Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PERSONAJES: ANA
PEDRO
ESCENA UNICA:
La tarde cae sobre el parque en un área cercana a un carrusel fuera de uso y casi desmantelado. Ana se encuentra
sentada en el banco. Lee. Observa a su alrededor. Lee de nuevo y de nuevo busca. Distingue a alguien que se
acerca y se concentra en el libro. Se escuchan cornetas y ruidos de ciudad excesivamente cercana. Entra Pedro
cara cubierta de sospechas, y un traje lleno de bultos misteriosos. Pedro ve a Ana. Ana cruza sus piernas y su
falda se acorta. Pedro la estudia y silba admirativamente. Ana sigue leyendo y cruza y descruza las piernas en un
alarde de su anatomía. Pedro silba de nuevo, con estruendo. Ana deja de leer y ve a Pedro.
ANA: Por la forma en que silba parece que tuviera un gran danés sordo.
ANA: Sus silbidos no me dejan leer. (Ana se concentra en la lectura. Ana cruza las piernas. Nuevo silbido). ¿Es
un tic?
ANA: Sí. Nervioso. (Como poseída por un tic de silbido) “Hola... (Silba) No me dejas... (Silba)
Concentrarme... (Silba) Con tanto silbido... (Silba) Ruidoso...
PEDRO: Son piernones; digo nones... (Se va alterando en la medida de las dificultades de lenguaje)
¡Cuarterones!...
ANA: ¿Cuarterones?
ANA: (Ana se ve las piernas). Un poco gruesas. Creo que son así por huir de hombres que aparecen de repente
silbando.
ANA: Perfectamente.
PEDRO: (Pausa corta) Eso es lo malo... Digo, de dar consejos cuando no los piden. La borracha de mi abuela
por parte de padre me lo decía: “Deja que la gente se recuente... ¡Digo, arrepiente!... ¡Coño, deja que la gente re-
vien-te sola! No les avises”...
ANA: ¿Tartamudeo?
PEDRO: “Tres tristes tigres trotan trillando trigo tras tres trogloditas trotamundos”.
PEDRO: (Atento a su explicación) Un desfase en el aparato lógico... En ocasiones quiero expresar una tea...
¡Idea!... sobre derivados del petróleo y sale un ornitorrinco desplumado...
ANA: ¿Ornitorrinco?
PEDRO: Quise decir ¿Ves? (Se deja oír el metro que pasa debajo del parque) ¡Maldito Metro!
3
PEDRO: (Al metro bajo tierra) Gusano apestoso, respeta los parques...
ANA: El ornitorrinco...
PEDRO: (Pausa corta. Ve a Ana) Ningún ornitorrinco, es a lo que me refiero... (Rectifica)... salen otras ideas o
una confusión que no tiene nada que ver.
ANA: Suena a periódico egipcio leído al revés con lentes de sol rayados.
PEDRO: (Pausa corta) Supongamos que te veo llegar por la calle. Eres mi amiga...
ANA: Supongamos...
PEDRO: Me acerco y te abrazo con alegría, diciendo “Sentido pésame. ¿Cuál es el precio de los champiñones?”
PEDRO: La idea que quiero expresar es “Hola, me da gusto verte”... Y sale “Sentido pésame. ¿Cuál es el precio
de los champiñones?”... que es una idea luctuosa, propia de acontecimientos festivos... ¡No, no festivos... fu,
fúnebres... acompañada de una pregunta sobre champiñones totalmente fuera de contexto...
PEDRO: Un desastre entre las esclusas del consciente y el inconsciente. Una inundación en el ego sin salvavidas
a mano…
ANA: Grave.
PEDRO: De cuidado...
ANA: Con ese pasticho en la cabeza es posible que, si estalla un incendio en tu cuarto, salgas gritando: “¡Viva
la Revolución Francesa!”...
PEDRO: Me ocurrió algo así en México, cuando lo del terremoto... Tú sabes, unas vacaciones que me tomé...
PEDRO: Tiempos buenos, tiempos malos. El dinero entra y se evapora, pero uno se da buenas rumbas de cuando
en cuando...
PEDRO: ¡Todo se movía. Eso es lo más impresionante de los jodidos terremotos. Parece que las cosas tomaran
vida...! ¡El cenicero, las flores, la toalla, el piso curvándose como una odalisca bailando la danza del vientre...
Salí desnudo del hotel que se caía, gritando!... “¡Tres tacos con guacamole! ¡Tres tacos con guacamole!” ¿Te
imaginas? ¿Qué tiene que ver el guacamole con un terremoto de 7 en la escala de Richter?.. Yo, quería decir...
¡“Ayúdame, Virgen del Carmen”!
4
PEDRO: (Con rencor) ¡Ellos!... ¡Ellos son los héroes del renacimiento!
ANA: ¿Héroes?
ANA: ¿Templarios?
PEDRO: ¡Coño, cul-pa-bles! ¡Culpables! Estoy así, en medio de este caos de la paridad del dólar... ¡Digo, de
conceptos que entran y no son, por ellos!
PEDRO: (Pedro ríe suave hasta que brota una carcajada incontenible). ¡Qué ingenua!
PEDRO: (Ríe) ¡ellos comen!...¡Devoran!... Nunca están satisfechos... Los hijos de la gran camella en las calles
de Trípoli. ¡Los médicos son la peste de la humanidad! Cualquier enfermedad... y eso incluye todo tipo de cáncer
terminal, es deseable antes que caer en las manos de un médico...
PEDRO: (Pausa corta. Rápido) Todo comenzó con el dolor de cabeza, mi parálisis vocacional y la presencia de
Doc Ximandro...
PEDRO: Ajá...
PEDRO: (Ve a Ana. Pausa corta) Es cosa personal... (Ana lo ve. Afirma y sigue leyendo) Ni te conozco... ¿Crees
que puedes llegar y conocer mi reglamento para las carreras de caballos... (Rectifica) ¡Intimidad!... así como
así?... (Pausa corta) ¿Esperas a alguien?
ANA: No.
PEDRO: Las mujeres solas cuando uno las aborda siempre dicen que esperan a alguien. Es una rosa, digo, ropa
deportiva... ¡Menstruación!
ANA: ¿Menstruación?
PEDRO: ¡Regla!... Pero regla como norma... Y más en este sitio... a esta hora...
ANA: Me gustan estos momentos del día, el filo de sus colores, la luminosidad tomando ropajes oscuros...
