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20/7/2021 Sentencia Constitucional Plurinacional 1219/2019-S1

Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia

SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 1219/2019-S1

Sucre, 11 de diciembre de 2019

SALA PRIMERA

Magistrada Relatora:  MSc. Karem Lorena Gallardo Sejas

Acción de libertad

Expediente:                 22307-2018-45-AL

22318-2018-45-AL (Acumulado)

23339-2018-47-AL (Acumulado)

Departamento:            Cochabamba

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

La peticionante de tutela a través de sus representantes sin mandato, denuncia que los
demandados vulneraron sus derechos a la libertad, a la salud, a la vida e integridad, puesto que:
i) El 3 de noviembre de 2017, fue trasladada sin su consentimiento por dos servidores públicos
de la Oficina del Adulto Mayor a la casa de reposo “La Mansión”, sin registro en el SEDEGES; ii)
Este acto arbitrario, fue ejecutado sin autorización judicial; iii) Se la obliga por la fuerza y contra
su voluntad a permanecer en el establecimiento señalado y además, se restringe el ingreso de
toda persona que intenta visitarla, especialmente familiares, encontrándose incomunicada por el
tiempo de cuatro meses y veinticuatro días, pese a lo estipulado por el art. 28 de la Ley 348: y;

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iv) La Jueza de la causa -ahora demandada-, no ejerció el control jurisdiccional de estos actos
que deterioran su salud y amenazan su vida.

En consecuencia, corresponde dilucidar en revisión si tales argumentos son evidentes, a fin de


conceder o denegar la tutela impetrada.

III.1. Naturaleza jurídica de la acción de libertad y presupuestos de activación

Precisando la naturaleza jurídica y el alcance de esta acción de defensa, la SCP 0037/2012 de


26 de marzo, sostuvo que: “La acción de libertad conocida en el derecho comparado y en
nuestra legislación abrogada como ‘recurso de habeas corpus’, encuentra fundamento en
innumerables instrumentos normativos de orden internacional como en la Declaración Americana
sobre Derechos y Deberes del Hombre, Declaración Universal de Derechos Humanos, Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, disposiciones normativas que forman parte del
bloque de constitucionalidad, de conformidad a lo dispuesto por el art. 410 de la CPE. Se trata de
un mecanismo de defensa constitucional extraordinario de carácter preventivo, correctivo y
reparador, instituido para la protección inmediata y efectiva de los derechos fundamentales a la
libertad física como de locomoción en casos de detenciones, persecuciones, apresamientos o
procesamientos ilegales o indebidos por parte de servidores públicos o de personas particulares;
así como a la vida, cuando esté en peligro.

Esta garantía de carácter procesal constitucional se encuentra consagrada en el art. 125 de la


CPE, donde dispone que: ‘Toda persona que considere que su vida está en peligro, que es
ilegalmente perseguida, o que es indebidamente procesada o privada de libertad personal, podrá
interponer Acción de Libertad y acudir, de manera oral o escrita, por sí o por cualquiera a su
nombre y sin ninguna formalidad procesal ante cualquier juez o tribunal competente en materia
penal, y, solicitará que se guarde tutela a su vida, cese la persecución indebida, se restablezcan
las formalidades legales o se restituya su derecho a la libertad’. Norma constitucional
concordante con el art. 65 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional (LTCP), la cual
establece que su objeto es la garantía, protección o tutela de los derechos a la vida, a la libertad
física y a la libertad de locomoción, para el restablecimiento inmediato y efectivo de esos
derechos, en los casos en que sean restringidos, suprimidos o amenazados de restricción o
supresión.

En tal sentido, debe señalarse que la ingeniería dogmática de la acción de libertad está diseñada
sobre la base de dos pilares esenciales, el primero referente a su naturaleza procesal y el

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segundo, compuesto por los presupuestos de activación. En cuanto al primer aspecto que
configura el contenido esencial de esta garantía, es decir, su naturaleza procesal, se establece
que se encuentra revestida o estructurada con una tramitación especial y sumarísima, reforzada
por sus características de inmediatez en la protección, informalismo, generalidad e inmediación;
procede contra cualquier servidor público o persona particular, es decir, no reconoce fueros ni
privilegios. Postulados que pueden ser inferidos de la norma constitucional antes referida.

Ahora bien, el segundo pilar que estructura el contenido esencial de esta garantía, se encuentra
configurado por sus presupuestos de activación, que al amparo del art. 125 de la CPE, se
resumen en cuatro: a) Atentados contra el derecho a la vida; b) Afectación de los derechos a la
libertad física como a la libertad de locomoción; c) Acto y omisión que constituya procesamiento
indebido; y, d) Acto u omisión que implique persecución indebida”.

