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I. CONTENIDOS.
Primera Unidad.
“Bases de la Institucionalidad” (7 clases)
Segunda Unidad.
“Nacionalidad, Ciudadanía, Sufragio, Sistema Electoral y Justicia Electoral” (2 clases)
Tercera Unidad.
“Presidente de la República y Administración Interior” (6 clases)
Cuarta Unidad.
“Congreso Nacional y Formación de la Ley” (10 clases)
Quinta Unidad.
“Tribunales de Justicia y Ministerio Público” (4 clases)
Sexta Unidad.
“Tribunal Constitucional y Contraloría General de la República” (6 clases)
Séptima Unidad.
“Fuerzas Armadas y Consejo de Seguridad Nacional” (1 clase)
Octava Unidad.
“Banco Central” (1 clase)
Novena Unidad.
“Reforma de la Constitución” (1 clase)
II. EVALUACION.
1. Ensayo.
Cada alumno debe realizar, de manera individual y separada, un ensayo escrito de no más de 7
(siete) páginas de extensión, referido a alguno de los aspectos de la Constitución Política de 1980 que
se abordan durante el presente curso, elegido libremente por él.
El ensayo puede ser entregado por el alumno hasta el término de la clase del día Martes 6 de
Junio de 2017. No se admiten entregas sucesivas ni parciales. El primer texto que sea entregado por
el alumno será considerado, para todos los efectos, como la versión definitiva de su ensayo.
El ensayo debe contemplar tres partes: una introducción o planteamiento de la tesis, un
desarrollo (a lo menos, un argumento a favor de la tesis y la refutación de un argumento en contra), y
una conclusión.
El ensayo no puede contener resumenes de todo o parte de los contenidos del programa del
curso. Las citas están permitidas (aunque no es obligatorio incluirlas), deben estar claramente
identificadas (entre comillas en el texto), y la referencia debe hacerse de conformidad a las normas de
citación de la Revista Chilena de Derecho que se pueden encontrar en:
http://www.scielo.cl/revistas/rchilder/einstruc.htm
El ensayo se califica con una nota de entre 1,0 (uno coma cero) a 7,0 (siete coma cero),
expresada con un decimal. Esa nota está compuesta en un 30% por la calificación de la Ortografía y
Redacción, y en un 70% por la calificación del contenido del ensayo. La no presentación del trabajo
dentro de plazo se califica con la nota 1,0 (uno coma cero).
La nota del ensayo tiene una ponderación de un 10% para la determinación de la nota final del
curso.
2. Primera Prueba.
Todos los alumnos deben rendir una prueba escrita el día Viernes 31 de Marzo de 2017.
Esta prueba se refiere exclusivamente a los siguientes textos:
a) “El Problema del Costo Social”.
Ronald Coase. Revista Estudios Públicos. Nº 45. 1992.
b) “Individualismo: el verdadero y el falso”.
Friedrich Von Hayek. Revista Estudios Públicos. Nº 22. 1986.
c) “Selección de escritos políticos y económicos de Milton Friedman”.
Harald Beyer (compilador). Revista Estudios Públicos. Nº 60. 1995.
d) “¿Cuándo hay un buen sistema regulatorio? Criterios de Legitimidad”
Juan José Romero Guzmán. Actas XXXIV Jornadas de Derecho Público. 2004
e) “El proceso legislativo sin romance: implicancias para el diseño constitucional
chileno”.
José Francisco García García. Revista Ius et Praxis. Año 14. Nº 2. 2008.
f) “Igualdad, envidia, explotación y temas afines”.
Robert Nozick. Revista Estudios Públicos. Nº 36. 1989.
g) “El interés propio y la Constitución”.
Richard Epstein. Revista Estudios Públicos. Nº 35. 1989.
h) “Fortalezas y debilidades de la Constitución actual”
Miguel Angel Fernández González en “¿Nueva Constitución o Reforma? Nuestra propuesta:
evolución constitucional.” José Francisco García García (coordinador). Thomson Reuters.
Santiago. 2014.
La nota de esta prueba tiene una ponderación de un 20% para la determinación de la nota
final del curso.
3. Segunda Prueba.
Todos los alumnos deben rendir una prueba oral en la fecha fijada por la Facultad de Derecho,
a saber, el día Viernes 19 de Mayo de 2017.
Esta prueba se refiere a toda la materia de clases (esto es, tanto la contenida en los Apuntes
como la expuesta en la clase misma), entre el inicio del curso y la clase correspondiente al día Jueves
11 de Mayo de 2017, ambas inclusive.
La nota de esta prueba tiene una ponderación de un 20% para la determinación de la nota final
del curso.
4. Examen.
Todos los alumnos deben rendir un examen oral en la fecha fijada por la Facultad de Derecho,
a saber, el día Martes 27 de Junio de 2017.
Este examen se refiere a toda la materia del curso (esto es, tanto la contenida en los Apuntes
como la expuesta en las clases)
La nota de este examen tiene una ponderación de un 50% para la determinación de la nota
final del curso.
III. BIBLIOGRAFIA.
“Justicia constitucional”
Patricio Zapata Larraín.
I. Introducción.
4.3. Tesis como las indicadas en el número precedente han sido criticadas
sosteniendo que, en el fondo, ellas vienen a alterar las reglas de reforma constitucional,
sin contar con respaldo normativo en la Carta Fundamental.
II. Estudio.
2. En este caso se seguirá una ordenación temática que distingue entre “bases”, de
conformidad al siguiente esquema:
1.3. La garantía de la libertad humana, que se expresa no sólo a nivel del individuo,
sino también al de los grupos o asociaciones intermedias, cumpliendo el Principio de
Subsidiariedad un rol clave en este sentido.
2. Se suele afirmar que esta base se encuentra consagrada en los incisos 1º, 2º y 3º
del artículo 1º de la Constitución, los que disponen:
3.2. Por su parte, la frase del inciso 4º del mismo artículo 1º (se analizará en detalle
más adelante), en cuanto a que “el Estado está al servicio de la persona humana”,
fue agregada por la Junta de Gobierno.
5.1. Afirmar que tanto la Libertad como la Igualdad, en cuanto atributo de las
personas, no dependen del Estado, sino que están asociadas a la condición misma de ser
humano.
5.3. Dejar en claro que no existe inconveniente a las diferencias no arbitrarias que
pueden producirse (y de hecho se producen), a lo largo de la vida de las personas (y que
dependen de múltiples factores), en la medida que la Igualdad que se garantiza por la
Carta Fundamental es en aquello que se deriva directamente de la condición de persona
(ser humano), y no en todo.
6. Una discusión muy antigua (y muy relevante), es la que tiene que ver con el
equilibrio (o relación), entre los principios de Libertad y de Igualdad. Se suele decir que
al respecto hay dos grandes visiones:
6.1. Una es la que sostiene que la mayoría de las desigualdades son naturales
(tienen su origen en la naturaleza) y, por lo tanto, los intentos por reducirlas son de alto
costo y generan un muy bajo beneficio. En cierta forma, dichos intentos suponen
luchar contra lo inevitable (o, en otras palabras, en contra de la realidad).
6.2. Otra es la que sostiene que la mayoría de las desigualdades son artificiales
(tienen su origen en la sociedad) y, por lo tanto, los intentos por reducirlas son muy
necesarios y valiosos. Pueden tener alto costo, pero los beneficios que se generan los
justifican.
6.4. Algunos autores han planteado que, incluso más allá de cuál de las visiones antes
indicadas se asuma, es importante tener presente que aquellas normas o políticas que
intenten fortalecer la Libertad o la Igualdad, terminarán necesariamente sacrificando
en algo la otra. Así, por ejemplo, Norberto Bobbio ha dicho que “podemos
entretenernos con fantasías sobre la sociedad al mismo tiempo libre y justa [...];
las sociedades reales que tenemos ante los ojos, son menos justas en la medida
en que somos más libres y menos libres en la medida en que son más justas.”
7.5. Finalmente, la “Comisión Ortúzar” optó por no entrar en más detalles respecto a
este punto, dejando campo abierto a la decisión del Legislador. Se dejó constancia, en
todo caso, que el Constituyente está de acuerdo con las razones a favor de la
indisolubilidad matrimonial. Según señala Alejandro Silva Bascuñán:
“La historia de la gestación de la Ley Fundamental pone de manifiesto,
por lo dicho, que intencionadamente no quiso el constituyente prohibir en ella la
dictación de una ley de divorcio, aunque se expresó con gran vigor la
concordancia en considerar el matrimonio indisoluble, por razones de
conveniencia humana y social, la forma más adecuada de constitución de la
familia.”
2.1. El Estado “reconoce” a los grupos intermedios, es decir, acepta y asume que
ellos existen con independencia de él, pues son otra forma de asociación. Son consecuencia
de la sociabilidad natural del ser humano (y, por ende, parte del ejercicio de su libertad).
2.2. El Estado “ampara” a los grupos intermedios, es decir, no sólo deja que existan,
sino que los protege.
2.4. El Estado “garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines
específicos” a los grupos intermedios.
3.2. Los grupos intermedios pueden adoptar cualquier forma lícita (con o sin
personalidad jurídica), y perseguir toda clase de objetivos lícitos.
3.3. No se trata de afirmar que los grupos intermedios puedan hacer cualquier cosa,
sino de asegurar a ellos el espacio de autodeterminación necesario para cumplir un fin
lícito.1 Dicho fin, para el cual existen, es lo que justifica que existan. En este sentido, el fin
puede ser entendido como un límite al tiempo que como una justificación de la autonomía.