PEDRO: (Pausa corta) Poético, pero este parque es muy peligroso. Cuando la luminosidad toma su ropaje oscuro
suelen ocurrir en él todo tipo de delitos...
ANA: Ni pizca.
PEDRO: Pues deberías. Cuando digo todo tipo de delitos... es porque se trata de “Todo tipo de delitos”...
ANA: Sé cuidarme.
ANA: ¿Asesinatos?
6
PEDRO:(Observa alrededor) ¿Ves esa enorme ciudad que nos rodea?... (Pausa. Se escuchan ruidos de la ciudad)
Tantas luces y calles... ruidos... Está llena de seres humanos, esclavizados en corporaciones... De día traen aquí a
los niños para que monten bicicletas, jueguen a la pelota, remen en el lago, disfruten el carrusel destrozado y no
piensen en el mundo que les toca... De noche surgen otros especímenes que saben perfectamente cómo funciona
el mundo y masacran, asaltan, violan, destripan, humillan y aúllan...
ANA: Tengo el derecho de caminar o sentarme donde me venga en gana, a la hora que sea.
PEDRO: El mes pasado agarraron a un loco furioso que mató a seis mujeres después de violarlas.
PEDRO: El suceso tuvo un gran despliegue periodístico. Tanto, que ahora todos los paranoicos y sádicos de otros
parques y calles vienen y se instalan aquí todas las noches para ganar estatus en el mundo del crimen. Este oasis
de verdor en el que nos encontramos es algo así como La Meca para los desajustados de la ciudad.
PEDRO: Hacen pic-nic y todo. ¿Has visto un pic-nic de sádicos?... (Ana niega) Es la cosa más graciosa que te
puedas imaginar: socializan, beben como abogados en el club y cantan canciones groseras mientras destripan
niñas.
PEDRO: (Indica el banco) El sádico asesino las violaba y asesinaba en ese banco.
ANA: ¿Aquí?
PEDRO: Ajá.
PEDRO: La limpiaron con manguera para que los niños no jugaran con la sangre...
ANA: Grotesco...
PEDRO: Y casi todas las mañanas aparece un cadáver entre las flores...
ANA: Antes, entre las flores, correteaban ardillas... (Con cierta nostalgia) Ya no es el mismo parque... PEDRO:
Muchos de los difuntos, cosa extraña, tienen una sonrisa en el rostro...
ANA: ¿Sonrisa?
PEDRO: Ajá... De esas sonrisas de los marineros cuando llegan a puerto... (Pausa corta) La sonrisa del novio
ante el altar viendo avanzar a la novia... Sonrisa de muerte bienvenida...
PEDRO: Tengo mis deslices... ¿Qué te crees? ... Uno que otro cuaderno lleno de poemas... Lo cierto es que
circula el rumor de un ángel, con alas y aura en la cabeza, matando gente en este parque con una espada luminosa...
7
ANA: Debe ser por los animales del carrusel... Tienen el lomo cargado de niños, la mirada repleta de sueños...
(Cierra los ojos) Cierras los ojos, te serenas... (Respira un poco)... y puedes escuchar un tambor de risas
reventando en la memoria... Todos los niños que habitaron alegrías aquí, permanecen quietos en el tiempo,
esperando que alguien escuche para desgranar risas como hojas que caen...
PEDRO: Este es el lugar favorito del ángel asesino, que te lo digo yo...
ANA: (Abre los ojos. Mira a Pedro) Pueden ser la jirafa y el león del carrusel...
ANA: Sus fantasmas defienden el lugar de sujetos indeseables…Quizá la inocencia aprendió a defenderse y de
noche rondan como furias para que nadie moleste la memoria del carrusel… Devoran el ruido del Metro,
desgarran los cornetazos, aterrorizan a los maleantes...
PEDRO: (Pausa corta) Yo, pues…Doc Ximandro me decía psicopatón, pero con cariño...
ANA: ¿Y sádico?
PEDRO: Pues, pues... (Medita) Algunas niñas me han gustado de vez en cuando, sobre todo cuando tienen poco
desarrolladas las glándulas mamarias. Pero no... Casi puedo jurar que no soy sádico.
ANA: ¿Casi?
PEDRO: Ajá. Exceptuando a esas ninfas corruptoras de mayores que abundan cada vez más... Pero no soy sádico
al estilo de mi amigo Enrique...
PEDRO: ¡Y de los profesionales!... Un verdadero “Iniciador de niñas en el glorioso camino del sexo”. Así se
define Enrique. Se molesta si alguien le dice corruptor. Es un filósofo, me parece. Todas sus niñas lo aman y el
encuentro con él las madura. Lo he visto llorar cuando alguna predilecta cumple los trece años... “Ya es una
anciana”, gime. Y se niega a comer o a salir de la habitación...
ANA: (Pausa corta. Ve a Pedro) Ahora, después de tantos cuentos... ¿Podría dejarme leer?
ANA: No me deja disfrutar la novela. Si fuera una persona menos paciente ya habría llamado a la policía.
PEDRO: La policía no entra en este parque después de las seis. No se arriesga por un sueldo miserable...
PEDRO: (Ve su reloj) Las seis y diez. (A Ana) La impunidad domina en este lugar desde hace diez minutos...
ANA: (Llama) ¡Policía! ¡Policía!
PEDRO: Grita lo que quieras. Es como si estuvieras en el desierto de Gobi o en las profundidades de la selva
amazónica.
PEDRO: Yo soy colega. Soy del medio, del gremio ¿Comprendes? Vengo aquí todas las noches.
ANA: ¿Trota? (Pedro niega) ¿Observa las estrellas? (Pedro niega) ¿El comportamiento de las aves nocturnas?
PEDRO: Negocios...
ANA: ¿Encantador?...
ANA: Me di cuenta.
ANA: (Pausa corta. Vea Pedro) Y dígame... ¿El ser hombre lo libra del peligro?
9
PEDRO: Un poco. Es normal. ¿No crees?.. Somos fuertes. Más dados a las cosas duras.
ANA: ¡Por favor!... Aunque yo sea una mujer me siento bien. Estoy tranquila.
PEDRO: En cualquier momento llegan “Los Malosos” y te dan una redoblona que te deja seca para toda la vida.
ANA: ¿Redoblona?
PEDRO: Violación en masa, para ser más contrito... ¡Preciso!... Si te ven, te devora la manada ¡Oleee!(ríe)
ANA: ¿Y cuántos son “Los Malosos”?
