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Teorías del origen del universo

Una de las teorías que más adeptos ha ganado es la del big bang, que
curiosamente nació en la mente del sacerdote católico George Lemaître. Desde
joven, el belga ya había mostrado un profundo interés tanto en la ciencia como
en la vida sacerdotal, dos vocaciones que consiguió integrar en su vida tras
haber luchado en la Primera Guerra Mundial donde, cuentan, leía el Génesis a la
par que los trabajos del físico Henri Poincaré. Lemaître, además de demostrar
que el universo no era estático, sino que se encuentra en constante expansión,
fue el primero en hablar de la ‘teoría del átomo primigenio’: creía que hace
13.000 millones de años el universo era un punto caliente más pequeño que el
núcleo de un átomo y que, en una fracción de segundo, se expandió y se enfrió,
dando lugar a lo que llamó ‘inflación cosmológica’. La expansión siguió entonces
su curso, formando las estrellas, las galaxias y todo aquello que conocemos (e
incluso lo que aún no).

Esta teoría se sustenta en dos evidencias principales. La primera de ellas es la


expansión constante, una realidad que ha llevado a científicos y cosmólogos a
pensar que, en algún momento, el universo estuvo encerrado en un punto
compacto. La segunda evidencia es la ‘radiación cósmica de fondo de
microondas’, una radiación descubierta en 1965 por dos ingenieros de
Laboratorios Bell. Esta, que cubre y envuelve cada una de las partículas del
universo de manera uniforme, es considerada un recuerdo –o un eco– de los
primeros instantes en que la luz y la radiación aparecieron en el universo.

La teoría del átomo primigenio, sin embargo, no gustó al astrónomo inglés Fred
Hoyle, que criticó la idea del ‘gran estallido’ (el significado literal en castellano
de big bang) en una charla en la BBC; paradójicamente, fue esa crítica lo que
bautizó el concepto tal como lo conocemos actualmente. Hoyle era partidario
del llamado ‘modelo del estado estacionario’, una teoría nacida originalmente en
las mentes de Thomas Gold y Hermann Bondi y que el mismo Hoyle se encargó
de ampliar. Esta hipótesis considera que el universo siempre ha existido y que
nunca dejará de existir; por eso, argumentan, siempre ha tenido la misma
apariencia. La teoría sí que considera que el universo se expande, si bien
sostiene que lo hace gracias a una creación constante de materia que va
ocupando los espacios vacíos de la expansión, lo que mantendría su densidad.
Con el descubrimiento de la radiación de microondas, la teoría entró en
decadencia. Pese a que hoy día sigue habiendo algún astrónomo que se aferra a
ella, como el astrofísico indio Jayant Vishnu Narlikar, la teoría ha sido
prácticamente descartada por la comunidad científica.

 Teorías no descartadas

Pese a la enorme importancia que el big bang –prácticamente la única teoría del
origen del universo que se enseña en los institutos– mantiene hasta hoy,
existen también otras teorías alternativas que la ciencia ha aceptado como
posibilidades. Es el caso del ‘gran rebote’, la ‘teoría de la cosmología cíclica
conforme’ o la ‘teoría de la ‘inflación eterna’ (o de los ‘multiversos’).

Todas ellas comparten un mismo aspecto: tienen ciertos puntos en común con el
big bang. El ‘gran rebote’, por ejemplo, defiende que la explosión no fue tal,
sino que se trató de un rebote: el paso de un universo viejo a uno nuevo. Una
mera contracción de algo que siempre ha existido y que simplemente cambia
cada un determinado número de millones de años. Algo similar sostiene la
‘teoría de la cosmología cíclica uniforme’ de Roger Penrose. En ella se presume
que el universo será absorbido en algún momento de su historia por agujeros
negros que evaporarán todo el contenido, dejando como resultado un universo
con infinitas partículas de luz. Este escenario, que Penrose asocia al big bang,
sería el punto de partida para un nuevo universo.

También existen múltiples teorías situadas fuera de los límites de la ciencia,


como ocurre con aquellas que consideran que el universo entero es un
holograma o una simulación creada por ordenadores. Sin embargo, hasta que no
se pruebe la veracidad absoluta del big bang, esta continúa siendo también una
hipótesis. La ciencia, mientras tanto, es libre de apostar por cualquier
alternativa viable.

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