Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Adminpujojs,+6 +ROVIRA
Adminpujojs,+6 +ROVIRA
RESUMEN
*
Universidad Complutense de Madrid, España.
Recibido: 26.03.13 Aceptado: 12.10.13
Universitas Philosophica 61, año 30: 131-151
julio-diciembre 2013, Bogotá, Colombia – ISSN 0120-5323
ABSTRACT
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
134 ROGELIO ROVIRA MADRID
1
Sobre las abreviaturas empleadas para citar las obras de Kant, véase “Referencias” al final
del trabajo. En ApH (AA 07: 242) Kant propone una interesante explicación de las razones
que, a su juicio, han llevado a llamar «gusto» a la facultad de juzgar lo bello: “¿Cómo
puede haber sido que principalmente las lenguas modernas hayan designado la facultad de
juicio estético con una expresión (gustus, sapor) que alude meramente a un cierto órgano
de los sentidos (el interior de la boca) y a la distinción y a la elección de las cosas que
se pueden gustar por medio de él? No hay ninguna situación en que la sensibilidad y el
entendimiento puedan unirse en un goce, prolongarse tanto y repetirse con complacencia
tan frecuentemente, como una buena comida en grata compañía. La primera considérase
solo como un vehículo para la conversación con la segunda. El gusto estético del anfitrión
muéstrase en la habilidad para elegir con validez universal lo que no puede hacer siguiendo
su propio gusto, porque sus invitados acaso elegirían otros manjares o bebidas, cada uno
según su gusto privativo. El anfitrión acude, pues, a la variedad, es decir, a que haya para
cada uno algo a su gusto, lo cual da por resultado una validez universal comparativa (…). Y
así es como ha podido suministrar el sentimiento orgánico, a través de un sentido especial,
el nombre para una elección ideal, a saber, una elección de una validez sensible universal”.
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
“NADA PUEDE GUSTAR SIN INTERÉS” 135
como perteneciente a un objeto, para así conocer dicho objeto. Por ejemplo:
«El prado es verde». Los juicios de esta clase son, pues, lógicos, ya que
en ellos se establece una relación objetiva de representaciones: al prado
le corresponde el color verde. En cambio, en los juicios de gusto es la
imaginación (sin excluir la intervención del entendimiento) la que recoge
una sensación del sujeto, como en el juicio: «El prado es agradable». Por
ello Kant llama a los juicios de gusto juicios estéticos (del griego aisthêsis,
sensación) y dice de ellos que su base determinante es subjetiva, porque
aquello sobre lo que versa el juicio, en el caso considerado: el prado, no es
objeto de conocimiento, sino objeto de satisfacción. El juicio, en efecto, no
dice nada objetivo del prado, sino solo del estado anímico de quien enuncia
el juicio, de la subjetividad del que así juzga2.
2
“Cuando una determinación del sentimiento de placer o de dolor es llamada sensación,
significa esta expresión algo muy distinto de cuando llamo sensación a la representación de
una cosa (por los sentidos, como una receptividad perteneciente a la facultad de conocer),
pues en este último caso, la representación se refiere al objeto, pero en el primero, solo
al sujeto, sin servir a conocimiento alguno, ni siquiera a aquel por el cual el sujeto se
conoce a sí mismo. Pero entendemos en la definición anterior, bajo la palabra sensación,
una representación objetiva de los sentidos; y para no correr ya más el peligro de ser mal
interpretado, vamos a dar el nombre, por lo demás usual, de sentimiento a lo que tiene siempre
que permanecer subjetivo y no puede de ninguna manera constituir una representación de
un objeto. El color verde de los prados pertenece a la sensación objetiva, como percepción
de un objeto del sentido; el carácter agradable del mismo, empero, pertenece a la sensación
subjetiva, mediante la cual ningún objeto puede ser representado, es decir, al sentimiento,
mediante el cual el objeto es considerado como objeto de la satisfacción (que no es
conocimiento del objeto)”. (KU, AA 05: 206). Sobre el rechazo por parte de Kant del valor
cognoscitivo de los juicios de gusto, se encuentran valiosas consideraciones en Parra París
2007: 23-25, 265-286. Según señala este estudioso, la principal razón que movió a Kant a
sostener que los juicios estéticos no son cognoscitivos fue su concepción del conocimiento
como subsunción de lo sensible bajo lo universal; lo cual no impide, sin embargo, que Kant
considere que la belleza es símbolo de la moralidad, otorgándole así un valor cognoscitivo
sin necesidad de ninguna subsunción de lo bello bajo un concepto.
