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1. Las Escrituras del Antiguo como del Nuevo Testamento son verbalmente inspirados por Dios,
infalibles en los escritos originales, siendo la suprema y final autoridad de fe y vida (2 Tim 3:16; 2
Ped. 1:21
2 Hay un Dios que existe eternamente en tres personas iguales: el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
3. Jesucristo que es Dios Hijo se hizo hombre concebido por el Espíritu Santo, nacido de la virgen
María y es eternamente verdadero Dios y verdadero hombre (Is 7:14; Juan 1:1-2; Col 1:15-19; 1
Tim 3:16; 1 Juan 5:20)
4. El hombre fue creado a la imagen de Dios; pecó y con ello incurrió tanto en muerte física como
espiritual; así que todo hombre es nacido con una naturaleza pecaminosa y en consecuencia es
pecador; en pensamiento, palabra y hecho.
A. Dios formó al hombre Gén 1:26.
B. El hombre pecó desobedeciendo a Dios Gén 3:1-6.
C. El hombre está separado de Dios Rom 3:23
5. El Señor Jesús murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras en sacrificio expiatorio y
todos los que creen en él son salvos por su muerte y resurrección.
A. Cristo es la propiciación por nuestros pecados I Juan 2:2.
B. Cristo es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo Juan 1:29
C. Todos los que creen en Él son salvos Juan 3:16-18.
D. Cristo fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación Rom
4:25.
E. Cristo salva a los que le esperan Heb 9:28.
F. Cristo padeció una sola vez por los pecados para llevarnos a Dios 1 Pedro 3:18.
6. Nuestro Señor fue resucitado corporalmente, ascendió a los cielos y habita allá como nuestro
sumo sacerdote y abogado nuestro ante el Padre. (Hec 1:9-11; I Cor 15:3-4, 20; Heb 8:1-2; 7:25;
9:24; I Juan 2:1)
7. Todos los que reciben por fe al Señor Jesucristo son nacidos del Espíritu Santo y por tanto son
hechos hijos de Dios (Juan 1:12; 2 Cor 5:17).
Creemos que, por el propósito eterno de Dios por los que ama, por su gracia, basada en el
sacrificio propiciatorio de Jesucristo, por la naturaleza de un regalo divino y eterno, por la
intercesión constante de Cristo por los salvos, por la naturaleza inmutable de Dios, por el poder del
Espíritu morando en cada creyente, nosotros y todos los verdaderos creyentes, una vez salvos,
somos para siempre salvos. No ignorará el pecado de sus hijos y los disciplinará en amor infinito.
Pero su salvación de uno no depende del mérito de uno sino 1) en el mérito de Cristo en quien
estamos y que nunca falla, y 2) en toda obra completa y las promesas irrevocables de Dios. (Juan
5:24; 10:28; 13:1; 14:16-17; 17:11; Romanos 8:29; 1 Cor 6:19; Heb 7:25; 1 Juan 2:1-2; 5:13; Judas
24)
8. Los que son nacidos del Espíritu Santo deben vivir la vida cristiana solamente por el poder del
Espíritu Santo que mora en ellos (Romanos 8:9, 13-14; Gál 5:16, 25; Efesios 3:16; Filipenses 2:13)
Creemos que el Espíritu Santo, la tercera persona del Dios Trino, aun Omnipresente por toda la
eternidad, en una manera especial vino a morar en el mundo en el día de Pentecostés según la
promesa de Cristo, que mora en cada creyente verdadero y por su bautismo una todos los
creyentes a Cristo en un sólo cuerpo. Él es la fuente de todo poder y toda adoración y servicio
aceptado. Creemos que nunca se aparta de su Iglesia, ni de los más débiles de los santos, sino
siempre está presente testificando de Cristo. Él anhela llenar a los creyentes y que no se llenen
con sí mismos. Creemos que su morada en el mundo en este sentido especial cesará cuando
Cristo venga a arrebatar a su Iglesia. (Juan 14:16-17; 16:7-15; 1 Cor 6:19; Efesios 2:22; 2 Tes 2:7).
Creemos que en está época el Espíritu Santo tiene definido sus ministerios y que es el deber de
cada creyente entenderlos y vivir su vida de acuerdo, en el poder del Espíritu Santo. Estos
ministerios son refrenar el mal en el mundo de acuerdo a la voluntad de Dios; convencer al mundo
de pecado, de justicia y de juicio; regenerar a los creyentes. Mora en todos los salvos y les sella
para el día de redención final. Bautiza en un solo cuerpo a todos los salvos y llena a los que le
permiten (Juan 3:6; 16:7-11; Rom 8:9; 1 Cor 12:13; Efesios 4:30; 5:18; 2 Tes 2:7; 1 Juan 2:20-27).
Creemos que algunos de los dones del Espíritu como el don de lenguas y sanidades fueron
temporales; y que el hablar en lenguas nunca fue la señal común ni necesaria para manifestar el
bautismo del Espíritu Santo o su poder de llenar al creyente. Creemos que la liberación del cuerpo
de enfermedad y muerte se realizará después de la consumación de nuestra salvación en la
resurrección (Hec 4:8, 31; Rom 3:23; 1 Cor 13:8; Jud 3; Heb 2:1-3).
9. La verdadera Iglesia viviente está compuesta de todos los creyentes regenerados, y la misión
que Cristo dejó para la Iglesia es predicar el evangelio a toda criatura (Mat 28:18- 20; Marcos
16:15; Hec 1:8; I Cor 12:12-13).
10. Los creyentes deben de bautizarse y cumplir frecuentemente la ordenanza de la Cena del
Señor y reunirse en los cultos evangélicos y continuar fielmente ésta comunión (Mat 28:19; Hec
2:41-42; Heb 10:23-25).
11. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo descenderá en las nubes personalmente, corporalmente,
visiblemente y gloriosamente; y todos los creyentes serán arrebatados, lo que es la bendita
esperanza de la Iglesia (Hech. 1:10-11; 1 Tes. 4:16-18; Tito 2:13).
12. Creemos que después del arrebatamiento de la Iglesia vendrán 7 años de tribulación seguido
por la segunda venida de Cristo al mundo para reinar mil años para poner en orden todo (Juan
14:1-3; 1 Cor 15:51-52; Fil 3:20; 1 Tes 4:13-18; Tito 2:11-14; Dan 9:27; Apoc 6:1-19:21; Mat 24:15-
21; Deut 30:1-10; Is 11:9; Ez 37:21-28; Mat 24:15-25, 46; Hec 15:15-17; Rom 8:19-23; 11:25-27;
1Tim 4:1-3; 2 Tim 3:1-5; Apoc 20:1-30).
13. Los cuerpos de los muertos, tanto de los justos como de los injustos, serán resucitados; los
redimidos para gozar bendición eterna, y los no redimidos para sufrir conscientes el castigo eterno
(Juan 5:28-29; 1 Cor 6:14; 15:22).