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REFLEJOS DEL RECIÉN NACIDO

G. Paolicci; M. R. Cerdá; J. Kameniecki

Apenas separado del cuerpo materno el recién nacido debe poner en funcionamiento su
flamante aparato respiratorio por medio del llanto. Esto marcará un límite entre el medio
interior acuoso y el nuevo status aéreo. Mientras tanto su cordón umbilical habrá cesado
de latir y será ligado por el neonatólogo.
Seguidamente estará en condiciones de ser examinado y podrán observarse sus primeras
reacciones de adaptación al medio, ya sean espontáneas o provocadas. De estas últimas, es
decir, de los reflejos, nos ocuparemos a continuación: entendemos por reflejo a las
reacciones automáticas, involuntarias que son desencadenadas por estímulos externos o
internos capaces de provocar un impulso que se transmite de un receptor a un efector.
Algunos reflejos revisten el valor de supervivencia y perduran toda la vida.

Clasificación:
A – De supervivencia
1. Referidos a la alimentación: 1.1. Reflejo de búsqueda
1.2. Reflejo de succión
1.3. Reflejo de deglución
2. Otros (no desaparecen): 2.1. Tos
2.2. Estornudo
2.3. Bostezo
2.4. Contracción pupilar
2.5. Parpadeo
2.6. Hipo
B – De Inmadurez
1.1. Reflejo de prensión palmar
1.2. Reflejo de Moro
1.3. Reflejo tónico-cervical
1.4. Reflejo de marcha automática
1.5. Reflejo de ojos de muñeca japonesa
1.6. Reflejo de incurvación del tronco
1.7. Reflejo de enderezamiento estático

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Aquí vemos a un recién nacido sobre la mesa de examen. Podemos notar que exhibe una
postura característica, es decir, sus miembros tanto inferiores como superiores están
flexionados en posición asimétrica: la cabeza está rotada hacia uno de los lados y los ojos
aparecen semicerrados.
Toda la postura está regida principalmente por el tono muscular que definiremos como
“cierto estado de tensión de los músculos, de origen reflejo, que cumple con ciertas pautas
estereotipadas comunes a todos los bebés, pero que incluye variaciones individuales”.
La calidad del tono muscular constituye una característica inherente a cada niño y los
diferentes matices se traducen, por ejemplo, en la rapidez o lentitud de las reacciones, en
el movimiento de los miembros, en el estilo de succión, la irritabilidad, etc. cuando
hablamos de pautas estereotipadas del tono muscular nos estamos refiriendo a sus dos
categorías, que son Activo y Pasivo y que dependen del nivel de flexibilidad y extensividad
del músculo.
El factor esencial del desarrollo motriz del lactante es la formación del mecanismo reflejo
de las reacciones posturales.
A continuación describiremos los reflejos de inmadurez, también llamados arcaicos:

Reflejos orales:
Los reflejos orales constituyen una respuesta múltiple que posibilita el acto alimentario y
facilita la interacción entre el niño y su madre.
1. Reflejo de búsqueda: se refiere al movimiento de orientación de la cabeza y los labios
del recién nacido hacia el lado desde donde se ejerce el estímulo.
En posición decúbito dorsal, al rotar la cabeza, ésta pasa por la línea media del cuerpo. Creemos
importante destacar cómo el reflejo de búsqueda inhibe temporariamente al reflejo tónico-cervical
en función de la alimentación.
2. Reflejo de succión: lo más conveniente para desencadenar este reflejo consiste en introducir
en la boca del recién nacido un objeto que simule ser el pezón. La tetina o el chupete y aún el dedo
del experimentador cumplen bien tal cometido, no así objetos rígidos, los cuales pueden generar
reacciones defensivas.
Es conveniente evitar los labios hasta desencadenar la succión. Seguidamente se pueden
estimular las comisuras labiales, las mejillas, el labio superior o inferior y en los cuatro casos se
producirá la búsqueda. Por este motivo se denomina también a este reflejo “de los cuatro puntos
cardinales”.

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Los reflejos orales deben estar presentes desde el nacimiento, aún en niños prematuros. Se han
observado fetos succionándose el pulgar, en registros ecográficos, lo que ha permitido inferir la
existencia de una forma precoz del reflejo, cuando un cambio postural favorece el contacto azaroso
de la mano con la boca. El reflejo de búsqueda tiende a desaparecer hacia el segundo mes de vida.
3. Reflejo de deglución: recientes investigaciones han permitido comprobar que el feto ya
succiona y deglute en el interior del útero. Esto es importante para la lactancia en niños prematuros
y evitar en lo posible la alimentación por sonda.
Otros investigadores se ocupan de la incidencia del proceso de parto en condiciones artificiales,
tal como se lo practica actualmente, en detrimento de la pérdida de un reflejo que sería previo al
de búsqueda. Parten de la hipótesis de que si se coloca al recién nacido sobre el vientre de la madre,
antes de ser higienizado, realizará un movimiento de reptación en dirección al pecho materno y
desencadena el “hociqueo”.
El reflejo de deglución tiene dos componentes, cada uno de los cuales ayuda a introducir la leche
en la boca. En primer término, mediante movimientos de la mandíbula logra que los labios formen
un sello alrededor del pezón, lo que origina un vacío en la boca. El segundo componente incluye
cierto jugueteo con la lengua que presiona el pezón haciendo que la leche fluya hacia la parte
posterior de la boca.
La complejidad de este reflejo se incrementa por la necesidad de coordinar la succión, la
deglución y la respiración, hazaña que pocos adultos pueden lograr.