III.2. Sobre la acción de libertad respecto al derecho a la vida

La SCP 0033/2013 de 4 de enero, sobre el contenido esencial mínimo del derecho a la vida a
protegerse y promoverse por el Estado y las autoridades públicas, indicó que: “Sobre el derecho
a la vida el Tribunal Constitucional señaló en la SC 1684/2003-R de 24 de noviembre: ‘…El
derecho a la vida, como lo ha proclamado la SC 687/2000-R, es el bien jurídico más importante
de cuantos consagra el orden constitucional, de ahí que se encuentre encabezando el catálogo
de los derechos fundamentales (…) es el derecho de toda persona al ser y a la existencia,
siendo su característica esencial la base para el ejercicio de los demás derechos; es decir, la
vida misma es el presupuesto indispensable para que haya titularidad de derechos y
obligaciones, es un derecho inalienable de la persona que obliga al Estado en dos sentidos: su
respeto y su protección’. En el mismo sentido la SC 0172/2006-R de 16 de febrero, señaló: ‘…
Este derecho comprende entre otros el derecho a la seguridad e integridad personal, la
satisfacción de las necesidades básicas (alimentación, vestido, vivienda), que los ciudadanos
pueden exigir de los órganos del Estado, en cuanto a sujetos pasivos, que establezcan las
condiciones adecuadas para que aquellos puedan alcanzar un estado óptimo de bienestar físico,
mental y social y garanticen el mantenimiento de esas condiciones’.

Todos los derechos fundamentales son iguales en jerarquía proclama el  art. 13.III de la
Constitución, sin embargo, es lógico asumir que el derecho a la vida implica ciertas situaciones
particulares que deben ser consideradas a momento de tramitar su protección jurisdiccional en
instancias de la jurisdicción constitucional, pues si no se cuenta con este derecho fundamental
ningún otro podrá ser ejercido, además de ello, toda la sociedad políticamente organizada no
tendría sentido de no ser para garantizar a los seres humanos el derecho a una vida digna.

De ahí se tiene que toda decisión administrativa, legislativa o judicial siempre deberá
compulsar dos principios esenciales, que son: i) el principio de primacía de protección del
derecho a la vida; y, ii) El principio de duda favorable de la protección exhaustiva del
derecho a la vida. Estos dos principios se deducen de la estructura normativa y
jurisprudencial de este derecho en el contexto internacional de los Derechos Humanos y
en el contexto constitucional boliviano.

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Sobre qué es lo que se protege en relación al derecho a la vida, se le ha asignado tres


concepciones distintas, que son: a) El derecho a permanecer con vida, interdicción de
muerte arbitraria (obligaciones positivas y negativas del Estado); b) El derecho a vivir con
dignidad o vivir bien (suma qamaña) (Obligaciones positivas del Estado); y, c) el derecho
asistencial a recibir todo lo indispensablemente necesario para subsistir con dignidad
(obligaciones positivas del Estado).

(…)

2) El derecho a vivir bien (que se desprende del principio del suma qamaña), implica la
construcción de una sociedad en la que las personas conviven de buena manera, en términos
efectivos una vida digna, colaborativa, sin ninguna forma de violencia ni discriminación para
asegurar el desarrollo integral particularmente de las mujeres y armónica entre seres humanos y
la naturaleza, la convivencia está dada en el marco de lo mejor posible, para ello el Estado
asume la obligación positiva de establecer una serie de políticas públicas progresivas de
creación de las mejores condiciones de vida.

3) El derecho asistencial a recibir todo lo indispensablemente necesario para subsistir con


dignidad, implica la obligación positiva del Estado de actuar cuando se encuentra
comprometida la vida de las personas y se encuentra en sus ámbitos decisionales, asumir
posturas concretas sin escatimar recursos para impedir que se afecte el derecho a la vida
de las personas” (las negrillas son nuestras).

III.3. Sobre los derechos de la mujer y el objeto y finalidad de las medidas de protección
establecidas en La Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia

Al respecto, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia


contra la Mujer de 9 de junio de 1994 (Convención Belém Do Pará), ratificada por Bolivia
mediante Ley 1599 de 18 de agosto de igual año, en su artículo 4, establece que: “Toda mujer
tiene derecho al reconocimiento, goce, ejercicio y protección de todos los derechos humanos y a
las libertades consagradas por los instrumentos regionales e internacionales sobre derechos
humanos.  Estos derechos comprenden, entre otros:

 a. el derecho a que se respete su vida;

 b. el derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral;

 c. el derecho a la libertad y a la seguridad personal;

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 d. el derecho a no ser sometida a torturas;

 e. el derecho a que se respete la dignidad inherente a su persona y que se proteja a su familia;

 f. el derecho a igualdad de protección ante la ley y de la ley;

g. el derecho a un recurso sencillo y rápido ante los tribunales competentes, que la ampare
contra actos que violen sus derechos;

(…)

Derechos que encuentran su materialización dentro de las políticas a asumir por parte de los
Estados, en la norma prevista por el art. 7 que establece los deberes que tienen estos de adoptar
políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, entre ellos, el de
abstenerse de cualquier acción o práctica de violencia contra la mujer, y velar, porque las
autoridades y funcionarios se comporten de acuerdo a esa obligación; actuar con la debida
diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la mujer; adoptar medidas
jurídicas para conminar al agresor a abstenerse de hostigar, intimidar, amenazar, dañar o poner
en peligro la vida de la mujer, de cualquier forma, que atente contra su integridad o propiedad;
establecer procedimientos legales, justos y eficaces para aquella que fue sometida a violencia,
que incluyan medidas de protección, juicio oportuno y acceso efectivo a esos procedimientos.

En el marco de lo expuesto, Bolivia acorde con esta Convención, promulgó la Ley Integral para
Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia, que establece, medidas de salvaguarda y
protección a las mujeres en situación de violencia.