PEDRO: Doce.
PEDRO: Es un decir.
ANA: ¿Y me violarían?
ANA: De mi casa.
ANA: Estoy en un parque, leyendo, y soy interrumpida por un señor alarmista con problemas mentales...
ANA: Quiero este parque. Me gusta este parque y me quedo en este parque. ¿Ve ese elefante?...
ANA: A los cinco años lo bauticé “Bambi” contrariando toda la influencia de Disney... Durante toda mi niñez,
los domingos, me senté sobre su lomo. Aquí hay parte de mi vida... Una parte llena de luz, protegida con los
brazos fuertes de mi padre...
ANA: A mí en la mañana...
PEDRO: Puede decirse que no fuimos amigos de infancia por cuestión horaria...
ANA: Es posible... (Indica) Veníamos caminando por la entrada de las ardillas... Ellas vivían en un grupo de
pinos que tumbaron hace años
PEDRO: Recuerdo los pinos y las ardillas...
ANA: (Indica) Y salía por la entrada del lago pequeño, que estaba lleno de truchas... (Pausa corta) Que triste,
secaron el lago para levantar una pizzería...
PEDRO: (Rápido) Si “Los Malosos” te consiguen no te dejarán un agujero sano. Te romperán hasta los tímpanos.
ANA: Yo hablaría con esos caballeros y serían incapaces de molestar la velada de una muchacha decente que
quiere recordar... (Pausa. Pedro mira a Ana con estupor).
PEDRO: Escucha... El mayor placer de esa pandilla es destrozar todo lo decente. ¡Ni se te ocurra mencionarles
esa palabrita! La odian especialmente. Es la contraseña ideal para soltar sus instintos... La única manera... ¡La
única!... lejana, de poder salvarte sería mintiendo. Diciéndoles por ejemplo que eres una puta traqueteada que
sufre de sífilis.
PEDRO: Pueden robarte, drogarte, violarte, asesinarte, secuestrarte, golpearte, amordazarte y triturarte.
PEDRO: (Se asombra. Luego se ríe) ¡Tienes unos ovarios de elefanta! (Hace un gesto ampuloso con la mano)
¡Así!... (Se le acerca) Escucha, no es cuestión de principios feministas ni derechos ciudadanos...
PEDRO: Se trata, en primera instancia, de tu físico, niña. Si te empeñas en valores cívicos vas a salir de aquí
irreconocible... ¿Para qué gastar en una clínica de recuperación si puedes evitarlo? ¿Para qué engordar a los
malditos dromedarios... ¡Digo, doctores de mierda!... psiquiatras saturados de perversiones, en una cura de sueño
eterna, si puedes entrar en razón y salvarte?
PEDRO: Claro, eres una heroína. Tienes chaleco antibalas, cinturón de virginidad y la caballería esperando que
grites... (De nuevo el ruido subterráneo del metro).
PEDRO: (Da saltos como si estripara algo) ¡Muérete, lombriz! ¡Sabandija canalla!...( Aguantan el paso
del metro. Pausa. Pedro observa a Ana).
PEDRO: Voy a ayudarte...
PEDRO: De todos modos, te la doy. ¿Qué tal? Ven te acompaño hasta la salida del parque.
PEDRO: Tu inocencia te salva, a pesar de tener muy buenas piernas. (Hace gesto de avanzar) Vámonos...
ANA: Siempre.
PEDRO: (Estudia a Ana que lee) No puedes leer. Está oscuro. Es de noche. ¿No te das cuenta? (Ana ve
a Pedro, desafiante. Abre su cartera y saca una pequeña linterna. La enfoca sobre el libro. Lee).
PEDRO: Yo me llamo Pedro... (Se dan la mano). Tienes una bonita sonrisa...
PEDRO: ¿Fea?
ANA: Me decían “Tiburona”... En los juegos a los niños los obligaban a besarme como penitencia... Ya puedes
imaginarte como estaban de torcidos. Si no es por los aparatos...
12
PEDRO: (Removiendo la memoria) Había una niña... Sí... yo venía con mi madre hacia el Tiovivo y siempre me
cruzaba con ella... me sonreía con una boca que parecía una picadora de carne...
ANA: Era yo, seguro... Fueron años en que sólo eran dientes... El cuerpo era una tribuna que sostenía un amasijo
dental. Mis labios no podían cubrir tanta voracidad mal hecha...
PEDRO: (Se escuchan voces. Silbidos. Escuchan. Alerta) Vete preparando, Ana. Esto se va a llenar de malantes...
PEDRO: (Tras pensar furiosamente) Ajá, tengo la solución. Si aparecen les diré que eres mi compañera.
PEDRO: Así no te harán daño. En el hampa existe un código de honor. Si les digo que eres mi compañera nadie
te tocará. Te sonreirán, te ofrecerán un poco de coca o yerba y serán buenos contigo.
PEDRO: ¿Grietas?...
ANA: Si en este parque hay criminales y ellos te respetan es porque también eres un criminal...
PEDRO: (Pausa corta).Estás resultando una mezcla de Marco Polo con Cristóbal Colón y Américo Vespucio...
ANA: ¡No me vengas con cuentos! No tienes aspecto de criminal, no hablas como criminal ni actúas como tal.
PEDRO: ¡Ana respétame! (Se toca la frente) ¿Qué me pasa hoy? ¿Tendré fiebre? ¿Me estaré ablandando? ...
¿Cuál es la edad en que los delincuentes se acicalan... ¡Digo, se apoltronan!... y pierden el vigor?... (A Ana)
Bueno, sigamos tu lógica... Soy un criminal... (Ana ríe) Lo soy...
PEDRO: Ni la adolescente que violé hace un mes... ¡Todos chillaron!... Todos me gritaron “Criminal”, “Sucio”,
“Hijo de Dios bendito”...
13
ANA: (Pausa corta) Ese embrollo que tienes en la sesera es bien peligroso, Pedro...
PEDRO: Lo sé... La verdad... (Pausa corta) No me deja impugnar las leyes en el senado... (Un poco alterado)
Vivir normalmente... eso, vivir como se debe, sin esa feria de ideas sin sentido buscando turno para salir... Tengo
una emocionalidad fractu... (Busca) fractu...
ANA: Fracturada...
ANA: El cerebelo... cocinarlo, hacer la salsa, ponerle el queso parmesano... De cerebelo a spaguettis a la boloñesa
hay un trecho...
