Está en la página 1de 21

Daniel Pacheco Có rdova

La oferta y la demanda del gusto: Un acercamiento a las artes decorativas

orientales del siglo XVII y su impacto en el mercado novohispano

I Introducción

En 1573 llegan las primeras remesas a Acapulco del lejano Oriente 1, algo que

hasta 1565, añ o en el que Urdaneta logra completar el tornaviaje, se consideraba

una hazañ a casi inalcanzable. Tan solo treinta añ os después, en los comienzos del

siglo XVII, las aguas del pacífico se consideraban un lago españ ol en el que

florecía una de las rutas comerciales má s lucrativas del imperio de Felipe II. Las

aguas del Pacífico, a pesar de ser dominadas por los españ oles2 albergaban

peligros a los galeones en la forma de tifones y corsarios holandeses e ingleses,

que obligaban a los galeones a viajar acompañ ados3 y dentro de un marco

estricto de fechas4. Sin embargo, los peligros má s comunes venían de la

legislació n hispana. Dentro de las regulaciones a este comercio las cargas y los
1
Calderó n R., Francisco Historia econó mica de la Nueva Españ a en tiempo
de los Austrias, Fondo de cultura econó mica, 1988
2
Yuste Ló pez, Carmen. El dinamismo rutinario de la carrera transpacífica
en: Urdaneta novohispano: La inserció n del mundo hispano en Asia, Universidad
Iberoamericana, 2012
3
Después de ataques en contra barcos sobrecargados españ oles se decretó que
todos los galeones debían viajar acompañ ados, con tripulantes armados y listos
para el combate y que los cañ ones no se desmonten a favor de má s mercancía. El
puerto de Acapulco también fue atacado en este periodo inicial y ocupado por los
holandeses en 1615, pero al no ser má s que un pequeñ o pueblo en la temporada
de ausencia del galeó n, fue abandonado rá pidamente. La solució n españ ola fue la
construcció n del fuerte de San Diego. Ambas medidas funcionaron para
disminuir estos ataques convirtiéndose en rarezas durante el siglo XVII y XVIII.
4
Para evitar los tifones característicos del Pacífico, las salidas hacia Manila
ocurrían desde enero hasta má s tardar abril y llegaban a Acapulco desde
noviembre hasta febrero.
valores de la mercancía al llegar a Acapulco debían estar fuertemente reguladas;

esto para no afectar el comercio sevillano con el virreinato de la Nueva Españ a.

Las cargas no podían exceder las 500 toneladas 5 ni 500,000 pesos en valor.

Considerando que ciertos productos podían lograr un rendimiento del 100% al

llegar a Acapulco, es hasta obvio mencionar que estas regulaciones nunca fueron

observadas6. Tan só lo cuatro añ os después de las disposiciones reales que

limitaban el trá fico, se tiene registro de un embarque en Acapulco con un valor

estimado de doce millones de pesos. Aclaro que es estimado, pues llegar cifras

exactas de este comercio es virtualmente imposible dado el grado de ilegalidad

permisiva con el cual se manejaba. Por lo general los productos se escondían7, se

transportaban como regalos o se valoraban a la baja 8. Cada que llegaba el galeó n

a tierras novohispanas, el puerto de Acapulco se transformaba de apenas un

pueblo pesquero a una pequeñ a metró poli que conjuntaba al grueso de la

sociedad. Salvo por encargos especiales, esta feria era el viejo oeste del comercio,

donde la oferta y demanda era la ú nica ley. Los precios eran fijados por factores

como la llegada de mercancías ibéricas a Veracruz, la llegada de comerciantes

peruanos o la no llegada de el galeó n el añ o pasado 9. El comercio con las Filipinas