Así, en su art. 32 prescribe: “I. Las medidas de protección tienen por objeto interrumpir e impedir
un hecho de violencia contra las mujeres, o garantizar, en caso de que éste se haya consumado,
que se realice la investigación, procesamiento y sanción correspondiente. II. Las medidas de
protección son de aplicación inmediata, que impone la autoridad competente para
salvaguardar la vida, la integridad física, psicológica, sexual, derechos patrimoniales,
económicos y laborales de las mujeres en situación de violencia y los de sus dependientes”.

Las medidas de protección son dictadas por la autoridad competente y se encuentran


desarrolladas en el art. 35 de la Ley 348, consistiendo entre otras en:

“1. Ordenar la salida, desocupación, restricción al agresor del domicilio conyugal o donde habite
la mujer en situación de violencia, independientemente de la acreditación de propiedad o
posesión del inmueble, y ordenar que el agresor se someta a una terapia psicológica en un
servicio de rehabilitación.

(…)

4. Prohibir al agresor acercarse, concurrir o ingresar al domicilio, lugar de trabajo o de estudios,


domicilio de las y los ascendientes o descendientes, o a cualquier otro espacio que frecuente la
mujer que se encuentra en situación de violencia.

(…)

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6.  Prohibir al agresor comunicarse, intimidar o molestar por cualquier medio o a través de
terceras personas, a la mujer que se encuentra en situación de violencia, así como a cualquier
integrante de su familia.

(…)

19.  Todas las que garanticen la integridad de las mujeres que se encuentran en situación de
violencia”.

Asimismo, aparte de las atribuciones establecidas en el art. 40.8 de la Ley Orgánica del
Ministerio Público (LOMP) de requerir que la víctima reciba atención médica y psicológica de
urgencia, evitar su revictimación y que se ponga en peligro su integridad física y psicológica, el
Ministerio Público tienen entre sus competencias, disponer medidas de protección como lo
dispone el art. 61.1 de la Ley 348:

“Además de las atribuciones comunes que establece la Ley Orgánica del Ministerio Público, las y
los Fiscales de Materia que ejerzan la acción penal pública en casos de violencia hacia las
mujeres, deberán adoptar en el ejercicio de sus funciones las siguientes medidas:

1.  Adopción de las medidas de protección que sean necesarias, a fin de garantizar a la
mujer en situación de violencia la máxima protección y seguridad, así como a sus hijas e hijos,
pedir a la autoridad jurisdiccional su homologación y las medidas cautelares previstas por Ley,
cuando el hecho constituya delito”. (negrillas nuestras)

En concordancia con la normativa citada precedentemente, el DS 2145 de 14 de octubre


(Reglamento de la Ley Nº 348 “Ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de
violencia) prescribe en su 

art. 20 “(Casas de acogida y refugio temporal) La remisión a una Casa de Acogida y Refugio
Temporal de una mujer en situación de violencia, podrá ser adoptada por los promotores de la
denuncia, operadores, administradores de justicia y organizaciones de la sociedad civil que
trabajen atendiendo a mujeres en situación de violencia. I. El personal de las Casas de Acogida y
Refugio Temporal, no podrán tener ningún contacto con el agresor o con familiares del mismo, ni
podrán promover bajo ningún concepto la conciliación de éste con la mujer en situación de
violencia. II. Los refugios temporales públicos recibirán a mujeres en situación de violencia que
requieran permanencia transitoria que no amerite su ingreso a una casa de acogida.

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En cuanto a las atribuciones y competencias de los Juzgados en materia contra la violencia


hacia las mujeres, el art. 68 de la Ley 348 modifica los arts. 57, 58, 68 y 72 de la Ley Nº 025, Ley
del Órgano Judicial, (LOJ) y concretamente en lo que respecta al Juez cautelar, efectúa la
modificación con el siguiente texto:

Artículo 72. (COMPETENCIA DE JUZGADOS DE INSTRUCCIÓN DE MATERIA CONTRA LA


VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES). Las juezas y los jueces de Instrucción contra la violencia
hacia las mujeres tienen competencia para:

1. El control de la investigación, conforme a las facultades y deberes previstos en la Ley;

2. Emitir las resoluciones jurisdiccionales y de protección que correspondan durante la etapa


preparatoria y de la aplicación de criterios de oportunidad;

(…)

Finalmente, la norma prevista por el art. 86 de la Ley 348, establece los principios procesales
que rigen la actuación de las juezas y jueces en todas las materias, fiscales, policías y demás
operadores de justicia, en las causas por hechos de violencia contra las mujeres y que se
configuran en garantías procesales de aplicación y cumplimiento obligatorio, así dicha norma
establece entre otros: “(…) 7.Protección. Las juezas y jueces inmediatamente conocida la
causa, dictarán medidas de protección para salvaguardar la vida, integridad física, psicológica,
sexual, los derechos patrimoniales, económicos y laborales de las mujeres en situación de
violencia”.

Del marco procesal referido precedentemente, se concluye entonces que toda autoridad Fiscal o
judicial, que esté en conocimiento de una situación de violencia contra la mujer, está facultada -si
no impelida- a disponer medidas de protección con el objeto de interrumpir o impedir un hecho
de violencia contra la mujer y en caso de que este ya se hubiese consumado, dichas medidas
tienen por objeto garantizar se realice la investigación y el procesamiento correspondiente,
debiendo recalcarse que las medidas de protección son de aplicación inmediata pues su
imposición garantiza y salvaguarda por sobre todo la vida, integridad física y psicológica de la
mujer en situación de violencia.