PEDRO: El suplicio... la salsa... se inició hace años, cuando terminé el bachillerato con las mejores notas en toda
la historia del prostíbulo...
PEDRO: Ajá... Los profesores me vaticinaban una carrera llena de éxitos, mis condiscípulos igual, pero... ¿Cuál
carrera?... A mis dieciocho años estaba lleno de alientos. Deseaba internarme en las rutas de la astrofísica, los
vericuetos de la ingeniería genética y los soles de la metafísica... Todo me era reconocible y revelador: la
economía, ciencia, literatura, botánica... (Pausa corta) Me entró pánico vacacional...
ANA: Vocacional...
PEDRO: ¿Qué estudiar? ¿Dónde irrumpiría con mi lucidez a ofrecer descubrimientos?... Entré en el
supermercado...
PEDRO: Había crisis, sí, pero también entré un día al supermercado y me compré una botella de ginebra... Yo,
abstemio, me refugié en la bebida para resistir el miedo que me daba reinventar el mundo...
PEDRO: Pero ninguno se encuentra en el camino, como yo, al Doctor Anaximandro, que Satanás tenga en lo
más profundo de su regazo, haciéndole cariñitos con sus garras... Una eminencia, sin duda... Nadie lo diría al
verlo: pequeño, delgado, de barbita... En la primera sesión que tuvimos sacó al tigre y me quitó el dolor de cabeza
que tenía desde hace meses...
PEDRO: Eso, a “Sandokán”, un tigre de Bengala que tenía en el consultorio. Abrió la puerta de la jaula y lo
metió en la habitación para quitarme el dolor de cabeza...
PEDRO: ¿Qué tal que te encuentres cómodamente acostado en el diván de un consultorio en pleno centro de la
ciudad y de pronto sientes un aliento fétido en la cara, abres los ojos y te encuentras con la mirada amarillosa y
fija de un tigre de Bengala de metro y medio de altura, dos y medio de largo y trescientos kilos de peso?
ANA: Me orino...
PEDRO: ¿Te orinas?... ¡Te meas, te cagas, vomitas, sudas y te mueres!... Esa fue mi primera sesión con el Doctor
Anaximandro. ¡Qué terror!... ¡Déjenme salir, coño! ... ¡Qué me come! ¡Qué me llena de saliva y de pelos! (Pausa
corta). Claro, era un tigre de Bengala amaestrado... ¡Mierda, pero siempre será un tigre! ¡Una monstruosidad de
gato peludo que me paralizó la sangre! Enmierdado como estaba, el doctor me obligó a jugar con el maldito tigre...
Hizo que lo cabalgara, que combatiera con él, que le pegara y metiera mi cabeza entre sus fauces hediondas... Al
cumplirse los cuarenta y cinco minutos de la sesión salí encanecido, lleno de mierda hasta las pestañas, pero sin
miedo...
PEDRO: “O te mueres o te curas, comemierda”, me gritaba el Doc con un látigo en la mano, de pie sobre su
escritorio... (Azota el aire con un látigo invisible) ¡Chas! ¡Chas!... ¡Chas!...”Terror se combate con terror. Mientras
la noche es más oscura más pronto amanece”. Gritaba... con el tiempo llegué a decirle Doc Ximandro...
PEDRO: Era...
ANA: ¿Murió?
PEDRO: Sí, de (Pausa. Respira) Infarto al miocardio... (Pausa corta) ¿Dije infarto al miocardio?...
ANA: Sí, lo dijiste bien… Entonces si Doc Ximandro murió el mundo está más seguro...
ANA: De vista...
15
PEDRO: Como ya sabes, nadie en este mundo odia a los doctores más que yo... y especialmente al Doc, que fue
el directo causante de mi odio... pero presumo que todo lo que siguió luego... incluso esta... esta confusión en mis
carnavales de Río de Janeiro...
ANA: Ideas...
PEDRO: Se debió a un renacimiento del miedo durante el tratamiento vocacional que me impartió Doc
Ximandro...
ANA: Supongo que el tratamiento vocacional fue menos traumático que el tigre de Bengala...
PEDRO: Doc Ximandro me presentó un cuadro descarnado de la sociedad en la que pensaba desempeñarme
como un caballero de la tabla redonda a la búsqueda del Santo Grial... Destrozó todas las profesiones que me
motivaban... Medicina, especialmente. Antes la adoraba. Pensaba en curar el cáncer, en lograr la fórmula de la
eterna juventud, trasplantar cerebros... Doc Ximandro me llevó a hospitales, en una aventura del dolor ajeno y la
muerte, donde demostró que la medicina es hoy por hoy un comercio descarado donde la salud y la enfermedad
son monedas de gran valor. El paciente es lo de menos, lo valioso es el valor de su dolencia y cuánto puede
prolongarse ésta en un tratamiento que vaya directamente en detrimento de sus bienes...
PEDRO: Me mostró la realidad y el objeto último de las profesiones... Doc Ximandro me enseñó que los ideales,
la piedad, el amor y la solidaridad entre los seres humanos se han transformado en artículos de la Industria de
Placer...
PEDRO: Ajá...
ANA: No entiendo...
PEDRO: Cada vez más y de manera creciente, el hombre desarrolla instancias para el disfrute... Los medios
audiovisuales con su carga de ficción y publicidad... Las Corporaciones de la Seducción...
PEDRO: No, no... Fíjate en la moda, el maquillaje, el turismo, el cultivo del físico, la ficción, el consumo de
cosas inútiles, el confort... Son Corporaciones de Seducción en la Industria del Placer.
PEDRO: Según Doc el hombre se ha vuelto una mercancía que adquiere mercancía. Una mercancía explotable
que a su vez explota a otros. Capaz de disfrutar de ciertos sentimientos como el amor o la piedad sólo en la
contemplación de la ficción: una buena película, una telenovela, pero no en su vida diaria donde se desempeña
como una bestia sanguinaria...
PEDRO: Ni tanto...
PEDRO: ¡Médicos!... detállalos bien... es raro aquél que al entrar a la facultad no piense en ser un apóstol, un
santo varón que erradicará sin ningún interés todas las endemias... ¿Y qué terminan siendo?... Mercaderes de la
muerte...
ANA: Exageras.
PEDRO: Y más ahora, con la extinción del elefante rosado en las selvas de Kenia...
PEDRO: La mística me estalló como una granada y un buen día se reunificó Alemania... (Rectifica)... un día
amanecí. Con la incoherencia en la cabeza, incapaz de una lógica responsable... Me hundí en el anonimato, entre
las masas de rebeldes, criminales y sobrevivientes... y aquí estoy...