3
Sobre la noción de «momento» lógico del juicio, noción que no tiene en absoluto un
sentido temporal, sino el significado de «característica» o «aspecto», se encuentran útiles
indicaciones en Wenzel, 2005: 13-14.
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
136 ROGELIO ROVIRA MADRID
4
Esta definición parcial de lo bello extraída del momento de la cualidad de los juicios de gusto
ha de completarse con las otras definiciones de lo bello sacadas de los restantes momentos de
dichos juicios, a saber, según la cantidad: bello es lo que, sin concepto, place universalmente;
según la relación, bello es la forma de la finalidad de un objeto sin la representación de un
fin; y según la modalidad, bello es lo que, sin concepto, place de modo necesario. Sobre el
papel que la noción de desinterés ha desempeñado en el surgimiento de la estética filosófica
en el siglo XVIII son imprescindibles los estudios de Guyer, 1993a y 1993b.
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
“NADA PUEDE GUSTAR SIN INTERÉS” 137
5
Varios años antes, Herder, en el cuarto de sus Kritische Wälder, escrito en 1769, aunque
publicado póstumamente, criticó la tesis de Friedrich Just Riedel según la cual lo bello es
lo que puede placer sin un propósito interesado y sin que lo poseamos. (Cfr. Guyer, 2007:
353-368).
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
138 ROGELIO ROVIRA MADRID
Dos son, pues, a tenor de estos breves pasajes, las objeciones principales
de Herder contra el carácter desinteresado de los juicios de gusto y, por tanto,
contra la definición de lo bello como lo que place sin interés: una objeción
puramente formal y otra, de índole material.
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
“NADA PUEDE GUSTAR SIN INTERÉS” 139
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
140 ROGELIO ROVIRA MADRID
6
Como señala acertadamente Mansur Garda (2010: 138): “En la contemplación de lo bello
(...) uno experimenta un placer libre de la posición o realización del objeto, de tal suerte
que la satisfacción desinteresada da al sujeto una libertad que no se presenta en ninguna de
las facultades”.
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
“NADA PUEDE GUSTAR SIN INTERÉS” 141
Pero Kant suele hablar de interés en una acepción más estrecha, que
se refiere a la facultad apetitiva, y más concretamente a la voluntad o razón
práctica. Se trata entonces del interés en sentido práctico, es decir, de la
condición bajo la cual se fomenta el uso de la voluntad: “Interés es aquello
por lo que la razón se hace práctica, es decir, se torna en causa determinante
de la voluntad” (GMS, AA 04: 459).
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
142 ROGELIO ROVIRA MADRID
también solo para un sujeto), se llama interés” (GMS, AA 04: 413). Cabe,
pues, decir, en fórmula brevísima, que interés vale tanto como querer algo,
ya que con todo lo que se quiere va unido siempre placer práctico.
Ahora bien, Kant sostiene que la complacencia que unimos con el traer
al ser un objeto es doble: “Semejante satisfacción está, por tanto, siempre en
relación con la facultad de apetecer, sea como fundamento de determinación
de ella, sea, al menos, como necesariamente unida al fundamento de
determinación de esta facultad” (KU, AA 05: 204). Dicho de otro modo, el
interés práctico de la voluntad, según la enseñanza de Kant, solo puede ser
de dos clases. Si el fundamento de determinación del querer es justamente la
satisfacción que está unida a la materia del querer, entonces el interés práctico
es un interés patológico o de las inclinaciones: la voluntad, dice Kant, obra
por interés. En cambio, si el fundamento de determinación del querer no es
la satisfacción necesariamente unida al objeto del querer, entonces, como a
la voluntad no le mueve la inclinación, sino que solo puede moverla la razón
pura, el interés práctico es un interés moral, y por ello afirma Kant que la
voluntad toma interés (Cfr. MdS, AA 06: 212)8.
7
Sobre esta equivalencia véase el análisis de Rand, 2010: 430.