III.4. Análisis del caso concreto

La denuncia del representante sin mandato de la accionante, en las tres acciones de defensa
interpuestas, converge sobre la misma situación fáctica, variando solo en el grado de
participación de los demandados, así sostiene que: 1) El 3 de noviembre de 2017, fue trasladada
sin su consentimiento por dos servidores públicos de la Oficina del Adulto Mayor a un asilo con la
razón social de “La Mansión” sin registro en el SEDEGES; 2) Este acto arbitrario, fue ejecutado
sin autorización judicial; 3) Se la obliga por la fuerza y contra su voluntad a permanecer en el
establecimiento señalado y se restringe el ingreso de toda persona que intenta visitarla,
especialmente familiares, encontrándose incomunicada por el tiempo de cuatro meses y
veinticuatro días, pese a lo estipulado por el art. 28 de la Ley 348; y, 4) La Jueza de la causa -

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ahora demandada-, no ejerció el control jurisdiccional de estos actos que deterioran su salud y
amenazan su vida.

Identificado el objeto procesal de la presente acción de defensa, previo a su resolución, se debe


aclarar que en el presente caso, al devenir las actuaciones demandadas de hechos suscitados
por una denuncia y apertura de una investigación por violencia intrafamiliar o doméstica, misma
que se encuentra bajo control jurisdiccional de la Jueza de Instrucción Anticorrupción y contra la
Violencia hacia la Mujer Primera del departamento de Cochabamba -también demandada- a
prima facie correspondería referir que la impetrante de tutela acuda con sus reclamos ante dicha
autoridad judicial; empero, en el caso concreto, ello no corresponde, pues por una parte una de
las acciones tutelares centra su reclamo precisamente en que habiendo acudido ante la
nombrada autoridad, no se ejerció el control jurisdiccional correspondiente -alegación que será
dilucidada más adelante- y de otro lado, la situación fáctica converge en un posible daño a la
integridad física y emocional de la peticionante de tutela que derivaría en una amenaza a su
vida, razones estas que sumadas impelen en el caso concreto a revisar las actuaciones
realizadas por los demandados a su turno.

Efectuada esa aclaración y del análisis de los antecedentes del caso, mismo que se encuentra
ampliamente glosado en Conclusiones del presente fallo constitucional; se tiene la denuncia
penal ante el Ministerio Público interpuesta por Irslam Luis Gruich Veizaga, Jefe del
Departamento del Adulto Mayor del GAM de Cochabamba contra Héctor Herrera Torrejón y Erick
Ángel Herrera Jarillo, por la presunta comisión del delito de violencia familiar o doméstica,
señalando como una de las víctimas a la ahora accionante. De ahí que, como acto investigativo,
la Jueza de la causa, ordenó el allanamiento del domicilio que compartía la impetrante de tutela
junto con los denunciados, orden judicial que se ejecutó el 3 de noviembre de 2017, bajo la
dirección de la Fiscal de Materia y en presencia de Edwin Rojas Quiroga, Médico Forense del
IDIF, personal multidisciplinario del referido Departamento del Adulto Mayor y funcionarios
policiales de la FELCV; durante el desarrollo de dicho allanamiento y registro, por recomendación
del nombrado Médico Forense sobre la necesidad de atención clínica inmediata, la representante
fiscal de materia ordenó a los funcionarios municipales el traslado de la peticionante de tutela y
su hija Emma Herrera Torrejón a un centro médico y posteriormente a una residencia de acogida
dadas las condiciones extremas de insalubridad higiénica, alimentaria y desprotección en la que
moraban las prenombradas hasta que se ofrezcan los medios mínimos de habitabilidad en dicho
inmueble.

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En base a la precedente síntesis del despliegue fáctico procesal del caso, corresponde resolver
los reclamos efectuados por la parte accionante, así:

i) Respecto a su traslado por dos servidores públicos de la Oficina del Adulto Mayor a una
casa de reposo “La Mansión”, acto ejecutado sin autorización judicial, donde además, se
la obliga por la fuerza y contra su voluntad a permanecer en el mismo, encontrándose
incomunicada por el termino de cuatro meses y veinticuatro días, puntos 1), 2) y 3) del
objeto procesal, corresponde señalar:

Conforme el desarrollo normativo efectuado en el Fundamento Jurídico III.3 del presente fallo
constitucional, se tiene que a partir de las normas convencionales (Convención Belém Do Pará),
el ordenamiento jurídico boliviano estableció una protección reforzada al ejercicio de los
derechos de la mujer, sobre todo cuando la misma se encuentre en situación de violencia, así la
Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia, como la Ley Orgánica del
Ministerio Público, estipulan como atribución del Fiscal, relacionada con la víctima y las medidas
de protección, a requerirlas con dos finalidades: el interrumpir e impedir un hecho de violencia
contra la víctima precautelando además su derecho a la vida con atención médica y psicológica
de urgencia, evitar su revictimización; y, que se ponga en peligro su integridad física y
psicológica. Con ese objeto, las normas previstas por los  arts. 32 y 61 de la Ley 348, determina
como obligación del Ministerio Público adoptar las medidas de protección contenidas en el art. 35
de la citada norma legal, fijándose expresamente otras “que sean necesarias” para garantizar el
cumplimiento de su objeto; y, el garantizar, en caso, que el hecho de violencia se haya
consumado, que se realice la investigación. Estas medidas de protección son de aplicación
inmediata, porque su finalidad es la protección de la vida, la integridad física, psicológica, sexual,
derechos patrimoniales y otros. Por otra parte, es posible la derivación de la víctima a una casa
de acogida de forma temporal cuando se valore que las medidas de protección impuestas, no
son suficientes para restringir la posibilidad de que el supuesto agresor pueda ejercer sobre la
mujer coacción, poder, o agresión. En esa línea, el Decreto Supremo (DS) 2145 de 14 de octubre
(Reglamento de la Ley 348) en su art. 20, prescribe que la remisión a una Casa de Acogida y
Refugio Temporal de una mujer en situación de violencia, podrá ser adoptada por los promotores
de la denuncia, operadores, administradores de justicia y organizaciones de la sociedad civil que
trabajen atendiendo a mujeres en situación de violencia prohibiéndose al personal que presta
este servicio tener ningún contacto con el agresor o con familiares del mismo.

