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Homenaje a Víctor Chamorro

26 de Marzo de 2022
Asociación 25 de marzo.
© Copyright: De los autores.
Marzo de 2022.
Adaptación teatral de la obra 25 de Marzo de 1936, escrita por Víctor
Chamorro. La representación teatral ha corrido a cargo de un grupo de
actores voluntarios, dirigidos por Pedro Rodríguez

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ÍNDICE
Escritores, mundo de la cultura
- Isidoro Reguera: Para Víctor Chamorro,
a 25 de Marzo, día de Extremadura 9
- Jonás Sánchez Pedrero: Noches blancas 15
- Pilar Galán: Víctor Chamorro 21
- Antonio Orihuela: Víctor Chamorro,
la yunta del compromiso 23
- Héctor Gutiérrez Pesce: ¡Tierra de “Levante”! 27
- Francisco Moriche Mateos: 25 de marzo 29
- José Camello Manzano: Las palabras de Víctor 31
- Eladio Méndez: Un arroyo llamado honestidad 33
- Pedro Sánchez González: Poema 35
- Eduardo Moga: (Entrada de su blog: Coronicas
de Españia) 37

Historiadores, compromiso social y político


- Juan Andrade: Víctor Chamorro y la Historia
de Extremadura 43
- Juan Sánchez González: Víctor Chamorro:
provocador, honesto y divertido. 53
- Víctor Casco: Érase una vez Víctor Chamorro 63
- Carlos Sagüillo: Víctor Chamorro y la dignidad del
intelectual íntegro 69
- Antonio Fernández García (Ribera del Fresno) 77
- Guillermo León Cáceres: Víctor Chamorro: una
historia a contrapelo 81
- Alain García Blázquez: Víctor Chamorro y

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la identidad comunitaria extremeña 89
- Organización del PCE en Extremadura 97
- Manuel Cañada: Tinta y amistad que curan 101
- Teresa Rejas 105
- Eugenio Romero: Víctor Chamorro: levadura,
simiente de libertad 107
- Juan Rebollo Bote: Conocer y reconocer a
Víctor Chamorro 111

Amigos
- Juan Carlos López Duque 119
- Gonzalo Sánchez Rodrigo 121
- Enrique Acera Díaz, Maestro 123
- Esther Aragón Serrano, Artista plástica y docente 125
- Antonio Calzado Arias 127
- Floren S.B. 129
- Pedro José García Sánchez 131
- Plácido Ramírez Carrillo 133

Antiguos Alumnos
- Rafaela Díaz Villalobos 139
- José Luis Bastos Flores 143
- Carmina y Nani, Carmen Martín Álvarez y
Aurelia (Nani) Mateos Gómez 149
- Alumnos Colegio Destino 151
- Alumnos Colegio Libre Adoptado de Hervás 155
- Lista de Adhesiones Antiguos Alumnos Hervás 165

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Adhesiones generales
– Lista de Adhesiones generales 169

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Escritores, mundo de la Cultura

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Para Víctor Chamorro, a 25 de marzo, día de Extremadura

Víctor y yo nos conocemos desde hace aproximadamente cien


años. Y hace medio siglo que no nos vemos. Esa es mi impresión.
¿Qué tal vas, querido amigo? ¿Y Tinín? Mis dos héroes de la
movida hervasense. (Tinín, un genio, metafísico del absurdo, un
capricho de la naturaleza; recuerdo su vocabulario, un ejemplo:
“pasillitis”, “¿y eso?”, “inflamación de pasillo”; le recuerdo
subiendo de repente al escenario de la orquesta, coger el
micrófono y, con el aplauso de todos, público y banda, que le
acompañaba, imitar exactamente a Elvis Presley tanto en
movimientos como en tonalidad musical, e idiomática (sic), en
ferias y fiestas de Hervás; recuerdo preguntarle “¿Y tú cómo
matas una vaca para la carnicería?” “De un puñetazo en la testa”,
contestaba el Hércules hervasino. Recuerdo mil cosas más tuyas,
todas agradables e insólitas, desmesuradas, todas tan en broma
como en serio, Tinín).
Te escribo unas líneas, Víctor, por el homenaje que te
hacen en el pueblo de Guadiana el próximo 25 (26) de marzo y
para unirme a tus amigos en él. Líneas deslineadas, que servirían
sin embargo como apuntes para una laudatio maxima en tu
honor en la academia universal de los grandes escritores que han
sido a la vez grandes seres humanos, y no en la carcundia
académica acostumbrada. Líneas entrecortadas e inacabadas,
pero que tú entenderás perfectamente y te evocarán mil cosas,
que es lo que importa.
Escribes como los ángeles y podrías estar en el pináculo del cielo

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de la fama. Pero no has querido. Tú estás más allá del cielo del
Sol por lo menos, entre Marte y Júpiter, que te pegan mucho, a
mí me da que la mayoría de tus compañeros famosos de
generación, cuyos cenáculos frecuentaste poco, olían a fantasma,
se han quedado en la Luna, donde estaban. Más allá del cielo de
Mercurio no llegan, desde luego. El paraíso dantesco, en
cualquier caso y sentido, es el que te pega a ti, no el meloso del
Don Juan amansado zorrillino, por ejemplo.
No quisiste la fama a cualquier precio, y nadie te la puso
fácil, por tu bendita culpa, desde luego. Podrías haber viajado en
Bentley, o medrar a costa de las marujas y marujos de la Villa y
Corte, por ejemplo. No te dio la gana. De la trifulca con Lara
nunca me dijiste nada, me enteré hace poco al leer tus
entrevistas, la verdad es que puedo imaginarla perfectamente,
por lo que te conozco, jeje. Sí que contaste muchas veces tu doble
ida a Barcelona con ocasión del Planeta, con Tinín como
guardadespaldas, vestido de gañán con una zamarra de piel de
cordero y cumpliendo su papel con la teatralidad requerida.
Cuánto nos cachondeamos de todo eso. Eres ácido para otras
cosas, para la crítica a los joputas que has sufrido y ha de sufrir la
gente, pero no para esparcir bilis contando tu propia vida y tus
propios quebrantos quijotescos con los malandrines de la
cultura. En estos casos tu crítica es burla sana, incluso autoburla,
sana también, tan escéptica como estoica, quijotismo con un
tinte de melancolía, eso sí, que ya sabes que desde Aristóteles es
la enfermedad del genio. Nos hemos reído mucho, quizá llorado
alguna vez, y no solo de risa, pero nunca hubo ruindad alguna
por tu parte ni en burlas ni en penas con los objetos de ellas,

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chanzas sí, cabreos también, nunca “acritú”, ni filipina ni
filipesca, con los malandrines, digo.
Te gustan más los jodidos, sobre todo los tuyos, los de
Extremadura, los jodidos y tu tierra. ¡Eso está bien! Aunque los
jodiones no te traguen. Ya te pasó al principio, treintañero, años
después de los episodios del Planeta, con tu libro sobre las
Hurdes, “tierra sin tierra” (1969, un año después de “La venganza
de las ratas”, muy gran libro), cargado de verdad como lo está tu
“Historia de Extremadura” (en Ediciones Quasimodo, 1981-
1984, que creo que fundamos los amigos exclusivamente para
que publicaras sus ocho tomos, no recuerdo bien, pero sí que te
arropamos todos los compinches). Ni uno ni otro gustaron,
precisamente por su cruda y pura verdad, ni a políticos ni a
académicos. Yo considero que eso es un honor, Víctor. De los
políticos, mejor ni hablar. De los académicos –entre los que me
moví demasiados años- es mejor hacerlo, porque a los otros se
los ve demasiado, son posibles objetos de vilipendio público,
pero estos están muy escondidos en sus cubículos universitarios,
despachos y salas de departamento, maquinando la miseria
intelectual como ratas. (Sin exagerar, porque hay de todo, pero
sobre todo roedores de esos.) Es un honor –para mí lo fue- no
gustar a esa feligresía soporífera, como aquella a la que mostré y
presenté entonces tu recién salida “Historia de Extremadura”
(justo por aquellos años de su publicación vine a la UEX) con
toda ilusión y no recibí más que sonrisas de desprecio,
suficiencia y tontería: no eras académico, no eras historiador, no
eras científico. ¡Qué cachondeo! ¿Y ellos? Ni que ellos hubieran
metido su nariz en la panza del Zeitgeist. (No todos, insisto,

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algunos no se creen que hayan olfateado tanto.) Empeñados en
hacer de sus historias una ciencia, como los curas, por ejemplo,
no los que te gustan a ti, y a mí -los buenos y simpáticos
párrocos de pueblo, los buenos y simpáticos, insisto, porque hay
otros que no lo son, desde luego-, sino los de postín, que se han
empeñado desde siglos en hacer de sus monsergas nada menos
que una lógica de Dios, una “teología”, como si lo conocieran del
bar de enfrente o hubieran metido su nariz en la pericoresis
trinitaria o en la panza búdica del karma.
Que aprendan de ti a hacer historia para la gente, de tu
sabiduría, de tus horas de trabajo incansables, de tu modestia y
de tu crítica, tan sinceras, auténticas y enteras una como otra, y si
no leen tus libros, que lean al menos tus entrevistas, que
deberían analizar en clase con los alumnos para aprender unos y
otros historia. Por ejemplo, la magnífica que te hicieron en
“Voces de Extremadura” (El Salto Extremadura): “Yo he sido
condenado al silencio” (https://www.elsaltodiario.com/voces-de-
extremadura/victor-chamorro-25-marzo-extremadura-
jornaleros-yunteros. Por cierto, tú, en el Destino, siempre diste
clases de historia ¿no?
Siempre te recuerdo en tu casa de Canillejas -no tanto en
la de la Corredera, curioso- sentado, austero, en tu sillón,
también austero, en la sala, con un tablón de madera sobre las
rodillas, folios sobre el tablón y escribiendo, siempre escribiendo.
Luego íbamos de vinos, claro. A ver cuándo es la próxima vez. Iré
a verte pronto a Hervás, te lo prometo, además me empuja
también el deseo de conocerte de mi mujer, Ángela Pérez
Castañera, filóloga, que te admira. Cuántas veces hemos hablado

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de visitarte Juan Sánchez y yo estos años. (Mira, Juan sí es un
buen historiador y un buen individuo, que te aprecia, que te
quiere, y además de los que no dan repelús por su tontería.)
Pero lo malo, Víctor, para acabar mal, porque los finales
nunca son buenos, digan lo que digan: ¿dónde está hoy ese
pueblo de que hablas, que has querido y quieres tanto, con
conciencia de explotado, rebelde, revolucionario? ¿El que vota a
los políticos que tenemos? ¿El que no se carga a Putin? Eso es lo
malo, que no existe. ¿El que permitió que un payaso charlotino
como Aznar “utilizara el terror como arma política y de guerra”,
dices, colocando al cantinflas de Valladolid –qué exagerado eres
al ajuntarlo al panteón histórico de los demonios- en el contexto
de malditos bufones como Franco o Hitler, o en el de payasos
high-rise como Trump, o de andar por casa como Casado, Rivera
y Abascal –aquí te quedas corto-? (Sin hablar de nuestros clowns
extremeños.) Un pueblo amedrentado es lo que queda, dices.
Seguro que por no decir otra cosa, u otras muchas. Yo nunca
olvido lo de Churchill, incluido él: un pueblo tiene los políticos
que merece.
Mira, un consuelo: viendo fotos, qué guapo estabas, qué
guapos estábamos entonces, cuando burlábamos a grises y
fachas, tan peligrosos unos como otros. ¿Recuerdas? Cuando
tampoco nosotros, como los jornaleros extremeños del 25 de
marzo de 1936, estábamos amedrentados por la vida. ¿Lo estás,
lo estamos?

Isidoro Reguera

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Noches blancas

Víctor Chamorro mil novecientos etcétera, sigue fiel a su


infancia. Sigue en el yunque del niño que tejió su Freud. Y así fue
como su abuelo le hizo profesor, sus lectores le convirtieron en
padre y sus padres le abocaron a ser Vizarco, seudónimo bajó el
que Teresa tecleó su vida.
Chamorro toreó con Felipe Trigo en el ruido Ibérico de
sus afanes. Destazó los libros que cortaba, subrayaba y amontonó
como herramientas. Su casa es un museo de olvidos selectos, un
zarzal de fotografías, y polvo en un orden matemático; un silo de
bolígrafos secos como cartuchos agotados en el fragor de la
batalla. Su guerra es el lenguaje, atrincherarse en la metáfora
hasta desnudar la palabra. Diluir la angustia con el antídoto
preciso. Señalarle la picha al emperador del eufemismo.
“Inútil total” fue su diagnóstico, “El santo y el demonio” (1963)
su tratamiento. En una cama con escombros de reúma, comenzó
un exilio de “Noches blancas” y cartas de amor a Teresa. En
Hervás -ya para siempre Gervasia- fue creando su Comala
particular. Entuertos domésticos que desfacía a golpe de diario y
lecturas de El Guerrero. Inmerso en el bocadillo del tebeo se
nutría mejor que con pan blanco.
Con dieciséis años finalistó el premio Nadal, pero su
padre no quiere que escriba y él lo niega. El señor secretario
quiere un hijo Derecho. La prensa publica su nombre y la
sentencia es firme: “Ojalá tu talento esté a la altura de tu
cinismo”. Quienes vivimos en la España póstuma sabemos que

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los pueblos dan monaguillos o rayos que no cesan. Y Chamorro
se fue orihuelando. Son tiempos de zozobra. El escritor se nutre
encarando la injusticia. Su padre fue procesado por ejercer su
cargo con honestidad. Vive el temor con angustia adolescente.
Aquella afrenta forjó su carácter.
“El adúltero y Dios” (1964) son las memorias de un
celoso extremeño. Un testimonio real que novelizó. La guerra
civil vista desde el prisma de un paria morapio. Lara la desdeña.
Delibes la aplaude. Chamorro sopla la ceniza y la retitula
“Amores de invierno” (1966). Queda otra vez segundo en el
premio “Blasco Ibáñez” de 1966 y Raúl del Pozo titula en Pueblo:
“Víctor Chamorro: de oficio finalista”. Rompe la dinámica con
“La Venganza de las ratas”, 1967. Gana el premio Urriza de ese
año y comprende la gramática del éxito. Viajes, firmas,
entrevistas, prensa y televisión. Pero Chamorro siente la tinta
como un linaje y no cede al escaparate. “Yo me vuelvo a casa”
dice, ya casado con Teresa.
Dos partos fallidos escriben “El Seguro: enfermos ricos,
enfermos pobres”, 1968. Escrita en la atmósfera febril del
insomnio, apunta el tono que cuajará en “La hora del Barquero”
(2002). En ella encontramos dos claves de su obra: la vida como
material novelable y la pertenencia de clase como semántica.
Recoge en Gijón el premio “Ateneo Jovellanos” (1968), pegando
un portazo al editor Richard Grandío. Viaja a “Las Hurdes, tierra
sin tierra” en 1969. Cela le elogió el título certero. Y conoce a
Gonzalo Sánchez Rodrigo con quién publica “Sin Raíces” (1971),
biografía novelada de su abuelo, responsable del “Método Rayas”:
otra gesta heroica y olvidada, en la historia de la región.

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Chamorro abandona las leyes y se implica en la docencia.
Convierte alumnos en actores con el arte anarquista del teatro.
Lo mismo da el “Auto de los Reyes Magos” que “Escuadra hacia
la muerte” (1953) del prohibido Alfonso Sastre. La tragedia acaba
en “Reunión Patriótica” (1994), y la emigración en Destino,
colegio donde ejerce más de treinta años.
Madrid es un hervidero político y Chamorro forja su
ideología con lecturas y experiencias. Vuelve a Gervasia cada
poco. Escribe “Guía secreta de Extremadura” (1976) y publica
“Extremadura, Afán de miseria” (1979) tras la lectura de
“Extremadura saqueda” (1978). El escritor convierte a narrativa
aquel ensayo que sigue vigente. Víctor Chamorro, como una
María Moliner de Canillejas, elabora la primera “Historia de
Extremadura” (1981/1984) en ocho volúmenes. A golpe de
Ducados y ginebra escribió nuestro preámbulo que hoy nos sirve
de futuro. Pero él se siente novelista. Siente la historia como
vehículo fiable, como perspectiva necesaria para que la ideología
no descarrile. Publica “El muerto resucitado” en 1984, genial
confusión de ficción y realidad.
Con “El Pasmo” (1987) su narrativa da una vuelta de
tuerca. Maneja con destreza los resortes de la novela. Los
personajes tienen su lenguaje. A través del diálogo descubrimos
su psicología. Chamorro está dentro de lo que escribe. Ha vivido
y estudiado la región y tiene el oficio maduro. Su técnica es la
constancia. Dejar que el tiempo construya el relato de la
memoria. El panorama literario comienza a cambiar. La
Transición (para Vízarco ya siempre Transacción) troquela el
canón del porvenir. “Quien se mueva no sale en la foto”.

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Eduardo Moga, lector de la Agencia Carmen Balcells
informa en 1990 que “Los Marqueses del infierno” de Víctor
Chamorro es una obra extraordinaria, pero la novela se desdeña
porque el autor “es demasiado mayor y no se le va a poder sacar
el suficiente partido”. En 1994 publica “Reunión Patriótica”,
memoria histórica en las postrimerías del franquismo, que tuvo
ya que ser autoeditada.
La estafeta de Correos es la Agencia literaria de Teresa.
En 1997 coloca “El pequeño Werther” en Plaza & Janés.
Francisco, alter ego de Chamorro, nos muestra su atormentada
adolescencia. Y llegamos a su obra cumbre: “La hora del
barquero” (2002). Una pesadilla, una novela kafkiana, una
tortura que introduce por los ojos un trapo en la garganta. Su
novela más valiente en fondo y forma. No apta para
socialdemócratas. Gana el premio “Café Gijón” y su nombre
vuelve a sonar debajo de las alfombras.
“Érase una vez Extremadura” (2003) compendia sus 8
volúmenes de la historia regional, con un benevolente final de
cuento. Desde entonces, silencio. El mercado editorial que
publica 80.000 títulos anuales, no tiene hueco para su prosa.
Conozco su archivo. Decenas de cartas elogian su calidad que
consideran un problema. La censura del mercado es implacable
porque controla todos los resortes. De nada sirvió que Planeta,
Plaza & Janés, Seix Barral, Espasa-Calpe o Acantilado publicaran
su obra.
Su hija Maite funda Planteamiento y edita “Guía de
Bastardos” (2007), un thriller con atrezzo revolucionario, “Los
Alumbrados” (2008) nuestro particular Quijote, “Pasión

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Extremeña en 13 actos” (2009) obra de original estructura donde
funde los guiones de la serie de televisión “Extremadura desde el
aire” (2009) y “Calostros” (2010), sublime magisterio del relato
corto. En 2012 le conceden la Medalla de Extremadura el
Gobierno de la Región y la contramedalla una agrupación de
colectivos sociales. En 2017 publica “25 de marzo de 1936”, su
última obra hasta el momento.
Por el camino 65 años de literatura nos contemplan.
Libros para la docencia, ensayos y colaboraciones en prensa.
Artículos para ABC o El País (por el artículo “Cráteres en la
memoria” en El Independiente, recibió el premio Dionisio Acedo
de Periodismo en 1988), así como diferentes reconocimientos.
En el año 2000, recibe el galardón Tierra y Libertad y en 2010 la
Tenca de oro. La biblioteca de Belvís lleva su nombre, un
concurso de relatos, una calle en Gervasia y un parque en
Plasencia.
De su trayectoria se han ocupado los programas “Esta es
mi tierra” (1983) de Televisión Española, “Calostros” (2012) de
Triano Media o “El sillón de Víctor” (2013) de Óculo TV. La
serie “El lince con Botas” de Libre Producciones le ha retratado
en: “Las palabras de Víctor Chamorro” en 2002, “Los crímenes
de El Pasmo” (2006), “Los sucesos de Castilblanco” (2007), “25
de marzo de 1936” (2018) y el espacio inaugural de la serie “La
Barcarrota” (2015), emitida por Canal Extremadura.
Víctor Chamorro, mil novecientos etcétera, narra como
respira. He compartido con él quince años de trato casi diario.
Conozco su intimidad y sé que su mejor grandeza reside en la
conversación. Pertenece a una estirpe de narradores extinta. He

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asistido a decenas de sus conferencias. Sé del magisterio de su
palabra, de la adecuación del discurso en función del auditorio.
He escuchado sus anécdotas con el placer intacto al descubrir
cómo se gana un oído. Matiza el ojo, hace del gesto su adjetivo y
nos devuelve a la tribu, a la atávica necesidad de confidencias.
Con su fonética de ala marxista, su narrativa vuela en
melancolías necesarias. Su obra nos contempla para mejorar el
fracaso. Algunos le deben el ejemplo de su trayectoria. Yo,
además, mi paternidad literaria y la atalaya del sarcasmo.

Jonás Sánchez Pedrero

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Víctor Chamorro

Después de tantos años de docencia, la paciencia acaba


convirtiéndose en costumbre. Ha sido mucho tiempo enseñando
historia y literatura en Hervás y Madrid. Debe de ser difícil
cuando uno forma parte de lo que transmite, cuando se es
protagonista de la intrahistoria de nuestra región. Vaya lujo, un
profesor que ha sido finalista del premio Planeta dos años
consecutivos, o que ha obtenido el premio Ateneo Jovellanos o el
Café Gijón o que ha visto publicadas sus obras en Seix Barral, el
Acantilado, Círculo de lectores o Plaza y Janés. Este bagaje da
experiencia suficiente para explicar y comentar libros ajenos. Y
además preparar una historia de Extremadura en ocho tomos le
convierte en un experto en nuestra tierra.
Cada novela de Víctor Chamorro está escrita con la
lentitud morosa de quien no elige una palabra hasta tener la
certidumbre de su significado exacto. Víctor cree que para
cualquier cosa que se quiera decir hay una palabra para
expresarla, un verbo para animarla y un adjetivo para calificarla.
El mar no puede ser simplemente bonito, les decía a mis
alumnos del taller literario donde nos conocimos. Se trata de
calificar el mar con el adjetivo que necesite en ese momento. Hay
que trabajar la adjetivación, porque si el nombre es la esencia de
las cosas, cualquier palabra que se le añada es la opinión del
escritor sobre el mundo.
Soy uno más, les dijo a los alumnos, cuando a la hora de
la cena pusimos un fondo común. Y no se dejó invitar por

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aquellos a los que había maravillado una hora antes, y a los que
además había regalado un libro. Y empezó a caerme muy bien. Y
encima escribía bien. Y trataba a los demás no como un dios del
Olimpo sino como el profesor paciente al que no le importa
perder tiempo con los menos despiertos.
A veces hay que huir del encuentro con determinados
escritores, aunque te gusten sus libros. Escribir bien no supone
ser honesto, ni siquiera ser una buena persona. Sobran los
ejemplos. Pero ahí está Víctor Chamorro: soy uno más, les dijo a
mis alumnos, y ellos que, una vez leído su currículum, esperaban
un divo, quedaron boquiabiertos. Desde ese día, tengo una
deuda pendiente, que trato de pagar con estas pocas líneas.
Es un placer leer algo exigente en una época de prisas y vértigo.
Cada generación literaria trata de mejorar a la generación
anterior, a veces silenciándola, pero no se debe dejar de lado a
nadie, y menos a Víctor Chamorro. Ajeno a las modas,
independiente como pocos, sigue escribiendo con tenaz
resistencia, tanta que ya no acude a las grandes editoriales, sino a
la de su hija, creada exclusivamente para él. No es un producto
de estos tiempos de usar y tirar, sino que pertenece a la historia
de Extremadura. Dueño del vicio adquirido de la paciencia, no
tiene prisa en ser famoso, por eso pule, corrige, hasta hacer casi
transparente su propio estilo.
Leerlo es reconciliarse con el trabajo de un hombre
honesto.
No se me ocurre mejor recomendación posible.

