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Amedeo Lepore
Università degli Studi della Campania "Luigi Vanvitelli
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All content following this page was uploaded by Amedeo Lepore on 20 February 2015.
Antonino De Francesco
Luigi Mascilli Migliorini
Raffaele Nocera
(Coordinadores)
Introducción
Giuseppe Galasso
Coordinación editorial: Fondo de Cultura Económica Chile S.A. / Nicoletta Marini d’Armenia
Imagen de portada: Impresión original de mapa antiguo, cortesía de Jonathan Potter Ltd., Londres. Novissima Totius
Terrarum Orbis Tabula. Por Nicholas Visscher. Publicado en Ámsterdam, c.1679.
Revisión de textos e índice onomástico: Valerio Giannattasio
Diseño de portada: Macarena Líbano Rojas
Diagramación: Gloria Barrios A.
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra –incluido el diseño tipográfico y de portada–, sea cual fuera el
medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito de los editores.
Referencias 545
Amedeo Lepore*
Traducción de Celia Díez Huertas
En el paso entre los dos siglos que marcaban el final del Imperio español y el
cambio progresivo e ininterrumpido de los centros de comercio mundial hacia las
áreas continentales más desarrolladas, comenzando por los territorios británicos,
apareció, paradójicamente de manera evidente, la conexión entre Europa y Amé-
rica Latina, entre los espacios marítimos del Mediterráneo y del Atlántico, como
un unicum de una visión sistemática del mundo. La diacronía de los eventos a los
dos lados del océano, con el “bloque continental”, se terminaba para aparecer un
cuadro más complejo y articulado del nuevo mecanismo de la competencia políti-
ca y comercial, que llevó a reorganizar las jerarquías entre las potencias marítimas
y originó, además, sin efecto inmediato, la “primera globalización”, acontecida
en el momento más intenso del colonialismo, en el periodo comprendido entre
la vuelta al proteccionismo de los años setenta del siglo xix y la Primera Guerra
Mundial.
A partir del siglo xvi España había conservado sin interrupción un papel fun-
damental en el tráfico atlántico, primero a través del monopolio comercial de
Sevilla y después con el de Cádiz, surcando toda la época del mercantilismo con
una particular modalidad de dominio, basada en una “discontinuidad geográfica”,
pero con una homogeneidad de gobierno que ha sido sintéticamente descrita por
José María Jover Zamora:
519
1
José María Jover Zamora, España en la política internacional: siglos xviii-xx. Madrid: Marcial Pons,
1999, p. 36.
2
Íd., p. 37.
3
Respecto de la inf luencia ejercitada en la elaboración de la Constitución de 1812 por un numeroso
grupo de diputados provenientes del otro lado del Atlántico, estamos de acuerdo con la siguiente afirmación:
“la realidad de los territorios de ultramar enriquecieron la temática”. En efecto: “No hay que olvidar que
muchos de estos diputados era gente bien formada, catedráticos algunos, como Florencio Castillo, que lo era
de filosofía, que tienen conocimientos del liberalismo español del siglo xviii, digamos la ilustración española
etcétera, y vienen a aportar con esas ideas que nacieron acá a nivel teórico aplicadas a la realidad americana.
Entonces, enriquecieron las discusiones de las sesiones, la oratoria, las ideas por ejemplo en temas como la
igualdad, los indígenas, los negros, las castas, el libre comercio… Es interesante cómo personajes de acá,
como Argüelles, se ven obligados a reflexionar más profundamente sobre su pensamiento al estar escuchando
las posiciones americanas”. Ver Diario de Cádiz, “Las Cortes de Cádiz no hubieran sido lo que fueron sin la
presencia americana”, entrevista a Manuel Benavides Barquero, 5 diciembre de 2009.
y América, ya que fue más allá del mero bipolarismo entre el liberalismo y el
conservadurismo, para ofrecer además un nuevo campo de análisis para revisitar
la historia económica de esa época. Pero la preocupación por la pérdida de los pri-
vilegios del comercio colonial y por el surgimiento de una libertad “dañina” para
los intercambios internacionales y para el papel de España emergía de una parte
de los comerciantes gaditanos que se erigían como “voz del pueblo por sí misma
indicio de la verdad” (ver Figura 2),4 y que manifestaban así su total malestar por
la elección del “comercio libre” que venía puntualmente propuesta:5
4
El comercio de Cádiz, representado legítimamente, recurre segunda vez a S. M. en 12 de octubre expo-
niéndole el resultado ruinoso que causaría al Estado el proyecto del comercio libre. Cádiz: En la Imprenta Real,
1811, p. 3. En esta la misma página se afirma: “El Comercio de Cádiz por sí, y á nombre de todo el de la
Península, se estima obligado á tomar este consejo según las noticias que ha entendido. Representado pues
por sus legítimos Gefes que suscriben, Consiliarios, Diputados y votos que se convocaron, llega con el mas
profundo respeto á implorar la atención de V. M. y el poder de su soberanía”.
