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Durante junio de 2016 una de las palabras más veces impresas en los diarios de
todo el mundo ha sido Brexit, para referirse a uno de los posibles resultados del
referéndum convocado el día 23 en el Reino Unido, para decidir acerca de su
permanencia como Estado miembro de la Unión Europea (UE) o su salida de esta
organización internacional.1 Antes de la consulta popular se hablaba de la
campaña desarrollada por los defensores de una u otra opción, mientras que en
los días posteriores las menciones se sitúan en el eje de los posibles escenarios
ante los que nos encontraremos en el futuro. Si bien la campaña concluía con la
votación, lo ocurrido tras el escrutinio nos conduce a una incertidumbre que no
podremos resolver fácilmente.
CASO BREXIT
Más de cinco años han transcurrido desde que en junio de 2016 el 52% de los
británicos decidiera en referéndum separarse de la Unión Europea, liquidando una
relación de casi cinco décadas. Sí, Reino Unido ya tiene su Brexit, pero ¿a qué
precio?
También los estudiantes se han visto seriamente perturbados por el Brexit, sobre
todo quienes disfrutaban –o tenían pensado hacerlo– del programa Erasmus, el cual
permite la movilidad de alumnos en las universidades europeas. La dificultad
económica para sostener este sistema de estudio ha llevado a Reino Unido a
ofrecer un sustituto, Turing, pero este no considera la llegada de estudiantes
extranjeros a las universidades británicas ni cuenta con las infraestructuras
suficientes para garantizar su viabilidad. Hasta ahora, los universitarios que
querían viajar a Inglaterra abonaban la matrícula en su centro de origen, pero
ahora se verán obligados a asumir íntegramente el coste, por lo que cabe imaginar
que muchos jóvenes descartarán Inglaterra como destino principal.
Por si fuera poco, hay cientos de pequeños detalles diarios que se han visto
alterados. Este es el caso, por ejemplo, del carnet de conducir: los turistas
británicos deben solicitar ahora un carnet internacional, además de una carta
verde y una pegatina que identifique el origen de su automóvil en el caso de que
viaje con él. Y si salen de viaje, además, han de contratar un seguro médico,
puesto que el sistema de salud británico ha dejado de estar vigente.
Otras cuestiones –no menores– quedan pendientes de resolución, como la
itinerancia de datos móviles. Hasta ahora, no suponía un coste adicional utilizar un
operador diferente al contratado dentro de la Unión Europea, pero habrá que ver
qué decide cada compañía telefónica. Solo es posible estar atentos los próximos
meses para calibrar y evaluar con precisión esa letra pequeña en la que no todos
pensaron al votar en referéndum.
CONCLUSIONES
https://ethic.es/2021/10/las-consecuencias-colaterales-del-brexit/
Carrasco Perera, Ángel, “«Brexit» y algunos bonitos problemas jurídicos
que acarrearía la salida británica de la Unión Europea”, Actualidad Jurídica
Aranzadi, núm. 918/2016, 4 de julio de 2016.