Pilar Galán

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Víctor Chamorro, la yunta del compromiso

Debió ser Paco Espinosa el que me hablara por primera vez de


Víctor Chamorro al saber que yo escribía y que daba clases en
Extremadura. Busqué sus libros en la biblioteca del instituto,
busqué sus libros en la biblioteca del pueblo, los busqué en mis
visitas a las pocas librerías que en la capital merecían ese
nombre, pero sus libros no estaban en ninguna parte. A
mediados de los años noventa aún no había internet y encontrar
un libro, sobre todo si este era viejo o estaba descatalogado o
había sido publicado por una editorial pequeña, era una tarea la
mayor parte de las veces estéril.
Pregunté por él a los compañeros del Departamento de
Lengua y Literatura, pero o no lo conocían o su nombre les
sonaba pero no sabían de qué. Nadie lo había leído. Entre los
profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres
tampoco tenía muchos seguidores y las veces que lo nombré,
incluido algún político ilustrado en el coro, la respuesta fue que
el tal Chamorro no encajaba en el discurso oficial que el partido
sostenía para Extremadura y por tanto, había quedado fuera de
la corte de palmeros literarios que en aquellos años florecía en
esta tierra, recompensados con ediciones institucionales, cargos,
empleos y saraos varios.
Con estos antecedentes, Víctor Chamorro se convirtió
para mí en una muletilla con la que zaherir a los literatos
regionales cada vez que se me ponían a tiro. Sin haberlo leído
aún, me gustaba preguntarles por él y sorprenderme ante sus

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respuestas que, en lo esencial, coincidían en que su pluma
rebelde e insobornable, su crítica a las estructuras de poder y su
oposición al discurso hegemónico, le habían acarreado un
merecido ostracismo; elevado al vacío por parte de los
investigadores y profesores universitarios habituados a esos
despachos también con puertas giratorias entre la educación y la
política.
En 2002 supe por la prensa que había ganado el premio
Gijón de novela con “La hora del barquero”, que publicó
Acantilado y que pedí a mi librera de confianza y que nunca
llegó a mis manos no sé si por desinterés de la propia editorial en
difundir el libro o porque la historia que se contaba en él era
mejor no airearla para que su autor no terminara envuelto en
una demanda judicial por aquello del derecho al honor que
sorprendentemente pueden invocar con toda tranquilidad los
torturadores a sueldo del Estado.
Un año después la ERE reeditó “El Santo y el demonio”,
su primera novela, que fue finalista del premio Planeta de 1963, y
que esta vez sí, comencé leyendo un día y terminé devorándola al
siguiente, atrapado por la historia y por la prosa de un escritor
sin igual en Extremadura; y digo esto, sin igual, porque Víctor ni
se marchó de su tierra para poder escribir y, sobre todo, para ser
reconocido como escritor, ni se quedó en ella para recorrer los
pasillos de la administración a la caza de alguna prebenda, como
tantos otros mediocres. Solo así se explica que alguien que
escribe tan bien tenga que recurrir a los premios y, sabiendo
todos la naturaleza espuria de los premios, que haya sido
finalista de tantos.

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Entre los años sesenta y setenta, animado por su éxito editorial,
Víctor Chamorro decide comenzar la revolución por Hervás y
monta un grupo de teatro. Mal asunto. El caciquismo
tardofranquista y las fuerzas mortecinas del pueblo se
conjuraron para exiliarle. Sigue escribiendo, pero lejos del
dictado y el gusto del poder. Llega el tiempo de la la transacción,
la postmodernidad, el pelotazo, la marca España…. la literatura
de Chamorro encaja mal con lo que las editoriales están
dispuestas a publicar, con lo que el poder gusta escuchar, dar
testimonio de una realidad cruda y dura, y de uno seres
desamparados y al borde de la indigencia en medio de las
terribles condiciones de vida de la España rural sumida en una
posguerra interminable, no está de moda. Tiempo de silencio en
plena democracia, años de silencio en la escritura de Víctor
Chamorro que termina por auto publicarse sus libros como mal
menor al mal mayor de que aquí casi nadie lee.
Hace unos años fusionó su amor por la historia, la
literatura y el teatro en la obra “25 de marzo de 1936”. El gran
hito de la historia de Extremadura en cuanto nos quitamos de
encima la matraca de los conquistadores y la virgen de
Guadalupe. El gran hito de la mayor ocupación de tierras que se
conoce: 3.000 fincas en casi 300 pueblos repartidos por toda la
región, el gran experimento social que protagonizó el pueblo
extremeño para escándalo del actual PSOE, que no quiere ni oír
hablar del tema. La magnífica gesta que no cantaron ni Luis
Chamizo, ni Eugenio de Frutos, ni Reyes Huertas, ni Martínez
Mediero, ni ningún otro palmero, y por lo que hoy, se les dedican
calles, centros de enseñanza, loas, placas y esculturas además de

25
editarles sus obras completas.
Víctor Chamorro seguirá escribiendo de lo que más le
duele de esta tierra: el caciquismo, el oscurantismo, el
latifundismo, la ansiada reforma agraria, la emigración, el
sacrificio, la miseria, la guerra social… Temas todos poco
amables para quienes no conciben otra literatura que no sea la de
la pacificación, el conformismo, la apatía, la reconciliación entre
clases y el divertimento. Tal vez por eso, en 2012, José Antonio
Monago, le dio la Medalla de Extremadura, a ver si se callaba,
pero su voz cada vez suena más clara y con más fuerza.

Antonio Orihuela

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¡Tierra de "Levante"!

Andando en mi tierra
de espigas bordadas,
de migas y panes
de espaldas moradas.

Encontré esos surcos labrados


por manos dolientes
de lomos sudados
y puñal en los dientes.

Tiempos agrarios
retando al destino,
se "levanta" el currante,
Él la siembra y la siega ¿por que no tenerte?

El pan y las migas,


el sol y el rocío,
la riega y el fruto,
penares y olvidos.

25 de Marzo mi tierra Extremeña,


conspirando en Trastienda,
llega a mis manos,
las letras que queman y enciende la leña.

27
Entierro narices
y con mi instinto en el morro,
me bautiza Extremeño:
Don Víctor Chamorro.

Extraño a mi Tierra:
el vino y los fuegos,
rescoldos encendidos
que no tienen miedos.

Dignidad desde abajo


forjando la daga,
templada en el Marzo
del Levante Agrario
"La Tierra por siempre para el que la Trabaja".

Héctor Gutiérrez Pesce


(un Extremeño más, Argentino y "bellotero")

28
25 de marzo

Es menester comenzar con una confesión: Si se trata de Víctor


Chamorro, no puedo ser objetivo. Y me explico: la amistad
personal, el conocimiento de su dignidad e integridad
ciudadana, y la admiración por su obra histórico-literaria, me
inhabilitan para ello.
A principios de los años 70 cayeron en mis manos “El
santo y el demonio” y “La venganza de las ratas”. Yo era por
entonces un joven maestro que ejercía en pueblos en blanco y
negro, semejantes a los que Víctor describía en sus novelas.
Tras una década por tierras gaditanas, siempre atento a lo que
acontecía en Extremadura (tiempos de la “transacción”, que diría
Víctor), recalé en Hervás y se inició una relación que surgió de
unos sencillos concursos de narraciones escolares, de los que
acabaría naciendo el Concurso de Relatos que lleva su nombre y
de cuyo jurado formo parte.
Hemos charlado en el paseo, en su casa,...; ha escrito
prólogos geniales para mis modestos libros; vino a charlar con
mis alumnos, cada vez que se lo pedí, acompañado de nuestra
querida y añorada Teresa; y me ha regalado el relato de vivencias
y anécdotas geniales.
Su cercanía, su compromiso social y su carácter
independiente, su producción literaria, el extremeñismo sin
folklore de su obra y de su vida, su lucha (desde nucleares a
refinerías, desde el caciquismo hasta la emigración...), hacen de
él un referente a todos los niveles, reconocido tardíamente con la

29
Medalla de Extremadura.

Francisco Moriche Mateos

30
Las palabras de Víctor

Me encuentro en la posición del alumno que no solo está


autorizado a apreciar al maestro: también se le reclama que diga
algo sustancial respecto a su vida y su obra. Y lo que tengo que
decir es que estoy en deuda con ambas, obra y vida, porque me
ayudaron a desprenderme de, entre otras cargas, la candidez:
hasta que leí sus letras, sus ensayos, sus novelas, nunca se me
hubiera ocurrido pensar que para entrar en la marginalidad
social y artística con todos los honores, solo era necesario
ponerse del lado de la justicia y escribir desde la excelencia.

Pensaba que sería al revés. Qué absurdo.

Conocí a Víctor Chamorro en el pasado, y comenzó a


proporcionarme gozos duraderos, asideros frente a la
precariedad. Como conversador, como escritor, como
protagonista, se convirtió en la constante advertencia ante mi
propia historia, y la historia de la tierra que habito, herida de
forma irreversible por la propiedad privada, el Estado y la
religión. Frente al silencio que en estos espacios resuena con
nitidez, las palabras de Víctor han proporcionado una
experiencia física y ética a sus lectores y oyentes. Y pienso en
todos aquellos que en su tierra no existen, que son tan solo
fantasmas, pero que leen y leerán a Víctor Chamorro. Del
inmenso terreno del desamparo salen y saldrán a la luz, y se
apoyan y apoyarán en otros para revelarse y rebelarse. Porque

31
más pronto que tarde descubren que lo esencial es haberlo
conocido, haberlo leído. Y ahí reside nuestra esperanza.

José Camello Manzano

32
Un arroyo llamado honestidad

A Víctor Chamorro.
Porque su palabra nos llega clara
como agua a los labios sedientos
de un pueblo ávido de saber.

Pudiste ser un río de amplias torrenteras, un río capaz de


saciar la sed y la codicia humana, las ansias de poder; solo tenías
que controlar tu singladura, ser dúctil, manejable, aplacar tu
ímpetu para no molestar al gusano ocioso que surgió al regazo
de una tormenta de bocas que tronaban tierra, pan y libertad, ser
complaciente para no incomodar a ese conglomerado de raíces
sátrapas que extorsionan la tierra para adiestrar el cauce bravío
de la inocencia.
Podrías haber sido un río eterno cruzando glorioso y en
olor de multitudes el mapa impúdico de una tierra llamada
sumisión, podrías haber bramado libre, solo con respetar los
cauces sugeridos por los domadores de agua, ellos te hubieran
regalado las sombras de los álamos, el favor de los vientos, la
caricia del sol y hasta la lluvia misma, también la sumisión de
lindas muchachas arrojando lirios y amapolas a tu paso bajo el
arco triunfal del puente construido para domar rebeldías.
Podrías haber gozado de una complaciente
desembocadura y haber depositado en la memoria colectiva del
cenagoso lago un rico sedimento donde sembrar la rosa
putrefacta del poder.
Y decidiste sin embargo, ser riachuelo, dejar que las

33
sedientas palabras poblasen tu ribera, que los huérfanos juncos
besasen el latir de tus límpidas aguas. Osaste trazar un curso
cotidiano aun conociendo lo agreste del paraje, las quebradas y
barrancos que tendrías que eludir, te hiciste arrollo de sereno
caudal, arroyuelo que, sin aspavientos, baja desde el manantial de
la cumbre soñando con la inmensidad del abrazo solidario allá
en la planicie más remota, al sur de las bocas oprimidas y
sedientas esperanza,
Decidiste ser agua a contracorriente del agua, a
contrapelo del aplauso fácil, del paso de la mano por el lomo, del
asentir para sentirte alguien que por la insolencia de ser alguien
asiente.
Decidiste saber de orografía para no tener que cuidar de
los demagogos de la lluvia, para no tener que explicar la
brevedad de tu curso, decidiste ser rico en afluentes y prolongar
así tu singladura. Para no tener que vivir en la pobreza de un
pensamiento encauzado, de una acequia trazada por los
mercaderes de la alegría, optaste por surtirte de muchos
manantiales.
Tú, que eres hijo de profundos acuíferos, que conoces la
sapiencia selvática de los antiguos manaderos y el ronco latido de
de la lluvia cercana, a pesar de los diques, de las presas y muros
que se oponen al transcurrir de tu cauce, siempre has encontrado
un resquicio por el que surtir de agua fresca y transparente, los
labios y gargantas de ese océano llamado pueblo y que tanto
anhela conocer su historia.

Eladio Méndez

34
A Víctor Chamorro con quien hubiera deseado compartir más
instantes.

Tierno como un fragmento de caricia,


frágil como encina abandonada.

Quijote de urgencia

sucumbiste al encanto de molinos de palabras;

precisabas los silencios latentes,

los recovecos de cada rincón de este extremo duro,

y emprendiste camino sin escudero alguno

con el verbo enjuto, el adjetivo cóncavo

socarrón y rural sin afán de miseria.

Alumbraste bastardos,

señalabas lo oculto,

lo sin nombre con rostro esculpido en lenguaje.

35
Para salvar tu compromiso vigilante

la ironía te esquivaba tiempicidas,

mientras encontrabas tesoros de adjetivos

en generosa ofrenda.

Gracias.

Pedro Sánchez González

36
Adhesión de Eduardo Moga

Un buen amigo, Jonás Sánchez Pedrero, me regaló hace poco


La hora del barquero, de Víctor Chamorro, ganador del Premio
Café Gijón de 2002 y publicado por Acantilado en 2003. Se trata
de un libro difícil, en el que se narra, con prosa barroca y
expresionista, llena de relumbres oscuramente poéticos, el largo
interrogatorio al que un torturador y un psiquiatra someten al
protagonista, Jesús Maera. Víctor Chamorro, nacido en Monroy
y residente en Hervás, es un sobresaliente autor extremeño, que
ha escrito dilatadamente sobre su tierra (su monumental
Historia de Extremadura ocupa ocho volúmenes), pero cuya
ausencia de los círculos literarios, tanto extremeños como
españoles, siempre me ha llamado la atención. Al abrir el sobre
de Jonás y descubrir La hora del barquero, recordé que mi
conocimiento de Víctor Chamorro se remontaba, en realidad, a
muchos años atrás. A principios de los noventa, cuando era
joven, feliz e indocumentado, fungí de lector de la agencia
literaria Carmen Balcells, es decir, de último mono de la
todopoderosa y enormísima, en todos los sentidos de la palabra,
agente. Y entonces tuve ocasión de leer un manuscrito de
Chamorro, del que no tenía, por aquel tiempo, ninguna
referencia (a pesar de que ya había ganado algunos premios
importantes y publicado en Seix Barral [El pasmo, 1987]; cosas
de mi ignorancia). Aquel libro se titulaba Los marqueses del
infierno y contaba la particular cruzada que un fraile dominico,
Alonso de la Fuente, emprendía hacia 1570 contra la herejía de

37
los alumbrados, una cruzada que se desarrollaba, en buena parte,
en Extremadura. Me impactaron el empaque léxico, la brillantez
formal de la prosa de Chamorro (que sigo advirtiendo,
aumentados, en La hora del barquero) y el minucioso bagaje
documental, sabiamente integrado en la narración, que
amparaba la novela. Mi informe, firmado el día de Reyes de
1990, y que tengo ahora, al escribir estas líneas, delante de los
ojos, era muy favorable. Concluye así: «Una novela espléndida,
de necesaria publicación». De hecho, ese informe fue uno de los
pocos favorables que firmé en mis dos años largos de
colaboración con la agencia: lo que me daban a leer era, con
pocas excepciones, mediocre o, sin más, basura. Cuando, pasado
algún tiempo, me interesé ante el coordinador de los lectores de
la agencia —hoy profesor universitario y destacado crítico de El
País— por la suerte de la novela, me respondió que no iban a
promoverla. Me atreví a preguntarle por qué y su respuesta fue:
«El autor es demasiado mayor [en 1990, Chamorro tenía 50
años] y no se le va a poder sacar el suficiente partido...». (Así lo
dijo, con una fórmula impersonal que diluía la crudeza de la
razón, pero que también los incluía a ellos: la agencia era uno
más de los entes que no le iban poder sacar a Chamorro el
suficiente partido). Aunque lamentase que se refiriera a un libro
admirable, aquella respuesta me iluminó como pocas otras lo
han hecho, a lo largo de mi vida como escritor (y editor), sobre la
escabrosa realidad de la industria editorial —y, por extensión, de
la cultura— en nuestro país. Una magnífica obra literaria se veía
condenada a seguir en la oscuridad de la inedición porque el
autor no era un joven pinturero, con muchos años de escritura

38
por delante, al que sellos y agentes pudieran exprimir lo bastante
como para rentabilizar la inversión que se hiciese en él. En la
página web de Víctor Chamorro veo, no obstante, que en 2008 la
editorial Planteamiento publicó una novela titulada Los
alumbrados, que muy probablemente sea la que yo conocí como
Los marqueses del infierno. En la página de Wikipedia dedicada
al escritor, se dice que «ha tenido que optar por el camino de la
independencia para salvar su obra del cedazo del mercado» y que
«su hija Maite decidió montar la editorial Planteamiento» para
garantizar ese camino independiente. Lo celebro y lo aplaudo,
aunque sea con treinta años de retraso.

Eduardo Moga

[Fragmento del blog Corónicas de Españia: «Lecturas en la


prisión (1)», 22 de marzo de 2020:
https://eduardomoga1.blogspot.com/2020/03/lecturas-en-la-
prision-1.html]

39
40
Historiadores, compromiso social y político

41
42
Víctor Chamorro y la Historia de Extremadura

A lo largo de la primera mitad de los ochenta Víctor


Chamorro publicó los siete tomos de su Historia de
Extremadura, una obra rica, atípica, viva. Cada tomo se centraba
en un periodo acotado en el subtítulo, dispuestos en orden
cronológico, siguiendo, en principio, la conocida “flecha del
tiempo”. Sin embargo, cada tomo abarcaba un periodo
considerablemente más amplio que el siguiente. El primero
arrancaba en la prehistoria y llegaba al Renacimiento; los
posteriores cubrían siglos; los más recientes, apenas unas
décadas. A mayor proximidad del pasado, mayor dedicación del
autor. La flecha del tiempo engrosaba con su trayectoria. La
decisión no resultaba extraña a tenor de la consabida diferencia
entre tiempo cronológico y tiempo histórico: si el primero se
despliega regularmente, el segundo se suele medir en cambios e
intensidad. No obstante, la mayor atención que Víctor Chamorro
prestaba a los procesos recientes resultaba inusual a principios de
los ochenta. A la dificultad por la falta de perspectiva y
dispersión de las fuentes, se sumaba en el caso de España –tanto
o más en el de Extremadura- el temor a escribir una historia
marcada por la guerra civil, la dictadura y una transición a la que
estaban sobrevivieron las viejas élites y en la que se estaban
formando otras muy adaptativas.
La Historia de Extremadura de Víctor Chamorro estaba
cargada de presente. A diferencia de las enciclopedias históricas
tradicionales y de las historias teleológicas de largo recorrido, en

43
la obra de Víctor Chamorro el presente no aparecía como la
culminación de una trayectoria (si acaso entrecortada) de
ascenso y acumulación. Tampoco aparecía como una ruptura
con el pasado, como el momento de liberación del peso muerto
de la historia o el lugar desde el que mirar, satisfechos, el lastre
secular que se ha dejado atrás. En la Historia de Extremadura de
Víctor Chamorro el presente aparecía como conexión con el
pasado, como conciencia de un pasado que seguía pesando
demasiado, pero que también contenía experiencias de alivio,
como una invitación a redimirlo. Para fijar esa conexión Víctor
Chamorro eligió como tiempo verbal de su narración el presente
histórico. Escribía, por ejemplo: “El segador es contratado por el
diezmo de lo que siegue. El pastor recibe el diezmo de los
quesos”, “en Zalamea de la Serena la Guardia Civil mata a dos
campesinos hiriendo a tres más” o “los ciudadanos de Llerena
deciden volar el puente de Valdeolalla para impedir el avance de
Yagüe y ganar tiempo” [1]. Frente al uso del pretérito indefinido
-habitual y más seguro en la escritura de la historia, que marca
distancias entre el lector y el pasado-, el uso del presente
histórico sitúa al lector en el pasado y da velocidad y viveza a los
hechos, acercándolos a nuestro tiempo. Frente a la narración de
una historia lejana, o frente a la narración de una historia que
avanza inexorable e impositiva sobre un presente inerme, Víctor
Chamorro situaba al lector en el pasado, como incitándole a
cambiar, en su tiempo, el curso de la historia. Cada tomo, cada
periodo, contaba con un adjetivo de subtítulo. Todos denotaban
la marginación o sometimiento de Extremadura a lo largo del
tiempo: “uncida”, “iluminada” (en el sentido de fanatizada),

44
“desterrada”, “enclaustrada”, “vejada”, “posternada”. Todos salvo el
último, que se correspondía al tiempo presente del autor, 1970-
1984, cuyo subtítulo era “esperanzada”.
El título de la obra y los subtítulos de cada tomo
-sugerentes, necesarios para lo que se quería contar y reivindicar-
resultaban también problemáticos. Hablar de Extremadura desde
la prehistoria a la década de los ochenta del siglo XX podía
presuponer la existencia de una entidad territorial más o menos
delimitada desde entonces, de una identidad cultural persistente,
incluso de un sujeto colectivo (un pueblo) que habría sido objeto
de exclusión y opresión a lo largo de los siglos. Así se venía
escribiendo sobre la identidad nacional española, idealizada y
exaltada de forma ahistórica, para tratar de imponerla a
cualquier otra. Sin embargo, esta tentación quedaba contenida
en el enfoque general de la obra, desplegado en cientos de
páginas, en sus ramificaciones y concreciones. Víctor Chamorro
no solo contaba la historia de una sociedad cambiante en el
marco de un espacio en redefinición, sino de una sociedad
desigual y conflictiva. Era una “historia desde abajo”, en dos de
los sentidos que tiene esta expresión: una historia que prestaba
atención preferente a las clases populares, y la historia escrita por
un autor que quería ver el curso de los acontecimientos desde la
perspectiva de la gente corriente y se identificaba con sus
reivindicaciones y anhelos. La perspectiva desde abajo
funcionaba como antídoto ante la ficción de una comunidad
integrada.
En la Historia de Extremadura aparecían personas de

