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PREHISTORIA
de ROCHA
Apuntes sobre poblamiento temprano
de estas tierras
El Ministerio de Educación y Cultura y
la Intendencia Departamental de Rocha
dieron comienzo a un Proyecto
Editorial con la publicación, en mayo
de 2012, de ‘'Cuentos”, libro que
incluyó los relatos premiados en el
Concurso Departamental de Cuentos
“Felisberto Hernández”, edición 2011
(Serie III, Número 1).

En noviembre de 2012 apareció


“Antología de la poesía róchense de
ayer y de hoy” (Serie II, número 1) y
próximamente será editado el segundo
volumen, que incluirá un suplemento
con los trabajos galardonados en 2012
en el Concurso Departamental de
Poesía “Enrique Silva”.

Con el libro “Prehistoria de Rocha” se


inicia la Serie I. destinada a
investigaciones en el área de las
Ciencias.

Las tres series del proyecto apuntan a


la conformación de una Biblioteca
róchense de temas y autores que
revelen la esencia de la identidad y
patrimonio departamentales.
PREHISTORIA DE ROCHA
Apuntes sobre poblamiento temprano
de estas tierras

COMUNA l>t
ROCHA
mee
Declarado de interés por

CURE
Intendente Departamental de Rocha
Sr. Artigas Barrios

Ministro de Educación y Cultura


Dr. Ricardo Ehrlich

Director de Departamento de Cultura (I.D.R)


Sr. Fernando Rótulo

Comisión de Publicaciones
Prof. Néstor de la Llana
(Coordinador de Proyecto Editorial)

Dr. Néstor Rodríguez Bumia


Prof. Flora Vero
Prof. Juan Luis Martínez
Antropólogo Marcelo Bruno

Fotos de tapa y contratapa: Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI) - Uruguay. Boleadora y rompecabe­
zas encontrados en Laguna Negra - Rocha.

PREHISTORIA DE ROCHA. Apuntes sobre poblamiento temprano de estas tierras


Primera edición en Uruguay: Agosto de 2013.

ISBN: 978-9974-99-181-1

Impreso en Uruguay
Queda hecho el depósito que previene la ley

Diseño interior y de tapa: Augusto Giussi

Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legales previstos, la
reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el
tratamiento informático, el alquiler o cualquier forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito
del titular del copyright.

Depósito Legal: 362-515/13


Comisión del Papel
Edición amparada al Decreto 218/96
PRESENTACIÓN

l 26 de setiembre de 2011 llegó al Centro Cultural “Ma­

E
ría Élida Marquizo”, de la ciudad de Rocha, Renzo Pi
Hugarte, un referente de la cultura uruguaya, hijo de
Wilfredo Pi, periodista y crítico literario róchense. El
Maestro estuvo en el Centro sólo dos horas, pero nos hizo má
ricos: al compartir un café y dejar fluir su palabra sabia y serena (en
la foto, con el Director del Centro y con el Lie. Marcelo Bruno, ex
alumno de Pi Hugarte); luego, al desarrollar ante nuestro público
su exposición clara y conceptualmente brillante sobre “La antropo­
logía como ciencia”.

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Meses después, la Comisión de Publicaciones le pidió que prolo­
gara este libro. El Maestro aceptó gustosamente la invitación, pero
no pudo ser: Renzo Pi Hugarte falleció el 15 de agosto de 2012.
El conjunto de cinco artículos aquí incluidos, escritos por an­
tropólogos y docentes de enorme prestigio en la investigación del
pasado, constituye para la Comisión un alto logro en la aspiración
de conformar una Biblioteca róchense de variada temática y eleva­
da calidad.
Por encima de todas estas consideraciones, “Prehistoria de Ro­
cha” es un homenaje a los pioneros, a los primeros hurgadores del
pasado lejano, y es un tributo a dos grandes historiadores, antro­
pólogos y docentes, a quienes “nada de lo humano les fue ajeno”.
Hablamos de Renzo Pi Hugarte y de Daniel Vidart, su entrañable
amigo, quien especialmente nos escribió una semblanza evocado­
ra de la personalidad de Renzo, ahora ausente. Con sus palabras,
Vidart lo invita a compartir un mate y a continuar un infinito diá­
logo, porque, como diría Miguel Hernández, “tenemos que hablar
de muchas cosas/compañero del alma, compañero”. Las palabras
de Daniel Vidart son un testimonio, vivenciado hasta la médula,
de la sencillez, vocación, pasión, entrega y rigurosidad por el saber
de quien/es entregaron y entregan su vida a la auténtica misión de
aprender, enseñar, aprender siempre.
El agradecimiento enorme a Daniel Vidart por su mensaje, que
es mucho más que un emocionado recuerdo del amigo hermano
del alma: es una lección de vida.