3.4. Se trata entonces de una autonomía para cumplir los fines propios, no para hacer
otras cosas. Así el Tribunal Constitucional ha señalado que:
“[…] la autonomía de los cuerpos asociativos […] se configura, entre otros rasgos
esenciales, por el hecho de regirse por sí mismo; esto es, por la necesaria e
indispensable libertad para organizarse del modo más conveniente según lo
dispongan sus estatutos, decidir sus propios actos, la forma de administrarse y
forjar los objetivos o fines que deseen alcanzar, por sí mismos y sin injerencia de
personas o autoridades ajenas a la asociación, entidad o grupo de que se trata. No
significa ello, en modo alguno, que puedan estos entes actuar de manera ilegal,
dañosa o ilícita, amparándose en la referida autonomía, ya que de incurrir en
excesos en su actuación quedan, obviamente, sujetos a responsabilidades
consecuenciales que toca a los tribunales de justicia conocer, comprobar y declarar
en el correspondiente debido proceso.”2
3.5. La sanción para el eventual abuso de este derecho está establecida en la propia
Constitución. Se quiso sancionar tanto a los grupos intermedios que se desviaban de sus
fines, como a quienes intentaban manipular a dichos grupos para utilizarlos de manera
indebida. En este sentido, el resguardo más importante se buscó frente al riesgo de
manipulación política. De ahí la incompatibilidad que se estableció para los cargos políticos
y los cargos gremiales. Tal como señala la Carta Fundamental:
“Artículo 23. Los grupos intermedios de la comunidad y sus dirigentes que
hagan mal uso de la autonomía que la Constitución les reconoce, interviniendo
indebidamente en actividades ajenas a sus fines específicos, serán sancionados en
conformidad a la ley. Son incompatibles los cargos directivos superiores de las
organizaciones gremiales con los cargos directivos superiores, nacionales y
regionales, de los partidos políticos.
La ley establecerá las sanciones que corresponda aplicar a los dirigentes
gremiales que intervengan en actividades político partidistas y a los dirigentes de
los partidos políticos que interfieran en el funcionamiento de las organizaciones
gremiales y demás grupos intermedios que la propia ley señale.”
3.6. En concordancia con lo anterior, el inciso final del articulo 2º de la Ley Nº 18.603,
Orgánica Constitucional de Partidos Políticos señala que:
1El Código Penal se refiere a las Asociaciones ilícitas en los artículos 292 a 295. Destaca especialmente el
artículo 292 que dispone que “toda asociación formada con el objeto de atentar contra el orden social,
contra las buenas costumbres, contra las personas o las propiedades, importa un delito que existe
por el solo hecho de organizarse.”
2Tribunal Constitucional. Sentencia Rol Nº 184 (7 de Marzo de 1994). Considerando 7, letra d). Sentencia
recaída en el proyecto de ley que modifica las Leyes de Mercado de Valores, de Administración de Fondos
Mutuos, de Fondos de Inversión, de Fondos de Pensiones, de Compañías de Seguros, y otras materias que
indica.
4.1. En la práctica este es un riesgo muy grave, pues el grupo más grande (en general o
en un ámbito determinado), podría terminar absorbiendo (y eliminando), a todos los más
pequeños que él. La clave para resolver el problema la aporta la lógica del Principio de
Subsidiariedad: los grupos intermedios de mayor tamaño o alcance deben respetar la
esfera de competencia de aquellos más pequeños.
5.1. Funciones Connaturales. Se suele decir que son aquellas funciones que le
corresponden al Estado por naturaleza. En otras palabras, son las funciones para cuyo
cumplimiento fue creado, o que explican su existencia. Se trata de funciones que por su
naturaleza no pueden ser asumidas del modo más adecuado por los particulares y que, en
cierta forma, conllevan la representación de la sociedad. Se incluyen aquí:
5.1.1. La protección del orden jurídico al interior de la sociedad. Es decir, lo relativo a: i)
la provisión de un sistema de justicia, ii) la provisión de un sistema de legislación,
y iii) la provisión de un sistema de fuerza pública que garantice el respeto efectivo
al orden jurídico.
5.1.2. La protección respecto del exterior de la sociedad. Es decir, lo relativo a: i)
provisión de un sistema de defensa y ii) provisión de un sistema de relaciones
exteriores.
5.1.3. La corrección de las denominadas fallas de mercado. Es decir: i) poder de
mercado y monopolios, ii) indefinición de derechos de propiedad (externalidades
y bienes públicos), y iii) asimetrías de información.
5.1.4. Se suele agregar dentro de las fallas de mercado los problemas en la distribución
del ingreso, justificando con eso una tarea para el Estado que consistiría en
“corregir” dichos problemas. Es posible, sin embargo, estimar que tras tal
planteamiento subyace una cierta visión intervencionista (y estatista), que asume
que se puede definir ex ante una distribución “correcta” de los ingresos, más allá
del reparto de mercado, y que al Estado corresponde intervenir para alcanzarla.
5.1.5. Tradicionalmente se ha agregado también dentro de las funciones connaturales del
Estado, la realización de ciertas obras públicas de gran envergadura (y, por ende,
de muy alto costo), que si bien no cumplen estrictamente con las condiciones para
ser calificadas como un bien público, tienen una cierta lógica similar.
5.2. Funciones Subsidiarias. Se suele decir que son aquellas funciones que asume el
Estado en la medida que los particulares (a quienes corresponden por naturaleza), no las
asumen. Los requisitos que generalmente plantea la doctrina para que el Estado desarrolle
una actividad de manera efectivamente subsidiaria son:
5.2.1. Debe tratarse de una actividad necesaria para el Bien Común.
5.2.2. Debe tratarse de una actividad que los particulares no pueden o no quieren realizar
o, cuando menos, respecto de la cual los particulares no han alcanzado un nivel
suficiente de desarrollo.
5.2.3. El Estado debe haber agotado (razonablemente) los esfuerzos para que la actividad
sea asumida por los particulares.
5.2.4. La actividad de que se trate debe ser asumida por el Estado de un modo eficiente,
descentralizado y transitorio.
5.2.5. El Estado debe cesar su intervención en la actividad de que se trate (debe retirarse),
en el momento en que los particulares la asuman en un nivel compatible con las
necesidades del Bien Común.
3Tribunal Constitucional. Sentencia Rol Nº 352 (15 de Julio de 2002). Considerando 5, 6 y 7. Sentencia
recaída en el proyecto de ley que traspasa la dependencia del Liceo Experimental Manuel de Salas desde la
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación a la Universidad de Chile.
4Tribunal Constitucional. Sentencia citada.
7.1. Si todas las actividades fueran dirigidas por el Estado, y no se respetara el espacio
de las personas y de las organizaciones que éstas crean, entonces el Estado devendría en
controlador de la vida de las personas que dependerían en todo (o para todo), de él.
7.2. El desarrollo de la actividad empresarial o económica por parte del Estado genera
un “juego de suma cero”, respecto al desarrollo por parte de los particulares, en el sentido
que el espacio que aquél ocupa es espacio que se le priva a éstos.
8.3. Para fundar su sentencia, el Tribunal Constitucional recordó que el texto del
anteproyecto constitucional elaborado por la “Comisión Ortúzar” incluía "el derecho de
recibir la información en forma veraz, oportuna y objetiva sobre el acontecer
nacional e internacional”, el que después fue eliminado en las revisiones posteriores.
Citó, además, la doctrina que señala que el derecho a recibir las informaciones forma parte
natural y se encuentra implícito en la Libertad de Opinión y de Información, porque de
nada sirven estas libertades si ellas no tienen destinatarios reales.
8.4. En este caso, el Tribunal Constitucional dictó una sentencia que se inscribe en la
categoría que la doctrina denomina sentencias interpretativas, declarando la
constitucionalidad del precepto impugnado, pero en el entendido que sólo una vez
proporcionada la información por los medios de comunicación, nacía el derecho a estar
debidamente informado. Es decir, el derecho en cuestión no significa en caso alguno que
asociación o grupo, y sin más limitaciones que las que impongan la Constitución.”
(Considerando 29º)
“Que, desde el momento en que se impone al Estado la obligación de
equilibrar el flujo noticioso a fin de pretender una pluralidad ideológica o cultural,
y para así hacerlo ha de imponer obligaciones a los medios de comunicación social,
significa una intromisión indebida en las decisiones que pueda adoptar un medio
de comunicación.” (Considerando 31º)
2.2. La redacción de esta disposición dio lugar a una discusión muy interesante.
Algunos miembros de la “Comisión Ortúzar” (el comisionado señor Jorge Ovalle
Quiroz, por ejemplo), sostuvieron que ella excedía el límite de lo estrictamente jurídico.
Otros integrantes (el comisionado señor Raúl Bertelsen Repetto, por ejemplo),
sostuvieron que ella debía redactarse con especial cuidado, para evitar que se empleara
como una justificación para el intervencionismo estatal.
4.2. También parece posible afirmar que esta finalidad del Estado a que se ha hecho
referencia, es distinta de la finalidad que persiguen los individuos que constituyen la
sociedad política (siguiendo a Aristóteles, ellos buscan “la vida buena”).
4.3. Un punto muy importante tiene que ver con el empleo por parte de la
Constitución de la expresión “promover” al querer definir la tarea (o rol) que al Estado
corresponde en relación al Bien Común. El cómo se la entienda es muy importante,
porque incide en el modo en que se entienden las atribuciones de los órganos públicos.
Hay dos lecturas principales:
4.3.1. Una que se acerca a la idea de regir, y que entiende la tarea del Estado como una
suerte de control y dirección superior (virtualmente, una tarea de definición y
mando)
4.3.2. Otra que se acerca a la idea de apoyar, y que entiende la tarea del Estado como
una suerte de ayuda o respaldo a lo que hacen los privados (se podría agregar,
según algunos, una suerte de rol de orientación o guía)
4.4. Otro punto relevante tiene que ver con dilucidar qué entiende la Constitución
como contenido de la noción de Bien Común. Tradicionalmente se ha sostenido que se
adoptó la visión que lo comprende como el bien de la persona en sociedad, y al
efecto se suele citar la intervención en la “Comisión Ortúzar” del comisionado señor
Jame Guzmán Errázuriz, quien afirmó que “si se clarifica el concepto de bien común
en los términos señalados, se desvirtúa la concepción que ve en el bien común
una simple suma de bienes individuales o el bien de un todo colectivo, en el cual
la persona queda disuelta o absorbida enteramente como parte del todo, sin que
tenga ningún ser independiente de ese todo.”
