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Beth descubre el hermoso palacio

Beth se entera de que en la casa de sus vecinos hay un piano de cola y muere
de curiosidad por verlo; pero es tan tímida que no se atreve a ir. Su madre le
comenta al señor Laurence lo que ocurre con su hija y éste le responde que
Beth puede ir a su casa a tocar el piano cuando guste, y así podrá recordar a su
nieta fallecida.

Cuando la pequeña se entera del ofrecimiento hecho por el vecino, va casi


todos los días a tocar el piano. En agradecimiento, Beth decide hacerle unas
zapatillas al señor Laurence y éste le regala un piano de gabinete en honor de
su nieta.

Jo encuentra a Apolo
Amy sorprende a Jo y a Meg cuando éstas iban saliendo al teatro y les pide que
la lleven. Meg estuvo a punto de decir que si, pero Jo mantuvo su negativa y la
dejaron en casa. Para tomar venganza, Amy quemó el libro de cuentos de Jo,
que ésta escribía soñando con publicarlos algún día y que eran el orgullo de la
familia.

Al enterarse de lo ocurrido, Jo se llenó de furia y juró no perdonar jamás a su


hermana. La madre habló con Amy para que reflexionara sobre el daño que le
había causado a Jo y le exigió que pidiera perdón, pero por más que insistió y
mostró su arrepentimiento la pequeña no consiguió que su hermana la
disculpara.

Un día Jo salió a patinar con Laurie y Amy se fue tras ello creyendo que su
hermana no le negaría el perdón si se lo pedía delante del amigo. Pero Jo
seguía intransigente hasta que la pequeña cayó al agua helada. Cuando Jo vio a
su hermana a punto de morir logró rescatarla y llevarla a casa. Mientras Amy
dormía reconoció que el rencor no es bueno para nadie porque no permite
disfrutar de las personas que amamos.

 Meg visita la feria de la vanidad


Meg fue invitada por la familia Moffat a dar un paseo. Cuando llega el momento
del baile siente vergüenza por su sencillo vestido, mientras que las otras
personas lucen trajes muy elegantes. Para el siguiente baile, siguió los consejos
de sus amigas, quienes la vistieron con un traje de gran escote y maquillaje
excesivo, casi vulgar. Ella pensó que así luciría mejor, pero solo hizo el ridículo.

Para olvidar el bochorno comenzó a beber y terminó haciendo aún más el


ridículo. Laurie, quien también fue invitado a la fiesta, se dio cuenta de todo
pero le prometió a Meg que no diría nada. Al regresar a casa, la chica le contó
todo a su madre quien le dijo que esperaba que esa experiencia le sirviera de
lección y se diera cuenta de que los lujos y el dinero no son lo más importante
en la vida, y que ella debía valorar lo que realmente es significativo.

 El Club Pickwich


Las cuatro hermanas March junto con algunas amigas, formaron un club al que
llamaron “El Club Pickwich”. Crearon un semanario en el que redactan notas
diversas, poesías, cuentos y hasta noticias. Aunque el club era sólo para mujeres,
decidieron aceptar a Laurie como miembro honorario.

Era tan divertida la iniciativa, que abrieron un buzón para que los vecinos
participaran y se enviaran cartas y mensajes entre ellos. El resultado fue tan
positivo que el jardinero de los Laurence utilizó ese medio para declarar su
amor a Hanna.

Experimentos
Los primeros días de vacaciones de las hermanas March fueron para flojear y
hacer nada. A medida que pasaba el tiempo vieron que el ocio no era tan
divertido y que los días se hacían cada vez más largos. Tras el aprendizaje,
decidieron dedicar los tres meses de descanso a las actividades cotidianas que
solían llamar aburridas y cansonas: aprendieron el valor del trabajo.

Campamento Laurence
Laurie invitó a Jo y sus hermanas a una excursión con él y cuatro amigos más. Al
día siguiente, una vez recibido el permiso de la madre, salieron al paseo, en el
que atravesaron el río en botes, jugaron croquet y un pasatiempo llamado “la
verdad”, que Laurie aprovechó para confesarle a Jo que le gustaba. Fue un
paseo muy divertido para todos.