Comisión de Publicaciones
Julio de 2015

Prof. Néstor de la Llana - Coordinador


Dr. Néstor Rodríguez Burnia
Prof. Flora Vero
Prof. Juan Luis Martínez
Lie. Marcelo Bruno

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A la memoria de Renzo Pi Hugarte.
RENZO

Daniel Vidart

odavía hay tiempo para otro mate, hermano. Así esta


bien, con una golillita de espuma alrededor de la bom­
billa.
Como recordábamos hace un rato, hoy es la noche de
la nostalgia. Ni vos ni yo la conocemos. Ni la vamos a celebrar.
Hemos vivido echando p'adelante. Siempre animados por la espe­
ranza, por las ganas de ser y hacer. Pero sin pialar a la nostalgia, en
la ida y vuelta de esta mateada, podemos, Renzo querido, celebrar
estos 60 años de amistad, que no pasaron al santo botón.
Podemos, sí, recordar que tenemos todavía en la memoria el olor
a pasto tierno del Uruguay profundo; vos el de los pagos de Du­
razno, donde canta el Yí ; yo, el de Paysandú, tierra de valientes.
Y a ser valientes nos exigieron a los dos, desde chicos, y tuvimos
por profesores a viejos cuchilleros que nos enseñaron a abarajar, a
vistear, a cargar siempre con un fiyingo, a estar siempre prevenidos.
Cuando recitábamos mano a mano el Martín Fierro, que para eso
nuestros genes trajeron en la mochila de la especie dos prodigiosas
memorias, nos mirábamos a los ojos cuando le tocaba el turno a
aquellos versos que decían: “Las armas son necesarias/ pero naides
sabe cuándo;/ Ansina, si andás pasiando/ y de noche sobre todo,/
debes llevarlas de modo/que al salir salgan cortando.”
Por ese entonces, durante la niñez y adolescencia no nos cono­
cíamos todavía. Yo te llevo 14 años, así que, de todos modos, habría

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sido imposible. Eso llegó más tarde. En tiempos diferentes pero
sobre un mismo espacio, vos por tu lado y yo por el mío, apren­
dimos, recorriendo la patria, el oficio de peregrinos que nos ama­
drinó para luego conocer el mundo, y así, sin dejar de ser paisanos
con lecturas, nos hicimos caminantes, nos amigamos con la Tierra,
con sus pueblos y sus paisajes, para aprender en el camino lo que
no enseñan los libros.
Dejame tomar un resuello, hermano. Y venga otro cimarrón,
con la panza bien caliente, que a los dos nos gusta saborearlo como
se debe, en “galleta” y no en “porongo”.
Sigo enlazando recuerdos. Y te tiro con las señas: Calle Constitu­
yente, Instituto de Estudios Superiores. No me acuerdo del núme­
ro de puerta, que viene a ser como la cáscara, pero sí del gusto del
grano. Y este de veras que resultó sabroso.
Yo había comenzado a dictar, allá por el 1953, un curso sobre
Sociología Rural Uruguaya. Cuando la linda tropa de muchachos
entró por vez primera a clase, cerrando la marcha, apurando el paso
para no llegar tarde, cayeron dos, el uno petizón, de fuerte mira­
da y paso resuelto, y el otro larguirucho, puro espíritu, como lo
contaban su pinta de monje y las brasas azules sus ojos. En la lista
figuraban como Renzo Pi Hugarte y Germán Wettstein. No sabía
entonces que esa yunta y yo Íbamos a formar, con el tiempo, un
triángulo de amistad generosa e indestructible, que iría mas allá de
la muerte.
Con lo poco que pude enseñarte en aquellos cursos sobre las
sociedades de tierra adentro emprendiste de inmediato, junto con
el inseparable Germán, el estudio del Rancherío de Las Cañas. Una
hermosa monografía, la aurora de dos talentos que ya trepaban ha­
cia el mediodía. Y desde entonces nos acostumbramos a pensar jun­
tos, a sentir juntos, y formamos un trío que sólo con evocarlo me
emociona. Así empezó la cosa, Renzo, y por eso la seguimos ahora,
mateando y proseando. Una mitad tuya en no sé qué estrella. La
otra mitad acá, conmigo. Y yo en este pedazo de tierra, en la que
todavía hago sombra.

