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ESTUDIANTE:

JENN KELLY CORONEL LARA

DOCENTE:
DEYVI JAHIR VERA INFANTE.

CURSO:
PRACTICA DERECHO CIVIL.

AÑO:
2023
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Contenido
ÍNDICE..............................................................................¡Error! Marcador no definido.

INTRODUCCIÓN............................................................................................................4

LA PERSONA................................................................................................................8

DERECHOS DE LA PERSONA....................................................................................13

DOMICILIO....................................................................................................................20

CAPACIDAD...................................................................................................................29

INCAPACIDAD...............................................................................................................35

AUSENCIA.......................................................................................................................39

FIN DE LA PERSONA...................................................................................................41

REGISTRO DEL ESTADO CIVIL...............................................................................45

CONCLUSIONES............................................................................................................50

REFERENCIAS................................................................................................................52
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INTRODUCCIÓN

La persona es, sin vacilación, el tópico central de la augusta ciencia del derecho. Lo trajo

a colación en nuestro país, en 1962 y en concretos términos, el maestro José León Barandiarán al

expresar que “la calificación del ente humano sub specie juris es tema fundamental de la ciencia

jurídica. Es su tema sustancial. Por eso continuamente es necesario recapacitar en él, e ir

considerando y reconsiderando los complejos asuntos que se ofrecen dentro de la unidad del

tema”. (Fernández Sessarego, p. 2)

Sin duda alguna, la persona humana es el eje central del derecho y su importancia

trasciende las fronteras del derecho civil para ingresar a otras como el derecho laboral, tributario,

procesal, constitucional, de los derechos humanos, etc. De esa manera lo han expresado diversos

juristas en Perú, Argentina, España, Alemania, Francia y el resto del mundo.

Por tanto, cuando hablamos de persona natural o persona humana estamos haciendo

alusión a la humanidad en su totalidad, es decir, hombres y mujeres. Y si bien parecería que son

conceptos diferentes, en verdad resultan indisociables el uno del otro. Cuando al humano se le

llama persona natural se le está invistiendo de un ropaje jurídico, el cual le adscribe de derechos

y obligaciones.

La mayoría de entendidos en el tema entienden que es persona el ser humano desde el

momento de la concepción o fecundación. Esto significa que estiman como sinónimos las

expresiones persona y ser humano (obviamente, desde la concepción). Por ejemplo, un autor

alude a varios principios; uno de ellos es «la protección de la vida y de la dignidad de la

persona
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humana.» Luego, se refiere a ese principio como «El principio de protección a la vida humana y

a la dignidad del hombre…». (Figueroa García-Huidobro, 2017, p. 97)

En nuestro ordenamiento la vida humana comienza con la concepción, pero la condición

de “persona humana” o “persona natural” se adquiere a partir del nacimiento y no antes. No

existiendo en absoluto contradicción entre los conceptos de concebido y persona natural, ya

que ambos son sujetos de derecho autónomos y de seguir el curso de las cosas, el concebido

pasará a convertirse en persona natural a partir del nacimiento lo cual no implica que desde antes

(concepción) no merezca tutela e incluso derechos.

Para una autorizada doctrina nacional, la persona natural es aquel sujeto de derecho cuyo

elemento material se asienta en la persona. Su categoría jurídica surge en el momento inmediato

del nacimiento y termina con la muerte, en la que pasa a ser un objeto de derecho especial, pues

su humanidad nunca la pierde. Es el individuo perteneciente a la raza humana, aquel parido por

mujer. Su reconocimiento y esencia determina que se le confieran derechos. (Varsi Rospigliosi,

2014, p. 228)

Por tanto, entendemos por persona natural a uno de los cuatros sujetos de derecho cuyo

inicio se da con el nacimiento (pero que desde la concepción ya merecía tutela e incluso era

titular de ciertos derechos, aunque como un sujeto de derecho distinto, el concebido) y termina

con la muerte, al cual el ordenamiento jurídico le adscribe derechos y obligaciones.

Diferenciándose de las personas jurídicas y los entes no personificados en cuanto a su

dimensión biológica.
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El descubrimiento por parte de la filosofía de que la naturaleza no era la estructura más

profunda del ser humano, sino que ésta se encontraba en la persona, se hizo en los primeros

siglos de nuestra era gracias al cristianismo y en la reflexión sobre problemas teológicos. Aunque

no es el lugar para rastrear el concepto de persona en la historia de la filosofía, debe decirse que

después de Kant, muchos personalismos han dado importancia a la apertura de la persona, es

decir, a su carácter relacional si bien, más desde el punto de vista de una descripción

fenomenológica que desde una perspectiva ontológica. Sobre estas reflexiones, Castilla de

Cortázar hace constar que “se han hecho esfuerzos para situar la relación en un plano superior al

categorial. En efecto, considerada desde la ontología de la persona la relación es algo más que

accidente”. Zubiri ha profundizado en la realidad personal; su obra filosófica se articula en torno

al concepto de persona y tiene de ella una “honda concepción metafísica” y la describe como

“realidad en propiedad”.

Explica Juan Manuel Burgos, que la actitud más habitual de la filosofía tradicional con

respecto al problema de la diferenciación hombre-mujer ha consistido en estudiar al hombre de

una manera totalmente genérica y sexualmente indiferenciada, prescindiendo del dato de

experiencia que señala que existen varones y mujeres. Lo más frecuente ha sido que la cuestión

acerca de la influencia del sexo en la formulación de la antropología ni siquiera haya llegado a

plantearse. Los planteamientos antropológicos que den razón del estatuto ontológico de la

condición sexuada son incipientes, según explica Castilla de Cortázar. No existe “la persona

humana in abstracto” sino mujeres y varones. Tal como señala Julián Marías en su Antropología

filosófica, la dualidad sexual constituye a la persona. Así, la persona tiene su realidad

trascendental en propiedad, configurando una persona masculina y otra femenina, diferente de la

anterior.

Según Burgos, la primera propuesta del personalismo es una antropología dual que tiene

entre sus fundamentos la proposición que él explica de que “los hombres y las mujeres son
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radicalmente iguales y estructuralmente distintos”, personalismo entendido como filosofía que

toma como punto de partida todas las dimensiones del ser humano que van desde la corporalidad

a la espiritualidad, y que considera que una visión correcta de la naturaleza humana debe incluir

necesariamente la dimensión espiritual y, por tanto, la libertad y la inteligencia. Es así como

dice: “La antropología verdadera no puede ser una antropología abstracta que hable de un

hombre o persona en general; sin abandonar este tipo de reflexión que tiene su valor porque

señala lo común a ambos, hay que tener en cuenta que existen dos tipos de personas: los hombres

y las mujeres, las personas masculinas y las personas femeninas. A esta perspectiva se le da, en

ocasiones, el nombre de antropología dual”.

Según Castilla de Cortázar, el discurso de género, entendido como las implicaciones de

género que tiene el ser varón o ser mujer “está planteado hoy en todas las ciencias

experimentales desde la Genética, la Fisiología, la Endocrinología, la Psicología y en todas las

ciencias humanas, desde la Sociología hasta la Historia. Con los datos de las ciencias está

pendiente de estructurar el engarce de la igualdad y de la diferencia entre el varón y la mujer”.

En relación con lo anteíioí, es importante mostrar las palabras con las que Castilla de Cortázar

termina su libro: “Afirmar que la diferencia varón-mujer es una diferencia en la persona supone,

por otra parte, haber anclado la diferencia definitivamente en la igualdad. Varón y mujer, cada

uno es persona.
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LA PERSONA

Principio de la persona. -

El principio pro persona es un criterio hermenéutico característico de los derechos

humanos que consiste en aplicar el precepto jurídico o la interpretación más favorable cuando se

trate del reconocimiento y goce de derechos, e inversamente, en la aplicación del precepto o

interpretación más restrictiva cuando se intente afectar el acceso o goce de un derecho

fundamental, en aras de estar siempre a favor de la persona.

De acuerdo con Martín Ábrego y Christian Courtis, el principio pro persona o pro homine

consiste en “un criterio hermenéutico que informa todo el derecho de los derechos humanos, en

virtud del cual se debe acudir a la norma más amplia, o a la interpretación más extensiva, cuando

se trata de reconocer derechos protegidos e, inversamente, a la norma o a la interpretación más

restringida cuando se trata de establecer restricciones permanentes al ejercicio de los derechos de

suspensión extraordinaria. El principio coincide con el rasgo fundamental de derecho de los

derechos humanos, esto es, estar siempre a favor del hombre.

Es con base en la anterior definición que podemos distinguir que el principio pro persona

tiene una doble dimensión, en primer lugar, dispone el deber de aplicar la norma o la

interpretación más favorable a la persona en el ejercicio de un derecho, y en segundo, el deber de

acudir a la norma o interpretación que menos requisitos o restricciones imponga para el acceso o

goce de un derecho. Y de acuerdo con Bidart Campos, los tratados internacionales sobre

derechos humanos generalmente garantizan de una mejor manera o “dejan a salvo los mejores

derechos que pueden surgir del derecho interno de los Estados que se hacen parte de ellos”, y

como ejemplo podemos mencionar al artículo 53 de la Convención de Viena sobre el Derecho

de los Tratados, que


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pese a no ser un instrumento internacional especializado en derechos humanos, sino más bien un

tratado-marco, fija la obligación de los Estados contratantes de asumir el principio o postura pro

persona, y para algunos juristas como Carlos Montemayor, “este artículo es lo único que limita

en Derecho Internacional” a la “autonomía de la voluntad soberana de los Estados”, y por tanto,

los “derechos (fundamentales) deben incluirse dentro de las obligaciones no derogables por

tratado”.

La dignidad humana como premisa, realizada a partir de la cultura de un pueblo y de los

derechos universales de la humanidad, vividos desde la individualidad de ese pueblo, que

encuentran su identidad en tradiciones y experiencias históricas, y sus esperanzas en los deseos y

la voluntad creadora hacia el futuro; el principio de soberanía popular, pero no entendida como

competencia para la arbitrariedad ni como magnitud mística por encima de los ciudadanos, sino

como fórmula que caracteriza la unión renovada constantemente en la voluntad y en la

responsabilidad pública; la Constitución como contrato en cuyo marco son posibles y

necesarios fines educativos y valores orientadores; el principio de la división de poderes tanto

en sentido estricto relativo al Estado, como en el sentido amplio del pluralismo; los

principios del Estado de derecho y el Estado social, lo mismo que el principio del Estado de

Cultura (kulturstaat) abierto; las garantías de los derechos fundamentales; la independencia de la

jurisdicción y algunos otros más que deben estar incorporados en una democracia ciudadana

basada en el principio del pluralismo.

