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DERECHO CONSTITUCIONAL

Sub-Eje temático 1: TEORIA CONSTITUCIONAL Y FEDERALISMO

Poder constituyente. Concepto

La Constitución es fruto del ejercicio del Poder Constituyente, que ha sido definida
como
“La competencia, capacidad o energía para constituir o dar constitución al estado,
es decir, para organizarlo, para establecer su estructura jurídico-política.”

Clasificación

El poder Constituyente puede ser originario o derivado.

Originario: El poder Constituyente es originario cuando se ejerce en la etapa


fundacional o de primigeneidad del estado, para darle nacimiento y estructura.
Según Sagüés este poder Constituyente, no en sentido cronológico, sino en cuanto
a su cuota de poder, no está sometido a normas jurídicas preexistentes de derecho
positivo; se lo puede considerar pues revolucionario e ilimitado (respecto del
derecho positivo).

Puede ser fundacional, cuando dicta la primera constitución del Estado al crearse
este y siempre que actúe sin topes normativos, o posfundacionales, sí opera después
de haberse creado el estado, pero libre de reglas jurídicas preexistentes.

Titular: El poder Constituyente originario tiene como titular al pueblo o la


comunidad, porque es la colectividad toda la que debe proveer a su organización
política y jurídica en el momento de crearse el estado. La noción responde a la
búsqueda de la legitimidad en el uso del poder Constituyente originario.
El preámbulo de nuestra Constitución de 1853- 1860 acoge este principio definitorio
cuando incluye la fórmula “nos los representantes del pueblo”. Esa residencia o
titularidad del poder Constituyente en el pueblo sólo se conoce en “potencia”, la
decisión queda librada a la totalidad o conjunto de hombres que componen la
comunidad. El ejercicio en “acto” de ese poder Constituyente se radica en razón de

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la eficacia, en quienes, dentro del mismo pueblo, están en condiciones, en un
momento dado, de determinar con suficiente consenso social la estructura
fundacional del estado y de adoptar la decisión fundamental en conjunto.
Este poder Constituyente originario fue ejercido por el pueblo social e
históricamente, las condiciones determinadas por las circunstancias temporal en qué
se han ejercido, llevaron a que las provincias históricamente preexistentes enviaran
sus representantes al Congreso de Santa Fe, en cumplimiento de pactos también
preexistentes (el último de los cuales fue el de San Nicolás de 1852).
La fórmula del preámbulo remite a esta interpretación, dando por cierto que el titular
del poder Constituyente que sancionó la Constitución de 1853 es el Pueblo. Pero el
Pueblo por “voluntad y elección de las provincias” con lo que a través de las unidades
políticas provinciales se expresa en acto y eficazmente la decisión comunitaria de
organizar el Estado.
El fundamento de que la titularidad del poder constituyente corresponde al
pueblo, constituye la base de la legitimidad democrática y del Estado de
derecho. El poder constituyente originario tiene como titular al pueblo o la
comunidad, porque es la colectividad toda la que debe proveer a su organización
política y jurídica en el momento de crearse el estado. La noción responde a la
búsqueda de la legitimidad en el uso del poder constituyente originario.
El preámbulo de nuestra constitución de 1853-1860 acoge este principio definitorio
cuando incluye la fórmula de “nos los representantes del pueblo…”.
Sin embargo, esa residencia o titularidad del poder constituyente en el pueblo sólo
debe reconocerse “en potencia”, o sea, en el sentido de que no hay nadie (ni uno, ni
pocos, ni muchos) predeterminado o investido para ejercerlo; y no habiendo
tampoco una forma concreta predeterminada por Dios ni por la naturaleza para
constituir a cada estado, la decisión queda librada a la totalidad o conjunto de
hombres que componen la comunidad.
El ejercicio “en acto” de ese poder constituyente se radica “en razón de la eficacia”
en quienes, dentro del mismo pueblo, están en condiciones, en un momento dado,
de determinar con suficiente consenso social la estructura fundacional del estado y
de adoptar la decisión fundamental de conjunto.

Titularidad y ejercicio del poder Constituyente. Es usual distinguir entre:


a) titularidad del poder Constituyente (Generalmente conferida al pueblo o a la
nación; es decir, en quién se le atribuye o imputa la decisión del Poder Constituyente)

b) el ejercicio del poder, es decir el desempeño de éste por los autores de la


Constitución formal (por ejemplo, los miembros de una asamblea Constituyente).

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Límite del poder Constituyente originario

Se dice que el poder Constituyente originario es, en principio, ilimitado. Ello significa
que no tiene límites de derecho positivo, o, dicho de otra forma, que no hay ninguna
instancia Superior que lo condiciones. Ahora bien, la ilimitación no descarta:

a) los límites suprapositivos del valor justicia (o derecho natural);

b) los límites que pueden derivar colateralmente del derecho internacional público
(por ejemplo: tratados);

c) el condicionamiento de la realidad social con todos sus ingredientes, que un


método realista de elaboración debe tomar en cuenta para organizar al estado.
El poder Constituyente originario ejercido en 1853 fue ilimitado (en sentido de
derecho positivo, porque no estuvo condicionado por ninguna instancia positiva
Superior o más alta. Pero tuvo en cuenta los límites suprapositivo del valor justicia
(o derecho natural), los pactos preexistentes, la realidad social de nuestro medio.
Incluir a los pactos preexistentes, (sabiendo que el propio preámbulo afirma que la
Constitución se dicta en cumplimiento de ellos), significa dar razón de que hay
límites colaterales, también en el poder Constituyente originario. Los pactos
preexistentes tuvieron ese carácter. No fueron una instancia superior o más alta, pero
condicionaron colateralmente al poder Constituyente originario.
(Según Sagüés) es acertado asimismo marcar ciertos límites del poder constituyente
originario:

Topes fácticos. Está recortado y condicionado por las fuerzas políticas que operan
en un país, los lobbies y grupos de presión, los factores de poder, las posibilidades
económicas, etcétera

Topes normativos. El derecho internacional opera también como condicionante del


poder Constituyente interno. La convención de Viena sobre los tratados, adoptada
por nuestro país mediante la ley 19865, puntualiza en el artículo 27 que el estado no
puede desligarse de sus compromisos internacionales argumentando normas de
derecho interno (por ejemplo, su constitución) salvo en determinados supuestos (si
el tratado se firmó violando manifiestamente reglas de derecho interno en materia
de competencia para celebrarlo).

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En otros casos, la creación de una justicia trasnacional como la Corte Interamericana
de Derechos Humanos con sede en San José de Costa Rica (adoptada por la
Argentina mediante ley 23054) importa erigir una autoridad supranacional que
puede invalidar actos de autoridades nacionales, y así, por ejemplo, reputar
violatorio al pacto de San José de Costa Rica una norma aprobada por un poder
Constituyente originario nacional.
Por supuesto, un estado puede incumplir sus compromisos internacionales y hacer
prevalecer en su territorio su voluntad Constituyente interna; pero eso a su turno le
acarrea sanciones políticas, militares y económicas, emergentes de su
responsabilidad internacional.

Topes axiológicos y de derecho natural. Desde luego, hay principios jurídicos-


políticos que limitan la potestad de un poder Constituyente originario (por ejemplo,
los valores de justicia, libertad, igualdad, seguridad, paz, solidaridad, etcétera)
plasmados muchas veces en reglas y postulados de derecho natural, “previos y
superiores a cualquier Constitución positiva”, como los de dignidad del hombre,
respeto a la vida, promoción de los más necesitados, entre otras.

Poder Constituyente derivado

El poder Constituyente es derivado cuando se ejerce para reformar la constitución.


Según Sagüés es el sometido arregla jurídicas preexistentes de derecho positivo. Casi
siempre importa una reforma o enmienda de una constitución previa, pero en otros
casos posee también un reemplazo, ya que puede estar facultado para sustituir una
constitución por otra. Se discute si el poder Constituyente derivado significa en
realidad poder Constituyente (para algunos sólo importa un poder legislativo
extraordinario) ya que está subordinado a las reglas anteriores. Por nuestra parte
entendemos que la aptitud de alterar parte o toda una constitución importa ejercer
poder constituyente, aunque su ejercicio esté condicionado al cumplimiento de
ciertas prescripciones de derecho positivo.

Titular: que el pueblo sea titular del poder constituyente no obstaculiza que el
ejercicio efectivo del mismo esté a cargo de un órgano convocado al efecto como
son las asambleas constituyentes o las convenciones constituyentes, esto en
concordancia con el principio representativo propio de las democracias indirectas,

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en este caso los convencionales o constituyentes actúan por mandato y en
representación del pueblo.
Es el pueblo, su único titular, con base en la fuente de la legitimidad ampliamente
predominante en nuestros días, la legitimidad democrática sustentada en el principio
de la soberanía popular. Este principio se expresa afirmando que el pueblo
constituye el origen de todo poder y es a través del sufragio como materializa sus
preferencias escogiendo a quienes investirán la calidad de representantes.

Límites al poder Constituyente derivado

Como la única Norma expresamente referida a la reforma de la constitución


sigue siendo el artículo 30, hemos de centrar estudio del poder Constituyente
derivado en aquella cláusula. El artículo 30 consagra la rigidez, tanto por el
procedimiento de reforma como el órgano especial que habilita para realizarla.
Dado el tipo escrito y rígido de la Constitución formal, su revisión debe efectuarse
mediante un procedimiento especial, qué es distinto a la legislación ordinaria.
La rigidez de la Constitución Argentina se acentúa porque el mecanismo de reforma
no sólo difiere del legislativo común, sino además está dirigido al establecimiento
de una convención especial para realizarla (órgano diferente al legislativo ordinario).
Se trata, pues, de una rigidez orgánica.
Lo que debemos decidir es sí también la constitución pone límites a la reforma en
cuanto a la materia o al contenido susceptible de revisión, ello se vincula con los
contenidos pétreos.

b) Con esta primera caracterización de requisitos formales y materiales, obtenemos


la afirmación de que el poder Constituyente derivado tiene límites de derecho
positivo: unos en cuanto a procedimiento, otros en cuanto a la materia.
Los límites del poder constituyente derivado están dirigidos:

al congreso (en la etapa de iniciativa o declaración de la necesidad de la Reforma)

a la convención (en la etapa de revisión)

a ambos; así el quórum de votos para declarar la necesidad de la Reforma limita al


congreso; el temario de puntos que el congreso declara necesitados de reforma
limita la convención; los contenidos pétreos limitan tanto al congreso como a la
convención.

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 La existencia de límites conduce a sostener que cuando una reforma se lleva a
cabo sin respetarlos (sea porque en el procedimiento no se atiene a las formas
preestablecidas, sea porque en cuanto a la materia viola los contenidos pétreos)
la enmienda constitucional es inválida o inconstitucional.

 Hemos de dejar establecido que los tratados internacionales incorporados a


nuestro derecho interno, muchos de los cuales tienen jerarquía constitucional,
imponen un límite heterónomo, externo y colateral al poder Constituyente
derivado, por manera que, si al reformarse la constitución se incorpora a ella
algún contenido violatorio de un tratado preexistente, ese contenido que es
producto de la reforma debe calificarse como inconstitucional.

 Conforme a nuestro derecho vigente a través del derecho judicial, no hay


control judicial de constitucionalidad de la Reforma, porque la jurisprudencia de
nuestra corte tiene establecido qué se trata de una cuestión política no
judiciable.

El artículo 30 que la constitución que la constitución puede reformarse en el


todo o en cualquiera de las partes. Una mera interpretación gramatical nos llevaría
a decir que “toda” la constitución y “todas” sus normas son susceptibles de reforma,
y que nada le queda sustraído. Si así fuera ¿negaríamos los contenidos pétreos?
Pero no es así. Que la constitución se puede reformar en el “todo” en cualquiera de
las partes significa que “cuantitativamente” se la puede revisar en forma integral y
total. Pero cualitativamente no, porque hay algunos contenidos o partes que, si bien
pueden reformarse, no pueden alterarse, suprimirse o destruirse. Precisamente, son
los contenidos pétreos.
En nuestra constitución, los contenidos pétreos no impiden su reforma, sino su
abolición. Ellos son: la forma de estado democrático; la forma de estado Federal; la
forma republicana de gobierno; la confesionalidad del estado. Lo prohibido sería:
reemplazar la democracia por el totalitarismo; reemplazar el federalismo por el
unitarismo; sustituir la república por la monarquía; suprimir la confesionalidad para
imponer la laicidad.
Este endurecimiento que petrifica a los mencionados contenidos subsistirán
mientras la estructura social de la cual derivan conserve su misma fisonomía; en
cuanto la estructura social donde se soporta un contenido pétreo cambie
fundamentalmente, el respectivo contenido pétreo dejará de serlo.

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Por supuesto que nuestra interpretación reconoce que los contenidos pétreos
no están explícita ni expresamente definidos como tales en la constitución. Los
valoramos como tales y los descubrimos implícitos, en cuanto admitimos
parcialmente una tipología tradicional- historicista de la Constitución argentina. Al
recoger del medio geográfico, cultural, religioso, etcétera ciertas pautas
históricamente legitimadas durante el proceso genético de nuestra organización, el
Constituyente petrificó en la Constitución formal los contenidos expuestos, tal como
la estructura social subyacente les daba cabida.

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Supremacía constitucional

Supremacía significa (ante todo) que la constitución es la “fuente primaria y


fundante” del orden jurídico estatal. Esto, al colocar a la constitución en el vértice
de dicho orden, quiere decir que ella (desde dicha Cúspide) la que dispone la
gradación jerárquica del mismo orden, porque como fuente primaria y fundante.
La supremacía de la constitución tiene dos sentidos. En un sentido fáctico, propio
de la Constitución material, significa que la constitución o derecho constitucional es
el fundante y la base de todo el ordenamiento jurídico- político de un estado.
Pero el sentido con que el constitucionalismo utiliza la noción de supremacía
constitucional es otro. Apunta a la noción que la Constitución formal, obliga a que
las normas y los actos estatales y privados se ajusten a ella. Ello envuelve una
formulación de deber- ser, todo el orden jurídico- político del Estado debe ser
congruente o compatible con la Constitución formal.

Recepción en el texto de la Constitución Nacional

La constitución define su calidad de suprema en el artículo 31 al estatuir que:

“Esta constitución, las leyes de la nación que en su consecuencia se dicten por el


congreso y los tratados con las potencias extranjeras, son la ley Suprema de la
Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ella, no
obstante, cualquier disposición en contrario que contenga las leyes o constituciones
provinciales, salvo a la provincia de Buenos Aires, los tratados ratificados después
del Pacto del 11 de noviembre de 1859”

Ampliando la cobertura jerárquica desde la reforma de 1994 los tratados


constitucionalizados enumerados por el artículo 75 inciso 22 están dotados de
jerarquía constitucional, o sea, que tiene la misma primacía que la constitución.
Dada la estructura Federal de nuestro estado, la supremacía constitucional reviste un
doble alcance:

a) la Constitución prevalece sobre todo el ordenamiento jurídico- político del estado;

b) la constitución en cuanto a Federal, prevalece también sobre todo el derecho


provincial (y dentro de esta segunda supremacía, prevalece juntamente con la

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Constitución Federal todo el derecho Federal, leyes, tratados etcétera) esto se
verifican leyendo los artículos 5 y 31.

El principio de supremacía se completa con los principios del artículo 27 (para los
tratados que sólo tienen prelación sobre las leyes), del artículo 28 (para las leyes), y
del art. 99 inc. 2 (para los decretos del poder ejecutivo que reglamentan a las leyes).
Después de la Reforma de 1994, es imperioso asimismo tener presente una
añadidura de suma trascendencia: en virtud del artículo 75 inciso 22 hay tratados
internacionales de Derechos Humanos que tienen jerarquía constitucional por
figurar en la enumeración que se hace de dicha norma, y otros que pueden alcanzar
en el futuro conforme a la misma. Por consiguiente, tales tratados revisten igual
supremacía de la constitución, y aunque no formen parte del texto de la constitución,
se hallan fuera de él a su mismo nivel en el bloque de constitucionalidad Federal.

El orden jerárquico de las normas y los tratados.

La supremacía constitucional supone una gradación jerárquica del orden


jurídico derivado, que se Escalona en planos distintos. Los más altos se
subordinan a los inferiores, y todo el conjunto se debe subordinar a la constitución.
Cuando esta relación de coherencia se rompe, hay un vicio o defecto, qué llamamos
inconstitucionalidad o anti-constitucionalidad.
El artículo 31 resuelve cuestiones qué siendo distintas resultan afines y están
estrechamente vinculadas.
Uno de ellos es la supremacía constitucional y el otro está referido al orden de
prelación de leyes. Este último apunta a definir cuál es el grado de inserción, es
decir la ubicación concreta y jerárquica, que en el ordenamiento tienen todas las
normas escritas que lo integran.
El valor de la efectiva existencia de una orden de prelación en cualquier
ordenamiento es una cuestión central. Sin él la juricidad sería sinónimo de caos,
pues no habría forma de resolver los conflictos que se suscitan entre normas.
El orden de prelación es el siguiente:

1. Constitución nacional y tratados constitucionalizados sobre Derechos


Humanos contenidos en el artículo 75 inciso 22 (art. 31).

2. Otros tratados (concordatos, acuerdos de integración y el derecho derivados


de ellos, artículos 27 y 75 inciso 22 y 24.

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3. Leyes (ley formal emanada del Congreso, artículo 77 a 88), y actos ejecutivos
con el mismo valor que las leyes cómo los decretos de necesidad y urgencia
y las leyes delegadas (artículo 99 inciso 3, 76 y, artículo 28)

4. Decretos reglamentario y autónomos dictado por el poder ejecutivo, (artículo


99 piso 1 y 2)

5. Otros actos normativos emanados del Gobierno Federal en tanto y en cuanto


hayan sido dictados en consecuencia de la constitución. Por ejemplo,
resoluciones ministeriales.

6. Órdenes jurídicos provinciales.

¿Se ha extraviado o dejado de existir la supremacía de la constitución?

Más bien, cabría sostener que hay un reacomodamiento de la misma. Hoy a la


doctrina de la supremacía de la constitución, decimos que esa doctrina subsiste y
que la constitución sigue siendo suprema en cuanto siempre es fuente primaria y
fundante del orden jurídico estatal y decide su prelación, aunque ella misma —al
establecer la gradación jerárquica de ese orden— ceda acaso el primer nivel al
derecho internacional o al derecho de la integración.
Para tener completo el diseño de la supremacía constitucional en la relación entre la
constitución y los tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional,
conviene transcribir los incisos 22 y 24 del art. 75.

