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La Revolución Industrial comenzó en Inglaterra debido a una combinación única de factores, incluidos abundantes reservas de carbón barato, bajos costos de capital e intereses, y salarios relativamente altos en comparación con el costo de la energía. Si bien los salarios podrían no haber sido tan altos como se pensaba originalmente, esta combinación de factores aún hizo que la mecanización fuera rentable en Inglaterra antes que en otros lugares. La difusión de la tecnología a otros países dependió de que los precios relat
La Revolución Industrial comenzó en Inglaterra debido a una combinación única de factores, incluidos abundantes reservas de carbón barato, bajos costos de capital e intereses, y salarios relativamente altos en comparación con el costo de la energía. Si bien los salarios podrían no haber sido tan altos como se pensaba originalmente, esta combinación de factores aún hizo que la mecanización fuera rentable en Inglaterra antes que en otros lugares. La difusión de la tecnología a otros países dependió de que los precios relat
La Revolución Industrial comenzó en Inglaterra debido a una combinación única de factores, incluidos abundantes reservas de carbón barato, bajos costos de capital e intereses, y salarios relativamente altos en comparación con el costo de la energía. Si bien los salarios podrían no haber sido tan altos como se pensaba originalmente, esta combinación de factores aún hizo que la mecanización fuera rentable en Inglaterra antes que en otros lugares. La difusión de la tecnología a otros países dependió de que los precios relat
La Revolución Industrial, que se inició en Inglaterra durante la segunda mitad del
siglo XVIII, es quizás uno de los eventos más decisivos en la historia de la humanidad. La invención de la hiladora mecánica o la máquina de vapor, entre otras muchas innovaciones que se sucedieron desde entonces, han multiplicado nuestros niveles de bienestar a una escala que los contemporáneos no hubieran imaginado. La pregunta del millón es por qué ocurrió en ese lugar y en ese momento determinado. De acuerdo con la explicación más aceptada hasta ahora, expuesta por Bob Allen, Inglaterra disponía de una combinación única de factores que permitieron que saltara la chispa. Así, la ruleta de la geografía le había favorecido ya que disponía de abundantes reservas de carbón fácilmente accesibles. Además, por diversas razones, el coste del dinero y, por tanto, la posibilidad de invertir en tecnología, era también bastante asequible. Pero quizás más importante todavía era que el coste de la mano de obra era relativamente elevado. El éxito del comercio colonial inglés había permitido que Londres se convirtiera en un centro económico extraordinariamente dinámico, lo que presionó los salarios al alza. En resumen, el elevado coste de la mano de obra, en relación al coste de la energía y del capital, incentivó la adopción de nuevas tecnologías que ahorraban en trabajo y por tanto hacían rentable la inversión en innovación. Otros autores han intentado explicar la singularidad inglesa poniendo el énfasis en otros elementos. Así, Joel Mokyr sostiene que la Ilustración, y el contexto intelectual que promovió, fue clave a la hora de generar unas condiciones culturales que favorecieran la innovación, además de proveer la base científica que permitió que se desarrollaran esas innovaciones. Sin embargo, el edificio explicativo expuesto por Allen se ha puesto en duda recientemente gracias al trabajo de varios investigadores que curiosamente también están basados en Oxford lo que ha llevado a que este intercambio se conozca como el Oxford Wage Debate. Por un lado, Judy Stephenson ha investigado los contratos de las obras de construcción de los que salen los salarios que Allen ha usado. Judy argumenta que esos salarios no eran en realidad salarios sino lo que se pagaba a los contratistas y que los trabajadores en realidad recibían salarios en torno a un 20-30 por ciento más bajos. Por otro lado, Jane Humphries ha subrayado que los salarios en los que Allen sustentaba su tesis poco tenían que ver con los que se pagaban en las fábricas textiles cuya mano de obra eran mayoritariamente mujeres y niños. Estos autores concluyen, por tanto, que los incentivos a la mecanización se deben buscar en otro sitio. Las réplicas de Allen no se han hecho esperar. Por un lado, aunque reconoce el excelente trabajo de Judy Stephenson, argumenta que sus conclusiones son poco convincentes y que, en cualquier caso, aún suponiendo que hubiera que ajustar los salarios ingleses ligeramente a la baja, esto no tendría ninguna implicación para su tesis ya que éstos seguirían siendo significativamente mayores que los de ningún otro país. Por otro, ofrece cierta evidencia de la participación de mujeres y niños en la High Wage Economy y reitera de nuevo que su perspectiva es global en el sentido de que, a pesar de la imagen de pobreza que rodea al proletariado inglés de la época, sus niveles de vida eran sin embargo mejores que en el resto del mundo, sin olvidar que la propia mecanización afectó negativamente a amplios segmentos de la clase trabajadora. Su modelo también explica cómo la tecnología se difundió a otros países únicamente cuando los precios relativos de la energía, el trabajo y el capital la hacían rentable. Las pequeñas pero numerosas mejoras en los procesos tuvieron también un papel muy importante en la difusión de la revolución industrial ya que mejoraron significativamente la eficiencia de la tecnología reduciendo el consumo de materias primas que eran relativamente caras en otros lugares (la máquina de vapor, por ejemplo, redujo su consumo de carbón de 45 libras por caballo de potencia a principios del siglo XVIII a sólo 2 a mediados del siglo XIX). Es posible por tanto que, aunque los salarios no fueran tan altos como argumenta Allen, la combinación de los tres factores que él subraya (carbón barato, intereses bajos y salarios relativamente altos) todavía favorezca a Inglaterra respecto a otros candidatos como Francia o China. Por lo que sabemos hasta ahora, en lugar de considerar ambas teorías (la de Allen y la cultural de la Ilustración) como excluyentes, deberíamos subrayar sus varios elementos como necesarios, pero no suficientes, para el despegue del crecimiento económico moderno.
FUENTE BIBLIOGRÁFICA:
Beltrán F. (201).8 Nada es Gratis. Recuperado el 19 de septiembre de 2022, de
La Segunda Revolución Industrial Fue La Siguiente Fase de Un Proceso de Avances Científicos e Invenciones Tecnológicas Que Comenzó Con La Revolución Industrial en El Siglo XVIII