5.1. Se ha sostenido que es muy importante, en este orden de ideas, que se reconozca
que la realización a que se alude, se plantea en el marco de las condiciones de posibilidad
existentes en la sociedad. Esta fórmula (“posibles”), se originó en un planteamiento del
comisionado señor Jaime Guzmán Errázuriz que buscaba evitar exigencias o
interpretaciones desmedidas o exageradas. Así, señaló en la “Comisión Ortúzar” que:
“El Derecho no puede desconocer las limitaciones que las posibilidades
existentes imponen a su plenitud, ni pierde por ello su validez. No se puede
sostener en un momento dado que porque no se están desarrollando plenamente
todos los seres humanos de una comunidad, ese Estado no está cumpliendo con
su finalidad y que el Gobierno que lo encarna es ilegítimo. El problema de las
posibilidades existentes cree que ha estado de tal manera olvidado en las críticas
que se le hacen al Derecho, que le parece oportuno destacarlo e incorporarlo al
texto constitucional, para que quede muy claro, desde el comienzo, que este
concepto no pierde validez por la circunstancia de que en un momento dado las
posibilidades existentes no permitan su plenitud, ya que nunca la van a permitir
por la condición imperfecta de la naturaleza humana.”
6. La parte final del inciso fue agregada al texto por la Junta de Gobierno. Se ha
sostenido que la lógica que se tuvo en vista fue generar un freno a posibles excesos (o
intervencionismo) del Estado, que terminase por desnaturalizar el sentido del precepto.
10. El tercer deber específico del Estado que se menciona en la Carta Fundamental
es “dar protección […] a la familia y propender al fortalecimiento de ésta”.
10.1. Se suele afirmar que este doble deber del Estado respecto de la familia es
consecuencia del carácter de núcleo fundamental de la sociedad que la Constitución le
reconoce a aquélla.
12.1. Esta disposición, según se ha sostenido, se basa en la lógica de que son las
personas las que constituyen la comunidad nacional y, por ende, debe asegurarse su
13. Otro punto que se aborda con detalle por el Constituyente respecto del Estado
es el que dice relación con la forma del mismo y con su organización político –
administrativa.
13.1. La Constitución destina un artículo específico al tema. Se trata del artículo 3º,
cuyo tenor, tras la Reforma Constitucional de 2005 es el siguiente:
“Artículo 3º. El Estado de Chile es unitario.
La administración del Estado será funcional y territorialmente
descentralizada, o desconcentrada en su caso, de conformidad a la ley.
Los órganos del Estado promoverán el fortalecimiento de la
regionalización del país y el desarrollo equitativo y solidario entre las regiones,
provincias y comunas del territorio nacional.”
13.2. El texto original de este precepto, que rigió hasta 1991 era del siguiente tenor:
“Artículo 3º. El Estado de Chile es unitario. Su territorio se divide en
regiones. La ley propenderá a que su administración sea funcional y
territorialmente descentralizada”.
13.3. Por su parte, el texto que rigió entre 1991 y 2005, fue el siguiente:
“Artículo 3º. El Estado de Chile es unitario. Su territorio se divide en
regiones. Su administración será funcional y territorialmente descentralizada, o
desconcentrada en su caso, en conformidad con la ley”.
14.1. En este contexto, la Reforma Constitucional de 2005 fue entendida como una
oportunidad para profundizar el proceso de descentralización que había sido asumido
desde el texto primitivo de la Constitución.
14.2. Algunos autores plantearon (así, por ejemplo, Humberto Nogueira Alcalá) que el
punto central para que un proceso como éste fuera exitoso radicaba en si existía o no la
15. El precepto constitucional, en concreto su inciso final, impone a los órganos del
Estado la tarea de promover el desarrollo equitativo y solidario entre las regiones,
provincias y comunas.
15.1. Esta regla tiene el inconveniente de que, siendo complejo definir qué significa
equitativo y solidario en los hechos, puede prestarse para justificar profundas
intervenciones de la autoridad central, a partir de diseños centralmente planificados
acerca de cuál debe ser el desarrollo de cada zona. Eso sería directamente contrario a la
idea de descentralización.
15.2. Cabe recordar, en este orden de ideas, que la administración tiene que ver
principalmente con las tareas de prestación de servicios de manera permanente que
desarrolla el Estado. Es, en este mismo sentido, uno de los roles que desarrolla el Poder
Ejecutivo. Puede funcionar de distintos modos:
15.2.1. Concentrado. Las autoridades locales son sólo ejecutoras de las órdenes que
vienen (“bajan”) de la autoridad central.
15.2.2. Desconcentrado. Las autoridades locales tienen un cierto margen de decisión
propio, aunque mantienen la dependencia jerárquica de la autoridad central.
15.2.3. Descentralizado. Las autoridades locales tienen autonomía. Tienen
personalidad jurídica propia. Este modelo puede darse funcionalmente (a partir
de tareas) o territorialmente (a partir de ámbitos geográficos).
15.3. Es importante tener presente que, según se suele afirmar, los mecanismos de
descentralización favorecen el control del poder (al acercarlo a las personas) e
incentivan la mejora en la calidad de las decisiones públicas (al acercar la capacidad de
resolver al problema al lugar donde éste se encuentra).
I. Base 4. Gobierno.
1. Se ha afirmado que este es uno de los elementos más importantes que se abordan
en el Capítulo I de la Constitución, no sólo por la naturaleza del tema en sí mismo, sino
por la forma específica en que es tratado.
1.1. Si por soberanía se va a entender aquella cualidad del poder estatal en virtud de
la cual no existe (al menos en el orden temporal), un poder superior al mismo, o al que
se encuentre sujeto, entonces al referirse a ella se está considerando uno de los aspectos
más centrales del poder estatal, esto es, si él debe reconocer alguna sujeción o no.
1.2. Tal como es sabido, la idea de soberanía surgió originalmente (Jean Bodin o
Bodino, siglo XVI), como una noción que resultaba útil para justificar los intentos de
concentrar el poder público en el Estado, reduciendo los poderes locales (una suerte de
lógica anti – feudalismo). Así, más adelante, tanto los teóricos del absolutismo
monárquico como Rousseau y sus seguidores, insistirán en su carácter de ilimitada.
1.5. Esta base está tratada en el artículo 5º de la Constitución, que es del siguiente
tenor:
“Artículo 5º. La soberanía reside esencialmente en la Nación. Su ejercicio
se realiza por el pueblo a través del plebiscito y de elecciones periódicas y,
también, por las autoridades que esta Constitución establece. Ningún sector del
pueblo ni individuo alguno puede atribuirse su ejercicio.
El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los
derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Es deber de los
órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta
Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y
que se encuentren vigentes.”
2.1. Se ha dicho que esta preferencia busca recoger la experiencia francesa originada
en la Revolución, en cuanto a los riesgos asociados a que una mayoría de un momento
determinado entienda que puede hacer virtualmente todo lo que estime. De ahí la opción
por soberanía nacional antes que por soberanía popular.
2.3. Según algunos, la opción por soberanía nacional representa un intento por
vincularla, en el contexto antes indicado, a un continuo que se despliega a lo largo del
tiempo (a eso apunta la idea de nación), antes que a un cierto grupo humano específico,
y propio de un momento histórico determinado.
2.4. Algunos autores han planteado que la discusión terminológica es irrelevante (o,
cuando menos, que se podría optar por cualquiera de las referencias), siempre que se
establezcan límites y controles claros a las atribuciones de las autoridades públicas (estén
2.5. Cabe tener presente que algunas constituciones posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, han vuelto a aludir a la soberanía popular, sin que se hayan producido grandes
descalabros. Es el caso de Italia (1947) y de Francia (1958).
3.1. El ejercicio de la soberanía por parte del pueblo se plantea armonizado con el
orden institucional. De ahí que se indique la forma concreta en que él se lleva a efecto
(“a través del plebiscito y de elecciones periódicas”) y la prohibición de ir más allá
de la regla constitucional (“ningún sector del pueblo ni individuo alguno puede
atribuirse su ejercicio”).
3.2. La referencia al ejercicio de la soberanía por parte de las “autoridades que esta
Constitución establece”, no es sólo una consecuencia de la adopción del modelo de
democracia representativa, sino que representa una defensa del orden institucional (o
del Estado de Derecho, si se prefiere), pues esa capacidad viene dada por el Derecho, y
no por el carácter representativo, pues se incluyen autoridades que no lo tienen (por
ejemplo, los Tribunales de Justicia, el Tribunal Constitucional, la Contraloría General de
la República, el Banco Central, etc.)
3.3. Se ha planteado si es correcto estimar que los dos (el pueblo y las autoridades de
rango constitucional), están en el mismo nivel, o las segundas se subordinan en cierta
forma al primero, en la medida que si bien ejercen soberanía en ellas no reside dicha
cualidad. Este punto puede resultar muy relevante en una discusión respecto del
Derecho de Rebelión y, en general, de situaciones en las que el pueblo pueda estar en
desacuerdo con una o más de las autoridades de rango constitucional. La preocupación
radica en no caer en el asambleísmo o en el populismo.
3.4. Algunos autores han sostenido que el equilibrio correcto radica en establecer una
vinculación entre querer mayoritario (la regla democrática), y bien común (la finalidad del
Estado). Así, el profesor Alejandro Silva Bascuñán ha dicho que:
“En síntesis, en nuestra opinión, los órganos a los cuales, junto al cuerpo
electoral, el constituyente ha confiado el ejercicio de la soberanía ni pueden
sentirse mandatarios, trabados por las instrucciones de los mandantes como si
ejecutaran un negocio privado, ni con la misión de servir a la Nación,
identificando con ella su propia visión, pasiones o intereses, sino con la de
satisfacer el querer mayoritario de la sociedad gobernada, que define la
concepción de bien común que prevalece en su seno y con la cual debieran
considerarse comprometidos los citados órganos.”