Art. 75 inc. 22. “Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y
con las organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los
tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes.
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración
Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos
Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la
Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer; la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su
vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera

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parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y
garantías por ella reconocidos. Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder
Ejecutivo nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad de los
miembros de cada Cámara.
Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser
aprobados por el Congreso, requerirán el voto de las dos terceras partes de la
totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional.”

Art. 75 inc. 24. “Aprobar tratados de integración que deleguen competencias y


jurisdicción a organizaciones supraestatales en condiciones de reciprocidad e
igualdad, y que respeten el orden democrático y los derechos humanos. Las normas
dictadas en su consecuencia tienen jerarquía superior a las leyes.
La aprobación de estos tratados con Estados de Latinoamérica requerirá la mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara. En el caso de tratados con
otros Estados, el Congreso de la Nación, con la mayoría absoluta de los miembros
presentes de cada cámara, declarará la conveniencia de la aprobación del tratado y
sólo podrá ser aprobado con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los
miembros de cada Cámara, después de ciento veinte días del acto declarativo.
La denuncia de los tratados referidos a este inciso, exigirá la previa aprobación de la
mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara.”
(La bastardilla es nuestra.)
Como ya citamos la CN asegura la supremacía de las leyes nacionales que se ajustan
a ella por corresponder al derecho federal tienen preeminencia sobre todo el
derecho provincial, como lo establece el art 31, que estructura un orden jerárquico,
y es la fuente de la cual surgen las demás normas, leyes, decretos, resoluciones, etc.
La supremacía del derecho federal (la CN y tratados internacionales suscripto por la
nación, leyes nacionales) se corrobora también en los artículos 5º, 28 y 128 (respetar
la constitución nacional, y los gobernadores de provincia son agentes de custodio
de la CN).

Supremacía y Bloque de constitucionalidad

La tesis que sostenemos (Bidart Campos)


Afirmamos sintéticamente que toda la constitución (su primera parte más el resto
del articulado) en común con los once instrumentos internacionales sobre derechos
humanos de jerarquía constitucional (más los que la adquieren en el futuro)
componen un bloque que tiene una igual supremacía sobre el derecho
infraconstitucional.

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Dentro de ese bloque no hay planos superiores ni planos inferiores; o sea, forman
una cabecera en la que todas sus normas se encuentran en idéntico nivel entre sí.
Se nos dirá que la cláusula de “no derogación” de la primera parte de la constitución
por los instrumentos internacionales de jerarquía constitucional ha de tener algún
sentido y tener algún efecto.
No obstante, tomemos en cuenta que, a continuación, dicha cláusula enuncia que
tales instrumentos internacionales son complementarios.
¿Qué podemos inferir de la coordinación entre las dos pautas: la “no derogación” y
la “complementariedad”?

a) ¿Qué significa la “no derogación”?

Es una pauta hermenéutica harto conocida la que enseña que en un conjunto


normativo (para el caso: la constitución “más” los instrumentos dotados de jerarquía
constitucional) que comparte un mismo y común orden de prelación dentro del
ordenamiento jurídico, todas las normas y todos los artículos de aquel conjunto
tienen un sentido y un efecto, que es el de articularse en el sistema sin que ninguno
cancele a otro, sin que a uno se lo considere en pugna con otro, sin que entre sí
puedan oponerse irreconciliablemente. A cada uno y a todos hay que asignarles,
conservarles y aplicarles un sentido y un alcance de congruencia armonizante,
porque cada uno y todos quieren decir algo; este “algo” de uno o de varios no es
posible que quede neutralizado por el “algo” que se atribuye a otro o a otros.

b) “complementariedad”.

Complemento es lo que hace falta agregar a una cosa para que quede completa,
pero no lo que se ubica en un plano secundario respecto de otro superior. Para nada
hemos de imaginar que el nivel de lo complementario es inferior al nivel de aquello
a lo que complementa. De ahí que sostener que los tratados, debido a su
complementariedad respecto de los artículos de la primera parte de la constitución,
no derogan a ninguno de ellos, jamás tolera aseverar que éstos pueden llegar a
excluir la aplicación de un tratado ni que, en vez de conciliar lo que pueda parecer
incompatible, hay que hacer prevalecer indefectiblemente las normas que integran
la primera parte de la constitución.
Si a la criticada locución “no derogan artículo alguno de la primera parte de la
constitución” hemos de darle un sentido aceptable, sólo consentimos éste: “los
artículos de la primera parte de la constitución y los instrumentos internacionales a
los que el inciso 22 adjudica jerarquía constitucional componen un plexo indisociable
de derechos y garantías, en el que ninguna norma del primer sector hace inaplicable

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a una o más del otro sector, y viceversa; la complementariedad del segundo respecto
del primero significa que le proporciona completitud y que nunca puede resultar
inocuo”.
En síntesis, ni los artículos de la primera parte de la constitución “derogan” o dejan
sin efecto a normas internacionales de su mismo rango, ni éstas perturban a aquéllos,
porque unos y otras, dentro del sistema de derechos al que como fuente alimentan
con igual jerarquía, forman un conjunto coherente, no susceptible de desgajar, o
desarticular o dividir con supuestas incompatibilidades, oposiciones o
contradicciones.

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Clasificación.- Los sistemas judiciales de control no son todos iguales. Se


los puede clasificar de la siguiente forma;

1) Según qué órgano judicial ejerce el control, el sistema judicial


puede ser:

a) Concentrado (o europeo): cuando se le da a un órgano judicial linico y


específico la tarea exclusiva de ejercer el control de constitucionalidad (Ej:
España, Italia, Uruguay).

b) Difuso (o americano): cuando todos los Órganos judicialeís tienen la posibilidad


de ejercer el control (Ej: Estados Unidos).

2) Según las vías procesales necesarias para llegar al control


dconstitucionalidad; se puede utilizar:

a) La via directa (via de acción): en este caso, el proceso tiene como único
objetivo juzgar la constitucionalidad de una norma, sin que sea necesaria su
aplicabilidad a un caso concreto (ej: presento una demanda ante el juez, sólo para
quedeclare inconstitucional una ley).

b) La vía incidental (vía de excepción): en este caso, es necesario que el juez se


pronuncie acerca de la constitucionalidad de la norma para llegar a la solución
de un caso concreto (cj: una ley viola mi derecho de propiedad, por lo tanto necesito
que el juez la declare "inconstitucional" para poder defender mi derecho).

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3) Según los efectos que produzca la declaración de inconstitucionalidad:

a) Efecto amplio (erga omnes): la declaración de inconstitucionalidad promovida


por el juez produce la anulación o derogación de la norma en cuestión.

b) Efecto limitado (inter partes): en este caso, sólo se impedirá que la nomia
"inconstitucional" s e aplique al caso concreto sometido a la consideración del
tribunal. La norma no queda derogada, ya q u e sólo deja de aplicarse e n ese
caso concreto, quedando vigente para todos los demás.

Caracteristicas del sistema argentino de control de constitucionalidad en el orden


federal.

En nuestro país, el control de constitucionalidad presenta las siguientes


características:

1) En cuanto al órgano que lo ejerce, el sistema es Judicial y difuso.Es decir que todos
los jueces (cualquiera sea la jerarquía del tribunal al que pertenezcan) tienen el deber
de defender la supremacía de la Constitución. Es por eso que, cuando a un juez le
toca resolver un caso en el que debe decidir sí aplica o no una norma contradictoria
a la Constitución, su deber es declarar la inaplicabilidad de la norma al caso concreto.

2) La forma de acceder al control de constitucionalidad es la vía incidental.Esto quiere


decir que los jueces sólo podrán juzgar la constitucionalidad de las normas cuando
ésto sea necesario para resolver un caso concreto. No se puede iniciar un proceso
con el sólo objetivo de que el juez analice la constitucionalidad de una norma (o sea
que no se utiliza la via directa).

3) La declaración de inconstitucionalidad produce efectos limitados. En nuestro país


, cuando un juez declara inconstitucional a una norma, no la deroga. Solamente
dejará de aplicarse en ese caso concreto . La norma ni siquiera queda derogada
cuando su inconstitucionalidad es declarada por la Corte Suprema.

LAS FORMAS DE ESTADO

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Según cómo se relacionen entre sí el poder y el territorio en un estado,
tradicionalmente se distingue entre:
Estado unitario: El Estado es uno en su estructura, en su elemento humano y en sus
límites territoriales. Esta es la forma de estado más simple y la primera con la que
aparece históricamente el Estado Moderno. Es la adoptada por Gran Bretaña,
Uruguay, Paraguay, etc.

Estado Federal: La constitución argentina de 1853-1860 acoge la forma federal de


estado. Ella importa una relación entre el poder y el territorio, en cuanto el poder se
descentraliza políticamente con base física, geográfica o territorial. El federalismo es
la forma opuesta a la unitaria, que centraliza territorialmente al poder del estado; el
federalismo significa una combinación de dos fuerzas: la centrípeta y la centrífuga,
en cuanto compensa en la unidad de un solo estado la pluralidad y la autonomía de
varios. El estado federal se compone de muchos estados miembros (que en nuestro
caso se llaman “provincias”), organizando una dualidad de poderes: el del estado
federal, y tantos locales cuantas unidades políticas lo forman.
Esta dualidad de poderes se triplica cuando tomamos en cuenta que con la reforma
de 1994 no es posible dudar de que, dentro de cada provincia, los municipios
invisten un tercer poder, que es el poder municipal, también autónomo; lo atestigua,
en respaldo del viejo art. 5º, el actual art. 123.
Está basado en la descentralización territorial del poder, de forma tal que coexisten
en él un Gobierno federal, que detenta y ejerce el poder sobre todo su territorio y
todas las personas que habitan en él, por una parte y por la otra, una pluralidad de
estados miembros (provincias), cada uno de los cuales ejerce poder dentro del
respectivo límite territorial sobre los habitantes de cada uno de ellos. En esta
estructura compleja, sólo el Estado Federal es soberano y sujeto del orden
internacional. El poder es ejercido entonces por las autoridades centrales o las
autoridades del estado miembro, según un sistema de reparto de competencias
preestablecido. Los Estados miembros del Estado federal carecen de derecho de
secesión (no pueden separarse) y nulificación (no pueden negarse a aplicar las
decisiones adoptadas por las autoridades federales) Esta forma de estado ha sido
adoptada por Estados Unidos, Alemania, Argentina, Brasil, Méjico, entre otros países.

Confederación: Es una asociación entre Estados soberanos, cada uno de los cuales
es sujeto del orden internacional, que se unen por un pacto o tratado, por el que se
crea un órgano permanente (dieta) a cargo de las competencias establecidas en el
pacto de alianza. Una característica peculiar que diferencia la Confederación del
Estado federal, radica en que aquella carece de poder directo sobre los habitantes
de los Estados confederados, quienes conservan los derechos de secesión (separarse

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de la confederación) y nulificación (negarse a aplicar las decisiones emanadas del
órgano de la confederación).
Generalmente la confederación representa la primera etapa en la constitución de un
nuevo Estado. Así ocurrió por ejemplo con los Estados norteamericanos desde 1777
a 1787 y la confederación suiza de 1815 a 1848.

EL FEDERALISMO

Nuestro estado federal surge con la constitución histórica de 1853. Se llama


República Argentina, y es un estado nuevo u originario. Sin embargo, histórica y
cronológicamente, nuestro federalismo no fue una creación repentina y meramente
racional del poder constituyente, sino todo lo contrario, una recepción de fuerzas y
factores que condicionaron su realidad sociológica.

a) Por un lado, las ciudades que los movimientos españoles de colonización fueron
fundando a través de las corrientes del norte, del oeste y del Río de la Plata,
extendieron sus zonas de influencia y prepararon las futuras regiones territoriales
que conformaron a las provincias.

b) Por otro lado, los órganos de gobierno locales (principalmente los cabildos)
proporcionaron al futuro federalismo una base municipal o comunal.

c) Ideológicamente, desde la Revolución de Mayo se perfilaron los dos sectores de


opinión: el unitario y el federal, que en una pincelada muy rápida podemos hacer
coincidir respectivamente, con las minorías, cultas, liberales, porteñitas, centralistas,
monárquicas, etc., y con la masa popular e inorgánica, republicana y federalista. Sin
embargo, la oposición entre Buenos Aires y el interior no permite identificar en una
coincidencia perfecta al unitarismo con la primera y al federalismo con el segundo,
bien que provisoriamente pueda situarse, para la comprensión del proceso, al núcleo
representativo del movimiento unitario en la capital, y al pueblo federal en la
campaña.
En la cronología histórica de nuestro federalismo se componen tres fuerzas de
integración de índole distinta: a) una fuerza proveniente del medio físico-natural
(mesológica), donde la situación capitalina de Buenos Aires jugó como polo de
atracción de las provincias; dicho medio, aunque algo esfumado en sus comienzos,
conformó un ámbito territorial preexistente a 1853-1860; b) una fuerza ideológica,
que es la doctrina federal, cuya expresión mejor sistematizada ha sido el

18
pensamiento oriental, fundamentalmente el de Artigas; c) una fuerza
instrumentadora, que es el proceso de los pactos interprovinciales.
Evolución:

* Antes de 1810: el régimen municipal español a través de los cabildos proporcionó


al federalismo una base municipal, así como también la obligada descentralización
de la administración debido a la distancia y el aislamiento de las ciudades

* Desde 1810 - revolución de mayo se perfilan dos sectores: el unitario, monárquico,


liberal y centralista situado en la capital, y el federal, popular y de tendencia
republicana, en la campaña

*1813-1820: cuasi derecho federal, donde las provincias litorales afirmaron sus
autonomías y celebraron pactos (Pacto de Pilar de 1820, celebrado entre Buenos
Aires, Santa Fe y Entre Ríos)

*1820-1831: derecho público sinalagmático, resultado de los pactos interprovinciales


entre las provincias históricas (Tratado del Cuadrilátero de 1822, entre Buenos Aires,
Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes)

*1831-1853: etapa de pre constitucionalismo, como fruto de la adhesión de las


provincias al Pacto Federal, que confluyó en la Constitución Nacional de 1853-1860.
La Constitución Nacional de 1853 estuvo basada en las Bases de Alberdi y en la
Constitución norteamericana.

*1994: con la reforma quedan bien delimitados los cuatro órdenes de gobierno de
la federación argentina: el gobierno federal, los gobiernos de provincia, el gobierno
autónomo de la Ciudad de Buenos Aires y los gobiernos municipales autónomos.

Relaciones de subordinación, participación y coordinación

La estructura constitucional de nuestra federación presenta los rasgos


fundamentales de todos los estados federales, a saber, las tres relaciones vertebrales:

a) de subordinación

19
b) de participación, colaboración o subordinación
c) de coordinación

 La subordinación: la relación de subordinación se expresa en la llamada


supremacía federal. El equilibrio del principio de unidad con el de pluralidad
tiende a proporcionar cohesión y armonía mediante la subordinación de los
ordenamientos jurídico-políticos locales al ordenamiento federal, para que las
“partes” sean congruentes con el “todo”. Ello quiere decir que la constitución
federal impone ciertas pautas en las estructuras de lineamiento que deben
ser acatadas y reproducidas por las constituciones de los estados miembros.
A partir de la reforma de 1994 podemos comprender que el principio de
subordinación viene formulado por la interrelación de los arts. 5º, 31, 123, y 75
incisos 22 y 24. A su modo, hay que computar asimismo el art. 128, que reproduce
el texto del viejo art. 110.
La relación de subordinación no permite decir que los “gobiernos” provinciales se
subordinan al “gobierno” federal, ni siquiera que las “provincias” se subordinan al
“estado” federal, porque lo que se subordina es el “orden jurídico” provincial al
“orden jurídico” federal. Aquellas formulaciones no son, en rigor, correctas.

 La participación: la relación de participación implica reconocer en alguna


medida la colaboración de las provincias en la formación de decisiones del
gobierno federal. Nuestra constitución la institucionaliza componiendo
dentro del gobierno federal al órgano congreso con una cámara de
senadores, cuyos miembros representan a las provincias. Nuestro
bicamarismo responde, pues, a la forma federal del estado.
Cabe también incluir, con un sentido amplio de la relación de participación, todo lo
que el llamado federalismo concertado presupone en materia de negociación,
cooperación, coordinación, y lealtad federal (ver nos. 64 y 65).
La coordinación y la relación de coordinación delimita las competencias propias del
estado federal y de las provincias. Se trata de distribuir o repartir las competencias
que caen en el área del gobierno federal y de los gobiernos locales.
Para ello, el derecho comparado sigue sistemas diversos:

a) todo lo que la constitución federal no atribuye al estado federal, se considera


reservado a los estados miembros; la capacidad es la regla para éstos, y la
incapacidad es la excepción, en tanto para el estado federal ocurre lo contrario: la
incapacidad es la regla, y la capacidad es la excepción;

20
b) inversamente, todo lo que la constitución federal no atribuye a los estados
miembros, se considera reservado al estado federal, para quien, entonces, la
capacidad es la regla y la incapacidad es la excepción;

c) enumeración de las competencias que incumben al estado federal y a los estados


miembros.

El sistema de distribución de competencias en el federalismo argentino.