45
toda condición social. También de las condiciones sociales
subalternas que se han encadenado o solapado a lo largo del
tiempo: esclavos, plebeyos, siervos, jornaleros… Aparecían
trabajadores y trabajadoras de actividades distintas. Pastores,
escribanos, maestras, médicos rurales, artesanos y campesinos de
baja y diversa condición: pequeños propietarios, arrendatarios,
yunteros, braceros. Se contaba su relación con el territorio,
condicionada por valores y formas originales de vida, por la
privación de recursos y niveles de desarrollo tecnológico, por la
necesidad y por la violencia: de la sujeción forzosa a la tierra a la
trashumancia, las repoblaciones o la migración. Se narraban
relaciones de clase marcadas por la apatía, su naturalización o la
adhesión a las élites, por el temor y la sumisión, por la toma de
distancia y la resistencia pasiva, y por un amplio repertorio de
protesta: revueltas, motines, guerrillas, paros, huelgas,
ocupaciones de fincas… Era una historia de cultura, en las dos
acepciones más básicas y artificiosas que tiene esta acepción: de
cultura popular y alta cultura. Era una historia sobre los puentes
y la difuminación más real entre esas instancias: de tradiciones
orales y poetas del pueblo, de talleres de pintura y tabernas, de
cantes hondos. No es extraño que Víctor Chamorro identificara
estas zonas de confluencia entre lo popular y lo letrado -mucho
más amplia en el pasado de lo contado por quienes han tratado
de situarse por encima-, porque él mismo se venía moviendo en
este espacio en sus novelas.
La Historia de Extremadura de Víctor Chamorro era una
historia novelada, escrita con pulso y destreza, con un lenguaje
rico, cuidado, recreativo a veces, propio. El lenguaje se

46
desplegaba variadísimo (sofisticado, preciso, lírico, castizo), en
parte por afán de estilo, en mayor medida para alcanzar, entre la
naturalidad y la sorpresa, los extremos del paisaje, los rincones
de los pueblos, los recovecos de la vida la gente. Paul Veyne
definía la historia como una “novela verdadera” para referirse a
una disciplina con capacidad explicativa y probatoria, pero que
era también un constructo necesitado de técnicas y recursos
narrativos. En la disciplina de la historia la narración no es solo
la forma expositiva y divulgativa de la verdad encontrada
previamente en un plano, digamos, empírico, analítico o
abstracto. Es uno de los procedimientos -uno de los momentos
mismos de la investigación- a través de los cuales el historiador
construye sus explicaciones y significados. Las fuentes,
imprescindibles en la escritura de la historia, reflejan hechos,
datos, experiencias, vivencias o sensaciones muy parciales y
fragmentarias. La función del historiador consiste en vincular
esos hechos fragmentarios; consiste, como dice Veyne, en
“proponer una trama”, un entramado, una relación de lo que
aparece disperso e inasible en su totalidad. La narración no solo
expone la trama, sino que la construye, la propone. La Historia
estudia los entramados sociales y su evolución a lo largo del
tiempo, sus cambios, sus continuidades, las recurrencias y
disrupciones. Aprehender esa motilidad -en que las estructuras,
las sociedades y los agentes adquieren su verdadera fisionomía-
requiere de una narración. La historia necesita ser contada, y en
eso radicaba otro de los valores de la Historia de Extremadura de
Víctor Chamorro, en la trama que proponía, en su dinamismo,
en su capacidad para contar.

47
En su Historia de Extremadura Víctor Chamorro
concitaba multitud de voces del pasado, con afán demostrativo y
al objeto de ceder y repartir protagonismo en la enunciación.
Llevaba constantemente al cuerpo del texto citas literales de
protagonistas de la época y reservaba el final de cada capítulo a la
transcripción de testimonios extensos, rompiendo con un
convencionalismo pensado para asegurar en el relato la primacía
de la voz del historiador y su responsabilidad sobre lo escrito.
Cada dos o tres párrafos sacaba a escena a personas del tiempo
evocado (con la habilidad del dramaturgo) o reproducía lo que
había escrito otro historiador (en reconocimiento al trabajo
ajeno). Enseguida retomaba su propia voz, un tono personal con
el que se hacía cargo de lo sugerido. Dejaba registros de época, y
la marca del trabajo arduo que hay detrás de su localización.
Las virtudes de la Historia de Extremadura de Víctor
Chamorro explican la buena recepción que tuvo en el momento
de su publicación, pero también la marginación o el silencio que
sufrió pronto, de la segunda mitad de los ochenta hasta hace
poco. Historia de Extremadura, historia del presente, historia
desde abajo, historia novelada… e historia desde fuera de la
Universidad y las instituciones de la Extremadura autonómica.
No encajaba. La obra se movía entre la descripción de la miseria,
la marginalidad y la violencia de la región, por un lado, y la
reivindicación, por otro, de su riqueza natural, cultural y
popular, de sus formas de resistencia y sus ocasiones perdidas.
Dedicaba más de la mitad de la obra a la Dictadura de Primo de
Rivera, a la Segunda República (especialmente a las promesas de
la reforma agraria y la agitación en el campo), a la Guerra Civil,

48
al Franquismo (sobre todo a la represión y la sangría migratoria)
y a la transición (a las expectativas abiertas y a los proyectos de
libertad, igualdad y verdadera autonomía).
La obra no encajaba en el discurso de la modernización
de los ochenta y noventa, que no quería mirar de frente al pasado
reciente, para no reconocer sus continuidades ni la deuda con
quienes lo enfrentaron. Ese discurso de la modernización
resultaba más limitado y limitante en Extremadura. Las mayores
dificultades para sacudirse el pasado reciente se compensaban
mirando para otro lado, a veces hacia un futuro de prosperidad
que no terminaba de llegar, pese a las mejoras; otras veces muy
hacia atrás, como se hizo con los fastos del V centenario de 1492,
cuando el discurso sobre el encuentro entre culturas apenas
ocultaba el rancio orgullo por la conquista. Los intentos de
retomar las alternativas más ambiciosas fueron arrinconados,
declarados obsoletos por la pereza a actualizarlos. La
reivindicación de la reforma agraria fue desplazada por la
subvención europea, dadivosa con la gran propiedad, tacaña con
los subsidios a los trabajadores desempleados, gestionada para
reforzar las nuevas estructuras de poder regional y local.
Emprendedores subvencionados y funcionarios devenidos en
burguesía ante el menor coste de la vida en la región poblaron el
imaginario aspiracional de Extremadura, sobrepuesto a la
realidad de miles de parados y trabajadores precarios y a esa
válvula de escape que siempre estuvo ahí: la emigración. La
impotencia a la hora de reducir de forma significativa la
desigualdad con respecto al resto de regiones se encubría con el
ataque al egoísmo real de los nacionalismos periféricos y con la

49
exaltación estentórea de lo propio, un repliegue en forma de
ofensiva. La obra de Víctor Chamorro no encajaba en esa
atmósfera.
Historia de Extremadura se publicó cuando la
Universidad de Extremadura, nacida unos años atrás, entraba en
su fase de expansión y afirmación. La joven universidad se
reivindicaba profesional, técnica, cualificada y también
comprometida con el desarrollo de la región, generalmente en
los parámetros del discurso modernizador en boga. La obra
histórica de Víctor Chamorro tampoco encajaba ahí. No se había
construido con los marcos conceptuales y los métodos de la
historiografía del momento, ni con las jergas ni los automatismos
que habitualmente les sirven de sucedáneo en el día a día. Estaba
novelada, escrita con gusto, en un tono muy distinto al registro
generalmente estandarizado de la Historia académica. Y abogaba
por el compromiso en un tiempo de descreimiento u hostilidad a
las alternativas profundas. En general la obra histórica de Víctor
Chamorro no fue reconocida en la Universidad, con excepciones
considerables. En 2005 o 2006 impartía, por ejemplo, una
conferencia organizada por algunos compañeros en la Facultad
de Filosofía y Letras, cuyo título era “Desclasados hacia arriba,
desclasados hacia abajo”, a la que tuve la suerte de asistir. Hizo un
repaso por figuras de la cultura extremeña que habían roto con
sus orígenes sociales, siguiendo sendas direcciones opuestas. Dos
polos de atracción para las gentes de letras, de los que el
ascendente suele funcionar con más fuerza.
Más allá de sus formas, contenidos y compromisos, la

50
valoración de la Historia de Extremadura de Víctor Chamorro
dependió mucho de la posición de su autor, del hecho de que
estuviera fuera de los espacios de promoción y reconocimiento
del poder regional, en sus dimensiones culturales, institucionales
y partidaria. Pero estar fuera de los circuitos del poder de turno
permite estar cerca de otros sitios. Creo que a Víctor Chamorro
le ha permitido estar vitalmente cerca de las experiencias del
pasado en las que la Extremadura oficial ha evitado mirarse, y
más cerca de los muchísimo lectores y lectoras que se han
acercado y se acercan a su obra por iniciativa propia. Ese es un
reconocimiento auténtico, que hoy se hace colectivo en este
merecido homenaje.
Juan Andrade
(historiador extremeño, profesor de la Universidad Complutense
de Madrid)

[1] La primera cita en Víctor Chamorro, Historia de Extremadura,


Tomo I: “Uncida” (Prehistoria-Siglo XV), Madrid, Quasimodo, 1981, p.
157. Las dos siguientes en Víctor Chamorro, Historia de Extremadura,
Tomo V: “Vejada”. DE la II República al movimiento maqui”, Valladolid
1983, respectivamente p. 41 y p. 171

51
52
Víctor Chamorro: provocador, honesto y divertido

Siempre me gustó viajar en tren. Si tienes suerte encuentras


buenos compañeros de viaje con los que compartir triviales y a
veces interesantes temas de conversación, que permiten acortar
el tiempo y acercarte a tu destino, sabiendo que a tus
interlocutores les mueve similar interés, y que ese contacto
cordial será seguramente efímero e intrascendente. Hace más de
dos décadas hice uno de esos viajes en el Talgo Cáceres-Madrid,
que teóricamente realiza el recorrido entre las nueve de la
mañana y la una del mediodía. Ese día, Víctor Chamorro
también iba en el tren y se dirigía al mismo destino. Le reconocí,
y venciendo la natural timidez propia de esas situaciones, me
acerqué a saludarle, entre otras cosas, porque tenía muchas ganas
de conocerle. Como respondió amablemente a mi requerimiento,
decidimos tomar un café y no paramos de hablar y compartir
impresiones y complicidades en las casi tres horas que nos
quedaban de trayecto. Hablamos de muchas cosas, de su traslado
a Madrid, de su docencia en el instituto, de política, de
Extremadura, del Atlético de Madrid, y también de mi maestro,
Antonio Rodríguez de las Heras, con el que me formé en la
Universidad y contraje una deuda intelectual impagable; y me
agradó saber no solo que se conocían, sino que habían
compartido buenos y amigables momentos.
El tren llegó a su hora y cuando tocaba despedirse
observé que le atrajo un pin de la universidad que llevaba en la

53
solapa de mi americana y me apeteció regalárselo, con el
compromiso y la confianza de que volveríamos a vernos, quizás
en la Universidad porque yo organizaba cursos y seminarios
sobre la Transición y le pediría en su momento que participara
en alguno de ellos. Así lo acordamos. Me desprendí del pin, pero
gané la amistad perdurable de una persona esencialmente buena
y para mí entrañable.
Desde mis años de estudiante en el instituto y en la
universidad, entre 1975 y 1985, ya tenía lógicamente referencias
suyas, porque por entonces fueron apareciendo los tomos de su
Historia de Extremadura, que veía en escaparates y bibliotecas, y
que desde el principio alimentaron mi curiosidad. Y también
por alguna que otra reseñable coincidencia. Cuando en 1979
estudiaba COU en el Instituto “Pedro de Valdivia” de Villanueva
de la Serena, tuve de profesor de Historia de Filosofía a una
persona joven, recién llegado, de pelo largo enmarañado, muy
delgado y que se distinguía, además de por un singular aliño
indumentario, por defender unas ideas inquietantes y
provocadoras, no en vano era profesor de Filosofía. Se llamaba
Jesús Chamorro, y al poco tiempo supimos que era hermano de
Víctor. Recuerdo una divertida anécdota que le conté a Víctor y
que hemos recreado en varias ocasiones. Su hermano Jesús tenía
por aquel entonces una novia en Madrid a quien visitaba todos
los fines de semana, y regresaba los lunes a Villanueva en un
tren nocturno que llegaba a las seis y media de la madrugada.
Uno de esos lunes a mediodía, sus alumnos nos fuimos al
gimnasio del instituto porque no se había presentado en clase, y
allí estábamos cuando le vimos entrar por la puerta del pabellón,

54
brazo en cabestrillo, con las gafas rotas y un esparadrapo en la
nariz. Se había quedado dormido y cuando se dio cuenta de que
el tren comenzaba a salir de la estación, bajó apresuradamente,
tropezó y … afortunadamente todo quedó ahí. No dimos clase
de Filosofía, pero su figura parecía un poema de los que
recitábamos en Literatura.
Luego, durante mis años de estudiante de Historia en la
Universidad extremeña, entre 1980 y 1985, no recuerdo
especiales menciones a su Historia de Extremadura en las aulas
de la Facultad, y sí un afán reivindicativo por parte de algunos
profesores que propugnaban nuevos formatos historiográficos en
los que, frente a lo literario y ensayístico, prevalecieran unos
discursos más pragmáticos y realistas, con menos
generalizaciones y sin compromisos explícitos. En consonancia
con los nuevos tiempos historiográficos, triunfaba la historia
cuantitativa, la historia económica, las monografías
especializadas, las historias sectoriales y las historias locales. La
rompedora historia de Extremadura que proponía Víctor
cuestionaba toda una tradición historiográfica conservadora e
incluso reaccionaria sobre Extremadura, plagada de tópicos y
mitos, pero llegaba en un contexto nada propicio de creciente
separación y no imbricación entre lo literario y lo histórico. La
historia se alejaba de la literatura y la literatura exploraba nuevos
cauces menos existencialistas y esencialistas. Se había superado
la Transición, se asentaba la democracia y para afianzar el
convencimiento de que seguirían llegando tiempos mejores, se
imponían nuevas miradas sobre el pasado, menos incómodas y
traumáticas, más “científicas”, más asépticas e integradoras,

55
menos confrontadas.
Del feliz encuentro ferroviario relatado al principio
surgieron numerosas iniciativas que propiciaron coincidencias y
colaboraciones siempre gratas y saludables. Por supuesto que
Víctor fue a la Facultad de Filosofía y Letras a hablar de la
transición. Y que me encantó propiciar su reencuentro, después
de muchos años, con Isidoro Reguera, colega y amigo de la
Facultad, y buen amigo de Víctor en aquellos madrileños y
“movidos” años 70. Fue un día memorable que disfruté personal
e intelectualmente. Cuando hablamos por teléfono, siempre
aparece Isidoro en la conversación y el deseo de provocar una
nueva ocasión para el reencuentro. A partir de ahí, vino una
etapa muy interesante y prolífica que promovió una relación
personal cada vez más gratificante, teniendo en cuenta, además,
que yo tenía muy buenas relaciones con Gonzalo Sánchez
Rodrigo, inseparable e incondicional amigo de Víctor y un
incansable promotor cultural, y con Teófilo González Porras,
muy vinculado también a mi mujer, la escritora Pilar Galán, y
una referencia cultural inexcusable en la Extremadura
autonómica. Entre los cinco impulsamos y a veces compartimos
numerosas iniciativas culturales por diversos puntos de la
geografía regional, que tan sólo comenzó a remitir en estos
últimos años y que la pandemia no hizo sino agudizar.
De todo lo vivido durante ese periodo, guardo un
recuerdo especialísimo del que posiblemente fue uno de los días
más felices para Víctor, aunque no sé si aún más, si cabe, para
Teresa, su inseparable compañera, sin la que no se entiende ni su
vida ni su obra; y sobre la que he oído, pronunciadas por Víctor,

56
las palabras más emotivas y sinceras que pueden dirigirse a la
persona con la que has decidido compartir tu vida. Me refiero,
como no, a la concesión de la Medalla de Extremadura en el año
2012. Tuve el honor de compartir junto con Pilar, los familiares
de Víctor, sus hijos y su hermano Jesús, Jonás y un reducido y
selecto grupo de amigos, una velada sublime dentro del recinto
de la alcazaba emeritense, donde celebramos hasta bien entrada
la noche tan importante acontecimiento. Pilar y yo estuvimos
especialmente pendientes de Teresa, exultante, cansada, muy
amable, y quizás algo confundida. Creo que fue muy feliz. Vivió
para disfrutarlo. Luego su vida comenzó a apagarse. Y
desgraciadamente, se marchó muy pronto.
De lo dicho hasta aquí cabe colegir fácilmente que, por
encima de sus cualidades literarias y profesionales, considero un
regalo maravilloso conocer y disfrutar de Víctor como persona,
por los valores que transmite, la limpieza de su mirada, y la
honestidad de sus afectos. Un aprecio y unas sensaciones que
comparten además Pilar y mis dos hijos, a los que mimó con sus
palabras y abrazó con el corazón. No hace mucho, cuando mi
hijo Alfonso cumplió dieciocho años y —amor de padre—
seleccioné unas cuantas fotografías para que, insertadas en un
álbum, retuviera en su memoria cómo fue transcurriendo esta
primera etapa de su vida, entre ellas, elegí una fotografía con
Víctor: abrazo entrañable, sonrisa sincera.
Por todo ello, comprenderán que me sienta muy
honrado de poder participar en un acto como este donde se
conjugan sentimientos personales y reconocimientos colectivos.
Al pretender condensar en pocas palabras la pertinencia de que

57
hoy estemos tributando un homenaje a Víctor Chamorro, no
encuentro otras más certeras que las de subrayar que nos
encontramos ante una personalidad deslumbrante y
singularísima, hasta el punto de que cabría considerarle, yo así lo
creo, como el principal de los contados intelectuales extremeños
verdaderamente comprometidos con Extremadura. Y digo esto,
con independencia de que puedan invocarse concordancias o
discrepancias respecto a sus planteamientos e interpretaciones, o
de la coincidencia o divergencia con sus siempre sugerentes y
elocuentes puntos de vista. Destacaré brevemente los rasgos que
considero decisivos que sustentan esta afirmación.
La primera aseveración que deseo señalar tiene que ver
con su condición de escritor dotado de una extraordinaria
sensibilidad social que emociona, y que se emociona ante el
sufrimiento de los demás. La literatura de Víctor destila empatía,
alienta el inconformismo y, como poco, activa la incomodidad
de los que conscientemente, o no, viven evadidos de una realidad
que prefieren no conocer, ni reconocer. Una realidad, la de las
gentes que históricamente han vivido en Extremadura, que
Víctor recrea e interpreta magistralmente dando siempre la voz a
los que casi nunca la tuvieron, a esa ingente mayoría social
sometida en muchas ocasiones a condiciones infrahumanas de
supervivencia, y que en lugar de protagonista, suelen representar
generalmente el papel de comparsa o de víctima inevitable en el
relato literario o la crónica historiográfica.
Ese compromiso social indisociable entre el autor y su
obra fue, en su caso, tan radical y exigente con la literatura, que
su insoslayable independencia y el rechazo de oropeles le

58
ocasionó un progresivo y asumido desplazamiento hacia los
márgenes. Y así fue, gracias a su talante y cualidades literarias,
como llegó a convertirse en un escritor necesario que renunció a
vivir de la literatura —principal anhelo de muchos escritores
prescindibles— para asumir el reto y las dificultades de vivir para
la literatura. Y que no se interprete esta actitud en clave de
victimista escritor zaherido e incomprendido, sino, por el
contrario, como el comportamiento consciente e ineludible de
un intelectual insumiso que se rebela indignado contra las
estructuras y los eufemismos. Un escritor que denuncia la
manipulación del lenguaje como algo perverso y nocivo, y que
concibe la recuperación y precisión del léxico como invencible
arma propiciatoria del triunfo de la honestidad sobre el cinismo.
En ese sentido, el radical compromiso de Víctor con
Extremadura, irrenunciable y evidente, es también y
esencialmente un compromiso con la búsqueda de la verdad,
expresada en la premisa de que encontrar la palabra exacta para
colocarla en el lugar adecuado, es un acto de honda significación
revolucionaria y la mayor prueba de honestidad intelectual que
puede ofrecer un escritor. El legado y la significación literaria de
Víctor Chamorro se engrandece cuando, preocupado por
reconstruir fielmente los ambientes y convertido en alquimista
del lenguaje, deja en evidencia que sin forma no hay literatura, y
sin fondo no hay compromiso. La correspondencia y
complementariedad entre ambos, tan difícil a veces de conseguir,
es lo que concede tan alta dimensión social y artística a la obra
literaria de Víctor Chamorro. Queda claro que la mirada de
Víctor no es neutral, ni equidistante cuando pretende conocer y

59
mostrar los entresijos de la naturaleza humana, o cuando
disecciona las actitudes y comportamientos de las personas,
siempre condicionadas por las estructuras y los intereses. Pero lo
difícil, lo que confiere tan estimable valor literario a su obra, es
que cuando Víctor toma partido lo hace sin recurrir a
impostadas afectaciones, estériles maniqueísmos, o absurdas
demagogias; recursos, por otra parte, abusivamente utilizados
por no pocos cultivadores de una presunta literatura
comprometida.
Y ya por último, una breve referencia a su consideración
de Extremadura como una constante paradoja incentivadora de
su específico compromiso con la inmensa mayoría de los
extremeños, y no con las élites ni las oligarquías que, amparadas
en estructuras feudales lampedusianamente modificadas,
provocaron tantos padecimientos e injusticias seculares a la
mayoría de la población. La dignidad, casi nunca reconocida,
con la que los extremeños soportaron estas situaciones, y los
sorprendentes por escasos y episódicos estallidos de
desesperación y de violencia estructural, reafirman en Víctor su
convicción de que no es concebible otra defensa de la dignidad
de ese pueblo sometido, que la indignación, el inconformismo y
el compromiso honesto del escritor. Dice Víctor Chamorro que
con la Historia de Extremadura y otras obras referidas a la región
lo que se propuso fundamentalmente fue siempre escribir la
intrahistoria o la contrahistoria de Extremadura, esperando
quizá, y esto lo digo yo, que su versión inigualable
redimensionase en su justa medida una Historia de Extremadura
plural y compleja, en siempre e inevitable construcción.