5
Previo a 1593, el límite de carga oficial era de 300 toneladas y no excedente de
250,000 pesos de valor en Acapulco. Ese mismo añ o también se decretó que la
nao pertenecía a la Real Hacienda y se prohibió el comercio de españ oles con
Macao, de dominio portugués.
6
Calderó n R., Francisco Historia econó mica de la Nueva Españ a en tiempo de los
Austrias, Fondo de cultura econó mica, 1988
7
Esto sin mencionar la supuesta habilidad con la que los chinos empaquetaban
sus productos. Sus paquetes podían contener má s de lo que aparentaban y
mucho má s de lo que se declaraba. En parte a esto se debe la falta de rigor al
hacer la valuació n de la mercancía pues no se abrían estos paquetes bajo el
pretexto de no poder volverlos a empaquetar.
8
de la Pezuela, María Bonta, Porcelana China de exportació n para el mercado
Novohispano, Instituto de Investigaciones Estéticas
9
Yuste Ló pez, Carmen. El dinamismo rutinario de la carrera transpacífica
en: Urdaneta novohispano: La inserció n del mundo hispano en Asia, Universidad
se transformó rá pidamente en uno muy lucrativo para los almaceneros

novohispanos, tanto que había añ os en que las remesas en Acapulco superaban a

las de Veracruz. Debido a esto se trató de acotar el trá fico con Oriente; de

haberse dejado hacer el comercio libremente, hubiera alcanzado proporciones

monumentales.

Gracias a esta tolerancia al contrabando ilícito, llegaron un sin fin de productos

exó ticos al continente americano, que excedían por mucho a las artes decorativas

en las que se centra este estudio 10. Entre estas se traían telas de seda crudas y

algunas ya trabajadas y en diferentes calidades, piedras preciosas y una cantidad

exorbitante de especias que transformaron la gastronomía local y sin los cuales

la comida tradicional mexicana no nos sabría a lo que es. El comercio se integró

tanto a la cotidianidad virreinal que cualquier intento de acatarlo a las leyes

establecidas era recibido con recelo. El caso má s notorio de esto fue el del

Marqués de Gelves que logró incrementar las rentas reales implementando el

rigor de la ley a costa del libre comercio. Sus actos fueron tan impopulares que

contribuyeron al famoso motín de 1694 que lo derribó del poder11.

A pesar de el gran campo de estudio que este fenó meno comercial representa,

este trabajo se centrará en tres tipos de mercancías específicas: los tallados de

marfil, la porcelana y el mobiliario lacado junto con los biombos, y las

Iberoamericana, 2012
10
Se estima que la porcelana, el arte decorativo má s cuantioso exportado a la
Nueva Españ a, rara vez excedía el 2% del total de la Nao. Se puede suponer
entonces que las de má s manufacturas ni siquiera llegaban a ese porcentaje de
cualquier embarco.
11
Calderó n R., Francisco Historia econó mica de la Nueva Españ a en
tiempo de los Austrias, Fondo de cultura econó mica, 1988
producciones locales novohispanas que adoptaron o se adecuaron a estas

técnicas y formas representativas extranjeras. Esto debido a que abarcar la

totalidad de los importes asiá ticos es una tarea monumental que excedería por

mucho el posible alcance de esta investigació n. A raíz de esto los casos

analizados son representativos, ya sea por el impacto y difusió n que tuvieron en

la Nueva Españ a y por simbolizar una de las tres regiones de mayor interacció n

de este comercio en oriente: China, Japó n y Filipinas. De esta manera, las

manufacturas producidas fuera de estas tres regiones pero que llegaban por ellas

como intermediarios no fueron consideradas, como tampoco lo fue la seda y

otros textiles pues podían llegar ya manufacturados o en crudo y su calidad

variaba aun má s que la porcelana o los biombos.

II Regiones Comerciales

El comercio con Asia en el siglo XVII no difería mucho de la diná mica comercial

actual, salvo por los productos y las cantidades involucradas. El papel de la

Nueva Españ a era de exportador de materia prima, en este caso de plata acuñ ada

en monedas y algunas mercancías destinadas a los vecinos de Manila. Los países

asiá ticos principalmente exportaban manufacturas de diferentes calidades,

altamente codiciadas por el gusto europeo, y por extensió n, novohispano. El

papel de Manila era ser la sede del frente de comercio directo con oriente, esto

en su cará cter de gubernatura dependiente del virreinato de la Nueva Españ a.

