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Os es necesario nacer de nuevo (Juan 3:1-15)

INTRODUCCIÓN

Nos encontramos en uno de los pasajes bíblicos característicos de Juan que no se repiten en
los evangelios sinópticos y que presentan a un personaje famoso entre los creyentes así como
un tema fundamental en la fe cristiana. En este capítulo aparece un dialogo entre Jesús y un
líder religioso llamado Nicodemo donde podemos ver la manera peculiar de Jesús de evangelizar
a sus oyentes. En primer lugar Jesús le hace una aseveración relacionada con su salvación la
cual el oyente no comprende muy bien y esto lo obliga a preguntarle más acerca de ello, pero
Jesús responde con otra aseveración que su oyente no logra comprender al 100% hasta que
Jesús lo explica con mayores detalles.

EL QUE VINO DE NOCHE Juan 3:1-2

La biblia nos habla acerca de un hombre llamado Nicodemo.


En primer lugar se nos dice que era un fariseo, palabra que proviene del griego farisaios
(φαρισαῖος),  que significa separado. Los fariseos era un grupo religioso muy numeroso en los tiempos
de Jesús. Sus creencias estaban basadas en la ley de Moisés y se consideraban personas que vivían
de acuerdo a la Ley, eran muy conservadores y tenían una gran preeminencia entre los judíos. 
En segundo lugar, la Biblia nos dice que era un principal entre los judíos. La palabra griega que se
traduce como principal en la Reina Valera es árjon (ἄρχων),  que se utilizaba para designar a los
gobernantes, lo que nos indica que pertenecía al grupo de mayor autoridad religiosa en Israel
conocido como el Sanedrín. El Sanedrín estaba conformado por setenta y un miembros, presidido
por un sumo sacerdote. Sus miembros pertenecían a la aristocracia sacerdotal y a la nobleza.
Tradicionalmente se cree que tuvo su origen con la orden que Dios le dio a Moisés de seleccionar 70
ancianos de sabiduría de entre el pueblo para compartir las responsabilidades de guiar a Israel
(Números 11:16-17). Nicodemo debió haber sido una persona que pertenecía a una familia
aristocrática que gozaba de un buen bienestar económico. Esto se puede ver al considerar el tipo de
presentes que el llevo para ungir el cuerpo de Jesús después de su muerte.

“También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de
mirra y de áloes, como cien libras”.
Juan 19:39

                No cabe duda que Nicodemo había sido parte de los judíos que habían creído en Jesús ya
que en sus palabras esto se ve claramente: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro;
porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él . Ahora bien, lo
interesante de todo esto es que fue a buscar a Jesús de noche. Razones por la cual Nicodemo busco
a Jesús de noche:

1- Algunos opinan que la razón por la cual busco a Jesús de noche fue porque entre los rabinos
existía la costumbre de discutir acerca de temas de la ley cuando obscurecía, cuando ya la
mayoría dormía y había silencia y calma.
2- También se cree que Nicodemo fue de noche a buscar a Jesús porque no quería que nadie se
diera cuanta que él lo admiraba y respetaba como una gran Maestro. Esto era así porque la
mayor parte del Sanedrín y otros líderes religiosos ya se habían mostrado en contra de su
ministerio y a lo mejor Nicodemo quería mantener en secreto su devoción a Cristo para no
tener problemas con ellos.
3- Aplicación: Cuantas personas son como Nicodemo, prefieren mantener su fe en Jesús en
secreto por temor a las burlas y persecuciones, pero Jesús no quiere tener admiradores
secretos, sino que confesemos públicamente nuestra fe sin importar lo que nos espere.
Mateo 5:11-12

OS ES NECESARIO NACER DE NUEVO

“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver
el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar
por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo,
que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de
la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es
necesario nacer de nuevo”.
Juan 3:2-7

               Nicodemo nunca debió imaginar la respuesta de Jesús ya que pensaría que por la razón de
ser un judío y además un fariseo no necesitaba nada más para entrar en el reino de los cielos.
Muchas personas son como Nicodemo, creyendo que por sus buenas obras o la religión que practican
y que posiblemente han heredado de sus padres van a alcanzar la vida eterna.

Pero aquí Jesús deja claro que solo los que nacen de nuevo verán a Dios.