5
En otra página del texto de los comerciantes gaditanos se observa que “el Comercio ha entendido que
V. M. declara á los Españoles de ambos hemisferios la facultad de llevar sus producciones derechamente,
ó con escala, á los puertos extrangeros, aliados ó neutrales, y de retornar del mismo modo, conduciendo
efectos de lícito comercio. Una disposición de esta clase, no diremos perpetuamente, como lo contiene el
Proyecto, pero aun momentánea, es igual en la esencia á la que se trataba de establecer en otro dia, y sus
efectos no pueden ser otros de los que entonces se anunciaron y persuadieron con demostraciones irresis-
tibles. El nombre ha variado; pero la licencia concedida á los nacionales aprovecha mas á los extrangeros
que la que ellos podian apetecer para sí, y dexa existir los males que han de conducir á su ruina precipitada
y simultáneamente los pueblos de uno y otro hemisferio español” (El comercio de Cádiz…, op. cit., p. 4).
6
El comercio de Cádiz…, op. cit., pp. 13-14.
Ver Manuel Guillermo Supervielle Hernández, La burguesía gaditana en la crisis del Antiguo Régimen
7
Otras denominaciones que pueden encontrarse en las fuentes árabes para definir el océano Atlántico
9
son océano circundante u “océano que lo rodea todo”, Mar Verde, Mar Oscuro y Mar Grande.
La “Carrera de Indias” no era solo una nueva vía de navegación que proyectaba
los transportes marítimos hacia distantes metas de ultramar, con trayectos de ida y
vuelta entre el puerto del monopolio español y los puertos de Veracruz, Portobelo
o Cartagena, sino también el medio de comunicación establecido entre dos conti-
nentes y dos sociedades diferentes, a través de las flotas que surcaban el Atlántico,
capaz de hacer surgir relaciones económicas vitales y de producir efectos de nota-
ble importancia a ambos lados del mar sin fin.11
Durante el primer largo periodo de expansión comercial entre España y sus
dominios coloniales de ultramar, entre los siglos xvi y xvii, el puerto que dominó
el comercio marítimo fue Sevilla, con desembocadura fluvial en el Guadalquivir
y salida privilegiada al Atlántico, cerca de Sanlúcar de Barrameda, centro de una
próspera “burguesía de negocios”, mientras que Cádiz se limitaba a cumplir las
funciones de puerto de escala para el gran comercio. Las necesidades que deriva-
ban del control de la riqueza proveniente de las colonias y de la recaudación de
10
Fernand Braudel, Civiltà e imperi del Mediterraneo nell’età di Filippo II. Turín: Einaudi, 1976,
vol. I, pp. 229-231 y 236 [ed. orig.: La Mediterranée et le Monde méditerranéen à l’époque de Philippe II.
París: Librairie Armand Colin, 1949.]
11
Ver Lyle N. McAlister, Dalla scoperta alla conquista. Spagna e Portogallo nel Nuovo Mondo 1492-
1700. Bolonia: Il Mulino, 1992, pp. 310 y 609-617 [ed. orig.: Spain and Portugal in the New World,
1492-1700. Minneapolis: University of Minnesota Press, 1985]; J. Fontana, “Prólogo”, en Antonio
García-Baquero González, Cádiz y el Atlántico (1717-1778). El comercio colonial español bajo el monopolio
gaditano. Cádiz: Diputación Provincial de Cádiz, 1988, tomo I, p. XVIII.
los aranceles sobre las importaciones hacían del puerto sevillano, que se encon-
traba en un lugar seguro, lejos del mar abierto y era un nudo de fácil distribución
hacia el resto del territorio nacional, el mejor baricentro para ubicar la sede del
monopolio. Pero después del esplendor y la supremacía absoluta de Sevilla, que
había representado el núcleo fundamental de las reacciones entre las principales
casas comerciales europeas y los territorios americanos, y se convirtió en el centro
del flujo de las mercancías y de los metales preciosos obtenidos en el comercio
atlántico, le llegó el momento a Cádiz: a partir de la segunda mitad del siglo xvii,
el puerto gaditano comenzó a sobrepasar al hispalense poniéndose a la cabeza del
mercado colonial como nuevo “puerto y puerta de las Indias”.
