienda.

GIORDANA
Porque quiero quedarme.

LEONETTA
¿ya no tienes a dónde ir?

GIORDANA
Tengo a donde ir. Pero quiero quedarme.

LEONETTA
Estoy embarazada.

GIORDANA
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(llora y rie al mismo tiempo)


Lo sé.

LEONETTA
¿crees que seré una buena madre?

GIORDANA
Claro que sí.

LEONETTA
¿Y si me canso? ¿y si me aburro como lo hiciste tú?

GIORDANA
Eso no va a pasar.

LEONETTA
¿por qué? ¿por qué soy otra generación?

GIORDANA
Pausa.
¿quién es el padre de la niña?

LEONETTA
No sabemos si será niña

GIORDANA
Será niña.

LEONETTA
Un chico guapo. Vive en la ribera.

GIORDANA
¿lo amas?

LEONETTA
Mucho.

GIORDANA
¿te casarás con él?

LEONETTA
(respira profundo)
Soy lesbiana.

GIORDANA Después de unos segundos estalla en risa.


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LEONETTA
¿qué es tan gracioso?

GIORDANA
No habrá ningún hombre en la casa.
(se agarra para acariciar la lápida)
Tú siempre serás el único.

LEONETTA
No voy a perdonarte. No te guardo rencor, pero, no puedo confiar
en ti. Me da igual si te quedas o no. Pero no pienses que por eso
ahora somos madre e hija. (breve pausa) solo somos dos
extrañas.

GIORDANA
Me fui porque…

LEONETTA avanza hacia el lateral derecho.

LEONETTA
No necesito saberlo. Esa conversación la puedes tener con mi
hermano.

Sale del escenario. Otra vez queda Giodana sola.

GIORDANA
Te amo, siempre te amé; y siempre te amaré…Quiero que sepas
que no me fui por ti, ni por Leonetta. No quise abandonarlos. Me
fui por mí. Después de tu accidente, sabía que ya no podía estar
aquí. Necesitaba ganar más dinero. Botar a tu padre de la casa
implicaba tener que resolver las cosas sola. Busqué y encontré
ese trabajo. En Sudamérica los europeos somos reconocidos.
Bien pagados. así pude enviar el dinero, ¿te llegaron mis cartas?
Sé que no decía mucho, pero, decía que te amaba. Lamento no
haber sido la madre de la propaganda de yogurt. ¿crees que sea
una buena abuela? (ríe) sí, seré una pésima abuela. Pero estaré
cerca. Esta vez estaré cerca. Dije que sería niña, pero, en realidad
no lo sé. Espero que sea hombre y que le quiera poner tu nombre,
así sentiré que recupero el tiempo perdido. No, no me olvidaré. Sé
que te gustaban las flores amarillas y los pajarillos azules. Te
traeré imágenes y flores todos los días. Te amo, Matteo. Lamento
no haberme despedido, pero aquí estoy. Tu mamá ha regresado y
no volverá a dejarte solo mientras atraviesas la oscuridad. no
volveré a dejarte solo hasta que nos encontremos otra vez.
Luciana Gonzáles LEONAS pieza teatral en un acto página 15

Acaria la lápida, enciende un ciarrillo y sale por la derecha.

Suena en la televisión: los animales son seres de instintos. El


mayor de ellos es el de la supervivencia. La leona abandona a las
crías heridas sin mirar atrás. Los búfalos han arremetido contra
ellas sin piedad. Si las crias sobreviven, podrán encontrarse, tal
vez en otra manada. Ella debe continuar, mientras ella esté viva,
la especie aún tiene esperanza de sobrevivir, sin ella, no habrá
futuro.

Suena el rugido feroz y doloroso de una leona,


mientras avanza por la jungla.

TELÓN

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