“LA VISIÓN DE ATAPUM”
Esta es la historia de cómo los enanos de un
país llamado ATAPUM lograron vencer a los
gigantes de ESTALÉN.
Atapum era un lindo país de cielos lilas y
rosados en cada amanecer y anaranjados y
violetas en los atardeceres. Sus noches eran de
azules oscuros iluminados por el plateado de
una muy redonda y grande luna que a veces era
reemplazada por miles y miles de estrellas que
también reflejaban ese color plateado.
Atapum estaba lleno de árboles y flores,
pájaros y peces de todos los colores, aquellos
en el aire y estos en sus muchos ríos, lagos,
lagunas y en el mar Atapumense. Animales por
montones de todas las especies tamaños y
colores, animales de todos los géneros que
hacían que Atapum fuera llamado “El Arca de
Noé” o “El jardín del Edén”. Atapum tenía
montañas grandes y chicas, valles, vallecitos,
lindas playas, hermosas selvas y muy pocos
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Por: Carlos Alberto Sierra Serna
desiertos pero muy bonitos, tenía muchos
climas y producía muchas y variadas riquezas
naturales.
Sus habitantes, los Atapumenses, eran unos
simpáticos enanos que a pesar de todas las
maravillas que su país les proporcionaba no
vivían muy felices ya que al interior de Atapum
había unos habitantes que se disgustaban con
otros porque deseaban cosas distintas entre sí
y cada uno quería lograr lo suyo por su lado.
Durante muchos años los Atapumenses
vivieron así y no lograban ser mejores,
simplemente seguían siendo buenos pero
mantenían muchos conflictos que no los
dejaban avanzar.
En vista de que el país era muy lindo y con
muchas riquezas naturales y que los
Atapumenses no lo aprovechaban mejor para su
felicidad, la gente de muchos otros países
hacía muchas cosas por tener ese país. Unos
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que querían quedarse con él eran los
habitantes de Estalén un poderoso país vecino
limítrofe, con muy pocas riquezas naturales,
que había obligado a sus habitantes a estar
permanentemente unidos buscando lo que
necesitaban para vivir. Eran unos gigantes muy
fuertes, que siempre se ponían de acuerdo
cuando se trataba de buscar aquello que
necesitaban o querían.
Los niños de Atapum soñaban en ser, cuando
grandes, muchas cosas: En ese entonces
Martineta soñaba con ser una Ingeniera
Médica como su papá. Tal vez estudiando en el
exterior podría llegar a ser una muy excelente,
además podría trabajar en otro país más rico.
Michelina quería ser Desarrolladora Cultural
como su tía, en muchos países se veía a los
Desarrolladores Culturales como grandes
personalidades y eso era lo que quería.
Jodelipe deseaba ser un Suplidor Económico
como su abuelo. Era algo que le permitiría ser
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un gran negociante y tener muchas cosas como
las que dejó su abuelo. Oscaray ambicionaba
ser Protector Ambiental, y como la tierra
necesitaba muchos de ellos, también había
convencido a su primito Endilgerto de serlo.
Pepilina sabía que debía ser Apoyadora Social
ya que esa era la mejor manera de ayudar a las
personas y en su familia le habían inculcado esa
vocación, Carlachos quería ser Avanzado
Tecnológico, era lo que estudiaba su hermano
mayor, Juan Fregando y parecía ser algo muy
“chévere”.
Así soñaban los niños de Atapum y los que no
admitían que otros les desviaran sus sueños, los
lograban. Pero los que se dejaban distraer o
que otros los llevaran por caminos diferentes,
terminaban haciendo cosas que no les gustaban.
Algunos si lograban sus sueños porque los
papás, los profesores, otros mayores y hasta
sus amiguitos los apoyaban. Otros se iban
olvidando de sus sueños personales porque se
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dejaban imponer los de alguien diferente o
porque simplemente los olvidaban. Y otros no
alcanzaban sueños simplemente porque no los
tenían, porque nunca pensaron en lo que querían
ser cuando grandes.