A partir de entonces, Cádiz, a pesar de haber llegado con retraso a la aventura
transoceánica, se convirtió en un “Emporio de todo el Orbe, ilustre por su origen,
insigne por su nobleza, gloriosa por sus blasones, generosa por su sitio, benigna
por su clima”,12 como describía Jerónimo de la Concepción a la que en realidad
fue el centro del comercio occidental durante más de un siglo. Esta condición se
explicaba así:
12
Jerónimo de la Concepción, Emporio del orbe, Cádiz ilustrada, investigación de sus antiguas grandezas,
discurrida en concurso de el general Imperio de España. Ámsterdam: Imprenta de Joan Bus, 1690, p. 2.
13
Antonio García-Baquero González, “Cádiz según las respuestas generales del Catastro de Ensena-
da”, Cádiz 1753. Madrid: Tabapress, 1990, pp. 15-16.
Cádiz was essentially an importing port complex and the range of goods entering
was even more diverse than that which left the port. Far fewer imports than
previously estimated left the peninsula. Broadly, there is better evidence available,
making it easier to track and value most of the imports during the latter half
of the century. Between 1747 and 1778, there was a staggering growth in the
value and the volume of what was landed. Exotic agricultural products were of
supreme importance. Today, some might refer to them as industrial crops. Here,
dyes such as indigo and cochineal were very important. Interestingly, medicinal
plants were also a major incoming commodity. Truly, quite spectacular increase
were seen in the volume of cocoa, sugar, and tobacco imports. Metals such as
copper and tin were also significant, as were exotic timber and finished wood
products, especially those originating in Mexico and Brazil. What is especially
noteworthy is the spectacular growth in imports in the second part of the century.
All the leading incoming commodities often experienced massive growth. It is also
possible to confirm an enormous decline in tobacco as a percentage of all imports,
despite a growth in the quantity of imports. The most stunning increases were
in volumes of cocoa and sugar. Sugar imports achieved a colossal 28 per cent
growth, while the percentage increases of cocoa and tobacco imports were 29 and
11 per cent respectively. Over the century, most of these agricultural raw materials
arrived unprocessed and they had to be processed and often refined elsewhere in
Europe, especially in Holland.14
14
Patrick O’Flanagan, Port cities of Atlantic Iberia, c. 1500-1900. Aldershot: Ashgate, 2008, pp. 87-88.
15
Manuel Bustos Rodríguez, Cádiz en el sistema atlántico: La ciudad, sus comerciantes y su actividad
mercantil (1650-1832). Madrid: Silex, 2005, p. 79.
16
La disposición del 1778 preveía una reordenación del sistema fiscal y establecía la abolición de una
serie de aranceles que gravaban el comercio y su acercamiento a un nuevo sistema de tarifas ad valorem que
favorecía los productos españoles respecto de los extranjeros. El comercio sería “libre” porque habría estado
basado en la pluralidad de puertos, la reducción de los impuestos y en menos vínculos para las empresas
privadas; al mismo tiempo, habría sido “protegido” porque habría estado provisto de un conjunto de privi-
legios para luchar contra el contrabando y frenar la importación de mercancías extranjeras.
17
Ver J. H. Parry, The Spanish seaborne empire. Londres: Hutchinson, 1966, p. 317; Antonio García-
Baquero González, Comercio colonial y guerras revolucionarias. La decadencia económica de Cádiz a raíz de
la emancipación americana. Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1972, p. 35; John R. Fisher,
“The imperial response to ‘free trade’: Spanish imports from Spanish America, 1778-1796”, Journal of Latin
American Studies, XVII, 1985; David R. Ringrose, España, 1700-1900: el mito del fracaso. Madrid: Alianza,
1996, pp. 163-164; John R. Fisher, El comercio entre España e Hispanoamérica (1797-1820). Madrid: Banco
de España, 1993, p. 20.