3.6. Parece necesario considerar, además, las implicancias que esta disposición tiene
en relación a los intentos de atribuir ciertos derechos especiales (que podrían
considerarse parecidos a la soberanía), a porciones de territorio o a grupos específicos
dentro del país.
4.2. Según se suele decir, esta discusión se reactivó a partir del término de la Segunda
Guerra Mundial y supuso una cierta transformación de la noción clásica que se le había
querido dar a la idea de soberanía. Algunos han sostenido que incluso consagraciones
de este tipo no alteran la idea de que la soberanía está, por definición, asociada a la idea
de no – limitación, precisamente porque ha sido necesario la consagración expresa de
un límite para que él sea reconocido. Este planteamiento ha sido rechazado, sosteniendo
que la consagración es el reconocimiento de una realidad anterior.
4.3. Es por lo anterior, que se suele afirmar que lo más importante de esta disposición
radica en el reconocimiento de la existencia de límites que afectan a la soberanía y,
además, la asociación de los mismos a los derechos que emanan de la naturaleza humana.
Eso los deja más allá del poder del Estado. Eso es, según se sostuvo en las discusiones al
interior de la “Comisión Ortúzar”, lo que, en último término, les da el verdadero valor.
Así lo planteó, por ejemplo, el comisionado señor Jaime Guzmán Errázuriz quien
sostuvo:
“… la soberanía tiene un solo límite fundamental, que es el derecho natural.
Concuerda en no decirlo como tal, porque es una expresión vaga, para muchos
doctrinaria y tal vez innecesariamente conflictiva. Pero sí se podría hablar del
respeto a “los derechos fundamentales que arrancan de la naturaleza humana”.
Ese le parece que es un límite de la soberanía, porque tiene que ser algo que esté
por encima del derecho positivo para que limite la soberanía. Cuestión aparte es
que si el contenido del derecho natural se desdibuja en la conciencia de la
sociedad, el límite pierda eficacia práctica, pero él es en verdad el único límite de
4.4. Puede afirmarse que, en este contexto, corresponde entender que “los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana” a los que se refiere el texto del
inciso 2º del artículo 5º de la Constitución no están restringidos a los que se han
consagrado expresamente en el artículo 19 de la Carta Fundamental, pues no sólo la
lógica de la disposición, según ha quedado expuesta, sino también la forma en que está
redactada, apunta al carácter de la institución en sí misma y no a su eventual
consagración en texto positivo.
5.2. La redacción de la norma, sin embargo, ha dado lugar a una discusión en cuanto
a si lo que se produce es que se reduzca el contenido de los derechos que pueden ser
considerados límite a la soberanía a sólo aquellos que se encuentran consagrados
positivamente (sea en la Constitución, sea en tratados internacionales), lo que supone
perder la visión amplia (antes expuesta), que los asocia a la naturaleza humana y no a
textos determinados.
ratificados por Chile (según las reglas que se establecen en las normas de Derecho
Internacional y, en particular , en la Convención de Viena), y encontrarse vigentes.
6.2. Algunos autores han planteado (Alejandro Silva Bascuñán, por ejemplo), que es
suficiente para que se incluya en esta categoría el que el respectivo tratado haya sido
ratificado por Chile. Otros, en cambio, han sostenido que la alusión a la vigencia, exige
que se haya dado cumplimiento a todos los trámites que nuestro ordenamiento exige
para tal cosa y, por ende, no basta con la ratificación, sino que se requiere, además, que
el tratado internacional en cuestión haya sido promulgado y publicado en el Diario
Oficial.
1.1. El tenor de la disposición constitucional indicada (el inciso 2º del artículo 5º), es
el siguiente:
“El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los
derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Es deber de los
órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta
Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y
que se encuentren vigentes.”
2.2. Tesis del rango supra – legal e infra – constitucional. Otros autores han
sostenido que las disposiciones de un tratado internacional que consagran derechos
humanos tienen un rango supra – legal (es decir, por encima de la ley), pero infra –
constitucional (es decir, por debajo de la Constitución).
2.2.1. Esta tesis sostiene que las referidas disposiciones de los tratados internacionales
no puede quedar más allá de la Constitución, sino que han de mantenerse
sometidas a ella. De lo contrario, se ha afirmado, se permitiría reformar la Carta
Fundamental, saltándose los procedimientos (y quórum) establecidos al efecto, por
la vía de aprobar un tratado internacional.
2.2.2. Se suele citar en favor de esta tesis el que la Reforma Constitucional de 2005
estableció el control (en carácter preventivo – obligatorio) del Tribunal
Constitucional respecto de aquellos tratados internacionales que versaren sobre
materias propias de ley orgánica constitucional, lo que demuestra, se ha dicho,
que los tratados internacionales están (todos), sujetos a la Carta Fundamental.
Esta fue, de hecho, la interpretación que respaldó el Tribunal Constitucional en
su sentencia respecto de la Corte Penal Internacional (se verá más adelante).
2.2.3. La norma constitucional que se suele citar en contra de esta tesis, y que también
se incorporó a la Constitución en la Reforma Constitucional de 2005, es la que
señala que “las disposiciones de un tratado sólo podrán ser derogadas,
modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o
de acuerdo a las normas generales de derecho internacional” (artículo 54
Nº 1, inciso 5º de la Constitución).
2.3. Tesis del rango constitucional. Se ha sostenido también que el rango que ha
de reconocerse a las disposiciones de un tratado internacional que consagran derechos
humanos es el propiamente constitucional.
2.3.1. El argumento principal a favor de esta tesis es la propia Reforma Constitucional
de 1989. Se ha dicho, que ese rango sería la consecuencia necesaria de la
modificación realizada a la Carta Fundamental.
2.3.2. Se ha afirmado, además, en el marco de esta tesis, que la vulneración de las
disposiciones de un tratado internacional que consagran derechos humanos,
representa una violación de la propia Constitución.
2.4. Tesis del rango supra – constitucional. Algunos autores han sostenido que el
rango propio de las disposiciones de un tratado internacional que consagran derechos
humanos es uno supra – constitucional (es decir, superior a la Constitución).
2.4.1. Se ha argumentado a favor de esta tesis sosteniendo que, en la medida que se
refiere a un tema (los derechos humanos), que se reconoce como un límite a la
soberanía, tiene que entenderse que se trata de un ámbito que se ubica incluso
por encima del Constituyente mismo.
2.4.2. Otra línea argumental se ha concentrado más bien en los casos de pugna entre las
disposiciones de un tratado internacional que consagran derechos humanos, y las
3.1. Lo anterior cobra una especial relevancia atendido que algunos tratados
internacionales que suelen denominarse como “sobre derechos humanos”, no sólo
consagran derechos, sino también mecanismos específicos de protección de los mismos
(por ejemplo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos), así como
procedimientos. Según lo expuesto, por ejemplo, las resoluciones de tales organismos y
tribunales internacionales, no quedan per se incluidas en la regla contenida en el inciso 2º
del artículo 5º de la Constitución.
posición acorde con los tiempos actuales, al señalar que cuando se ejercita
existe un límite que es el respeto a los derechos esenciales que emanan de
la naturaleza humana;” (Considerando 40º).
6.2.8. “Que, las únicas autoridades que pueden ejercitar soberanía son las que la
Constitución establece, entre las que destaca el Presidente de la
República, el Congreso Nacional y los Tribunales de la Nación. Las
funciones y atribuciones que la Constitución entrega a estas autoridades
constituye la forma en que la soberanía se manifiesta y se hace realidad;”
(Considerando 41º).
6.2.9. “Que, como la función jurisdiccional es expresión del ejercicio de la
soberanía, sólo la pueden cumplir las autoridades que la Constitución
establece. El mandato de su artículo 5o, inciso primero, no admite dudas
sobre el particular, sea que las autoridades jurisdiccionales a que alude se
encuentren dentro o fuera del "Poder Judicial". De esta manera, a la Corte
Penal Internacional el Tratado, precisamente, le otorga jurisdicción para
eventualmente conocer de conflictos ocurridos dentro del territorio de la
República, y que deberían ser de competencia de algún tribunal nacional.
Este específico reconocimiento de potestad jurisdiccional para ser ejercida
por una autoridad no establecida por nuestra u Carta, entra en frontal
colisión con la norma recordada, por lo que hace evidente su
inconciliabilidad;” (Considerando 45º).
6.2.10. Por lo expuesto, a juicio del Tribunal Constitucional, se requería reformar la
Constitución para incorporar a nuestro país a la jurisdicción de este nuevo
tribunal, en la medida que: (i) su régimen viene a complementar disposiciones
como la relativa a la inexcusabilidad (Considerando 46º), (ii) se establece una
excepción a la Superintendencia de la Corte Suprema (Considerando 47º y 48º),
(iii) se trata de materias de competencia improrrogable (Considerando 50º), y (iv)
porque la competencia en materia penal es esencial a la soberanía (Considerando
Nº 51).
6.2.11. “El Tribunal creado por el Estatuto, en la categoría a la que se deba
adecuar, no se encuentra directa o indirectamente previsto o admitido por
el texto constitucional y la esfera jurisdiccional que le es atribuida verá
reducir, correlativamente, la dimensión de soberanía constitucional
deferida a los tribunales. Con el Estatuto, la competencia soberana que es
una jurisdicción constituida resultará necesariamente disminuida, por la
transferencia para el Tribunal de una de sus atribuciones. No es admisible
que la ley o el Tratado, sin previa credencial constitucional, reduzca la
esfera de "competencia soberana", constitucionalmente conformada, de
órganos expresamente representados como autoridades "que la
Constitución establece." (Considerando 51º).
6.2.12. “Que, si bien el concepto de soberanía ha evolucionado y no es absoluto
como se le concibió en el siglo XVIII, y prueba de ello es que la propia
Constitución le ha señalado un límite –los derechos esenciales que
emanan de la naturaleza humana–, no es dable pretender que las
funciones por las que se manifiesta el Poder del Estado puedan ser
renunciadas, ya sea a través de una delegación o cesión no autorizada por
6.4. Tras la entrada en vigencia de la Reforma Constitucional de 2005 (y, por tanto,
de la norma antes transcrita), el Tribunal Constitucional (sentencia Rol 1415, de 24 de
Junio de 2009), aprobó el tratado internacional que crea la Corte Penal Internacional.