Obviamente, Nicodemo se sorprendió de esto y por eso se preguntó: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 

En el griego original las palabras que se traducen en la Reina Valera como nacer de nuevo se
escriben: gennáo ánozen  (γεννάω ἄνωθεν). Gennáo  definitivamente significa nacer, pero ánozen  es
una palabra cuyo significado encierra al menos tres aspectos importantes que no se puede describir
en una sola palabra en el español.

En primer lugar, ánozen  describe una nueva creación, algo que ya existía pero se volvió a crear. Para
poder ver el reino de los cielos es necesario que nuestra antigua naturaleza sea cambiada, y Cristo lo
hace creando en nosotros una nueva naturaleza que nos impulsa a glorificar el nombre de Dios. En
segundo lugar, ánozen  describe algo que vuelve a comenzar. En Cristo Jesús el creyente tiene un
nuevo comienzo, su vida antigua y sus pecados quedan en el pasado y Dios le permite comenzar una
nueva vida en dirección contraria a la del mundo. Finalmente, ánozen  describe algo que viene de
arriba, es decir, del reino de Dios. Por tanto, el nuevo nacimiento es una operación sobrenatural que
opera de manera divina, no es la acción del hombre lo que la provoca, sino la mano de Dios, haciendo
nuevas todas las cosas, permitiendo así un nuevo comienzo y creando en él una nueva naturaleza que
le permite vencer el pecado y acercarse más al Señor. Este concepto de nacer de nuevo no era
desconocido para los judíos del primer siglo, sin embargo, ellos creían que los únicos que tenían que
renacer de nuevo eran los prosélitos, los cuales eran gentiles que se convertían al judaísmo, éstos
eran considerados personas que habían nacido de nuevo tras haber renunciado a su vida de pecado y
haber realizado el voto de vivir de acuerdo a la ley de Dios. Sin embargo, esto fue difícil de
entender para Nicodemo: Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede
acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?   Ante la duda del fariseo, Jesús le
aclara una vez más la necesidad de nacer de nuevo:   De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.  Jesús utiliza dos términos: nacer
del agua y del Espíritu los cuales se pueden asociar con dos pasajes del Antiguo Testamento que los
rabinos conocían muy bien y lo relacionaban con el tema de nacer de nuevo: “Echad de vosotros todas
vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por
qué moriréis, casa de Israel?”, (Ezequiel 18:31). Estaba claro que Dios demandaba en su pueblo
desechar el pecado y hacerse un nuevo corazón y espíritu. Además de eso, el texto antiguo prometía
crear en ellos un nuevo ser:

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos,
y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”
Ezequiel 36:26-27

En este pasaje el agua está relacionada con la limpieza de todos los pecados de la persona. En la Biblia
encontramos otros pasajes donde podemos ver que es a través de la palabra de Dios que el hombre puede limpiar su
vida de pecados. Nuestro Señor Jesús dijo que sus discípulos estaban limpios por la palabra que les había
hablado: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”, (Juan 15:3), también el salmista se
preguntó cómo puede el joven limpiar su vida: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu
palabra”, (Salmo 119:9). De aquí que se diga que cuando Jesús hablaba de nacer del agua se refería figurativamente
a nacer de la palabra de Dios, de hecho, Santiago nos dice que un elemento indispensable para el nuevo nacimiento
en la palabra de Dios: “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de
sus criaturas”, (Santiago 1:18). También Pedro lo confirma en su primera carta: “Siendo renacidos, no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”, (1 Pedro 1:23). Pero
también, el Texto Sagrado nos dice que debemos nacer del Espíritu y aquí vemos el segundo elemento indispensable
para el nuevo nacimiento, el Espíritu Santo, el cual produce en nosotros este glorioso estado. “Más a todos los que
le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”, (Juan 1:12-13). De aquí
que el tema del nuevo nacimiento o la regeneración es crucial en la teología cristiana y es un requisito fundamental
para todo aquel que quiera heredar la vida eterna.

“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una
esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos”.
1 Pedro 1:3

Ahora bien, el nuevo nacimiento se hace necesario en la vida del creyente porque
necesitamos una naturaleza que nos ayude a buscar las cosas de arriba. Cuando nacemos heredamos
la naturaleza de nuestro antepasado Adán, la cual está viciada por el pecado y nos empujar a hacer lo
malo. La Biblia llama en ocasiones a esta naturaleza pecaminosa carne, que se traduce así mismo del
griego sarx (σάρξ). Por eso Jesús le decía a Nicodemo: Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es. La nueva naturaleza le permite al creyente  que el Espíritu
Santo more en su corazón y lo capacita para perseverar en la vida espiritual y vencer la naturaleza
pecaminosa, así lo declara Pablo: “Los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los
que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu” , (Romanos 8:5), y Juan lo confirma mas adelante en
este mismo evangelio:  “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente
de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” , (1 Juan 3:9).