Para Robert Alexy, los derechos fundamentales son uno de los seis principios esenciales

que constituyen al Estado constitucional democrático, al igual que la dignidad humana, la

libertad, la igualdad, la estructura y los fines del Estado de derecho, democrático y social. Por

otra parte, para Prieto Sanchís los elementos de un Estado constitucional pueden resumirse

en los
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siguientes: a) la normatividad constitucional o fuerza vinculante, b) la supremacía constitucional,

c) la eficacia o aplicación directa de la Constitución, d) la garantía judicial, e) la rigidez

constitucional y, f) un abundante contenido normativo que puede traducirse en los derechos

fundamentales, enunciados ya sea como principios, derechos producirse en los derechos

fundamentales, enunciados ya sea como principios, derechos propiamente o directrices.

Asimismo distingue que en el modelo neoconstitucional se postula la preponderancia de los

principios frente a las reglas, la ponderación más que la subsunción, la omnipresencia

constitucional o desbordamiento constitucional en todas las áreas jurídicas en vez de los espacios

de libertad de decisión legislativa o reglamentaria, la prelación de la decisión judicial frente a la

autonomía del legislador ordinario y la convivencia de un conjunto de valores que pudieran

aparecer en dado momento como contradictorios en lugar de una ideología homogénea.

Por otra parte, derivado de un estudio de derecho comparado de varios países

latinoamericanos, es posible apreciar la tendencia al reconocimiento supraconstitucional o

constitucional de los tratados internacionales sobre derechos humanos en donde algunos países

han implementado interpretaciones progresistas y acordes a los parámetros internacionales en

esta materia, al adoptar como un bloque integral a la Constitución y a los tratados

internacionales, el cual se caracteriza por la función complementaria de una y otros, y en caso de

contradicción entre ellos se considera el precepto o interpretación suprema, aquel que brinde

mayor protección a los derechos humanos. Para ejemplificar lo anterior, considero valioso

referir el caso de Costa Rica y su compromiso indeclinable a favor del principio pro

persona, ya que en su artículo 7 constitucional se establece el nivel supralegal e

infraconstitucional de los “tratados públicos, los convenios internacionales y los concordatos...”

y sin embargo en virtud de la resolución judicial 3435-92 y su aclaración 5759-93, se ha

interpretado que respecto de tratados


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internacionales en materia de derechos humanos, éstos tendrán prelación incluso frente a la

Constitución, en la medida en que consagren más amplios derechos a las personas.

La influencia del cristianismo primero y de las corrientes de pensamiento que siguieron al

ocaso de la Edad Media produjeron la transformación de las antiguas ideas. A partir de los siglos

XVI-XVII ya se enseñaba que el hombre como tal tiene desde su nacimiento derechos

inalienables y anteriores a todo poder del Estado, que deben ser respetados por todos, de suerte

que el concepto jurídico de persona surge en la literatura humanista de finales del XVI

(HATTENHAUER, 2011:40 ss, quien se lo atribuye a Hugo Donellus). Para la concepción

iusnaturalista ilustrada la condición de humano era el único requisito necesario para alcanzar la

prerrogativa de persona, y no lo eran otras cualidades como la fe verdadera, la recta conciencia,

el adecuado linaje, la posición o el origen privilegiados. Tras la superación de nuevos episodios

de concepción holista (en la terminología de DUMONT) de no grato recuerdo, el pensamiento

liberal, individualista y antropocéntrico dominante tras la Segunda Guerra Mundial consolida esa

visión. No sería justo obviar que buena parte de esta evolución, aparentemente neutral, se

produjo pensando únicamente en el sexo masculino y que la conquista por las mujeres del

reconocimiento de su personalidad en plena igualdad no se produjo en nuestro entorno jurídico

hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX (DAMM, 2002:856-857; VALPUESTA

FERNÁNDEZ, 2012: 124 y 184 ss.).

Por otro lado, en esta concepción el individuo no es persona más que en su vida corporal,

entre el nacimiento y la muerte. Sobrevivieron, no obstante, prejuicios ancestrales en torno a

quién debía ser o no ser considerado hombre y, por ende, persona. Mientras los avances de la

Medicina y la Biología no dieron una explicación científica, no se asumió que algunos

individuos nacidos de mujer, pero incapaces de razón o de expresión alguna, tuvieran la

condición humana y, por


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tanto, fueran personas. Buena prueba de ello es la versión original del artículo 30 del CC español,

que se mantuvo vigente hasta que el precepto fue modificado por la Disposición Final 10ª de la

Ley 20/2011, de 21 de julio, del Registro Civil (en vigor desde el 23 de julio de 2011). En esa

versión, hoy superada, el precepto disponía que “para los efectos civiles, sólo se reputará nacido

el feto que tuviere figura humana y viviere veinticuatro horas enteramente desprendido del seno

materno”; sin perjuicio de volver sobre el tema, lo que deseo destacar en este momento es la

referencia al requisito de la “figura humana”, como anacrónico vestigio de antiguas creencias. En

cambio, según ese mismo texto, los que poseyeran figura humana, aun cuando estuvieran faltos

de razón y necesitasen de tutela, no perdían la condición de personas. El reconocimiento de la

extinción de la persona con su muerte natural (en nuestro ordenamiento, artículos 32 CC y 211-

1- 3 CCCat) tiene también el sentido excluyente de constatar que la extinción de la persona sólo

puede producirse por esta causa y que no se reconocen en el Derecho moderno cualesquiera otras

causas de extinción de la personalidad, como lo fue en su día la llamada muerte civil que los

Códigos penales decimonónicos españoles sustituyeron por la interdicción civil (DIEZ-PICAZO,

1975, 2011:963); a su vez, esta última fue borrada como pena accesoria en la reforma del Código

penal operada por LO 8/1983, y por Ley 6/1984, de 31 marzo, de modificación de determinados

artículos del Código Civil y de la Ley Hipotecaria, se eliminó tal expresión de sus textos.

El Derecho Civil peruano otorga total y especial protección a la persona humana

reconociendo que es un valor metajurídico: “el Derecho no puede negar su existencia sin negarse

a sí mismo”
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DERECHOS DE LA PERSONA

El Derecho está al servicio del hombre. Este es su razón de ser, parte de su vocatio iuris.

Se dice que el Derecho es vida, representada en las relaciones personales y en la búsqueda de la

coexistencia pacífica. Su esencia es, también, la esencia de la persona la que no es otra que la

vida coexistencial, el diario convivir del hombre. Decimos “Derecho es vida” en una forma

figurativa o simbólica a fin de compenetrar la estructura jurídica con los seres que la componen.

Pero no es solo ello, además apreciamos una simbiosis entre Derecho y sociedad. El uno es para

el otro, es una relación nativa, propia de los vínculos generados en el quehacer de los individuos.

Con claridad lo vemos representado en la coexistencia del hombre para el hombre y del Derecho

para el hombre.

PERSONA Y SUJETO. - La relación del ser humano con la naturaleza es indispensable.

Como ser vivo forma parte de ella. Con su sola existencia física que implica respirar, comer,

observar, pensar, etc., transforma el escenario que lo rodea, su hábitat. Pero el individuo no se

limita a existir, busca “ser” y “realizarse” a través de sus obras, transforma el barro en ladrillos,

con estos construye casas y organiza comunidades. Sus obras trascienden. Resulta obvio afirmar

que el ser humano es el actor principal en las relaciones sociales, es el protagonista del Derecho.

En torno a él se desarrolla el ordenamiento normativo, pues merece una defensa y protección real

de sus intereses. Por lo que resulta necesario, para su adecuado y eficiente resguardo legal,

sistematizar jurídicamente la vida humana, i.e. el matiz y contenido jurídico. Es con base en este

criterio que podemos dar a cada ser humano, de acuerdo a su estado, lo que justamente merece y

para ello se ha creado la Teoría del Sujeto de Derecho, que tiene como fundamento la

categorización de la vida humana, como veremos más adelante. Amparar al hombre es una tarea

prioritaria del Derecho. La vida merece protección, de allí que se hable que la dignidad es el
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máximo valor de la vida humana, y ambas terminan siendo términos complementarios, dignidad

humana, Würde des Menschen. Bobbio sostenía que: “El Derecho como conjunto de normas de

conducta y de organización tiene por fin mínimo el impedimento de las acciones consideradas

más destructivas del tejido social, la solución de conflictos que de no ser resueltos amenazan con

hacer imposible la subsistencia misma del grupo”.

El Derecho cumple el rol de evitar o resolver conflictos entre los individuos quienes

representan el carácter dialéctico de cada sistema jurídico, con ello el Derecho trata de

administrar mecanismos para hacer posible la convivencia del ser humano en sus relaciones

intersubjetivas. Dado que muchas disciplinas han estudiado la vida –en sus diversos estadios,

formas, situaciones– le corresponde al Derecho determinar su contenido jurídico, pero entender

el significado legal del ser humano no es tarea sencilla, además no se trata de una cuestión

meramente semántica o terminológica, sino de la trascendencia que representa en cada disciplina

el ser humano.

Para esto debemos partir del análisis de conceptos básicos: ser, individuo, hombre, ser

humano, sujeto de derecho y persona. Términos que son utilizados como sinónimos, en un

lenguaje coloquial, pero en el campo jurídico, que está provisto de un tecnicismo lingüístico, es

indispensable asumir una denominación acorde para cada ser que merezca la atención de la ley.

Carnelutti manifestaba: “quien piense que el sujeto de un interés no es más que un hombre,

puede llegar a confundir la noción de hombre con la de sujeto jurídico”.

SUJETO DE DERECHO. - Es el centro de referencia legal al cual se le otorgan

derechos y obligaciones, deberes y facultades; a quien se le presta una protección jurídica. Es el

gestor del orden jurídico. Puede ser sujeto de derecho individual, si se trata de una unidad vital a

protegerse (persona natural o concebido) o, en su caso, sujeto de derecho colectivo, si lo que se

protege es
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plural, múltiple o numeroso pero que en su conjunto busca la satisfacción de intereses similares

(persona jurídica o ente no personificado). Cuando utilizamos la palabra “sujeto” referimos,

como dice el Diccionario de la Lengua Española, a una: “Persona innominada (...) cuando no se

quiere declarar la persona de quien se habla, o cuando se ignora su nombre”. Es por ello que el

concepto de sujeto de derecho trasciende al de persona, que se limita solamente a un aspecto

corpóreo y común (persona natural). Evidentemente, solo el ser humano es capaz de actuar como

centro de atribución de deberes y de derechos.