Pasaron los años y Martineta llegó a ser
Ingeniera Médica, terminó estudios en otro
país y allí se quedó trabajando, conoció a
Grillermo un importante Avanzado tecnológico
también Atapumense, se casó con él y tienen
dos hijos; viven “muy bien”; de vez en cuando
visitan a sus familiares en Atapum y hasta
pensaron en llevárselos a vivir con ellos.
Michelina culminó estudios como Apoyadora
Social y se desempeñó como empleada de una
importante oficina en Atapum, no era muy feliz
pero “se defendía”. Jodelipe después de mucho
intentarle (por no haber sido buen estudiante)
logró ser Suplidor económico, demostró en el
tiempo, ser muy buen negociador y convenció a
muchos de que lo debían dejar hacer eso; se
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dedicó a ello con gran éxito en su país. Oscaray
empezó y casi terminó estudios de Protector
Ambiental, pero lo convencieron de que con esa
carrera se “moriría de hambre" y optó por
dejar esos estudios y se inclinó más bien por la
Indiferencia Ambiental ya que era una buena
fuente de ingresos; fue bastante requerido
como asesor en el tema y le iba muy bien
económicamente. Su primo Endilgerto, aunque
nunca estuvo muy convencido de ello, sí terminó
estudios de Protector Ambiental, trabajó como
empleado en una gran empresa, pero no le fue
bien y nunca estuvo contento. Pepilina fue
Ingeniera médica, pero a diferencia de
Martineta ella estudió en la Universidad
Nacional Autónoma Atapumense (UNAA) y
trabaja con el gobierno. Carlachos nunca se
decidió por nada, estuvo en varias instituciones
para tratamiento de sus vicios e incluso estuvo
varias veces en la cárcel. Juan Fregando su
hermano si estudió y fue Desarrollador
Cultural.
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Así como eran las cosas, unos lograron realizar
sus sueños y otros no, pero Atapum seguía
siendo el mismo país lindo sólo que ahora no
muchos lo recordaban como “El Arca de Noé”
pues poco a poco algunas especies de animales
se habían extinguido, ni como “El Jardín del
Edén” pues los disgustos entre Atapumenses
eran muy frecuentes y de ello estaban
enterados todas las gentes de otros países.
Todo lo que estaba pasando en Atapum, llegó a
oídos del jefe mayor de los Estalenitas quien
conociendo las necesidades y deseos de su
pueblo y sabiendo de las riquezas naturales de
aquel país optó por proponer a sus gigantes
guerreros la invasión a Atapum. Todos
estuvieron de acuerdo, al fin y al cabo ellos
siempre estaban muy unidos cuando se trataba
de pensar en obtener todo lo que querían o
necesitaban.
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Llegó pues un día en que el horizonte de
Atapum, vestido de lila y rosa, se oscureció con
las sombras de los gigantes Estalenitas. Había
llegado el momento de la invasión y esto tomó
por sorpresa a los Atapumenses, que aunque
hubieran sido avisados no habrían tenido mucho
que hacer con sus poquísimas defensas. Eran
tantos gigantes Estalenitas como enanos
Atapumenses pero ellos eran tan grandes y
unidos, que parecía imposible vencerlos.
Asustados los enanos Atapumenses de la
frontera, corrieron a avisar al Consejo de
Jefes de Atapum, quienes al conocer la noticia
se atemorizaron y empezaron a sugerir ideas
para defenderse de los Estalenitas. Todos
proponían cosas diferentes, nadie sabía que
decir, los que esperaban órdenes no sabían a
quien oír ni que hacer. Mientras tanto los
estalenitas se acercaban cada vez más al límite
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entre ambos países. La confusión seguía
reinando, el desastre era inevitable.
Mientras casi todos los jefes del Consejo
estaban aterrorizados emitiendo órdenes
contradictorias y algunas de ellas sin sentido,
el más viejo de los jefes, que por su condición
de anciano era casi siempre relegado, no
escuchado y objeto de burlas, sonreía viendo
semejante espectáculo. Poco a poco la sonrisa
se fue convirtiendo en carcajadas hasta que
poco a poco, extrañados, los demás jefes se
fueron silenciando para mirar asustados e
indignados al “insensato” anciano.
