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PREHISTORIA
de ROCHA
Apuntes sobre poblamiento temprano
de estas tierras
El Ministerio de Educación y Cultura y
la Intendencia Departamental de Rocha
dieron comienzo a un Proyecto
Editorial con la publicación, en mayo
de 2012, de ‘'Cuentos”, libro que
incluyó los relatos premiados en el
Concurso Departamental de Cuentos
“Felisberto Hernández”, edición 2011
(Serie III, Número 1).
COMUNA l>t
ROCHA
mee
Declarado de interés por
CURE
Intendente Departamental de Rocha
Sr. Artigas Barrios
Comisión de Publicaciones
Prof. Néstor de la Llana
(Coordinador de Proyecto Editorial)
Fotos de tapa y contratapa: Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI) - Uruguay. Boleadora y rompecabe
zas encontrados en Laguna Negra - Rocha.
ISBN: 978-9974-99-181-1
Impreso en Uruguay
Queda hecho el depósito que previene la ley
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legales previstos, la
reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el
tratamiento informático, el alquiler o cualquier forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito
del titular del copyright.
E
ría Élida Marquizo”, de la ciudad de Rocha, Renzo Pi
Hugarte, un referente de la cultura uruguaya, hijo de
Wilfredo Pi, periodista y crítico literario róchense. El
Maestro estuvo en el Centro sólo dos horas, pero nos hizo má
ricos: al compartir un café y dejar fluir su palabra sabia y serena (en
la foto, con el Director del Centro y con el Lie. Marcelo Bruno, ex
alumno de Pi Hugarte); luego, al desarrollar ante nuestro público
su exposición clara y conceptualmente brillante sobre “La antropo
logía como ciencia”.
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Meses después, la Comisión de Publicaciones le pidió que prolo
gara este libro. El Maestro aceptó gustosamente la invitación, pero
no pudo ser: Renzo Pi Hugarte falleció el 15 de agosto de 2012.
El conjunto de cinco artículos aquí incluidos, escritos por an
tropólogos y docentes de enorme prestigio en la investigación del
pasado, constituye para la Comisión un alto logro en la aspiración
de conformar una Biblioteca róchense de variada temática y eleva
da calidad.
Por encima de todas estas consideraciones, “Prehistoria de Ro
cha” es un homenaje a los pioneros, a los primeros hurgadores del
pasado lejano, y es un tributo a dos grandes historiadores, antro
pólogos y docentes, a quienes “nada de lo humano les fue ajeno”.
Hablamos de Renzo Pi Hugarte y de Daniel Vidart, su entrañable
amigo, quien especialmente nos escribió una semblanza evocado
ra de la personalidad de Renzo, ahora ausente. Con sus palabras,
Vidart lo invita a compartir un mate y a continuar un infinito diá
logo, porque, como diría Miguel Hernández, “tenemos que hablar
de muchas cosas/compañero del alma, compañero”. Las palabras
de Daniel Vidart son un testimonio, vivenciado hasta la médula,
de la sencillez, vocación, pasión, entrega y rigurosidad por el saber
de quien/es entregaron y entregan su vida a la auténtica misión de
aprender, enseñar, aprender siempre.
El agradecimiento enorme a Daniel Vidart por su mensaje, que
es mucho más que un emocionado recuerdo del amigo hermano
del alma: es una lección de vida.
Comisión de Publicaciones
Julio de 2015
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A la memoria de Renzo Pi Hugarte.
RENZO
Daniel Vidart
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sido imposible. Eso llegó más tarde. En tiempos diferentes pero
sobre un mismo espacio, vos por tu lado y yo por el mío, apren
dimos, recorriendo la patria, el oficio de peregrinos que nos ama
drinó para luego conocer el mundo, y así, sin dejar de ser paisanos
con lecturas, nos hicimos caminantes, nos amigamos con la Tierra,
con sus pueblos y sus paisajes, para aprender en el camino lo que
no enseñan los libros.
Dejame tomar un resuello, hermano. Y venga otro cimarrón,
con la panza bien caliente, que a los dos nos gusta saborearlo como
se debe, en “galleta” y no en “porongo”.
Sigo enlazando recuerdos. Y te tiro con las señas: Calle Constitu
yente, Instituto de Estudios Superiores. No me acuerdo del núme
ro de puerta, que viene a ser como la cáscara, pero sí del gusto del
grano. Y este de veras que resultó sabroso.