El Derecho Civil es la ordenación normativa de la vida social de las personas. Su uso es

tan o más importante que la Constitución, conforme se lo he escuchado decir tantas veces a

Mario Castillo Freyre, por su aplicabilidad continua y permanente. Un ciudadano tiene más trato

con el Código que con la Constitución. Está más a la mano, más cerca de él permitiendo la

realización de sus actos y la satisfacción de sus necesidades primarias y complementarias. El

Derecho Civil es el tronco de todas las ramas del Derecho privado. Con un criterio político

Bercovitz nos dice: “(...) Derecho Civil, al igual que cualquier otra rama del Derecho (incluso las

de apariencia más aséptica), no puede sino reflejar un concepto de persona acorde con los

intereses de la burguesía.”

Sujetos. - Son las personas en general, naturales o jurídicas. También, y con especial

criterio normativo, el concebido y el ente no personificado.

Objetos. - Las cosas, facultades, prestaciones. Es lo material e inmaterial.

Las características del Derecho Civil son. - Es un Derecho base, general y de aplicación

básica en las relaciones sociales. - Sus normas regulan los actos cotidianos de la vida privadas de

los individuos. - Establece los principios rectores de la vida en sociedad. - Regula todos los actos
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o hechos de la vida del hombre desde que es concebido hasta su muerte, incluso la trascendencia

de su muerte. - Norma las situaciones jurídicas y relaciones comunes y ordinarias del hombre, su

patrimonio y familia. - Sus normas se aplican a todas las materias de Derecho privado que no

tengan una regulación especial, en caso que estas últimas tengan vacíos se aplica supletoriamente

el Derecho Civil.

Finalidad. - Regir la vida de los ciudadanos, de las personas en su día a día. Su finalidad,

que trasciende del contenido de los demás tipos de Derecho, es la protección y defensa de la

persona, tratamiento de la familia, regulación del patrimonio y de su transmisibilidad. La vida

social, cotidiana y doméstica, regulada conforme a la práctica de social natural y común es la

finalidad del Derecho Civil.

Clasificación. - El Derecho Civil es una rama del Derecho bastante amplia, tan extensa y

variada como los actos de las personas. Esto ha implicado que realice una clasificación de las

relaciones jurídicas que están dentro de su ámbito, de manera que su tratamiento sea efectivo y

real, de esta manera regula a los denominados derechos y relaciones jurídicas civiles con base en

la siguiente categorización.

Extrapatrimonial. - Parte del aspecto moral. Regula las relaciones de las personas que no

pueden ser valoradas económicamente. Tal es el caso de los derechos, estado civil, capacidad, y

por ende, escapan al contenido del patrimonio (valor monetario). En este aspecto no podemos

hablar de reglas económicas de teoría de inversión ni de costo-beneficio, ya que los derechos no

son negociables, ni cedibles, son intransferibles. El tipo de relaciones aquí reguladas están

inspiradas en valores y en razones esenciales del ser humano, así tenemos que no son valuables y

se encuentran fuera del comercio de los hombres. V. gr. la vida, integridad, identidad, fidelidad

conyugal o el amor filial escapan de los márgenes pecuniarios. Es necesario dejar en claro que la
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naturaleza extrapatrimonial de un derecho no implica que su lesión no pueda conllevar una

indemnización económica.

Patrimonial. - Parte del aspecto económico. En este caso sí existe una valuación

económica de los vínculos jurídicos generados entre las personas y de hecho que son realizados

especialmente para obtener un beneficio lucrativo. El contenido patrimonial implica que el

beneficio en el acto jurídico realizado no sea exclusivamente moral sino, fundamentalmente,

económico, de ganancia para las partes intervinientes. Tal es el caso de los derechos reales,

obligaciones y contratos.

Mixto. - Esta parte del Derecho Civil tiene una doble connotación, por una parte, regula

los actos valuables económicamente y por otra sistematiza, con un tratamiento especial, las

relaciones jurídicas. Conforman este rubro el algunos derechos de las personas (nombre, imagen,

voz, autor) así como el Derecho de familia y el de sucesiones (ambos en su doble aspecto: lo

moral y lo económico). Su naturaleza es de ser mixtos porque pueden ser considerados de

carácter patrimonial, en tanto que otros son extrapatrimoniales.

Nuestro Derecho Civil tiene toda una tradición, desde el Código de 1852, pasando por el

del 1936, y actualmente el Código Civil de 1984 que nos regula, con la independencia el general

Santa Cruz comenzó a plasmar un proyecto de Código Civil el cual no se concretó hasta 1852,

este Código tuvo una vigencia de 84 años. Tuvo una fuerte influencia del Código francés, fue un

Código personalista. Compuesto por 2301 artículos, un Título preliminar (12 arts.) y tres libros. -

Libro I, De las personas y de sus derechos. Libro II: De las cosas, del modo de adquirirlas y de

los derechos que las personas tienen sobre ellas. - Libro III: De las obligaciones y contratos.

Cada libro se subdivide en secciones y estas en títulos, algunos de los cuales aparecían

nuevamente divididos mediante rúbricas no numeradas.


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Código de 1936.- Más práctico que el anterior y estaba dirigido a la economía, pues

giraba en torno al patrimonio. Este Código tuvo una vigencia de 48 años, tuvo una fuerte

influencia del Código alemán, fue un Código patrimonialista. Sirvió como referente legislativo al

Código Civil de Bolivia de 1976 y al Código Civil venezolano de 1982.

Código de 1984.- El Código Civil de 1984 ha sido estudiado en muchos países ya que es

moderno desde una perspectiva humanista, solidaria y altruista. En el Perú, finalmente, llegó un

momento en el que se decidió modernizar y reformular el Código de 1936 y se formó así una

Comisión Reformadora, la labor de la misma no sería la de redactar un nuevo Código Civil, sino

únicamente realizar una revisión del Código Civil de 1936 con el objeto de proponer enmiendas.

No obstante, como todos conocemos, la Comisión Reformadora terminó por elaborar un nuevo

Código, es decir, después de 24 años de trabajo acabó dictando el vigente Código Civil de 1984.

LEGISLACIÓN COMPARADA. -Código Civil chileno - 1857 Tiene como figura a

Andrés Bello. Aún vigente, no fue hecho en Chile, sino en Venezuela, porque Bello estaba

deportado. De ahí a que los Códigos de ambos países sean parecidos, este Código marcó hito en

los Códigos de muchos países de Centroamérica. En 1840, Andrés Bello inició la tarea de

codificar el Derecho Civil, ya que en Chile continuaban usándose las leyes hispanas. Terminó la

obra en noviembre de 1855 y el Congreso la aprobó el 14 de diciembre del mismo año.

Finalmente, el Código Civil se aplicó a partir de enero de 1857.

Consta de 2524 artículos, un Título Preliminar (53 arts.) y cuatro libros. - Libro I, De las

personas. - Libro II, De los bienes, y de su dominio, posesión, uso y goce. - Libro III, De la

sucesión
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por causa de muerte y de las donaciones entre vivos. - Libro IV, De las obligaciones en general y

de los contratos. 6.1.2. Influencia Adoptado en Colombia. Influye en Ecuador, Nicaragua,

Guatemala, El Salvador y Honduras.

Código Civil argentino - 1871 Tiene como figura a Dalmasio Vélez Sarsfield. El 20 de

octubre de 1864, por decreto del presidente Mitre, se encargó a Dalmacio Vélez Sarsfield la labor

de realizar un Código Civil. Tarea que se hizo por entregas periódicas de los libros que formaban

parte del esquema del citado Código. Se basa en el Proyecto García Goyena, el Código chileno,

en el Escobo de Freitas y en la doctrina francesa. Posteriormente, “el proyecto fue aprobado en la

Cámara de Diputados el 22 de setiembre de 1869 y en la de Senadores el 25 de setiembre,

convirtiéndose en Ley 340. Fue promulgada por Sarmiento el 29 de setiembre de 1869 y entró en

vigencia a partir del 1 de enero de 1871. Hasta la actualidad, el Código Civil solo ha sido

reformado en forma parcial, destacándose la reforma que introdujo la Ley N.º 17.711.

Consta de 4051 artículos, un Título Preliminar (29 arts.) y cuatro libros. - Libro I, De las

personas. - Libro II, De los derechos personas en las relaciones civiles. - Libro III, De los

derechos reales. - Libro IV, De los derechos reales y personales. Disposiciones comunes.

Código Civil brasileño -1916 Tiene como figura a Texeira de Freitas. El 15 de febrero de

1855, el Gobierno Imperial encargó a Texeira de Freitas la obra de consolidación de las leyes

civiles. Apenas habían transcurrido tres años y la ingente tarea estaba cumplida, este trabajo

preliminar recibió el nombre de la Consolidação das Leis Civis de 1858.

Un año después, por orden del emperador Pedro II, por decreto del 11 de enero de 1859

se le comisionó para la presentación de un potencial Código. Fue un trabajo de artículos

aproximadamente 5000 (cinco mil), que, a pesar de no ser utilizados directamente en Brasil, el
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Escobo de un Código Civil para o Brasil fue el fundamento que inspiró el trabajo posterior en el

país, y que resultó en el Código Civil de 1917, de Clovis Bevilaqua.

Consta de 1807 artículos, dos partes, la primera con tres libros y la segunda con cuatro

libros. Parte general: - Libro I, Disposiciones preliminares. - Libro II, De los bienes. - Libro III,

De los hechos jurídicos. Parte especial: - Libro I, Del Derecho de familia. - Libro II, Del Derecho

de las cosas. - Libro III, Del Derecho de las obligaciones. - Libro IV, Del Derecho de sucesiones.

DOMICILIO

El domicilio, dice Louis Josserand, complementa la identificación de la persona que el

nombre había contribuido a asegurar: así como un individuo debe tener un nombre, necesita una

sede legal donde se le considere siempre como presente, aún sí, de hecho, esté

momentáneamente ausente de ella. La necesidad de fijar a cada persona un domicilio es pues una

necesidad de orden general, puesto que, junto con el nombre, el estado civil y la nacionalidad es

uno de los elementos que integran la individualidad legal.