1.2. Los principales temas abordados por los preceptos constitucionales en esta
materia son: i) Supremacía Constitucional, ii) Imperio de la Ley, iii) Actuación de los
Organos del Estado, iv) Responsabilidad, y v) Nulidad de Derecho Público.
1.3. Está tratado en los artículos 6º y 7º de la Constitución, que son del siguiente
tenor:
2.1. Se afirma que se empleó la expresión “órganos del Estado”, para incluir a todas
las autoridades públicas. Se buscó expresamente, según se ha dicho, una redacción lo
más amplia posible, de manera de evitar que alguna entidad o autoridad pública pudiera
alegar que no estaba cubierta por la disposición constitucional señalada.
2.2. La redacción del inciso 1º del artículo 6º de la Constitución consagra esta noción
de Supremacía Constitucional desde dos perspectivas. Por un lado, en la lógica del
deber de todas las autoridades públicas de respetar la Carta Fundamental. Por otro,
apuntando al deber (o mandato) de que todas las demás normas jurídicas se sujeten a la
Constitución.
2.3. Se ha señalado que el texto del inciso 2º del artículo 6º de la Constitución, viene a
reforzar esta idea mediante la consagración de lo que la doctrina suele denominar
“obligatoriedad de la Constitución”. Se enmarca en la misma lógica de la
2.4. La Reforma Constitucional de 2005, agregó la frase final del inciso 1º del artículo
6º relativa al deber de todos los órganos del Estado de “garantizar el orden
institucional de la República”.
2.4.1. En la redacción original de la Constitución, este deber estaba referido
expresamente sólo a las Fuerzas Armadas y Carabineros.
2.4.2. La lógica de la disposición original, según se señaló durante el estudio de la
Constitución, era asegurar la sujeción de la fuerza del Estado al Derecho (o,
mejor dicho, al Estado de Derecho), y evitar que las presiones políticas indebidas
o los “caudillismos” que pudieran generarse, pretendieran utilizarlas (o
desviarlas), más allá del rol institucional que les corresponde.
2.4.3. Se estimó, al momento de la Reforma Constitucional de 2005, que era más
correcto establecer un deber de tal naturaleza respecto de todos los órganos del
Estado y no sólo respecto de determinadas entidades. Así, se dijo, se resolvía la
crítica que se había planteado en el sentido que la redacción original de la
Constitución ponía a las Fuerzas Armadas y Carabineros en una posición de
preeminencia que desequilibraba el sistema institucional y los convertía en una
suerte de tutores del resto de los órganos públicos.
3.1. La señalada disposición guarda relación con la regla contenida en el inciso 1º del
artículo 6º de la Constitución, aunque, a diferencia de ella, está formulada como una
prohibición de rango constitucional.
3.2. Es una muestra del entendimiento del Estado de Derecho como sujeción del
poder, las autoridades y las personas en general a lo que se suele denominar la “Regla
de Derecho (“Rule of Law”). En ese sentido, se asocia al entendimiento tradicional del
Estado de Derecho como el gobierno de las leyes y no el de los hombres.
3.3. La doctrina ha solido sostener que en esta norma sobre Imperio de la Ley están
implícitos dos principios:
3.3.1. El de Indelegabilidad de las Competencias Constitucionales, en virtud del
cual se entiende que, en principio, las atribuciones están directamente asignadas a
un órgano público, y sólo a ese, y ello debe ser respetado estrictamente, pues
constituye un elemento central del esquema de Separación de Poderes.
3.3.2. El de Independencia en la actuación de los órganos del Estado. Por cierto,
se ha entendido que se trata de independencia respecto de los demás órganos
públicos y no respecto de la ley o del ordenamiento jurídico (además, esa
independencia lo es, del modo que indique la ley).
3.4. Una discusión que resulta interesante a este respecto es la que se refiere a los
casos críticos, o aquellas situaciones en las que se quiebra la sujeción al ordenamiento
institucional. Suelen plantearse, en este marco, dos puntos principales: i) el relativo a si
existen hipótesis en que tal quiere pueda ser justificado, y ii) de ser afirmativa la respuesta
anterior, el relativo a las razones que podrían emplearse para fundamentar el quiebre (¿el
Derecho Natural, los Derechos Humanos, el Bien Común?)
3.5. Una institución que plantea una discusión vinculada a la antes expuesta es la de
los llamados Decretos Leyes (o DL, por la sigla de general utilización).
3.5.1. Se suele tratar de Decretos Supremos (por ende, dictados por el Presidente de
la República, en su calidad de titular del Poder Ejecutivo), referidos a materias
propias del dominio legal, y en circunstancias que el Congreso Nacional no
está funcionando (es decir, no está funcionando el Poder Legislativo usual).
3.5.2. En Chile se han dictado DL en 3 períodos de su historia: i) Entre Septiembre de
1924 y Diciembre de 1925 (un total de 816 DL), ii) Entre Junio y Septiembre de
1932 (un total de 669 DL), y iii) Entre Septiembre de 1973 y Marzo de 1981 (un
total de 3.660 DL).
3.5.3. En general nuestro ordenamiento institucional les ha reconocido validez a los
DL (es la misma solución que han adoptado los demás países que han tenido
figuras equivalentes), en la lógica, según se suele afirmar, que ellos se dieron en el
marco de una situación de excepción que justifica que la forma de las reglas de
Derecho sea también excepcional.
3.5.4. Desde un punto de vista práctico, parece importante tener presente que negar a
posteriori la validez de los DL supondría un grave costo en términos de seguridad
jurídica y de estabilidad institucional, pues quedaría en duda la regulación
aplicable a las áreas que se han tratado en ellos. En el caso chileno, se trata de
áreas muy importantes. Así, por ejemplo, se pueden mencionar entre variados
casos: i) el DL 211, que estableció las normas relativas a la protección de la Libre
Competencia, ii) el DL 600, que estableció el Estatuto de la Inversión Extranjera,
iii) el DL 824, que consagró la normativa relativa al Impuesto a la Renta, iv) el
DL 825, que determinó la normativa referida al Impuesto al Valor Agregado,
IVA, y v) el DL 3500, que configuró el Sistema Previsional.
3.5.5. Sin perjuicio de lo anterior, se suele afirmar, además, que negar validez a los DL
se traduce en un incentivo perverso para los regímenes de facto, en la medida que
los impulsa a no someterse (ni generar), regulación alguna (pues toda va a ser
desconocida posteriormente), lo que es peor, tanto para el sistema institucional,
como para las personas.
optó por no hacerlo, sin embargo, en el entendido que ello podía generar graves
confusiones al momento de interpretar la Carta Fundamental.
4.2. El primer requisito que se establece dice relación con la previa investidura
regular de los integrantes del órgano del Estado. Se trata de lo que suele denominar
toma de posesión del cargo. Está formalmente determinada por la legislación según el
rango e importancia de la posición de que se trate. Tiene un sentido de orden y
publicidad. Se suele afirmar, además, que reduce los costos de transacción para las
personas al momento de reconocer a sus autoridades y evita corrupción.
4.4. El tercer requisito que se establece dice relación con la actuación en la forma
prevista por la ley. Se afirma que la lógica de esta regla consiste en controlar al órgano
del Estado, por la vía de obligarlo a sujetarse en su comportamiento a procedimientos
conocidos y pre – determinados. Tal como ya se dijo, si bien estas reglas (formales, por
cierto), suponen asumir un cierto costo operacional (se restringe la capacidad del órgano
del Estado, pues no puede actuar de la manera que quisiera), tiene beneficios muy
relevantes en términos de control y de Seguridad Jurídica.
5.2. La Responsabilidad a que se refieren estas reglas alude, tal y como es sabido,
tanto a la responsabilidad política (propia de algunas autoridades), como la
responsabilidad administrativa (funcionarios públicos), civil y penal.
6.3. Se ha dicho que esta regla viene a recoger, de manera general, el criterio
establecido en el artículo 10º del Código Civil que dispone:
“Artículo 10º. Los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor;
salvo en cuanto designe expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso
de contravención”.
6.5. La doctrina ha sostenido que se trata de una nulidad que tiene características
particulares, a saber: i) opera ipso iure, es decir no requiere ser declarada, sino que se
genera por la sola contravención, ii) es insanable, es decir, no admite saneamiento o
validación por acto posterior a la contravención, y iii) es imprescriptible, es decir, no se
sanea por efecto del paso del tiempo.
6.6. Si bien existen sentencias de los Tribunales de Justicia que han acogido estos
criterios (así, por ejemplo, la Corte de Apelaciones de Santiago el 5 de Agosto de 1993, y
la Corte de Apelaciones de Valparaíso el 1 de Abril de 1993), se ha planteado que esta
lógica puede traducirse en un serio riesgo para la Seguridad Jurídica, pues termina
impidiendo la consolidación y estabilización de las situaciones.
2. El antecedente más importante que se tuvo en vista, según se suele señalar, para
la incorporación de esta base al ordenamiento constitucional está en la Ley Nº 19.653,
sobre Probidad Administrativa.
2.2. Otro antecedente relevante habría estado constituido por la sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en el proceso “Claude Reyes contra el Estado
de Chile” (2006), que condenó al Chile por vulneración al Acceso a la Información
Pública.1
1El señor Marcel Claude Reyes era Director Ejecutivo de la Fundación Terram. En tal carácter requirió,
el 7 de Mayo de 1998, información acerca de la empresa forestal Trillium que estaba en poder del Comité
de Inversiones Extranjeras, entonces dependiente del Banco Central. Esa información, pertinente al
Proyecto Río Cóndor (proyecto en la XII Región que podía causar impacto ambiental), no le fue entregada
por el Vicepresidente Ejecutivo del Comité aun cuando la requirió judicialmente.