En ese sentido, en un contraste de la normativa procesal que impele a la autoridad fiscal a


disponer medidas de protección con el objeto de interrumpir o impedir un hecho de violencia
contra la mujer, con la actuaciones de los funcionarios del Departamento del Adulto Mayor del
GAM de Cochabamba, se tiene que los funcionarios municipales 

-ahora codemandados-, teniendo como antecedente la denuncia de situación de abandono en la


que se encontraba la impetrante de tutela y ante la orden de la Jueza ahora demandada, de
allanamiento y verificación del lugar donde se encontraba la adulta mayor, cumpliendo con sus
labores como parte del departamento del adulto mayor del referido gobierno municipal, actuaron
en el marco de sus funciones, verificando la situación crítica en la que se encontraba la
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peticionante de tutela, constatando las deficiencias de salubridad y el grave estado de abandono


de la misma y su hija (con un impedimento físico) que incluía entre otros aspectos, alimentos en
mal estado, baño totalmente insalubre, inexistencia de suministro de agua y otros que se
encuentran detallados en todos los informes presentados; y, el acta de allanamiento y
verificación, elementos que al ser constatados no solo por los referidos funcionarios, sino
también por la Fiscal de Materia y el Médico Forense que participaban de ese acto, derivaron a
que por recomendación de este último, el Ministerio Público disponga el traslado  en ambulancia
de la accionante y su hija a un centro médico y luego de la valoración efectuada, que sean
trasladadas a un casa de acogida a objeto de que tengan la atención necesaria acorde a su edad
“…hasta que tengan las condiciones de vivienda y habitabilidad…” (sic); es decir, que los
funcionarios municipales demandados, sujetaron su actuación a la intervención de urgencia ante
la situación denunciada y luego se rigieron a cumplir de forma inmediata con la medida de
protección de traslado a un centro médico y luego a una casa de reposo, mismas que -se reitera-
fueron ordenadas por la autoridad fiscal, mediante requerimiento en la actuación realizada el 3
de noviembre de 2017.

En el marco de lo expuesto, no se evidencia actuación ilegal u omisión indebida de los


funcionarios municipales codemandados y al contrario de ello, se advierte que en el desempeño
de sus labores cumplieron con las medidas de protección dispuestas, mismas que eran de
aplicación inmediata, pues su imposición garantiza y salvaguarda por sobre todo la vida, la
integridad física y psicológica de la mujer en situación de violencia, como ocurrió en el caso
concreto; además, de garantizar con el traslado dispuesto, mejores condiciones de vida, salud,
alimentación, higiene y otros, para la impetrante de tutela, se tomó en cuenta también la actitud
del denunciado Héctor Herrera Torrejón (hijo de la prenombrada), quien de acuerdo a los
informes sociales y psicológicos, en todo momento demostró hostigamiento y presión sobre su
madre, generando en la misma inestabilidad emocional, razones todas estas que derivaron en
que los codemandados actúen de forma inmediata y preservando la integridad física, salud y
bienestar emocional de la peticionante de tutela, materializando las medidas de protección
dispuestas por el Ministerio Público; por cuanto, esa actuación diligente y que garantizaba la
situación de la víctima, de ninguna manera podría ser considerada como lesiva de derechos,
cuando al contrario se constata que buscaba la protección de los mismos; por lo que, en cuanto
a dichos funcionaros municipales, corresponde denegar la tutela solicitada.

En lo que respecta al traslado a la casa de reposo “La Mansión” donde se encontraría retenida
en contra de su voluntad y además incomunicada, se debe partir inicialmente que el traslado a
dicho centro, fue ordenado como parte de las medidas de protección dispuestas por el Ministerio
Público “…hasta que tenga las condiciones de vivienda y habitabilidad…” (sic); empero, que la
decisión de traslado obedeció a la situación crítica de abandono en la que se encontraba la
accionante, -explicada ampliamente en forma precedente- y a objeto de garantizar su salud e
integridad física y emocional, a lo que se suma el hecho de que una vez en dicho centro, se
cumplió con el protocolo de internación, suscribiendo al efecto el contrato de admisión, en el que
se explica las condiciones de ingreso y permanencia, mismo que tiene la firma de la ahora
impetrante de tutela y de sus hijos Oscar y René, ambos Herrera Torrejón, quienes además,
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asumieron el compromiso de solventar los gastos de la estadía de su madre en dicha casa de


reposo, lugar donde se beneficiaría de todos los servicios estipulados en dicho acuerdo en
resguardo de su vida y salud (Conclusión II.7); es decir, que la primigenia decisión de que la
peticionante de tutela sea trasladada a un centro de acogida, al contrario de ser lesivo de sus
derechos, obedeció más bien a precautelar en ese momento tanto sus condiciones físicas como
mentales que estaban poniendo en riesgo su salud vinculada a la vida; y luego, el ingreso en la
referida casa de reposo contó con la aquiescencia de la propia prenombrada y de dos de sus
hijos, en base a la situación fáctica que imperaba en ese momento y que impelían a garantizar
las condiciones médicas, de salubridad, alimentaria, integridad física y otras tanto de la adulta
mayor como de su hija que sufría de un impedimento físico severo.