Nuestra constitución ha escogido el primer sistema. Así lo estipula el art. 121: “las
provincias conservan todo el poder no delegado por esta constitución al gobierno
federal, y el que expresamente se hayan reservado por pactos especiales al tiempo
de su incorporación”.
Donde leemos “poder no delegado por esta constitución” debemos interpretar que
la delegación es hecha por las provincias “a través” de la constitución como
instrumento originario de formación y estructura de la federación. Son las
“provincias” las que “mediante” la “constitución” han hecho la delegación al gobierno
federal.
La fórmula del art. 121, que mantiene la del anterior art. 104, ha merecido
interpretación del derecho judicial a través de la jurisprudencia de la Corte Suprema,
en la que encontramos otros dos principios que la completan: a) las provincias
conservan, después de la adopción de la constitución, todos los poderes que tenían
antes y con la misma extensión, a menos de contenerse en la constitución alguna
disposición expresa que restrinja o prohíba su ejercicio; b) los actos provinciales no
pueden ser invalidados sino cuando: b’) la constitución concede al gobierno federal
un poder exclusivo en términos expresos; b’’) el ejercicio de idénticos poderes ha
sido prohibido a las provincias; b’’’) hay incompatibilidad absoluta y directa en el
ejercicio de los mismos por parte de las provincias.
Puede verse también este párrafo extractado de una sentencia de la Corte: “Es cierto
que en tanto los poderes de las provincias son originarios e indefinidos (art. 104,
constitución nacional), los delegados a la nación son definidos y expresos, pero no
lo es menos que estos últimos no constituyen meras declaraciones teóricas, sino que
necesariamente han de considerarse munidos de todos los medios y posibilidades
de instrumentación indispensables para la consecución real y efectiva de los fines
para los cuales se instituyeron tales poderes, en tanto éstos se usen conforme a los
principios de su institución. De no ser así, aquellos poderes resultarían ilusorios y

21
condenados al fracaso por las mismas provincias que los otorgaron. De aquí que las
supra mencionadas facultades provinciales no pueden amparar una conducta que
interfiera en la satisfacción de un interés público nacional (Fallos, 263-437), ni
justifiquen la prescindencia de la solidaridad requerida por el destino común de la
nación toda (Fallos, 257-159; 270;11).”
En más reciente fallo del 15 de octubre de 1991, en el caso “Estado Nacional
c/Provincia del Chubut”, la Corte ha expresado que ella “tiene dicho que ‘si bien es
muy cierto que todo aquello que involucre el peligro de limitar las autonomías
provinciales ha de instrumentarse con la prudencia necesaria para evitar el
cercenamiento de los poderes no delegados de las provincias, no lo es menos que
el ejercicio por parte de la nación, de las facultades referidas… no puede ser enervado
por aquéllas, so pena de convertir en ilusorios los propósitos y objetivos de las
citadas facultades que fincan en la necesidad de procurar eficazmente el bien común
de la nación toda, en el que necesariamente se encuentran engarzadas y del cual
participan las provincias’. A lo cual añadió la Corte que ‘en ese orden de ideas debe
subrayarse que, conforme al principio de que quien tiene el deber de procurar un
determinado fin, tiene el derecho de disponer de los medios necesarios para su logro
efectivo y, habida cuenta que los objetivos enunciados en el preámbulo y los
deberes-facultades establecidos en los supra citados incisos del art. 67 de la
constitución nacional tienen razón de causa final y móvil principal del gobierno
federal, no cabe sino concluir que éste no puede ser enervado en el ejercicio de estos
poderes delegados, en tanto se mantenga en los límites razonables de los mismos
conforme a las circunstancias; éste es, por lo demás, el principio de supremacía que
consagra el art. 31 de la constitución nacional’ (Fallos, 304-1187 y otros).”
(Las anteriores transcripciones de jurisprudencia de la Corte citan los artículos de la
constitución con la numeración de la época, antes de la reforma de 1994.)
En el reparto de competencias, suele hacerse distinción entre:

a) competencias exclusivas del estado federal;


b) competencias exclusivas de las provincias;
c) competencias concurrentes;
d) competencias excepcionales del estado federal y de las provincias;
e) competencias compartidas por el estado federal y las provincias.

a) Entre las competencias exclusivas del gobierno federal

 intervención federal
 declaración del estado de sitio
 relaciones internacionales

22
 dictar los códigos de fondo o de derecho común y las leyes federales o
especiales, etc.

En general, y como principio, la casi totalidad de competencias asignadas a los


órganos de gobierno federal por la constitución pueden considerarse exclusivas del
estado federal.
Paralelamente a estas competencias exclusivas, hallamos en los arts. 126 y 127 las
que están prohibidas a las provincias.
Debemos dejar aclarado que las competencias exclusivas del estado federal no
requieren estar taxativa ni expresamente establecidas a su favor en la constitución,
porque las hay implícitas. Dentro de estas competencias implícitas, hay un tipo
especialmente contemplado por la constitución que es el de los llamados “poderes
implícitos del congreso”, reconocidos en el art. 75 inc. 32.

b) Entre las competencias exclusivas de las provincias,

 dictar la constitución provincial


 establecer impuestos directos
 dictar sus leyes procesales
 asegurar su régimen municipal y su educación primaria, etc.

Esta masa de competencias se encuentra latente en la reserva del art. 121, y en la


autonomía consagrada por los arts. 122 y 123, con el añadido del nuevo art. 124.
Como principio, las competencias exclusivas de las provincias se reputan prohibidas
al estado federal.
Las competencias exclusivas de las provincias se desdoblan en: b’) las no delegadas
al gobierno federal; b’’) las expresamente reservadas por pactos especiales.
c) Entre las competencias concurrentes, o sea, las que pertenecen en común al
estado federal y a las provincias, se hallan: los impuestos indirectos internos, y las
que surgen del art. 125 concordado con el 75 inc. 18, más las del art. 41 y el art. 75
inc. 17.

d) Hay competencias excepcionales del estado federal, es decir, las que en principio
y habitualmente son provinciales, pero alguna vez y con determinados recaudos
entran en la órbita federal. Así, el establecimiento de impuestos directos por el
congreso, cuando la defensa, seguridad común y bien general lo exigen, y por
tiempo determinado (art. 75 inc. 2º).
Hay competencias excepcionales de las provincias en iguales condiciones. Así, dictar
los códigos de fondo o de derecho común hasta tanto los dicte el congreso (art.

23
126), y armar buques de guerra o levantar ejércitos en caso de invasión exterior o de
un peligro tan inminente que no admita dilación, dando luego cuenta al gobierno
federal (art. 126).

e) Hay también facultades compartidas por el estado federal y las provincias, que no
deben confundirse con las “concurrentes”, porque las “compartidas” reclaman para
su ejercicio una doble decisión integradora: del estado federal y de cada provincia
participante (una o varias). Por ej.: la fijación de la capital federal, la creación de
nuevas provincias (arts. 3º y 13), etcétera.
En el derecho constitucional material se ha observado una marcada inflación de las
competencias federales, a veces en desmedro del reparto que efectúa la constitución
formal. Hay pues, en este punto, una mutación que, cuando implica violarla, es
inconstitucional.

SUB-EJE TEMATICO 2: DECLARACIONES, DERECHOS Y GARANTIAS

INTRODUCCION

La Primera Parte de la Constitución es conocida como la parte dogmática. En ella


se reconocen los derechos individuales y de los ciudadanos y está integrada por 43
artículos de los cuales, los treinta y cinco primeros forman el primer capítulo
denominado "Declaraciones, Derechos y Garantías".

DECLARACIONES

son expresiones, manifestaciones o afirmaciones en las que se toma posición


acerca de cuestiones fundamentales, como la forma de gobierno o
la organización de las provincias.

DERECHOS

24
son facultades que la Constitución reconoce a los habitantes del país para que
puedan vivir con dignidad. Al estar así reconocidas, los habitantes pueden exigir
su respeto.

GARANTIAS

son protecciones, establecidas en la Constitución para asegurar el respeto de los


derechos y las libertades que ella reconoce.
El segundo capítulo de la Primera Parte de la Constitución fue incorporado en la
última reforma (1994). Incluye derechos y garantías sobre temas que
la sociedad argentina fue considerando esenciales en los últimos años.

Hábeas corpus

Procedimiento destinado a la protección del derecho a la libertad personal,


por el que se trata de impedir que la autoridad o alguno de sus agentes puedan
prolongar de forma arbitraria la detención o la prisión de un ciudadano. A través del
hábeas corpus, una persona privada de libertad puede obtener su inmediata puesta
a disposición de la autoridad judicial competente, que resolverá acerca de
la legalidad o no de la detención.

Legitimación

Puede ser solicitado por el detenido o afectado, sus parientes, abogados y


cualquier persona a su favor. También procede de oficio

Clases de habeas corpus

Clásico o reparador: procede contra actos u omisiones que atenten contra la


libertad física o la impidan sin orden de autoridad competente

Preventivo: funciona en las hipótesis de amenazas ciertas e inminentes que


atenten contra la libertad física de una persona

25
Correctivo: puede ser utilizado para los casos en que se agravan las
condiciones de restricción de la libertad dispuesta legalmente

Restringido: debe ser utilizado en los supuestos de molestias que perturben


o alteren la libertad física sin llegar a su privación

Por desaparición forzada: tiene por objeto hacer cesar el estado de


desaparición forzada de personas y lograr su localización

De oficio: el inicio y la prosecución del trámite la realizan directamente los


tribunales sin que exista pedido de parte interesada

Colectivo: La Corte Suprema Nacional le hizo lugar a este pedido en la causa


“Mignone” (2002) para que las personas privadas de la libertad pudieran votar en las
elecciones

Durante el estado de sitio: fue receptada en el texto constitucional

Contra particulares: funciona en aquellos supuestos en que la privación de la


libertad o su agravamiento provenga de una actividad de particulares ej: instituto
psiquiátrico

Amparo

El amparo puede promoverse cuando no existía una garantía judicial mejor.


Tiene por finalidad que se dejen sin efecto actos u omisiones que de manera actual
o inminente lesionen, restrinjan o amanecen, en forma ilegal o arbitraria, derechos y
garantías reconocidos.

Hábeas Data

las personas tienen derecho a:

 Conocer los datos personales que a su respecto existan en un banco de datos.

26
 Que el registro de datos certifique la existencia de datos que a ella se refieren.

 Que se rectifiquen los datos inexactos recopilados y que se comuniquen


inmediatamente a aquellas personas que hubiesen recibido previamente
la información inexacta.

 Impedir la difusión de un dato dudoso hasta que sea aclarado.

 Que se cancelen los datos personales almacenados ilegalmente o cuya


conservación no se justifique.

Nómina de los Derechos

 Art. 14: Derecho a los trabajadores – Peticionar – Libre tránsito – Publicar


ideas – Usar y disponer de su propiedad – de asociarse – libertad de culto
 Art. 14 bis: Derecho a trabajador – seguro social – jubilación - vivienda digna
 Art. 15: Derecho de la Libertad (No esclavos)
 Art. 16: Derecho a la igualdad (ante a ley)
 Art. 17: Derecho a la propiedad
 Art. 18: Garantías Procesales – Juicio Previo – Irretroactividad de la Ley –
Jueces naturales – No bis in ídem – Debido Proceso
 Art. 19: Derecho a la privacidad – Principio de reserva Penal
 Art. 41: Derechos ambiental (Ambiente sano)
 Art. 42: Derechos a la relación del consumidor

Art. 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH)

Artículo 8. Garantías Judiciales

1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un
plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación

27
penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones
de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.

2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia


mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda
persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:

a) derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o


intérprete, si no comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal;

b) comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada;

c) concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la


preparación de su defensa;

d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido


por un defensor de su elección y de comunicarse libre y privadamente con su
defensor;

e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por


el Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se
defendiere por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido
por la ley;

f) derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal


y de obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas
que puedan arrojar luz sobre los hechos;

g) derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse


culpable, y

h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.

3. La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de


ninguna naturaleza.

4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo
juicio por los mismos hechos.

28
5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar
los intereses de la justicia.

Los Derechos de Primera Generación o Derechos Civiles y Políticos

 Primera generación, es decir, los propios del constitucionalismo liberal, reflejados en


el caso argentino, en los art. 14 a 18. Se trata de derechos conferidos por lo común
sólo a individuos, seres abstractos y responden al plexo ideológico de fines del siglo
XVIII y comienzos del siglo XIX. Importan el afianzamiento de los valores libertad,
propiedad y seguridad y son, sustancialmente, derecho contra el Estado.

Los derechos de primera generación: son los clásicos derechos individuales, es


decir, derechos civiles y políticos, que fueron objeto de protección preferencial de la
primera etapa del constitucionalismo (a fines del siglo XVII), razón por la cual también
se los conoce como derechos de primera generación. El constitucionalismo moderno
recoge y plasma en sus constituciones que los hombres y la sociedad que ellos
forman tienen que realizar por sí, su propio destino mediante el despliegue de su
libertad y de su iniciativa privada; allí no corresponde intervención alguna del Estado,
ni siquiera de tipo supletorio o auxiliar; en consecuencia, éste Estado (calificado como
abstencionista o mínimo), tiene como papel limitado cuidar, vigilar y garantizar la
libre competencia y el juego armónico de los derechos, resguardando el orden y la
seguridad.

La Constitución Primigenia (que pese haber sido enmendada varias veces, mantiene su
estructura original) fue inspirada en el Constitucionalismo Clásico, nacido del siglo XVIII y
florecido durante el siglo XIX. En consecuencia, siguiendo la estructura general de sus
modelos, la constitución formal argentina contiene una declaración de derechos, el texto
originario de 1853-1860, no ha partido de un diseño original, pese a que el constituyente
argentino le ha adosado ciertas particularidades propias que hacen a nuestro modo de vida.
En la primera parte de la constitución se encuentran alojados los principios esenciales que
forman el “Derecho Constitucional Argentino” y las indicaciones prácticas que el pueblo, por
intermedio de sus representantes constituyentes ha puesto frente claramente cuáles son las
reglas de la República. En el caso argentino, la propia comisión redactora de la Constitución
manifestó su preocupación por la adecuada resolución de este problema, máxime cuando
las provincias argentinas no poseían en 1853 una estructura jurídica que garantizara
adecuadamente los derechos de sus ciudadanos, como en el caso norteamericano. Ellos
intentaron solucionar la cuestión a partir del capítulo primero de la primera parte, relativo a

29
las declaraciones, derechos y garantías, en el convencimiento de que era preciso que el
régimen constitucional ofrezca a la sociedad.

Derechos que comprende la primera generación de derechos

Derechos civiles

son los clásicos derechos individuales que fueron objeto de protección preferencial
en la primera parte del constitucionalismo, razón por la cual también se los conoce
como derechos de primera generación. Es la facultad de toda persona de
desenvolverse en las relaciones privadas como atributo sobre la propia conducta del
sujeto del derecho. Las normas constitucionales que enuncian derechos civiles (son
operativas) se las puede clasificar en civiles extrapatrimoniales (por ejemplo,
permanecer en el país, profesar un culto) y en civiles patrimoniales (por ejemplo,
ejercer la industria, propiedad) y en civiles patrimoniales (por ejemplo: ejercer la
industria, propiedad). La importancia de la clasificación es, al menos, triple:

1) Primero, acerca de la posibilidad de la renuncia ante un caso concreto del


ejercicio de los derechos civiles, ha sido la Corte que su conocida doctrina de
la disponibilidad de los derechos está referida a los contenidos patrimoniales
y, no aquellos instituidos en resguardo de otros intereses como son los
vinculados con el “estatuto ´personal de la libertad” o institutos en resguardo
de derechos ligados al régimen personal de la libertad”. Empero la
irrenunciabilidad de los derechos extrapatrimoniales no modifica su carácter
discrecional: lo no disponible es el goce, lo discrecional es su ejercicio. En
suma, los derechos patrimoniales no son de orden público, lo cual significa
que puedan ser desconocidos por el Estado o por los particulares, pues
también gozan de jerarquía suprema.

2) En segundo lugar, porque los derechos civiles patrimoniales admiten una


intensidad mayor acerca de su reglamentación por parte del Estado, en
relación a aquellos que no tienen ese carácter, y por tanto el test de
razonabilidad debe ser más o menos riguroso (ver principio de limitación,
subprincipio de razonabilidad).

3) Por último, la distinción en estudio resulta también de suma utilidad a la hora


de resolver un conflicto concreto entre derechos de diversos linajes.

30
Artículo 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos
conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber:
1. de trabajar y ejercer toda industria lícita;
2. de navegar y comerciar;
3. de peticionar a las autoridades;
4. de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino;
5. de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa;
6. de usar y disponer de su propiedad;
7. de asociarse con fines útiles;
8. de profesar libremente su culto;
9. de enseñar y aprender.

Artículo 15.- En la Nación Argentina no hay esclavos: los pocos que hoy existen quedan
libres desde la jura de esta Constitución; y una ley especial reglará las indemnizaciones a
que dé lugar esta declaración. Todo contrato de compra y venta de personas es un crimen
de que serán responsables los que lo celebrasen, y el escribano o funcionario que lo autorice.
Y los esclavos que de cualquier modo se introduzcan quedan libres por el solo hecho de
pisar el territorio de la República.

Artículo 16.- La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no


hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la
ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base
del impuesto y de las cargas públicas.

Artículo 17.- La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado
de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad
pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada. Sólo el Congreso impone
las contribuciones que se expresan en el artículo 4. Ningún servicio personal es exigible, sino
en virtud de ley o de sentencia fundada en ley. Todo autor o inventor es propietario exclusivo
de su obra, invento o descubrimiento, por el término que le acuerde la ley. La confiscación
de bienes queda borrada para siempre del Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado
puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna especie.

Artículo 19.- Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden
y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de
la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que
no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.

Artículo 20.- Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles
del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer bienes raíces,
comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y
casarse conforme a las leyes. No están obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar
contribuciones forzosas extraordinarias. Obtienen nacionalización residiendo dos años

31
continuos en la Nación; pero la autoridad puede acortar este término a favor del que lo
solicite, alegando y probando servicios a la República.

Derechos políticos

la Constitución histórica no contenía previsión expresa alguna al respecto, aunque su


reconocimiento surgía de diversas cláusulas: la forma representativa y republicana (art. 1 y
5) el pueblo no gobierna ni delibera sino por medio de sus representantes (art. 22), la
soberanía del pueblo (art. 33 CN) y las relativas a la formación de los órganos de gobierno
de elección popular. Fue la Reforma Constitucional de 1994 lo que consagró explícitamente
algunos de los múltiples derechos que conforman esta clase (art. 37 a 40 CN) y fijó rigurosas
limitaciones procedimentales para su reglamentación; mayoría calificada tanto para el
régimen electoral y partidos políticos (art. 77) como la iniciativa popular (art.39) y la consulta
popular (art. 40) prohibición absoluta de dictar decretos de necesidad y urgencia en materia
electoral y de partidos (art. 99); prohibición absoluta de dictar decretos de necesidad y
urgencia en materia electoral y de partidos (art.99 incs. 3).