"El domicilio no es tanto un hecho cuanto una relación de derecho, permanente y

constante, que consiste en una relación fija establecí~ da entre una persona y un lugar

determinado: en 'otros términos, es una sede de derecho, regular, estable y permanente". Tiene

cierto carácter abstracto, ya que en algunos casos esta fuera, de .la contingencia real de

habitación: una persona domiciliada en Lima puede ir a pasar los meses de vacaciones fuera, sin

perder por ello el domicilio, ni cambiarlo.


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Según el C. C. peruano el domicilio se constituye por la residencia en un lugar con ánimo

de permanecer en él (art. 19). Se constituye, pues, "'factor et ánimo" por sus dos notas esenciales:

a) La habitación material, real en un lugar determinado. b) La intención de fijar allí y de

mantener allí! esa habitación. Por estas dos características se diferencia el domicilio de la simple

habitación y de la residencia.

La habitación es un hecho puro; es el lugar donde se halla uno pasajera o

accidentalmente; como por ejemplo el hotel donde se pasa una noche o algunos días. La

residencia tiene ya cierta permanencia y estabilidad, pero le falta la intención de mantenerla fija

en ese lugar. Es gracias a esa cierta estabilidad que a la residencia se le reconoce ciertos efectos

civiles, por ejemplo, en cuanto al matrimonio. La habitación, parte material del domicilio, un

hecho de fácil comprobación. La intención es mucho más difícil de comprobar· el C. C. actual no

enumera, como lo hacía el anterior, los modos de probar la intención.

1)-Declaración expresa ante la autoridad civil.

2) -Habitación en el lugar por más de dos años consecutivos.

3)-Cualquier otro hecho que pueda interpretarse como manifestación de voluntad.

Sin embargo, mantiene los párrafos 1 y 2 en lo relativo a cambio de domicilio (art. 22)

considerando, sin duda alguna, que el único modo de adquirir un domicilio (fuera del domicilio

legal que es impuesto por la ley y en el que no hay manifestación de voluntad activa, de parte del

sujeto, o del domicilio de origen adquirido por el sólo hecho de nacer) es cambiando, sea de

domicilio de origen, sea de domicilio legal cuando ya se es capaz de tener un domicilio personal.

Si una persona vive alternativamente o tiene ocupaciones habituales en varios lugares, se

considerará domiciliada en cualquiera de ellos, (art. 20). Con eso el C. C. peruano sigue la

tendencia moderna, afirma-da por el C. C. alemán de 1900, de la pluralidad de domicilio. El


22

Código Napoleón en cambio y el suizo también sustentan la teoría de la unidad de domicilio. El

C. C. de 1852, basado en gran parte sobre el Código francés, seguía la misma doctrina unitaria.

LA UNIDAD DE DOMICILIO. - En el art. 102 el C. Napoleón declara que el domicilio

de una persona está en el lugar de su principal establecimiento; igualmente el C. Suizo en sus

artículos 23 y 24 afirma que nadie puede tener más de un 'domicilio; y que se pierde el domicilio

anterior por trasladar el principal establecimiento a otro lugar. Era también la teoría sostenida por

el C. C. De 1852, como hemos tenido ocasión de ver. -Estas palabras "principal establecimiento"

¿qué significan? ¿centro de los intereses o él de los negocios, el núcleo de las relaciones sociales

o él del hogar familiar?

Dice Beudant que el "principal establecimiento" es el lugar de donde uno se ausenta con

espíritu de regresar siempre. La misma persona no puede tener varios principales

establecimientos, sólo uno es real-mente principal y ése, es el domicilio. Esto está muy bien, pero

en la práctica la cuestión es mucho más compleja: Un comerciante puede tener su hogar y su

tienda y de ambos se ausenta con el ánimo de regresar; ¿cuál de ellos es el principal estable-

cimiento? ¿A qué señales reconocerá el juez que ése y no otro debe ser el domicilio?

La jurisprudencia francesa (y la de los demás países que observan la teoría de la unidad

de domicilio) debe recurrir a numerosos puntos de referencia: inscripciones sobre las listas

electorales, lugar de ejercicio de los derechos políticos, intereses materiales, relaciones de familia

o el pago de las contribuciones personales. Por lo que concierne a los comerciantes,

generalmente se admite que su domicilio es la tienda y no el hogar, para los industriales es la

fábrica, etc. etc. En otros casos se recurre a la ficción del domicilio aparente, o sea que hace las

veces de domicilio, aquel lugar que a terceras personas de buena fe les pareció ser en efecto

domicilio; ese domicilio aparente no vale más que por los efectos que pueda tener para los

interesados y no para los demás.


23

Vemos pues que si bien nadie puede dejar de tener un domicilio nadie puede tampoco

tener más de uno, pero:

1)-Existe la dificultad, que ya dejamos apuntada, de encontrar entre varios

establecimientos el que realmente es el principal.

2)-La unidad de domicilio, como la entendieron el C. francés y el peruano de 1852, tenía

valor en su época, cuando las comunicaciones eran raras y difíciles, cuando él ir de Versalles a

París o de Lima a Lurín era un verdadero viaje; actualmente dada la extensión de los negocios, el

desarrollo material, la rapidez de los transportes y su facilidad, ese principio es de dificilísima

aplicación.

3)-La dificultad crece cuando se trata de personas jurídicas con sede principia} en un

lugar y sucursales o filiales en distintas partes. Las personas que habían contratado en Iquitos con

la sucursal de una gran casa comercial cuyo principal establecimiento" estaba en Lima ¿debían

acaso venir especialmente a la capital para demandar allí por el cumplimiento del contrato?

Naturalmente que -la ley podía salvar el inconveniente con la multiplicación de los domicilios

especiales;

4)-Puede ser muy difícil encontrar el domicilio de una persona, puesto que no se

confunde con la residencia, por eso los demandantes debían ir con mucho cuidado para no

equivocarse y no confiar el caso a un tribunal incompetente puesto que "es competente el juez

del lugar del domicilio del demandado".

LA PLURALIDAD DE DOMICILIO. - Es el principio sustentado por el C. Alemán que

admite que una persona pueda tener varios domicilios o no tener ninguno, gozando la residencia

de los efectos jurídicos de aquél. (art. 7). Igualmente, el C.C. nuest.ro considera domiciliada en

cualquiera de ellos la persona que resida alternativamente en varios lugares o que tenga

ocupaciones habituales allí, basándose en el art. 32 del C. C. brasilero 'que dice: "Sin embargo si
24

la persona natural tiene diversas residencias don~ de alternativamente viva, o varios centros de

ocupaciones habituales, se considerará domicilio cualquiera de éstos o de aquellos". "'Tiene por

objeto resolver la situación que suscita el hecho, no raro, que una persona resida o viva en varios

lugares sucesivamente, por tener que atender en cada uno de ellos a sus negocios, como la asig-

nación de domicilio no sólo tiene por objeto el ejercicio de los derechos, ... sino determinar el

lugar donde se deben cumplir las'" obligaciones, y principalmente determinar la jurisdicción ante

la cual pueda un sujeto ser de-· mandado". El principio de pluralidad evita todos los

inconvenientes: un sujeto puede ser demandado en cualquier lugar de su residencia o de sus

negocios porque se le reputa domiciliado en todos.

Ese principio no es cosa nueva en el derecho: fue admitido por Roma, (claro que en modo

relativo puesto que no tenían una noción muy precisa del domicilio) "según se deriva de un

pasaje de Paulo, el derecho romano asentaba el domicilio sobre dos elementos. el "lar" centro de

la vida individual, y el centro de los negocios "rerum ac fortunarum suarum summam". La idea

de la pluralidad de domicilio muestra la dispersión de las actividades de la persona y la necesidad

de someterla a diferentes fueros según si los actos de la persona dependen de su vida individual

"lar" o si derivan de sus negocios. "reruma ac fortunarum suarum summam". Como a pesar de

esa variedad de residencias y de actividades, subsiste la unidad de la persona, ésta puede ser

demandada en cualquiera de sus domicilios por los actos practicados. En nuestra legislación la

pluralidad de domicilio era ya admitida por el Código de procedimientos civiles de 1911.

CLASES DE DOMICILIO. - Tenemos, a más del domicilio de origen, tres clases de

domicilios civiles: Domicilio legal. Domicilio de adquisición y Domicilio especial.

1.-Domicilio de origen. - Es aquel que uno adquiere por el nacimiento: así, un menor

tiene por domicilio de origen él de sus padres. Es un domicilio forzoso hasta que uno adquiera el

derecho
25

de tener un domicilio personal: legal o de adquisición. El Código no nos habla de esa clase de

domicilio, pero es lógico suponerlo a toda persona.

2.-Domicilio legal. - Es el domicilio asignado por ley a ciertas personas, sea en razón de

la dependencia en que se encuentren con relación a otras, sea en. razón de sus funciones. Se le

llama también domicilio necesario porque la persona no se lo escoge como sucede con el

voluntario o de adquisición. Es establecido "ope legis". En el C. C. tenemos los siguientes

domicilios legales:

3.-lncapaces. - Los incapaces tienen por domicilio él de sus representantes legales. (art.

26). Por incapaces debemos entender: los menores de 16· años, los que adolecen de enfermedad

mental, los sordos-mudos y los desaparecidos cuya ausencia está judicialmente declarada. (art.

9). De modo que los menores no-emancipados tendrán su domicilio en él de sus padres o tutores

como consecuencia de los art. 390, 391, 39 2, 398, 50'9, 51 O, del C. C. que encomienda la

patria··potestad del menor a sus padres o tutores. Por la misma razón el hijo adoptivo, menor de

edad tendrá su domicilio en él de su padre adoptivo; en· caso de separación o de divorcio los

menores tendrán el domicilio de aquél a cuya guardia han sido confiados (art. 393). Los hijos

naturales tienen por domicilio él de aquél que los haya reconocido (art. 394-395).

Los niños abandonados, están bajo la tutela del Estado o de aquellos que los han

recogido; están domiciliados en el establecimiento en que se encuentren o en el domicilio de sus

protectores. El domicilio de los enfermos mentales y de los sordomudos es el de sus curadores.

El de los desaparecidos es el de sus representantes legales.