60
Concluiré estas breves palabras no sin antes expresar mi
sincera y firme convicción de que Víctor Chamorro es un
escritor cuyo reconocimiento se acrecentará con el tiempo. En el
futuro. En ese tiempo en que las cosas se van decantado y
colocando en su lugar, y donde ya no impera por inconsistente la
censura del silencio. De eso se irán dando cuenta, y creo que él
también es consciente de ello, quienes todavía no lo han leído.
Convencido de que su legado seguirá abriendo los ojos e
iluminando el alma de los que aún no han nacido, tampoco cabe
dudar de que mientras tanto, Víctor seguirá siendo un escritor
ingrato para el poder, provocador y honesto para sus lectores,
divertido y entrañable para sus amigos.
Juan Sánchez González
(Universidad de Extremadura)

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62
Érase una vez Víctor Chamorro

Vox clamantis in deserto, voz del que clama en el desierto


(Marcos 1:3). Esa voz, profunda, intensa, exquisita en el uso de
las palabras, robusta en el tono, firme en la denuncia de la
injusticia, ha sido siempre la de Víctor Chamorro.
Vox clamantis in deserto en una tierra cuyos poderes
políticos y económicos decretaron olvido y silencio ante un autor
incómodo y rebelde. Pero hay voces que ni en el desierto callan.
Vox clamantis in deserto, en un paisanaje historiográfico
donde domina la gesta del poderoso, del conquistador, del
obispo, del noble propietario de las reses pero donde apenas hay
memoria del yuntero que labró la tierra, del pastor que llevaba
las ovejas, del monje que pedía limosnas, del cantero que labró
las piedras de las catedrales, del alumbrado que abrazó las
herejías…
“Al pueblo únicamente se le reservaron cuatro páginas de
la historia común - escribe Víctor Chamorro en su “Érase una
vez Extremadura, el primero de sus libros en caer en mis manos -
Dos las escribió a instancias de la estrechez de una tierra que
alimentaba a todas las ovejas del reino obligando a los
campesinos a estampidas migratorias. Nacer en Cáceres y morir
en cualquier parte: la hemorragia a Indias en el siglo XVI y la de
la década de los sesenta”.
Víctor sí ha querido recorrer todas esas Extremaduras
negadas “desde sacristías y despachos políticos interesados” para
construir una identidad distinta: “identidad que se tejió en la

63
lucha solidaria por desestrechar la tierra para desterrar el hambre
en el lugar de la naciencia”.
He citado “Érase una vez Extremadura”, un libro cuya
lectura me conmovió y me removió. Le seguirán “El santo y el
demonio”, su primera novela; “Los alumbrados”; “Pasión
extremeña en 13 actos” y - hallazgo feliz - los ocho tomos de su
“Historia de Extremadura”, joya preciosa que se puede hallar en
muy pocas bibliotecas públicas y privadas y que yo pude
disfrutar en Fregenal de la Sierra, localidad donde daba clases de
Historia, en su Biblioteca municipal ubicada en un precioso
monasterio franciscano, de esos que fueron desamortizados y sus
tierras repartidas entre los muy ricos. Solo migajas llegaron a los
pobres, como siempre, en las desamortizaciones del siglo XIX.
La labor que Víctor ha realizado para mantener viva la memoria
de los que lo dieron todo y todo lo perdieron es su legado más
importante, es su voz atronadora, esa voz cuyo eco seguirá
resonando.
Escribir y enseñar son sus insignias, sus medallas más
preciadas. Ese compromiso militante con la justicia era visible ya
en su etapa como maestro en el CLA de Hervás, cuando - nos
cuenta Marciano de Hervás - arma un sólido grupo de teatro con
sus alumnos para representar, sobre todo, a Alfonso Sastre: una
patada en el estómago al teatro costumbrista del momento, de
Coros y Danzas de placidez burguesa y clerical.

Estamos en la posguerra.

La censura, finalmente, llegaría. Su grupo de Teatro sería

64
clausurado por las autoridades pertinentes. Su persona fue objeto
de una campaña de descrédito. Pero quedó la semilla ya
enterrada y Víctor pudo aprovecharse de una grieta en el sistema:
representar obras prohibidas en Madrid “pero que los prebostes
políticos de mi pueblo tardaron unos años en enterarse”.
“Tabaján” - el pueblo de El Santo y El Demonio - “pueblo
retirado del progreso por su situación geográfica y su pobre
economía”.

Tabaján. Extremadura.

Hace unos días les puse a mis alumnos de bachillerato un


documental sobre el 25 de marzo de 1936 donde salía Víctor
Chamorro. Su voz, siempre su voz, quebró en mi aula los
silencios.
Siempre pregunto - cuando se hace la ocasión, en 4º de
ESO y en 2º de Bachillerato, en Geografía de España, en Historia
de España - quiénes saben qué pasó el 25 de marzo. Pocas
respuestas, pero las hay. Dos manos se levantaron el pasado
jueves 4 de marzo. Hace unos años no se hubiera levantado
ninguna.
Víctor Chamorro ha contribuido - y cuánto - a levantar el
velo de ese olvido. En su “Pasión extremeña en 13 actos” hay que
leer, mejor aún, releer, su “Pastoral a los Nimbos de pólvora”,
porque
“La vergüenza de ser pobre se cura con la conciencia de
pertenecer a la misma clase explotada”.
El General alzado cerró a sangre y fuego aquella

65
explosión de júbilo, aquel espíritu extremeño que se negó a
seguir resignado, que declaró la guerra a la caridad para exigir
justicia.

Extremadura. Quebrar los olvidos.

Víctor decidió traer a escena a Pedro de Valencia para conocer


los rasgos de la Extremadura moderna, contada por un
campesino y un bracero:
-“Cuanto escucho - revela Pedro de Valencia - no sé si me
perturba o melancoliza. Decidme al menos que los niños comen”
-“Todos tienen ya - contesta el campesino - despensa y escuela,
pero nadie les cuenta de la hambruna que han venido.
Vox clamantis in deserto. La voz de Víctor siempre ha
contado las hambrunas. Ha señalado a sus responsables y a
quienes intentaron combatirla. Siempre buscando futuros
comunales.
Como recuerda Víctor, “compañero” venía de “compartir
el pan”. Esa es su raíz latina. Comer del mismo pan.

Víctor ha sido pródigo en repartir y compartir su pan, su


sabiduría, sus ansias de justicia. Sus discípulos - entre los que,
modestamente, aspiro a encontrarme alguna vez - crecen,
abrigados por tan confortable, potente y protectora sombra.
En Víctor las palabras se han declinado con intenso amor
a nuestra lengua, pero mayor amor aún a los hombres y mujeres
de esta tierra. No a los que todo lo tienen desde nacimiento, sino
a los que heredaron pobreza y resignación. Y los que apuestan

66
por futuro y compañerismo.
Homenajear a Víctor Chamorro es celebrar a todos los
gigantes sobre los que se ha levantado su cuerpo, su voz, su
cabeza y su memoria para vislumbrar “la esperanza en un
horizonte del que ya se borran nubes no de lluvia sino de
tormenta seca”:
…yunteros y jornaleros; Muñoz Torrero; pastores y
campesinos, Pedro de Valencia; los contrabandistas de la
posguerra, Bartolomé José Gallardo; los bandoleros que robaban
a los ricos; Ángel Rodrigo Álvarez; furtivos y ocupadores de
finca; el cura Mora cuyo primer artículo de fe venía a decir:
… Yo creo en la revolución.

Víctor Manuel Casco Ruiz


(Cáceres, 20 de marzo de 2022)

67
68
Víctor Chamorro y la dignidad del intelectual íntegro

La publicación del manifiesto “Yo Acuso” por parte del genial


escritor del naturalismo francés Emilé Zola simbolizó, hasta
cierto punto, una nueva etapa en la evolución de esa compleja
categoría social que definimos como la “intelectualidad”. Al
destapar las vergüenzas de una III República de apariencia
democrática y fondo nacionalista, militarista e imperialista, Zola
representaba una ruptura con el intelectual concebido como
plumífero de la burguesía y del poder, para pasar a ejercer el
papel de conciencia crítica de la sociedad y de sus miserias.
Desde entonces, han sido varios los momentos en los que
la hegemonía oficialista y oportunista entre los intelectuales ha
parecido tambalearse: la denuncia mordaz del lado oscuro de la
modernidad ejercida por las vanguardias, el compromiso
antifascista demostrado por cientos de artistas, escritores,
profesionales y científicos de la máxima talla en la década de los
30 o la toma de partido por la paz y contra el imperialismo de
nombres como Sartre o B. Russel antes los bombardeos
norteamericanos en Vietnam, reflejan las dificultades con las que
ha contado el capital para dominar el medio cultural y garantizar
su funcionamiento como perfecta correa de transmisión de la
ideología de la clase dominante.
En ocasiones, nos encontramos ante una mero -aunque
no falto de valor- reclamo de autonomía, rigor y honestidad de
una obra y un pensamiento que se resiste, con frecuencia un alto
precio, a ejercer de mercenario del dinero. No han sido pocos los

69
que, desde posturas moderadas o incluso conservadoras, no han
renunciado a ejercer su derecho a la crítica contra lo que
consideraban injusto y se han negado a pasar por el aro de la
censura y de la autocensura. Para otros intelectuales, sin
embargo, esta toma de partido ha ido mucho más allá, y ha
supuesto una identificación explícita con unas clases populares a
las que muchas veces no se pertenecía por origen y un
compromiso firme por la transformación revolucionaria de la
realidad social. Víctor Chamorro pertenece, sin duda, a este
segundo campo de intelectuales.
Sin menospreciar los ricos antecedentes previos, la II
República supuso para España una etapa de florecimiento de una
nueva cultura genuinamente progresista y democrática, que
contaba con la virtud añadida de querer escapar del
enclaustramiento de la torre de marfil para echar raíces en todo
el pueblo: el grupo de teatro “La Barraca” de Federico García
Lorca, las misiones pedagógicas, los programas de alfabetización
o la riqueza cultural de los Ateneos, Casas del Pueblo, bibliotecas
y prensa de las organizaciones obreras, son un puente hacia el
saber para unas masas pobres hambrientas también de cultura.
Para una buena parte de la intelectualidad implicada en esta
epopeya cultural -Margarita Nelken, María Teresa León, Rafael
Alberti o Miguel Hernández, por citar solo algunos nombres-
será también el momento de dar el paso hacia la militancia
organizada y consciente.
Pero la larga noche del franquismo nos legó también un
desierto cultural. Decenas de fusilamientos de poetas, literatos y
artistas comprometidos, centenares de encarcelamientos, el exilio

70
de lo mejor de la cultura superviviente y las depuraciones
masivas -Concha Catalá apunta la cifra de 60.000 profesores
purgados- fueron la respuesta salvaje del régimen a las fuerzas
culturales de progreso, la vía para encerrar al país en una vulgar
jaula de exaltación imperial, nacionalcatolicismo y
anticomunismo visceral. Se trataba de extirpar “el cáncer” de una
“antiespaña” que abarcaba desde el legado de la Institución Libre
de Enseñanza hasta el marxismo y el anarquismo.
Mas el terror no puede contener eternamente la viveza de
una sociedad. En las protestas universitarias de 1956 se atisba
una nueva fuente de oposición para la dictadura que ya no
emerge de las filas de los vencidos sino entre los hijos de los
vencedores, en forma de protesta estudiantil con centro en las
universidades de Madrid y Barcelona. Fenómenos como la
poesía social de un Gabriel Celaya y de un Blas Otero o el teatro
de agitación de Alfonso Sastre, marcan por su parte el paso de un
sector de los intelectuales del interior a las trincheras de la
dignidad. La carta colectiva en apoyo a la huelga de los mineros
asturianos del 62 o la Caputxinada del 66 son solo algunos de los
hitos que reflejan este viraje.
Un joven Víctor Chamorro forma parte de esta oleada
cultural antifranquista. Dos veces finalista del premio Planeta en
1963 y 1964, con la publicación de “La venganza de las ratas”,
Víctor tiene la valentía de afrontar la posibilidad de la represión y
la censura, al describir una sesión de torturas de la Guardia Civil.
La osadía le costará no volver a publicar una novela en 17
años: la oligarquía a todos los niveles y con todos sus tentáculos
-políticos, editoriales, académicos o administrativos- intentará

71
confinarle al ostracismo, y Víctor orientará su vida profesional al
ejercicio de la enseñanza en Hervás, donde también se topará
con la intransigencia fascista de los popes locales.
En 2014, el periodista Gregorio Morán publicará una
vasta obra “El cura y los mandarines. Historia no oficial del
Bosque de los Letrados” que tiene por hilo conductor el siguiente
interrogante, ¿Qué ocurrió para que las principales figuras
culturales antifranquistas de los años sesenta fueran haciéndose
cada vez más conservadoras hasta completar su integración en el
sistema?
Y es que en si en los años 60 y 70, las posturas críticas y
comprometidas de Víctor no son un gesto minoritario, no
podemos decir lo mismo para lo que se refiere a los años del
felipismo y del ibarrismo. En esta renuncia, intervendrán
diversos factores.
En primer término, el consenso transicional estuvo
acompañado del apuntalamiento de un nuevo grupo de
intelectuales orgánicos más sólido que el del franquismo,
completamente serviciales a la hora de tragar acríticamente con
todos los lugares del comunes del régimen del 78, desde los
pactos de silencio para la reconciliación entre españoles hasta la
integración europea, pasando por la legitimación de la
monarquía heredada del dictador y la renuncia a todas las
reivindicaciones de ruptura tachadas ahora de maximalismos
utópicos. Símbolo de esta domesticación, lo encontramos en el
hecho de que algunos de los que firmaron la carta de solidaridad
con los mineros en el 62, pondrían su estampa para suscribir un
manifiesto pidiendo el sí en el referéndum sobre la OTAN de

72
1986.
Si la represión y la censura -el palo- contaban con un rol
principal a la hora de controlar al mundo de la cultura durante el
franquismo, ahora nos toparemos con las dádivas ofertadas a
quienes pasaban por el aro -la zanahoria- y la marginación para
los íntegros en forma de proscripción en los medios de
comunicación de masas, negativas para la publicación en las
principales editoriales y exclusión de cualquier tipo de ayudas
públicas. El PSOE fue capaz de articular una fina estrategia
cultural que, además de reforzar el relato mítico sobre la
transición, continuaba las políticas culturales de Fraga Iribarne
de modernización naif carente de poso político (la llamada
“movida” da buena cuenta de ello) y fomentaba una nueva
concepción del mundo neoliberal rabiosamente individualista,
mercantilista y consumista. Por si fuera poco, el movimiento
obrero, principal corriente emancipatoria del siglo XX, entraba
en una fase de desarticulación y debilidad a escala global, y se
apagaba así la sana influencia que había proyectado sobre
literatos, artistas o profesionales. Entrábamos en la era de la
posmodernidad y el pensamiento débil, en la que como apuntaba
Jameson era más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del
capitalismo.
En ese contexto era difícil resistirse a esa marea y no
dejarse arrastrar por las mieles del poder. José Bergamín o
Alfonso Sastre recordaban su completo aislamiento de la vida
cultural madrileña que les condujo a trasladarse al País Vasco,
cercanos a la izquierda abertzale. Víctor Chamorro, también
estuvo entre sus últimos mohicanos de la cultura de izquierdas y

73
su compromiso, si cabe, se tornó mayor.
Son los momentos del Víctor historiador, embarcado en
la elaboración de la elaboración de la magna “Historia de
Extremadura”. Un amplísimo y erudito recorrido por las venas
abiertas de nuestra región que, como la obra de Galeano, recibirá
el desprecio por omisión de una historiografía instalada en la
apariencia de la objetividad estricta como parapeto para
camuflar su sumisión hacia los vencedores.
Decía Josep Fontana, en relación al eurocentrismo, que
este no solo priva de su historia a los pueblos periféricos, sino
también a las clases populares europeas, convirtiéndolas en
“salvajes interiores”. En cierto modo la forma de hacer historia de
Víctor rescata a ambos sujetos. A la “Extremadura saqueada”
como territorio con rasgos semicoloniales patentes en la
persistencia del latifundio, la fuga del ahorro, el intercambio
desigual o el sometimiento a una división espacial del trabajo
subalterna. Y a la rebeldía de sus clases populares,
principalmente campesinas, que como apuntara Jaume Torres,
han sido frecuentemente apartadas incluso de ciertos análisis
marxistas obnubilados ante la modernidad industrial.
Corrían los tiempos en los que en la historiografía oficial
se tejía una ofensiva contra la historia social y económica, la de
los brillantes historiadores marxistas británicos y la de la época
más fecunda de Annales, Se conminaba a que nuestra mirada
sobre el pasado renunciara a la vocación de explicar la totalidad
y a su función de herramienta crítica para la transformación del
presente, para volver a una suerte de neopositivismo puramente
descriptivo, alejado del acercamiento a los porqués y a las

74
alternativas, y a la inclusión de los vencidos.
La Historia de Extremadura de Víctor Chamorro, sin
embargo, logra nadar contracorriente, le interesara
especialmente por la explicación de las causas y de los culpables
de los males sociales de nuestra tierra y vislumbrará horizontes
de futuro emancipatorios. Una historia entendida como un
arma, que diría Moreno Fraginals, al servicio de los que sufren y
de los que luchan.
En Afán de Miseria, la crítica radical de su pluma se
extiende hasta el tiempo presente, y nos advierte ya contra el
proyecto de modernización en ciernes que acabará por desplegar
el PSOE ibarrista. Un proyecto donde caben la construcción de
carreteras, e incluso de hospitales y escuelas, pero no la Reforma
Agraria, la auténtica redistribución de la riqueza, la superación
del papel subalterno de Extremadura en el capitalismo español y
la dignificación de la clase trabajadora. Un proyecto asentado
también en una red clientelar que extiende sus hilos hasta el
terreno cultural y académico, cuyos desplantes hacia Chamorro
tienen mucho que ver con su negativa a ingresar en el pesebre a
costa de renunciar a la integridad de su pensamiento.
En la izquierda extremeña de hoy, la obra de Chamorro
es más necesaria que nunca. Si queremos superar el sentido
común dominante, necesitamos como el pan, de saberes, análisis
y de cultura para los de abajo. Cuando encerrado en las cárceles
fascistas, y utilizando el lenguaje críptico que imponía el
contexto, Gramsci se detuvo a explicar la naturaleza del
«intelectual orgánico», lo hacía para poner de manifiesto que la
lucha de clases presenta también una dimensión intelectual y

75
cultural que debemos de trabajar.
Hace falta recuperar la obra de Víctor y también que
surjan otros Víctor, producir textos que reconstruyan el hilo rojo
de la Otra Extremadura de la que nos habla Manuel Cañada y
nuevos análisis en todos los campos que nos permitan entender
mejor el origen de la injusticia que nos indigna. Necesitamos de
otros intelectuales, de otro saber, de nuestras propias editoriales,
ateneos y centros sociales. La cultura, hoy como ayer, es otro
campo en disputa.

Carlos Sagüillo

76
Homenaje a Víctor Chamorro

La primera vez que vi físicamente a Víctor Chamorro fue en el


verano del año 2001, por entonces acompañaba a Manolo
Cañada en una idea que se llamaba Foro Alternativo de
Extremadura, una idea que intentaba aglutinar al pensamiento
crítico e intelectual de izquierdas en torno a unas ideas y
reivindicaciones. Una de las piezas que se intuía básica en aquel
proyecto para Manolo, era Víctor Chamorro, yo había oído
hablar siempre a Manolo de Víctor, no solo con admiración
literaria, sino con admiración militante, siempre nos gustaron y
en eso comparto afición, las personas que nunca renuncian a su
dignidad ni a su conciencia de clase (no estaría mal recuperar
esta expresión en este mundo de ideas cada vez más diluidas, que
no uniformes). Ese es el perfil de Víctor
Siempre que escuchaba a Manolo hablar de personas
como , de Jesús González Jubete o de Jesús Vicente Chamorro o
el propio Víctor Chamorro entre otros, venia a mi mente el
poema de Pablo Neruda, Decir que no… “ver que el dinero
forma un cerco alrededor de tu esperanza, sentir que otros, los
peores, entran a saco por tu sueño”. Ese es el perfil de Víctor.
Aquella mañana de verano de 2001 en Hervás estuve
escuchando en un segundo plano a dos apasionados de la lucha,
de la tierra, de los suyos, cada uno con su perfil hebreo que tan
poco desentona en esa localidad, cada uno con sus formas.
Manolo con su vehemencia, con su pasión por compartir,
aglutinar, cohesionar. Y Víctor con su templanza, con el regusto

77
amargo, que no rencor, de intentar prever el siguiente golpe del
sistema y como lo justificara, dándole largas caladas al cigarro
cuyo humo ordenaba sus ideas antes de salir por su boca de
forma sosegada, mayéutica, cuasi poética.
Aquella charla en torno a la creación de un Foro
Alternativo puede parecer 20 años después estéril visto los
réditos, pero estoy seguro, que aquella mañana sin ellos saberlo,
se dieron cita para muchos años después, el año no lo sabían,
pero si sabían que sería un 25 de marzo. Aquella mañana conocí
al VÍCTOR comprometido con su tierra y con los suyos.
Al Víctor Chamorro lo descubrí en la biblioteca de mi
pueblo, algunos años antes y también en verano, primero fueron
sus volúmenes de la Historia de Extremadura, me hipnotizó el
conocimiento de la otra historia, pude viajar gracias a él por la
vida y la evolución de una Extremadura al margen de los libros
oficiales, aquellos volúmenes eran la voz de los sin voz. Después
vino el agobio asfixiante de la tortura con la hora del barquero y
la locura y el miedo del costumbrismo en el Santo y el demonio.
Esas lecturas junto a las posteriores a lo largo de los años, me
dieron a conocer al VICTOR escritor.

El destino nos dio la oportunidad muchos años después y como


siempre a través del inefable Manolo, de traer a Víctor a Ribera
del Fresno a presentar su Erase una vez Extremadura, aquella
noche con una biblioteca repleta de público, Víctor se descubrió
ante todos como lo que es, una persona sencilla, accesible y fácil
de tratar, amablemente estuvo firmando libros, hablando con el
público en ese momento y siguió haciéndolo durante horas,

78
pues esa noche recorrimos varios bares del pueblo y en todo
alguien se le acerco con admiración y él les correspondió con
amabilidad, respeto y mucho agradecimiento, esta es la árnica
que ha tenido Víctor siempre frente a los palos de las altas
instancias literarias. Esa noche pude conocer al Víctor persona,
que si es grande su figura como escritor e intelectual, su valía
personal no solo les va a la par, sino que las ensombrece.

Después de aquello hemos seguido teniendo contacto y


preocupándonos el uno por el otro, con la obra 25 de marzo de
1936 y siempre con nuestro nexo vital que es Manolo, pudimos
tener un contacto más estrecho y que 20 años después Víctor
volviese a Ribera, y de nuevo se repitiese la historia de
admiración y respeto entre Víctor y su gente.
Al día siguiente del acto de presentación de su libro 25 de
marzo de 1936 y de la representación de la obra de teatro en
Ribera, había que llevar a Víctor de regreso a Hervás, por
circunstancias quien los llevó fue una persona que no conocía a
Víctor de nada, pero iba a Hervás a pasar el fin de semana
y se ofreció a llevarlo. A los pocos días coincidí con él y me
pregunto por Víctor, quería saber quién era, porque había estado
en Ribera, porque le habían dado la medalla de Extremadura.
intente explicarle de la mejor manera quien era Víctor y su
importancia. después de escucharme durante un rato, me dijo:
-Yo te digo una cosa, ese tío será lo que sea, pero ES BUENA
PERSONA.