Derechos cívicos

son los que permiten a los ciudadanos de modo indirecto en la formación del
gobierno del Estado y participar en la vida política, es decir, que operan como
“preparatorios” o presupuestos del ejercicio de los derechos electorales. No es otra
cosa que una modalidad de algunos de los clásicos derechos civiles, ejercidos con
una finalidad política. De esta forma, los derechos cívicos constituyen una categoría
intermedia entre los derechos civiles en sentido estricto y los derechos electorales.
La Constitución no les otorga un tratamiento distinto autónomo expreso: aparecen
como derechos civiles en el art. 14 y se convierten en cívicos a través de su ejercicio
por los ciudadanos como objetivo o fines políticos al reconocer los partidos políticos
(art.38) y el derecho de resistencia (art. 36). La no extensión de los derechos cívicos
a los extranjeros a pesar de lo que la mayoría de ellos están enunciados en el art. 14
CN a favor de todos los habitantes, deriva de la interpretación que debe hacerse del
art. 20, que dice que los extranjeros solo gozan de los derechos civiles (no cívicos)
del ciudadano.

32
Comprenden los derechos políticos:

1. Derecho de peticionar con fines políticos

2. derecho al adoctrinamiento político

3. derecho a realizar reuniones políticas

4. derechos de resistencia

5. derechos a expresar ideas políticas

6. partidos políticos

7. Sufragio como medio de elección: derecho a elegir y ser elegido

8. sufragio como medio de decisión: iniciativa popular y consulta popular.

Los derechos de Segunda Generación o Derechos Económicos, Sociales y


Culturales

 Los derechos de segunda generación son los propios del constitucionalismo social
que, salvo alguna rara excepción, recién se generan en el siglo XX. Son derechos
concedidos principalmente a los trabajadores y a los gremios, aunque también
benefician a la familia y apuntan a resolver la llamada cuestión social. Se plantea no
solo contra el estado, sino frente a otros sujetos, como los empleadores. Los valores
preferidos son aquí la igualdad y solidaridad. En la Constitución nacional se insertan
en el art. 14 bis, según la reforma de 1957.

Son también llamados derechos sociales y culturales y son propios del


constitucionalismo social. Principalmente concedidos a los trabajadores y a los gremios,
también benefician a las familias y apuntan a resolver la cuestión social. No sólo se
plantean contra el Estado sino también frente a otros sujetos como los empleadores. Los
valores en los que se enmarcan son la igualdad y solidaridad. Tienen como objeto
fundamental garantizar el bienestar económico, el acceso al trabajo, la educación y la
cultura, de tal forma que asegure el desarrollo de los seres humanos y de los pueblos.

33
Su razón se debe a que para el pleno respeto de la dignidad y la libertad del ser humano
deberá ser necesario asegurar condiciones económicas, sociales y culturales que
garanticen el desarrollo de los hombres y los pueblos. Durante la etapa del
constitucionalismo clásico el Estado tenía un rol pasivo, ya que solo se limitaba a
reconocer los derechos civiles y políticos de los individuos. Pero a partir de la segunda
mitad del siglo XIX comienzan a producirse en el mundo grandes crisis sociales y
económicas que hacen necesaria la intervención del Estado en la vida social de personas.

La gran desigualdad económica y la acumulación de riqueza en manos de algunos


sectores llevaron a que no todas las personas pudieran gozar realmente de aquellos
derechos civiles y políticos reconocidos durante el “constitucionalismo clásico” Ej. Si bien
todas las personas tenían reconocido formalmente el derecho a la salud, aquellos
sectores carenciados no podían ejercer realmente éste derecho por no contar con el
dinero suficiente. Ya en ese entonces existen dos clases sociales bien diferenciadas: el
empresario (dueño de los medios de producción) y el trabajador (empleado). La relación
entre ambas clases sociales era sumamente abusiva y desproporcionada sobre todos
aquellos países más industrializados. Por ejemplo, en algunos países era común hacer
trabajara a menores de 4 o 5 años, o hacer trabajar durante jordanas larguísimas a los
adolescentes y mujeres, pagándoles muy poco.

Derechos sociales

la situación de desigualdad instaurada en el mundo llevó a que algunos países


comenzaran a crear normas destinadas a proteger al sector más débil: el
trabajador. Los derechos proclamados en este tipo de normas y en otros
derechos tendientes a lograr en bien común y un orden económico-social justo,
fueron denominados “derechos sociales”. Ya no se lo ve al hombre como un
individuo aislado, sino que los legisladores comienzan a ocuparse de regular la
existencia de distintos grupos como los gremios, las asociaciones, la familia, etc.
Las primeras constituciones en agregar estos “derechos sociales” a su texto
fueron la de Quétaro (México) en 1917 y la de Weimar (Alemania) en 1919.

34
Finalizada la primera guerra mundial, a partir de la creación de la Organización
Internacional del Trabajo en virtud del Tratado de Versalles de 1919, se empezó
a reconocer determinados derechos que tiempo después comienzan a esbozarse
en números instrumentos internacionales especiales Convenios de la OIT.

Aquel estado gendarme propio del constitucionalismo clásico dejaría su lugar a un nuevo
tipo de estado: “el Estado Benefactor”, de esta forma el estado abandona su rol de simple
espectador en la vida económica-social y pasaría a intervenir activamente. Su nuevo objetivo
es el de fomentar la igualdad de oportunidades y lograr un equilibrio económico justo en el
que existan abusos. Las necesidades mínimas de las personas como la salud, la vivienda y
educación pasan a ser una nueva preocupación para el Estado e intentarán resolverlas a
través de una nueva legislación y mayor intervención en la vida social de las personas. Ej.:
dictar leyes de protección al trabajo, crear planes de vivienda, promover la educación
gratuita, etc.

Esta nueva categoría de derechos impacta tardíamente en la Argentina, luego de la Segunda


Guerra Mundial con la reforma de 1949, derogada por el gobierno de facto en 1956. Con
posterioridad, sendas reformas constitucionales (1957 y 1994) se referirán a ellos. En 1957,
con la incorporación del conocido art. 14 bis sin haberse seguido el procedimiento previsto
en la Constitución para su reforma.

Reforma de 1957

El 24 de octubre de 1957 se reúne una Convención Nacional en la provincia de Santa


Fe, con el objeto de reformar la Constitución Nacional.

La “Revolución Libertadora” elimino en 1957 la reforma Constitucional efectuada en


1949. Para la impugnación de la reforma de 1949 se emplearon distintos argumentos:

a) La ley 13233 que declaro la necesidad de la reforma se dictó sin el quórum de dos tercios
de la totalidad completa de los miembros del Congreso (ambas cámaras)
b) Omitió, además, establecer los contenidos o artículos que se consideraban necesitados
de reforma. Otros defectos menores radicarían en la ausencia de representación de la
provincia de Corrientes en el Estado, etc.
Además, se alega que la reforma de 1949 altero la democracia como forma de
estado, suplantándola por un totalitarismo. Por lo tanto, la reforma de 1949
es inconstitucional, ya que, de rigor, estableció una Constitución nueva,
correspondiente al régimen constitucional que se extendió desde 1946 hasta 1955.
Ámbito Histórico:
Producida la Revolución del 16 de Setiembre de 1955, volvió a replantearse la nulidad
de la reforma de 1949, pero no existía consenso acerca de la vía a emplear para declararla
inconstitucional.

35
Después de las directivas básicas emitidas por el gobierno provisional el 7 de
diciembre de 1955, resultaba indudable que dicho gobierno no podía seguir ejerciendo el
poder con sujeción a la constitución que había sido expresión del régimen depuesto. La
revolución no se había hecho solamente contra los titulares del poder sino contra el
régimen. Era menester, pues, eliminar la constitución de ese régimen.

Para ello, 3 vías se consideraron posibles:

1. esperar una sentencia que declarara la inconstitucionalidad de la reforma de 1949,

2. promover otra reforma constitucional,

3. abrogar directamente a la constitución de 1949.


La primera vía no era idónea ni previsible. Hacía falta que surgiera la causa judiciable
en la cual plantear la inconstitucionalidad; de inmediato, se suponía que el planteo seria
rechazado alegándose que la cuestión era política y no judiciable. Y aun en el mejor de los
casos, de lograrse la sentencia declarativa de inconstitucionalidad, su efecto se limitaría a la
causa juzgada, con lo que la reforma seguiría vigente.
La segunda vía ofrecía asimismo sus riesgos. Se echó mano, pues, directamente de
un acto revolucionario.
Por decreto del 27 de abril de 1956, y proclama del 1º de Mayo del mismo año,
el poder ejecutivo de facto, en ejercicio de sus poderes revolucionario, declaro vigente
la constitución de 1853, con sus reformas de 1860, 1866 y 1898, excluyéndose la de
1949.
Como se trataba de una época de facto en el acto en la que la disolución de las
cámaras del Congreso impedía su funcionamiento, el acto declarativo de la necesidad de la
reforma no podía ser cumplido por su órgano natural conforme al art. 30 de la
constitución. Es así como el 12 de abril de 1957, el poder ejecutivo provisional, en uso de
facultades revolucionarias, emite el decreto-ley 3838 declarando la necesidad de reformar
parcialmente la constitución y convocando a una convención para revisar los tópicos que
enumeraba taxativamente en el art. 2º. La asamblea se reunió en Santa Fe, y sesiono desde
el 30 de agosto hasta el 14 de noviembre de 1957, introduciendo escasas modificaciones. El
art. 14ºbis es producto de esa reforma.
El gobierno de facto obro fuera de sus competencias al declarar necesaria la reforma,
y por ende, la convención derivada de esa convocatoria no quedo legítimamente habilitada.

Ante todo, la reforma de 1957 establece el retorno a la aceptación de la Constitución


de 1853, con sus reformas de 1860, 1866 y 1898. Se da por invalida la reforma de 1949.
Por otra parte, se incorpora un nuevo artículo a continuación del artículo 14. Dice
así: “El trabajo en sus diversas formas gozara de la protección de las leyes, las que aseguraran
al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada; descanso y
vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por
igual trabajo; ....” Es decir, se crea el conocido artículo 14 bis. En este artículo se plantean

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distintos derechos y garantías de los ciudadanos argentinos. Por ejemplo, se asegura al
trabajador condiciones dignas de trabajo, en cuanto a una jornada limitada, un sueldo
mínimo, pero justo, vacaciones pagas, etc. Por otra parte, se recrimina la discriminación, ya
que se plantea igual remuneración por igual trabajo. Se protege, por otra parte, al trabajador
ante el despido arbitrario, se permite la organización sindical libre, etc.
Además, se les permite a los gremios el poder concertar convenios colectivos de
trabajo, y el derecho a huelga.
Asimismo, se garantizan los beneficios de la seguridad social a cargo del Estado. El
seguro social seria obligatorio, y no podría existir superposición de aportes. Se garantizan,
por otra parte, las jubilaciones y pensiones móviles, la protección integral de la familia, el
acceso a una vivienda digna, etc.
Conclusión: La reforma de 1957 apunta a restaurar el régimen constitucional anterior a la
misma de 1949, con objeto de anular la nueva constitución creada por el Gobierno Federal
Peronista. Además, cabe remarcar un importante hecho: se incorporan los derechos
sociales del trabajador a través del histórico capitulo 14bis

LOS DERECHOS SOCIALES Y EL TRABAJO

El constitucionalismo social
1. — Desde la primera postguerra del siglo XX cobró nacimiento y auge progresivo el
llamado constitucionalismo social, que ofrece una pluralidad de lineamientos. Así:

a) incluye en las constituciones escritas una declaración de derechos sociales y


económicos, abarcando la educación, la cultura, la familia, el trabajo, la asociación
profesional o sindical, la propiedad, la economía, la minoridad, la ancianidad, la seguridad
social, etc.;

b) asume regulaciones de la “cuestión social” que atiende a la relación entre capital y


trabajo, los factores de producción, los sindicatos y el estado, la situación del hombre en
función del trabajo, etc.;

c) acusa una tendencia a remarcar la función social de los derechos;


d) se preocupa por estructurar un orden social y económico en el que se remuevan los
obstáculos que impiden acceder a una igualdad de oportunidades y a un ejercicio efectivo
de las libertades y los derechos.

2. — Actualmente, damos curso a la denominación de estado social y democrático de


derecho -que utiliza la constitución española de 1978- para diseñar a la organización
político-jurídica propia del constitucionalismo social en las postrimerías del siglo XX y en el
comienzo del siglo XXI.

3. — Para satisfacer sus fines, tal estado despliega políticas sociales activas y queda
gravado con prestaciones positivas -de dar y de hacer- que se enmarcan en la solidaridad

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social, en la liberación, y en el desarrollo tanto humano como socioeconómico.
Aunque ya no está de moda, hemos de recordar que expresiones como “estado de
bienestar” (o estado de la procura existencial) han significado que el clásico bien común
público, o bienestar general de nuestro preámbulo, tiene y precisa contenidos que
superan el simple “libre goce” de los derechos, y que acogen como pauta una distribución
razonablemente igualitaria de la libertad„ con numerosos equilibrios de añadidura para lo
que pudo ser el estado liberal en los inicios del constitucionalismo moderno.

El derecho de trabajar

4. — Nuestra constitución histórica no omitió consignar en el catálogo de derechos, a


favor de habitantes y extranjeros, el derecho de trabajar (arts. 14 y 20).
El trabajo humano se basa en la dignidad de la persona y, lejos de ser una mercancía, es una
conducta humana valiosa, en la que se comprometen la vida, la salud, la energía, la
subsistencia y la seguridad de la persona que trabaja. Por todo ello, el trabajo no debe
esclavizar, denigrar, expoliar ni enajenar a la persona.

5. — El derecho de trabajar implica, en primer lugar, la disponibilidad individual de elegir


libremente una actividad. Si tal actividad se desarrolla de forma independiente y por
cuenta propia (o sea, sin depender de un empleador), aparece entonces el derecho de
cumplir la actividad elegida. Si la actividad se desarrolla en relación de dependencia,
aparece el vínculo, la relación o el contrato de empleo o de trabajo.
Con las modalidades propias de cada uno en ambos casos, la actividad laboral ha de
permitir a la persona el disfrute de su rendimiento económico.
Por supuesto que las políticas sociales del estado han de tender al ofrecimiento de un
mercado ocupacional suficiente y amplio, donde el juego de la competencia se equilibre
con la presencia y la rectoría del propio estado. El art. 75 inc. 19 primer párrafo señala
ejemplificativamente una serie de parámetros que es bueno releer.

6. — El sujeto activo del derecho de trabajares el hombre. Pero asociaciones, empresas,


personas jurídicas (o sea, entes que no son hombres) pueden desarrollar también una
actividad comercial, industrial, etc., equivalente al trabajo. En y con ese sentido, cabe
decir que son también titulares del derecho de trabajar.
El extranjero que pretende como habitante titularizar y ejercer el derecho de trabajar
debe hallarse legalmente radicado en el país para colocarse en pie de igualdad y sin
discriminación alguna, con los nacionales. Si cuenta con radicación temporaria, cabe
limitarle su actividad al ámbito ocupacional y por el lapso para el cual se lo haya
autorizado. Si se halla en tránsito, parece necesario que el desarrollo de una actividad
remunerada o lucrativa tenga autorización especial.
El sujeto pasivo es doble; el estado, y los demás hombres. La obligación de estos sujetos
pasivos no es igual ni la misma en todos los casos; así, en tanto siempre deben respetar la
elección que el sujeto activo ha hecho de determinada actividad, la situación cambia
cuando en la relación de empleo -público o privado- el que es empleador tiene

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obligaciones específicas e individualizadas para con cada trabajador que se desempeña a
sus órdenes (pago de salario justo, tiempos de descanso, etc.)

7. — Cuando el vocabulario usa, y la doctrina postula, un supuesto derecho “al trabajo”,


se piensa en el derecho a conseguir ocupación. Pero ¿frente a quién -como sujeto pasivo
obligado- alguien puede pretender o exigir que ese sujeto pasivo le provea un empleo en
cuanto sujeto activo de un derecho “al trabajo”?
La única respuesta que juzgamos posible y razonable es ésta: a) el estado debe, de cara a
toda la comunidad y no a cada persona individualmente, desplegar políticas que
establezcan un orden social y económico que active y haga accesibles las fuentes de
trabajo para todos en el mercado ocupacional; b) además de tales políticas activas y
medidas de acción positiva, el estado debe arbitrar prestaciones de desempleo dentro del
régimen de la seguridad social, para prevenir y cubrir el riesgo de desocupación,
desempleo, o paro forzoso.

El derecho judicial

8. — Un somero esquema de la jurisprudencia de la Corte ha dado las siguientes pautas:

a) En el contrato de trabajo es requisito esencial de la justicia la igual libertad de las partes


contratantes:

b) cuando la libertad de contratar entra en conflicto con la libertad contra la opresión del
empleado u obrero, ha de prevalecer esta última porque así lo requiere la serie de
principios de un orden social justo:

c) el empleador debe respetar la personalidad del trabajador, de modo que al ejercer sus
atribuciones de dirección en la relación laboral no le origine a aquél ningún perjuicio
material o moral;

d) los créditos salariales tienen naturaleza alimentaría, y se relacionan con el derecho de


propiedad y el de la retribución justa, por lo cual, si hay inflación, es menester indexar o
actualizar su monto;

e) el derecho a la remuneración se extiende a los honorarios de los profesionales, dentro de


las modalidades propias de la relación del profesional con su cliente.

El artículo 14 bis

9. — El art. 14 bis, añadido por la reforma constitucional de 1957, deja el siguiente

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resumen; a) el trabajo tiene y debe tener tutela; b) esta tutela surge directa y
operativamente de la constitución, y debe depararla la ley; c) la ley debe “asegurar” todo
lo que el citado artículo enumera; d) la competencia que para ello posee el congreso es de
ejercicio obligatorio; e) el poder ejecutivo no puede asumirla ni interferiría, salvo en su
zona de potestad reglamentaria de la legislación: f) el deber de legislar que tiene el
congreso es inmediato, o sea, no deja opción para elegir en qué momento se legisla; g) la
demora o la omisión son inconstitucionales, y los jueces deben remediarla en cada causa
judicial que es de su competencia.
Aunque el deber primario que surge del art. 14 bis se dirige al congreso, la Corte ha
entendido que también, y a su modo, alcanza a todos los otros órganos del gobierno
federal que, en la órbita de competencia de cada uno, han de dar prioridad al espíritu
protector de la normativa en juego.
Igual deber se extiende a las provincias, conforme al art. 5°.