¿Qué te pasa anciano inconsciente?, ¿Acaso no
te das cuenta del peligro en que se encuentra
nuestra patria? ¿Qué pretendes? ¿Estás loco?
Le decían otros jefes.
Dejando de reír y con rostro severo pidió que
lo dejaran opinar. Todos empezaron a hablar y
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a murmurar y no dejaban que el anciano hablara
¿Qué podría aportar un viejo decadente?.
Una voz se impuso sobre el bullicio y casi a
gritos pidió silencio: ¡Oigan, oigan dejemos que
el viejo nos diga lo que tiene que decir! Dijo y
poco a poco los demás callaron.
Dijo entonces el anciano: No podremos vencer
a los gigantes con las armas que no tenemos ni
mucho menos enfrentándoles cuerpo a cuerpo.
¡Vaya descubrimiento! Exclamó otro de los
jefes con expresión de desprecio y burla hacia
el anciano.
El rumor nuevamente creció y opacó la voz del
anciano.
Nuevamente la voz gritó y volvió a pedir
silencio.
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Continuó el anciano: siempre hemos creído que
el poder de los estalenitas es debido a su
gigantismo y a sus armas. Pero no.....
Nuevamente el rumor se presentó, pero esta
vez se apagó por sí sólo. El poder de los
estalenitas se debe a su unión, a que sueñan los
mismos sueños, luchan las mismas luchas.
Ya no había rumor, sólo un gran silencio en el
que únicamente la voz del anciano se
escuchaba, todos ponían atención; nunca antes
habían dado crédito a las palabras del viejo.
La única manera de vencerlos es romper esa
unión.
¡Absurdo! Dijo uno de los presentes. Shh!!!
Dijeron los demás.
Tomó el viejo en sus manos una gruesa guía de
teléfonos, la entregó al incrédulo y le dijo:
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¡rómpela estando cerrada y con todas las hojas
unidas!. El incrédulo lo intentó y no pudo
hacerlo. Ahora intenta romperla, rasgando hoja
por hoja. Fue la única forma en que pudo
romper la guía.
Así es como los podremos vencer, concluyó el
anciano.
Has hablado sabiamente y hoy me doy cuenta
de lo tontos que hemos sido al no haber sabido
aprovechar antes tus consejos expertos. Dijo
uno de los jefes.
¿Cuál ha de ser el próximo paso? Preguntó.
Todos los atapumenses esperaremos a los
estalenitas con las manos vacías y desnudos ...
¡Pero ¿porqué?! Preguntaron varios en coro.
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Ya lo dije: la gran fortaleza de los estalenitas
no está en sus armas o en su cuerpo, de la
misma forma nuestra fortaleza tampoco reside
allí. Reside en el poder que nos da la unión
frente a un propósito. Presentarnos de esa
forma impedirá a ellos atacarnos.
¡Sigue!. Le pidieron.
Una vez enfrente asumiremos con humildad la
condición de conquistados y propondremos a
sus líderes que dispongan, como gesto de
entrega, que cada estalenita tome la casa de un
Atapumense, dándole a este la oportunidad de
que actué como su sirviente. Una vez
distribuidos así, cada atapumense influirá
sobre cada estalenita para que se forje un
sueño que quiera lograr y lo convencerá de que
puede alcanzarlo por sí solo, sin necesidad de
unión con los otros estalenitas.
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Todo suena muy bien, pero...¿cómo
convencemos a todos los atapumenses para
hacer eso?.
Nuevamente la clave está en la unión frente a
un propósito. Lo que debemos pedirles no es
que se desnuden y se enfrenten a los
estalenitas, lo que debemos pedirles es que
sueñen con el país libre. Desnudarse no es el
fin, es el medio.
Y..¿Cómo transmitirles ese sueño?.
Nosotros somos sus líderes y estamos en la
obligación de proponerles el sueño el cual se los
debemos explicar de forma que les atraiga, que
les guste y que los entusiasme. Sólo así
lograremos que ellos también se comprometan
con él y entre todos lo alcancemos.
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¡Bueno! Entonces manos a la obra, tenemos poco
tiempo, los estalenitas ya están muy cerca.
Dijo otro de los jefes.