Creo que no hay mejor manera de definir a Víctor, a su valía

79
literaria, intelectual y su compromiso social hay que añadir en
mayúsculas siempre ese título, BUENA PERSONA.

Antonio Fernández
(Ribera del Fresno)

80
Víctor Chamorro: una historia a contrapelo

“Vivimos en una cultura de la amnesia y harán falta muchas


energías para pensar la ética y la política, el derecho y la justicia,
la verdad y la beldad desde la memoria de los vencidos”
Manuel Reyes Mate
Medianoche en la historia

Conocí a Víctor Chamorro en 2017 y, desde entonces, he


coincidido con él en tres ocasiones, dos de ellas en su querido
Hervás. Y se trata de momentos de los que guardo un grato
recuerdo por el entrañable trato humano y la agudeza de sus
reflexiones. Sin embargo, al Víctor Chamorro escritor lo conozco
desde hace mucho más tiempo. Desde aquella lejana lectura de
su Reunión patriótica, donde diseccionaba la Extremadura del
final del franquismo, hasta otras novelas suyas como la premiada
La hora del barquero, su obra forma parte de mi bagaje como
lector.
Efectivamente, Víctor Chamorro cuenta con una larga y
sólida obra literaria que alcanza ya varias décadas. Sin embargo,
me quiero detener en su faceta como historiador, aún cuando no
es un historiador de formación; así como en su vertiente de
ensayista comprometido con su tierra, cuyos problemas de todo
orden, a la altura de la transición a la democracia, denunciaría en

81
trabajos como Extremadura afán de miseria . Pero antes
contextualicemos, siquiera brevemente, la época en la que se
escribieron las obras de las que quiero hablar y que vieron la luz
entre los años setenta y principios de los ochenta del pasado
siglo.
A la muerte de Franco, en noviembre de 1975, se iniciaba
en España un incierto proceso de transición a la democracia que,
a posteriori, sabemos que fue un éxito, pero que en aquel
momento estaba presidido por la incertidumbre. La brutal
represión de los primeros años de la dictadura había
descabezado y diezmado a los partidos y sindicatos de
izquierdas, muchos de sus dirigentes y militantes yacían, y, para
vergüenza de nuestra democracia, en algunos casos aún yacen,
en fosas clandestinas repartidas por inmediaciones de
cementerios, cunetas y otros parajes de todo el país. Durante los
años sesenta y setenta se trató de edulcorar un régimen cuya
legitimación de origen se hallaba en una cruenta guerra civil. Sin
embargo, la disidencia generada en torno a los centros de
trabajo, tanto en la ciudad como en el campo
(fundamentalmente, pero no solo, las Comisiones Obreras), los
sectores de la iglesia más progresistas vinculados a las
organizaciones de encuadramiento juvenil y adulto (básicamente
Juventud Obrera Cristiana y Hermandades Obreras de Acción
Católica), la vanguardia universitaria, o las personas
comprometidas con los partidos de oposición a la dictadura, que
a pesar de las dificultades habían trabajado activamente contra el
régimen, tanto dentro como fuera de España, desacreditaban los
esfuerzos del franquismo por ofrecer una imagen positiva de una

82
cruel dictadura y legitimar, y prolongar más allá de la muerte del
dictador, la estructura de poder construida tras la guerra civil.
Y, ¿cómo llegaba Extremadura a la transición
democrática? En Extremadura el impacto de la guerra y la
dictadura resultaron devastadores. El franquismo no solo arrasó
con las organizaciones de izquierdas que habían defendido las
reformas de la II República y asesinó, encarceló u obligó al exilio
a las personas que habían impulsado esas organizaciones, sino
que sumió a la mayoría de los extremeños en una duradera
miseria económica, social y cultural. La sangría migratoria
iniciada a principios de los sesenta subrayaba la incapacidad de
las autoridades de la dictadura para solventar las preocupantes
necesidades materiales de los extremeños, a pesar del
denominado Plan Badajoz, que había puesto en regadío miles de
hectáreas, pero que no había evitado una emigración de efectos
desastrosos, tanto para el tejido social como la estructura
económica de la región.
El proceso de cambio político entrañó nuevas
perspectivas y enfoques sobre los problemas de Extremadura y
compromiso con la grave situación de la región. Fruto de estos
enfoques se publicarían, desde una perspectiva científica
militante, dos trabajos significativos sobre las carencias de
Extremadura. El primero de ellos fue Extremadura saqueada ,
libro coral coordinado por José Manuel Naredo, Mario Gaviria y
Juan Serna, que analizaba las relaciones de dominación y
dependencia que imponía a Extremadura el sistema
socioeconómico imperante, y cuyo objeto no ocultaban en el
segundo párrafo del libro:

83
“Contra los estudios de gabinete, ‘formales’, ‘serios’, ‘científicos’,
que suelen hacerse con todos los medios que proporciona el
aparato burocrático institucional, por encargo ‘condicionado’
casi siempre y a alto coste, este informe nace por abajo, por la
necesidad imperiosa de demostrar a quienes planifican que lo
han hecho muy mal en nuestra tierra. O si prefieren, que lo
hicieron muy bien para unos cuantos. Pero no es eso; el rigor
científico y tecnológico no puede conducir a despoblar una tierra
y a entregar sus recursos naturales –materia prima- a toda clase
de rapiñadores” .
Poco después, siguiendo la estela metodológica de este
libro, y animado por el mismo espíritu crítico, vería la luz El
modelo extremeño: ecodesarrollo de La Serena y La Siberia , que
centrado en estas dos comarcas, haría un diagnóstico de los
problemas de todo orden que padecían (estructura
socioeconómica, servicios, etc.), proponiendo soluciones.
Por entonces Víctor Chamorro, un escritor ya conocido y
prestigiado en la esfera nacional, venía publicando trabajos de
carácter crítico y se había expresado con claridad sobre su
quehacer como escritor:
“Con la literatura procuro transformarme y transformar al
mundo en la medida de mis posibilidades, dado que para
entrener y divertir ya hay histriones suficientes en la política y
variados bufones en el espectáculo” .
Una cuestión que abordó con decisión fue dar a conocer
la historia de Extremadura, toda vez que, hasta prácticamente la
década de los ochenta del pasado siglo, la historia regional había
transitado por hispanidades, devociones marianas, conquistas

84
transoceánicas y foklorismos. En aquella época la Universidad de
Extremadura apenas alcanzaba una década de trayectoria y ya en
esa década comenzaría a generar una historiografía profesional
que estudiaría, fundamentalmente, periodos anteriores a la
guerra civil.
Aquellos años, Víctor Chamorro comenzó a escribir
sobre la historia y el presente de Extremadura poniendo el foco
en el pueblo extremeño, elaborando y publicando una historia a
contrapelo, una benjaminiana historia de los oprimidos (y de los
opresores). Una escritura que tendrá, a nuestro modo de ver, dos
objetivos: por un lado, denunciar una historia de injusticias e
incuria de siglos; y, por otro lado, hacer un balance crítico de la
Extremadura del momento para tratar de mostrar horizontes de
futuro que dejasen atrás esa explotación de siglos. Así, desde
nuestro punto de vista, la ensayística de Víctor Chamorro, que
pone en el centro su reflexión al pueblo extremeño, estará
presidida por una serie de constantes: la denuncia de una
situación de explotación y expolio que hundía sus raíces en el
medievo; la cultura como instrumento esencial para adoptar una
actitud crítica y traducirla en acción transformadora; y la
imprescindible necesidad de conocer la historia, para que
contribuya a tratar de forjar un futuro donde prevalezca la
justicia.
Los catastróficos efectos del fenómeno migratorio, la
desigual distribución de la tierra y la riqueza, las consecuencias
devastadores de un capitalismo depredador, la incultura y la
ignorancia, serán objeto de reflexión en su Historia de
Extremadura . Una historia sobre la que publicó siete volúmenes,

85
abordando desde los primeros poblamientos humanos en el
territorio que se acabó destilando como Extremadura, hasta
principios de la década de los ochenta del pasado siglo, es decir,
hasta casi el mismo presente en el que estaba escribiendo .
En su reflexión sobre el pueblo extremeño late su
preocupación por subrayar la conexión entre historia y presente:
“Hasta hoy, pasado y presente extremeño se entrenudan en una
historia de resignaciones y sometimientos forjada en una
explotación de siglos.
Nos aguarda un futuro sobre el que pesará, como una losa
siniestra, la memoria histórica de generaciones esclavizadas por
el miedo y la ignorancia” .
También en sus ensayos y libros de viajes volverá sobre la
lacerante realidad socioeconómica, política y cultural de la
región. Cuando tan de moda está aquello de la “España vaciada”,
los trabajos de Víctor Chamorro ya denunciaban en los años de
la transición este fenómeno, interpretando la emigración como
resultado de un injusto reparto de la riqueza y la posición
periférica de la región en el sistema económico español y
europeo.
En su detenido examen de la Extremadura de la época,
nuestro autor denunciará la pasividad a la hora de enfrentar los
graves problemas de su tierra:
“Por encima de las promesas de las derechas está la realidad de
unas clases trabajadoras. Y si resulta que se ha programado a un
pueblo para la nula conflictividad laboral, para que sea carne de
peonaje y para que aplauda agradecido ante el expolio de
nuestras materias primas, es absolutamente necesario que la

86
izquierda empiece a desprogramar” .
No obstante, apunta algunas razones para esta pasividad.
Una de ellas será la incultura, pero se trata de una incultura,
como se preocupará por subrayar, inducida:
“Nos encontramos luego con la incultura del pueblo extremeño.
[…] Yo nunca he visto que la cultura llegue por ciencia infusa,
sino que es consecuencia del ocio, y no puede haber ocio sin
negocio previo. De esta forma, intentar elevar el nivel cultural de
nuestro pueblo, separando este problema del contexto general
socioeconómico, con parches, media docena de bibliotecas,
festivales y un poco de teatro, supone un engaño y una
colaboración con los depredadores” .
Dentro de su producción ensayística de aquella época
podemos señalar los libros de viajes, unas obras que encierran
una acerba crítica a la explotación laboral y a un capitalismo
nocivo y dañino. Estas obras son Guía secreta de Extremadura ,
Extremadura. Afán de miseria y Por Cáceres de trecho en
trecho . Obras de desigual contenido y calidad pero que
persiguen divulgar la situación de la región.
En su “Guía secreta de Extremadura”, publicada en 1976,
ofrecerá una suerte de guía turística de la región (que incluye un
apéndice con alojamientos, restaurantes y servicios de las
localidades) trufada de reflexiones sobre el abandono e
injusticias palpables en esos mismos territorios que visita. Valga
como ejemplo el trasvase del ahorro extremeño cuando habla de
Plasencia:
“[Plasencia] tiene Bancos que invierten el ahorro placentino
fuera de la localidad. Parece ser que con la finalidad de que se

87
desarrollen más las regiones ricas con el esfuerzo y ahorro de las
regiones pobres. En ese mismo caso se encuentra la Caja de
Ahorros, que contabiliza un pasivo de casi 9.000 millones
amasado del ahorro emigrante, del jubilado, del pequeño
comerciante, del empleado. Con este ahorro las tres Cajas de la
región financian empresas del INI [Instituto Nacional de
Industria] comprando valores de renta fija emitidos por los
Bancos industriales e invirtiendo en sociedades señaladas por el
Ministerio de Hacienda como de interés nacional. Así, la Caja de
Ahorros de Plasencia, no puede ayudar a la construcción de una
necesaria carretera regional, pero invierte en autopistas y
obligaciones del Ayuntamiento de Barcelona” .
Hoy día estas obras se encuentran descatalogadas, pero
su consulta es muy recomendable para los historiadores que se
inician en el estudio de la Extremadura de la transición a la
democracia. Estos trabajos no solo aportan información
cuantitativa y cualitativa sobre la historia y la situación de la
región aquellos años, sino que también nos ayudan a
contextualizar el compromiso intelectual en una época y una
tierra donde este compromiso representaba un gesto de
extraordinaria valentía.

Guillermo León Cáceres


Historiador

88
Víctor Chamorro y la identidad comunitaria extremeña

La importancia de la visión materialista de la historia: En las


distintas obras de Chamorro podemos comprobar cómo la
historia ha conformado nuestra identidad, una historia que se
aleja del relato unidireccional, que se enmarca en lo que De
Sousa Santos llama “Pensamiento abismal”, que propone un
relato abstracto de los sucesos para salvaguardar una
superestructura ideológica funcional a los intereses de la clase
dominante. Así podemos ver cómo Chamorro en sus obras
muestra la esperanza del campo extremeño fechada en 1936, con
el histórico levantamiento del campo extremeño en el gobierno
del Frente Popular, con unos 110921 campesinos ocupando unas
5062055 hectáreas de tierra en una tierra en que el 22% de
arrendatarios y aparceros eran pobres de solemnidad (pobreza
severa, con privación material básica como alimentación).
Chamorro ocupa además una gran importancia en el
establecimiento del Marco de referencia de nuestra región, como
territorio dependiente, caracterizado por un histórico sistema de
intercambios desigual, constituyendo un territorio con tierras
infrautilizadas, para el fortalecimiento y potenciación de otros
territorios. Lo muestra así en sus obras, al aludir a regiones
esquilmodoras y esquilmadas, con desiguales transferencias, en
un marco de jerarquización de autonomías. Así muestra cómo
nuestra región es utilizada como productora de materias primas
y fuerza de trabajo a menor precio, en beneficio de otros
territorios. Esto se sustancia en un sistema en el que, como

89
señala Nieto Fernández (2015), la producción de bienes y
servicios no se orienta a obtener valores de uso (satisfacción de
necesidades de la población), sino únicamente a la producción
de plusvalor( parte de trabajo no pagada), que permite dar valor
a la inversión en medios de trabajo realizados. Muestra de ello
son los múltiples proyectos mineros que existen en la región
(Villuercas, Cañaveral, Sierra de Gata, Valdeflores en Cáceres…),
que tratan de utilizar nuestra región como territorio de
extracción de litio.
Con la lectura de Chamorro podemos ver la visión
materialista de la historia del pueblo extremeño, frente a visiones
unilaterales que De Sousa Santos denomina “fascismo
epistemológico”, como visión unilateral que sólo tiene en cuenta
aquel relato que es funcional a un relato que favorece una visión
elitista de la historia. Por ello no sólo desconocemos el
levantamiento del 25 de Marzo de 1936, en el que más de 60000
campesinos ocupan unas 3000 fincas en unos 280 pueblos de la
región, sino además la Huelga general de la siega de 1934, que se
saldó con más de 1000 detenciones.
Visión de la Comunidad como construcción
emancipadora: Frente visiones nacionalistas o regionalistas
enormemente abstractas, e instrumentalizadas para salvaguardar
intereses de clases dominantes, al no señalar al claro actor
antagonista del subdesarrollo, Chamorro propone una identidad
extremeña basada en la comunidad. Lo expresa en sus textos
cuando alude a la palabra “Compañero”, aquel con el que
compartes el Pan, aquellas persona que se ve atravesada por
circunstancias vitales similares a las tuyas, basadas en sufrir las

90
consecuencias de una construcción social injusta, que se
concreta en una región con el reparto más desigual de las tierras
de cultivo, con una concentración de tierras que alcanza un 83%
que el resto del Estado español. Una región que se desangra a
nivel poblacional, especialmente en el sector juvenil, que sufre
una tasa de desempleo superior al 40% y superior al 28% a nivel
general. Chamorro propone la comunidad como construcción
que se ubica en el paradigma regulación/emancipación, acuñado
por De Sousa Santos, defendiendo la comunidad como
organización basada en vínculos de interdependencia entre
personas que sufren las consecuencias de vivir en una región en
que el tamaño medio de la propiedad es de 29’18 hectáreas por
persona física y donde la Política Agraria Común (PAC), otorga
hasta 500000€ en subvenciones por poseer propiedades de
tierras, y por tanto no les que queda más remedio que la
organización colectiva para lograr la emancipación. Una
organización basada en principios cooperativos, con análisis del
terreno y teniendo en cuanta las necesidades reales de la
población. Esta organización se realiza frente a organizaciones de
carácter individualista que defiende una lógica de “Fetichismo
mercantil”, defensor de una forma de organización social
individualista fundamentada en el cambio, mediada por formas
de conciencia de los individuos en una estructura social que se
enmarca en el paradigma que De Sousa Santos llama
“Apropiación/Violencia”, en el que los agentes sociales,
responsables del subdesarrollo de nuestra región pretenden
hacer de ella un lugar de explotación turística con una economía
cada vez más tercearizada y dependiente y un crecimiento del

91
peso de la empresa mercantil latifundista. Con sociedades
mercantiles que acumulan tierras, que en un 67% son
explotaciones mayores de 300 hectáreas. Esto supone todo un
proceso de concentración y acumulación de capital. En estos
términos Chamorro propone el desarrollo de una identidad
colectiva extremeña, no excluyente, sino universal, no
caracterizada por patrioterismo de bandera, sino por sentido de
Intersubjetividad recíproca, en que personas con circunstancias
similares son capaces de percibir al otro como semejante y de
articular una organización conjunta con ese otro para enfrentar
problemas en un contexto en que la correlación de fuerzas entre
la clase trabajadora y la patronal es tan desigual y dónde el
binomio Latifundismo- emigración parece haberse naturalizado,
manifestada en el plano laboral(lucha sindical), como en el plano
político(Régimen de partidos y leyes). En una fase del ciclo
económico e incidencia en la regulación del contingente de la
población desocupada, en una región con tanta población
juvenil en desempleo, se precisa una estructura comunitaria
apegada a la tierra que tenga en cuenta la comunidad dividida en
los elementos que la forman:
•Territorio: como zonas de la región que comparten espacio,
como zona que no ha de ser sujeta a designios particulares de
disposición individual, como se trata de hacer con la Isla de
Valdecañas, disponiendo de un territorio para disfrute de una
minoría rica.
•Población, como personas que viven en el mismo espacio,
sujetas a una articulación social determinada que puede
caracterizarse por la autonomía (no depender de otro para vivir)

92
o por la dependencia, estar sujeto a otro para poder vivir y
permanecer en incertidumbre constante.
•Demanda, como necesidades de la población que necesitan ser
resueltas en un sistema que produce para producir capital y
ganancias (Mejora de precios de productos, viviendas
asequibles).
•Recursos, ya sean económicos u organizativos, como
herramientas que permitan fortalecer la capacidad negociadora
de personas que viven en los territorios y que buscan cubrir
necesidades.
Pionero en la Teoría de la Dependencia en nuestra
región: Como muestran los relatos de Chamorro, nuestra región
se caracteriza por la dependencia económica, y su enmarcación
como capital periférico, dentro de un Estado considerado zona
central en el desarrollo del capital. Es así desde épocas en que se
destinó a ser Mesta (lugar destinado para pastos y ganado) con
un poder patrimonial por parte de órdenes militares e
instituciones religiosas, en que la orden de Santiago poseía 10000
kilómetros cuadrados en las tierras más fértiles de la región
(Tierra de Barros, Vegas de Guadiana) y la orden de Alcántara,
que poseía desde la zona actual de Sierra de Gata hasta la Sierra
de San Pedro. Esta situación no se ha visto alterada en sustancia
a lo largo de la historia, muestra de ello es que cuando se
implementó en Plan Badajoz, el 50% de las tierras permanecían
en manos de los mismos propietarios y se vieron beneficiadas
por el regadío. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), a
fecha de 1970, DE LAS 74301 hectáreas, más de 50000
permanecía en manos de los mismo propietarios, un 67% de las

93
tierras. A día de hoy, el 47’49% de la superficie cultivada es de
entre 70 y 500 hectáreas y un 54% de las fincas tiene más de 200
hectáreas. Leer a Chamorro es fundamental para comprender lo
que Nieto Fernández(2015) llama las formas de intercambio
desigual, que se sustancian en la exclusión de la circulación que
tiene lugar cuando una mercancía se vende a un precio
distinto( no proporcional) a su valor( el valor de producción) por
motivos que dependen de las condiciones del mercado( el
diferente poder de los agentes, los desequilibrios de oferta y
demanda), con una esfera de producción(espacio económico) de
productividades de valor distintas). Este fenómeno se sustancia
en el hechos como los sucedidos estos tiempos con productos
como la Cereza, aprovechando que hablamos desde el Valle del
Ambroz, donde en ocasiones se paga a uno 0’67 € el kilo y puede
llegar a costar producirlo unos 0’80€ si sumamos todos los
gastos. La dependencia es una relación de explotación basada en
la transferencia de valor desde zonas periféricas hacia los centros
del sistema mundial, provocando zonas de desarrollo desigual
jerarquizado en Centro-periferia. Así, a pesar de tener pequeños
productores, que aparentemente son dueños de su trabajo, en la
práctica las grandes multinacionales que distribuyen la
producción, son quienes fijan precios de productos sin tener en
cuenta necesidades de la población. Estamos observando
además, según testimonios de algunos lugareños, que en zonas
como Holguera, fondos de inversión y sociedades mercantiles
están comprando fincas que antes estaban en propiedad de
pequeños productores, lo que puede favorecer la acumulación de
capital al concentrar aún más la propiedad.

94
Importancia de Chamorro en el horizonte de Reforma Agraria:
En contexto marcado por la acumulación y centralización del
capital en una comunidad autónoma con una Renta per cápita
inferior a uno 17000 € anuales, un 30’8% menor a la del resto del
Estado, con la concentración de tierra mayor del Estado y de las
mayores de Europa, la lectura de Chamorro siempre persigue el
horizonte de reforma agraria, que hoy día no sólo se materialice
en el mero reparto de tierras, sino, como señala Nieto
Fernández(2015), en una organización caracterizada por un
Marco Institucional que garantice una participación democrática
de la población en distintos niveles y ámbitos de una producción
cooperativa. La defensa de un Modelo económico con una
contabilidad económica basada en el tiempo de trabajo como
unidad de valor, no en producción de mercancías per se para
acumular capital que persiga un objeto de cálculo económico
racional que evite la explotación de trabajadores y facilite el
cálculo del coste laboral de bienes y servicios. Un modelo en que
las cooperativas de producción sean capaces de articular sistemas
de distribución y circulación para evitar la apropiación de la
producción por multinacionales con gran cuota de mercado que
consigue que los pequeños productores tengan la propiedad
jurídica de la tierra pero no real, puesto que se apropia del valor
de la producción del pequeño agricultor. De este modo se
planteará un sistema enfocado a la satisfacción de necesidades de
la población.