4.- La mujer casada. -Tiene por domicilio el de su esposo. {art. 24). Este es uno de los

efectos instantáneos del matrimonio y es una regla de orden público, pues como el marido es el

jefe de la familia, a él le cabe fijar el domicilio conyugal. Sin embargo, esta regla admite
26

excepciones: a) En caso de separación de cuerpos cesa la vida común y los· esposos viven cada

cual por su lado. Desde el momento que ha sido dictada la sentencia, y no antes, la esposa puede

adquirir su propio domicilio. b) Lo mismo pasa en caso de divorcio. e) Cuando el esposo ha sido

declarado interdicto, si la mujer tiene la curatela ella es quien impone su domicilio al esposo.

5.- Los funcionarios públicos. - Se reputan domiciliados en el lugar donde ejercen sus

funciones. (art. 25). Nuestro código aplica esta regla a todos los funcionarios sin excepción; otros

Códigos como el francés o el brasilero, consideran domiciliados en el lugar de su empleo

solamente al funcionario "ad vitam". (Los funcionarios públicos repútense domiciliados donde

ejercen sus funciones, no siendo temporarias, periódicas o simples comisiones porque en estos

casos ellas no operan mudanza del domicilio anterior, art. 3 7, C. C. Brasil). El C. del 52 dejaba a

elección del funcionario público el cambio del domicilio anterior al lugar de sus actuales

funciones (art. 48). Pero los funcionarios vitalicios, tenían que trasladar su domicilio al lugar de

sus funciones desde el momento que ellos se trasladaban allí. (art. 49) Los legisladores del C.

vigente se fundaron para el art. 25 en que fuera de la carrera judicial y del magisterio, en el Perú

no existen funciones vi talicias, caracterizándose por el contrario la administración pública por la

movilidad e inconstancia de los empleos. Sería pues un absurdo que los funcionarios conservaran

su domicilio anterior, encontrándose legalmente fuera de los sitios donde pudieran ejercer sus

funciones.

6.- Los funcionarios diplomáticos. - y las personas que residen temporal· mente en el

extranjero por empleo o comisión del gobierno, o para estudios científicos o artísticos, tienen

como domicilio el último que hayan tenido en el territorio nacional. (art. 26). En efecto, los

diplomáticos representan a su· país ante gobiernos extranjeros; es fácilmente comprensible, que

encarnando la soberanía nacional no puedan ser demandados ante ningún otro tribunal que el de

su país. El Código peruano no establece domicilio legal para los militares en servicio, ni para los

marinos (de
27

guerra o mercantes), ni para los presos o desterrados, ni para los domésticos. El C. C. del 52

reconocía como domicilio del siervo el de su patrón (art. 50). El Código alemán, el suizo y el

brasilero tampoco mencionan el domicilio de los sirvientes: pero en razón de los elementos sobre

los que se basa la ley para establecer domicilio legal y que son la dependencia o la incapacidad,

por analogía jurídica débase considerar domicilio legal del sirviente el de su patrón.

En cuanto a los desterrados siempre se les considerará domicilia~ dos en el último que

hayan tenido en territorio patrio, porque les falta el ánimo de constituir su domicilio en el sitio

donde se les ha mandado y de mantened o allí. El domicilio de los militares en servicio es

seguramente el lugar en donde sirven; ya que el C. C. acepta la pluralidad de domicilios no ha

creído necesario consignarlo expresamente como lo hace su modelo el C. brasilero (art. 38, C. C.

Brasil).

7.- Personas jurídicas. - El domicilio de las personas jurídicas está en el lugar señalado

en el documento de su constitución (art. 28,). Nuestro Código no distingue, ni tampoco lo cree

necesario dado la redacción del art. y el espíritu de sus legisladores, entre personas jurídicas de

derecho pú blico y personas jurídicas de derecho privado. Naturalmente que las personas

jurídicas de derecho público: Estado, Municipio, Universidades Nacionales, tienen su domicilio

en el lugar de sus funciones o administración. Además, corresponde más bien al Derecho Público

legislar sobre ello. Las personas jurídicas de derecho privado tienen su domicilio en la sede o

centro de sus actividades dirigentes o en otro lugar diferente que conste en el documento de su

constitución. En caso de tener diversos establecimientos sitos en diversas circunscripciones

jurisdiccionales, cada uno de ellos será considerado domicilio para los actos allí realizados; eso

es en beneficio de las terceras personas que contratan con la persona jurídica.


28

8.- Domicilio de adquisición. -''Es el domicilio que una persona escoge cuando ya es

capaz de tener uno propio" Pueden adquirir domicilio todas las personas a quienes la ley no

atribuye un domicilio legal; por eso también se le llama "voluntario". Para cambiar de domicilio

hay que declararlo expresamente ante la Municipalidad; a falta de esa declaración expresa basta

la residencia continua y voluntaria de dos años en el lugar. El proyecto de reforma del C. C.

quería que se hiciese una doble declaración: ante la Municipalidad de los dos lugares: el del

antiguo y el del nuevo domicilio; basándose para ello en el art. 1 04 del C. francés. “. O el texto

del art. 22 del

C. C. peruano se, desprende que la declaración ha de hacerse en la Municipalidad del domicilio

que se va a dejar. Esa declaración lleva invita la idea que ha de constar por escrito y que debe ser

pre· sentada al alcalde o funcionario municipal encargado de extenderla en los libros.

9.-Domicilio especial. - Es el domicilio que una o varias personas escogen para el

ejercicio de ciertos derechos o la ejecución de ciertas obligaciones,' quedando los domicilios

ordinarios como 'la sede jurídica de la persona para todos los otros derechos y actos habituales.

"Se puede designar domicilio especial para la ejecucí6n de los contratos" (art. 27 C. C.). Así se

atribuye competencia a un tribunal determinado, independientemente del domicilio de las partes.

De modo que, si en un contrato de mutuo se hace elección de domicilio en lea, el juez de 1era

Instancia de esa ciudad será el competente en cualquier 1itigio que surja en el incumplimiento de

ese contrato, aún si las partes tienen su domicilio en otros lugares y aún si estando domiciliado

anteriormente en ese lugar también el domicilio posteriormente a la elección de domicilio

especial. El Código no señala los métodos de elección de ese domicilio, de modo que puede

entenderse que no es necesaria que la elección del domicilió especial se haga en el mismo

contrato, (lo que sin embargo es lo más ordinario); puede hacerse posteriormente, por escrito u

oralmente, o pueden deducirse por inferencias derivadas de las cláusulas contractuales. Se puede

elegir domicilio con indicación de


29

persona, elijo domicilio especial para tal cosa en casa de fulano de tal"; o sometiéndose

sencillamente a una jurisdicción determinada: "el juez de primera instancia de Huacho." Es

posible también que se haga elección de domicilio en el propio domicilio de uno de los

interesados, ·y entonces será competente el juez de ese lugar por más que posteriormente se

traslade el domicilio a otro sitio.

CAPACIDAD

La capacidad es un atributo que tiene toda persona natural, mediante el cual el sujeto

puede realizar actos que no estén prohibidos. Es, por un lado, una aptitud para ser titular de

relaciones y, por otro, es un concepto núcleo del Derecho. De igual manera, en otra sede, hemos

referido que la capacidad es, en una acepción amplia, una aptitud: se es capaz en la medida que

se puede realizar algo.

En la misma sintonía lo ha definido el profesor Espinoza Espinoza, en tanto entiende a la

capacidad que se expresa en dos estados: un estado estático que se manifiesta a través de la

capacidad de goce. Y un estado dinámico que se manifiesta a través de la capacidad de ejercicio.

Cuando en el ámbito del derecho civil o en el del derecho procesal (que son las

disciplinas jurídicas que más se han ocupado del tema) se estudia el tema de la capacidad, se

desarrolla inmediatamente una distinción: la capacidad de goce y la capacidad de ejercicio (en el

ámbito del derecho civil); o la de capacidad para ser parte y la capacidad procesal (en el ámbito

del derecho procesal).


30

La capacidad, acorde a la doctrina más aceptada, se clasifica en capacidad de goce y

capacidad de ejercicio.

1.- Capacidad de goce. - La capacidad de goce es el efecto del reconocimiento del

Derecho de la existencia de condiciones por las que un ser es idóneo de tener intereses dignos de

tutela.

Los sujetos de derecho presentan de manera inmanente capacidad de goce, que se

presenta como la aptitud para ser titulares de relaciones jurídicas. Como tal, no puede ser

restringida, solo puede restringirse la capacidad de ejercicio, limitándose en determinados casos,

los cuales se dictan en consonancia con el principio de legalidad.

Con relación a ello, el profesor Fernández Sessarego ha criticado la antigua redacción del

Código Civil, pues en su artículo 3 se precisaba que la capacidad de goce podría ser limitada por

ley, cuando esto no puede concebirse de esa manera, pues la capacidad de goce es inherente al

ser humano.

La tradición en cierta parte de la academia peruana entendió a la capacidad de goce como

a la capacidad jurídica; sin embargo, y sobre todo a raíz de la Convención, esta se ha ampliado y

ahora subsume tanto a la capacidad de goce como a la capacidad de ejercicio. Esto servirá para

poder explicar, de manera más detallada, las modificaciones de las que ha sido materia nuestro

Código Civil.

2.- Capacidad de ejercicio. - Para Marcial Rubio, “la capacidad de ejercicio es la

atribución de la persona de ejecutar por sí misma los derechos a los que tiene capacidad de

goce”.
31

Esta capacidad es la que le permite realizar deberes y derechos a través de actos jurídicos.

En comparación con la capacidad de goce, esta puede ser limitada a través de leyes, sujetas a

ciertos criterios. A pesar de lo dicho, se entiende en la actualidad que la capacidad de ejercicio,

en conjunción con la capacidad de goce, son plenas en cada persona y solo serán restringidas

cuando mande la ley.

2.1. Incapacidad absoluta y relativa. Capacidad plena y restringida. - La capacidad,

incapacidad absoluta o incapacidad relativa, de manera precedente a la reforma mediante del

Decreto Legislativo N.º 1384, era la manera como se regulaba la capacidad en nuestro Código

Civil. La validez de los actos jurídicos se basaba, principalmente, en el discernimiento y otros

caracteres, como el etario. Los actos jurídicos de los incapaces absolutos se calificaban como

nulos y los de los incapaces relativos como anulables, según los artículos 219 y 221,

respectivamente, del Código Civil.