Sus habitantes gozaban de privilegios especiales en el comercio asiá tico. Estas

concesiones se les otorgaron pues el comercio era, en términos prá cticos, la


ú nica fuente de ingreso importante para esta regió n12. Entre estos se

encontraban la facultad de escoger conjuntamente los puestos de oficialidad

superior, la compra exclusiva de las mercancías en Manila a través de boletas

especiales e intransferibles distribuidas entre todos los residentes. Como era de

esperar, estas disposiciones lograron ser circundadas por los novohispanos y los

mismos manileñ os; los puestos oficiales en el galeó n tendían a duplicarse

innecesariamente y las familias importantes de comerciantes tenían algú n

miembro establecido en el archipiélago. Las ó rdenes pías por su parte, jugaban

un papel muy importante, aunque estaban prohibido que participaran en el

comercio. Estas se convirtieron en una especie de banco, capaz de financiar a

privados que les faltara capital para invertir en la ruta. A pesar de que sus tasas

de interés rondaban entre el 22 y 50%, dada la magnitud del comercio, no

presentaban un detrimento a financiarse con ellos13.

En el á mbito de capitales la plata novohispana tuvo un papel preponderante en el

comercio con Japó n y en especial China. Dada la pobre producció n de sus minas,

esta regió n carecía de este metal y era altamente codiciado. Las cró nicas nos

dicen que en el continente asiá tico, la plata era valuada igual que el oro. Por un

momento la mayor competencia a la plata novohispana en China fue Japó n. Sin

embargo era tal su prominencia y producció n novohispana que, en una vez

abierto el puerto de Cantó n a los europeos, fue usada como el tipo de cambio

está ndar en las transacciones con China, siendo esta en la que má s seguridad les

brindaba por su alto está ndar de pureza y calidad. A pesar de eso, una vez en el
12
En 1604 se prohibió la intromisió n de novohispanos en el comercio con China
en Manila tras quejas de los filipinos y bajo amenazas de desertar el archipielago.
13
de la Pezuela, María Bonta, Porcelana China de exportació n para el mercado
Novohispano, Instituto de Investigaciones Estéticas
territorio chino se llegaban a fundir estas monedas, teniendo má s valor por el

metal que por la acuñ ació n, aunque sí había acuñ aciones novohispanas en

circulació n, validada por un sello extra añ adido en cuanto entraba a territorio

chino. Sea cual sea la forma en que se encontrara la plata, era muy improbable

que saliese del continente. Esta es, en parte, una de las razones por las que se

permitió el continuo funcionamiento del Galeó n de Manila, pues se consideraba

que la plata una vez en manos chinas no llegaría a naciones competidoras de

Españ a. La fuga de capitales, en este caso, era considerado con neutralidad.

Si bien, la interacció n del continente americano con el asiá tico era novedosa, en

sí el comercio con el extremo oriente no lo era desde la visió n europea; por lo

tanto este comercio debería ser entendido como tal, mediado por las diná micas

ya establecidas con anterioridad. De igual manera, los volú menes alcanzados en

el siglo XVII no se comparan con los anteriores, gracias al poderío general naval

europeo. Con esto en mente, no debe sorprendernos que ya hayan existido

divisiones en la producció n asiá tica con el fin explícito de exportació n.