Alain García Blázquez

95
96
Compañeros, compañeras, camaradas, amigo Víctor:

Desde la Organización del Partido Comunista de España en


Extremadura queremos sumarnos al homenaje popular a Víctor
Chamorro, un referente para las personas que hoy luchamos por
una región digna en donde no tengan cabida ni el clientelismo,
ni el caciquismo que Víctor ha retratado tan bien en sus obras.
Hay una faceta de Víctor Chamorro que es importante señalar,
más allá de la novelista: la de historiador. Un historiador atípico,
un historiador que busca contar una historia poética de
Extremadura, como una historia que emerge de sus entrañas,
antes que una historia científica. Ha sido uno de los pocos en
acometer la infausta tarea de contar la historia total de
Extremadura en su temprana Historia de Extremadura en siete
volúmenes (descatalogada, prácticamente inencontrable), así
como ofrecer una versión más accesible en su Eráse una vez
Extremadura.
El papel de Víctor Chamorro en este aspecto, aunque
menospreciado por culpa del tiempo y el escaso interés
institucional y editorial en esto menesteres, es fundamental.
Porque, aunque nos siga haciendo falta una historia técnica pero
accesible, él ha escrito ya la historia poética de Extremadura. Una
historia poética que, no hay que equivocarse, no es romántica, no
romantiza, como un López Prudencio hiciera en su momento, a
la «raza extremeña», sino que habla de esta tierra y su pueblo
desde la entraña creadora de gente que ha sido pobre, que se le
ha obligado a ser pobre, y que ha sabido, con su genio y su

97
habilidad, a pesar de todo y contra todo pronóstico, salir
adelante. Eso significa «poético»: la capacidad de hacer los
pensamientos realidad, de convertir la voluntad en materia. La
visión histórica de Chamorro sobre Extremadura es la de un
pueblo que se pone a sí mismo a pesar del asedio del hambre, de
la miseria y del saqueo.
La historia que nos cuenta Víctor Chamorro en sus obras
es la del pueblo. Claro que hay historia política, historia de
tejemanejes, historia de grandes obras, de grandes leyes, y de
grandes disputas. Pero también están en sus textos las historias
de las supersticiones y de las costumbres de la gente normal que
sobrevivía (sobrevive) en el campo extremeño: lo de tirar al santo
a la alberca si no llovía, lo de las disputas regionales con la Mesta,
lo de los repartos de tierras y las tiranías de los curas y los
terratenientes, lo de la solidaridad entre campesinos cuando
había hambre... Es historia documentada en los textos y en la
arqueología, es historia real, pero que se lee como una novela
(que roza hasta lo inverosímil). Es historia, pero es historia que
se vive —se lee— como memoria.
El homenaje que se hace a Victor Chamorro es un
homenaje justo y necesario, pero debería ser, además, un
homenaje «militante». Un homenaje que recuperara su trabajo, y
que profundizara en sus propuestas, y que lo hiciera accesible, y
que tratara de completar, de ampliar, de contar más allá de sus
páginas, esa historia del hummus de la historia, esa historia
global de los extremeños y las extremeñas, que no es otra cosa
que la historia de los pobres del mundo; somos ejemplo de
saqueo y de explotación, pero no conocemos lo que nos han

98
saqueado y explotado.
La obra de Víctor Chamorro ha sido un punto de partida,
que han acompañado otros, pero que al que no se ha dado
pábulo ni espacio; valga este homenaje para seguir desbrozando
la memoria de esa otra Extremadura que busca abrirse paso
hacia atrás, para conocer su historia, y hacia adelante, para
hacerse futuro.
Compañero Víctor, gracias por compartir tu pan con el
pueblo extremeño.

Organización del PCE en Extremadura

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100
Tinta y amistad que curan

Compañeros: los que comparten el pan, los que juntos se


comen el pan. Cuando te lo leí, lo confieso, pensé que era una
fábula, una hermosa metáfora de las tuyas. Lo busqué ansioso en
el diccionario etimológico, y allí estaba el rastro de los yunteros,
la huella de tu extraordinario poema a los campesinos de
Extremadura, tejido durante décadas. Allí, en aquella palabra
dignificada y dotada de sentido por ti, estaban mis padres y los
de la inmensa mayoría de los extremeños.
En los últimos cuatro años se ha representado en muchos
pueblos y ciudades la adaptación teatral de tu obra 25 de Marzo
de 1936, que tan generosamente donaste a la Asociación y que de
un modo tan magistral ha puesto en escena la altruista compañía
de actores dirigidos por Pedro Rodríguez. La he visto unas
cuantas veces y en todas ellas he temblado de emoción. La
redención de los oprimidos, el yugo obrero y campesino de
siglos, el abrazo de esperanza y la promesa de los compañeros.
Todo estaba allí, en aquellas palabras amorosas, precisas,
calibradas con tu melancolía revolucionaria.
Ese es el primer agradecimiento que quiero mostrarte,
compañero Víctor. El de mis ancestros, el de nuestros ancestros,
el de quienes sufrieron y sufren, el de quienes lucharon y luchan,
por una vida digna de ser vivida.
Tinta que cura. Te voy a regalar un título, me dijiste. Yo te
había comentado que quería reunir algunos de mis escritos en
un libro sobre Extremadura y me sugerías ese encabezamiento.

101
El último día que nos vimos me comentaste que uno de
los proyectos que estás ultimando se titula Tinta hervida. Tinta
pura, la de un escritor total, de una pieza, que se ha adentrado
como pocos en los abismos de la condición humana, que mira
con pasmo pero sin miedo el retablo humano de santos y
demonios, de alumbrados y bastardos. Ese es el segundo motivo
de gratitud que quiero destacar: el de lector que aprende mundo
contigo, el de aspirante a escritor que aprende de un maestro
herético, que mestura historia y literatura, antropología y magia.
Pero sobre todo quiero mostrarte otro agradecimiento
aún más importante para mí, el de amigo. Hermano, me dices
por teléfono, y me llena de alegría. La fraternidad, la pata
proletaria en la triada de la revolución francesa. Un hermano que
ha visto tu humildad desde hace casi cuarenta años, cuando
ponías una pequeña mesa en la Fiesta del PCE para vender
aquella hercúlea Historia de Extremadura que los nuevos ricos y
sus lacayos había condenado a la clandestinidad. Escribías los
libros y también los vendías. Tú y tu inseparable Teresa. He visto
tu generosidad a raudales, regalando libros para editar,
conferencias, poniendo el cuerpo donde la papa quema. He
gozado con tus fascinantes historias, tu sarcasmo y tu cara de
pillo, relatando las industrias y andanzas de Diego Bardón, de
Jesús Vicente Chamorro y Antonio Gades, de los muertos
resucitados de Logrosán y de los belloteros maltratados por salir
al rebusco, de los curas rijosos y de los campesinos cervantinos.
Y también me he indignado viendo el daño que te
hicieron los miserables. Los que te convirtieron en emigrante a la
fuerza, los que te prohibieron la entrada en el templo de la

102
literatura y de la historia, los que te tildaban de indocumentado –
incluido algunos que presumían de emblemas con rosas, hoces y
martillos-, los que decretaron tu ostracismo, los que te partieron
dos costillas, los que quisieron expulsarte de la cultura y de
Extremadura. Pero, sobre todo y a pesar de todo, he visto tu
coraje. Tu coraje, tu serenidad y tu indulgencia.
Por todo eso –y mucho más- gracias interminables,
compañero, maestro y amigo Víctor. Tu sabiduría y tu ejemplo
curan.

Manuel Cañada

103
104
La primera vez que mantuve comunicación con Víctor
Chamorro fue a través de una llamada telefónica. Era para
hacerle una propuesta que él rechazó. Sus argumentos fueron tan
sólidos y tan certeros,que me alegré de su rechazó.
En esa conversación, que fue larga,descubrí a una persona
íntegra, honesta y con unos principios que le hacían grande. Me
dijo que amaba su tierra,Extremadura, que luchaba por ella y que
iba a seguir luchando toda su vida con su mejor arma,la
palabra,sobre todo escrita.
Cuando alguien pone de manifiesto los defectos de los
que padece su terruño, las heridas y las tropelías que le han
infringido, y siente amor profundo por él, se siente en la
obligación de contarlo,y no sólo a su entorno más
cercano,familia,amistades,alumnado,sino que a través de su
obra,siempre ha contado la verdadera historia de Extremadura,
la que la ciudadanía extremeña debe conocer.
A través del tiempo me ha demostrado que ha cumplido
con creces su promesa,que nada ni nadie le ha hecho callar.
Y además ha conseguido que germine,en todas las
personas que le conocemos y que hemos leído su obra,la semilla
de la Ilusión, la semilla que nos he hecho creer que hay otra
Extremadura posible,más justa, más solidaria y más igualitario,y
que está en nuestras manos conseguirla. Que debemos seguir
peleando día a día por ella. Gracias Víctor, amigo, por enseñarme
a seguir tu senda y aprender de tu testimonio incansable.

Teresa Rejas

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106
Víctor Chamorro: levadura, simiente de libertad

Me resulta muy complicado hablar de una persona a la que


admiro tanto como Víctor Chamorro.
Y más aún cuando no puedo calificarle mejor que lo ha
hecho el maestro Manolo Cañada. El “Eduardo Galeano
extremeño” le llama, el que escribió “Las venas abiertas de
Extremadura”.
Y es que no puedo hablar de Víctor sin recordar a
Manolo porque le conocí a través de él.
Allá por el año 2002 Manolo y Manel Márquez
entrevistaron a Víctor Chamorro en la Hospedería de Hervás.
Me pareció una aparición casi sagrada. Supuso, desde mi punto
de vista, nada más y nada menos que el rescate a la luz pública
del propio Víctor, una joya enterrada a conciencia por los
gerifaltes de la Junta de Extremadura y sus ramificaciones
académico-empresariales.
No creía que esa epopeya hubiera ocurrido en mi tierra y
no tuviera ni idea de ello.
El 25 de marzo acababa de ser desempolvado,
descongelado, sembrado.
Descargué el audio de la entrevista y la escuchaba una y
otra vez en el coche. Casi me la sabía de memoria. Leí su libro
“Érase una vez Extremadura” y quedé impresionado.
Por fin se hablaba de la historia de nuestra tierra. Había
literatura sobre nuestro pasado que había permanecido oculta.
Y es que Víctor y su impresionante obra habían sido

107
desplazadas al rincón del olvido. Le ha ocurrido como a la
historia más brillante y rebelde de Extremadura.
Ha pasado así hasta que desde la Asociación 25 de marzo
se propuso rescatar esa fecha y darle el valor que tenía. Y hablar
del 25 de marzo es hablar de Víctor Chamorro.
Se animó a escribir una maravilla de libreto “25 de marzo
de 1936”, que engarza tres fechas fundamentales de la historia de
Extremadura y de nuestro país. Ese texto tomó cuerpo y se
encarnó gracias a Pedro Rodríguez y Suripanta Teatro en una
obra que es una joya y que ha llenado todas las salas en las que se
ha representado dentro y fuera de Extremadura.
El Lince con Botas, de Canal Extremadura TV, grabó un
documental recogiendo el testimonio de Víctor. Otra joya que
quedará para que las futuras generaciones la disfruten y la
transmitan.
En el documental dice Víctor: "me siento orgullosísimo
de ser extremeño por estos mayores que participaron en el 25 de
marzo." Sin duda él y su obra sean, quizá, la mayor obra de
valorización de la identidad extremeña -esa que suma, no resta-,
[y que] se ha perdido en medio de la "apatía" de generaciones
ante el desconocimiento de su propia historia, como decía en
una entrevista.
Tuve la suerte de conocerle en persona en torno al año
2015 más o menos. Fui a visitarle a su casa con Manolo Cañada y
Manel Márquez. Me sentía un absoluto privilegiado. Tenía
delante a un gigante de las letras extremeñas.
El tejo milenario del antiguo Casino de Hervás dio cobijo a
conversaciones que presagiaban el rescate del olvido de la

108
imprescindible obra y sabiduría del maestro extremeño.
Paseando por algunas de las bellas calles del casco
histórico de Hervás, nos contaba sus vivencias, entre otras, con el
conocido y "diferente" magistrado del Tribunal Supremo, Jesús
Vicente Chamorro. Nos decía con mucho arte que el jurista, con
el que comparte apellido, le confesó una vez que "la justicia es un
hecho fortuito."
No paraba de emanar sabiduría destilada durante años.
Separado el grano de la paja. Era un éxtasis escucharle hablar.
Repito, qué gran privilegio.
Como dice en la entrevista de la que hablaba al principio:
en el año 36 y a través de las Casas del Pueblo, los extremeños y
extremeñas dieron la vuelta al discurso de siglos de:
“Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra (de
arriba)” por el de “Bienaventurados los bravos que se atrevan a
defender su derecho a la tierra (de abajo), porque de ellos será un
trozo de tierra arable, pisable, con la que combatir el hambre y
con la que cambiar la vergüenza del hambre por la dignidad.“
Con ese espíritu seguimos trabajando cada día. Para que,
como añadía, no le quede la pena de que no le lean aquellos para
los que él escribió.
El conocimiento del 25 de marzo y de su obra no ha
parado de crecer en los últimos años. Artículos, documentales,
programas de radio y TV, obras de teatro, canciones, poemas etc.
El 25 de marzo sigue floreciendo y la cosecha
aumentando. Ya no hay quien lo pare. Y una parte fundamente
se lo debemos a él.
Sirva este texto, así como todas las actividades que se han

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hecho en los últimos años (y se harán) para recuperar la obra de
Víctor Chamorro y lo ocurrido el 25 de marzo de 1936, para
hacer un más que merecido homenaje a una de las grandes
figuras de la historia de Extremadura.
Si hemos podido ver más allá es porque vamos a hombros de
gigantes como Víctor Chamorro.

Eugenio Romero

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Conocer y reconocer a Víctor Chamorro

El día que por primera vez comencé a leer una obra de Víctor
Chamorro mi visión de Extremadura experimentó vaivenes. Me
acuerdo perfectamente de aquel momento. Habrán pasado unos
quince años. Era verano y yo me encontraba estudiando para los
exámenes de septiembre en la Biblioteca Municipal de
Almendralejo, mi pueblo. Los libros sobre temática extremeña
nutrían las estanterías de un rincón próximo a la mesa de lectura
de la prensa diaria, al fondo a la izquierda según se entraba. En
un descanso que no correspondía con el del café, eché un vistazo
curioso a los estantes y me topé con unos tomos de Historia de
Extremadura publicados a inicios de los años 80. Cogí el
primero, leí el índice y la introducción, lo cerré y lo repuse. Acto
seguido tomé el segundo, más cercano a mis intereses
cronológicos, y me inmiscuí en su relato hasta que se aproximó
la hora de marcharme. Entonces pasé por el mostrador, lo pedí
en préstamo y el resto del día no separé los ojos de aquella obra.
Al cabo de unos días, en alternancia con el estudio de los apuntes
académicos, acabé su lectura e hice lo mismo con el tercer tomo.
El cuarto lo leería varios meses después y los otros cuatro los fui
consultando en años siguientes.
No era la primera vez que me aproximaba a la historia
medieval y moderna de nuestra región pero sí a una
interpretación alternativa a la oficiosa y eso, como digo, me
aportó nuevas claves para la comprensión de la realidad
extremeña. Extremadura dejaba de ser para mí una mera “tierra

111
de conquistadores” y términos como latifundio, cortijo, dehesa,
Mesta o emigración -que siempre había escuchado en boca de
mis abuelos- pasaban a conceptualizarse en mi mente y a
conformar nociones básicas para entender la propia historia de
mi familia y de mi territorio. Más adelante, ampliadas
significativamente mis lecturas, entendí el contexto de aquella
Historia de Extremadura y de su autor, maticé algunas ideas y me
reafirmé en otras. En todo caso, Chamorro se convirtió en uno
de mis escritores extremeños de cabecera y con el paso de los
años ahondé en su obra -también en la novelesca- y títulos como
El adúltero y Dios, La venganza de las ratas, Las Hurdes, tierra sin
tierra, La hora del barquero, Los Alumbrados o Pasión extremeña
en 13 actos, forman hoy parte de mi bagaje literario. Érase una
vez Extremadura reposa -para consultas- en mi estantería.
El día que conocí personalmente a Víctor Chamorro
había transcurrido ya una década desde aquel verano
almendralejense en que me di de frente con sus escritos. Acudí a
su casa, en Hervás, de la mano de un amigo común -Chano-. Yo
no estaba especialmente nervioso a pesar de tratarse de un
encuentro con uno de mis autores de referencia. Recuerdo que
subí las escaleras y que al llegar a una habitación diáfana repleta
de libros, periódicos y folios escritos por todas partes tuve la
sensación de haber retrocedido en el tiempo. Un fuerte olor a
tabaco impregnaba la estancia y la silueta de Víctor, sentado al
abrigo de una mesa de camilla, junto a la ventana, se recortaba
en penumbra. Se levantó, me saludó y me preguntó que de
dónde era. Al responderle “de Almendralejo” su comentario ya
encaminó el primer tema de conversación: “Tu pueblo es

112
diferente al resto de Extremadura porque allí sí hay clase media”.
Y así se inició una hora y media larga que guardo con
gran celo y cariño.
Hace poco más de un año -mascarilla mediante- volví
quedar con Víctor, de nuevo en Hervás. El punto de encuentro
fue la Plaza de la Corredera. Iniciamos un paseo por
popularmente conocida como calle “peatonal” hasta arribar al
Parque-Jardín Municipal. Hablamos largo y tendido del pasado,
del presente y del futuro de la región, del 25 de marzo y de la
juventud extremeña. “Hay algo de esperanza”, me dijo en un
momento dado. Y esa frase se me quedó grabada. De alguna
manera interpreté que el escritor albergaba cierta ilusión en una
nueva generación de extremeños/as que vuelve a alzar la voz y
que está llamada a remover el cronificado estado de postración y
postergación de Extremadura. Esa generación sucesora de la de
Víctor Chamorro y de los que se manifestaron contra
Valdecaballeros en 1979, la que hoy se moviliza por un “tren
digno”, por la recuperación de la memoria histórica, que
reivindica lo extremeño sin complejos y que lucha por evitar otra
colonización de esta tierra. Y esta nueva extremeñería no puede
avanzar sin el conocimiento y el reconocimiento de la anterior,
porque sufrieron y pensaron Extremadura. De ahí la importancia
para los/as extremeños/as de hoy conocer y reconocer la vida y
obra Chamorro, quien sintió y reflexionó esta tierra como
ningún otro. Y porque aún mantiene viva la esperanza.
Entre las muchas reflexiones que ha cuajado nuestro
insigne escritor está la reivindicación de una fecha: el 25 de
marzo de 1936. Aquella jornada en la que muchos miles de

113
extremeños se organizaron para, pacíficamente, llevar a cabo la
ocupación y puesta en activo económico de tierras que
secularmente les habían sido privadas. Ese día en que los
yunteros dijeron basta supuso, según Víctor Chamorro, “un
hecho diferencial identitario de Extremadura como pueblo”. Sin
embargo, el acontecimiento y su reinterpretación en clave
contemporánea continúan ignorándose por nuestros
gobernantes y, más preocupante, por quienes se encargan de la
gestión e impartición educacional y cultural en la región. Solo
contados historiadores y, en los últimos años, la Asociación 25 de
Marzo han cogido el testigo de Chamorro y vuelto a reivindicar
aquel día como esencial en la conformación de la identidad
popular extremeña. Y la semilla está germinando…
La plataforma Extremeñería -espacio asociativo de debate
y acción social, cultural y política que une a habitantes y
emigrantes de nuestra tierra- también reivindica el 25 de marzo
como día que ha de fijarse en el calendario y en la memoria de
todas/os las/os extremeñas/os, independientemente de la
ideología de cada persona. Y es que aquel acontecimiento no
debe filtrarse por posicionamientos políticos actuales sino por el
análisis académico de la Extremadura del primer tercio del siglo
XX. Solo así se entiende su importancia histórica y se comprende
su relevancia social y cultural para los/as extremeños/as del siglo
XXI. Algo parecido sucede con la extraordinaria figura
intelectual de Antonio Elviro Berdeguer, cuyo reconocimiento ha
sido impulsado recientemente por Extremeñería ante las
instituciones extremeñas. Este médico y político de Salorino
-regionalista primero y socialista después- trabajó por el

114
progreso de su tierra en un contexto desfavorable y nos legó
deliberaciones muy válidas para entender la realidad de
Extremadura, la pasada y la presente.
El levantamiento de los yunteros extremeños y el
fusilamiento de Antonio Elviro ocurrieron solo tres años antes
del nacimiento de Víctor Chamorro. La guerra que medió entre
tales acontecimientos puede interpretarse como una simbólica
ruptura entre generaciones extremeñas: la del primer y la del
último tercio del siglo XX -la de Elviro y la de Chamorro-,
separadas por la larga noche franquista. Y Víctor reconoció a
Antonio y a tantos anónimos extremeños invisibilizados y
represaliados, de manera singular las mujeres. A la joven
generación del primer tercio del XXI corresponde ahora conocer
y reconocer al propio Víctor Chamorro, sin largas noches de por
medio. La plataforma Extremeñería y quien escribe estas líneas
de manera particular expresan su reconocimiento a nuestro
ilustre escritor. Gracias por pensar Extremadura.

Juan Rebollo Bote


Coportavoz de Extremeñería

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Amigos

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Homenaje a Víctor Chamorro

Conocí a Víctor hace más de cuarenta años y desde entonces


hemos mantenido una amistad que no ha cambiado si no es para
haberse afianzado con más fuerza, Víctor siempre ha sido como
un hermano mayor para mí.
Eso en lo que se refiere a nuestra amistad, pero desde que
comencé a leerle no pude más que entusiasmarme con su
narrativa, directa y a la vez envolvente contando una realidad
fotografiada.
Pero lo grande de Víctor es escucharle, podría pasar
horas y horas atento a su charla, conocí su historia del 25 de
Marzo, oralmente hace muchos años y entendí que es lo que le
para a esta nuestra tierra. Víctor quiere tanto a Extremadura, que
le duele enormemente lo que le pasa, lucha por ella con la pluma
y de Trecho en Trecho la defiende, porque la quiere.
Era una obligación el que se le rinda homenaje por que
los extremeños y sus amigos se lo debemos.

Juan Carlos López Duque

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Hermano Victor:
Siento no estar contigo hoy, afectado por muchas goteras físicas.
Lo mismo que tú. Guardo el recuerdo próximo de nuestro
encuentro a las puertas de Hospital de Plasencia, donde te
renovaban la sangre y me diagnosticaban los daños de visión.
Nos unimos en un abrazo de común emoción, mientras tu hijo
nos perpetuaba en una foto tan imborrable como nuestro afecto.
Hoy recibes el reconocimiento de los labradores
extremeños que siempre gozaron de un fervor especial en
muchos de tus libros y me sumo a tan merecido homenaje con
todos los sentidos, como lo hice antes y lo haré siempre.
Muchas gracias por tanta sabiduría regalada en tu obra.
Ese testimonio pervivirá siempre. Un nuevo abrazo hermano.