El nuevo sistema de capacidad suprime el sistema de sustitución, que primaba para los

privados de discernimiento y demás personas con discapacidades, a fin de que pudieran ejercer

sus derechos y deberes de manera válida a través de su curador. Siendo así, ahora estos

individuos cuentan con capacidad jurídica plena, lo cual, de manera principal, les permite

autodeterminarse en función a su autonomía y dignidad.

Ahora se considera incapaces absolutos solo a los menores de dieciséis años, salvo para

aquellos actos determinados por ley (artículo 43) y sujetos con capacidad restringida a los

siguientes:
32

• Los mayores de dieciséis y menores de dieciocho años.

• Los pródigos.

• Los que incurren en mala gestión.

• Los ebrios habituales.

• Los toxicómanos.

• Los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil.

• Las personas que se encuentran en estado de coma, siempre que no hubieran designado

un apoyo con anterioridad.

2.2 Sobre la capacidad jurídica. - Toda persona tiene capacidad jurídica para el goce y

ejercicio de sus derechos. La capacidad de ejercicio solo puede ser restringida por ley. Las

personas con discapacidad tienen capacidad de ejercicio en igualdad de condiciones en todos los

aspectos de la vida.

2.3 Capacidad de ejercicio plena. - Toda persona mayor de dieciocho años tiene plena

capacidad de ejercicio. Esto incluye a todas las personas con discapacidad, en igualdad de

condiciones con las demás y en todos los aspectos de la vida, independientemente de si usan o

requieren de ajustes razonables o apoyos para la manifestación de voluntad.

Excepcionalmente tienen plena capacidad de ejercicio los mayores de 14 años y menores

de dieciocho años que contraigan matrimonio, o quienes ejerciten la paternidad. La capacidad de

ejercicio, como parte de la capacidad jurídica de la persona, ha sido siempre relacionada con la

edad (aspecto etario). El antiguo artículo 42 del Código Civil también lo contemplaba. La
33

diferencia recae en que antes de la modificación quien era menor de edad era una persona incapaz

relativa si era, a su vez, mayor de dieciséis años, e incapaz absoluto si era menor.

Como se ha mencionado, la regla ha cambiado, ahora en vez de referirse a incapaces por

edad, a los menores de dieciocho años ahora se les considera como persona con capacidad

restringida, no incapaces. Por otro lado, en cuanto al criterio edad, solo los menores de dieciséis

años han quedado como incapaces.

Este criterio puede devenir en problemático si se analiza esta disposición con la

modificación del artículo 219 del Código Civil, referido a las causales de nulidad del acto

jurídico. Esta modificación consiste en que desde la vigencia del Decreto Legislativo N.º 1384 ya

no se considera como una causal de nulidad el que el acto se haya celebrado por persona

absolutamente incapaz, como lo es el menor de dieciséis años, lo que conlleva a preguntarse

entonces: ¿Qué es ese acto, si no es nulo? ¿Válido y eficaz? Tengamos en cuenta que tampoco

será anulable, pues así no lo refiere el también modificado artículo 221 del Código, sinsentido

jurídico que deberá ser materia de interpretación favorable a la seguridad jurídica.

Por otro lado, la disposición ratifica el espíritu de la Convención, al equiparar

expresamente a las personas con discapacidad con las personas que hasta antes de la

modificación eran consideradas como capaces.

El artículo 1 de la Convención establece quiénes pueden ser considerados personas con

discapacidad. Así: “[…] las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan

deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con

diversas barreras,
34

puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con

los demás”. Al hacer referencia a estas barreras, lo que hace la convención es reconocer que la

calidad de discapacitado no es intrínseca a la persona, sino que refiere a cómo esta persona puede

desenvolverse en su medio social, de ahí que la Convención adopte este modelo social.

La modificación introduce, aunque todavía sin realizar un acercamiento funcional o

teórico de la institución, a la figura del apoyo y de la salvaguardia. Cabe indicar que el apoyo

escapa a la figura de curador o de representante, pues la Convención ha entendido de que al ser

la persona con discapacidad una persona capaz, atenta contra su dignidad humana el pretender

imponerle una sustitución a su voluntad o una sustitución a sus actos. Sobre esto ahondaremos

más adelante.

El nuevo artículo 42 del Código prevé, además, la capacidad plena de ejercicio en

aquellas personas que, siendo incapaces absolutas o de capacidad restringida, hayan adoptado un

estatus jurídico que haga presumir tal capacidad, como el caso de los mayores de 14 años y

menores de dieciocho años que contraigan matrimonio, o quienes ejerciten la paternidad. Estos

supuestos se suman a los considerados en el artículo 46 vigente, el que reconoce a la capacidad

adquirida en caso de matrimonio o por obtención de título oficial que autorice el ejercicio de una

profesión.

Sin embargo, esta modificación también ha traído consigo, indirectamente, la derogación

tácita de lo establecido en el artículo 46 del Código Civil. Lo decimos porque el artículo 42

dispone la capacidad de las personas de catorce años cuando ejercitan la paternidad,

estableciendo para ellas una capacidad plena. Pero al observar el artículo 46 del Código, que

también había sido recientemente modificado, establece la capacidad del mismo sujeto solo en
35
cuanto algunos actos
36

expresamente indicados. Esta modificación ha traído como consecuencia, inevitablemente, otras

dos modificaciones: las de los artículos 43 y 44, mismos que pasamos a ver en conjunto.

INCAPACIDAD

En el inciso segundo del artículo 43 se precisa que no posee capacidad absoluta de

ejercicio la persona que carece de discernimiento. Esta nota es relevante para el efecto de

distinguirla de la situación en la que se encuentran las personas que solo adolecen de deterioro

mental que les impida expresar su libre voluntad. El caso del inciso segundo en mención supone

la permanencia del estado que priva al sujeto de discernimiento, aun cuando la dolencia sea

susceptible de ulterior curación.

Es conveniente destacar que el mencionado inciso segundo, a diferencia de lo que

acontecía con el Código Civil de 1936, no considera que la falta de discernimiento pueda deberse

solo a enfermedad mental, sino que, por el contrario, establece que dicho estado pueda ser

ocasionado por cualquier causa. Consideramos acertado que el Código se limite a describir el

estado que origina la incapacidad de la persona —el estar privada de discernimiento— y evite

referirse a sus causas, así como a calificar tal situación como una de enfermedad mental, insania

o alienación. El juez, valiéndose de los auxiliares de la justicia, deberá determinar si la persona

se encuentra privada de discernimiento y, por tanto, incapacitada para ejercer por sí misma sus

derechos.

La incapacidad calificada como absoluta de ejercicio da lugar al procedimiento de

declaración judicial de interdicción que culmina con el nombramiento de un curador. El régimen


37

a que está sujeta la curatela del incapaz es materia contenida en el Capítulo Segundo del Título II

de la Sección Cuarta del Libro III sobre el Derecho de Familia.

El artículo 571 fija algunos criterios objetivos que debe observar el juez para la

designación de curador del incapaz. El mencionado numeral establece que están sujetos a

curatela los incapaces que no se encuentren en aptitud de dirigir sus negocios, que no puedan

prescindir de cuidados y socorros permanentes o que amenacen la seguridad ajena. La norma del

artículo 581 prescribe que el juez, al declarar la interdicción, fija la extensión y límites de la

curatela según el grado de incapacidad de la persona.

La solución adoptada por el artículo 571 es acertada, ya que para la declaración de

interdicción judicial de cualquier caso no es suficiente un examen médico para determinar el

estado de ausencia de discernimiento, sino que dicho examen médico debe complementarse con

una apreciación de la incidencia que tal estado tiene en relación con la vida misma del sujeto y

con la de los demás. Debe considerarse no solo la ineptitud del incapaz para el ejercicio de sus

actividades habituales y el que requiera de asistencia y cuidados, sino que también debe

atenderse al factor social, o sea, a la peligrosidad del sujeto en su vida de relación. Se trata, en

conclusión, de conjugar el factor psiquiátrico y el social para determinar la consiguiente

designación de curador. Los actos jurídicos practicados por persona absolutamente incapaz son

nulos de conformidad con lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 219 del Código.

El caso de los sordomudos, ciegosordos y ciegomudos.


38

Se actuó con acierto al derogar el tercer acápite del artículo 43 por el cual se prescribía

que los sordomudos, los ciegosordos y los ciegomudos eran absolutamente incapaces de ejercer

su inherente capacidad, llamada de goce o de derecho. La ciencia y la tecnología avalan el que se

haya procedido a eliminar el mencionado acápite pues, en la actualidad, ha quedado demostrado

que, por diversos medios, tales personas están posibilitadas de ejercer su capacidad de manifestar

su voluntad.

El Código Civil de 1852 solo regulaba a la incapacidad absoluta. Por su parte, el Código

Civil de 1936 extendió la institución hacia la incapacidad relativa, manteniéndose esta en texto

original del Código Civil del 1984. Ahora, el referido Código Civil, modificado por el Decreto

Legislativo Nº 1384, refiere, en gran medida, a la capacidad y a la capacidad restringida,

eliminando también en gran medida a la incapacidad del sujeto.

Nótese que nos cuidamos al utilizar el término “en gran medida” y “no absolutamente”.

Esto tiene una razón de ser: el Código no ha pasado a ser un cuerpo normativo estricto en cuanto

a la capacidad, sino que ha adoptado un régimen mixto, pues no eliminó a la incapacidad, solo la

redujo. Ello es así pues, en nuestro ordenamiento, todavía serán considerados incapaces

absolutos, conforme el artículo, los menores de 16 años, salvo lo dispuesto por la propia ley.

Consideramos que esto último no es lo adecuado, pues se desdice del espíritu de la

Convención, en tanto lo que se buscaba, justamente, era eliminar toda situación del ser humano

por la que se le niegue su dignidad al momento de concebirlo como un incapaz. Frente a la

capacidad de ejercicio plena reconocida en el artículo 42 del Código, este también pasa a regular

un solo supuesto de incapacidad absoluta y lo que antes eran considerados como incapaces
39

relativos, ahora son personas capaces, pero con una capacidad restringida en atención a su estatus

en el ordenamiento.

En primer momento tenemos al artículo 43 del Cuerpo. Este artículo ya había pasado en

2008 por una modificación 9 que, si bien, prima facie, se considera positiva en atención a la

búsqueda de no discriminación de las personas sordomudas, ciegosordos y los ciegomudos,

consideramos que la derogación total de esa disposición normativa no fue coherente con la

sistematicidad del código y ahora eso es palpable a raíz del nuevo inciso 9 del artículo 44 del

Código.