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Pero unidos siempre, con Germán a nuestro lado, siquiera con
el pensamiento. Por estos días nos acompaña. Ya estamos acostum­
brados: como una golondrina, va y vuelve de la Sierra Nevada de
Mérida, Venezuela al norte. Pero, lejos o cerca, no se le cae de los
labios la palabra Nosotros.
Y ahora que hablé de Venezuela, debo recordar que durante la
dictadura anduvimos desparramados por Sudamérica, esta patria
grande que nos llama, tantas veces nombrada por Artigas, quien
procuraba la unánime liberación del continente.
Vos en Buenos Aires primero, luego en Perú y finalmente en
Ecuador. Yo comencé el exilio en Chile, seguí en Colombia y por
un año y medio viajé de Bogotá a Caracas los lunes a primera hora
y por la noche del viernes ya estaba entre los cachacos cordilleranos.
Germán vivía y hacía escuela, dictando cursos memorables, en Ve­
nezuela, en Mérida de los Caballeros, de la que nunca supe, desde
que la visité, si era una Universidad archipiélago en un mar urbano
o una ciudad con una Universidad metida adentro. Cuando llegó
el momento de juntarnos, desde la UNESCO, que me había reclu­
tado en sus filas de expertos en ciencias humanas, te tiré un cabo a
Quito, y vos te viniste para la sabana alta, y desde allí te mandaron
al Putumayo y escribiste un sazonado estudio sobre las migraciones
interfronterizas. Un libro que por acá no se conoce, que se desta­
ca entre los tuyos, todos serviciales, todos de primera línea, todos
trepados en el mangrullo de la excelencia. Pero lo lindo fue que
Germán pegó un volido desde Mérida y los tres nos juntamos en el
altiplano de los chibchas y allí compartimos semanas inolvidables
de fraterna alegría.
Contar todo lo que sos y lo que fuiste a lo largo de una vida de
macho valiente, de hombre con mayúscula, de inteligencia deslum­
brante, de memoria prodigiosa, de palabra entradora, de bohemia
sonriente, de corazón tan bueno que te llevó sin dolor, sin pedirnos
permiso, sumándole un sueño largo al sueño cortito de un pensador
sin alivios, es cosa peliaguda. Contar lo que sos y lo que fuiste daría
para días y días, enhebrando los atardeceres con las madrugadas.

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Y hablando de madrugadas, más de una vez, a las tres o cuatro,
cuando era todavía noche cerrada, me golpeabas la ventana, decías
tu nombre, y al tiro yo me espabilaba y gritaba, “ya voy, hermano”,
y al abrirte la puerta y abrazarte te decía, entra nomás, que tengo un
vinito para empinar el codo juntos. Y allí estabas vos, con la viola
al hombro, al aire del verano tu pecho peludo, con esos ojos siem­
pre brillantes y la alegría a flor de sonrisa. Y al ratito ya estábamos
menudeándole a los tragos y vos, al primer rasguido del encordado,
me regalabas un tango, estirando las vocales, con la voz tan suave
como el paso de un gato de monte.
Ambos fuimos incansables viajeros del mundo. Vos, como Ore­
llana, como el loco asesino Lope de Aguirre, navegaste por todo el
Amazonas junto con Germán y otros muchachos audaces y maravi­
llosos, a puro coraje y entusiasmo. Germán también se metió a las
leguas en el bolsillo, llenó de dedos la cara del planeta y se doctoró
cum laude de Geógrafo Humano en Francia. Ya hay muchos libros
inolvidables tras su huella de ser pensante y, sobre todo, sintiente.
Por mi parte, le di dos veces la vuelta a este hogar terrestre todavía
azul a la distancia. Caminé por los desiertos fríos de toda Siberia,
entre la taigá y la tundra, por los guijarros amarillentos del Gobi,
por los picos altos de los Andes, por el Sudán de mujeres como
estatuas de oscura belleza y hombres como torres de ébano, por
toda la Europa que tan bien conociste, con muchas temporadas
en ese París que, como vos, me lo caminaba a pata, desde la Tour
Eiffel a los jardines de Luxemburgo, desde Montmartre al Museo
del Hombre, fundado por mi maestro Paúl Rivet.
¡Cuántas cosas compartimos, Renzo! A los dos nos gustó la an­
tropología desde el pique, porque nunca nada de lo humano nos
fue ajeno. Amábamos la vida, y como fuimos y somos dos criaturas
falibles en procura de enderezar lo torcido del mundo, aunque sin
poder con los defectos que nos andaban por dentro, muchas veces
le dimos a la herradura y otras tantas al clavo. Cosa curiosa, siem­
pre entendimos que los amigos se quieren más por los defectos que
por las virtudes. Y así conocimos el amor, la tristeza, la lealtad y el