Gonzalo Sánchez Rodrigo

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Amigo Víctor, me pregunto desde cuándo nos conocemos y
tengo que remontarme a los días en que dabas clase en el
instituto. Nuestra amistad viene desde entonces y se ha ido
fraguando, hasta ahora, en instantes. Recuerdo algunos como
cuando iba a tu casa y nos reuníamos allí varios amigos y
seleccionábamos los singles que nos indicabas, y que luego
escuchábamos; cuando ibas al campo de futbol a vernos jugar,
como buen aficionado que eres; las noches, durante el invierno,
que nos veíamos en el cine; aquel día, en Pedregoso, charlando
en el río donde, espontáneamente, surgió la frase “…el agua no
tiene raíces”, y así nació el título de tu libro Sin Raíces; aquel
verano que, en el coche de Gaspar, recorríamos estos contornos,
visitando las piscinas, disfrutando del baño, la charla y las
bebidas; el manuscrito de tu libro El Pequeño Werther, que me
regalaste, y que guardo mejor que cualquier tesoro que se precie;
los dibujos que me pediste para ilustrar tu próximo libro y que
orgullosamente te cedí. Y así, instante tras instante, se forma
nuestra vida, y yo, en un instante eterno, quiero darte las gracias
por tu amistad.

Enrique Acera Díaz


Maestro

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Conocí a Víctor Chamorro cuando vine a vivir a Hervás hace
ya 26 años, antes solo había oído hablar de él citado como parte
de la bibliografía en las clases de Historia en la Universidad de
Extremadura. Le conocí a través de su encantadora esposa
Teresa, ya fallecida, ella nos puso en contacto. Y me acerqué a sus
libros y a su persona. Le veo a menudo paseando, con su perro,
charlamos, pero recuerdo especialmente cuando me regaló sus
palabras para acompañar mi exposición de pintura en el
ayuntamiento de Madrid en 2017, en las que ha captado mi color
azul como nadie. Palabras que se fabricaron en su estudio-
laboratorio ubicado en una de las calles más bulliciosas del
Conjunto Histórico de Hervás, la calle Relator González más
conocida como la calle de los Comercios, un lugar mágico lleno
de recuerdos amontonados que invitan al respeto al adentrarse
entre ellos. Cuando has entrado en su estudio, no hay duda de
que te hayas en un templo del saber.

Esther Aragón Serrano


Artista plástica y docente

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Cuando me enteré de que se iba a ofrecer a Víctor un
homenaje enseguida me puse a pensar en la gran amistad que
siempre tuvimos. Y aún más cuando recuerdo, que venía al
pueblo ya que él era profesor en Madrid, y en vacaciones y en
algún fin de semana. Recuerdo cuando pasaba por la puerta de
su estudio en la Corredera que siempre que se encontraba abierta
subía las escaleras y le decía “Víctor que voy para arriba” y le
encontraba con el papel y el boli escribiendo, que en el momento
que me sentaba él dejaba de escribir y se ponía a leer en voz alta.
En el momento que alguna frase no la entendía le decía: “¡Víctor!
¡Víctor! ¡Para! ¡Para! ¡Que esa palabra no la he entendido! ¿Qué
quieres decir?”. Él entonces me lo explicaba. Eso era una de las
maneras que yo tenía de aprender. Recuerdo que le decía si le
molestaba el que yo preguntara. Él me respondía que en
absoluto, eso es señal de que quieres aprender y me puedes
preguntar todas las veces que no entiendas lo que digo. Ahí es
cuando me daba cuenta que sin darme clase me enseñó más que
los maestros en el colegio.

Antonio Calzado Arias


Hervás, 15 de Marzo de 2022.

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Querido Víctor,
He sabido por las Redes Sociales, te están preparando un
Homenaje (merecidísimo) por tu trayectoria como Director de
Colegio y también, cómo no, por tu trayectoria literaria amén de
como la gran persona que eres…
Sabes de mi predilección y sobre todo de mi admiración
por ti y tus asuntos, siempre tendré presente aquellos años —
¿felices?— de andanzas madrileñas, y tengo la imagen de un día
paseando Calle Atocha hacia Sol, en una casa de pollos asados,
aquellos inaccesibles volátiles para nosotros, salivando al ver dar
vueltas y más vueltas y conformándonos con un menú de siete
pesetas en la Calle Barbieri… (O tempora, o mores).
Aquella tarde de toros en las Ventas (arriba en las
andanadas) cuando el picador de turno, le enjaretó una puya y a
mí me salió una expresión que te hizo mucha gracia: ¡Vaya gua
que le ha hecho ¡
En fin Víctor que hoy recibas el afectuoso cariño, que
siempre te he profesado de tu siempre amigo
floren…

FlorenSanBar
Madrid 17 de marzo de 2022

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Nota de adhesión al homenaje que se va a celebrar, en honor
de Víctor Chamorro, el día 26 de marzo de 2022

Me gustaría expresar, con todo mi corazón, el mayor de los


agradecimientos, por todo lo aprendido, a un gran Humanista
amigo mío que en noches de Baco recitaba poemas. Gracias,
Víctor, por tanta buena lectura, por tanta conversación
inteligente, y por transmitir tu singularidad como individuo a tu
prole.
Extraordinario como persona y como escritor, fuiste capaz de
crear ese maravilloso cuento, “Érase una vez Extremadura”, que
debiera ser de obligada lectura en todos nuestros institutos.
Gracias por tu extraordinario sentido crítico, tu mirada escéptica
y tus reflexiones. En mi adolescencia me enseñaste, aún quizás
sin saberlo, lo excepcional de vivir una vida con criterio propio y
a desdramatizar los avatares del destino. Nunca olvidaré esa
finísima cita: “Al final todos somos gusanos, pero los hay de
seda…”.

Pedro José García Sánchez

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Homenaje a Víctor Chamorro

Creo que conocí a Víctor, un día que llovía, o lo mismo lucía


un sol de justicia, no sé. Fue uno de esos días, en los que hasta el
reloj no termina de estirarse, quisimos coser la tarde, pero solo
conseguimos hacer un zurcido blanco a la zafiedad y a la
mentira, que no es poco. Lo que es seguro que mi vida cambio,
fue un antes y un después.
Luego, más tarde, entendí porque a este escritor de barba
cana y de gallardo porte, mirada aristocrática, y a la vez sencillo,
nostálgico de un ayer si no mejor diferente, siempre erguido y
altanero como una escoba, se le quería en todos los lugares, en
los hogares extremeños, como en el de Leganés que ahora se
acaban de cumplir cuarenta años, pues antes conocía a Víctor,
me hizo el prólogo de mi primer libro Vereda, meses antes nos
echamos algunos medios gin tonics en su barrio, preparando
dicho libro y prólogo. Alguna vez comió en mi casa, mi madre
decía, que nuestra casa era muy humilde, que tenía sopa de
fideos de menudillo y pollo guisado al modo extremeño, le daba
igual, mi padre emigrante en Alemania y que había vuelto con
una enfermedad como era esclerosis múltiple en placa, postrado
en la cama, disfrutaba con su conversación, era cercano, tan
popular, solo con el sobrenombre de, el escritor. Ya entonces me
atreví a dedicarle un soneto.
Víctor parece serio, pero es de risa fácil, de andar
tranquilo, que se inclina, si hace falta ante el asombro de la vida.
Al viajero Víctor, recuérdese Hurdes tierra sin tierra, Cáceres de

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trecho en trecho y otras. Sabe abrazar la amistad, los silencios del
camino, y si hiciera falta, es capaz de abrazar los pespuntes de la
madrugada y hasta barruntar o escuchar el ruido de los besos
nuevos. Víctor, es un gran conversador, con arraigado equilibrio
entre la sabiduría y la soltura, ya lo dice su biógrafo Jonás
Sánchez en su última y magnifica reseña. Rezuma apabullante
humanidad, es un hombre de gran virtuosismo.
Víctor, es un escritor que siempre intenta acercar
voluntades, lenguajes, acentos, risas, suspiros y silencios. Aunque
no fue bien tratado, o no todo lo que se merece por sus colegas
extremeños, o suficientemente reconocido. Aunque al final le
dieron la medalla de Extremadura, y ese día no puede ir, aunque
lo felicité y me alegré mucho. Él en octubre del 83, no pudo ir a
mi boda en Madrid pero me envió un telegrama, desde la calle
san Herculano. Lo guardé con afecto, y veneración, pero al final
se extravió en algunos de los munchos traslados de casa, que
realicé.
Cuando murió mi padre en el 86, servidor vivía en Don
Benito, le envíe un poema que le había dedicado , y luego me
escribió diciéndome que lo había comentado con sus alumnos en
el instituto, se me saltaron las lagrimas.
Un servidor no desea prosperidad personal, ni siquiera
salud, que tampoco me sobra, dicha sea la verdad, pero si pido a
Dios nuestro señor que me ayude en el camino que me quede, y
sobre todo a elegir bien a mis amigos, que no es tarea fácil para
los tiempos que corren, por eso sé que Víctor es uno de ellos, y
espero que seamos cómplices en la risa, aunque en ocasiones
pueda ser una risa desatinada.

134
A él le gusta recordar, de vez en cuando, de dónde
venimos, y quienes somos.
Creo que hay días en los que no importa la lluvia, porque
él nos presta su paraguas, y sobre todo, si conoces a personas tan
auténticas y verdaderas como Víctor.
Vayan estas breves y sencillas palabras, en su merecido
homenaje, y en el de todos los que se empeñan en que los sueños
se cumplan.
¡Va por ti, Víctor Chamorro!
Un abrazo fuerte.

Plácido Ramírez Carrillo

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Antiguos alumnos y alumnas

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Señor Profesor,
De redacciones hablamos y de palabras escritas. De
significado aparentemente claro y preciso. De interpretaciones
variables.
Lo que no se lee, pero que está, suele ser lo importante y
lo que genera vínculos específicos entre las personas. Lo dice
Magdalena, tu “sentida favorita” alumna. La intimidad del
conocimiento mutuo y de las experiencias compartidas, en el
también silencio del discurso, configura estructuras indelebles.
Así queda patente en las palabras o imágenes de tus alumnos.
Yayi, feliz abuela en Zaragoza, guardó una carta tuya.
La palabra es la primera señal humana de
reconocimiento de sí mismo y del otro. El “yo” junto o frente al
“otro”. La dualidad o la conjunción. Nos permite reconocernos y
expresarnos como individuos únicos de una especie en la que
imperará un determinado lenguaje. La conformación del “yo”
por el medio, el asentamiento de la conciencia individual por el
ambiente colectivo. Gloria constata los aprendizajes desde la ya
supermadurez. Todo esto es Psicología. También una ideología.
Del gesto a la palabra. Nos ponemos de pié. Dejamos
atrás la infancia y sus exploraciones para investigar con otra
mirada el mundo que nos rodea. Mamen, la jara, agradece tu
soporte. Asentados en la solidez – o no – de la enseñanza
familiar, miramos con prudencia el exterior. Y valentía, si la
fortaleza fue el código familiar. Ante nuestras quejas: El

139
sufrimiento os generará una personalidad más fuerte, decías. Y
allá íbamos mientras crecíamos
Del desarrollo infantil, tan diverso y complejo, pasamos a
vuestras manos, Víctor, a las manos y al pensamiento de los
profesores del Colegio Libre Adoptado de Hervás. Nuevas
oportunidades. Cada uno de nosotros, se apegó al que pudo para
seguir creciendo, según fuera su experiencia.
Todavía hoy, sigo preguntándome, Víctor, porqué algún
niño del Hogar Infantil Julián Murillo de Cáceres elegía a un
determinado cuidador o cuidadora para depositar en él su
confianza, y no a otro. Esto es una digresión, pero de ellas se
derivan los ejemplos. Es una digresión normalita, pero que aún
con las imágenes de unos y otros me entretiene el recuerdo. De
este modo han estado tus alumnos y amigos junto a mí:
alimentando el recuerdo con las imágenes y las frases que
transfieren con tanta rapidez las nuevas tecnologías. La
constatación, esas fotografías imposibles y emociones secretas
que muchos no se han atrevido a transcribir, porque aunque yo
fuera la mediadora, a saber dónde terminaban.
El seguimiento de nuestros actos. Aprendimos. El
resultado de nuestras intervenciones. La asunción de
responsabilidades. Son aprendizajes indelebles. Así, en este
campo que yo he manejado en las teclas de mi ordenador, se
repiten las gracias al Profesor por abrirles caminos de libertad;
por enseñarles a pensar; por apoyarles como sujetos; por
iniciarles en concebir criterios; por transmitirles valores; por
dotarles de herramientas que le acercaran al conocimiento

140
crítico; por ayudarles a crecer, a estar en el mundo, también con
seguridad.
En documento adjunto tienes sus cariñosas y agradecidas
palabras. Su dedicación y respeto en su pensamiento aunque no
pongan nada. Porque entre nosotros se conminó que
avanzábamos junto a otros con nuestro paso y nuestra luz y que
tratábamos con igual brío al triunfo que a la derrota. Que
recordábamos las palabras de Kipling, como te dicen las de
Aldeanueva. Que mantenemos los cuadernos ya de hojas
amarillas en los que copiábamos lo que tu querías que
aprendiéramos, porque escribiendo despacio las cosas se retenían
mejor.
Yo he tenido otro derecho a la hora de escribir como
antigua alumna, porque soy representante de muchas. Del
mismo modo que las de Aldeanueva del Camino, o los que
fotografiaban listas de compañeros que se adherían al homenaje,
o los que me inundaron el teléfono de fotografías borrosas, o las
que pusieron cuatro palabras, o las que no pusieron nada pero
hablaron mucho, yo te agradezco haber sido nuestro Profesor.
Profesor que mostró caminos con su pensamiento, sus actitudes
y sus palabras. Que llegó al alma de los adolescentes que
guardaron las referencias, y, que ahora las refieren a sus nietos
para que en la historia familiar se mantenga el halo de
honestidad, dignidad, profundidad y crítica.
Umberto Eco, insiste en que la educación es lo que los
padres hacen con sus hijos cuando piensan que no los educan.
Sucede igual en el colegio. Cuando te sentabas, en una imagen

141
similar a la de Dostoievski en los libros de literatura de Anaya, y
hablabas de Historia o Literatura, escuchábamos, tomábamos
notas que luego debíamos pasar a limpio. Acurrucado junto a
aquella estufa, con una pelliza, creo recordar verde,
sencillamente hablabas, y nosotros traducíamos tu discurso a
nuestro conocimiento. Los examinadores de Plasencia solían
decir que qué manera teníamos de responder a las preguntas…
Tan rara pero certera al fin y al cabo. Esos contextos que
aseguraban el 5, y esos aciertos por concreción que subían la
nota. Y esos análisis de textos…Tan finos y tan penetrantes.
¡Tanto no van a leer estos niños!...No. Simplemente, usted, señor
Profesor, nos había enseñado a analizar cualquier cosa que se nos
pusiera por delante, rematando con síntesis gloriosas, que a saber
si los de Plasencia llegaban a entender. Sin desmerecer, que yo
estudié la segunda parte del bachillerato en Plasencia y ya llevaba
el historial completo para enfrentarme a otras materias…
Siempre que los profesores tuvieran buen fondo. Que su
“yo” no estuviera tan dañado que necesitaran dañar a otros para
calmar su dolor. Los hemos conocido. Siempre que tuvieran
buen fondo, como es tu caso, Victor. Gracias.
Con este texto, que como cualquier texto – ya te
encargaste de enseñarnos – tiene al menos 5 lecturas, señor
Profesor, la hora.
Rafaela Díaz Villalobos. Cáceres, 22 de Marzo de 2022.

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Querido y siempre recordado maestro Víctor:
Qué alegría conocer de tan merecido homenaje y cómo me
hubiera gustado poder estar presente y darte un abrazote
cargado de cariño y gratitud, por aquellos años en el entonces
llamado Colegio Libre Adoptado de Hervás, siendo yo un
adolescente que despertaba a la vida en unos tiempos de
mordazas y tú el Maestro, con mayúsculas, que tanto me ayudó y

estimuló para abrir los ojos. Fuiste como ese Maestro de la


canción de Patxi Andión. Siempre te vi reflejado en esa canción y
escucharla es evocar tus clases de Historia, tu compromiso más
allá del aula a través del teatro: La Mordaza y Escuadra hacia la
muerte de Alfonso Sastre, Apología de Sócrates de Enrique
Llovet (que no pudo llegar a representarse) o tu adaptación del
Auto de los Reyes Magos… Por no hablar de las tertulias en tu

143
casa y de aquellos viajes por Andalucía o el Levante, en unos
años en los que viajar era un lujo desconocido para aquellos
chicos y chicas de pueblo…

Después vendría la diáspora. La de tus alumnos por ley


de vida y la tuya, como la del Maestro de Patxi Andión, forzada.
Y con ella, los encuentros cada vez más distanciados. Pero no así
el recuerdo y la impronta que dejaste en mí. También la
presencia a través de algunos de tus libros, especialmente de
esa Historia de Extremadura.

144
Dicen que los amigos de verdad son pocos. Lo mismo
pasa con las personas que marcan nuestras vidas de una manera
decisiva. Y en mi caso, tú, Victor Chamorro eres una de ellas.
Muchos años después, trabajando como docente en un
instituto de Fuenlabrada, siguiendo tu ejemplo también dediqué
tiempo y esfuerzos al teatro escolar, como actividad
complementaria. Uno de mis alumnos, hoy profesor de Lengua y
Literatura en un instituto de Parla, también dedica parte de su
tiempo a esa hermosa y educativa tarea del teatro escolar. El año
pasado, mí último año de trabajo antes de jubilarme y
compartiendo claustro con él, tuve la enorme satisfacción de
vivir como ganaba un certamen nacional de teatro escolar, con
una adaptación de Las uvas de la ira. Tuvo la gentileza de
escribirme para darme las gracias, porque sentía que en ese
reconocimiento había algo de mí, de lo que le enseñé siendo
alumno y haciendo teatro, de contagiarle la importancia de
“hacer ese tipo de cosas con chicos de nuestra zona, de origen
humilde”. Y mi respuesta inmediata fue la siguiente: “Yo solo he
seguido el testigo que un día, cuando era alumno del instituto de
mi pueblo, alguien hizo por mí y mis compañeros de entonces.
Solo he tratado de hacer lo que mi Maestro Victor Chamorro me
enseñó entonces”. De modo que, también en ese premio nacional
de teatro escolar, está la semilla que hace años sembraste tú.
¡Va por ti, Maestro Víctor Chamorro!
UN ABRAZO Y MI GRATITUD POR SIEMPRE.

Letra El Maestro
Con el alma en una nube

145
y el cuepo como un lamento
viene el problema del pueblo
viene el maestro
el cura cree que es ateo
y el alcalde comunista
y el cabo jefe de puesto
piensa que es un anarquista
le deben 36 meses
del cacareado (mento)
y el piensa que no es tan malo
enseñar (toreando )un sueldo
en el casino del pueblo
nunca le dieron asiento
por no andar politiqueando
ni ser portavoz del cuento
las buenas gente del pueblo
han escrito al menisterio
y dicen que no esta claro
como piensa este maestro
dicen que lee con los niños
lo que escribió un tal Machado
que anduvo por estos vagos
antes de ser exilado
les habla de lo inombrable
y de otras cosa peores
les lee libros de versos
y no les pone orejones
al explicar cualquier guerra

146
siempre se muestra remiso
por explicar claramente
quien vencio y fue vencido
nunca fue amigo de fiestas
ni asiste a las reuniones
de las damas postulantes esposas de los
patrones
por estas y otras razones
al fin triunfo el buen criterio
y al terminar el invierno
le relevaron del puesto
y ahora las buenas gentes
tienen tranquilo el sueño
porque han librado a sus hijos
del peligro de un maestro
con el alma en una nube
y el cuerpo como un lamento
se marcha,se marcha el padre del pueblo
se marcha el maestro.
https://youtu.be/NGgk37MXnk4

José Luis Bastos Flores

147
148
Querido Víctor, o Don Víctor, como te llamábamos antes de
permitirnos tutearte.
En este homenaje tan merecido que se te brinda, estas dos
antiguas alumnas de Aldeanueva del Camino, hemos querido
colaborar haciéndote llegar estas palabras de cariño y
agradecimiento, a tu persona y a la labor que desempeñaste allá
por los años 60, cuando comenzó la andadura del Instituto de
Hervás, justo cuando nosotras iniciábamos los estudios de
Bachillerato. Es un honor y un placer para nosotras, después de
los años que han pasado.
Bien sabes, porque siempre que hemos tenido ocasión te
lo hemos manifestado, que fuiste un referente importante en
nuestras jóvenes vidas. Un profesor de los que dejan huella, de
los que, más allá de lo estrictamente académico, abarcan lo
humano. No era, por entonces, algo habitual.
Conseguiste que ciertas enseñanzas, aparentemente poco
importantes, se quedaran grabadas en nuestra memoria, como
cuando hacías hincapié en hitos históricos como el
descubrimiento del fuego o de la rueda. Sin duda, ese entusiasmo
en tus explicaciones, no solo hizo que comprendiéramos mejor la
evolución de la humanidad, sino que también fomentó en
muchas de nosotras un gran interés por la sociedad y la historia.
Echando la vista atrás, es fácil reconocer que fuiste un profesor
que quisiste salir de tu asignatura y de las cuatro paredes del
aula. En efecto, ocupa un lugar destacado en nuestro recuerdo tu
interés en la transmisión de la cultura, organizando esas obras de
teatro tan geniales, las actuaciones de baile o los viajes culturales.

149
Todo ello ayudó a enriquecernos con experiencias, para nosotras
desconocidas, y que sin ti quizá no hubiéramos disfrutado, a
convivir de manera cercana con compañeros y profesores y, en
definitiva, a ensanchar nuestras mentes.
Todo este cariño que te tenemos ha perdurado en el
tiempo y, al pensar en ti, se entremezclan recuerdos bien lejanos,
como cuando entonamos y cantamos el Himno de la Alegría (un
momento inolvidable), con otros más recientes, como el de aquel
verano en el que, en una semana cultural en Aldeanueva del
Camino, hicimos una lectura continuada de uno de tus libros y
compartimos luego una cervecita contigo.
Como estos, podríamos rescatar cientos de recuerdos…
Pero, no nos podemos dejar otro que seguro te alegrará. ¿Te
acuerdas cuando nos hiciste copiar el poema de Rudyard Kipling
“serás hombre, hijo mío”? Pues estas dos alumnas, que lo
conservan en un papel, amarillo ya por el tiempo, a veces lo
sacan, lo leen y se lo leen a sus hijos, esperando convertirlo,
como tú hiciste con nosotras, en una enseñanza de vida.
Gracias, mil gracias por darnos tanto.
Tus alumnas, Nani y Carmina, te envían de su parte, y de parte
de todo tu alumnado de Aldeanueva del Camino, un abrazo
enorme.