ANA: Te veo.
ANA: Es mi destino...
ANA: No.
17
PEDRO: Todo el mundo le cuenta cosas a las peluqueras. También a las mesoneras en los bares. ¿Eres
mesonera?... (Ana niega) ¿Modista?
ANA: (Sonríe) Fui modista, pero abandoné esa profesión... Diseñaba y hacía mi propia ropa... (Se levanta y
muestra) ¿Te gusta?
ANA: (Se sienta) Una creación bastante vieja... (Se ve las manos) Mis manos ya no son las mismas...
ANA: Cambian Pedro, las manos cambian... Ahora mis manos... sólo oprimen botones... teclas... las veo y… veo
que... que son incapaces de apreciar una tela, disfrutar la textura de la seda...
ANA: Pedro las manos tienen vida propia… Hacen cosas inimaginables… Creo que el alma camina entre los
dedos… El alma ve por las uñas, se asoma en las pequeñas ventanas que tenemos en los dedos... (Pausa corta.
Evade la pregunta) Aparte de tus actividades delictivas... ¿No deseas otra cosa?
PEDRO: Si no es por el delito estaría frustrado. En la actividad criminal no se habla mucho y eso me favorece...
aunque... (Ve a Ana) pues... un día le puse un cuchillo a un hombre en la barriga para desvalijarlo y...
ANA: ¿Y?...
PEDRO: En vez de pedirle la cartera, le susurré amenazante... (En tono rudo) “Dame un besito de lengua”... (Ana
ríe) El hombre me miró y, todo asustado, me lo dio metiéndome la lengua hasta las cuerdas vocales... (Ana
aumenta la risa) No me parece gracioso...
PEDRO: Nada vacilarme mi beso ¿Qué más iba a hacer? Al menos el tipo tenía buen aliento y besaba sabroso...
(Piensa) Pero sí, sí tengo otros sueños...
ANA: ¿Cuáles?
PEDRO: Ecología... Me gusta tanto o más que el crimen... Si hoy pudiera optar me inclinaría por la ecología
antes que el atraco, de eso no hay duda... (Se monta sobre el elefante. Ana se le acerca) No hay misión más
hermosa que proteger a los animales del acecho del hombre...
PEDRO: ¿Qué?...
ANA: Déjame con “Bambi”... Monta a “Graciela”... (Pedro baja del elefante. Ana lo monta. Pedro cabalga a la
jirafa).
ANA: La bauticé...
PEDRO: Eso...
ANA: A todos los animales del Carrusel... El León se llama Rodolfo…Era feliz bautizándolos… Era otra época...
¿Puede uno cambiar tanto sin morir y renacer?
ANA: Es una más de tus confusiones, pero acertada... Una batalla nos mata el alma y nos cambia...
PEDRO: Ana… Eres especial...
PEDRO: Cuando te vi algo me dijo... “Huye”... Cuando te vi un pequeño miedo se me clavó en el pecho como
una daga fina... Se clavo profundo, agudo, en todo el pecho… Algo me grito “Huye”... (Pausa corta) Pero me
quedé (Se miran fijamente en silencio. Comienza a sonar la música de un antiguo carrusel).
ANA: El Carrusel giraba y el parque se volvía un círculo verde, con globos y gentes alargadas. Los edificios casi
no se veían, ni llegaba el olor a gasolina y a hombres angustiados en las calles... “Bambi” era el más veloz de
todos...
ANA: Bambi me llevaba sobre el mundo, sobre el planeta, bajo la luna, entre asteroides de caramelo y cometas
de azúcar... Bambi tomaba las manos de los niños y los llevaba al Everest...
ANA: ¡Sobre el río Orinoco, hasta El Dorado que nadie encontró nunca!...
19
ANA: ¡Sobre las estepas africanas y un río de búfalos tocando tambor sobre la tierra!...
PEDRO: ¡Africa! (El ruido del metro casi apaga las voces de Pedro y Ana).
ANA: Este es el último carrusel de la ciudad... (Pausa corta) Me temo que los están exterminando en todo el
mundo...
ANA: Ajá...
ANA: Yo sí... Los he visto morir en muchos parques. Caballitos, leones y jirafas de mirada azul que pronto serán
estampas en los libros, como las águilas doradas.
PEDRO: ¿Agente?... ¡Policía! (Baja de la jirafa. Saca un gran cuchillo) ¿Le he contado mi vida a una maldita
policía?
PEDRO: (Siguiendo a Ana que retrocede en dirección al banco) ¡Cállate Puta! ¡Quieta, no te muevas!
PEDRO: (La toma por el cuello amenazándola con el cuchillo) ¡Calladita, putica de prefectura, ramera de garita,
que voy a darte tu merecido! ¡Engatusándome como un turborreactor… como a un necio en lo alto del
sótano inundado!... ¡Dando mi confianza a una sucia enemiga, no joda! ¡Súbete la falda!...
ANA: ¿Cómo?
PEDRO: Y te acuestas en el banco. Y me abres las piernas como El Papa dando el mensaje navideño desde el
balcón...
PEDRO: De nada te vale usar mi desorden gástrico. ¿Cómo pudiste engañarme tanto? ¿Cómo?
PEDRO: ¡En ti voy a vengarme de las fuerzas represivas, de todos los comandos y pelotones antimotines!.
PEDRO: Pronto estaremos en intimidades mayores... (Se le encima entre las piernas. Le coloca el cuchillo en la
garganta) Bésame rico... Chúpame la lengua…
PEDRO: Si no cooperas te corto la garganta como si fueras La Piedad de Miguel Ángel... ¡Un jamón serrano,
quiero decir!¡Qué rica estas!
PEDRO: (Grita) ¡No me interesan tus confidencias de cuartel policial!... (Ana intenta hablar) ¡Cállate que no me
vas a manipular más! (La abraza. Lame su mejilla) Siente... eso, siente... Lo bueno de las violaciones es que uno
vibra más... ¿No te parece?
ANA: ¡No!...
PEDRO: Desde que se publicó en los periódicos la existencia de violadores en este parque, las mujeres transitan
en él con más frecuencia... Todas son unas putas… Unas provocadoras…
PEDRO: ¡Cállate puta!.. Que seguro estás caliente como un horno. Húmeda como una gruta de aguas termales...