Secretos
Jo salió de su casa con mucha discreción y fue hasta el periódico donde el
director revisará alguno de sus cuentos y, si le parecían buenos, los publicaría. Al
encontrarse con Laurie le dijo su secreto y le hizo prometer que no se lo
contaría a nadie. Días después, el director le dijo que si publicaría su trabajo
pero que no le pagaría nada por éste, a lo que Jo, muy contenta, dijo que si. La
joven corrió a su casa para contar la noticia, sabía que todos se alegrarían con
ella.

Un telegrama
Llegó el invierno y en casa de las March se lamentaban por ello. Llegó un
telegrama en el que les informaban sobre la gravedad de su padre y la
necesidad de que su madre acudiera a su lado pronto. La noticia fue tomada
con angustia y tristeza por todos. Jo sabía que su madre iba a necesitar dinero
para el viaje, por lo que tomó la decisión de vender su preciosa cabellera.

Obtuvo el dinero que necesitaba. Al regresar a su casa, todas se dieron cuenta


de lo que había hecho y se admiraron por tan valiente decisión, puesto que Jo
siempre decía que prefería morir antes de cortarse el cabello; pero en ese
momento fue capaz de hacer hasta lo menos pensado para ayudar a su padre,
mostrando así la nobleza de su corazón.

Cartas
Al despuntar el alba, la señora March se preparó para su viaje, que haría en
compañía del señor Brooke, profesor de Laurie, quien tenía asuntos que resolver
en Washington. Sus hijas la despidieron, tratando de no mostrar su angustia y
tristeza para no causarle una preocupación mayor.

Durante la ausencia de la madre, las cuatro hermanas cumplieron a cabalidad


las tareas que les fueron asignadas a cada una. Estando junto a su esposo, la
señora March recibía infinidades de cartas enviadas por sus hijas y amigos, lo
que sirvió para hacer más llevadera su estancia, pues la recuperación del esposo
era sumamente lenta.

 El testamento de Amy


Amy estaba muy disgustada por su estancia en casa de la tía March. Esther, la
sirvienta de la tía, se dio cuenta de lo que le pasaba a la pequeña y buscó la
manera de hacer más amena la estadía de Amy. Tuvo la idea de mostrarle las
joyas de la tía y le dijo que algún día serían para ella y sus hermanas tal como lo
había dispuesto en su testamento.

Amy tuvo la ocurrencia de hacer su testamento y dejar a su familia todos los


tesoros que poseía. Sirvieron como testigos Esther y Laurie, quien la visitaba con
frecuencia para acompañarla mientras regresaba a casa. Gracias a Laurie, Amy
pudo sobrellevar de mejor manera el tiempo lejos de sus hermanas y su madre.

Confidencialmente
La señora March visitó a Amy en casa de la tía, y la pequeña aprovechó para
contarle con detalles todo lo que había vivido. Al principio fue molesto, pero
poco a poco fue encontrando la forma de llevarse bien con la tía, quien le
regaló un anillo, que la pequeña tomó como símbolo para recordar el valor de
la familia.
Al regresar, Jo le pidió a su madre hablar con ella en privado, con la intención
de preguntarle si había notado que el señor Brooke estaba enamorado de Meg.
La señora March respondió afirmativamente, pues él mismo se lo había
confesado cuando fue a visitar a su padre y les pidió permiso a ambos para
cortejarla. A Jo no le pareció bien lo que estaba ocurriendo pues temía perder a
su hermana, pero su madre le explicó que eso no pasaría nunca y le hizo
guardar el secreto.

Laurie hace más travesuras y Jo pone paz


Laurie le escribió una carta a Meg haciéndose pasar por el señor Brook. Meg
pensó que había sido Jo, pero al comentarle ella negó ser responsable pero dijo
saber quien la había escrito. Fue en busca de Laurie y lo obligó a confesar que el
había hecho la broma y a disculparse con Meg que estaba muy ofendida.

Jo estaba muy molesta y Laurie, apenado por lo que había hecho, se fue de
prisa. En casa, su abuelo lo esperaba para pedirle una explicación sobre lo
ocurrido, pero el chico no pudo dársela pues había prometido no revelar el
secreto. Esto fue motivo de una gran discusión entre el señor Laurence y su
nieto.

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