Yo había comenzado a dictar, allá por el 1953, un curso sobre
Sociología Rural Uruguaya. Cuando la linda tropa de muchachos
entró por vez primera a clase, cerrando la marcha, apurando el paso
para no llegar tarde, cayeron dos, el uno petizón, de fuerte mira
da y paso resuelto, y el otro larguirucho, puro espíritu, como lo
contaban su pinta de monje y las brasas azules sus ojos. En la lista
figuraban como Renzo Pi Hugarte y Germán Wettstein. No sabía
entonces que esa yunta y yo Íbamos a formar, con el tiempo, un
triángulo de amistad generosa e indestructible, que iría mas allá de
la muerte.
Con lo poco que pude enseñarte en aquellos cursos sobre las
sociedades de tierra adentro emprendiste de inmediato, junto con
el inseparable Germán, el estudio del Rancherío de Las Cañas. Una
hermosa monografía, la aurora de dos talentos que ya trepaban ha
cia el mediodía. Y desde entonces nos acostumbramos a pensar jun
tos, a sentir juntos, y formamos un trío que sólo con evocarlo me
emociona. Así empezó la cosa, Renzo, y por eso la seguimos ahora,
mateando y proseando. Una mitad tuya en no sé qué estrella. La
otra mitad acá, conmigo. Y yo en este pedazo de tierra, en la que
todavía hago sombra.
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Pero unidos siempre, con Germán a nuestro lado, siquiera con
el pensamiento. Por estos días nos acompaña. Ya estamos acostum
brados: como una golondrina, va y vuelve de la Sierra Nevada de
Mérida, Venezuela al norte. Pero, lejos o cerca, no se le cae de los
labios la palabra Nosotros.
Y ahora que hablé de Venezuela, debo recordar que durante la
dictadura anduvimos desparramados por Sudamérica, esta patria
grande que nos llama, tantas veces nombrada por Artigas, quien
procuraba la unánime liberación del continente.
Vos en Buenos Aires primero, luego en Perú y finalmente en
Ecuador. Yo comencé el exilio en Chile, seguí en Colombia y por
un año y medio viajé de Bogotá a Caracas los lunes a primera hora
y por la noche del viernes ya estaba entre los cachacos cordilleranos.
Germán vivía y hacía escuela, dictando cursos memorables, en Ve
nezuela, en Mérida de los Caballeros, de la que nunca supe, desde
que la visité, si era una Universidad archipiélago en un mar urbano
o una ciudad con una Universidad metida adentro. Cuando llegó
el momento de juntarnos, desde la UNESCO, que me había reclu
tado en sus filas de expertos en ciencias humanas, te tiré un cabo a
Quito, y vos te viniste para la sabana alta, y desde allí te mandaron
al Putumayo y escribiste un sazonado estudio sobre las migraciones
interfronterizas. Un libro que por acá no se conoce, que se desta
ca entre los tuyos, todos serviciales, todos de primera línea, todos
trepados en el mangrullo de la excelencia. Pero lo lindo fue que
Germán pegó un volido desde Mérida y los tres nos juntamos en el
altiplano de los chibchas y allí compartimos semanas inolvidables
de fraterna alegría.
Contar todo lo que sos y lo que fuiste a lo largo de una vida de
macho valiente, de hombre con mayúscula, de inteligencia deslum
brante, de memoria prodigiosa, de palabra entradora, de bohemia
sonriente, de corazón tan bueno que te llevó sin dolor, sin pedirnos
permiso, sumándole un sueño largo al sueño cortito de un pensador
sin alivios, es cosa peliaguda. Contar lo que sos y lo que fuiste daría
para días y días, enhebrando los atardeceres con las madrugadas.
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Y hablando de madrugadas, más de una vez, a las tres o cuatro,
cuando era todavía noche cerrada, me golpeabas la ventana, decías
tu nombre, y al tiro yo me espabilaba y gritaba, “ya voy, hermano”,
y al abrirte la puerta y abrazarte te decía, entra nomás, que tengo un
vinito para empinar el codo juntos. Y allí estabas vos, con la viola
al hombro, al aire del verano tu pecho peludo, con esos ojos siem
pre brillantes y la alegría a flor de sonrisa. Y al ratito ya estábamos
menudeándole a los tragos y vos, al primer rasguido del encordado,
me regalabas un tango, estirando las vocales, con la voz tan suave
como el paso de un gato de monte.
Ambos fuimos incansables viajeros del mundo. Vos, como Ore
llana, como el loco asesino Lope de Aguirre, navegaste por todo el
Amazonas junto con Germán y otros muchachos audaces y maravi
llosos, a puro coraje y entusiasmo. Germán también se metió a las
leguas en el bolsillo, llenó de dedos la cara del planeta y se doctoró
cum laude de Geógrafo Humano en Francia. Ya hay muchos libros
inolvidables tras su huella de ser pensante y, sobre todo, sintiente.