III Producciones estéticas Orientales

Dentro de este panorama de un comercio diná mico es importante dedicarle una

pequeñ a secció n a cada manufactura especializada en su cará cter tanto estético

como social y econó mico.

a) La porcelana

La porcelana en china era la empresa

má s grande en el mundo hasta ese


momento. La producció n principal recaía en la ciudad de Jingdezhen, con má s de

mil hornos y cerca de un milló n de habitantes, casi todos involucrados en dicha

manufactura. La porcelana fue tomada por la dinastía Ming como un bastió n


Anó nimo
Cuenco
importante en el contexto del renacimiento chino, después de la ocupació n
Siglo XVII, 2
Museo Naci
mongola14.
Virreinato
Dentro del gran espectro de productos, las formas de mayor importació n a la

Nueva Españ a fueron los tibores, jarrones, cuencos, pozuelos, platos y diversos

juegos de té, café y chocolate. Se puede notar como estos ú ltimos juegos atendían

un gusto europeo y de manera má s importante, uno para el gusto criollo de la

Nueva Españ a. Dentro de las formas decorativas estaba la má s comú n e

importada; la azul y blanco característica del periodo Ming, pues fue durante esta

dinastía que se incentivó su producció n, pero no fue exclusiva de este, pues

quedó como una tradició n establecida dentro de sus formas representativas.

Durante el XVII y el siglo posterior, se popularizaron otras formas decorativas.

Entre estas se encontraban el blanc de chine, característico por la ausencia

misma de decoració n y distinguida pues era producida fuera de Jingdezhen, en

Fukien; el imari (rojo azul y dorado) y la famille vert, característica por sus

verdes15. Un fenó meno característico de esta manufactura fue que, a mediados

del XVII y debido a la gran demanda de decoraciones personalizadas, los chinos

comenzaron a tener un lote de porcelana en blanco en el puerto de Cantó n la cual

14
Junco, Roberto y Patricia Fournier. El celeste imperio a la Nueva Españ a:
Importació n, distribució n y consumo de la loza de la China del periodo Ming
tardío en el México virreinal en: La nueva Nao: De formosa a América Latina,
universidad de Tamkang, 2008
15
La forma de clasificar la porcelana, como su nombre lo denota, no es china sino
francesa. Esta nomenclatura fue desarrollada por Albert Jacquemart y Edmond le
Blant a mediados del siglo XIX. A estas familias se le tienen que agregar la famille
rose, característica por sus rosas pero empezada a ser producida en el siglo XVIII,
por lo tanto quedando fuera del alcance de éste estudio.
podía ser decorada allí mismo y surtida al momento. Esto como alternativa a

dejar el pedido para que fuera hecho en Jingdezhen y regresar por este el añ o

pró ximo, debido al tiempo de producció n y las estrictas fechas que deben

seguirse por los temporales del pacífico.

b) Mobiliario lacado

Los embutidos de

laca, por otro lado,

encuentran su

mayor arraigo

dentro de la

tradició n japonesa.

El estilo má s

popular en el mundo

hispá nico, el

namban, es en sí una respuesta desde Japó n a la intervenció n de portugueses y

españ oles en las islas. El término mismo proviene del apodo que le daban a los

comerciantes lusitanos e hispanos: bá rbaros del sur, pues comerciaban en el sur

de las islas. Esto de igual manera denota los temas principales de esta rama del

arte japonés, pues son, por lo general, escenas de encuentros con europeos 16.

c) Biombos

16
Rivero Lake, Rodrigo. Namban art in viceregal Mexico, Estilo México
Editores, Turner, 2005
Los biombos, por su parte, también provienen principalmente de estas islas. En

un inicio estaban hechos de madera y papel, a veces decorados. Esto, sin

embargo, fue cambiando, favoreciendo la resistencia de la madera lacada o

simplemente decorada. Dentro de este campo también hubo una gran

participació n china. Los biombos chinos eran de calidad inferior a la japonesa

pero, como era de esperarse, eran considerablemente má s baratos.

Para éste caso es posible observar como las demandas de la ruta marítima

condicionaron las elecciones de compra, favoreciendo materiales má s resistentes

que no se dañ aran con facilidad en el momento del transporte. Este cambio, es

necesario aclarar, só lo

afectó a las

manufacturas de

exportació n, pues las

formas destinadas al

consumo interno se

mantuvieron y

modificaron bajo otros factores, también internos. Baena Zapatero nos menciona

que los biombos, también, se convirtieron en una alternativa má s econó mica en

la Nueva Españ a a los tapices europeos17.

