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Beth se entera de que en la casa de sus vecinos hay un piano de cola y muere
de curiosidad por verlo; pero es tan tímida que no se atreve a ir. Su madre le
comenta al señor Laurence lo que ocurre con su hija y éste le responde que
Beth puede ir a su casa a tocar el piano cuando guste, y así podrá recordar a su
nieta fallecida.
Jo encuentra a Apolo
Amy sorprende a Jo y a Meg cuando éstas iban saliendo al teatro y les pide que
la lleven. Meg estuvo a punto de decir que si, pero Jo mantuvo su negativa y la
dejaron en casa. Para tomar venganza, Amy quemó el libro de cuentos de Jo,
que ésta escribía soñando con publicarlos algún día y que eran el orgullo de la
familia.
Un día Jo salió a patinar con Laurie y Amy se fue tras ello creyendo que su
hermana no le negaría el perdón si se lo pedía delante del amigo. Pero Jo
seguía intransigente hasta que la pequeña cayó al agua helada. Cuando Jo vio a
su hermana a punto de morir logró rescatarla y llevarla a casa. Mientras Amy
dormía reconoció que el rencor no es bueno para nadie porque no permite
disfrutar de las personas que amamos.
Era tan divertida la iniciativa, que abrieron un buzón para que los vecinos
participaran y se enviaran cartas y mensajes entre ellos. El resultado fue tan
positivo que el jardinero de los Laurence utilizó ese medio para declarar su
amor a Hanna.
Experimentos
Los primeros días de vacaciones de las hermanas March fueron para flojear y
hacer nada. A medida que pasaba el tiempo vieron que el ocio no era tan
divertido y que los días se hacían cada vez más largos. Tras el aprendizaje,
decidieron dedicar los tres meses de descanso a las actividades cotidianas que
solían llamar aburridas y cansonas: aprendieron el valor del trabajo.
Campamento Laurence
Laurie invitó a Jo y sus hermanas a una excursión con él y cuatro amigos más. Al
día siguiente, una vez recibido el permiso de la madre, salieron al paseo, en el
que atravesaron el río en botes, jugaron croquet y un pasatiempo llamado “la
verdad”, que Laurie aprovechó para confesarle a Jo que le gustaba. Fue un
paseo muy divertido para todos.
Secretos
Jo salió de su casa con mucha discreción y fue hasta el periódico donde el
director revisará alguno de sus cuentos y, si le parecían buenos, los publicaría. Al
encontrarse con Laurie le dijo su secreto y le hizo prometer que no se lo
contaría a nadie. Días después, el director le dijo que si publicaría su trabajo
pero que no le pagaría nada por éste, a lo que Jo, muy contenta, dijo que si. La
joven corrió a su casa para contar la noticia, sabía que todos se alegrarían con
ella.
Un telegrama
Llegó el invierno y en casa de las March se lamentaban por ello. Llegó un
telegrama en el que les informaban sobre la gravedad de su padre y la
necesidad de que su madre acudiera a su lado pronto. La noticia fue tomada
con angustia y tristeza por todos. Jo sabía que su madre iba a necesitar dinero
para el viaje, por lo que tomó la decisión de vender su preciosa cabellera.
Cartas
Al despuntar el alba, la señora March se preparó para su viaje, que haría en
compañía del señor Brooke, profesor de Laurie, quien tenía asuntos que resolver
en Washington. Sus hijas la despidieron, tratando de no mostrar su angustia y
tristeza para no causarle una preocupación mayor.
Confidencialmente
La señora March visitó a Amy en casa de la tía, y la pequeña aprovechó para
contarle con detalles todo lo que había vivido. Al principio fue molesto, pero
poco a poco fue encontrando la forma de llevarse bien con la tía, quien le
regaló un anillo, que la pequeña tomó como símbolo para recordar el valor de
la familia.
Al regresar, Jo le pidió a su madre hablar con ella en privado, con la intención
de preguntarle si había notado que el señor Brooke estaba enamorado de Meg.
La señora March respondió afirmativamente, pues él mismo se lo había
confesado cuando fue a visitar a su padre y les pidió permiso a ambos para
cortejarla. A Jo no le pareció bien lo que estaba ocurriendo pues temía perder a
su hermana, pero su madre le explicó que eso no pasaría nunca y le hizo
guardar el secreto.
Jo estaba muy molesta y Laurie, apenado por lo que había hecho, se fue de
prisa. En casa, su abuelo lo esperaba para pedirle una explicación sobre lo
ocurrido, pero el chico no pudo dársela pues había prometido no revelar el
secreto. Esto fue motivo de una gran discusión entre el señor Laurence y su
nieto.