PEDRO: ¿Acaso te estoy pidiendo gustarte?... ¡Esto es una violación!... Se supone que debes detestarme y
tenerme asco...
PEDRO: Te va a gustar, ya verás... El orgasmo es más intenso con un cuchillo de por medio. La lujuria se
multiplica como los hongos...
PEDRO: Le agrega pimienta al asunto... (Pedro pasea el cuchillo por el cuerpo de Ana)… Tienes un bello
dodecaedro... (Ana forcejea) Así me gusta. ¡Resístete! ¡Grita como los Niños Cantores de Viena!... Odio a esas
violadas que se desvisten sin que uno las amenace siquiera...
ANA: ¡Dije que no!... (Pedro coloca el cuchillo en la garganta de Ana) Llegará la policía...
PEDRO: Ya lo veremos ¡Fuera la ropita, vamos!... (Pedro le arranca las pantaletas). Así me gusta... ¿Dónde están
tus promesas de morir ahora?
ANA: ¡No voy a renunciar a la vida de esta manera, por un puerco como tú!...
PEDRO: ¿Emocionada?
ANA: Gélida...
PEDRO: (Pausa corta. Con miedo) ¿No tendrás una venérea, no? Gonorrea, sífilis, mira que las carita de buena
son las más sucias.
PEDRO: Uno pregunta, al final uno no sabe con puta sucia se mete.
ANA: Soy una mujer limpia, no un depravado como tú, lleno de ladillas y con sarna hasta en el culo...
PEDRO: Te creo. Abre las piernitas que allá voy, haré una inspección para salir de dudas... (Pedro se baja los
pantalones. Se arrodilla entre las piernas de Ana y ella extrae una pistola de su cartera y lo apunta. Pedro se
levanta).
PEDRO: Con permiso, creo que mejor me voy... (Pedro se incorpora e intenta subirse los pantalones).
ANA: ¡Deja quieto esos pantalones, cerdo de mierda!... (Pedro se da vuelta e intenta marcharse con los
pantalones bajos). ¿A dónde crees que vas?
PEDRO: (Señala) Ya vengo voy a orinar... No pretenderás que lo haga aquí, delante de ti. Una dama.
ANA: ¿Y la violación?...
PEDRO: (Ríe nervioso) ¡Ana, qué cosas se te ocurren!... Todas las tardes vengo a pasear un rato a este parque...
PEDRO: ¿Cuchillo?... (Ve el cuchillo, extrañado) ¡Ah, pero qué cosas!... Termino de comer y me traigo los
cubiertos...
ANA: ¡Cállate puto!... ¿Qué paso Pedro? Te cambio la cara ¿Tienes miedo?...
PEDRO: Bastantes golpes he recibido en las comisarías para tener miedo. ¡Te odio!... ¡Y eres doblemente
inmunda bajo ese disfraz de mujercita ingenua!...
PEDRO: Seguro que te coges a todo el personal, al Comandante en la oficina, al guardia en el calabozos y al que
limpia los baños encima de la poceta... ¡Policia puta!
PEDRO: ¡Mátame, rata de presidio! ¡Mátame sucia traidora! ¡Me das asco!
PEDRO: ¡Eres una sucia policía degenerada burguesa al servicio de los hipócritas principios de esta sociedad
inmunda!...
PEDRO: ¿No?
PEDRO: ¿Y la pistola?
PEDRO: ¿Campeona?
ANA: No te lo aconsejo.
PEDRO: Me amenazas...
ANA: Me protejo...
PEDRO: ¿Cómo?...
ANA: No.
ANA: Violarte...
PEDRO: ¿Tú a mí?... (Ríe) ¡Bueno! ¡Pero qué bueno! (Abre los Brazos) ¡Aquí estoy, todo tuyo! ¡Viólame!
ANA: Lentamente, con ritmo y sabrosura…. (Pausa corta. Pedro se enseria. Se sienta en el banco).
ANA: Muy en serio. (Acaricia a Pedro) No te pongas nervioso, papito... Dame un besito... (Pedro retira la cara).
PEDRO: Entiende... Pueden llegar los malosos... ¿Te imaginas? No podría venir más aquí si me ven en esta
situación...
PEDRO: ¡Estropeas mi carrera! ... La opción que tomé después de mi crisis vocacional... Una carrera lograda a
base de muchos esfuerzos, huidas, tristezas...
PEDRO: Mentía.
ANA: ¿Dónde está el súper macho que amenazaba con romper los botones de la bragueta?
ANA: Los cuchillos aumentan la excitación, pero las pistolas te inhiben. Ya sé lo que pasa...
PEDRO: ¿Yo?...
26
ANA: Lo eres.
ANA: ¡Maricón!...
PEDRO: ¡No!
ANA: Entonces ve averiguando cómo levantas el pedazo de carne ese que te hace sentir tan hombre... Sino se te
pone bien dura ya te exploto la cabeza a plomo.
ANA: ¿Y cuándo me vejabas? ¿Así si podías no?... Mientras me humillabas tu virilidad crecía y crecía...
Humillarme si te lo levanta, te la pone bien dura… Eras hombre denigrándome, macho al volverme un trapo...
Maldito cobarde…
ANA: Demostré que eres un mariconsete, un cobarde, un poco hombre, un nada y ahora me odias. ¡Vive con
eso! (Ana suelta el revólver y se sienta en el banco. Pedro la ve con sospecha. Rápidamente toma el arma y
encañona a Ana. Ana ríe. Se pone las pantaletas. Pedro dispara).
PEDRO: ¡Y yo que creía ser el loco de los locos! ¡Tú me llevas años luz de chifladura! ¡Deberían encerrarte en
un cuarto acolchado, con camisa de fuerza y botar la llave! (La Empuja) ¡Me dan ganas de... (Empuña el revolver
como una cachiporra) ¡Es que provoca partirte los!... (Pausa corta. La empuja de nuevo. La ve. Un nuevo empujón
más leve) ¿Sabes lo que has hecho?... ¡Me has humillado!...
ANA: ¿Cómo?
27
PEDRO: Cuando reventó mis... ideales... (Pausa corta) Doc Ximandro debía viajar durante varios días y me
encomendó alimentar a Sandokán... No lo hice y dejé suelto al felino en el consultorio... Un día... dos días... tres
días... cuatro días... Desde las escaleras contemplé como Doc abría la puerta del consultorio... luego ruidos... un
rugido urgente y luego chapoteo, chapoteo.
ANA: ¿Chapoteo?