Por mi parte, le di dos veces la vuelta a este hogar terrestre todavía
azul a la distancia. Caminé por los desiertos fríos de toda Siberia,
entre la taigá y la tundra, por los guijarros amarillentos del Gobi,
por los picos altos de los Andes, por el Sudán de mujeres como
estatuas de oscura belleza y hombres como torres de ébano, por
toda la Europa que tan bien conociste, con muchas temporadas
en ese París que, como vos, me lo caminaba a pata, desde la Tour
Eiffel a los jardines de Luxemburgo, desde Montmartre al Museo
del Hombre, fundado por mi maestro Paúl Rivet.
¡Cuántas cosas compartimos, Renzo! A los dos nos gustó la an
tropología desde el pique, porque nunca nada de lo humano nos
fue ajeno. Amábamos la vida, y como fuimos y somos dos criaturas
falibles en procura de enderezar lo torcido del mundo, aunque sin
poder con los defectos que nos andaban por dentro, muchas veces
le dimos a la herradura y otras tantas al clavo. Cosa curiosa, siem
pre entendimos que los amigos se quieren más por los defectos que
por las virtudes. Y así conocimos el amor, la tristeza, la lealtad y el
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encono del otro, las pieles nocturnas de las mujeres en ascuas, el
llamado de la política, los largos desvelos en nuestras bibliotecas,
consultando libros bien pensados y mejor escritos. Y también los
escribimos — vos la mejor etnohistoria del Uruguay, yo una atrevida
prehistoria, entre un largo otoño de hojas pensativas llevadas por el
viento- y peleamos contra los fundadores de la mítica Charrulan-
dia, y lo hicimos en nombre del respeto que merecen aquellos nó
madas valerosos, carnavalizados por los que se proclaman charrúas
redivivos y celebran ridiculas parodias, unos mentirosos sumideros
donde se hunde la grandeza de un antiguo coraje.
Fuimos también los primeros en investigar “el legado de los
inmigrantes”, cuando aquella aventura del intelecto que se llamó
Nuestra Tierra nos ayudó a caminar juntos, desafiando a cada paso
nuestro afán por conocer, nuestra vocación por el juicioso pensa
miento, por la ceñida escritura, por el ejercicio de una pedagogía al
servicio del pueblo, cuyo llamado sentimos siempre y atendimos en
la medida de nuestras fuerzas. Una praxis desinteresada, hermano,
como la que nos legó aquel barbudo del Manifiesto y tanta desoída
profecía. De tal modo pudimos entregar a los lectores lo que in
vestigamos con honestidad y escribimos con premura, procurando
que fuera como el higo maduro cuando brota esa dorada gotita de
miel.
Buscamos perfeccionarnos, para no dar puntadas sin nudo. Vos
te fuiste a Francia, a recibir la enseñanza de los grandes, como lo
fueron Leroi- Gourhan y Lévi-Strauss, entre otros, y viviste las jor
nadas del mayo del 68, a esperanza alzada, a pecho descubierto, a
grito pelado. Uno de los graffiti sintetizó lo que fue aquel incendio
de almas: “Debajo de los adoquines está la playa”.
Esa fue nuestra divisa, hermano. Los tres, vos, Germán y yo he
mos estado levantando adoquines desde que nos conocimos, pro
curando ir desde la apariencia a la esencia, desde el fenómeno al
hecho, desde lo oscuro a lo claro.
Cuida que no se nos enfríe el agua, y dale vuelta al mate, que
todavía rinde. Estás lleno de salud, hermano. El alma te brilla como
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una luz buena, que las malas ya no joden: las apagaste a conciencia
limpia, a humanidad pura. Sos, como siempre fuiste, todo un hom
bre. No vas a tener que esperarme mucho rato. Está amaneciendo.
Ya veo brillar el Lucero del Alba. El último cimarrón que cebaste,
para mí y los muchos que tanto te deben, era una delicia. Siempre
tuviste buena mano para todo, Renzo querido que estás en una
estrella.
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“Prehistoria de Rocha. Apuntes sobre poblamiento temprano de
estas tierras” es un conjunto de trabajos sobre el pasado remoto
del territorio que hoy, en parte, ocupa el departamento de Rocha.
ISBN: 978-9974-99-181-1
SERIE 1
PREHISTORIA DE ROCHA NÚMERO 1