A ello se suma además, el hecho de que se encontraban vigentes otras medidas de protección
dispuestas por el Ministerio Público vinculadas a la estadía de la accionante en la casa de
reposo “La Mansión”, concretamente la reserva de información y “…que en la casa de acogida la
visita de cualquiera de sus hijos o familiares (…) que sea parte del proceso” (sic), así como la
decisión asumida por la Fiscal, conforme el informe presentado por los demandados, en sentido
de que a fin de evitar hostigamiento del imputado como de cualquier persona que se preste a
colaborar al agresor, los interesados en la situación de la impetrante de tutela, debían
entrevistarse con la Fiscal asignada al caso a objeto de que esta informe sobre el estado de la
adulta mayor -ahora peticionante de tutela- y en su caso autorice las visitas a la referida casa de
reposo, dejándose asimismo aviso para que familiares y personas interesadas en tomar contacto
con la nombrada, previamente coordinen la visita con acompañamiento del equipo
multidisciplinario restringiendo la visita a toda persona que no cuenta con la señalada
autorización.

En ese sentido, se evidencia que la restricción de visitas, no puede ser considerada como una
situación de incomunicación; por cuanto, por una parte dicha limitación obedecía a la situación
concreta de hostigamiento y alteración emocional de la adulta mayor que derivó en asumir la
medida de protección señalada; y de otro lado, de ninguna manera se refirió una prohibición total
de visitas o de otorgar información, sino que, la misma se condicionó a que las personas
interesadas en el bienestar de la ahora accionante, debían cumplir con ciertos requisitos para
poder acceder a noticias y acceso de visitas a la misma; motivo por el cual, el régimen de visitas 
restringido por la Administración de la indicada casa de reposo, se efectuó en cumplimiento de
las medidas de protección asumidas por el Ministerio Público; por lo que, sobre este punto
tampoco se advierte vulneración alguna de derechos.

En este punto de análisis, conviene efectuar una aclaración respecto a la invocación del
representante de la impetrante de tutela sobre la permanencia en la casa de acogida y su
temporalidad, basado en lo dispuesto por el art. 28 de la Ley 348, debiendo señalar al respecto
que dicha norma no se adecúa al caso concreto, pues la misma se refiere a situaciones en las
que la mujer (presunta víctima) recurra a una casa de acogida o refugio temporal (por su propia
decisión) y el tiempo que puede permanecer en dichos lugares, lo que no ocurre en este caso
concreto, en el que el traslado fue dispuesto como medida de protección y si bien no se realizó a

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una casa de acogida como tal, se lo hizo a una casa de reposo particular que cumplía la finalidad
requerida por el Ministerio Público de bienestar, cuidado y asistencia a la peticionante de tutela.

En resumen, las alegaciones de presuntas vulneraciones de derechos respecto de las distintas


actuaciones tanto de los funcionarios municipales como de la administradora de “La Mansión”,
no son evidentes y al contrario responden al cumplimiento de medidas de protección impuestas
por el Ministerio Público; consecuentemente, la efectivización y ejecución de esas medidas
temporales realizadas; por lo que, los demandados no vulneraron los derechos a la libertad,
salud e integridad de la accionante sino más bien se sujetaron al principio de primacía de
protección de la integridad física y emocional vinculadas al derecho a la vida que procuran la
atención necesaria para su recuperación física y psicológica y responden a circunstancias y
situaciones excepcionales que merecen una protección y cuidado urgentes por parte del Estado,
conforme se estableció en el Fundamento Jurídico III.2 del presente fallo constitucional
garantizando el derecho a vivir bien que implica la construcción de una sociedad en la que las
personas  conviven de buena manera, en términos efectivos una vida digna, colaborativa, sin
ninguna forma de violencia ni discriminación para asegurar el desarrollo integral particularmente
de las mujeres y armónica entre seres humanos, garantía que conlleva la obligación positiva del
Estado de actuar cuando se encuentra comprometida la vida de las personas vinculada a su
dignidad e integridad.

ii) En cuanto a la ausencia de control jurisdiccional de la Jueza de la causa -ahora


demandada-, punto 4) del objeto procesal:

La impetrante de tutela, alega que las actuaciones denunciadas respecto a su ingreso en la casa
de reposo “La Mansión” y la permanencia en dicho lugar contra su voluntad, no fueron objeto de
control jurisdiccional de la Jueza que conocía el proceso penal, pese a los reclamos efectuados;
sobre dicha denuncia, la Jueza de Instrucción Anticorrupción y contra la Violencia hacia la Mujer
Primera del departamento de Cochabamba, se limitó a señalar en su informe, que si bien el caso
era de su conocimiento, la medida de restricción alegada fue determinada por la Fiscal de
Materia asignada al caso y que el control jurisdiccional no se lo ejerce de oficio sino a denuncia
de parte sobre vulneración de derechos y garantías constitucionales.