En efecto, este nuevo inciso establece un supuesto de hecho muy específico, situación

que bien hubiera podido salvarse si es que el legislador, o quien funja ese papel, hubiese

modificado el citado inciso 9 del artículo 44 de la siguiente manera: “Tienen capacidad de

ejercicio restringida: […] Quien no pueda expresar su voluntad de manera indubitable, siempre

que no hubiera designado un apoyo con anterioridad”. Nótese que se usa la fórmula adoptada por

el inciso tercero derogado del artículo 43 y sin hacer mención a un tipo de persona en particular,

no siendo en consecuencia discriminatorio como lo fue hasta antes de 2008.

Dejando de lado la modificación del 2008, la modificación del Decreto Legislativo N.º

1384 ha suprimido del artículo 43 el inciso segundo, de tal manera que las personas que por

cualquier causa se encuentren privados de discernimiento serán, efectivamente, capaces. En ese

contexto, la falta de discernimiento no es sinónimo de incapacidad. Esto tiene una íntima

relación con la modificación del artículo 44, en tanto las personas con retardo mental o los que

adolecen de
40

deterioro mental, a pesar de ser faltas de discernimiento, no serán consideradas incapaces al

haber sido derogadas como supuestos de tal artículo.

El discernimiento, a entender de Rubio Correa, es “la capacidad humana de distinguir el

bien del mal […], de desarrollar un pensamiento abstracto. Es el momento en el que el ser

humano deja su ego y mundo propio y concreto para proyectarse más allá, a un mundo complejo,

de muchas y variadas interrelaciones, que no solo tiene presente, sino también sentido de

previsión y de futuro”. Esto responde, específicamente, al artículo 12 de la Convención y de la

Ley General de la Persona con Discapacidad, en tanto disponen que la persona con discapacidad

no sea considerada incapaz, interdicta y que no sea sometida en curatela conforme al

reconocimiento de su dignidad.

Estas modificaciones traerán como consecuencia que las personas con retardo mental y

las personas que adolezcan de deterioro mental que le impida expresar su libre voluntad no

requieran nunca más de un curador, pues, bajo su potestad podrán, solo si así lo hacen, nombrar a

un apoyo que coadyuve a su desenvolvimiento y pueda, en su caso, servir de intérprete de su

voluntad.

AUSENCIA

La ausencia, en sentido lato, ¡es un fenómeno jurídico que se manifiesta por el hecho de

que una persona no está presente en el lugar de su domicilio, en condiciones que dan un entorno

de incertidumbre sobre diversos aspectos de su esfera jurídica incluyendo sus relaciones

personales, familiares y patrimoniales e, incluso, sobre su existencia. La ausencia, así entendida,

es la falta de presencia en el lugar donde la persona jurídicamente debería encontrarse, aunada a

determinadas condiciones que, según el caso, generan diversos efectos jurídicos. El Código Civil
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hace referencia a tres manifestaciones de la ausencia: la desaparición, la declaración de ausencia

y la declaración de muerte presunta. Sistemáticamente, ha insertado a la desaparición y la

declaración de ausencia dentro del Título VI del libro 1, mientras que la declaración de muerte

presunta ha sido ubicada dentro del Título VII del mismo libro relativo al fin de la persona.

En la presente apostilla al Código Civil Peruano, se analizan las dos primeras

manifestaciones de la ausencia: la desaparición y la llamada declaración de ausencia.

La regulación de la desaparición La desaparición, como manifestación de la ausencia,

está contemplada en el artículo 47º del Código Civil. Viene a ser un hecho jurídico que se

configura cuando la persona no se halla en el lugar de su domicilio y han transcurrido más de

sesenta días sin noticias sobre su paradero. Adicionalmente se requiere, para que el hecho de la

desaparición surta los efectos contemplados en el artículo materia de análisis, que el

desaparecido no cuente con representante o mandatario con facultades suficientes inscritas en el

registro público. Vótese que la desaparición en nuestro sistema se configuraría incluso en la

hipótesis en que el desaparecido tuviese representante o mandatario con las cualidades indicadas,

pero, ante esta situación, no procedería la designación de un curador interino, aunque podrían

generarse otros efectos jurídicos en supuestos como, por ejemplo, el del artículo 294º numeral 2º

del código.

La redacción original del artículo 47º (que fuera modificada por el Código Procesal Civil)

indicaba que cuando una persona no se hallara en el lugar de su domicilio y se careciese de

noticias de su paradero, el juez de primera instancia del último domicilio o del lugar donde se

encontrasen sus bienes podía proceder, a petición de parte interesada o del Ministerio Público, a

la designación de curador interino. La redacción actual ha incorporado un elemento

temporal: deben haber


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transcurrido más de sesenta días sin noticias sobre el paradero del desaparecido. Consideramos

que la razón para la modificatoria ha sido establecer un plazo prudencial antes de tomar medidas

que puedan generar costos innecesarios tanto para los administrados como para el propio sistema

jurisdiccional. Sin embargo, el plazo no deja de ser arbitrario, más aún cuando pueden darse

casos en que la necesidad determine actuar con prontitud'.

Por su parte, el artículo 47º establece que no se generará la consecuencia jurídica

contemplada en el mismo cuando el desaparecido tenga representante o mandatario con

facultades suficientes inscritas en el registro público. Esta redacción es mejor que la original que

sólo hacía referencia al mandato (negocio jurídico bilateral por el cual el mandatario se obliga a

realizar por cuenta y en interés del mandante uno o más negocios jurídicos) excluyendo, por

ende, a la figura de la representación (negocio jurídico unilateral y recepticio mediante el cual el

representante actúa en nombre del representado haciendo de conocimiento de terceros dicha

situación).

FIN DE LA PERSONA

Así como la persona humana es tal desde su nacimiento, ella se extingue con la muerte.

Como ocurre con el nacimiento, la muerte constituye un hecho jurídico y genera efectos (por

ejemplo, la apertura de la sucesión –es decir, la transmisión de la herencia–, la extinción de la

sociedad de gananciales, la extinción de la patria potestad, la extinción de la persecución penal,

entre otros). Respecto al momento en que ocurre la muerte, en nuestro país se acoge el concepto

de muerte cerebral. Así se ha establecido en la Ley N° 23415, Ley de Trasplante de Órganos y


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Tejidos (artículo 5°), y en la Ley General de la Salud, Ley N° 26842, norma que en su artículo

108° dispone que la muerte es “el cese definitivo de la actividad cerebral, independientemente de

que algunos órganos o tejidos mantengan actividad biológica y puedan ser usados con fines de

trasplante, injerto o cultivo”.

Por otro lado, uno de los efectos de la muerte está relacionado con la transmisión de la

herencia, existiendo incertidumbre respecto a la ocurrencia de una muerte simultánea de personas

entre las cuales existían relaciones sucesorias. Al respecto, nuestro actual Código Civil ha

previsto la Teoría de la Conmoriencia, es decir, en el caso de que no se pueda probar cuál de dos

o más personas murió primero, se las reputará muertas al mismo tiempo y entre ellas no habrá

transmisión de derechos hereditarios. Sin embargo, hay casos en que, no habiendo ocurrido la

muerte de una persona, ésta no se encuentra presente en el lugar de su domicilio lo cual genera

incertidumbre sobre diversos aspectos de su esfera jurídica incluyendo sus relaciones personales,

familiares y patrimoniales e, incluso, sobre su existencia. Por lo tanto, debe entenderse a la

ausencia como la falta de presencia en el lugar donde la persona jurídicamente debería

encontrarse; a ello debe sumarse determinadas condiciones que, según el caso, producen diversos

efectos jurídicos.

El Código Civil regula tres manifestaciones de la ausencia: la desaparición, la declaración

de ausencia y la declaración de muerte presunta. Respecto a cualquiera de ellas, existe la

necesidad de prever y resolver la multiplicidad de situaciones que la ausencia de una persona

puede generar; todo ello lo desarrollaremos en la presente entrega.


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1. ¿Qué es la declaración de desaparición? Es un hecho jurídico que se configura cuando

una persona no se halla en el lugar de su domicilio habiendo transcurrido más de sesenta días sin

tener noticias de su paradero. Su finalidad es brindar protección al patrimonio del desaparecido.

2. ¿Qué debe tomarse en cuenta para declarar la desaparición de una persona? Deben

considerarse los siguientes elementos:

• Falta de presencia en el lugar de su domicilio o residencia.

• Desconocimiento del paradero o carencia de noticias.

• Inexistencia de representante o que éste tenga facultades insuficientes.

3. ¿Qué es la declaración de ausencia? Es la situación que se presenta cuando una persona

no se encuentra en el lugar donde habitualmente reside, se desconoce su paradero y, además, han

transcurrido por lo menos dos años desde que se tuvo la última noticia de ella.

4. ¿Qué se requiere para declarar la ausencia de una persona? Deben considerarse los

siguientes elementos:

• Falta de presencia en el lugar de su domicilio.

• Desconocimiento sobre su paradero.

• Falta de representante suficientemente facultado.


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• Incertidumbre sobre su existencia con el transcurso del tiempo

5. ¿Qué es la Declaración de muerte presunta? La declaración de muerte presunta o de

presunción de fallecimiento es la resolución judicial mediante la cual, verificada la concurrencia

de ciertos hechos señalados por la ley, se tiene por muerta, presuntamente, a una persona, del

mismo modo que si se hubiera comprobado su muerte, mientras no sea destruida tal presunción.

El objetivo de esta institución es brindar solución a una situación incierta que se produce como

consecuencia de la desaparición prolongada de una persona o de su desaparición calificada. La

muerte presunta constituye una presunción que admite prueba en contrario. Dicha presunción

sólo existe a partir de la sentencia que la declara.

6. ¿Cuándo se produce la declaración de muerte presunta? Se produce la declaración de

muerte presunta en los siguientes casos:

• Cuando hayan transcurrido diez años desde las últimas noticias de desaparecido o cinco

si éste tuviere más de ochenta años (desaparición prolongada).

• Cuando hayan transcurrido dos años, si la desaparición se produjo en circunstancias

constitutivas de peligro de muerte (por ejemplo: guerras, terremotos, incendios, naufragios, etc.).