A pesar de la mejor calidad de la manufactura japonesa, durante el S XVII fue Atribui


1593-1
Cantó n el principal puerto asiá tico donde se podían adquirir estos productos. Témpe
arroz c
Aquí, de igual manera, había una distinció n al momento del consumo, siendo los 172.8 x
Museo
destinados a Europa y América decorados con base en grabados europeos. Uno
17
Baena Zapatero, Alberto. El comercio de biombos en el Pacífico (1582-
1785) en: Espacios de trá nsito. Procesos culturales entre el Atlá ntico y el
Pacífico, Editorial Universitaria, Granada, 2014
de los mejores ejemplos de esta forma de operació n fue el biombo namban con el

tema de las batallas de Alejandro, producido por la academia fundada por el

jesuita Giovanni Niccolò en Japó n.

d) Talla de marfil
La ú ltima forma a discutir de

arte decorativa se encuentra

en el tallado de marfiles, que si

bien, se producían y

exportaban en menor

cantidad, siguen representando

una fuente importante de

el comercio con Asia. El grueso

de las tallas de marfil

provienen de las Filipinas18

labradas por sangleyes19 y

no tanto de los tallados en China; aunque se hayan importado a la Nueva Españ a,

son tan pocos que se consideran anomalías en el comercio del marfil. Los temas

son casi exclusivamente suntuarios, con grandes ejemplos de niñ o Jesú s como

escultura de vestir, probablemente inspirada por la tradició n


Juan de Mesa y Velasco
Niñ o- 1627).
(1583 Jésus, salvador del mu
sevillana. Estas manufacturas son en esencia técnicas asiá ticas Hispanofilipino
Madera tallada y
Siglo XVII, 55.5 cm
policromada.
puestas al pleno servicio de gustos occidentales pues se conoce
63 x 28 x 23 cm.
que, al igual que los biombos, trabajaban de grabados. A pesar de Hacia 1610 - 1625.
Museo de Bellas artes de
esto, a veces se puede distinguir la mano de obra asiá tica en Có rdoba

detalles como los ojos.

IV Reproducciones en el contexto novohispano

18
Existe otra tradició n de tallados de marfil: la indoportuguesa. Esta se dio bajo
las mismas circunstancias que la hispanofilipina
19
Chinos o asiá ticos residentes en filipinas.
En conjunto, estas

manufacturas má s las no

abarcadas por este trabajo,

cambiaron el panorama

novohispano, a pesar de ya

estar habituados a estas

producciones por la vía del

gusto europeo. Un factor

importante en esto fue la

disponibilidad y la relativa

facilidad con la cual se podían

conseguir estos productos. Se tiene el caso de un “sencillo residente” de

Zampango que tenía al momento de su muerte, posesió n de dos tazas de

porcelana con un valor de cuatro reales cada una 20. Si bien esto es só lo un Anó nim
Tibor
testamento, se nos invita a pensar que si bien, las manufacturas traídas por la Cerá mic
S XVII
Nao no eran baratas, personas de moderados recursos podían acceder a ellas, tal Museo F
vez no de la misma forma que la oligarquía novohispana, pero si existió una

difusió n amplia de estos productos21.

20
de la Pezuela, María Bonta, Porcelana China de exportació n para el mercado
Novohispano, Instituto de Investigaciones Estéticas
21
El conde de Revillagigedo menciona en un informe de 1793 para el rey de
Españ a que el comercio sevillano no tomaba en cuenta los gustos de la Nueva
Españ a y lo enumeraba como uno de los factores para la disminució n del
volumen comercial entre estas dos regiones. Este mismo virrey se mandó hacer
una vajilla completa de porcelana, algo que dentro del marco oficial del comercio,
técnicamente, no estaba permitido.
Vista de la ciudad de México
Decoració n, ó leo sobre tela
Siglo XVIII
Museo Franz Mayer
Un á mbito donde la influencia asiá tica se sintió

con mayor peso fue el sector de manufacturas similares a las que se importaban.