2El artículo 8º original (que consagraba el denominado pluralismo limitado como parte de nuestro
sistema institucional), fue derogado en la Reforma Constitucional de 1989. El tema antes indicado pasó a
ser tratado en la norma relativa al Derecho de Asociación y, en particular dentro de tal ámbito, a los
partidos políticos (artículo 19 Nº 15º de la Constitución)
2.1. La reserva o secreto debe ser establecida por normas legales de quórum
calificado. Cabe tener presente que en virtud de la Disposición Cuarta Transitoria de la
Constitución se entienden vigentes las normas legales de quórum simple que establecen
reserva o secreto y hubieren estado en vigor a la fecha de entrada en vigencia del nuevo
artículo 8º de la Carta Fundamental.
2.2. La reserva o secreto debe tener un fundamento preciso. Esto es, que la
publicidad afecta a: i) el debido cumplimiento de las funciones de dichos órganos
(se ha entendido que si la autoridad pública requerida pretende fundar su negativa en esta
hipótesis, al menos tiene que incluir la mención de las atribuciones que la revelación de la
información le impediría o entorpecería cumplir debidamente); ii) los derechos de las
personas (por ejemplo, la afectación de la honra de las personas que podría producirse a
consecuencia de la revelación de un sumario administrativo); iii) la seguridad de la
Nación, y iv) el interés nacional.
6. El mismo inciso 2º del artículo 9º contempla (directamente) una sanción para las
conductas que sean calificadas como terroristas.
6.1. Este esquema resulta inusual desde una perspectiva de técnica constitucional,
pues no es la Carta Fundamental a quien corresponde establecer sanciones específicas,
sino que eso es materia propia del Legislador.
7. El inciso final establece que los delitos terroristas serán siempre considerados
como delitos comunes y no como delitos políticos. Ello tiene por objeto, según se ha
sostenido, evitar que se puedan aplicar en estos casos tratamientos especiales (por
ejemplo, para los casos de extradición y de solicitudes de asilo), así como evitar que se
busque presentarlos como mecanismos para sancionar ideas o posiciones políticas.
7.1. Se establece, asimismo, que no procede el indulto particular, salvo que sea para
conmutar la pena de muerte por la de presidio perpetuo. Ello, se ha dicho, tiene por
objeto evitar que el Ejecutivo trate de favorecer a determinados condenados, eludiendo
el control de la ciudadanía. De ahí que, si se quieren otorgar beneficios, ha de recurrirse a
la fuente legal (es la que se requiere para el indulto general y la amnistía), y pasar, por
tanto, por el Parlamento.
7.2. La redacción original de este artículo era más estricta en este punto, puesto que
planteaba: i) la prohibición total del indulto, sea general o particular, ii) la prohibición
total de la amnistía y iii) la prohibición total de la libertad provisional para los
procesados por estos delitos (en la actualidad, tiene más requisitos, pero es posible). Esta
disposición fue modificada en la Reforma Constitucional de 1991.
8. Se suele sostener que existen dos elementos muy importantes que se deben tener
en cuenta al tratar la regulación relativa al combate del terrorismo.
10. Se suele afirmar que el combate del terrorismo presenta problemas especiales:
10.1. Pone en una situación compleja a la autoridad pública, presionada tanto por los
grupos terroristas, como por quienes quieren soluciones rápidas que pueden traducirse
en efectos negativos en el mediano y largo plazo.
10.2. El no combatir el terrorismo es una falta a los deberes que tiene el Estado.
Algunos autores han sostenido incluso que esa omisión constituye, por sí misma, un
atentado a los Derechos Humanos de toda la población que queda expuesta.
10.3. Se suele afirmar que la experiencia demuestra que las actividades de combate y
prevención del terrorismo por parte de la autoridad pública, requieren atribuciones y
medios especiales para ser eficaces (se enfrenta a un adversario con preparación y medios
especiales). El objetivo a perseguir con la regulación en esta materia radica, según se
suele decir, en equilibrar y combinar las capacidades suficientes de la autoridad pública
para ser eficiente en la actividad anti – terrorista, con la existencia de mecanismos
orientados a proteger adecuadamente los derechos de las personas. El gran punto en este
sentido es el control de los abusos.
I. Nacionalidad.
3.2. Parece posible afirmar, en este contexto, que en nuestro ordenamiento las
diferencias jurídicas basadas en la nacionalidad son reducidas y, además, se entienden
excepcionales. Uno de los ámbitos en que se mantienen es, por ejemplo, el laboral.
1Citado por Silva Bascuñán, Alejandro. “Tratado de Derecho Constitucional”. Segunda Edición. Editorial
Jurídica de Chile. Santiago. 1997. Tomo IV, p. 181.
2Silva Bascuñán, Alejandro. Op. Cit., p. 182.
6.1. Por ejemplo, si un país aplica el criterio de Ius Solis para determinar la
nacionalidad, y otro aplica el criterio de Ius Sanguinis, es posible que ambos consideren
a una misma persona como su nacional.
Tal reconocimiento simultáneo se suele hacer mediante un tratado (tal como ya se dijo,
por ejemplo, el que existe entre España y Chile)
8.1. Una hipótesis es que la persona decida renunciar a la nacionalidad que tenía
para acceder a otra. Se ha señalado que este es un caso en que se cambia la
nacionalidad.
8.2. Otra hipótesis es que las autoridades de un país sancionen a una persona (en
general como sanción a conductas graves, como la traición), con la pérdida de la
nacionalidad. En la medida que la persona no adquiere una distinta, quedaría en la
condición de apátrida (sin nacionalidad).
10.1. En el número 1º se consagra la regla de Ius Solis, que apunta a las personas que
nacen en el territorio chileno. La excepción, se ha dicho, apunta a incluir aquellos casos
en que el nacimiento fue más bien casual o azaroso, y no demuestra vinculación con el
país. Sin perjuicio de ello, la persona queda habilitada para optar por la nacionalidad
chilena, pero ello requiere una expresión de su voluntad.
10.2. En el número 2º se consagra la regla de Ius Sanguinis, que apunta a los hijos de
un chileno (o de chilenos), que ha nacido en el exterior. No se requiere avecindarse (vivir
en Chile), por un cierto lapso antes de contar con la nacionalidad (en el pasado se exigía
en algunos casos), pero sí se requiere que uno de los ascendientes tenga la nacionalidad
chilena por una fuente distinta de la que se está invocando.
10.3. La diferencia central entre los casos contemplados en los números 3º y 4º, es que
el primero exige la renuncia a la nacionalización anterior que la persona tenía, mientras
que el segundo no, pues se trata de una gracia y no de un cambio.
10.4. Atendida la importancia del tema su regulación complementaria tiene que hacerse
mediante normas de rango legal (a. 10, inciso final de la Constitución)
11.1. Tal como se dijo más arriba, uno de los objetivos de la Reforma Constitucional
de 2005 en esta materia, fue aumentar los requisitos (por ende, hacer más difícil), para la
renuncia a la nacionalidad chilena.
11.2. La disposición que se incorporó (el actual número 1º del artículo 11, exige tanto
la decisión voluntaria de renunciar manifestada ante autoridad chilena competente, como
la nacionalización previa en otro país).
12.3. Los elementos centrales de esta institución que aparecen del texto transcrito,
según ha señalado la doctrina, son:
12.3.1. La importancia que el Constituyente le asigna al tema queda de manifiesto de la
generación de un instrumento procesal equivalente a los recursos de protección o
de amparo, y que, aún más, va a ser resuelto por la Corte Suprema (es decir,
directamente por el máximo tribunal), actuando como jurado y en pleno (lo que
no es el mecanismo usual).
12.3.2. El recurso (o acción), consagrado sólo procede respecto de los actos de la
administración, puesto que tanto la ley como la sentencia judicial son medios
idóneos para privar de nacionalidad (de conformidad a la Carta Fundamental) y
están sujetos a sus propios mecanismos de control.
12.3.3. Se establece expresamente que el mecanismo opera o alcanza tanto el acto de
privación como el desconocimiento. Ello supone, se ha señalado, incluir aquellas
situaciones en que la autoridad simplemente actúa como si no existiera la
nacionalidad (como si la persona no la tuviera), pero sin discutirla o impugnarla
formalmente.
12.3.4. La sola interposición del recurso (acción), suspende los efectos del acto o
resolución recurridos. Se trata (podría decirse desde una perspectiva procesal), de
una especie de efecto de orden de no innovar automático y sin necesidad de
calificación alguna (o siquiera pronunciamiento), por parte del tribunal
competente.
II. Ciudadanía.
2.1. Las condiciones para ser ciudadano son: i) nacionalidad chilena, ii) haber
cumplido 18 años de edad, iii) no haber sido condenado a pena aflictiva (es decir, de una
duración superior a tres años), y iv) avecindamiento en Chile por más de un año en caso
de quienes tuvieren la nacionalidad en los casos señalados en los números 2º y 4º del
artículo 10 de la Constitución (está regla se incorporó en la Reforma Constitucional de
2005. En la normativa original el requisito se exigía para obtener la nacionalidad).
2.2. Por su parte, los derechos que otorga la ciudadanía son: i) el derecho de
sufragio (derecho a elegir), ii) el derecho a optar a cargos de elección popular
(derecho a ser elegido), y iii) otros conferidos por la Constitución o la ley (por ejemplo,
afiliarse a un partido político).
3.1. La Reforma Constitucional de 2005 abordó este aspecto y buscó aumentar los
casos en que la condena por delitos acarrea la pérdida de la ciudadanía, agregando el
caso de la condena por el delito de tráfico de estupefacientes.
3.2. Otro de los objetivos perseguidos por la Reforma Constitucional de 2005, fue la
facilitación del procedimiento de rehabilitación (es decir, recuperación), de la ciudadanía.
4. Se estableció una regla especial para aquellas personas que habían obtenido la
nacionalidad chilena mediante la nacionalización, en orden a que sólo están en
condiciones de optar a cargos de elección popular (es decir, sólo pueden ser elegidos),
una vez que han transcurrido 5 años contados desde la fecha en que obtuvieron la
nacionalidad chilena.