El plazo se computa a partir de la cesación del evento peligroso.

• Cuando exista certeza de la muerte sin que el cadáver sea encontrado o reconocido, es

decir, se afirma que una persona ha fallecido, pero no puede extenderse el certificado de

defunción, ya sea porque no se encuentra el cadáver o porque éste no puede ser reconocido.
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REGISTRO DEL ESTADO CIVIL

El Sistema de Registro Civil, como institución jurídica, se establece en el Perú, el 26 de

junio del año 1852, con la promulgación del primer Código Civil, que dispone la inscripción de

los nacimientos, matrimonios y defunciones, y encarga esta función a las autoridades

municipales. El 12 de julio de 1995, la Ley N.º 26497, crea el Registro Nacional de

Identificación y Estado Civil

-RENIEC, organismo encargado de organizar y mantener el registro único de identificación de

las personas naturales e inscribir los hechos y actos relativos a su capacidad y estado civil. La

función estadística del registro civil, se establece de manera formal y sistemática en diciembre de

1938, con la promulgación de una Resolución Suprema que dispone la obligatoriedad de las

autoridades municipales, de remitir mensualmente la información estadística de los nacimientos,

matrimonios y defunciones inscritos en las Oficinas de Registro Civil a la Dirección Nacional de

Estadística, encargada de las estadísticas demográficas (actualmente Instituto Nacional de

Estadística e Informática - INEI). Es el registro continuo, permanente, obligatorio y universal de

los sucesos vitales acaecidos a las personas y sus características, en la forma estipulada por

decreto o reglamentación de conformidad con las disposiciones legales de cada país 1/. El

método de registro civil es el procedimiento que reúne la información básica sobre la incidencia

de los hechos vitales, y sus características, ocurridos en una población y en un período

determinado. Este método es el más eficaz para disponer de un registro continuo y actual de los

hechos ocurridos durante un período. Un sistema de registro completo permite satisfacer

necesidades de datos e información relativa a divisiones administrativas más pequeñas;

asimismo, proporciona datos estadísticos para la planificación y formulación de planes y

programas relativos a la niñez y a la protección de los derechos humanos. El objetivo de un

sistema de registro civil es registrar y establecer los


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documentos estipulados por la ley relacionados con el comienzo y fin de la vida, y cambios del

estado civil de las personas (nacimientos, defunciones y matrimonios).

1.- Sistema de estadísticas vitales. - Se define como el proceso integral de las etapas que

intervienen en la producción de información de los hechos vitales, es decir, recolección,

procesamiento, consistencia, análisis y difusión de estos datos en forma estadística. Como

sistema, debe captar información del total de hechos vitales ocurridos anualmente, su eficacia

debe ser medida por la cobertura y calidad de las estadísticas que produce y por la oportunidad

de su disponibilidad.

Los hechos vitales son nacimientos, defunciones y matrimonios, y los actos que se

derivan de estos eventos como divorcios, reconocimiento, etc. Las estadísticas vitales

comprenden el conocimiento acerca del número y las características de los hechos vitales

ocurridos. Las estadísticas vitales, por su carácter continuo constituyen una visión dinámica de la

población que complementa la visión estática de las estadísticas censales y con los registros

civiles se podría conocer la evolución demográfica en forma constante de año en año. El uso de

las estadísticas vitales permite:

(i) Estudiar el crecimiento de la población a partir de los nacimientos y defunciones.

(ii) Realizar cálculos para conocer aproximadamente cuanta población habrá en años

futuros.

(iii) Conocer la edad promedio en la que fallecen los varones y mujeres.

(iv) Ejecutar programas de salud pública, salud reproductiva, y atención a la salud

materno-infantil.
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(v) Efectuar estudios sobre planificación de viviendas, mercado futuro de bienes de

consumo.

(vi) Investigaciones relacionadas a los derechos humanos y protección a los niños.

(vii) Efectuar estudios de fecundidad, mortalidad y nupcialidad.

(viii) Realizar estudios relacionados a la constitución de una familia; asimismo, para la

implementación de programas de protección, entre otros.

2.- Inscripción de nacimiento y defunción. - La Ley N.º 26497 “Ley Orgánica del

Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC)” y el Decreto Supremo N.º

015-98-PCM “Reglamento de Inscripciones en el Registro Nacional de Identificación y

Estado Civil”, establecen que los nacimientos, defunciones, matrimonios, divorcios y

otros actos, se inscriben en el Registro Civil. La Ley N.º 29462 “Ley que establece la

gratuidad de la inscripción del nacimiento, de la primera copia certificada del acta de

nacimiento y de la expedición del certificado del nacido vivo; y modifica diversos

artículos de la ley orgánica del RENIEC. El artículo 46º, 47º y 51º de la Ley N.º 29462,

del 27 de noviembre del 2009, establecen los plazos para la inscripción de nacimientos.

Artículo 46º, establece que la inscripción de los nacimientos se llevará a cabo dentro de

los sesenta días calendario de producidos los mismos, en las oficinas registrales bajo

cuyas jurisdicciones se produjeron los nacimientos o en aquellas que corresponden al

lugar donde domicilia el niño.

Los nacimientos ocurridos en los hospitales o centros de salud a cargo del Ministerio de

Salud, EsSalud, Fuerzas Armadas, Policía Nacional del Perú u otras instituciones

públicas
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o privadas en las cuales funcione una oficina de registro civil, la inscripción se efectúa

obligatoriamente en la oficina de registro civil allí instalada.

Artículo 47º, establece que los menores no inscritos dentro del plazo legal pueden ser

inscritos a solicitud de sus padres, tutores, guardadores, hermanos mayores de edad o

quienes ejerzan su tenencia, bajo las mismas condiciones que una inscripción ordinaria.

Artículo 51º, establece que en el caso de lugares de difícil acceso como son los centros

poblados alejados y en zonas de frontera, zonas de selva y ceja de selva y comunidades

campesinas y nativas que cuentan con oficinas de registro civil previamente autorizadas,

la inscripción de los nacimientos ordinarios se realice en dichas localidades en un plazo

de noventa días (90) calendario de ocurrido el alumbramiento. La Resolución Jefatural

N.º 771-2010-JNAC/RENIEC, establece que la inscripción de la defunción en las

Oficinas de Registros del Estado Civil de todo el país, no se encuentra sujeta a plazo

alguno.

3.- Flujo de los formularios de nacimiento y defunción. - El formulario del nacido vivo

y defunción que acredita el nacimiento o el fallecimiento de una persona, contiene dos partes

desglosables: Certificado e informe estadístico. El certificado es la parte superior del formulario,

en el cual el personal de salud certifica haber atendido o constatado el nacimiento o defunción

(anverso). En la declaración jurada de registro (reverso) se anota los datos del declarante, es

decir, de la persona que solicita la inscripción del hecho vital.

El informe estadístico, es la parte inferior del formulario, en el caso de nacimientos, se

anota los datos del nacido vivo, parto y de la madre, y del personal de salud que atendió el parto;
50

en el caso de defunciones se registra los datos del fallecido, causas de muerte y datos del

personal de salud. - La entrega de los certificados diligenciados, debe hacerse inmediatamente

después de efectuado el llenado o registro a la madre o a la persona a quien ella autorice

expresamente mediante carta poder3/, en el caso de defunciones será entregado a quien haya

declarado tal hecho vital. - Cuando la persona interesada no recoja el certificado en ese

momento, éste quedará en custodia del establecimiento de salud por un plazo de un (1) año,

transcurrido este plazo será remitido al archivo pasivo.

Los informes estadísticos se remitirán a la Oficina de Estadística o el área que haga sus

veces del establecimiento de salud, luego el responsable a su vez enviará al punto de digitación

en forma ordenada para el procesamiento respectivo, dentro de los treinta (30) días posteriores al

momento del registro.


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CONCLUSIONES

Remontándonos al nacimiento mismo de la conducta colectiva del hombre, es posible

identificar la naturaleza social de éste, la cual motiva indudablemente la aparición de vínculos

grupales, no solo con el objeto de coordinar esfuerzos en la búsqueda de satisfactores primarios,

sino también en la íntima necesidad de establecer relaciones constantes, así pues, el hombre

acepta su naturaleza social y deja de vivir en soledad para sumarse a pequeños grupos que le

permiten realizar funciones específicas y aunque rudimentariamente especializadas, es decir,

nace la división de funciones, mientras que unos se dedicaban a la casa, otros recogían frutos,

etc.

La diaria convivencia humana determina, una serie de lazos y contactos de muy variada

naturaleza, que validan y justifican la existencia de reglas, cayendo en la esfera del más

rudimentario esbozo del derecho como instrumento regulador de las mismas, actualmente tales

vínculos son definidos como relaciones jurídicas, a las cuales se les otorga la función principal

de coordinar y regular a los hombres dentro de su entorno social, sirviendo para el

establecimiento de contactos mutuos, aplicables a la generalidad de los individuos que

conforman la población de un estado.

La capacidad jurídica ya no solo es referente de la capacidad de goce, como indicaba la

academia, arraigada a la influencia de códigos decimonónicos. Ahora, acorde con la Convención,

la capacidad jurídica se ha ampliado a la capacidad de goce como a la capacidad de ejercicio.

A partir de la entrada en vigencia del Decreto Legislativo Nº 1384, Decreto que reconoce y

regula la capacidad jurídica de las personas con discapacidad en igualdad de condiciones, se ha


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consolidado la regulación de un modelo social en torno al tratamiento de los derechos de las

personas con discapacidad, lo que implica que aquellas tienen plena capacidad de ejercicio.

El modelo social vigente ha reemplazado un régimen de sustitución de la voluntad de las

personas incapaces por uno de asistencia, a través de los denominados apoyos, quienes no son

representantes legales de las personas con discapacidad. Así, como regla general, tenemos que la

persona que cuenta con apoyos es responsable por sus decisiones, incluso de aquellas realizadas

con dicho apoyo.

Las modificaciones realizadas al Código Civil, si bien buscan contribuir con un mayor

alcance a la tutela de la dignidad de las personas, no han sido ajenas a algunos desfases

legislativos, como el que el ordenamiento no responde plenamente a la Convención, sino que

establece un régimen mixto en el que se convive todavía con la figura del incapaz y del

interdicto.
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}REFERENCIAS

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titularidad del derecho a la vida y aborto. En: Revista de Derecho, v. 20, n. 2, pp. 95-130.

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