El plexo de derechos

10. — Los derechos emergentes del art. 14 bis pueden agruparse así:
a) Condiciones de trabajo, definidas como dignas y equitativas:
b) Remuneración justa, comprensiva del salario mínimo vital y móvil; de igual
remuneración por igual tarea, y de participación en las ganancias de la empresa (este
aspecto juega -por un lado- frente al empleador que debe satisfacer todo lo acá
involucrado, y frente al estado que debe protegerlo y hacerlo operativo mediante leyes);

c) Duración del trabajo, diversificada en la jomada diaria, el descanso y las vacaciones


pagados, y la protección contra el despido arbitrario:

d) Control de la producción y colaboración en la dirección de la empresa.

La estabilidad

11. — El empleo público cuenta en el art. 14 bis con una norma diferencial respecto del
empleo privado. Es la que atañe a la estabilidad.
Vimos que en el lineamiento recién sintetizado figura la protección contra el despido
arbitrario. En cambio, para el empleo público la ley debe asegurar la estabilidad del
empleado. ¿Qué alcance tiene la aludida diferencia?
Para comentarlo, hay que recordar que la doctrina divide la estabilidad en dos clases o
formas: la propia o absoluta, y la impropia o relativa: la primera apareja prohibición para
el empleador de despedir (sin justa causa), y obligación de reincorporar si despide,
mientras la segunda no prohíbe el despido, pero cuando se dispone sin justa causa hay
deber de indemnizar.

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Trasladada la cuestión al art. 14 bis, parece que para el empleado privado la ley no está
obligada a establecer la estabilidad propia, pero tampoco impedida de acogerla
razonablemente para determinados tipos, clases o casos de empleo privado. Para el
empleo público, advertimos que en lugar de figurar en el art. 14 bis el vocablo “protección
contra...”, se consigna la palabra “estabilidad", lo que lleva a suponer con suficiente
certeza que acá se la utiliza como equivalente a estabilidad propia; o sea, para que no se
pueda disponer el cese sin justa causa, y para que si se lo hace haya que reintegrarle su
empleo al cesante, de modo que estaríamos ante un “derecho a no ser privado del
empleo (público)".

12. — La Corte registra jurisprudencia en la que; a) ha reputado que, como principio, la ley
no puede establecer la estabilidad propia en el empleo privado; b) el art. 14 bis no
consagra la estabilidad propia en el empleo público.

13. — La estabilidad del empleado público aludida en el art. 14 bis obliga a las provincias a
asegurarla a favor de quienes integran la planta de su personal.

El desarrollo infraconstitucional
14. — Para el desarrollo del art. 14 bis hay que tener presente, entre otras cosas, que el
congreso tiene competencia para dictar el código de trabajo y segundad social en el
ámbito de lo que se califica como derecho "común”, y puede hacerlo en forma codificada
o mediante legislación dispersa (esta competencia no cancela la propia de las provincias
para sus empleados públicos, tanto en la órbita laboral como en la de la seguridad social).

14 bis tiene carácter de orden público, por lo que la voluntad de las partes puede
mejorarla, pero no disminuirla ni descartarla. Tampoco el contrato colectivo puede
rebajarla.

15. — La legislación que desarrolla el contenido esencial de los derechos surgidos del art.

16. — Si los convenios colectivos se subordinan a la legislación laboral de orden público en


cuanto ésta les significa un piso que, como mínimo es indisponible (susceptible de ser
elevado contractual mente), los contratos individuales de trabajo no pueden disminuir lo
que, como piso, proviene de la ley o de la contratación colectiva.

La fuente internacional

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17. — En varios tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional hay cláusulas
que versan sobre temas y aspectos vinculados con el trabajo: cabe citar, especialmente, el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Aunque sin jerarquía constitucional, nuestro derecho del trabajo se halla vinculado
asimismo, por los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que para
un sector de la doctrina, sobre todo después de la reforma de 1994 (art. 75 inc. 22), tienen
naturaleza de tratados internacionales.

Las competencias en el reparto federal

18. — La divisoria entre las competencias federales y provinciales en cuestiones


vinculadas al derecho del trabajo muestra variaciones.

a) Cuando la normativa incipiente en maten a laboral se consideró como una especie de


prolongación de las que, en el código civil, eran aplicables a la locación de servicios, la
Corte estimó en 1929 que siendo el salario algo equivalente al precio del servicio o trabajo
convenido, la legislación provincial sobre salarios mínimos resultaba inconstitucional.

b) Cuando surge el "nuevo derecho del trabajo" y se lo reguló en una legislación dispersa
por el congreso, la unidad legislativa en la materia cobró refuerzo y puso fuera de duda
que las provincias carecían de competencia. Por ende, en 1957 la Corte pudo declarar
inconstitucional una ley santafesina que disminuía el horario laboral en el empleo privado
cuando la remuneración se hallaba lijada en función del tiempo de trabajo; todo ello
porque la duración de la jornada es un elemento que forma parte del contrato de trabajo,
para cuya regulación el congreso posee competencia exclusiva.

c) En orden a la denominada policía del trabajo, cuyo ámbito es muy vasto (porque abarca
el control en la aplicación de las leyes laborales, el cuidarlo de la salud, la higiene y la
seguridad de los trabajadores, la prevención de accidentes y enfermedades, etc.) hay un
principio genérico que reconoce la facultad provincial de legislar en esa materia, pero aun
así no todos los deslindes entre lo provincial y lo federal son nítidos en todos los casos. Los
hay en zonas grises.

d) La jurisprudencia de la Corte confiere competencia a las provincias para regular la


retribución razonable de las profesiones liberales.

La “flexibilización” laboral
19. — El derecho constitucional debe estar alerta ante todo lo que desde la llamada
‘'globalización” de la economía proyecta "‘flexibilizaciones” laborales que riñen con todo
cuanto la constitución ordena en el ámbito del derecho del trabajo.

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LOS DERECHOS GREMIALES
Los “gremios” y el pluralismo sindical

1. — El art. 14 bis en su segunda parte está destinado a los “gremios”. Comienza diciendo
que “queda garantizado a los gremios” todo cuanto luego enuncia la norma. Pero antes, al
cierre del párrafo primero, hay que recordar que en la referencia a las leyes que
“asegurarán al trabajador” una serie de derechos allí mencionados, aparece el principio de
“organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un
registro especial".

2. — Indagar qué son los gremios en este vocabulario que emplea el art. 14 bis no resulta
sencillo, porque tanto cabe entender que “gremio" puede ser una pluralidad o un
conjunto de trabajadores de una misma actividad (por ej., el gremio de los portuarios, de
los bancarios, etc.) como una asociación de trabajadores (por ej., un sindicato).
Pues bien, si optamos por lo último, los gremios a los que alude la fórmula constitucional
de “organización sindical libre y democrática” encuadran en el pluralismo sindical.
Sin embargo, se hizo común en nuestro derecho colectivo del trabajo implantar
asociaciones con “personería gremial", adjudicándoles la representación de los intereses
gremiales de una categoría de trabajadores. Entonces, cuando no todas las organizaciones
de trabajadores tienen tal personalidad gremial, nos preguntamos: ¿se compadece este
sistema con la organización “libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en
un registró especial"?

3. — La respuesta breve que condensa nuestro punto de vista es ésta: la ley que
reglamenta la organización sindical puede deparar a una sola entidad gremial por
categoría de trabajadores la aludida personalidad gremial, con la que le confiere la
representación de esa categoría, pero a condición de que la titularidad de los derechos
gremiales no quede monopolizada con exclusividad total por la entidad con personalidad
gremial; o sea que otras asociaciones sin personalidad gremial han de quedar habilitadas
para ejercer algunos derechos gremiales.

4. — Así, dada la modalidad que revisten los convenios colectivos de trabajo, parece
necesario que para poder darles la proyección obligatoria que abarca a todos los
trabajadores de una determinada actividad, ha de haber “unidad de representación” de
ellos por parte de una única asociación: la que posee personalidad gremial. En cambio, sin
perjuicio de que las asociaciones con personalidad gremial titularicen el derecho de
huelga, creemos que también tal derecho puede ser ejercido por una entidad sin
personalidad gremial en el ámbito de un sector de trabajadores en relación con uno o más
empleadores.
5. — En nuestra constitución material, la casi totalidad de los regímenes legales exhibe
discrepancias con el art. 14 bis, y lejos de institucionalizar la democracia sindical pluralista
ha consolidado posiciones jurídicas excluyentes o dominantes y, para peor, hasta con
fuerte presencia político-partidaria de las asociaciones con personalidad gremial.

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Los derechos gremiales en el art. 14 bis
6. — El párrafo segundo del art. 14 bis que venimos comentando enumera tres derechos
reconocidos a los gremios: a) la huelga, b) la concentración de convenios colectivos de
trabajo, c) el recurso a la conciliación y al arbitraje.
La huelga

7. — La huelga no puede entenderse como el derecho “individual” de no trabajar porque


el sentido con que la constitución lo consagra es el de una abstención colectiva de trabajo,
o sea, un “no trabajar" plural.

8. — Cuando hay que referirse a los sujetos de la huelga, debemos hacer un


desdoblamiento: por un lado, el sujeto que declara la huelga, o que dispone hacer huelga;
por otro lado, los sujetos que participan en la huelga.
Cuando al sujeto activo que declara y conduce la huelga se lo identifica con una
asociación sindical con personalidad gremial, hay que aclarar que, además, al menos por
aplicación de los derechos implícitos del art. 33, hemos de reconocerle el derecho de
huelga a un grupo de trabajadores, y a una asociación sin personalidad gremial. Si así era y
fue cuando, antes de la reforma de 1957, no había norma alguna de la constitución sobre la
huelga, tenemos que admitir que ahora que esa norma existe en el art. 14 bis no
podemos estar peor o más restringidos.
El otro sujeto activo -que no declara ni conduce la huelga- sino que participa en ella, es
cada persona (trabajador) que se adhiere. El derecho de participar en una huelga implica
también el de respetar la libertad personal de no hacer huelga.
La nómina a incluir en el rubro del sujeto pasivo de la huelga es ésta: el estado, el
empleador y los particulares ajenos al conflicto; la obligación común a todos ellos consiste
en respetar la decisión del sujeto activo que declaró la huelga, y la de cada trabajador que
participa en ella. Ahora bien, hay que agregar como sujeto pasivo a los trabajadores que,
sean o no huelguistas, deben abstenerse de lesionar entre sí la libertad de los que
adhieren a la huelga y de los que no adhieren.

9. — La norma constitucional que reconoce el derecho de huelga es operativa según la


Corte, por lo cual no es imprescindible que haya reglamentación legal. Cuando se lo
reglamenta, las restricciones que se le imponen tienen que ser razonables (así, puede
haber limitaciones severas en el área del empleo público, de los servicios públicos básicos,
etc.).

10. — Cuando hay huelga, la autoridad administrativa puede calificaría para determinar si
es o no es legal, pero esto lo hace desde el punto de vista sindical para encauzarla. De ahí,
en más, la repercusión de esa huelga en los contratos individuales de trabajo (cuando, por
ej., el empleador suspende o despide a los huelguistas) suele dar lugar a procesos

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judiciales, en los que la Corte tiene establecido que la calificación administrativa que se
hizo de esa huelga puede y debe en cada juicio ser revisada judicialmente, y en esa
revisión el juez está obligado a hacer su propia calificación, de modo que no está obligado
a reproducir la calificación administrativa; y si no hubo calificación administrativa,
igualmente, el juez tiene que hacer la suya.
La sentencia que omite calificar la huelga -según lo ha dicho la Corte- está viciada de
arbitrariedad.
11. — Los efectos de la huelga en cada contrato individual de trabajo son los siguientes:

a) La huelga no produce automáticamente la ruptura del contrato laboral, sino que lo


suspende;

b) cuando la huelga es declarada ilegal administrativamente, el empleador puede intimar


a los huelguistas a volver al trabajo, y si no vuelven puede despedirlos con justa causa;

c) mientras la relación laboral está suspendida por la huelga, el empleador no se halla


obligado a pagar el salario (porque no hay contraprestación del trabajador); tal es el
principio general, que deja espacio a numerosos pormenores;

d) el derecho de huelga no convierte en lícitas a cualesquiera conductas de acción directa,


pudiéndose sancionar las que incurren en excesos, y las que implican comisión de delitos.

12. — Cuando la huelga queda definida como el abandono colectivo y temporal del
trabajo y del lugar de trabajo, se abre el debate doctrinario acerca de si el derecho de
huelga comprende también algunas medidas de fuerza que, como el trabajo a desgano, o
el paro de brazos caídos, son cumplidas por los trabajadores sin dejar su lugar de trabajo.
Personalmente creemos que quien puede lo más puede lo menos, por lo que medidas de
fuerza que, dentro del marco razonable de legalidad y de licitud, no encuadran en el
molde típico de lo que es huelga, se han de dar por incluidas en el derecho constitucional
de huelga.

La contratación colectiva

13. — Los convenios colectivos de trabajo permiten con facilidad reconocer que el art. 14
bis da recepción al llamado "poder normativo" de las asociaciones profesionales. Tal
poder normativo significa que mediante la contratación colectiva se crean normas de
carácter general y obligatorio.
En efecto, los convenios colectivos tienen como sujetos a una entidad sindical y a un
empleador o grupo de empleadores (o, en caso de existir, a una asociación patronal
similar a las sindicales). Para ser típicamente tal, el convenio colectivo requiere la
homologación por la autoridad administrativa del estado y, a partir de allí, su aplicación se
extiende no solo a las partes contratantes que han intervenido en su celebración sino a

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todos los trabajadores y empleadores de la actividad, categoría o zona comprendidas en el
convenio; tal es el efecto “erga omnes”, o la generalidad normativa.

14. — La esencia o naturaleza del convenio colectivo es contractual y su producción


jurídica ha de ser considerada una fuente "no estatal” que no pierde ese carácter por el
hecho formal -ya aludido- de la homologación estatal. Pero no se debe decir que es una
“ley” aunque más no sea porque no emana de ningún órgano gubernamental del poder
del estado.

15. — Reiteramos que el conceder a una sola entidad sindical (con personalidad gremial)
la titularidad del derecho a concertar convenios colectivos no ha de monopolizar en esa
entidad la totalidad de los demás derechos gremiales.

16. — El convenio colectivo no debe menoscabar derechos más favorables para el


trabajador que surgen de leyes laborales de orden público, o de los contratos individuales
de trabajo. Desde nuestro punto de vista, tampoco puede obligar a trabajadores no
afiliados a contribuir a un sindicato con cuotas u obligaciones pecuniarias, porque si eso
ocurre se les viola a dichos trabajadores su derecho de no asociarse.

17. — Mientras el plazo de vigencia de un convenio colectivo se halla en curso, una ley
posterior a su celebración no puede cercenar o suprimir beneficios anteriores. (La
jurisprudencia de la Corte registra fallos en discrepancia con este criterio.) En cambio, un
nuevo convenio colectivo que sucede y reemplaza al anterior puede modificar y suprimir
beneficios concedidos por este último, porque siempre juega el principio de que todo
beneficio cuya fuente es un convenio colectivo subsiste mientras dura el plazo de vigencia
del convenio.

18. — Los topes constitucionales que es fácil inferir del art. 14 bis y del principio
protectorios mínimos del trabajador no toleran ser dejados de lado o rebasados por ninguna
política de la llamada “flexibilización" laboral, como tampoco admiten la preponderancia
unilateral de la voluntad patronal.

19. — Lo que se denomina “encuadramiento sindical” es el mecanismo que se dirige a


determinar cuál es la asociación sindical que representa al personal que trabaja en una
empresa, en un establecimiento, o en un sector de actividad. Tal encuadramiento, de no
solucionarse por acuerdo de partes, está a cargo de la autoridad administrativa del
estado.
Aun cuando el encuadramiento sindical no limita sus efectos a la contratación colectiva,
sirve para señalar el ámbito en que el personal se halla incluido a los fines de saber cuál es
la asociación gremial y cuál el convenio colectivo correspondientes a dicho personal.

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La conciliación y el arbitraje
20. — Una clasificación de los conflictos o controversias entre trabajadores y empleadores
los divide en individuales y colectivos, según que estén en juego intereses concretos de
uno o varios trabajadores, o intereses abstractos de una categoría profesional. También
hay conflictos de derecho y de intereses, según que se refieran a interpretar o aplicar el
derecho vigente, o que tiendan a modificarlo o reemplazarlo por otro. Cuando el art. 14
bis enuncia entre los derechos gremiales el de recurrir a la conciliación y al arbitraje, nos
está dando a entender que queda “permitido” dirimir conflictos colectivos fuera de la
órbita del poder judicial mediante procedimientos conciliatorios y arbitrales.
Si bien estamos ante un "derecho", hay situaciones extremas en las que una ley
reglamentaria puede imponer la obligatoriedad de tratativas conciliatorias o del arbitraje,
cuando el conflicto colectivo tiene capacidad de alterar la paz social. La Corte lo ha
reconocido.

La representación sindical

21. — El art. 14 bis dispensa, además, garantías necesarias a los trabajadores que son
representantes legales, para que puedan cumplir su gestión sindical. Tales garantías se
extienden a la estabilidad en sus empleos. Es una tutela al trabajador en mérito a la
función gremial que desempeña.
Los sujetos protegidos son siempre trabajadores que invisten alguna representación
gremial, sea por ocupar cargos electivos o representativos en asociaciones sindicales o en
organismos que requieren representación gremial, sea por actuar como delegados del
personal, o por ser miembros de comisiones internas, o por ocupar cargos similares de
naturaleza gremial.
La estabilidad en el empleo dura el tiempo de la gestión sindical, o un breve plazo
razonable posterior, y para nuestro punto de vista equivale a la estabilidad "propia” que,
en caso de despido, obliga al empleador a reincorporar.

22. — La ley tiene que ser moderada y razonable en el alcance y los efectos que asigna a la
estabilidad sindical. Por un lado, ha de tomar en cuenta que el marco completo de la
garantía sindical tiene no sólo carácter subjetivo o personal para el trabajador
representante, sino además carácter sindical, por el cual su violación incurre en lo que se
reputa "'práctica desleal”.
Pero no es constitucionalmente razonable que en caso de tener que promoverse un
proceso penal al representante gremial haya que tramitarse una especie de “ante juicio”
ante un organismo administrativo.

47
Capítulo XXI
LA SEGURIDAD SOCIAL

Su encuadre constitucional

1. — La tercera parte del art. 14 bis está dedicada a la seguridad social.