4.2. También se ha sostenido que una regla de esta naturaleza podría entenderse
como el establecimiento de un cierto período “de prueba” para el nacionalizado antes
que esté en condiciones de ser elegido. Así, en ese período resultaría menos costosa para
el sistema institucional la cancelación de su carta de nacionalidad.
4.3. El tema está tratado en el artículo 14, inciso 2º de la Constitución, que es del
siguiente tenor:
“Los nacionalizados en conformidad al Nº 3º del artículo 10, tendrán
opción a cargos públicos de elección popular sólo después de cinco años de estar
en posesión de sus cartas de nacionalización.”
I. El Sufragio
1. La Constitución aborda los aspectos centrales del sufragio. Se suele destacar que
este tema tiene una estrecha relación con el de la ciudadanía, en la medida que él es uno
de los derechos que ella otorga.
2.1. Sufragio Personal. Se ha entendido que consiste en que el sufragio sea ejercido
directamente por el votante y no por terceros en su nombre o representación. Queda
eliminada, por ende, la posibilidad de votar por poder.
2.2. Sufragio Igualitario. Se ha entendido que consiste en que todos los votos
valgan lo mismo. Se traduce, por ende, en la prohibición de esquemas de voto ponderado
o múltiple.
2.3. Sufragio Secreto. Se ha entendido que consiste en que sólo el votante puede saber
por quién votó efectivamente en una elección determinada. Para garantizarlo deben
establecerse mecanismos de resguardo al proceso de votación (por ejemplo, la existencia
de una cámara secreta), y a los votos mismos (por ejemplo, el que ellos no sean
translúcidos)
6.1. Los requisitos específicos que se contemplan son: i) haberse avecindado en Chile
por más de 5 años, ii) haber cumplido 18 años de edad, y iii) no haber sido condenado a
pena aflictiva.
6.2. Los casos y formas en que se ejerce el derecho a sufragio por parte de los
extranjeros quedan entregados a la determinación de la ley.
6.3. El punto está tratado en el artículo 14, inciso 1º, de la Constitución Política, que
es del siguiente tenor:
“Los extranjeros avecindados en Chile por más de cinco años, y que
cumplan con los requisitos señalados en el inciso primero del artículo 13, podrán
ejercer el derecho de sufragio en los casos y formas que determine la ley.”
1.1. Es por lo señalado que, en general, se indica que resulta deseable la presencia de
elementos tales como: i) objetividad del sistema, ii) certeza y claridad de los
resultados, iii) eficiencia del sistema, y iv) resguardo del sistema contra la
corrupción.
2.1. El sistema electoral tiene, según confirma la doctrina, el carácter de público, esto
es, está referido a los procesos electorales que tienen que ver con las decisiones públicas.
2.3. El punto final antes enunciado relacionado con el gasto electoral fue incorporado
al ordenamiento institucional en la Reforma Constitucional de 2009. Esta consagración
tiene que ver con varias discusiones, dentro de las cuales parecen especialmente
importantes las siguientes:
2.3.1. Aquella acerca de las razones que justifican el financiamiento con fondos públicos
del gasto electoral. El argumento que se suele invocar a favor se relaciona con la
necesidad de un mecanismo que garantice la igualdad de oportunidades entre los
candidatos. El argumento que se suele levantar en contra apunta a que este
mecanismo opera en contra de las distintas capacidades de recolectar fondos, que
representa una diferencia lícita entre los candidatos, y a que, además, no se ve por
qué destinar recursos públicos a financiar un objetivo privado, cual es alcanzar una
determinada posición en el sistema de cargos públicos.
2.3.2. Aquella relativa al sentido de los límites. El eje de la discusión ha estado, también
en este caso, entre la defensa de una cierta igualdad de oportunidades o el
establecimiento de restricciones o barreras indebidas a la competencia.
2.7. El resguardo del orden público durante los actos electorales y plebiscitarios se
encarga, tal como es tradición en Chile, a las Fuerzas Armadas y Carabineros, del modo
que indique la ley.
1Según dispone el artículo 60 de la Ley N° 18.556, el objeto del Servicio Electoral es:
“1) Administrar, supervigilar y fiscalizar el proceso de inscripción electoral, la elaboración y
actualización de los padrones electorales y el acto electoral.
2) Supervigilar y fiscalizar el cumplimiento de las normas sobre campañas electorales y su
financiamiento.
3) Supervigilar y fiscalizar el cumplimiento de las normas que regulen las actividades propias
y ámbitos de acción de los partidos políticos, con pleno respeto por la autonomía de estos y su
financiamiento.
4) Las demás materias que esta u otras leyes establezcan.”
2Los órganos directivos del Servicio Electoral son el Consejo Directivo y el Director del Servicio. El Consejo
Directivo está integrado por 5 consejeros designados por el Presidente de la República con acuerdo del
Senado (adoptado por los dos tercios de sus miembros en ejercicio). El Director del Servicio es designado
por el Consejo Directivo.
1.2. Para efectos de nuestro ordenamiento, calificar una elección o plebiscito significa
apreciar o determinar si ella reúne los requisitos o condiciones establecidos por la ley al
efecto. Así lo ha señalado el Tribunal Constitucional en su sentencia de 24 de Septiembre
de 1985, al afirmar:
“Que la doctrina y jurisprudencia del propio Tribunal Calificador de
Elecciones demuestran con nitidez que éste constituye una fase esencial y vital en
los actos electorales y plebiscitarios, cuya ausencia impide prácticamente su
realización legítima. Respecto de sus funciones se ha expresado: “Calificar” una
elección es, por lo tanto, apreciar o determinar las calidades de ella y las
circunstancias en que se ha realizado, a fin de establecer si se han seguido
fielmente los trámites ordenados por la ley y si el resultado corresponde a la
voluntad realmente manifestada por los electores, en una decisión libre y sin
coacciones.”
3.1. Es un tribunal especial que no integra el Poder Judicial. Por ende, es autónomo
a su respecto.
3.3. Está integrado por 5 ministros (el esquema quedó fijado en la Reforma
Constitucional de 1999), a saber: i) 4 ministros de la Corte Suprema designados por ésta
mediante sorteo, y ii) un ex – Presidente o ex – Vicepresidente de la Cámara de Diputados
o del Senado que hubiere ejercido el cargo por un período no inferior a los 365 días,
designado por la Corte Suprema por sorteo de entre todos los que reúnan las características
indicadas. Esta designación no puede recaer en parlamentario, candidato a cargos de
elección popular, ministro de Estado o dirigente de partido político.
3.4. Los integrantes de este tribunal duran 4 años en sus cargos, proceden como jurado
en la apreciación de los hechos sentencian con arreglo a Derecho (como ha insistido la
doctrina, este es un tribunal de Derecho, no de política). La regulación de la organización
y funcionamiento corresponde a una norma de legal de rango orgánico constitucional (en
la actualidad, se trata de la LOC Nº 18.460)
3.5. Como se dijo, esta institución está tratada en el artículo 95 de la Constitución, que
es del siguiente tenor:
“Artículo 95. Un tribunal especial, que se denominará Tribunal Calificador
de Elecciones, conocerá el escrutinio general y de la calificación de las elecciones
de Presidente de la República, de diputados y senadores; resolverá las
reclamaciones a que dieren lugar y proclamará a los que resulten elegidos. Dicho
Tribunal conocerá, asimismo, de los plebiscitos, y tendrá las demás atribuciones
que determine la ley.
Estará constituido por cinco miembros designados en la siguiente forma:
a) Cuatro ministros de la Corte Suprema, designados por ésta, mediante
sorteo, en la forma y oportunidad que determine la ley orgánica constitucional
respectiva, y
b) Un ciudadano que hubiere ejercido el cargo de Presidente o Vicepresidente
de la Cámara de Diputados o del Senado por un período no inferior a los 365 días,
designado por la Corte Suprema en la forma señalada en la letra a) precedente, de
entre todos aquellos que reúnan las calidades indicadas.
Las designaciones a que se refiere la letra b) no podrán recaer en personas
que sean parlamentario, candidato a cargos de elección popular, ministro de
Estado, ni dirigente de partido político.
Los miembros de este tribunal durarán cuatro años en sus funciones y les
serán aplicables las disposiciones de los artículos 58 y 59 de esta Constitución.
El Tribunal Calificador procederá como jurado en la apreciación de los
hechos y sentenciará con arreglo a derecho.
Una ley orgánica constitucional regulará la organización y funcionamiento
del Tribunal Calificador.”
4.3. Está integrado por 1 ministro de la respectiva Corte de Apelaciones, elegido por
ésta y 2 abogados elegidos por el Tribunal Calificador de Elecciones, con no menos de 3
años de ejercicio.
4.4. Los integrantes de este tribunal duran 4 años en sus cargos. Aprecian los hechos
como jurado y sentencian con arreglo a Derecho (un punto muy relevante, según se explicó
más arriba). Sus resoluciones son apelables para ante el Tribunal Calificador de Elecciones.
Lo demás está tratado en la Ley Nº 18.593
I. Introducción.
1.3. Así, queda de manifiesto del texto del artículo 24 inciso 1º, Constitución, que
dispone:
“El gobierno y la administración del Estado corresponden al Presidente
de la República, quien es el Jefe del Estado.”
2.1. En Chile fue utilizado por primera vez por don Manuel Blanco Encalada a
partir del 9 de Julio de 1826 (antes se habían empleado expresiones distintas, como, por
ejemplo, la de Director Supremo)
2.2. La denominación busca transmitir la idea de que se trata del cargo más alto o
importante dentro del sistema institucional público. De ahí el que se suela emplear
también la denominación de Primer Mandatario, para reflejar que si se entiende que
todos quienes ocupan cargos públicos son mandatarios del soberano, éste es el
primero o más importante.