Reflejo de prensión palmar: al tocar la palma de la mano, ésta se cierra con fuerza incluyendo al
pulgar. La mano del recién nacido puede permanecer cerrada mientras dure el estímulo.
Si este reflejo persiste mucho tiempo impedirá el apoyo sobre la mano abierta (no habrá reacción
de equilibrio).
Debido a causas fisiológicas, este reflejo se nota más durante la succión y casi no existe durante
el tercer mes de vida.

Reflejo de Moro: es una reacción corporal que se puede desencadenar utilizando diferentes
estímulos, que provoquen en el recién nacido un sobresalto que lo lleve a extender bruscamente la
cabeza y los miembros tanto superiores como inferiores.
El estímulo puede consistir en un sonido fuerte, una sacudida provocada o bien puede provenir
del interior del cuerpo del bebé (esto último pasará inadvertido para el observador).
El modo de explorar este reflejo consiste en ubicar al recién nacido de espaldas (decúbito dorsal),
sosteniendo cabeza y tronco para luego dejarlo caer bruscamente como si se lo fuera a soltar.
Inmediatamente surgirá como primera respuesta la abducción, o sea que separará los brazos del
cuerpo en forma simétrica y llevará la cabeza hacia atrás.

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Debido a lo característico de su postura se suele denominar a este reflejo “de los brazos en cruz”.
A continuación surgirá una segunda respuesta, de aducción, es decir que los brazos retornarán hacia
la línea media del tronco, lo que se denomina “respuesta del abrazo”.
Finalmente los brazos retornarán a la posición previa a la estimulación, que era la semiflexión.
Hasta aquí hemos tratado de ilustrar el reflejo de Moro superior, dado que también existe el
Moro inferior.
Cualquier manifestación asimétrica del reflejo de Moro es considerada patológica, así como
también su prolongación en forma viva o estereotipada luego del tercer mes de vida.
Su extinción se da en forma paulatina y se ha observado que en niños hospitalizados desaparece
más tardíamente.

Reflejo tónico-cervical: el reflejo tónico-cervical asimétrico resulta de la tendencia a mantener la


cabeza rotada hacia un lado del cuerpo, actitud que se puede constatar tanto en decúbito dorsal
como ventral.
No siempre es posible observar el reflejo tónico-cervical completo. A menudo sólo queda rotada
la cabeza mientras que los miembros se mantienen simétricamente en flexión, pero aún así puede
observarse en la mandíbula la tendencia a la extensión.
En cambio, en decúbito ventral este reflejo se expresa a la inversa y se notará cómo los músculos
faciales tienden a la flexión y la nuca tiende a extenderse.
La persistencia rígida y estereotipada del reflejo tónico-cervical, también llamado “posición del
esgrimista”, sugiere patología, sobre todo lesión cerebral. Su ausencia se constata en casos de
alteración congénita del sistema nervioso como en la mayoría de los lactantes afectados por el
síndrome de Dawn.
Queremos destacar este reflejo por el hecho de que la actitud rotada de la cabeza le permitirá al
niño observar los objetos y personas del ambiente donde se encuentra, sobre todo la propia mano,
que como un objeto móvil cruzará frecuentemente su campo visual. La reiteración hará que el bebé
fije la atención en ella hasta hacerla familiar.

Reflejo de marcha automática: se sostiene al recién nacido en posición vertical, con ambas mano
en el tronco, a la altura de las axilas. Si se presiona la planta de uno de los pies contra una superficie
horizontal plana, toda la extremidad se flexiona y la otra se extiende. Este movimiento se alterna y
pueden observarse pequeños pasos, mientras el tronco del bebé se inclina hacia adelante.
La tendencia a la desaparición de esta respuesta se produce alrededor del segundo mes de vida.
Es un reflejo muy difícil de provocar cuando hay patología.

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Reflejo de ojos de muñeca japonesa: durante el primer mes de vida el bebé realiza muy pocos
movimientos oculares, que varían entre desplazamientos hacia la luz o bien una brusca oclusión
cuando ella es muy intensa (orientación o defensa).
Durante el reposo vigil se podrá imprimir a la cabeza del recién nacido un movimiento de rotación
y veremos un tipo de respuesta en la que los globos oculares no acompañan el movimiento y sí
parecen desplazarse en sentido contrario.
Notaremos que las pupilas quedan descentradas con respecto a las aberturas del párpado.
Pasados unos instantes recuperarán su ubicación habitual.
Este reflejo encuentra rápida atenuación a partir del décimo día de vida en los bebés nacidos a
término.
Su progresiva inhibición es reemplazada por el reflejo de fijación ocular.

Reflejo de incurvación del tronco: también se lo llama de Galant o espinal-dorsal. Está presente
desde el nacimiento, aún en prematuros, se va atenuando rápidamente en las semanas siguientes
al nacimiento y se borra en el curso del segundo mes de vida.
Tan temprana desaparición es de sumo valor diagnóstico. Para desencadenarlo, el bebé puede
estar tanto decúbito ventral sobre una superficie horizontal como suspendido en el aire, dorso
arriba, sostenido por la mano del examinador. Si en alguna de estas condiciones se estimula la zona
costolumbar, un poco por encima de la cresta ilíaca, notaremos cómo la columna se inclina hacia
ese lado, como si tendiera a abarcar en su cavidad al estímulo. Mientras, la pelvis se eleva, las
extremidades superior e inferior de un mismo lado se extienden y las contralaterales se flexionan.

Reflejo de enderezamiento estático: para desencadenar este reflejo se hace necesario ubicar al
recién nacido de modo tal que se apoye ambos pies sobre una superficie plana. La respuesta
consistirá en un aumento de la flexión e inmediatamente pasará a una extensión momentánea.
Luego extenderá las piernas y disminuirá la flexión del tronco.

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