La expresión “seguridad social”, muy en boga en el vocabulario jurídico, tiene varias
acepciones. Una, demasiado elástica, la hace coincidir con el bienestar general de la
sociedad y hay que descartarla; las otras dos apuntan a riesgos, contingencias o
necesidades de: a) todas las personas, porque son comunes a cualesquiera y al conjunto,
como la protección y cobertura de las enfermedades, el desempleo, la vejez, la muerte, el
accidente; b) esa misma protección y cobertura con respecto a los trabajadores. Además,
si prioritariamente se ha tomado en cuenta lo que es riesgo o infortunio, enfoques más
amplios incorporan eventos (como la maternidad y las cargas de familia) y situaciones que
provocan necesidades (como los gastos de vacaciones o de estudios).

2. — En todas estas dimensiones hace presencia el valor solidaridad social, que se


exterioriza en prestaciones y beneficios a favor de los sujetos a los que incluye un sistema
de seguridad social. Lo normal para el caso de que abarque a los trabajadores es que éstos
deben contribuir o aportar al fondo con el que se financian las prestaciones, en tanto
cuando la cobertura se extiende a todas las personas y su campo incluye la llamada
asistencia social, el sistema suele ser gratuito (o sea, los beneficiarios no deben efectuar
aporte alguno, porque los fondos tienen otras fuentes).

3. — La tendencia actual es la de no poner a cargo del empleador las prestaciones que


cubren necesidades de los trabajadores, sino la de trasladarlas a organismos de la
seguridad social que cuenten con fondos propios para financiar y otorgar los beneficios.

4. — Conforme al art. 75 inc. 12 de la constitución, la legislación que da desarrollo a la


seguridad social del art. 14 bis integra el llamado derecho común: o sea, no es derecho
federal.

5. — La seguridad social absorbe lo que se denomina derecho de la previsión social o

48
derecho provisional, clásicamente estructurado sobre la base de las jubilaciones y
pensiones.

6. — El citado art. 14 bis consigna que el estado otorgará los beneficios de la seguridad
social, que tendrá carácter integral e irrenunciable y luego añade que la ley establecerá el
seguro social obligatorio, las jubilaciones y pensiones móviles, la protección integral de la
familia, la defensa del bien de familia, la compensación económica familiar (que es el
llamado salario familiar), y el acceso a una vivienda digna.

7. — Para el seguro social, la norma estipula que ha de estar a cargo de entidades


nacionales o provinciales con autonomía económica y financiera. En cambio, para lo que
latamente se engloba en la expresión “beneficios de la seguridad social”, consigna que el
estado los “otorgará".
Esto último suscita la duda de sí siempre es el estado el que debe hacerse cargo de la
cobertura y del pago. Según la jurisprudencia, ciertas prestaciones pueden estar a cargo
del empleador. Asimismo, implantados regímenes jubilatorios surgidos de la privatización
del sistema, "afirmamos que su existencia no es inconstitucional en la medida en que
subsista también un régimen estatal: pero, además, aun para el sistema privado, el estado
no puede abdicar de su rol de protección y garantía.
En suma, “otorgar" los beneficios de la seguridad social no significa, literalmente, que es el
estado el que siempre y en todos los casos tiene que concederlos, sino que el estado debe
organizar y controlar el sistema, y en parte puede dejar que entidades no estatales tengan
a su cargo la concesión y el pago de los beneficios.

Las jubilaciones y pensiones


8. — En la realidad de nuestro sistema constitucional, el núcleo básico de la seguridad
social está compuesto por las jubilaciones y pensiones, a las que el art. 14 bis obliga a ser
móviles. Es la única norma expresa sobre el tema. Pero la doctrina y la jurisprudencia le
han dado, en cambio, un desarrollo muy vasto y pormenorizado.

9. — El derecho a la jubilación se bifurca en:

a) derecho “a" la jubilación futura, o derecho “en expectativa", mientras la persona se


halla trabajando;

b) derecho jubilatorio “adquirido” mediante el acto otorgante del beneficio.


El beneficio jubilatorio concedido consta, a su vez, de dos aspectos:

a) el status de jubilado que titulariza quien ha obtenido el beneficio; este status integra el
derecho constitucional de propiedad;

49
b) el goce, del beneficio, que consiste en el cobro de una suma dinerada, normalmente
periódica; tal suma o monto no es intangible, y puede variar incluso en menos, a condición
de que la reducción que se le imponga no resulte confiscatoria.

10. —Los vericuetos del tema jubilatorio no concluyen acá. Hay que analizar varios
aspectos del monto de la jubilación, que llevan al siguiente deslinde:

a) cuando al otorgarse el beneficio se fija cuál es su monto, tal cantidad debe guardar
cierta proporción razonable con el salario que la persona ganaba mientras estaba en
actividad; de esa manera se satisface el principio de la naturaleza sustitutiva que es propia
de la jubilación, en cuanto a la necesaria proporcionalidad entre el haber de actividad y el
haber de pasividad que lo reemplaza;

b) este primer aspecto a la época de concederse la jubilación cuenta con adaptaciones


posteriores, todas las cuales vienen presididas por la única pauta constitucional explícita,
cuál es la de la movilidad, durante el lapso de goce o disfrute del beneficio, su monto tiene
que aumentar, pero no disminuir, y cuando el art. 14 bis no establece ningún sistema
específico de movilidad, la jurisprudencia tiene exigido que al irse aumentando el monto
móvil, cada cantidad tiene que guardar a su vez cierta proporción razonable con lo que
ganaría el jubilado si hubiera seguido trabajando;

c) Las sucesivas variaciones del sistema de movilidad que procuran mantener el nivel de
vida a que estaba habituado el jubilado, hallan dos excepciones; c’) el congelamiento del
haber jubilatorio por plazo incierto ha sido declarado inconstitucional por la Corte, de
modo que si en situaciones de emergencia el haber no se moviliza, tal congelamiento
exige ser de duración transitoria breve; c”) la rebaja del haber jubilatorio que, por
supuesto, vendría a configurar una movilidad al revés -o sea para atrás en vez de para
adelante- requiere también causa de grave emergencia y, además, que la disminución no
sea confiscatoria.

11. — Muchas de las pautas expuestas son útiles en su aplicación durante épocas de
inflación. Personalmente estamos seguros de que las prohibiciones legales de la
indexación no pueden prevalecer sobre cuanto la jurisprudencia de La Corte tiene
elaborado en tomo del monto móvil y reajustable de las jubilaciones.

12. — Cuando el art. 14 bis prescribe que no puede existir superposición de aportes,
hemos de entender -según la Corte- que la prohibición se dirige a impedir que por una
misma actividad laboral la persona deba contribuir a dos o más sistemas de seguridad
social; pero nada obsta que quien cumple más de una actividad pague aportes jubilatorios
a cada uno y por cada uno de los regímenes correspondientes a tales actividades
diferentes. O sea que lo vedado es la “superposición” pero no la “multiplicidad” de
aportes.

50
13. — Asimismo, la ley que obliga a contribuir a un sistema de seguridad social ha de
tomar en cuenta que las personas que deben cotizar han de tener una razonable relación
con aquel sistema. Por eso, se reputó inconstitucional que el sector de comerciantes e
industriales que vendía instrumental usado por los profesionales del arte de curar tuviera
que aportar a la caja de previsión que, afiliaba a dichos profesionales.

14. — Las provincias tienen competencia para dictar su propia legislación local en materia
de seguridad social para sus empleados públicos y para los que ejercen actividades
profesionales en su jurisdicción. Por ende, pueden crear los organismos o cajas otorgantes
de los beneficios jubilatorios. La circunstancia de que el art. 125 de la constitución
reformada en 1994 haya consignado que las provincias y la ciudad de Buenos Aires
pueden “conservar” organismos de seguridad social para los profesionales y los
empleados públicos parece indicar que pueden “mantener” los existentes, pero no crear
otros, lo cual conduce a una interpretación equivocada, desde que las provincias
“conservan” todo el poder no delegado al gobierno federal y, por ende, también
“conservan" (con igual sentido competencial) el que siempre se les ha reconocido en la
indicada área de la seguridad social Local.

El estado y la seguridad social

15. — El art. 14 bis a la luz del sistema axiológico de la constitución nos suministra la
conclusión de que se impone al estado el deber de asumir una presencia reglamentaria,
reguladora y controladora en materia de seguridad social. Tal deber queda reforzado por
el art. 75 inc. 23, que obliga a legislar y promover medidas de acción positiva, que
garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los
derechos, todo ello -en particular-respecto de los niños, las mujeres, los ancianos, y las
personas con discapacidad.
El mismo inc. 23 obliga a dictar un régimen de seguridad social especial e integral en
protección del niño en situación de desamparo y de su madre, desde el embarazo,
durante la lactancia, y hasta finalizar el período de enseñanza elemental.
No hay que dejar de lado cuanto, en conexidad, emerge de tratados internacionales con
jerarquía constitucional.

16. — Vale reiterar que cuando globalmente apelamos a obligaciones de “el estado”, o
cuando las competencias se asignan expresamente al congreso para que legisle, la
jurisprudencia de la Corte, sin saltear la división de poderes, tiene señalado que el art. 14
bis vincula a todos los órganos gubernamentales, cada uno en el área de sus competencias
propias, como asimismo a las provincias cuando en sus jurisdicciones existen regímenes
locales.

17. — Si de la exégesis de la normativa constitucional emigramos a la constitución


material, los datos de la realidad dejan lamentable testimonio de que la seguridad social

51
exhibe múltiples insuficiencias, tanto por acción como por omisión, y que muchas de esas
insuficiencias se han convertido en inconstitucionales. Es señero el voto del juez Fayt en
el fallo dictado por la Corte en el caso "Chocobar", del año 1996.

tercera generación de derechos o derechos de incidencia colectiva

 Los derechos de tercera generación emergen del constitucionalismo después de la


Segunda Guerra Mundial. Son derechos modernos, no bien delimitados, cuyos
titulares son personas, grupos y la sociedad tota. Se refieren, por ejemplo, a la tutela
del medio ambiente, del nombre y la propia imagen, el derecho de réplica, la
objeción de conciencia, el derecho a la paz, etcétera. En la Constitución argentina
muchos de ellos pueden reputárselos captados por el art. 33 (cláusula de los
derechos no enumerados) y tal vez algún sector del art. 14 bis. El valor predominante
es el de la dignidad humana, con nuevas variables de aplicación. Varios de estos
nuevos derechos fueron captados por la reforma de 1994 de modo directo (por ej.,
art. 41, preservación del medio ambiente, el art. 42 derechos del consumidor, y del
usuario), o por vía de recepción, al dar alcurnia constitucional, mediante el art. 75,
inc. 22, a derechos enunciados en una serie de declaraciones o convenios
internacionales.

DERECHOS DE INCIDENCIA COLECTIVA O DERECHOS PÚBLICOS SUBJETIVOS

Su primera y original característica es que son derechos supraindividuales o pluripersonales


por pertenecer indistinta o alternativamente a una pluralidad de sujetos, en tanto
integrantes de un grupo, categoría, clase o sector sociales. Nadie resulta titular exclusivo y
varios son sus beneficiarios. No están en cabeza de un sujeto determinado, sino esparcidos
entre todos los que conforman una comunidad o parte de ella (una fracción), que no se
encuentran vinculados entre sí por un nexo previamente establecido. Aunque no haya un
perjuicio personal y directo, cada uno de los miembros de esta pluralidad tiene una suerte
de “parte indivisa” que lo habilita o legitima para reclamar en nombre propio y de todos los
demás. Supone el hecho colectivo de la multiplicidad de sujetos en igual condición de
ventaja reclamada. En estos casos, “nadie” es titular del derecho y “todos” lo son. Son
colectivos, entonces, porque sólo pueden satisfacerse respecto a varios individuos
conjuntamente. Empero, la calificación de colectivo de estos derechos no está referida
exclusivamente a lo subjetivo, sino también al objeto que se procura tutelar. De modo que
su segunda y original característica es que se suponen una homogeneidad cualitativa del
contenido de las pretensiones de los integrantes del grupo. Desde este ángulo, podemos
observar dos grandes proyecciones de los derechos colectivos: cuando la relación de
colectivos con un bien no es susceptible de apropiación exclusiva por tratarse de bienes

52
comunes o generales. Por ende, la fruición (uso, goce y disfrute) por parte de uno de los
integrantes del grupo incluye a las demás; se trata de derechos subjetivamente
indeterminados y objetivamente indivisibles (ej, derechos ambientales). También alcanza su
tutela en casos de objetos divisibles y mensurables, susceptibles de apropiación exclusiva
pero cualitativamente equivalentes entre sí, idénticos a otros que, por tanto, son afectados
indistintamente (ej. derechos de los usuarios de servicios públicos). Es decir, que el colectivo
se configura tanto con el objeto único e indivisible materia de tutela por la afectación única
generadora de múltiples perjuicios individualizables y divisibles. En el primer caso, cada uno
de los integrantes de la categoría, clase o grupo puede satisfacer su interés en la medida en
que sea satisfecho el interés de los demás, en razón de la recíproca interdependencia que
existe entre ellos. En cambio, en el otro supuesto, cuando el colectivo es una suma o
agregación de intereses individuales, no se impide que cada uno de los afectados pueda
obtener una satisfacción individual de su interés. En ambos casos, la presencia del colectivo
como nuevo titular de derecho no excluye que algunos de sus miembros estén legitimados
en forma particular, pues de esta manera el sujeto individual se integra a lo colectivo
defendiendo sus intereses personales pero al mismo tiempo extiende su acción de tutela a
todos aquellos que se encuentran en situación equivalentes. Ellos, porque la lesión a cada
uno afecta simultánea y globalmente a todos los integrantes del conjunto comunitario en
cuestión. A veces se los denomina por el especial objeto de tutela (derechos ambientales) o
por las características de sus titulares (derechos de consumidores- usuarios) o por ambos
(derechos étnicos o de los pueblos indígenas). Respecto a estos últimos, sin perjuicio de las
particularidades comunes y novedosas de todas estas categorías de derechos, ostentan
únicas y claras diferencias con los otros, pues sus titulares son sujetos colectivos constituidos
por una unidad grupal única y cultural forjada a través de los tiempos. La doctrina
constitucional tradicional no se ocupó de estas categorías de derechos sosteniendo que
nuestro ordenamiento jurídico solo se sometía el acceso a la justicia para los clásicos
derechos subjetivos, individuales y exclusivos (verdadera limitación a la garantía de acceso
a la jurisdicción que se analiza dentro de debido proceso legal objetivo). Sin embargo,
mucho antes de la reforma de 1994 los constitucionalizara por vez primera, encontramos
una implícita referencia a estos derechos en el art. 33, incorporado al texto constitucional en
1860, oportunidad en que, en el seno de la Convención bonaerense, Bartolomé Mitre
entendió que esa norma no trataba solo de otros derechos individuales sino también de
aquellos que se reconocen a la sociedad como “ente moral o colectivo”. A nuestro entender,
ése es el antecedente patrio de lo que más tarde se llamó equívocamente “intereses difusos”.

En nuestro país, una década antes de la reforma de 1994, fueron ciertos jueces y tribunales
(nacionales y provinciales) los que fueron cambiando la historia que hoy ha quedado
superada, al admitir ciertas demandas, en especial en materia ambiental, donde la cuestión

53
central en debate era la legitimación procesal de estos novísimos derechos, ya que los
mismos exigían nuevas garantías que los protegieran adecuadamente. Claro que éste
tránsito judicial fue penoso, por no existir en el país una tradición jurídica de proteger
efectivamente los intereses que excedían el marco individual. En este sentido, es preciso citar
los casos “Kattan” de 1983 (conocidos como “caso de las toninas overas” y “del agente
naranja”), resueltos favorablemente por sendos jueces de primera instancia sin norma
constitucional expresa a partir de un amparo presentado por simples ciudadanos. A nivel de
la Corte federal, hubo que esperar hasta 1992 en el caso “Ekmekdjian c/ Sofovich para
naciera el amparo colectivo al reconocerle legitimación a una persona que, invocando sus
personales creencias religiosas, en rigor estaba actuando en nombre de un grupo. Por
nuestra parte, si bien admitimos que la denominación “intereses difusos” tuvo el benéfico
efecto de procurar romper tanto los moldes clásicos individualistas y patrimonialistas (que
inhibían toda perspectiva colectiva) como la trilogía tradicional derecho subjetivo-interés
legítimo-interés simple (que además de su imprecisión teórica, en la práctica sirvió
frecuentemente para vedar el acceso a la justicia), dicha denominación siempre nos pareció
errónea: porque el sustantivo elegido puede acarrear la incorrecta visión de que no se trata
de verdaderos derechos subjetivos, y porque el adjetivo elegido puede hacer pensar sobra
la existencia de un titular indeterminable que termine por no nominar a nadie; en suma, ese
difundido nomen iuris connota una magra existencia que podría hacer pensar que merece
menor protección. Para ello preferimos utilizar la expresión derechos públicos subjetivos o
la novedosa formulación de la reforma de 1994, “derechos de incidencia colectiva” (art. 43
al ocuparse de la acción de amparo), que ofrece varias ventajas:

1) Derechos públicos subjetivos

a. Que se trata de verdaderos derechos y no de simples intereses, y

b. que nunca se trata de cuestiones privadas, sino públicas (tanto por el carácter
colectivo de sus titulares como por la calidad o naturaleza de los bienes protegidos), razón
por la cual supera el enfoque privatista.

2) Derechos de incidencia colectiva

porque además de ser una categoría suprema incorporada en 1994, connota


adecuadamente que son derechos que se distinguen de todos los demás por su alcance
extrapersonal. A su vez, con mucha precisión, el nuevo art. 43 agrega la denominación “en
general”, lo que aclara que los anteriores supuestos que menciona (discriminación, derechos

54
que protegen el ambiente, a la competencia, al usuario y el consumidor) son especies
particulares que no excluyen otras. Asimismo, por el momento de su aparición mundial (ya
entrada en la segunda mitad del siglo XX), también se denomina a estos nuevos derechos
como de tercera generación, que se suma a los anteriores derechos civiles y políticos y a los
derechos sociales. Ese tardío nacimiento puede explicar el retraso de su reconocimiento en
los instrumentos internacionales sobre derechos humanos que sólo se ocupan de ellos en
forma tangencial, con algunas honrosas excepciones.