PEDRO: La carne fresca con abundancia de sangre produce eso... Chapoteo. (Pausa). No puedo permitir que
salgas viva de aquí... Eres una policía de mierda.
ANA: Eutanásica...
ANA: La practico... como profesión... (Se escucha el ruido creciente del metro. Pedro y Ana se inclinan sobre la
tierra. La ven).
PEDRO Y ANA: (El ruido crece. Ambos van aumentando sus improperios). ¡Hijo de puta! ¡Cocodrilo de
cañerías! ¡Metro devorador de cloacas! ¡Destructor de Tiovivos! ¡Sucio! ¡Puerco!... (Pausa. Se tranquilizan. Se
ven).
PEDRO: Agente eutanásica...
28
PEDRO: Gran cambio... ¿En qué universidad te graduaste? ¿Dónde estudias eso?
ANA: En la Universidad de la vida… Un día fui a un hospital a ver a mi primo Leocadio, que moría... Llevaba
meses en eso...
ANA: Bastante... Destruye gradualmente las células cerebrales, borra la mayoría e impide que sus víctimas
desarrollen tareas básicas, conduciendo a una muerte inexorable... Leocadio estaba solo, triste y... me rogó que lo
ayudara a morir...
ANA: Existe una legislación que permite la eutanasia en determinadas condiciones, pero ninguno de los médicos
del hospital quería asumir la situación...
ANA: (Pausa) Allí, con la mano de Leocadio entre las mías, sentada en una silla pequeña y fría cerca de la cama,
acepté ante la Dirección del hospital correr con la responsabilidad de matarlo legalmente... Firmé los papeles...
(Pausa corta) Leocadio me veía como cuando éramos niños... y jugábamos en este parque...
PEDRO: Y no secaban los lagos para construir pizzerías, ni el metro aullaba vulgar bajo la barriga del carrusel...
Ya los parques no son como antes...
ANA: Antes Leocadio y yo corríamos tras la pelota, tirábamos piedras al lago, nos balanceábamos en los
columpios, coleccionábamos hojas y reíamos hasta llorar... (Pausa) Ese día conecté, bajo la supervisión de un
médico, un tubo al brazo de Leocadio que le hizo ingresar en el torrente sanguíneo una inofensiva solución salina...
Luego... luego apreté un botón... un botón… Un boto que puso fin al flujo de la solución y la reemplazó con
Thiopental, que produce inconsciencia... Automáticamente, otra máquina comenzó el goteo de una sustancia
venenosa que lentamente le detuvo el corazón... (Pausa corta) Yo cerré los ojos de Leocadio... En su rostro había
una sonrisa de agradecimiento y paz (Pausa corta) Al día siguiente lo enterré en una ceremonia sencilla...
PEDRO: ¿Arrepentimiento?
ANA: Eso sí, mis clientes estaban furiosas. Las telas de los encargos se arrugaban en los rincones... Semanas
después uno de los médicos me llamó ante una situación parecida. Se trataba de un hombre con cáncer terminal...
Ninguno de los familiares quería cargar con el peso de su muerte y ofrecieron una suma...
PEDRO: ¿Aceptaste?
PEDRO: Asesinar a alguien es bastante molesto, pero dos ya es estadística, así sea por piedad... (Camina un
poco) A Doc Ximandro lo mató “Sandokán”, pero en las noches, muchas noches, viene a mis sueños... “Pedrito
-me dice- no te olvides de darle la comida al tigre”... Es lo único que solicita, pero con cara triste...
ANA: Dolor, sí... No por darles muerte sino por todo lo que sufren... Rostros grises, cuerpos retorcidos, vientres
hinchados y los ojos... ojos opacos que piden morir...
PEDRO: ¿Ciento?...
ANA: Treinta... (Pausa corta) Soy la perfecta agente eutanásica. La preferida por la Sociedad Cicuta...
PEDRO: Cicuta fue el veneno que tomo Sócrates hace más de dos mil años cuando lo obligaron a suicidarse...
ANA: Así se llama la Sociedad... Tiene más de cincuenta mil miembros y crece, crece... Sostienen el derecho
que poseen las personas al suicidio...
PEDRO: ¿Y eso?..
PEDRO: ¿Cuáles?
ANA: En verdad puede ocurrir... Te sorprenderías la cantidad de gente que vive con ganas de morir.
ANA: Añoro coser... y ya no puedo... Mis dedos se han vuelto torpes... Lo que hago es tenderme en la cama y
pensar... Puertas que se abren y familiares que me ven mientras me acerco al lecho del enfermo... Miradas de
agonía, de días sin dormir... Destellos de triunfo y avaricia, en ocasiones... Pupilas cansadas... y al final del pasillo
el enfermo con la carne envilecida... (Pausa corta) Cargo y cargo dolor, arrastro la existencia en una situación
límite... En media hora mato a un ser humano y modifico muchas vidas, para bien o mal... Y yo también me
modifico... (Pausa corta) Cada vez duermo menos... El teléfono permanece mudo. Nadie me llama. No tengo
amigos...
ANA: Salgo a caminar por el parque peligroso que algún día fue el parque del carrusel multicolor, luminoso,
feliz… Que giraba y giraba sin pensar en la muerte...
ANA: ¿Los cadáveres que encuentran entre las flores con una sonrisa en la cara?
PEDRO: Lo sé... ¡Lo juro que lo sé! (Vehemente) Ni por un momento lo he pensado, Ana...
ANA: Mis vecinos... No saben en qué me desempeño, pero se apartan silenciosos y me ven... me ven como si
algún día fueran a necesitarme... Siente que la muerte camina a mi lado.
ANA: No siempre... Una vez di muerte a una pareja... Paúl y Janeth... cerca de los cincuenta... Sanos, posición
económica desahogada, casa propia y con mucho amor entre ellos... Optaron por morir en ese momento, cuando
la dicha los rodeaba...(Ana se quiebra).
PEDRO: ¿Por qué no tomas unas vacaciones?... ¡Al Caribe!... Te achicharras bajo el sol, borracheras con piña
colada y ron...
PEDRO: (Con asombro) ¿No lo has pensado?... (Ana niega) Por favor, si es claro que te faltan unas vacaciones.
La cosa no puede ser moribundos y moribundos, eso cansa...
ANA: (Piensa) Claro... (Afirma) ¡Claro!... Borracheras con piña colada, viajes en yate, islas desiertas, agua de
cocos... ¡Y la Sociedad Cicuta que espere!