A objeto de resolver el referido reclamo constitucional, conviene contextualizar los antecedentes


sobre este punto, así se tiene que por Auto Interlocutorio de 27 de octubre de 2017, la Jueza
demandada, ordenó el ingreso al inmueble ubicado en la calle Jordán 0890 entre Oquendo y 16
de julio, incluyendo la facultad de proceder al allanamiento, requisa, registro y secuestro de los
objetos colectados y elementos probatorios pertinentes al hecho investigado con elaboración del
acta correspondiente (Conclusión II.4), actuación de la cual emergieron todas las medidas de
protección analizadas en forma precedente. Posteriormente, por memorial presentado el 17 de
enero de 2018, Alberto Flores Belloni, representante de la Federación Departamental del Adulto
Mayor, solicitó a la autoridad judicial demandada, “…disponga libertad Ipso Facto de anciana
ilegalmente retenida.- Inspección.- Atención médica inmediata…” (sic), refiriendo que la ahora
peticionante de tutela se encontraba retenida e incomunicada en “La Mansión”, donde incluso
habría sufrido un accidente cerebro vascular y que por su delicado estado de salud se requería
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sea restituida a su domicilio; requerimiento que mereció decreto de 18 del citado mes y año; por
el cual, la autoridad demandada señaló que, con carácter previo la parte acredite su personería
legal como representante de la aludida Federación, su condición dentro del proceso y que con el
resultado se dispondría lo que corresponda. Asimismo, por memorial presentado el 1 de febrero
de similar año, Grailin Dolly Condori Achipa, alegando ser “cuidante” de la accionante, refirió que
la misma se encontraba privada de libertad sin orden judicial e incomunicada por tres meses, con
grave deterioro de su salud; por lo que, su persona ofrecía una habitación amoblada para que la
nombrada pueda vivir en ella mientras conseguía otro domicilio en alquiler (Conclusión II.12).

Los antecedentes referidos supra denotan que en efecto la autoridad judicial demandada no
ejerció el control jurisdiccional del proceso y al contrario asumió una actuación pasiva en la
causa; por cuanto, estando en conocimiento del proceso penal que involucraba una adulta
mayor, habiendo dispuesto incluso una orden de allanamiento y verificación dentro de la causa y
luego habérsele presentado dos memoriales por terceros ajenos a la causa, pero que generaban
duda sobre la situación particular de la víctima y su presunta voluntariedad de no permanecer en
la casa de reposo “La Mansión”, dicha autoridad no cumplió con el control de la investigación
previsto en el art. 72 de la Ley 348, mismo que le facultaba además a emitir las resoluciones
jurisdiccionales y de protección que correspondan durante la etapa preparatoria, actuación que
correspondía ser asumida por la Jueza demandada, pues la norma prevista por el art. 86 de la
citada Ley, establece los principios procesales que rigen la actuación de las juezas y jueces en
todas las materias, fiscales, policías y demás operadores de justicia, en las causas por hechos
de violencia contra la mujer 

y que se configuran en garantías procesales de aplicación y cumplimiento obligatorio, estando


impelida a cumplir los mismos, entre los cuales, se determina el principio de protección, bajo el
cual “Las juezas y jueces inmediatamente conocida la causa, dictarán medidas de protección
para salvaguardar la vida, integridad física, psicológica, sexual, los derechos patrimoniales,
económicos y laborales de las mujeres en situación de violencia”; es decir, el reproche
constitucional que se realiza a la autoridad judicial demandada, no es el de pronunciarse sobre
las medidas de protección asumidas por el Ministerio Público y ejecutadas por los
codemandados, pues ello, conforme se explicó ampliamente respondió a la situación fáctica
primigenia de urgencia y necesidad de ese momento a objeto de precautelar los derechos de la
impetrante de tutela, sino que lo que se cuestiona a la Jueza demandada es el hecho de que al
ser de su conocimiento dos solicitudes que denotaban la voluntad de la presunta víctima de
retornar a su domicilio, si bien las mismas no fueron presentadas directamente por la adulta
mayor, obligaba a la  autoridad judicial, cumplir con su rol de garantizar condiciones de dignidad
y bienestar de la prenombrada; más aún, sabiendo que se trataba de una mujer, presunta víctima
de violencia intrafamiliar, situación de abandono y además adulta mayor (ochenta y dos años en
ese momento).

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En ese orden la autoridad judicial demandada, debió actuar cumpliendo su rol de protección a la
mujer, inherente a sus funciones de Juzgado especializado, ejerciendo efectiva y eficazmente el
control jurisdiccional que correspondía a la situación particular por la connotación fáctica
(voluntariedad y garantía de protección y bienestar) que conllevaba incluso el verificar la
situación real de la ahora peticionante de tutela, haciendo uso para ello de la asistencia del
equipo multidisciplinario correspondiente y la inmediación con la víctima y en función a ello
asumir las decisiones correspondientes a fin de garantizar su integridad física y emocional,
otorgando el derecho asistencial que es parte de  la obligación del Estado en materia de
protección a la mujer y que tiene como uno de sus elementos coadyuvantes y ejecutadores para
cumplir con dicha obligación a las autoridades judiciales que conocen los casos relacionados con
violencia a la mujer, materializando además de esa forma el derecho a vivir bien en términos
efectivos de una vida digna, sin ninguna forma de violencia ni discriminación conforme se
desarrolló precedentemente.