Derechos que comprende:


1. Derechos ambientales

2. Consumidores y usuarios

3. Derechos de los pueblos indígenas.

LOS NUEVOS DERECHOS DE LOS ARTICULOS 41 Y42

El derecho ambiental
1. — Una lectura atenta del nuevo art. 41 en materia ambiental nos autoriza a
sostener
que:
a) La referencia al “derecho de todos los habitantes” a un ambiente sano y con todas
las
calificaciones que utiliza la norma, personaliza a este derecho en cada uno, al modo
como
lo hace el texto del art. 14, pero: a’) ha de tomarse en cuenta que la alusión del art.
43 a
los derechos “de incidencia colectiva" (cuando depara la vía del amparo para
proteger al
ambiente) asume además la dimensión colectiva y grupal que reviste el derecho al
ambiente;

b) Se ha de advertir la relación con el derecho de los recursos naturales -por ej., en


lo que
atañe al agua, la flora, la fauna, los bosques, el suelo, la tierra, etc.- y la titularidad
que el
art. 124 asigna a las provincias sobre el dominio originario de los recursos naturales

55
existentes en su territorio;
c) El ambiente queda propuesto como sano, equilibrado, apto para el desarrollo
humano y
para las actividades productivas que satisfagan las necesidades humanas;

d) Cuando se agrega en el art. 41 que ello no ha de comprometer las necesidades


de las
generaciones futuras, se echa mano de la expresión “desarrollo sustentable”, con la
que se configura un tipo o modelo de desarrollo duradero para hacer posible la vida
de los
seres humanos en el marco de un entorno que cumpla las veces de hábitat; o sea,
las
políticas ambientales han de tomar en cuenta el futuro con un claro sesgo de
solidaridad
social:

e) El vocablo “ambiente” merece a nuestro juicio un contenido plúrimo y amplio que


no se
agota en el entorno físico y sus elementos naturales (agua, atmósfera, biosfera, tierra,
subsuelo), sino que abarca todo cuanto atañe a la vida, subsistencia y desarrollo de
los
seres vivos (ecosistema y ecología) y, además, el patrimonio histórico, cultural,
artístico,
natural, etc., que goza de menciones en el inc. 19 del art. 75.

Obligaciones que diversifican tutelas

2. — Hay una serie de obligaciones constitucionales respecto del ambiente. Veamos


en
quiénes recaen y en qué consisten.

a) Después de enunciar el art. 41 que todos los habitantes tienen derecho a un


ambiente
sano, agrega que tienen el deber de preservarlo. Como mínimo, preservar equivale
acá a
no dañar ni deteriorar. También a cuidar.

b) La norma grava a las “autoridades”. Latamente, al estado, tanto federal como


provincial

56
y municipal en los tres departamentos de gobierno, cada uno según sus
competencias.
Asimismo, al defensor del pueblo, al ministerio público, y a lodos los organismos y
reparticiones estatales. Pero, ¿cuál es la obligación? El art. 41 la resume afirmando
que
proveerán a la protección de “este derecho” (del que tienen todos los habitantes a
un
ambiente sano, etc.). Desdoblando el deber, cabe afirmar que tanto es de omisión -
para
no dañarlo- como de prestaciones positivas con el fin de preservarlo, de evitar que
otros
lo alteren o destruyan, de recomponerlo, etc., así como comprende el deber de exigir
a los
particulares cada obligación concreta en cada circunstancia en que el ambiente
queda
comprometido o perturbado.

c) En conexidad, el art. 41 imputa a las autoridades antes citadas la obligación de


proveer
a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio
natural
y cultural (que es parte del ambiente, según lo dijimos antes) y de la diversidad
biológica;
además, el estado debe proveer a la información y la educación ambientales.
d) Cuando el siempre citado art. 41 consigna que el daño ambiental generará
prioritariamente la obligación de recomponer según lo establezca la ley, hay que
aclarar
que tal recomposición prioritaria no elimina ni reemplaza a la reparación. Asimismo,
hay
situaciones en que lo qué se “des-compuso” no puede ser “re-compuesto”. En suma,
cuando tas cosas son susceptibles de volver a su estado anterior, la obligación
prioritaria
es recomponer.

3. — El art. 41 ha de presumirse operativo, y aplicable aun a falla de ley, lo que no


significa
que resulte innecesario el desarrollo legislativo; pero los jueces -como “autoridades”
que

57
son- no pueden abstenerse de tutelar el ambiente porque falte la ley o porque la
que hay
sea insuficiente.

4. — "Los derechos que protegen al ambiente” cuentan, según el art. 43 con la vía
del
amparo para esa protección. Puede, por ende, llamarse amparo ambiental o amparo
ecológico.

5. — La información y educación ambientales se ligan muy estrechamente a la


libertad de
expresión e información, a la comunicación social y a la enseñanza. La obligación
estatal
en tal sentido abarca una vía indirecta, cual es la de prestar ayuda a las asociaciones
y
entidades que tienen como finalidad la tutela ambiental en todos los contenidos que
hacen parte del ambiente.

Las competencias federales y provinciales

6. —La parte final del art. 41 establece que al estado federal le incumbe dictar las
"normas
de presupuestos mínimos”, y a las provincias las normas “necesarias para
complementarlas". Se trata de una categoría especial de competencias concurrentes,
porque las normas mínimas escapan a la competencia provincial, y las
complementarias
de competencia local son una añadidura para maximizar lo mínimo. Seguramente,
equivale a una versión del federalismo concertado.

7. — En cuanto a los daños ambientales susceptibles de incriminarse como delitos,


la
competencia es exclusiva del congreso por tratarse de materia penal.

8. — Cuando un problema ambiental es jurisdiccionalmente divisible y sobre él recae


la
respectiva legislación provincial, ésta debe, aún así, respetar la protección surgida de
la ley
de presupuestos mínimos.

58
9. —En cuanto a la ejecución y aplicación de la legislación del congreso, el art. 41
adopta
la solución clásica del art. 75 inc. 12 al disponer que dicha legislación no altera las
jurisdicciones locales. No obstante, creemos que: a) algunos delitos ambientales
admiten
ser calificados como de naturaleza federal y provocar, por ende, la jurisdicción de
tribunales federales; b) fuera del ámbito penal, es razonable suponer que en
determinadas políticas ambientales y medidas protectoras del ambiente el estado
federal
las invista excepcionalmente de judiciabilidad por tribunales federales.

10. — No hay duda de que, al margen del reparto competencial en el derecho


interno,
nuestro estado está habilitado para afrontar cuestiones ambientales mediante
tratados
internacionales. Dada la supralegalidad de éstos, y su prelación también sobre el
derecho
provincial, creemos que los tratados en materia ambiental pueden superar lo que,
en el
derecho interno, es propio de la ley de presupuestos mínimos.

11. —Dentro de las competencias provinciales los convenios de regionalización del


art.
124 pueden prever la protección del ambiente que se vincula con el desarrollo
económico
y social. Asimismo, los tradicionales “tratados” interprovinciales del art. 125, y los
convenios internacionales de las provincias en el área del citado art. 125.
Consumidores y usuarios: derechos, protecciones y deberes

12. —El nuevo art. 42 traza un marco elástico, pero de parámetros ineludibles, para
el
mercado de consuma y usa de bienes y servicios.
No hay duda de que en aquel marco aparece un eje direccional hacia el sistema
económico que es propio de la democracia social. Las alusiones a la competencia, al
control de los monopolios, al consumo, etc., presuponen la existencia del mercado,
pero

59
ello no equivale a sostener que el estado retraiga su presencia razonable en el área
de la
libertad y de la competencia. En suma, el art. 42 no da pie para alentar una postura
abstencionista del estado.

13. —Partamos de la mención que la norma hace al “derecho de los consumidores y


usuarios" para eslabonarlo con las puntualizaciones que el art. 42 efectúa en los
párrafos
segundo y tercero y de allí en más, comprender que el ya citado sistema democrático
con
su plexo de derechos apuntala la presencia estatal para evitar desigualdades injustas
y
para mantener -o recuperar cuando haga falta- el equilibrio en las relaciones de
consumidores y usuarios. Todo con una finalidad muy ciara: incluir la atención de las
necesidades primarias y fundamentales que, por un interés jurídico relevante -de
naturaleza colectiva— han de ser satisfechas por el consumo, los bienes y los
servicios.

14. —La lealtad comercial, la propaganda competitiva, el deber de veracidad, el


espíritu
de lucro, La tendencia al consumismo en muchos estratos sociales, y ante todo la
dignidad
de la persona y los derechos que le son propios, obligan a que en el orbe del
consumo y
los servicios se procure equilibrar la protección de la persona con el mercado, la
competencia y la oferta-demanda.

15. —En el "derecho de consumo" hay que ordenar cuanto, conforme al art. 42, gira
en
torno de los "derechos” de consumidores y usuarios, tanto cuando tienen perfil de
derechos personales (o individuales) como si ofrecen el de derechos de incidencia
colectiva o de intereses de pertenencia difusa.

16. —En la letra del art. 42 según su párrafo primero aparecen:

a) el derecho a la protección de la salud (que incluye el derecho a la vida y a la


integridad);

60
b) el derecho a la protección de la seguridad personal, en cuanto se halla en juego
por la
índole y calidad de bienes y servicios;

c) el derecho a la protección de los intereses económicos del usuario y consumidor,

d) el derecho a la información veraz y adecuada en la oferta y provisión de bienes y


servicios;

e) el derecho a la libertad de elección,

f) el derecho a condiciones de trato equitativo y digno.

17. —El segundo párrafo destaca la defensa del consumidor y del usuario por parte
del
estado, al decir -de modo análogo al art. 41 en materia ambiental- que “las
autoridades
proveerán a la protección de esos derechos” (los enunciados en el primer párrafo). Y
a
renglón seguido la norma extiende igual obligación de proveer a;

a) la educación para el consumo,

b) la defensa de la competencia en el mercado;

c) el control de los monopolios;

d) el control de la calidad y eficiencia de los servicios públicos;

e) la formación y participación de asociaciones de consumidores y usuarios.

18. —Si de cuanto surge de la letra de la constitución nos explayamos


razonablemente a
una serie de derechos implícitos, podemos incluir;

a) el derecho de acceder al consumo:

b) el derecho a un trato no discriminatorio, sino en igualdad de oportunidades;

61
c) el derecho a la lealtad comercial.
Y como bisagra con el plexo de valores, reaparecen:

a) el valor solidaridad

b) el valor cooperación;

c) el valor seguridad,
d) el valor participación:

e) el valor igualdad:

f) el valor justicia.

19. —En síntesis, a cada uno de los aspectos a cuya protección deben proveer las
autoridades, corresponde en reciprocidad la serie de derechos correlativos del
consumidor y del usuario.
Hay que indagar bien en caso “ante quién” –como sujeto pasivo— existen o se hacen
valer
esos derechos. No hay duda de que el estado es sujeto obligado, pero a la vez hay
upa
ambivalencia de los derechos cuando son oponibles a quien provee los bienes y
servicios,
Así -por ej. — el derecho a la calidad y eficiencia, y a que el mercado no se distorsione
en
desmedro de la competencia. En el párrafo primero del art. 42 hay también
supuestos de
similar ambivalencia que muestran como sujetos pasivos obligados tanto al estado
(las
autoridades) como a los proveedores de bienes y servicios.

20. —No ha de perderse de vista que muchos de los derechos en el orbe del
consumo y
uso de bienes y servicios guardan conexidad con los del art. 41 sobre el ambiente.
Así los
prestadores de servicios de agua han de cuidar que el agua no se polucione; las
industrias
que procesan productos para la alimentación y la bebida no deben contaminar el

62
ambiente: los proveedores de carnes y vegetales no han de incurrir en depredación,
ni los
cultivos han de arrasar el suelo volviéndolo improductivo a cierto plazo, etc.

21. —El párrafo final del art. 42 remite a la legislación para que establezca
procedimientos
eficaces en orden aprevenir y solucionar conflictos en la triple relación de
“consumidores
y usuarios-prestadores de bienes y servicios-estado”. La ley ha de discernir también
los
marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia “nacional”. Para lodo
ello la
ley tiene que prever la participación necesaria (en los organismos de control) de las
asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias interesadas.

22. —Es bueno insistir en que:

a) del art. 42 surge una específica órbita del derecho de libre asociación en el espacio
de
los consumidores y usuarios, con el deber del estado de proveer a la protección de
dicho derecho;
a) tales asociaciones han de participar en los organismos de control:

b) tanto el estado como las citadas asociaciones deben promover la educación para
el
consumo, lo que equivale a difundir información y predisponer a las gentes para que
sepan discernir y elegir libremente lo que puede o debe consumirse, de modo que
consumidores y usuarios estén en aptitud suficiente para ejercer y defender sus
derechos
a tenor del art. 42.

23. —No obstante, el deber estatal de legislar en la materia, decimos que si no lo


hace
queda a cargo de los jueces conferir aplicabilidad operativa a la norma bajo análisis
porque, no en vano, él art. 43 prevé directamente la acción de amparo en orden a
tos
derechos relativos a la competencia, al usuario y al consumidor.

El perfil de los nuevos derechos

63
24. —La recapitulación global de los “nuevos derechos” emergentes de los arts. 41 y
42
incita a insistir en:

a) la dimensión colectiva y transindividual que se suma a lo que de personal e


individual
tienen;

b) la estrecha intersección con muchísimos otros derechos (libertad de expresión; de


comercio e industria; de contratar; de asociación, etc.; derecho al desarrollo: a la
calidad
de vida: a la igualdad de oportunidades; a la reparación del daño; a la propiedad; al
tráfico
negociar, etc.).
Todo ello queda atravesado por un eje de constitucionalismo social y por el
contenido del
sistema axiológico de la constitución.

derecho de cuarta generación

son los relacionados al medio ambiente y/o bioética, y a las nuevas


tecnologías: Ej:

- El derecho a existir digitalmente

- El derecho a la reputación digital

- La estima digital

- La libertad y responsabilidad digital

- La privacidad virtual, el derecho al olvido, el derecho al anonimato

- El derecho al big-reply

64
- El derecho al domicilio digital

- El derecho a la técnica, al update, al parche

- El derecho a la paz cibernética y a la seguridad informática

- El derecho al testamento digital

Integración de ramas de los derechos públicos

Eje temático derecho constitucional

Sub-eje temático 3 organización y funciones del poder

Estructura y composición del congreso de la nación

PODER LEGISLATIVO

El sistema es bicameral: esto quiere decir que hay una cámara de Diputados y otra
de Senadores, ambos elegidos por sufragio en las provincias y en la capital.

CAMARA DE SENADORES

65
Introducción:

La cámara alta representa (formalmente) a las provincias y a la ciudad de bs as, según


el art 44 de la CN. este actúa como órgano de la representación territorial, hecho
frecuente en los estados federales.

Composición del Senado

El senado posee 72 miembros electos por las asambleas provinciales, 3 senadores


por provincia y 3 por la ciudad de BS AS. El mandato como el artículo 55 de la CN lo
indica, es de 6 años, renovándose una tercera parte de los distritos electorales cada
2 años.

Requisitos para ser senador

El articulo 55 enumera los requisitos para ser Senador

 Tener 30 años de edad


 Haber sido 6 años “ciudadano de la nación” (cláusula que rige
particularmente para extranjeros naturalizados)
 Ser natural de la provincia que lo elija o con dos años de residencia
inmediata en ella
 Disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes o de una entrada
equivalente

Autoridades

La CN prevé dos autoridades para el senado

66
 Una es su presidente, según el artículo 57 “el vicepresidente de la Nación
será presidente del senado; pero no tendrá voto sino en el caso que haya
empate en la votación

 La segunda autoridad contemplada por la CN es un presidente provisional,


nombrado por el mismo Senado, para “que lo presida en ausencia del
vicepresidente, o cuando este ejerce las funciones de vicepresidente de la
Nación” (artículo 58). Usualmente es llamado PRESIDENTE PRO TEMPORE

CAMARA DE DIPUTADOS

Introducción

Los “Diputados de la Nación”, como los llama el artículo 44 de la CN, son elegidos
“directamente por el pueblo de las provincias, de la Ciudad de BS AS y de la Capital
en caso de traslado” y a simple pluralidad de sufragios (artículo 45 CN)

Composición de la Cámara de Diputados

la Cámara de Diputados posee 257 miembros elegidos por un mandato de 4 años,


habiendo posibilidad de reelección; La proporción es de un Diputado por cada
33.000 habitantes.

Dicha Cámara renueva cada 2 años, la mitad de su composición.

Requisitos para ser Diputado

El artículo 48 de la CN demanda “para ser diputado” estas cualidades:

67
 Tener 25 años de edad
 Cuatro años de ciudadanía en ejercicio
 Ser natural de la provincia que lo elija, o con 2 años de residencia en ella

Quienes no pueden ser candidatos a cargos públicos

El artículo 23 de la ley 23298 reglamenta que no podrán ser candidatos a cargos


públicos electivos:

 Los dementes
 Sordomudos que no sepan darse a entender por escrito
 Condenados por delitos dolosos
 Rebeldes en causa penal
 Personal de fuerzas armadas y de seguridad
 Magistrados y funcionarios permanentes del Poder Judicial
 Directivos o apoderados de empresas concesionarias de obra pública y
servicios con la Nación, provincias, Municipios o entidades
descentralizadas o que exploten juegos de azar

IMPORTANTE: tener en cuenta que la Corte Suprema de Justicia ha reputado


invalidadas estas restricciones a procesados sin condena

Autoridades

La CN no indica cuales son las autoridades de la Cámara de Diputados. su


reglamento prevé un presidente, un vicepresidente primero, un vicepresidente
segundo y un tercero (artículo 2), electos por la cámara.

Atribuciones del poder legislativo

68
El Poder Legislativo es ejercido en la República Argentina por el Congreso Nacional,
que está compuesto por dos cámaras: la de Diputados y la de Senadores. Si bien
ambas cámaras se fundan en la representación popular (todos sus miembros son
elegidos en forma democrática en base al sufragio universal, secreto y obligatorio),
los diputados representan directamente al pueblo argentino y los senadores a las
provincias y a la Ciudad de Buenos Aires.