Hicieron todo como el anciano lo planteó y
rápidamente, ante la inminencia de la invasión,
ningún atapumense puso objeción.
Todo resultó como el anciano lo dijo, ahora
cada atapumense era el sirviente, en su propia
casa, de un gigante estalenita invasor.
Al principio las cosas no fueron fáciles, los
estalenitas estaban concentrados en dirigir a
los enanos en la labor de reformar las casas
para que ellos cupieran y parecían no pensar en
cosa diferente a ser los más poderosos y a
aprovechar sus conquistas para su pueblo.
Algunas veces los atapumenses no querían
continuar con aquello, pues parecía muy difícil.
Sin que los estalenitas se percataran, los
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líderes de Atapum enviaban a los suyos voces
de aliento para que no desfallecieran, les
recordaban constantemente el sueño de ver
libre a su país. Este sueño fue el que pudo
mantenerlos unidos en el propósito y el que los
motivó a continuar con el plan.
Los atapumenses continuaron influyendo sobre
los gigantes para que cada uno se forjara un
sueño:
¿Has pensado que con tus posibilidades podrías
conquistar otro territorio para ti sólo? Le
decían a uno.
¿No quisieras llegar a ser un gran político?
¡ Tienes madera para ello!. Podrías ser el jefe
de todo un país. Le decían a otro.
Tienes estilo de emperador. Tu futuro estaría
como rey de Porsistán. Le decían a otro.
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Y así le planteaban sueños diferentes a cada
estalenita. Sueños que lo obligaban a no contar
con los otros gigantes.
Poco a poco cada estalenita se iba
identificando con el sueño que le proponían sus
“sirvientes” y se iba alejando del sueño común
de Estalén.
No pasó tanto tiempo como el que el Consejo de
Jefes de Atapum tenía estimado para empezar
a sentir los efectos de la estrategia. Los
estalenitas comenzaron a hacer sus propios
proyectos cada uno por su lado, en pocas cosas
se ponían de acuerdo, se miraban con recelos
unos a otros y empezaron a surgir conflictos
entre ellos.
La verdad es que se empezaron a realizar los
proyectos individuales de algunos de los
estalenitas y los otros al ver los logros de sus
semejantes, empezaron a envidiarlos y a
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atacarlos para no dejarlos avanzar y este fue
el principio del fin, poco a poco los estalenitas
se iban yendo a nuevos países, a nuevos
territorios, a nuevas dimensiones y fueron, así,
dejando libre el territorio atapumense y, para
mayor sorpresa, también el territorio
estalenita con lo que los atapumenses
extendieron los limites de su país quedando
éste conformado por lo que antes eran los
territorios de Estalén y Atapum sumados. El
sueño se había hecho realidad.
Ahora el país era inmensamente más grande en
cuanto a territorio, pero la invasión había
tenido sus efectos en la economía. Algunos
jefes del Consejo de Jefes de Atapum se
mostraban preocupados.
Vencimos a los Estalenitas, pero ¿Qué hacemos
ahora?. El país está económica y socialmente en
el pasado, ahora libres no sabemos que hacer.
“LA VISIÓN DE ATAPUM”
Mientras uno de los jefes decía esto todos
miraban al anciano. Ahora sí creían en él.
El anciano entendió que confiaban en él como
experto y que por lo tanto le correspondía
darles una orientación.
Entonces les dijo: el reto que tenemos hoy es
idéntico al que tuvimos cuando la invasión de los
gigantes: nuestro horizonte está oscuro y nos
sentimos desnudos y con las manos vacías
frente a las gigantes adversidades que nos
amenazan. Mi labor ha concluido y todo queda
ahora en manos de ustedes.
Unos lo tildaron de cobarde por dejarlos en
este importante y decisivo momento en la
historia de Atapum, pero los más inteligentes
comprendieron las palabras y la actitud del
anciano y decidieron afrontar el desafío.
Se trataba de proponer un sueño.
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Por: Carlos Alberto Sierra Serna
Así como el anciano reconoció las limitaciones
y posibilidades de los atapumenses para
enfrentar a los estalenitas los jefes del
Consejo se dedicaron a reconocer las
limitaciones y posibilidades de Atapum y de los
atapumenses para enfrentar las gigantes
adversidades que ahora oscurecían el
horizonte.
