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(Hch. 13:48) "Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del
Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna"
Una de las declaraciones más patentes y claras de las Escrituras sobre la soberanía de
Dios en cuanto a la salvación del hombre que ha de ser salvo, es justamente la
refrendada por este versículo de justo arriba.
Leemos con claridad en este versículo que creyeron todos, todos - y no más - que
aquellos que previamente habían sido ordenados para vida eterna.
¿Dispuestos por quién?, obviamente, por Dios Padre. Esto lo vemos claramente en la
siguiente porción de la Escritura: "Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a
los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó"
(Romanos 8:29-30)
Por otro lado, todos los que vienen a salvación, lo hacen no por voluntad propia, sino
por la irresistible gracia de Dios. Veámoslo en la Escritura:
Como vemos, ninguno de los ahora salvos, buscábamos por nosotros mismos esa
salvación, la cual es sólo por gracia por medio de la fe, y ambas cosas sólo provienen de
Dios, no de nosotros (Ef. 2:8)
Hechos 13:43, "Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos
piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que
perseverasen en la gracia de Dios"
Los que se oponen, presentan este versículo para decir que el perseverar en la gracia de
Dios depende del hombre.
Veamos. En primer lugar esos a los que Pablo les persuade a que perseveren en la gracia
de Dios, no son pecadores como fueron, sino nuevos creyentes, quienes más tarde o
temprano, se iban a ver privados de su presencia, de ahí la amonestación paulina.
En definitiva, lo que Pablo les decía, es lo mismo que se enseña desde los santos
púlpitos de las santas iglesias: crecimiento en santificación. Todo ello, ni un ápice
molesta a la doctrina de la predestinación divina, sino todo lo contrario: es la voluntad
de Dios para los hijos suyos que le busquen de veras.
Sigamos:
Pablo se dirige en primer lugar a los judíos, ya que ese era el orden establecido por Dios
en la Escritura: "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente..." (Ro. 1:16). Cierto es que no
todos los que descienden de Israel son judíos, como está escrito (Ro. 9:6), pero Pablo
predicaba a todos, tal y como el mismo Señor Jesucristo nos ordenó, en cuanto a
predicar el Evangelio a toda criatura. Justamente eso es así, ya que la elección es de
Dios, no nuestra.
Esos judíos aludidos, desecharon el Evangelio por doble motivo, y en este caso, Pablo
se está refiriendo a uno de esos motivos en concreto. Obviamente, y según la doctrina
de la gracia, esos hombres no fueron escogidos para salvación (Jn. 5: 21), pero ese no
era el motivo aludido por Pablo en ese momento, sino aquel que implica la
responsabilidad del hombre, y que leemos de boca del mismo Señor Jesucristo: "Y esta
es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece
la luz..." (Juan 3:19-20). Esto que leemos nos muestra cómo es la naturaleza caída del
hombre, una naturaleza de muerte espiritual.
Por lo tanto, aquellos falsos judíos desecharon el Evangelio, porque amaban más sus
tinieblas que la luz. Esos hombres permanecieron en condenación, ya que no era de
ellos la fe (2 Ts. 3:2), y todo ello, con independencia de la no elección de Dios hacia
ellos para salvación.
¡Atención a esto!
Dios no ofrece Su salvación para que el hombre la pueda rechazar, de otro modo Dios
habría abdicado de Su soberanía y de Su voluntad. Por otro lado, nadie podría ser salvo
si Dios no hiciera salvo a quien quiere hacer salvo, ya que no está en los planes, ni en la
mente, ni en el corazón del hombre natural, el venir a Dios, en modo alguno. Veámoslo:
"Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan,
esto es, a nosotros, es poder de Dios" (1 Co. 1:18)
"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque
para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente"
(1 Co. 2:14)
Todo lo contrario; es Dios quien nos dio vida, cuando estábamos muertos
espiritualmente, es decir, en condenación, y negación de Dios: "Y él os dio vida a
vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados" (Ef. 2:1)
Otra vez queda vindicada la noble, hermosa, pura, misericordiosa y santa obra divina y
soberana de la justificación por gracia, y consecuente salvación.
En Hechos 13:47, leemos: "Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto
para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra".
Este versículo no nos dice que todos pueden creer indiscriminadamente. Vemos que el
Evangelio está destinado para todos los hombres a ser oído (Mr. 16:15), pero no
necesariamente a ser creído, de otra manera, si todos los que oyen pudieran creer, Cristo
mintió (y eso es imposible) cuando dijo con claridad meridiana: "Porque muchos son
llamados, y pocos escogidos" (Mt. 22:14)
Todos deben oír, porque todos son llamados a oír. No todos son llamados a creer,
porque sólo los escogidos lo son, y son pocos, como dijo Jesús en Mt. 22:14. Además,
esta dinámica explicada aquí, se ha visto y se ve de manera obvia y manifiesta, a lo
largo de la historia de Iglesia.
Todos son llamados, conforme al llamamiento general a creer, pero no todos creen. Sólo
los escogidos por Dios Padre para creer, lo harán. Hermanos, de otra manera, si no fuera
por la previa elección de Dios, y el efecto de Su gracia irresistible, ¡nadie,
absolutamente nadie, vendría a salvación!
Concluyendo: ¿Quiénes son los que tercamente se oponen una y otra vez y de frente a
las doctrinas de la gracia y perseveran en ese posicionamiento, negando de hecho la
soberanía de Dios en cuanto a la salvación? Muchos de ellos, seguramente, personas
que jamás nacieron de nuevo, y por tanto, no tienen seguridad alguna de su salvación.
SOLI DEO GLORIA
Fin