Uno de estos casos y el má s fá cil de notar es la talavera poblana. Si bien, esta

nunca pudo alcanzar el grado de refinamiento presentado en la porcelana

china22, los motivos decorativos del azul sobre blanco fue adoptado ampliamente

por la producció n poblana. Con esto se adoptó no só lo el color sino las formas

asiá ticas como los tibores y temas iconográ ficos en la forma de aves fénix,

pagodas o sauces, aunados a una composició n general asiá tica.

22
Considerando que tampoco se buscaba o era el objetivo principal de estas
manufacturas. Só lo se consiguió reproducir la calidad china en Europa a
principios del siglo XIX, hecho que efectivamente terminó el comercio chino.
Los biombos, por su parte, fueron diversamente copiados y adaptados en el

á mbito novohispano. Las primeras reproducciones se dieron a partir del siglo

XVII en dos corrientes: una que emulaba y reinterpretaba la iconografía china y

japonesa tradicional, mientras que la otra se dedicó a la producció n de nuevos

temas muy al gusto criollo. Estos biombos proliferaron dentro y fuera del

territorio novohispano. De igual manera en su realizació n se usaba la madera,

como lienzos pintados o pieles. Eran má s baratos y fá ciles de conseguir que los

asiá ticos. Sin embargo, esto no significó una caída importante en la demanda

hacia las manufacturas asiá ticas, sino una mayor diversificació n y magnitud en el

mercado23.

Los biombos, a pesar de

esto, comparten el mismo

grado de influencia

asiá tica con el mobiliario

lacado e incrustado. En las

arquetas, arcas, arcones,

atriles, cofres, armarios y

bateas se aprecia una

mezcla fuerte entre las

23
Esta se convirtió en una buena alternativa para el virreinato del Perú . El
comercio intervirreinal estaba prohibido por la corona, pero conseguir
producciones novohispanas era relativamente má s fá cil que las provenientes del
comercio con Manila. Aun así la producció n de biombos, al no ser tan complicada,
se dio de igual manera en Perú .
Anó nimo
Batea lacada
125 cm díametro
Siglo XVII
técnicas locales del maque y las asiá ticas, traídas no só lo por

los productos importados, pues también se presentan casos de desertores

japoneses del galeó n que se incursionaron en territorio novohispano y

practicaron la producció n de lacas. Estos objetos presentan una fuerte influencia

del arte namban tanto en técnica como en composició n y colores. De igual

manera que los biombos, estas manufacturas se adoptaron de forma importante

tanto en la Nueva Españ a como en el resto del imperio españ ol.

El fenó meno que se dio a partir de los intercambios con la nao de China es uno de

los primeros intentos por un intercambio realmente global. Recalco, si bien el

comercio de Europa con Oriente para el siglo XVII ya estaba bien explorado, la

magnitud, tanto en toneladas como en kiló metros recorridos, de este comercio

eran de dimensiones sin precedentes hasta ese entonces. Esto aunado al hecho

de que esta ruta comercial lograba integrar un comercio a través de dos océanos,

los má s importantes para el mundo occidental.

Dentro del consumo de las mercancías de los galeones se pueden vislumbrar

fenó menos de modas y modelos de consumo que sientan las bases para la

modernidad. Aquí, el gusto puede ser entendido como:

“Propensió n y aptitud para la apropiació n (material y/o simbó lica) de

una clase determinada de objetos o de practicas enclasadas y enclasantes, es la

fó rmula generadora que se encuentra en la base del estilo de vida, conjunto

unitario de preferencias distintivas que expresan, en la ló gica específica de cada


uno de los sub-espacios simbó licos- mobiliario, vestidos, lenguaje, hexis

corporal- la misma intenció n  expresiva”  (Bourdieu).