18
Ver John R. Fisher, Commercial relations between Spain and Spanish America in the Era of Free Trade,
1778-1796. Liverpool: Liverpool University Press, 1985, pp. 49 y 65; Jacques A. Barbier, “Silver, North
American penetration and the Spanish imperial economy, 1760-1800”, en Jacques A. Barbier y Allan J.
Kuethe (eds.), The North American role in the Spanish imperial economy, 1760-1819. Manchester: Manches-
ter University Press, 1984, p. 6.
19
Pascual Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de Andalucía. Valladolid-Salamanca: Ám-
bito y Editoriales Andaluzas Unidas, 1986, p. 136; el volumen corresponde a una reproducción de las voces
relacionadas con Andalucía, a partir de la obra de Pascual Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico
de España y sus posesiones de Ultramar, 16 vols. Madrid: Estab. Tip. de P. Madoz y L. Sagasti, 1845-1850.
20
Ver Antonio García-Baquero González, Comercio colonial y guerras revolucionarias, op. cit., p. 130.
A inicios del siglo xix, la actividad comercial con las colonias se caracterizaba
por una tendencia progresiva al deterioro, acompañada de fases de efímera re-
cuperación, en un cuadro general de inestabilidad y contracción de la economía
española. El escenario atlántico ya se había orientado a la consagración del predo-
minio inglés y España, como adversaria, pasaba al papel de aliada subalterna de
Inglaterra, sufriendo como consecuencia de esta nueva estrategia la invasión en
su propio territorio de las tropas napoleónicas. Además, al otro lado del océano
comenzaban a desarrollarse movimientos independentistas, otro de los grandes
motivos que llevaron a la disolución del Imperio y a la pérdida de la exclusividad
del comercio español en el circuito internacional. Con la emancipación de los
territorios americanos, efectivamente, terminó una larga época de la “economía-
mundo” hispanoamericana,21 imbuida del papel de Cádiz como capital del tráfico
comercial entre los dos lados del Atlántico. El declive de la actividad mercantil co-
menzó en la última década del siglo xviii y, aunque llegó a su cúspide a finales de
la segunda década del siglo xix, ya había causado un radical redimensionamiento
de las funciones del puerto, de las características de la ciudad andaluza y en gene-
ral de la capacidad de acción de España. Aunque a partir de esta fase el puerto de
Cádiz aún conservaba una actividad importante, había cambiado profundamente
su condición para transformarse en una escala de ámbito mucho más limitado
respecto al pasado –dirigido no solo al comercio atlántico (ver Tabla 4)– y adop-
tar al mismo tiempo el papel de “un puerto regional y un centro internacional de
almacenaje y distribución”.22
En el periodo posterior al llamado “cierre de la frontera”, es decir, a la pérdida
de los dominios coloniales y al sucesivo fin de la “Carrera de Indias”, se intentó
poner remedio a la decadencia del comercio de ultramar recurriendo a la franqui-
cia del puerto de Cádiz, la cual vino concedida con un decreto de 1829.23 Pero
la revitalización de las actividades de intercambio, orientadas en particular hacia
otros países europeos, fue breve, como han demostrado los datos recogidos por
Alexandre Moreau de Jonnès.24 A pesar de los modestos efectos de las medidas de
exención aduanera sobre los movimientos comerciales con los territorios transo-
ceánicos, cuando los países americanos comenzaron a normalizar sus relaciones
21
Ver Amedeo Lepore, Mercado y empresa en Europa. La empresa González de la Sierra en el comercio
gaditano entre los siglos xviii y xix. Cádiz: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2010, pp.
78-79 y 91.
22
David R. Ringrose, op. cit., p. 131.
23
El “Real Decreto” del 21 de febrero de 1829 concedió la plena libertad de tránsito a las naves que
se ocupaban de las operaciones de carga y descarga, con lo que se abolieron las tasas precedentes, excesi-
vamente altas, y quedaron en vigor solo algunos impuestos como los destinados a la sanidad, al amarre y
a los locales.