8
“Pero la voluntad humana puede también tomar interés en algo, sin por ello obrar
por interés. Lo primero significa el interés práctico en la acción; lo segundo, el interés
patológico en el objeto de la acción. Lo primero demuestra que depende la voluntad de
principios de la razón en sí misma; lo segundo, de los principios de la razón respecto de la
inclinación pues, en efecto, la razón no hace más que dar la regla práctica de cómo podrá
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
“NADA PUEDE GUSTAR SIN INTERÉS” 143
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
144 ROGELIO ROVIRA MADRID
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
“NADA PUEDE GUSTAR SIN INTERÉS” 145
y aun de la coacción del mandato moral. Solo el gusto nos deja en libertad
“para hacer de algo un objeto de placer para nosotros mismos” (KU, AA
05: 210)9.
Cabe, pues, resumir de este modo la respuesta que habría dado Kant a
la objeción de Herder que hemos considerado: lo bello es, en efecto, aquello
que me interesa en sentido psicológico (o sea, que me place) sin interesarme
en sentido práctico (es decir, sin moverme a la acción). O, dicho de otra
forma: no puede, sin duda, gustarme aquello cuya representación no está en
relación con mi sentimiento de placer y displacer, pero lo bello me gusta sin
requerir mis energías para iniciar una serie de causas que traigan algo a la
existencia.
Pero ¿no tiene la belleza para los que la sienten justamente el supremo
interés, como dice Herder? ¿No engendra lo bello en nosotros un interés
precisamente por la existencia de los objetos bellos, por su cuidado y
conservación? El examen de la tercera y última de las preguntas planteadas
por las objeciones de Herder puede ser ya más breve.
9
Que la satisfacción de lo bello sea «libre» no significa, naturalmente, que quepa decidir
libremente si un objeto le parece a uno bello o no se lo parece; significa, como se ve, que
semejante satisfacción no está constreñida por nada extrínseco a ella. (Cfr. Allison, 2001:
93-94).
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
146 ROGELIO ROVIRA MADRID
10
Este § 41 de KU se titula precisamente: “Del interés empírico en lo bello”.
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
“NADA PUEDE GUSTAR SIN INTERÉS” 147
11
Este § 42 de KU se titula: «Del interés intelectual en lo bello».
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
148 ROGELIO ROVIRA MADRID
la voluntad ni, por tanto, con traer al ser el objeto que la produce; es decir,
confunde el interés en sentido psicológico con el interés en sentido práctico,
solo el cual considera Kant que no se da en el goce de lo bello. Y no atina
Herder, en fin, a distinguir –he aquí su tercer equívoco– el hecho de que la
satisfacción en lo bello no conduzca a la realización del objeto cuya belleza
place con el hecho, muy distinto, de que la satisfacción en lo bello puede
en efecto suscitar, cuando se une a otros factores, auténticos intereses en la
realización o existencia de lo bello: la satisfacción en lo bello es de suyo,
según Kant, desinteresada pero, indirectamente, puede producir interés,
mover la voluntad; es, pues, diríamos, interesante.
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
“NADA PUEDE GUSTAR SIN INTERÉS” 149
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
150 ROGELIO ROVIRA MADRID
5. Así, pues, solo son posibles dos tipos de interés práctico: el interés
patológico, si la complacencia es fundamento de determinación
del vínculo con la facultad de apetecer, y el interés moral, si la
complacencia es consecuencia de semejante vínculo.
Referencias
Abreviaturas empleadas para citar las obras de Kant:
Guyer, P. (2007). Free Play and True Well-Being: Herder’s Critique of Kant’s
Aesthetics. The Journal of Aesthetics and Art Criticism. Vol. 65. (pp. 353-368).
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323
“NADA PUEDE GUSTAR SIN INTERÉS” 151
Herder. J. G. (1998). Kalligone. Werke in zehn Bänden (Hrsg. von Günter Arnold
et alii). Vol. 8: Schriften zu Literatur und Philosophie 1792-1800 (Hrsg. von Hans
Dietrich Irmscher). Frankfurt am Main: Deutscher Klassiker.
Rind, M. (2010). The Concept of Interest and Kant’s Distinction between the
Beautiful and the Agreeable. Proceedings of the European Society for Aesthetics.
Vol. 2. (pp. 427-442).
Schopenhauer, A. (1911-1926). Die Welt als Wille und Vorstellung. Anhang: Kritik
der Kantischen Philosophie. Schopenhauer, A. Sämtliche Werke (Hrsg. von Paul
Deussen), München: Piper Verlag, vol. I.
Universitas Philosophica 61, Año 30, julio-diciembre 2013: 131-151 – ISSN 0120-5323