El impacto del gusto novohispano, heredero del españ ol, facilitado por las

manufacturas que traía la nao, encontró una nueva forma de legitimarse en

diversas formas de ostentosidad, que encontraron buen desahogo en las artes

decorativas asiá ticas. La introducció n de estas mercancías en el á mbito

novohispano logró nuevas distinciones que contribuirían a la forma de

enclasamiento particular de este virreinato el cual es evidente en el fenó meno de

la adaptació n local de formas extranjeras. Aquí estas mercancías, como cualquier

otra de lujo, actuaban como un medio de dominació n simbó lica como dueñ os del

gusto legítimo, que llega a afectar las producciones locales para adecuarse a los

cambios del mercado, controlado por capitales de la oligarquía novohispana.

Dentro de la perspectiva de Bourdieu, al tener el dominio econó mico, la

oligarquía novohispana pudo controlar los valores de cambio que favorecían la

estética oriental. Si algo se muestra obvio dentro de las producciones analizadas

es que a diferencia de las sociedades japonesa o china, que construyeron

estéticas específicas para la exportació n, sin afectar los gustos locales, el

consumo y producció n en el virreinato de la Nueva Españ a cambió

dramá ticamente frente al influjo de las producciones orientales.

Probablemente el caso má s dramá tico se encuentre al momento de contrastar las

técnicas de enconchados y lacados que llegaron con los japoneses y la técnica

local de la plumaria. Esta ú ltima fue altamente usada antes de la llegada de los

españ oles, llegando a grados de sofisticació n y diversificació n inigualables. Sin


embargo, ya entrando el siglo XVII comienza una caída en la producció n y calidad

después de un siglo de amplias producciones bajo influencia españ ola, a grado tal

que para el XVIII, la técnica se encontraba prá cticamente en desuso. Si se

sobreponen las fechas generales, pues es difícil la precisió n en producciones de

arte decorativo, coinciden de manera inversa. Esto es, el siglo de decadencia de la

plumaria es el mismo siglo de la proliferació n de los enconchados con embutidos

de laca, que siguió con fuerza por el resto del virreinato.

Visto desde la perspectiva

mercantilista donde las

producciones de arte decorativo

está n má s sujetas al mercado

corriente que las bellas artes, me

atrevo a proponer que la

coincidencia temporal no es só lo

coincidencia, pues el auge de una

fue, aunque sea parcialmente, a

expensa de la otra.

Esto se mantiene en la coincidencia de centros productores ya que Michoacá n fue

cede de los centros de producció n má s importantes tanto de las lacas, como de la

plumaria en sus respectivos tiempos de esplendor. La coincidencia geográ fica

puede llegar a explicar la similitud en las formas representativas


La Piedad
entre estas dos, que son claras en la manera que tratan los motivos Mosaico de plumas sobre la
Siglo XVII
florales en los marcos y las formas representativas de los temas Museo Franz Mayer
religiosos, que aluden a un uso similar. Sin embargo, si se considera el

parentesco entre las representaciones con el arte namban, una de las raíces del

lacado y enconchado en la Nueva Españ a, por extensió n ló gica se puede

establecer una relació n entre estas tres tradiciones representativas, en la que

ninguna de las dos dentro del territorio novohispano puede escapar. Es a través

de este ejemplo en el que las marcas de un gusto imperativo que consume y

financia estas obras, se hace presente; un gusto incipientemente criollo.