24
Ver Alexandre Moreau de Jonnès, Estadística de España. Barcelona: Imprenta de M. Rivadeneyra
y Compañía, 1835, pp. 242-243 [ed. orig.: Statistique de l’Espagne. París: Imprimerie de Cosson, 1834].
económicas con otros Estados, también España retomó, poco a poco, sus variadas
actividades de abastecimiento en el área de las excolonias, además de conservar
una preeminencia en las relaciones con las posesiones imperiales que quedaban
(esencialmente Cuba y Puerto Rico). Hacia la mitad del siglo comenzó a dibujarse
la idea de una vuelta a la centralidad del mercado atlántico y de los intercambios
externos, en virtud de nuevas inversiones e iniciativas comerciales que a partir
de los años cuarenta se estaban difundiendo y parecían evocar la atmósfera de
la antigua prosperidad comercial.25 Pero había otro motivo más importante que
sustentaba la expectativa de una recuperación del tráfico internacional: el inicio
de un ciclo de crecimiento económico que, durante aproximadamente un cuarto
de siglo, habría alimentado el optimismo y la esperanza de un nuevo auge de la
ciudad de Cádiz.
25
A este propósito es oportuno señalar que entre 1852 y 1856 las exportaciones gaditanas hacia países
extranjeros, no americanos, aumentaron en 40% respecto de los años 1847 a 1851. Las exportaciones hacia
el Atlántico también experimentaron un crecimiento significativo, aunque de menores proporciones.
26
Ver Leandro Prados de la Escosura, De imperio a nación. Crecimiento y atraso económico en España
(1780-1930). Madrid: Alianza, 1988.
27
Jaime Vicens Vives, Manual de historia económica de España. Barcelona: Vicens-Vives, 1959, p. 13.
28
Íd.
29
Íd.
30
Ver Gabriel Tortella, “An interpretation of economic stagnation in nineteenth-century Spain”, en
Pierre Vilar, Iris M. Zavala y David H. Ringrose, Historia ibérica. Economía y sociedad en los siglos xviii y xix.
Madrid: Anaya, 1973; Gabriel Tortella, “Las causas del atraso económico en la historiografía: un ensayo
bibliográfico sobre la España del siglo xix con algunas comparaciones con los casos de Italia y Portugal”, en
Lo que me preocupa es que, con la excusa del inmovilismo de las clases pri-
vilegiadas, del fracaso de la revolución burguesa, del triunfo de la reacción
política, del arraigo del oscurantismo, se están imponiendo unas explicacio-
nes tópicas, por no llamarlas dogmáticas, que pueden valer lo mismo para la
España decimonónica que para cualquier país subdesarrollado del siglo xx.33
Alberto Grohmann (ed.), Due storiografie economiche a confronto: Italia e Spagna (dagli anni ‘60 agli anni
‘80). Milán: E.G.E.A., 1991; Nicolás Sánchez-Albornoz, España hace un siglo: una economía dual. Barce-
lona: Península, 1968; Jordi Nadal, El fracaso de la revolución industrial en España, 1814-1913. Barcelona:
Ariel, 1975.
31
Antonio Miguel Bernal, “Relaciones económicas entre Andalucía y América en el siglo xix: una
aproximación”, Andalucía y América en el siglo xix. Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1986,
tomo 1, p. 241.
32
Ver Antonio Morales Moya, “Historia de la historiografía española”, en M. Artola (dir.), Enciclo-
pedia de Historia de España. Madrid: Alianza, 1993, vol. 7; Antonio Morales Moya y Mariano Esteban
de Vega, ¿Alma de España? Castilla en las interpretaciones del pasado español. Madrid: Marcial Pons, 2005.
33
Jordi Nadal, op. cit., p. 12.
Alberto Mario Banti, “Prefazione”, en Jürgen Kocka (ed.), Borghesie europee dell’Ottocento. Venecia:
34
Marsilio, 1989, p. XIII [ed. orig.: Bürgertum im 19. Jahrhundert Deutschland im europäischen Vergleich.
München: Deutscher Taschenbuch Verlag, 1988].
35
Íd.
36
Jaime Vicens Vives (ed.), Coyuntura económica y reformismo burgués. Barcelona: Ariel, 1968, p. 24.
37
Jaime Vicens Vives, Manual de historia económica de España, op. cit., p. 453.