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encono del otro, las pieles nocturnas de las mujeres en ascuas, el
llamado de la política, los largos desvelos en nuestras bibliotecas,
consultando libros bien pensados y mejor escritos. Y también los
escribimos — vos la mejor etnohistoria del Uruguay, yo una atrevida
prehistoria, entre un largo otoño de hojas pensativas llevadas por el
viento- y peleamos contra los fundadores de la mítica Charrulan-
dia, y lo hicimos en nombre del respeto que merecen aquellos nó­
madas valerosos, carnavalizados por los que se proclaman charrúas
redivivos y celebran ridiculas parodias, unos mentirosos sumideros
donde se hunde la grandeza de un antiguo coraje.
Fuimos también los primeros en investigar “el legado de los
inmigrantes”, cuando aquella aventura del intelecto que se llamó
Nuestra Tierra nos ayudó a caminar juntos, desafiando a cada paso
nuestro afán por conocer, nuestra vocación por el juicioso pensa­
miento, por la ceñida escritura, por el ejercicio de una pedagogía al
servicio del pueblo, cuyo llamado sentimos siempre y atendimos en
la medida de nuestras fuerzas. Una praxis desinteresada, hermano,
como la que nos legó aquel barbudo del Manifiesto y tanta desoída
profecía. De tal modo pudimos entregar a los lectores lo que in­
vestigamos con honestidad y escribimos con premura, procurando
que fuera como el higo maduro cuando brota esa dorada gotita de
miel.
Buscamos perfeccionarnos, para no dar puntadas sin nudo. Vos
te fuiste a Francia, a recibir la enseñanza de los grandes, como lo
fueron Leroi- Gourhan y Lévi-Strauss, entre otros, y viviste las jor­
nadas del mayo del 68, a esperanza alzada, a pecho descubierto, a
grito pelado. Uno de los graffiti sintetizó lo que fue aquel incendio
de almas: “Debajo de los adoquines está la playa”.
Esa fue nuestra divisa, hermano. Los tres, vos, Germán y yo he­
mos estado levantando adoquines desde que nos conocimos, pro­
curando ir desde la apariencia a la esencia, desde el fenómeno al
hecho, desde lo oscuro a lo claro.
Cuida que no se nos enfríe el agua, y dale vuelta al mate, que
todavía rinde. Estás lleno de salud, hermano. El alma te brilla como

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una luz buena, que las malas ya no joden: las apagaste a conciencia
limpia, a humanidad pura. Sos, como siempre fuiste, todo un hom­
bre. No vas a tener que esperarme mucho rato. Está amaneciendo.
Ya veo brillar el Lucero del Alba. El último cimarrón que cebaste,
para mí y los muchos que tanto te deben, era una delicia. Siempre
tuviste buena mano para todo, Renzo querido que estás en una
estrella.

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“Prehistoria de Rocha. Apuntes sobre poblamiento temprano de
estas tierras” es un conjunto de trabajos sobre el pasado remoto
del territorio que hoy, en parte, ocupa el departamento de Rocha.

La Comisión de Publicaciones pensó que era necesario


compendiar parte de los estudios existentes, incorporar
investigaciones recientes, y rendir homenaje a los pioneros.

Nos enorgullece iniciar la Serie I de la Biblioteca róchense con un


libro que recoge investigaciones de José María López Mazz,
Leonel Cabrera, Jesús Perdomo, Camila Gianotti, Martín
Dabezies y Laura del Puerto.

ISBN: 978-9974-99-181-1

SERIE 1
PREHISTORIA DE ROCHA NÚMERO 1

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