El ú ltimo factor de

esta propuesta yace

en el mercado

mismo. En parte la

falta de demanda de

la producció n

indumentaria

plumaria

prehispá nica misma

trae una

disminució n en la manufactura. Sin embargo los españ oles siguieron

consumiendo mosaicos hechos con pluma que se vieron en parte reemplazados

por esta nueva técnica. Los enconchados y lacados, también, presentaban una Miguel Gon
Anunciació
ventaja propia de su producció n. Estos podían ser elaborados a menores costos a Ó leo, temp
concha ná c
mayor durabilidad y resistencia que facilitaban su uso y manutenció n. Se podían Finales del
61 x 86 cm
representar los mismos temas y darles un uso similar a menor precio mientras Museo Nac
satisfacía de una manera má s completa el gusto criollo, que lograba una

separació n de lo indígena mientras se desprendía un poco del gusto ibérico.

Esta conjunció n de factores pudo haber jugado un papel crucial en el desuso de

la técnica de la plumaria, aunque seguramente no fue la ú nica.

Si bien, estos casos son particulares dentro el gran impacto que el comercio con

Asia tuvo en la Nueva Españ a, en definitiva no es el ú nico y vale la pena seguir

explorando las ramificaciones de este gran tema.


Fuentes

Alfonso Mola, Marina. La fascinació n de oriente en el mundo hispá nico: El

triunfo de la chinoiserie (S. XVIII), El galeó n de Manila, 2000

Appadurai, A., Introducció n: Las mercancías y la política del valor en: La

vida social de las cosas: Perspectiva cultural de las mercancías, México:

Conaculta, Grijalbo, 1991

Arroyo Uriostégui, Ana Julia e Irene Pérez Rentería Arte plumaria

novohispano: Una reflexió n plá stica, Diseñ o y sociedad, UAM Xochimilco

Baena Zapatero, Alberto. El comercio de biombos en el Pacífico (1582-

1785) en: Espacios de trá nsito. Procesos culturales entre el Atlá ntico y el

Pacífico, Editorial Universitaria, Granada, 2014

Benítez, F. La nao de china, Cal y Arena, 1989

Bourdieu, P. La distinció n, Taurus, 1988

Calderó n R., Francisco Historia econó mica de la Nueva Españ a en tiempo

de los Autrias, Fondo de cultura econó mica, 1988

de Guemes Pacheco de Padilla, Juan Vicente. El comercio exterior y su

influjo en la Nueva Españ a (1793), Banco Nacional de Comercio Exterior, 1960

de la Pezuela, María Bonta, Porcelana China de exportació n para el

mercado Novohispano, Instituto de Investigaciones Estéticas

Estrada de Gerlero, Elena Isabel. La plumaria, expresió n artística por

excelencia, Mexico en el mundo de las colecciones de arte. Nueva Españ a, 1994

Gonzá lez Linaje, Maite, Panorama intercultural entre el extremo oriente y

el México Virreinal: Una introducció n actualizada, en: La nueva Nao: De formos a

América Latina, Universidad de Tamkang, 2008


Junco, Roberto y Patricia Fournier. El celeste imperio a la Nueva Españ a:

Importació n, distribució n y consumo de la loza de la China del periodo Ming

tardío en el México virreinal en: La nueva Nao: De formosa a América Latina,

universidad de Tamkang, 2008

Ló pez Cervantes, Gonzalo. Porcelana oriental en la Nueva Españ a, Anales

del INAH, 1978

Molina Memije, Antonio M. América en Filipinas, Mapfre, 1992

Obregon, Gonzalo. Influencia y contrainfluencia del arte oriental en Nueva

Españ a, Historia Mexicana, 1964

Olguín, Enriqueta. M. Ná car en manos Otomíes, Instituto de

Investigaciones Estéticas, 2004

Rivero Lake, Rodrigo. Namban art in viceregal Mexico, Estilo México

Editores, Turner, 2005

Vera Valdés, Lakowsky. La importancia de la plana novohispana en Asia

en: Urdaneta novohispano: La inserció n del mundo hispano en Asia, Universidad

Iberoamericana, 2012

Yuste Ló pez, Carmen. El dinamismo rutinario de la carrera transpacífica

en: Urdaneta novohispano: La inserció n del mundo hispano en Asia, Universidad

Iberoamericana, 2012

También podría gustarte