EL TESTIMONIO QUE DEBEMOS CREER

“El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel
que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo:
¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que
hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo
creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que
está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea
levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Juan 3:8-15
  El milagro del nuevo nacimiento es todo un misterio. Querer entenderlo podría ser muy difícil para
la mayoría de las personas. Por eso Jesús le dijo a Nicodemo que así como no se sabe de dónde se
origina el viento y no se puede ver, pero sabemos que existe ya que lo sentimos y oímos. Así el nuevo
nacimiento opera a través del Espíritu Santo de manera soberana sin ver alguna señal visible de que
está operando en ese momento, pero luego las evidencias de una vida cambiada son el fiel testimonio
de que ha ocurrido. Aun así, Nicodemo no logro comprender las palabras de Cristo y por eso se
preguntaba: ¿Cómo puede hacerse esto?  A pesar de que Nicodemo era un fariseo conocedor de la
ley y los profetas no lograba comprender con su mente humana el concepto del nuevo nacimiento.
Ahora bien, pareciera que la conversación que estaba ocurriendo entre dos personas ahora Jesús la
lleva a todo el público presente al comenzar a hablar en plural: De cierto, de cierto te digo, que lo
que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he
dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?  Entre la audiencia
habían muchos que aun viendo los milagros que Jesús realizaba en la tierra no creían en Él, ¿Cómo
creerían si les hablaba de cosas espirituales como el nuevo nacimiento, su ascensión a los cielos o la
resurrección? Posiblemente el problema de Nicodemo es que quería comprender las verdades
espirituales con su mente humana en lugar de creerlas con su corazón. San Agustín de Hipona solía
decir: “creo para entender y entiendo para creer”. Estas palabras describen bien la forma de cómo
debemos recibir las cosas espirituales. Primero debemos creer con nuestro corazón, no tratar de
razonarlo, luego después de creerlo a través de nuestra fe llegamos a comprender muchas cosas más
para seguir creyendo. Precisamente el nuevo nacimiento es cuestión de fe como lo declaran las
Sagradas Escrituras: “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”,  (Gálatas 3:26).      Es
por fe que podemos llegar a creer en el nuevo nacimiento ya que cuando por medio de su palabra
somos confrontados por nuestros pecados y decidimos arrepentirnos y aceptar su oferta de perdón,
el Espíritu Santo viene a nuestra vida para operar el milagro del nuevo nacimiento, creando en
nosotros una nueva naturaleza y convirtiéndonos en hijos de Dios.

Las ultimas palabra de Jesús terminan de explicar mejor el concepto del nuevo nacimiento: Y como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que
en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Jesús trae a la memoria de todos un episodio que ocurren en el
Antiguo Testamento, específicamente en el libro de Números (“Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso
sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” , Números
21:9). La historia de la serpiente de bronce debió ser algo con lo cual los judíos estaban bien familiarizados, de
hecho aun después del momento que Moisés la hizo por instrucciones de Dios, los Israelitas la conservaron hasta el
tiempo de los reyes, llegando al punto de idolatrarla.

“En el tercer año de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías hijo de Acaz rey de Judá… El
quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce
que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán”.
2 Reyes 18:4