38
Ver Nicolás Sánchez-Albornoz, op. cit.; Manuel Tuñón de Lara, Sociedad señorial, revolución bur-
guesa y sociedad capitalista (1834-1860). Barcelona: Nova Terra, 1977; Josep Fontana, La revolución liberal:
política y hacienda en 1833-1845. Madrid: Instituto de Estudios Fiscales, 1977; Alberto Gil Novales, Del
Antiguo al Nuevo Régimen en España: Ensayo de interpretación. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional
de la Historia, 1986; Jordi Nadal, op. cit.; Leandro Prados de la Escosura, De imperio a nación, op. cit.;
Jordi Nadal y Albert Carreras, Pautas regionales de la industrialización española (siglos xix y xx). Barcelona:
Ariel, 1990; Nicolás Sánchez-Albornoz (ed.), La modernización económica de España: 1830-1930. Madrid:
Alianza, 1985.
39
Josep Fontana, “Las burguesías”, en Actas del Congreso “Tendenze e orientamenti della storiografia
spagnola contemporanea”, en la Università degli Studi della Repubblica di San Marino, Dipartimento di
Storia della Scuola Superiore di Studi Storici y Real Academia de la Historia de España de Madrid, San
Marino, 21-24 aprile 1993, p. 10.
sino que lo que convenía era estudiar las estrategias reales que había emplea-
do en cada lugar y momento para realizar su propósito esencial: maximizar
su beneficio a corto plazo, sin poner en peligro la continuidad de este ni la
estabilidad de su propiedad.40
40
Íd.
41
Efectivamente, los datos microeconómicos no satisfacen en ningún caso la exigencia de obtener
resultados de valor en conjunto, a no ser que vengan integrados en un método comparativo e incluyan
los análisis sueltos en un contexto más amplio respecto de las áreas territoriales particulares, de modo de
proporcionar un cuadro de referencia de carácter general (nacional o internacional).
42
Jordi Nadal, op. cit., p. 227.
es también verdad que la crisis del siglo xix tenía una explicación de carácter
endógeno que no se puede pasar por alto. Los estudios de Leandro Prados de la
Escosura, que ha subrayado la necesidad de considerar tanto los factores de la de-
manda como los de la oferta para resolver el rompecabezas de las interpretaciones
opuestas sobre la crisis española, han llegado a una conclusión equilibrada, en
cuanto permite entender las razones presentes en cada uno de los diversos niveles
de profundización de la investigación histórico-económica. Según él,
43
Leandro Prados de la Escosura, “Lo sviluppo economico spagnolo nel contesto europeo: 1800-
1930”, Società e Storia, XIII(47), 1990, p. 66.
44
Carlo Maria Cipolla, Storia economica dell’Europa pre-industriale. Bolonia: Il Mulino, 1990, p. 285.
Los nuevos planteamientos discurren de otro modo. Así, (…) no hay que
olvidar que en el primer cuarto del siglo xix aparte de consumarse la inde-
pendencia de las colonias españolas se estaban produciendo transformaciones
sustanciales en los mercados internacionales a consecuencia de las innovacio-
nes introducidas en el sistema productivo, todo lo cual aminoraba los efectos
de la economía colonial en las economías nacionales.46
Gabriel Tortella, Los orígenes del capitalismo en España. Madrid: Tecnos, 1973, p. 8.
45
Antonio Miguel Bernal, “Relaciones económicas entre Andalucía y América en el siglo xix: una
46
aproximación”, en Bibiano Torres y José Jesús Hernández, Andalucía y América en el siglo xix. Actas de las V
Jornadas de Andalucía y América, Universidad de Santa María de la Rábida, marzo-1985. Sevilla: Escuela de
Estudios Hispano-Americanos, 1986, vol. I, p. 232.
Conclusiones
47
Leandro Prados de la Escosura, “Lo sviluppo economico spagnolo nel contesto europeo: 1800-
1930”, op. cit., pp. 77-78 y 80.
48
Ver Víctor Pérez-Díaz, La lezione spagnola: società civile, politica e legalità. Bolonia: Il Mulino, 2003.
Ver T. Iván Berend y György Ránki, The European Periphery and Industrialization, 1780-1914.
49
50
A este propósito es oportuno recordar que Nadal ha subrayado que el caso español –ya que los pro-
blemas de la economía interna no podían separarse de los eventos ligados al imperio colonial– fue “menos el
de un late joiner que el de un intento, abortado en gran parte, de figurar entre los first comers” (Jordi Nadal,
op. cit., p. 226). En este cuadro, el tema principal está constituido por lo inadecuado del sistema político y
social, además de la estructura económica española, frente a las dinámicas internacionales extendidas entre
finales del siglo xviii e inicios del siglo xix.
Mediterráneo (Historia)
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