En ese sentido, corresponde otorgar la tutela solicitada al verificarse que la autoridad judicial
demandada omitió ejercer control jurisdiccional del proceso respecto a la situación fáctica de
permanencia de la ahora accionante en la casa de reposo “La Mansión”, vinculado al resguardo
de su integridad física y emocional, relacionadas a sus derechos a la salud y a la vida.

III.5. Otras consideraciones

Resuelta como se encuentra la problemática planteada, este Tribunal no puede soslayar el


procedimiento aplicado en las tres acciones de defensa en análisis, ya que de la revisión de las
actas de audiencia de acción de libertad cursantes a fs. 79 a 81 (Exp. 22307-2018-45-AL); 36 a
37 vta. (Exp. 22318-2018-45-AL) y 48 a 49 (Exp. 23339-2018-47-AL), realizadas por el Juez de
Sentencia Penal Primero, Tribunal de Sentencia Penal Sexto y Tribunal de Sentencia Penal
Quinto, todos del departamento de Cochabamba, se advierte que ninguno de estas contó con la
presencia de la impetrante de tutela, pese incluso a que se hizo notar esa situación en las
respectivas audiencias y que incluso en el caso del Exp. 22307-2018-45-AL, el representante sin
mandato de la peticionante de tutela, expresó su disconformidad con la no presencia de su
representada, solicitando que el Juez de garantías pueda trasladarse al lugar donde se
encontraba, situación que no fue considerada por dicha autoridad de garantías, bajo el
argumento que los informes médicos presentados evidenciaban el estado de salud de la misma y
por ende no existía necesidad de dicho traslado.

Se advierte en consecuencia, que el Juez y Tribunales de garantías que conocieron a su turno


las acciones de defensa en estudio, desconocieron por completo la naturaleza jurídica de la
acción de libertad y los derechos que está en tutela y la necesidad de inmediación con la parte
accionante, incumpliendo el mandato constitucional expreso respecto al procedimiento al que

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debe sujetarse el juez o tribunal de garantías, teniéndose establecido en el art. 126.I de la Norma
Suprema, que una vez presentada la acción constitucional, la autoridad judicial debe disponer
que el (la) impetrante de tutela sea conducido a su asistencia o acudir el lugar de su detención.
Consecuentemente, es claro que dicho actuado debe realizarse con la presencia del peticionante
de tutela, que en el caso concreto se hacía de imperiosa necesidad, precisamente al versar el
objeto procesal y petitorios en la restitución de la nombrada a su domicilio, lo que implicaba
verificar la voluntad de la misma de esa solicitud y el consentimiento  de la interposición de las
tres acciones de defensa a ese efecto.

En tal sentido, las autoridades judiciales que resolvieron esta problemática se apartaron de la
normativa establecida respecto a la tramitación de la acción de libertad al resolver en ausencia
de la accionante, cuando correspondía que tomen las medidas necesarias y convenientes para
asegurar su presencia, o en su caso trasladarse al lugar donde se encontraba la adulta mayor y
comprobar la situación en la que se encontraba y no asumir una actitud pasiva referente a dicho
extremo, incumpliendo la normativa constitucional dictada al efecto y sobre todo omitiendo la
esencia misma de la naturaleza de la acción tutelar en el marco de sus presupuestos de
activación; razón por la cual, corresponde llamar severamente la atención al Juez de Sentencia
Penal Primero, Tribunal de Sentencia Penal Sexto y Tribunal de Sentencia Quinto del
departamento de Cochabamba.

Por consiguiente, el Juez y el Tribunal de garantías, al denegar la tutela impetrada, en las


acciones de libertad, signadas con los números 22307-2018-45-AL y 

22318-2018-45-AL (acumulado), actuaron en forma correcta y el Tribunal de garantías en el


expediente 23339-2018-47-AL (acumulado), al denegar la tutela solicitada, actuó de forma
incorrecta.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Primera, en virtud de la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Estado y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional, en revisión, resuelve:

1º CONFIRMAR la Resolución 1/2018 de 5 de enero, cursante de fs. 82 a 85 vta., pronunciada


por el Juez de Sentencia Penal Primero del departamento de Cochabamba (Exp. 22307-2018-
45-AL); y la Resolución de 10 de enero 

de 2018, cursante de fs. 38 a 40 vta., emitida por el Tribunal de Sentencia Penal Sexto del
departamento de Cochabamba (Exp. 22318-AL);

2º REVOCAR la Resolución 5 de 29 de marzo de 2018, cursante de fs. 49 a 55, pronunciada por


el Tribunal de Sentencia Penal Quinto del departamento de Cochabamba (Exp. 23339-AL), en
consecuencia CONCEDER la tutela impetrada, por omisión de control jurisdiccional de la
autoridad judicial demandada, sin parte dispositiva, al carecer de relevancia un efecto de la
tutela, pues de antecedentes se advierte que la accionante salió de la casa de reposo “La
Mansión” el 11 de abril de 2018.

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Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

Fdo. MSc. Karem Lorena Gallardo Sejas

MAGISTRADA

Fdo. MSc. Georgina Amusquivar Moller

MAGISTRADA

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