               Fue por la rebeldía de Israel en el desierto que Dios les envió serpientes que los mordían y así el pueblo
estaba pereciendo, fue allí cuando el pueblo clamo a Dios por misericordia y el Señor le ordeno a Moisés que
construyera una serpiente de bronce para que todo aquel que hubiera sido mordido, al verla viviría. De igual manera,
así como la serpiente de bronce se había levantado en el desierto para que todo aquel moribundo al verla viviera,
también el Hijo de Dios seria levantado en la cruz del Calvario para que todo aquel que crea en Él sea salvo de todos
sus pecados. Charles Spurgeon, el príncipe de los predicadores, contaba acerca de su día que nació de nuevo, el creía
que era un hijo de Dios por el hecho de provenir de una familia cristiana, había completado sus estudios en un
instituto teológico y asistía a la iglesia con regularidad, sin embargo, como Nicodemo no se había dado cuenta que le
era necesario nacer de nuevo. Un día durante una fuerte tormenta de nieve decidió pasar la tormenta en una pequeña
iglesia que le quedaba en el camino, al entrar en ella se dio cuenta que solo habían unos cuantos miembros reunidos
y el pastor de la congregación no había podido llegar debido a la fuerte tormenta. Spurgeon decidió solo obsérvalos
a lo lejos y vio como entre ellos escogieron a un hombre para que les predicara. Se trataba de un humilde zapatero
que difícilmente podía prepara un buen sermón y entregarlo como un gran orador, como tal vez lo hubiera hecho el
joven seminarista Spurgeon. Este humilde zapatero paso al pulpito y con gran dificulta medito en un texto de Isaías
que dice: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”, (Isaías
45:22). Entre muchas palabras y sin un tema en mente el predicador repetía constantemente las palabras: ¡Mírenlo a
Él!, ¡Mírenlo a Él! Estas constantes repeticiones penetraron en la mente de Spurgeon y tocaron su corazón y
comprendió que tenía que ver a Cristo y su sacrificio para alcanzar la salvación de su alma, desde entonces su vida
fue diferente. Lo que este mondo moribundo necesita es ver al sacrificio de Cristo con fe y recibir el milagro del
nuevo nacimiento.

¿Hay alguna diferencia entre «ver» el Reino de Dios y «entrar» en él? (Juan 3)

Mi pregunta se refiere a dos versículos del Evangelio de Juan. Estoy utilizando la versión inglesa
estándar, pero creo que la misma pregunta se plantea en otras traducciones:

Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el
reino de Dios». – Juan 3:3

Jesús respondió: «En verdad, en verdad te digo que el que no nazca del agua y del Espíritu, no
puede entrar en en el reino de Dios. – Juan 3:5 (versión inglesa)
A menudo he oído y asumido que «nacer de nuevo» es lo mismo que «entrar» en el reino de
Dios. ¿Se usan aquí ‘ver’ y ‘entrar’ como sinónimos/metáforas intercambiables, o están
indicando claramente diferentes tipos de acciones en relación con el Reino de Dios?

Me preguntaba si alguien más informado que yo podría darme alguna idea textual.

Los dos versículos son paralelos y complementarios. Es decir, el contexto apunta a la liberación
del reino de las tinieblas, y en este sentido se «ve» el Reino de Dios. En este sentido, el apóstol
Pablo citó las palabras de Jesús, cuando él (Pablo) estaba ante el rey Agripa:

Hechos 26:15-18 (NASB)
15
 Y dije: «¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: ‘Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16 Pero
levántate y ponte de pie; para esto me he aparecido a ti, para nombrarte ministro y testigo no sólo
de las cosas que has visto, sino también de las que te apareceré; 17 rescatándote del pueblo judío y
de los gentiles, a quienes te envío, 18 para que abran los ojos y se conviertan de las tinieblas a
la luz y del dominio de Satanás a Diospara que reciban el perdón de los pecados y la herencia
entre los santificados por la fe en mí».
La idea es que uno sale del dominio de Satanás (oscuridad) y entra en el dominio de Dios (luz).
Es decir, cuando uno «entra» en el reino de Dios (Juan 3:5), uno «ve» el reino de Dios (Juan 3:3)
porque la transición es de las tinieblas a la luz.
El reino de Dios se define en Romanos 14:17

17 Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
Ver o ser consciente de algo es diferente de entrar en esa cosa.

En este caso, ver equivale a saber lo que es correcto en una situación dada y entrar es hacer lo
que es correcto en esa misma situación (Santiago 4:17).

Esto es similar a Tito 2:11: la gracia de Dios se ha manifestado a todos los hombres. Sin
embargo, sólo aquellos que deciden humillarse ante Dios reciben el poder de Dios que les
permite negar la impiedad (Tito 2:11-12).

Santiago 4:6 Pero él da mayor gracia. Por eso dice: «Dios se opone a los soberbios, pero da
gracia a los humildes». (NET)
Al reino de Dios se entra por medio de la revelación. Es una comprensión más profunda de la
autoridad de Cristo sobre su vida. No todos los que confiesan a Cristo como salvador o nacen de
nuevo viven en el reino. Este alto reino de la nave gobernante de Cristo va acompañado de una
profunda búsqueda de lo que has visto. No puedes buscar algo que no ves (Mateo 6:33). Jesús
dijo, cuando encuentres este campo en el que está el tesoro del reino, venderás todo lo que tienes
y comprarás el campo por su tesoro.

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