Competencias específicas de cada cámara

Conforme a lo dispuesto en la Constitución Nacional, son competencias específicas


de la Cámara de Diputados:

 Recibir los proyectos de Ley presentados por iniciativa popular (CN Art.39)
 Iniciar el proceso de consulta popular para un proyecto de ley (CN Art. 40)
 Iniciar las leyes sobre contribuciones y reclutamiento de tropas (CN Art. 52)
 Acusar ante el Senado, en juicio político, al presidente y vicepresidente de la
Nación, al jefe de Gabinete de ministros, a ministros del Poder Ejecutivo y a
miembros de la Corte Suprema (CN Art. 53)

Por su parte, la cámara alta tiene las siguientes atribuciones específicas:

 Juzgar en juicio político a los acusados por la Cámara de Diputados (CN Art.
59)
 Autorizar al presidente de la Nación para que declare el estado de sitio en
caso de ataque exterior (CN Art. 61)
 Ser cámara de origen en la Ley Convenio, sobre coparticipación federal de
impuestos (CN Art. 75 Inc. 2)
 Ser cámara de origen de leyes que promuevan políticas tendientes al
crecimiento armónico de la Nación y el poblamiento de su territorio (CN Art.
75 Inc. 19)
 Prestar acuerdo al Poder Ejecutivo para la designación de magistrados
judiciales, embajadores, ministros plenipotenciarios, encargados de negocios
y de oficiales superiores de las Fuerzas Armadas (CN Art. 99 Inc. 4, 7 y 13)

69
Período de sesiones

Ambas Cámaras del Congreso se reúnen en sesiones ordinarias, que son inauguradas
por el presidente de la Nación el 1° de marzo y se extienden hasta el 30 de noviembre
de cada año. No obstante, el Poder Ejecutivo Nacional puede convocar a sesiones
extraordinarias o prorrogar las sesiones ordinarias. En el primer caso, el presidente
de la Nación determina el temario a tratar, mientras que en el segundo las cámaras
tienen libre iniciativa.

PODER EJECUTIVO

introducción

Artículo 87 de la CN: el poder ejecutivo de la nación será desempeñado por un


ciudadano con el título de presidente de la nación argentina.

Atribuciones presidenciales

Artículo 99: El presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:

1. Es el jefe supremo de la Nación, jefe de gobierno y responsable político de la


administración general del país.

2. Expide las instrucciones y reglamentos que sean necesarios para la ejecución de


las leyes de la Nación, cuidando de no alterar su espíritu con excepciones
reglamentarias.

3. Participa de la formación de las leyes con arreglo a la Constitución, las promulga


y hace publicar.

El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e

70
insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo.

Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los


trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no
se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de
los partidos políticos podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia,
los que serán decididos en acuerdo general de ministros que deberán refrendarlos,
conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros.

El jefe de gabinete de ministros

personalmente y dentro de los diez días someterá la medida a consideración de la


Comisión Bicameral Permanente, cuya composición deberá respetar la proporción
de las representaciones políticas de cada Cámara. Esta comisión elevará su
despacho en un plazo de diez días al plenario de cada Cámara para su expreso
tratamiento, el que de inmediato considerarán las Cámaras Una ley especial
sancionada con la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada
Cámara regulará el trámite y los alcances de la intervención del Congreso.

4. Nombra los magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado por los
dos tercios de sus miembros presentes, en sesión pública, convocada al efecto.
Nombra a los demás jueces de los tribunales federales inferiores en base a una
propuesta vinculante en terna del Consejo de la Magistratura, con acuerdo del
Senado, en sesión pública, en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los
candidatos. Un nuevo nombramiento, precedido de igual acuerdo, será necesario
para mantener en el cargo a cualquiera de esos magistrados, una vez que cumplan
la edad de setenta y cinco años. Todos los nombramientos de magistrados cuya
edad sea la indicada o mayor se harán por cinco años, y podrán ser repetidos
indefinidamente, por el mismo trámite.

5. Puede indultar o conmutar las penas por delitos sujetos la jurisdicción federal,
previo informe del tribunal correspondiente, excepto en los casos de acusación por
la Cámara de Diputados.

6. Concede jubilaciones, retiros, licencias y pensiones conforme a las leyes de la


Nación.

71
7. Nombra y remueve a los embajadores, ministros plenipotenciarios y encargados
de negocios con acuerdo del Senado; por si sólo nombra y remueve al jefe de
gabinete de ministros y a los demás ministros del despacho, los oficiales de su
secretaria, los agentes consulares y los empleados cuyo nombramiento no está
reglado de otra forma por esta Constitución.

8. Hace anualmente la apertura de las sesiones del Congreso, reunidas al efecto


ambas Cámaras, dando cuenta en esta ocasión del estado de la Nación, de las
reformas prometidas por la Constitución, y recomendando a su consideración las
medidas que juzgue necesarias y convenientes.

9. Prorroga las sesiones ordinarias del Congreso, o lo convoca a sesiones


extraordinarias, cuando un grave interés de orden o de progreso lo requiera.

10. Supervisa el ejercicio de la facultad del jefe de gabinete de ministros respecto


de la recaudación de las rentas de la Nación y de su inversión, con arreglo a la ley o
presupuesto de gastos nacionales.

11. Concluye y firma tratados, concordatos y negociaciones requeridas para el


mantenimiento de buenas relaciones con las organizaciones internacionales las
naciones extranjeras, recibe sus ministros y admite sus cónsules.

12. Es comandante en jefe de todas las fuerzas armadas de la Nación.

13. Provee los empleos militares de la Nación: con acuerdo del Senado, en la
concesión de los empleos y grados de oficiales superiores de las fuerzas armadas; y
por si solo en el campo de batalla.

14. Dispone de las fuerzas armadas, y corre con su organización y distribución


según las necesidades de la Nación.

15. Declara la guerra y ordena represalias con autorización y aprobación del


Congreso.

16. Declara en estado de sitio uno o varios puntos de la Nación, en caso de ataque
exterior y por un término limitado, con acuerdo del Senado. En caso de conmoción
interior sólo tiene esta facultad cuando el Congreso está en receso, porque es
atribución que corresponde a este cuerpo. El presidente la ejerce con las
limitaciones prescriptas en el Art. 23.

72
17. Puede pedir al jefe de gabinete de ministros y a jefes de todos los ramos y
departamentos de la administración, y por su conducto a los demás empleados
informes que crea conveniente, y ellos están obligados a darlos.

18. Puede ausentarse del territorio de la Nación, con permiso del Congreso. En el
receso de éste, sólo podrá hacerlo sin licencia por razones justificadas de servicio
público.

19. Puede llenar las vacantes de los empleos, que requieran el acuerdo del Senado,
y que expirarán al fin de la próxima Legislatura.

20. Decreta la intervención federal a una provincia o la ciudad de Buenos Aires en


caso de receso del Congreso, y debe convocarlo simultáneamente para su
tratamiento.

IMPORTANTE

Artículo 88: En caso de enfermedad, ausencia de la Capital, muerte, renuncia o


destitución del presidente del Poder Ejecutivo será ejercido por el vicepresidente de
la Nación. En caso de destitución, muerte, dimisión o inhabilidad del presidente y
vicepresidente de la Nación, el Congreso determinará qué funcionario público ha de
desempeñar la Presidencia, hasta que haya cesado la causa de la inhabilidad o un
nuevo presidente sea electo.

Requisitos para ser presidente de la nación

Tal como reza el artículo 89 de la CN, los requisitos para ser presidente de la nación
son los siguientes:

 Haber nacido en territorio argentino o ser hijo de ciudadano nativo, habiendo


nacido en un país extranjero y las demás calidades exigidas para ser senador

73
 Tener 30 años de edad cumplidos
 Haber sido ciudadano de la nación por un lapso de 6 años
 Disfrutar de una renta anual de 2 mil pesos fuertes o de una entrada
equivalente a la anteriormente mencionada

Requisitos para ser vicepresidente de la nación

 Dichos requisitos son los mismos que para ser presidente, los cuales están
taxativamente enumerados en el artículo 89 de la CN

Jefe de gabinete de ministros

Introducción

El capítulo 4 de la sección dedicada por la CN al poder ejecutivo, se denomina “del


jefe de gabinete y demás ministros del poder ejecutivo” (art 100 al 107)

Designación

Dicho jefe de gabinete es nombrado por el presidente para ejercer la coordinación


de los ministerios, la administración genérica del país, además de representar al
poder ejecutivo ante el congreso. El presidente también nombra los 8 ministros y los
secretarios de estado responsable por las 16 secretarias dependientes de
presidencia.

Naturaleza y Funciones

La jefatura de gabinete es un órgano dependiente del poder ejecutivo y su titular, el


jefe de gabinete, es uno de los ministros del poder ejecutivo, que tiene como
funciones las atribuidas en el artículo 100.

Debido a la reforma de 1994, ha aparecido la figura del jefe de gabinete de ministros


que, sin ser un primer ministro, ha recibido competencias especiales como lo son:

74
 Administrativas: ejercer la administración general del país
 Materialmente legislativas: le corresponde expedir los actos y reglamentos
que sean necesarios para ejercer las atribuciones que el articulo 100 le
confieren
 Institucionales: estas funciones atañen al control del jefe de gabinete a
ciertos actos del presidente y a las relaciones con otros poderes

Remoción del jefe de gabinete

El Congreso es competente para remover al jefe de gabinete “por el voto de la


mayoría absoluta de los miembros de cada una de las cámaras” (artículo 101 de la
CN).

También el jefe de gabinete es pasible de juicio político (art 53), pero en tal caso se
requerirán los dos tercios de los votos de los miembros presentes, en cada sala, para
acusar y luego destituir

PODER JUDICIAL

Organización del PJN

El poder judicial argentino es ejercido por una Corte Suprema de justicia compuesta
por 9 magistrados (indicados por el presidente y aprobados por el Senado) y
también por los tribunales establecidos por el congreso. A estos les compete el
conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por
Constitución, por las leyes de la nación y por tratados con naciones extranjeras.

Consejo de la magistratura

75
Sección Tercera - Del Poder Judicial. Capítulo Primero. De su Naturaleza y
Duración.

El Consejo de la Magistratura es un órgano permanente del Poder Judicial de la


nación, reglamentado por una ley nacional (24937). Este ejerce la competencia
prevista en el artículo 114 de la Constitución Nacional.

Articulo 114

El Consejo de la Magistratura tendrá a su cargo la selección de magistrados y la


administración del Poder Judicial.

Serán sus atribuciones:

1) Seleccionar mediante concursos públicos a los postulantes a las


magistraturas inferiores

2) Emitir propuestas en ternas vinculantes, para le nombramiento de los


magistrados inferiores

3) Administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a


la administración de justicia

4) Ejercer facultades disciplinarias sobre magistrados

5) Decidir la apertura del procedimiento de remoción de magistrados, en


su caso ordenar la suspensión, y formular la acusación correspondiente

76
6) Dictar reglamentos acerca de la organización judicial y todos aquellos
que sean necesarios para asegurar la independencia de los jueces y la
eficaz prestación de los servicios de justicia.

Composición del consejo de la magistratura (ley


26855)

(ley 26855) que derogo a la ley 24937 en su artículo


2 por el actual artículo 2 de la ley 26855 a saber

Artículo 2 de la ley 26855

El consejo estará integrado por 19 miembros según la siguiente composición

1. Tres (3) jueces del Poder Judicial de la Nación, elegidos por el pueblo de la Nación por medio de sufragio
universal. Corresponderán dos (2) representantes a la lista que resulte ganadora por simple mayoría y uno (1) a
la que resulte en segundo lugar.

2. Tres (3) representantes de los abogados de la matrícula federal, elegidos por el pueblo de la Nación por medio
de sufragio universal. Corresponderán dos (2) representantes a la lista que resulte ganadora por simple mayoría
y uno (1) a la que resulte en segundo lugar.

3. Seis (6) representantes de los ámbitos académico o científico, de amplia y reconocida trayectoria en alguna de
las disciplinas universitarias reconocidas oficialmente, elegidos por el pueblo de la Nación por medio de sufragio
universal. Corresponderán cuatro (4) representantes a la lista que resulte ganadora por simple mayoría y dos (2)
a la que resulte en segundo lugar.

4. Seis (6) legisladores. A tal efecto, los presidentes de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Diputados, a
propuesta de los bloques parlamentarios de los partidos políticos, designarán tres (3) legisladores por cada una
de ellas, correspondiendo dos (2) a la mayoría y uno (1) a la primera minoría.

5. Un (1) representante del Poder Ejecutivo.

Los miembros del Consejo prestarán juramento en el acto de su incorporación de desempeñar debidamente el
cargo por ante el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Por cada miembro titular se elegirá un suplente, mediante igual procedimiento, para reemplazarlo en caso de
renuncia, remoción o fallecimiento.

77
Los miembros del Consejo de la magistratura duraran 4 años en sus cargos,
pudiendo ser reelectos con intervalo de un periodo

Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (ley 24937)

(artículo 14 de la ley 26080 que derogo al artículo 22 de la ley 24937)

Artículo 14: el Jurado de Enjuiciamiento estará integrado por 7 miembros según la


siguiente composición:

1.- Dos jueces que serán: de cámara, debiendo uno pertenecer al fuero federal del interior de la
República y otro a la Capital Federal. A tal efecto, se confeccionarán dos listas, una con todos los
camaristas federales del interior del país y otra con los de la Capital Federal.

2.- Cuatro legisladores, dos por la Cámara de Senadores y dos por la Cámara de Diputados de la
Nación, debiendo efectuarse dos listas por Cámara, una con los representantes de la mayoría y la
otra con los de la primera minoría.

3.- Un abogado de la matrícula federal, debiendo confeccionarse una lista con todos los abogados
matriculados en el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y en las Cámaras Federales
del interior del país que reúnan los requisitos para ser elegidos jueces de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación.

Todos los miembros serán elegidos por sorteo semestral público a realizarse en los meses de
diciembre y julio de cada año, entre las listas de representantes de cada estamento. Por cada
miembro titular se elegirá un suplente, por igual procedimiento, para reemplazarlo en caso de
renuncia, impedimento, ausencia, remoción o fallecimiento.

Los miembros del Jurado de Enjuiciamiento estarán sujetos a las incompatibilidades e


inmunidades que rigen para sus calidades funcionales. El miembro elegido en representación de
los abogados estará sujeto a las mismas inmunidades e incompatibilidades que rigen para los
jueces."

Ministerio Publico

78
Es un órgano independiente con autonomía funcional y financiera que tiene por
atribución promover la justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales
de la sociedad en coordinación con las demás autoridades de la republica

Designación de jueces

La realiza el presidente de la Nación con acuerdo del Senado, sobre la base de una
terna integrada por candidatos seleccionados en concurso público por el Consejo de
la Magistratura, órgano de composición multisectorial, a quien corresponde el
control directo de los jueces y la administración del poder judicial.

Remoción de jueces

los jueces permanecen en sus cargos mientras dure su “buena conducta” y solo
pueden ser removidos en caso de infracciones graves, por un jurado de
enjuiciamiento, integrado por legisladores, magistrados y abogados.

El juzgamiento de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación, quienes tienen


mandato por 6 meses, estará a cargo del jurado de enjuiciamiento de los
Magistrados según los prescripto por el artículo 11 de la CN.

A diferencia de los jueces y camaristas, que son juzgados por el Consejo de la


Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento, los procesos contra los ministros de la
Corte corresponden al Congreso. 2) El proceso se inicia en la comisión de Juicio
Político de la Cámara de Diputados.

79
NOMENCLADOR DE ARTICULOS
CONSTITUCIONALES Y LEYES VARIAS PARA
REPASO RAPIDO

ART. 16: LA IGUALDAD

ART. 37: SUFRAGIO UNIVERSAL, SECRETO Y OBLIGATORIO

ART. 14: PUBLICACION DE IDEAS POR LA PRENSA SIN CENSURA PREVIA

ART. 32: EL CONGRESO NO DICTA LEYES QUE RESTRINJAN LA LIBERTAD DE


IMPRENTA

LEY 23.592: LEY DE NO DISCRIMINACION

LEY 14.029: FALTAS ESPECIFICAS SUJETAS A CODIGO DE JUSTICIA MILITAR

ART. 1: FORMA REPRESENTATIVA, REPUBLICANA Y FEDERAL

ART. 342: POTESTAD DEL GOBIERNO FEDERAL DE DICTAR LOS CODIGOS DE


FONDO

ART.14: LIBERTAD DE CIRCULACION Y LOCOMOCION/ PETICION Y


ASOCIACION

ART. 14 Y 19: LIBERTAD DE CONCIENCIA Y CULTO

80
LEY 21745: MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES AUTORIZA PRACTICA DE
NUEVOS CULTOS

ART. 17 Y 14: LA PROPIEDAD

ART.14: TODOS LOS CIUDADANOS PUEDEN HACER USO Y DISPONER DE SU


PROPIEDAD

ART. 17: PROPIEDAD INDIVISIBLE/ PROPIEDAD INTELECTUAL/ CONFISCACION

DERECHOS INCORPORADOS EN LA REFORMA DE 1957

ART. 14 BIS: LEYES DE TRABAJO QUE ASEGURAN DERECHOS AL TRABAJADOR

DERECHOS DEL TEXTO ORIGINAL

ART. 15: NO HAY ESCLAVOS

ART. 16: PRERROGATIVAS DE SANGRE

ART. 17: PROPIEDAD INVIOLABLE

ART. 18: PRINCIPIO DE LEGALIDAD

ART. 19: PRINCIPIO DE RESERVA

ART. 20: DERECHOS CIVILES DE EXTRANJEROS

ART. 21: ARMARSE EN DEFENSA DE LA PATRIA

ART. 28: PRINCIPIOS RECONOCIDOS ANTERIORMENTE

DERECHOS INCORPORADOS EN LA REFORMA DE 1860

81
ART. 32: EL CONGRESO FEDERAL NO DICTA LEYES…

DERECHOS INCORPORADOS EN LA REFORMA DE 1994

ART. 36: ESTA CONSTITUCION MANTENDRA SU IMPERIO...

ART. 37: GARANTIZA DERECHOS POLITICOS (IGUALDAD)...

ART. 38: CREACION DE PARTIDOS POLITICOS

ART. 39: DERECHO DE INICIATIVA

ART. 40: CONSULTA POPULAR

ART. 43: ACCION EXPEDITA Y RAPIDA DE AMPARO

ART. 75: ATRIBUCIONES DEL CONGRESO NACIONAL

+ GENOCIDIO Y SUS 4 CONVENCIONES

1) CONVENCION INTERNACIONAL SOBRE ELIMINACION DE TODA


DISCRIMINACION RACIAL

2) CONVENCION INTERNACIONAL SOBRE LA ELIMINACION DE


DISCRIMINACION DE LA MUJER

3) CONVENCION DE DERECHOS DEL NIÑO

82
4) CONVENCION CONTRA LA TORTURA Y PENAS CRUELES
DEGRADANTES

83

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