Carmen Martín Álvarez y Aurelia (Nani) Mateos Gómez


Aldeanueva del Camino, 11 de Marzo de 2022

150
Alumnos del Colegio Destino, Canillejas (Madrid)

Soy Miguel Ramos de la generación del 72 ...La mejor. De mi


profesor Víctor qué decir.
Que imponía respeto y a la vez era un profesor de los que
te dejan huella ...Pero para bien. Contaba las historias de una
forma que te hacías una película y te introducías dentro...
Yo lo que peor llevaba era el concurso individual que el
recordará por ser el único alumno al que no consiguió que
recitará las poesías..., lo pasaba mal pero lo recuerdo con
cariño..., y luego tema fútbol era un crack. Nos tenía en vilo con
el juego de la pelota..., tirábamos un balón y Víctor decía si con
este otro balón consigo darle..., jugamos al fútbol y no hacemos
gimnasia.
Gran profesional en la docencia y como escritor una
máquina. Hecho mucho de menos aquellos tiempos de colegio
de la EGB. Un abrazo muy fuerte "PROFESOR" gracias a usted
tengo a día de hoy una escritura de libro.

Madrid, 7 de marzo de 2022.

151
Buenas tardes estimado profesor, soy Javier Moreno Pérez " ese
portero infatigable del equipo de fútbol del colegio Destino".
Compañero y amigo de clase de tu hijo Víctor.
Teniendo la oportunidad de poder comunicarme contigo,
siempre con la prudencia de dirigirme a un gran escritor Español
como tú, (espero disculpes mi narrativa gran literato Víctor
Chamorro).
Siempre agradeceré tu compromiso hacia nosotros como
alumnos del colegio Destino, ese colegio de nuestro barrio,
Canillejas, que marcó tanto en mi persona...Aún mantengo en mi
memoria las poesías que nos aprendíamos en tu clase de Sociales
de los ríos.. jajajaja nos encantaban a todos.. Tu manera de
darnos clase de forma apasionada hacía que nos sintiéramos
protagonistas de todas esas batallas en clases de Historia...Que
gran Profesor y que gran Persona...Eternamente agradecido por
tu sabiduría y que afortunado fui junto con el resto de la clase de
tenerte en nuestra niñez como profesor y referente.
Actualmente ejerzo la profesión de Policía en Madrid y
debido a mi educación y formación con profesores tan Éticos,
empáticos honrados y honestos como tú querido "PROFE" han
creado en mi a una persona que haga de su profesión tener estos
valores como principal pilar de actuación...
Muchas gracias por haberme dado la oportunidad de
compartir una parte de mi vida contigo, mi gran Ilustre profesor
Victor Chamorro...
Se despide de ti, tu alumno y admirador.
Fco. Javier Moreno Pérez

152
Que puedo contar de Víctor, pues es un hombre buenísimo y
el mejor profesor que he tenido.
Me acuerdo cuando se enfadaba con algún alumno que
no atendía y le tiraba el paquete de ducados.
O cuando se ponía a pensar algo y se empezaba a
mordisquear la perilla o atusársela.
Siempre intentaba comprendernos, y con esa facilidad de
palabra que tiene, nos aconsejaba y era para bien.
Víctor Chamorro, el mejor profesor y buen amigo de sus
alumnos.
Colegio Destino. Barrio de Canillejas.
María Sonia Victoria Martin (Le tuve de profesor 6 años
Y también fue profesor de mis hermanos más pequeños que yo).
Madrid, 13 de Marzo de 2022

153
154
Alumnos Colegio Libre Adoptado de Hervás

“Muchas gracias por todas las enseñanzas recibidas, siempre he


guardado un grato recuerdo de aquellos años y del buen
profesor.”
Chelo Gómez Valle. Hervás, 24 de Febrero de 2022.

“Víctor, fue un privilegio tenerte de profesor. Me trasmitiste


valores, despertaste en mí la curiosidad por aprender, me distes
herramientas para desarrollar el pensamiento crítico, en
definitiva para que fuera una persona libre. Esto lo he podido
constatar y valorar, después de toda una vida y con la
perspectiva que dan los años. Muchas gracias por todo”.
Gloria Neila Gil. Madrid, 24 de Febrero de 2022.
(Colegio Libre Adoptado de Hervás. Periodo de 1967 / 1971.)

Don Victor:
Tuve el honor de ser su alumna desde los diez años. Era una
época difícil en la que muchos de los profesores nos trataban de
forma despótica, sin respeto hacia los alumnos, mientras que
Don Víctor era el único que nos escuchaba, que nos tenía en
cuenta como persona y conseguía que con él estudiaremos más y
con interés por las materias que nos impartía. Nos inició entre
otras actividades en el teatro, en la poesía, en la lectura. Y él fue
el responsable en cierta forma de mi forma de pensar, de
discernir y de actuar en la vida.
Gracias por todo ello Víctor Chamorro.
Mari Carmen Gil Mártil. Hervás, 28 de Febrero de 2022.

155
Hola, Víctor:
Sólo unas pequeñas líneas para expresarte mi reconocimiento y
agradecimiento -estoy seguro que compartido por muchos y
muchas de los que fueron compañeros míos en el C.L.A. de
Hervás, por todos aquellos días en que, de una forma amena y
didáctica, ilustrabas sobre Geografía, Historia… a todas aquellas
pequeñas mentes ansiosas (o, a veces, no tanto, que de todo
había) en el Hervás de los 70, que hoy parecen tan lejanos por
tantas razones.
Quiero indicarte, además, que sentí un enorme honor y
orgullo el día en que hace unos años, ya como profesor de
instituto (en el IES Luis de Morales, de Arroyo de la Luz: ¿te
acuerdas?), tuve la oportunidad de presentarte y presentar tu
intervención a los que, en aquellos momentos, eran mis alumnos
y alumnas: una emotiva transmisión de conocimientos entre
generaciones; un momento inolvidable para mí.
Un fuerte abrazo:
Pedro Emilio López Calvelo

Víctor Chamorro. Primero como profesor, mi MAESTRO,


aprendí a leer, razonar, comprender y ser más libre.
Más tarde, tuve la suerte de entrar en tu círculo de amigos y en
todos estos años, he disfrutado como nadie de tu amistad,
compañía y generosidad. Gracias a ti, he conocido a grandes
personas y personajes. Hemos compartido tertulias, siempre
agradables y didácticas de esas que llenan un minuto de sesenta
segundos que te llevan al cielo. Hemos subido a palacios y bajado

156
a cuevas, siempre de la misma manera y con mucho cariño.
Que puedo decir de ti Víctor, te queremos y necesitamos, a los
AMIGOS, siempre se les necesita.
Teresa Vidal Corriols. Hervás, 14 de Marzo de 2022.

Mi querido profesor, Don Víctor. Vd. me mostró que podía


aprender y crecer disfrutando. Hasta ese momento, estudiar era
un acto de responsabilidad, obediencia.... y todo ello envuelto en
miedo. Nada era cuestionable. Incluso ir al cine un domingo por
la tarde podía ser un acto de imprudencia. Y yo era una niña
muy responsable y obediente. Amada por mis padres pero con
una gran inseguridad en sí misma.
Entré en la adolescencia por la puerta grande: se
desataron mis miedos y aquella niña, Madalenita se convirtió en
Magdalena, gracias a usted.
La Literatura dejó de ser una asignatura para convertirse
en un arte al que yo tenía acceso. Me enseñó a leer lo que no está
escrito pero que al lector atento le hace sentirlo.
Desde aquel Hervás, aquel pequeño valle lluvioso, podía
contemplar el mundo, y ya sin miedo.
Yo era su "preferida", lo decía delante de todos y eso fue el
impulso más grande que ni siquiera podía soñar. Sé que usted
sabía que era precisamente lo que yo necesitaba. Me lo dio con
creces.
Un profesor que da alas a sus alumnos y empuja si es
preciso, una persona que ve que el potencial del otro se
desarrollará si se le ayuda.
Le agradezco que avivara mi luz, que entendiera, que

157
fuera capaz de derribar muros para otros y que me diera las
herramientas para que yo derribara los míos y también los de los
demás.
Muchas gracias, mi querido Don Victor.
Aquella Madalenita que siempre le lleva en el corazón, muy
adentro, muy de verdad.
Magdalena Gutiérrez Chamorro. Madrid, 28 de Febrero de
2022.

Unas palabras para Víctor, creo que las más importantes son: que
fue un profesor que además de historia que era su asignatura,
nos enseñó a pensar y a ver el sentido de la historia en unos
tiempos en los que estaba prohibido tener criterio político y
social, y que como yo, era muy jovencita, pero que nunca nos
habíamos planteado.
Gracias, Víctor por todo lo que nos has dado, cultura y criterio.
Gracias.
María José Valle González. Cáceres, 2 de Marzo de 2022.

Estimado profesor:
Gratos recuerdos de sus clases conservo.
Uno de ellos muy especial. En diciembre del 70 me escribió una
carta, interesándose por mi salud. La guardo con mucho cariño.
Entre otras cosas me decía:
Hervás, 3 –XII. 70
Eladia Neila (Yayi)
Estimada alumna:
Me alegro que ya estés bien y que todo haya pasado. En esta vida

158
todo tiene su compensación, te librarás de los trimestrales, a lo
mejor ya estarás repuesta para las vacaciones. Supongo que no
tendrás mucho humor para estudiar tampoco tendrás ganas de
estudiar ni Historia ni Literatura, sino más bien para leer
revistas.
Bueno, que todo pase pronto.
Tu profe, Víctor.
Muchas gracias por los años de Instituto en Hervás y por sus
LIBROS.
Deseándole mucha Salud, su alumna Yayi.
Yayi Neila Valle. Zaragoza, 5 de Marzo de 2022.

A Víctor me gustaría decirle que tengo muy buen recuerdo de El


por lo buen profesor y buena persona.
Rosario Martil García. 6 de Marzo de 2022

Aunque eran tiempos oscuros mis recuerdos de el CLA de


Hervás, son claros, divertidos, emocionantes, una adolescencia
llena de descubrimientos, de primeras pasiones ¡de buena gente!
Víctor fue alma de esa etapa de mi vida.
En su momento, volver a estar con él, después de tantos años,
disfrutar de nuestras conversaciones, de nuestras comidas, me ha
llevado a entender muchas cosas.
Me alegro mucho de este homenaje, sencillo, pero sincero a una
gran persona como Víctor. Gran referente de la literatura
española, no siempre reconocido por “la oficialidad”, pero
siempre admirado por todos. Nunca disculparé, si es que tengo
derecho a ello, lo que tardaron en concederle la medalla de

159
Extremadura. ¡Qué majadería esa pérdida de tiempo!
Fuiste mi maestro, mi formador con el teatro. Eres mi
amigo. Gracias por tu tiempo Víctor.
Federico Suárez, 20 de marzo de 2022.

Natividad López y Édison Galiñanes (en su nombre y como


portavoces de otros alumnos del COLEGIO LIBRE
ADOPTADO DE HERVÁS) quieren hacer patente su eterno
agradecimiento a la labor educativa ejercida por nuestro querido
profesor VÍCTOR durante el bachillerato elemental
(permanecerá en nuestro recuerdo la famosa RUEDA en la
asignatura de historia que nos hacía estar permanentemente en
guardia y nos animaba a estudiar) así como las particulares
experiencias vividas en el grupo de teatro del centro con la
representación de obras de teatro (ESCUADRA HACIA LA
MUERTE, de Alfonso Sastre,…)
Nuestro sentido homenaje a su dedicación altruista en pos de la
formación necesaria para ser personas de bien.

160
A Víctor Chamorro, un admirado desconocido…

Lo malo de ser hermana de… es que escuchas de forma


inconexa historias de tus hermanos mayores sin enterarte del
todo de qué se trata y te entra una curiosidad enorme por
escuchar, tratar de entender y espiar.
Tener 8, 7 y 5 años menos que mis hermanos, me
arrojaba a un lugar extraño, entre mirona y envidiosa, respecto a
lo que tramaban los mayores, especialmente cuando estaban en
el instituto.
¿De quién hablaban cuando nombraban a Víctor
Chamorro?
De un profesor atípico
De un personaje interesante.
De un historiador y amante del teatro
Tal vez de un Sócrates contemporáneo,
¿De un revolucionario, un despertador de conciencias en
tiempos del franquismo, o de un inconformista que luchaba
contra el régimen a través del pensamiento y la palabra?
Parece que todo apuntaba a un queridísimo y amado
incomprendido.
¿Y qué veían los padres cuando iban al Cine Juventud a
ver las funciones escolares de sus hijos?
Aún era demasiado pequeña para asistir a estas
funciones, pero sabía que el cine se vestía de gala, subiendo la
pantalla principal para que el escenario abriera su espacio al
teatro.

161
Nuestros padres contaban que, en su juventud, habían
interpretado piezas de zarzuela en la Escuela Dominical y en el
cine, pues era mucho más espacioso y contaba con un amplio
aforo.
En la época de Víctor se pasó, de la puesta en escena del
género chico, sainetes y variedades, al romancero, el teatro
comprometido y de denuncia social.
Cuando los padres iban al teatro a ver las obras de sus
hijos, algunos veían eso, funciones escolares. Emocionados con
la pasión de verlos en escena, muchos, veían la representación
sin descifrar el valor metafórico de lo que veían. Eran el público
palaciego en la escena teatral de Hamlet. Otros, sin embargo,
veían una amenaza en la representación de algún texto de
denuncia social de Alfonso Sastre, como `La mordaza´ y
`Escuadrón hacia la muerte´.
Sólo sé que un día se marchó y fue una enorme pérdida
para los alumnos. Hasta donde me llegaron los ecos de su figura,
sé que fue una marcha triste y polémica.
Cuando me tocó el turno de ser alumna del Instituto,
también tuve algún Víctor Chamorro particular,
afortunadamente. Hablo de esos profesores que me hicieron
sentir inteligente por hacerme preguntas, por expresarlas en alto,
que me invitaron a pensar desde la curiosidad y la sospecha. Y
que me mostraron el camino de la duda como un acicate al
estudio y a la búsqueda de sentido.
Aquí va también mi agradecimiento particular a Carlos y
a Luis, ellos saben por qué les admiro y quiero tanto. El primero
desde la Filosofía, el Cine y la Música y el segundo desde la

162
Historia y el Arte, me abrieron las puertas del inconformismo
como actitud de aprendizaje y de la estética como modo de
aprender y disfrutar.
La asignatura pendiente que tengo con Víctor es leer su
obra, buscarle entre los personajes de sus novelas, en la
intrahistoria de la Extrema y de la Dura. Estoy deseando dejarme
sorprender por su pensamiento crítico.
¡Nunca es tarde para emprender esa tarea!
Gracias Víctor, mi admirado desconocido
Y gracias a los maestros que merecen ese nombre.

Amparo Bastos Flores

163
164
Listado de Adhesiones Antiguos Alumnos Hervás

Teresa Vidal Corriols. Auxiliar Enfermería. Plasencia.


Mari Carmen Vidal Corriols. Administrativa. Béjar.
María del Carmen Gil Mártil. Administrativa. Hervás.
María José Valle González. Empleada de Banca. Cáceres.
Marisol Neila Blanco. Administrativa. Madrid.
Rosario Mártil García. Ama de casa.
Amada Acera García. Funcionaria. Madrid
Gloria Neila Gil. Enfermera. Madrid.
Chelo Gómez Valle. Administrativa. Barcelona.
Yayi Neila Valle. Administrativa. Zaragoza.
Julia Sánchez Solís. Empresaria. Hervás.
Conchi Sánchez Solís. Profesora. Madrid.
Antonia Martín Manuel. Maestra. Hervás.
Marciano Martín Manuel. Historiador. Hervás.
María José Fernández Neila. Locutora Radio. Salamanca.
Dori Hernández Portela. Empresaria. Hervás.
Emilia González García. Profesora. Licenciada en Geografía e
Historia. Jaraíz.
Andrés Castellano. Medicina privada. Madrid.
Teresa García. Aldeanueva del Camino.
Federico Suárez Hurtado. Empresario. Mérida.
Pilar Alonso Duarte. Psicopedagoga. Cáceres.
José Isidoro Rodriguez. Ganadero. Aldeanueva del Camino.
Pedro Rosa. Seguridad Privada. Zaragoza.
Rosa Mª Sánchez. Funcionaria Junta Extremadura.
Nieves Sánchez. Funcionaria Junta Extremadura.

165
Julia Castillo. Maestra. Aldeanueva del Camino.
Carmen Martín Álvarez. Maestra/Educadora Social. Madrid.
Nani Mateos Gómez. Monitora Colegio Fuenlabrada. Madrid.
María Ángeles Martín. Funcionaria.
María Jesús Ferreira Romero. Administrativa. Hervás.
Yolanda Vega Corrales. Administrativa. Hervás.
Maribel Vega Corrales. Empresaria. Calpe. Alicante.
Edison Galiñanes. Empresario. Hervás.
Toni Martín González. Empresaria. Hervás.
Esperanza Martín González. Funcionaria M. Cultura. Ciudad
Real.
Matilde Martín González. Funcionaria M. Cultura. Albacete.
Pedro Martín González. Enfermero. Madrid.
Lola Benito Moreno. Enfermera. Barcelona.
Mari Luz Ginarte Blanco. Empresaria. Hervás.
José Luis Bastos Flores. Profesor de Secundaria. Fuenlabrada.
Madrid.
Piedad Bastos Flores. Maestra E. Infantil. Hervás.
Pilar Bastos Flores. Empleada Ayuntamiento Alfaro. La Rioja.
Remedios García Martín. Administrativa. Torrejón de Ardoz.
Madrid.
Amadeo García Martín. Trabajador Social. Ayuda a domicilio.
Hervás.
Marisa Amador Camino. Enfermera. Plasencia.
Felipe Bastos Martín. Fisioterapeuta. Hervás.
Gloria Duarte Sánchez. Oficial de Mantenimiento. Hervás.
Maribel Duarte Sánchez. Auxiliar Administrativa. Hervás.
Ana María Arrojo Pérez. Profesora. Hervás.

166
José María Blázquez Blázquez. Ferroviario. Madrid.
Paloma Martín Hernández. Profesora deportiva.
Concha Bruno Montero. Diplomada en Enfermería. Plasencia.
Mercedes García Hernández. Empresaria. Hervás.
Mari Carmen García Neila. Maestra. Hervás.
Socorro García Neila. Maestra. Hervás.
Pedro Jesús Sánchez Santesteban. Gestor. Hervás.
Esperanza Neila Neila. Docente. Hervás.
Gaspar López Calvelo. Banca. Hervás.
Natividad López Calvelo. Empresaria. Hervás.
Pedro Emilio López Calvelo. Profesor E. Secundaria. Cáceres.
Blanca Mª Blanco Vega. Profesora. Madrid
Maribel Montero Muñoz. Empresaria. Hervás.
Mari Luz Colmenar Neila. Empresaria. Hervás.
Conchi Rubio Lumeras. Empresaria. Hervás
Mari Carmen Hernández Neila. Administrativa. Hervás.
Julia Hernández Neila. Cuidadora. Hervás.
Emilia Hernández Neila. Enfermera. Hervás.
Marigel Castellano Hernández. Conservadora museo. Madrid.
Laura Mirón Sánchez. Administrativa. Madrid.
Agustín García García. Maestro. Hervás.
Guadalupe García García. Ama de casa. Malagón. Ciudad Real.
Ana Santolino Gago. Enfermera. Salamanca.
Aniceta Sánchez Rodriguez. Ama de casa. Madrid.
Miguel Ángel González Melón. Ganadero. Hervás.
Antonio Zúñiga Mártil. Encofrador. Hervás.
Xandra Blanco Ramos. Psicopedagoga. Madrid.
Rafaela Díaz Villalobos. Psicóloga Clínica. Profesora UEX.

167
168
Listado General de Adhesiones

Jesús del Rio Ovejero. Amigo personal. Empresario. Hervás.


Gaspar Sánchez Majadas. Amigo personal. Profesor. Salamanca.
Isidoro Reguera. Filosofo. Catedrático de Filosofía de la UEX.
Eduardo Moga. Editor, traductor y escritor.
Jonás Sánchez Pedrero. Bibliotecario y escritor.
Mónica Marín Campo. Administrativa. Baños de Montemayor.
Pureza Canelo. Escritora. Madrid.
Esteban Cortijo. Filósofo. Fundador del Ateneo de Cáceres.
Juan José Moreno Doncel. Radio Nacional de España. Cáceres.
Pedro Sánchez González. Diseñador, pintor y escritor. Rivas.
Leonor Flores Rabazo. Enfermera. Mérida.
María Luisa Bermejo. Psicóloga. Facultad Educación.
Universidad Extremadura.
María Jesús Serrano Bulnes. Amiga personal. Profesora de
Primaria. Salamanca.
Santiago Blázquez Ovejero. Profesor de Secundaria. Salamanca.
Emilia Guijarro Gonzalo. Directora Provincial de Educación.
Cáceres.
Miguel Ángel Lama. Profesor de Literatura Española.
Universidad Extremadura.
Ventura Duarte. Amigo personal. Enfermero. Plasencia.
Pilar y Mayte Castellano Hernández. Amigas personales.
Galeristas. Madrid.
Amparo Bastos Flores Alumna del Instituto de Hervás. Psicóloga
Clínica. Madrid.
Esther Aragón Serrano. Artista Plástica y docente. Hervás.

169
Patricia Valle Corriols. Alcaldesa de Hervás.
Eduardo Mesa Daza. Administrativo. Hervás.
Plácido Ramírez Carrillo. Poeta.
Antonio Calzado Arias. Pintor y Escritor. Hervás.
Charo Neila Lumeras. Cartera. Madrid.
Manuel Neila Lumeras. Profesor de Secundaria y Escritor.
Morata de Tajuña. Madrid.
Florencio Santos Barbero. Amigo personal. Madrid.
Enrique Acera Díaz. Maestro. Hervás.
Pilar Gutiérrez Chamorro. Profesora de Filosofía. Zaragoza.
Merche Miranda Martin. Diputación Provincial. Cáceres.
Pedro García Gómez. Maestro Hervás.
Puerto García Sánchez. Bancaria. Sevilla.
Luis A. Hernández Queizán. Empresario. Cáceres.
Asociación el Ausente (Hervás):
Tomás Lomo Hernández. Ajustador. Tarrasa. Fundador, junto a
otros de la Asociación el Ausente (1990).
Rafaela Díaz Villalobos. Presidenta. Psicóloga Clínica. Profesora
UEX. Cáceres.
Margarita Matas Sánchez. Secretaria. Autónoma. Avilés.
Pastora Matas Sánchez. Tesorera. Ama de casa. Avilés.
Chelo Pérez Hernández. Ama de Casa. Domicilio oficial de la
Asociación. Hervás.
Pilar Pérez Hernández. Vocal. Empleada Comercio. Rentería.
Amparo Ferreira Hernández. Vocal. Ama de casa. Avilés.

170
Este libro se terminó el 25 de marzo de 2022
cuando se cumplen 86 años de
El día de Extremadura.

171

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