Ingenieros médicos, avanzados tecnológicos,
apoyadores sociales, suplidores económicos,
protectores ambientales, desarrolladores
culturales, gente con vicios, gente sin profesión
formal, gente humilde, gente no tan humilde,
algunos en el exterior muchos en el país, unos
menos enanos que otros, unos feos otros lindos,
unos gordos otros flacos, pero todos
atapumenses con sueños personales y que ya
habían experimentado la realización de un
sueño colectivo. Hoy todos, por causa de la
invasión, estaban interesados en ver a su
“LA VISIÓN DE ATAPUM”
hermoso país próspero, fuerte, armonioso,
como el lugar ideal para vivir. Estaban
dispuestos a dar lo mejor de sí para lograrlo.
Solo faltaba ponerse de acuerdo en que soñar.
Convocaron pues los jefes del Consejo de
Jefes de Atapum a personajes de los más
representativos sectores de actividad de la
sociedad atapumense para conformar El Comité
Atapumense de Soñadores. Fue así como se
reunieron, entre otros muchos, Martineta y
Pepilina en nombre de los Ingenieros Médicos,
Grillermo en representación de los avanzados
tecnológicos, Michelina en el de los Apoyadores
Sociales, Jodelipe como representante de los
Suplidores Económicos, Endilgerto
representando a los Protectores Ambientales
quien se apoyó en el casi Protector Ambiental
Oscaray que además conocía muy bien el
pensamiento de los Indiferentes Ambientales,
Juan Fregando en nombre de los
Desarrolladores Culturales y también un
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personaje que consideraron importante por los
aportes que podría dar al grupo dadas sus
vivencias: Carlachos el exvicioso y exconvicto
quien en ese momento era un exitoso poeta
(gracias a la profundidad espiritual alcanzada
debido a sus duras experiencias). Él solicitó
encargarse de escribir el sueño para
comunicarlo a la comunidad y a esa petición
accedieron todos unánimemente.
Fueron ellos los encargados de precisar el
sueño. Querían un país que sobresaliera en el
concierto de naciones por ser el que ofreciera
la más alta calidad de vida a sus habitantes sin
discriminaciones de ningún tipo, en el que la
solidaridad fuese el principio de acción de
todos los Atapumenses, destacándose por ser
respetuosos con el ordenamiento mundial y con
el medio ambiente.
En poco tiempo el sueño fue comunicado a
todos los Atapumenses. Todos sin excepción se
“LA VISIÓN DE ATAPUM” Por: Carlos Alberto Sierra Serna

sintieron identificados con él. Se convencieron todos quisieran vivir y al que nadie quiere ni se
de que era lo mejor, se sintieron atreve a hacerle daño. Es ejemplo para el
representados por quienes se lo propusieron, mundo.
les gustó, no era vago o impreciso o ambiguo,
sintieron que les llegaba al corazón y que los Desde una alta montaña el anciano exjefe miró
retaba a ser mejores también en lo personal, a su hermoso país, sonrió y se desvaneció.
sintieron que los unía, que los fortalecía, que Cuentan hoy quienes pasan por esa montaña,
los invitaba a la acción. que en los atardeceres anaranjados y violetas
de Atapum se escucha la sonora y alegre risa
A partir de este momento empezó el trabajo de un anciano.
más serio, arduo y comprometedor de los
miembros del Comité Atapumense de Nadie sabe ni cómo ni porqué a medida que los
Soñadores: Seguir de cerca el desarrollo de las enanos de Atapum iban haciendo realidad sus
actividades para el logro del sueño dándole sueños, se engrandecían. Hoy son conocidos
participación real a todo atapumense y como los gigantes de Atapum.
retroalimentando continuamente el proceso.
Esto les exigía renunciar a honores y
vanidades, entregarse con humildad, sin
esperar recompensa distinta a la de ver el
sueño hecho realidad y sin reclamar nada para
sí. Todos lo hicieron complacidos y hoy Atapum
es el país más armonioso del mundo, en el que

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