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La formación de los tornados sigue albergando muchas incógnitas para los científicos y

meteorólogos que los estudian. Sin embargo sabemos que para que se formen, se tienen que dar
una serie de condiciones meteorológicas especiales. Esta es la secuencia de sucesos que tiene
lugar en la formación de estos devastadores remolinos que pueden transportar coches a
kilómetros de distancia, o destruir tu casa dejando intacta la de tu vecino.

En principio, dos corrientes de aire, una fría y otra caliente convergen en horizontal.

En este encuentro, el aire caliente que debería estar por encima del frío, queda atrapado en un
plano inferior, produciendo que ambas corrientes fluyan a diferentes alturas, de forma paralela y
con direcciones opuestas.

Llegado el momento, la corriente de aire frío y seco comienza a descender, mientras que la otra,
más cálida y húmeda se eleva, produciendo una corriente en forma de tubo giratorio.

Según avanza el proceso, esta corriente de aire tubular comienza a ganar velocidad.

Posteriormente el aire caliente continúa ascendiendo a la vez que el frío desciende, levantando el
vórtice del tornado hacia una posición vertical.

Una vez el vórtice toca el suelo, la corriente de aire acelera nuevamente, produciéndose el
remolino en forma de trompo tan característico de los tornados.

A continuación, mientras que el aire frío desciende alrededor de los flancos del trompo, el flujo de
aire caliente atrapado bajo la primera, encuentra, a través del vórtice, una vía de ascenso idónea,
por lo que siguiendo esta ruta, comienza a elevarse en vertical de forma mucho más violenta y
masiva.

Este desplazamiento genera un efecto de “aspiración”, razón por la cual los tornados pueden
levantar vehículos e incluso viviendas haciéndolas volar literalmente.

Llegado el momento en el que ambos flujos de aire, tanto el caliente ascendente como el frío que
desciende, alcanzan valores constantes, el viento en el interior del “trompo” puede registrar
velocidades de hasta 480 kilómetros por hora.

Un tornado de estas características, cuyo vórtice puede alcanzar la distancia récord de 4,1
kilómetros de diámetro -registrada en el tornado bautizado como “El Reno”, que se produjo en el
estado de Oklahoma en mayo de 2013- también puede desplazarse sobre el terreno hasta los 180
kilómetros por hora.

Uno de los desastres naturales que afectan a gran parte de Argentina son los tornados. En 2006,
un estudio de la NASA identificó a nivel mundial las áreas donde se producen las tormentas más
intensas con vientos de hasta 200 km/h y concluyeron en que, además de Estados Unidos, estas se
dan, también, al este de la Cordillera de los Andes, en Argentina.

Si bien estos fenómenos suceden en todo el territorio, las zonas más propensas son el centro y el
norte de la provincia de Buenos Aires, el este de Córdoba y el sur y centro de Santa Fe, debido a
las condiciones climáticas del país en primavera y verano. La mayor cantidad se producen en zonas
rurales, las cuales sufren grandes destrozos y pérdidas materiales para la población. El último
tornado se registró en la localidad de Tigre el pasado 10 de mayo.
María Luisa Altige, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET) y doctora en ciencias meteorológicas, afirmó que, sólo en Buenos Aires, al menos un
pueblo por año es afectado en forma directa por este fenómeno. En diciembre de 2017, un
tornado pasó por la localidad de Fulton, partido de Tandil, donde las personas afectadas lograron
captar el momento con su celular. Ángel Peralta, uno de los perjudicados, relató en una entrevista
a Telenoche: “Primero levantó el techo y después se llevó todo. Tuve unos rasguñones no más.
Podría haber sido peor, pero nos quedamos sin nada”.

“Me escondí en la habitación, temblaban las puertas y escuché cuando explotaron mis ventanales.
Fueron cinco minutos pero pareció una eternidad”, contó Roxana Verdún, quien presenció un
tornado mientras estaba en su departamento en Villa Domínico, partido de Avellaneda, en marzo
de 2010. Ambas víctimas afirmaron que conviven con el miedo de que vuelva a suceder.

Luis Rosso, meteorólogo del Centro Argentino de Meteorólogos y especialista en tornados, explicó
que el Servicio Meteorológico Nacional emite pronósticos del tiempo, alertas meteorológicas y
avisos de corto plazo: “Cuando están dadas las condiciones para que ocurran estos
acontecimientos, se indica la posibilidad de vientos intensos, ráfagas, granizo y lluvias. Luego, y
con mayor precisión, se emiten alertas para zonas determinadas que se van renovando cada seis
horas”, agregó. “Las precauciones que se toman en esas localidades son para las tormentas
severas con fuertes vientos, porque es en esos casos donde, posiblemente, se crean los tornados”,
aclaró el meteorólogo Rosso y comentó que la fuerza de cada uno puede variar entre F0 y F5 –
escala Fujita, creada en 1971 por Tetsuya Fujita, meteorólogo de la Universidad de Chicago– y está
determinada, de menor a mayor, por los destrozos ocasionados.

Martín Herrero, coordinador de Defensa Civil de Bragado –provincia de Buenos Aires–, comentó
que, ante la posibilidad de tornados, se crea una alerta y, a través de la prensa, se le informa a la
población para que tome los recaudos de seguridad necesarios para enfrentarlo: “Se les aconseja
no dejar objeto sueltos en patios, terrazas o balcones; cerrar bien las ventanas y puertas; alejarse
de árboles y todas aquellas cosas que puedan llegar a caer o volar por efecto de los vientos
fuertes; y no circular por las calles ni a pie, ni en ningún vehículo poniéndose a resguardo seguro”,
agregó.

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