PEDRO: ¡La mirada repleta de azul Caribe y que se jodan los demás!..
PEDRO: Claro, no eres la verduga oficial de todos los cancerosos del mundo...
ANA: Nadie... (Pausa corta) Nadie lo hace como yo... (Pausa corta) Beso la frente llena de dolor...
ANA: Les hablo de la paz, de un pronto silencio... Toco sus úlceras, las quemaduras horribles, las llagas, las
escaras... Llego al dolor y lo hago mío... mío el sufrimiento intolerable, el mundo que se acaba... Nadie lo hace
como yo... (Pausa).
ANA: Nunca... (Pedro se acuesta en el suelo. Apoya su cabeza en las piernas de Ana).
PEDRO: Yo tampoco saldré de este parque... Demasiadas trampas en un mundo que no entiendo... Sociedad
Cicuta... ¡Maravillosa idea!...
ANA: ¿Tú crees que se pueda vivir acostada en una cama, resoplando el dolor ajeno, comiendo sin comer,
esperando que suene el teléfono?...
PEDRO: Si existe un más allá me gustaría encontrarme con Doc Ximandro... Pedirle perdón por lo del tigre...
ANA: No podría tomar un avión para La República Dominicana o Puerto Rico... Ni siquiera un autobús a una
playa cercana...
ANA: Mi cuarto está repleto de un llanto escondido… Las paredes y el suelo están empapados con mis
lágrimas… Siempre lloro mientras duermo… En las mañanas, cuando despierto la almohada siempre está
mojada...
32
PEDRO: A veces pienso que mi vida es como este parque... (Se sienta en el banco) Lo estrechan cada vez más...
Le mutilan árboles y césped sin compasión... Me veo en medio de un metro cuadrado de verdor con el alma en la
negrura... (Pausa).
PEDRO: ¿Siempre?
ANA: (Saca papeles de la cartera) Una no sabe cuándo tendrá que cumplir con el oficio...
ANA: Hay que llenarla con los datos y firmar…Así, legalmente, el autor de la muerte queda a salvo de todo
riesgo...
PEDRO: ¿Y la policía?...
ANA: Feliz... Lo único que desean ver es la autorización... Ya ni acudo a la comisaría, se las envío por correo...
ANA: Ángel cojo, alas desplumadas, vencido, sin sueño... (Saca una cajita. La muestra. Tiene una aguja
hipodérmica, y una ampolla).
PEDRO: El remedio...
PEDRO: ¿Dolor?
PEDRO: Son increíbles los adelantos... (Ana se abraza a Pedro. Se besan. Suenan cornetas lejanas).
ANA: (Llorosa) Lo que más recuerdo son los niños... ¡Dios, demasiado castigo!... y siempre miran asustados,
sin entender... ¿Cómo van a entender, si acaban de llegar?...
PEDRO: (Se levanta y Ana con él) Allí, Anita... Entre las flores... Vamos (Se dirigen al sector de margaritas)
Me gustará mucho no venir a este parque, no llenarme las venas de peligro, no ensuciarme las manos haciendo
daño a los demás...
33
ANA: (Lloriqueando) Ay Pedro… Eres... ¡Eres tan hermoso!... Lo supe al verte... Incluso cuando intentabas
violarme.
PEDRO: Era una broma... (Se detiene) ¿Te has dado cuenta?
ANA: Es... el final de un camino... (Ana se tiende entre las margaritas. Abre la cajita. Saca la hipodérmica y la
llena con el contenido de la ampolla).
ANA: (Viendo el liquido de la jeringa) Tan limpio... como la piel de un manantial... Abrigo fuerte para un viaje
al invierno... (Le entrega la hipodérmica a Pedro. Le retiene las manos) El dolor me sale por las uñas y gotea en
mis pestañas, Pedro... El dolor se me sale por todos los poros del cuerpo…
PEDRO: Como un sudor... (Pedro se inclina cerca de Ana. Le acaricia la cabeza. Se inicia el ruido del metro).
PEDRO: (Golpea la tierra, llora) Pasa, destructor de parques... Pasa, pasa de una vez... ¡Te odio con todas mis
fuerzas!¡Te odio porque lo destruyes todo!... Pasa y sigue quitándonos… Llévatelo todo… Déjanos sin nada…
Ya no te tengo miedo. Me oíste ¡No te tengo miedo! (Pausa).
ANA: Llora Pedro… Llora cada vez que lo necesites… Las lágrimas que encerramos se añejan en el alma, se
vuelven charcos de agua estancada… Mi mama decía que llorar limpia el alma… Mírame a los ojos Pedro… Ya
no debes temer nada...
ANA: Llené la autorización... está firmada... También está la dirección de la Sociedad Cicuta... Les va gustar
conocerte...
ANA: Claro, tengo muy buen ojo para las nuevas vocaciones... nunca me equivoco... Es... es un poco duro, te lo
advierto, pero siempre será mejor que andar confuso por ahí...
PEDRO: Haré todo lo mejor posible... Como tú... (Acaricia el rostro de Ana) Este parque fue dichoso, Anita...
ANA: Hombres... Hay muchas especies en peligro, como los Carruseles... ¿Qué será de “Bambi”?...
ANA: Pedro estoy tan cansada... Pedro… ¿Qué pasará con Bambi? Se lo llevarán de aquí, en un camión aceitoso,
por carreteras llenas de vallas anunciando alegrías tristes... Quisiera proteger a Bambi como me protegió cuando
yo era niña… (Ana cierra los ojos. La luz se concentra en ellos).
PEDRO: (Besa los ojos de Ana) Piensa en antes, en el parque, cuando las tardes caían sin problemas y sólo se
escuchaba la respiración de los pájaros dormidos...Y el hombre del Carrusel reía y reía y cada vez había más
niños... (Clava la aguja en el brazo de Ana que da un pequeño respingo) Piensa en el rocío que flotaba a las cinco
de la mañana buscando la punta de la hierba... Antes la única rabia que había en este parque era la envidia de las
flores entre sí. Piensa en Bambi llevándote por los aires… Siente los brazos fuertes de tu Padre que te envuelven
en un cálido abrazo de luz…
ANA: (Sonríe) El sueño viene, mi amor… ¡Gracias por todo Pedro! ¡Adiós!
Fin de:
”ENCUENTRO EN EL PARQUE PELIGROSO”
Revisado 16/08/2022
3:28 am
Revisado 28/09/2022
7:55 am