3. Los requisitos para ser elegido Presidente de la República (por ende, deben
cumplirse al momento de la elección) son:
3.3. Las demás calidades necesarias para ser ciudadano con derecho a sufragio (es
decir, ser chileno, tener 18 años cumplidos y no haber sido condenado a pena aflictiva)
3.5. El punto está tratado en el inciso 1º del artículo 25 de la Constitución que es del
siguiente tenor:
“Para ser elegido Presidente de la República se requiere tener la
nacionalidad chilena de acuerdo a lo dispuesto en los números 1º o 2º del artículo
10; tener cumplidos treinta y cinco años de edad y poseer las demás calidades
necesarias para ser ciudadano con derecho a sufragio.”
3.6. Sin perjuicio de los requisitos que se han indicado, la Constitución establece,
además, inhabilidades temporales para ser elegido Presidente de la República (se trata
de sanciones por conductas específicas)
3.6.1. Por 15 años para el condenado por delitos terroristas (artículo 9º, inciso 2º,
Constitución).
3.6.2. Por 5 años para el condenado por el Senado en juicio político (artículo 53 Nº 1,
inciso 4º, Constitución).
3.6.3. Por 5 años para los responsables de una organización que ha sido declarada
inconstitucional por el Tribunal Constitucional (artículo 19 Nº 15, inciso 7º,
Constitución). Hay que tener presente que si esta sanción recae en el Presidente
(en ejercicio o electo), ella requiere el acuerdo del Senado por la mayoría absoluta
de sus miembros en ejercicio (artículo 93 Nº 10 Constitución).
4.2. Se optó por un esquema de elección por mayoría absoluta como forma de
garantizar un respaldo popular suficiente para quien asume el cargo (particularmente
importante, se dijo, si se consideraban las potestades que se le otorgan al Presidente de la
República)
4.2.1. El objetivo, se afirma, es el de asegurar el “peso político” de la primera
autoridad del país. Por cierto, el riesgo radica en la posibilidad de incentivar
esquemas de caudillismo o mesianismo.
4.2.2. Un antecedente decisivo que tuvo a la vista la Comisión Ortúzar fue la situación
producida en la elección presidencial de 1970, pues se entendió que parte de los
problemas que llevaron a la crisis de 1973, fue que el Presidente de la República
no contaba con una mayoría sólida.
4.2.3. El esquema por el que se optó en la Carta Fundamental establece que si no hay
mayoría absoluta en la primera votación, se realiza una segunda votación
(“segunda vuelta”), entre las dos primeras mayorías relativas.
4.2.4. Por su parte, la regla de cómputo de votos que se emplea refuerza esta lógica,
pues sólo cuentan aquellos votos que tienen una preferencia expresa y válida
(no se incluyen votos blancos y votos nulos)
6.1. En la actualidad está vigente la norma que establece un período de 4 años sin
reelección inmediata (así, desde la Reforma 2005)
6.1.1. La Constitución original consideraba un plazo más largo: 8 años sin reelección
inmediata.
6.1.2. En la Reforma 1989 se estableció una duración especial para el primer período
desde la entrada en vigencia plena de la Constitución de 1980 (es decir, el
período del Presidente Aylwin): 4 años sin reelección inmediata.
6.1.3. Más tarde, el año 1993, el Presidente Frei Ruiz – Tagle fue elegido por 8 años,
pero asumió por 6 años sin reelección inmediata, por efecto de la Reforma
1994.
6.3.4. Algunos han sostenido que la solución de Estados Unidos parece un buen
equilibrio: 1 sola re – elección para el Presidente de la República supone una
suerte de chequeo o revisión de las políticas pública y un control a la mitad del
total de tiempo posible (una suerte de plebiscito). El no poder presentarse más al
cargo (nunca), opera como un incentivo a hacerlo bien (sobretodo en el segundo
período), pues esa es la gestión que quedará registrada, y tiende a evita abusos,
pues no se puede intentar estar “para siempre” (como es sabido, la excepción fue
F.D. Roosevelt que fue elegido 4 veces Presidente de los Estados Unidos: 1932,
1936, 1940 y 1944, para lo cual se reformó la Constitución dos veces: primero
para permitirlo, luego para impedirlo en el futuro)
7.1. Así, el artículo 25, inciso 2º, Constitución (tras la Reforma 2005), dispone que:
“El Presidente de la República durará en el ejercicio de sus funciones por
el término de cuatro años y no podrá ser reelegido para el período siguiente”.
7.2. Por su parte, la Disposición 29ª Transitoria, inciso final (derogada por Reforma
2005), establecía que:
“El Presidente de la República que resulte elegido por aplicación del
inciso anterior durará en el ejercicio de sus funciones por el término de cuatro
años, y no podrá ser reelegido para el período inmediatamente siguiente.”
7.3. A su vez, la Disposición 12ª Transitoria (según su texto fijado por la Reforma
2005), contempla el último período presidencial de 6 años de duración (el del Presidente
Lagos), y es del siguiente tenor:
“El mandato del Presidente de la República en ejercicio será de seis años,
no pudiendo ser reelegido para el período siguiente”.
8.1. Debe dar cuenta al país de su gestión. Esto tiene que ver con su carácter de
mandatario del soberano, por lo tanto, debe rendir cuenta a él.
8.1.1. La discusión más relevante a este respecto es si se trata de una cuenta política
(grandes ideas y lineamientos), o una cuenta detallada de gestión específica. La
segunda es menos entretenida (y, por cierto, más burocrática), pero resulta clave
para la fiscalización y el control. En los últimos años se ha ido desarrollando una
tendencia a aprovechar la oportunidad para hacer un discurso político
prospectivo con lineamientos y orientaciones para los años siguientes, antes que
una cuenta con cifras duras (las que se suelen entregar después como
documentos anexos)
8.1.2. En las Constituciones de 1833 y de 1925 se decía que la cuenta debía hacerse en
la primera sesión de la legislatura ordinaria. La Constitución de 1980 en su
redacción original no dijo nada en cuanto a la fecha, aunque se mantuvo el
9.3. La Constitución también se pone en la hipótesis de que falte uno o los dos
candidatos que pasaron a la segunda vuelta de la elección presidencial.
9.3.1. La regla es que se convoca a una nueva elección.
9.3.2. Si con la nueva elección no se alcanzan a cumplir los plazos para tener elegido a
un Presidente para cuando deba dejar el cargo el que está en funciones, entonces
asume como Vicepresidente de la República el Presidente del Senado, el
Presidente de la Cámara de Diputados o el Presidente de la Corte Suprema.
9.3.3. La regla está establecida en los incisos penúltimo y último del artículo 26 de la
Constitución.
“En caso de muerte de uno o de ambos candidatos a que se refiere
el inciso segundo, el Presidente de la República convocará a una nueva
elección dentro del plazo de diez días, contado desde la fecha del deceso.
La elección se celebrará noventa días después de la convocatoria si ese día
correspondiere a un domingo. Si así no fuere, ella se realizará el domingo
inmediatamente siguiente.
10
11
1.1. En la Comisión Ortúzar existió la apreciación de que una de las fallas del diseño
de la Constitución de 1925 era la debilidad relativa del Presidente de la República frente a
los partidos políticos y al Congreso. Esta idea había sido planteada por los ex –
Presidentes Alessandri Rodríguez y Frei Montalva, y se había convertido en una suerte
de consenso en el análisis institucional de la segunda mitad del siglo XX en Chile.
3. Así queda de manifiesto, como esquema general de atribución y control, del texto
de los incisos 1º y 2º del artículo 24 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“El gobierno y la administración del Estado corresponden al Presidente
de la República, quien es el Jefe del Estado.
Su autoridad se extiende a todo cuanto tiene por objeto la conservación
del orden público en el interior y la seguridad externa de la República, de
acuerdo con la Constitución y las leyes.”
4.4. Relacionadas con las Fuerzas Armadas (artículo 32 Nº 16, 17, 18 y 19)
1. Estas atribuciones son una demostración muy clara del carácter de autoridad más
importante del país que la Constitución asigna al Presidente de la República. Es posible
afirmar que se vinculan al carácter de Jefe de Estado y, por lo tanto, a un rol asociado
con los intereses permanentes del país, y que va (debe ir), más allá de las consideraciones
propias del Jefe de Gobierno.
difícil hacerlas sin su concurso). El control radica, básicamente, en el costo político que
asume al emplearlas.
3.3. Se suele afirmar que estas atribuciones operan como un mecanismo pro status
quo, pues operan para bloquear o hacer más difícil una eventual modificación a la Carta
Fundamental.
3.4. A la larga, se dice, generan un incentivo a buscar el mayor consenso posible antes
de entrar al proceso de Reforma Constitucional, sea para contar con el respaldo del
Presidente de la República, sea para poder derrotarlo con el Congreso o con la
ciudadanía.
2.2. Otro problema que ha planteado la doctrina apunta a que no se exige una
justificación de la necesidad de la regulación que propone el Presidente de la República
(tampoco de aquella que proponen los miembros del Congreso), ni una evaluación en
términos de eficiencia. Esta es más bien una crítica general al modo en que funciona el
sistema en cuanto a la generación de nueva regulación.
4.7. Esto contiene, en séptimo lugar, la atribución (artículo 71, Constitución), para
intentar resolver discrepancias entre ambas cámaras. En este caso opera, según se verá
más adelante, tanto respecto de proyectos de su iniciativa, como de aquellos de iniciativa
parlamentaria y, nuevamente, tiene que ver, se ha sostenido, con la idea de que en su
combinación de rol gubernamental con el propio del Jefe de Estado, está en posición
de actuar como árbitro respecto de qué legislación parece ser necesaria.
todo que el proyecto de ley en cuestión se convierta en ley), pues una facultad de tal
naturaleza corresponde más bien al soberano. Se trata, por ende, y según ha insistido la
doctrina, en una atribución que puede ser superada por el Congreso, si éste puede
insistir aumentando el quórum. Esta es una atribución común en los regímenes
presidenciales y está directamente relacionada con el carácter de Jefe de Estado que le
corresponde al Presidente de la República.
4.12. Esto contiene, en duodécimo lugar, la atribución de publicar las leyes que ha
promulgado (artículo 75, inciso final, Constitución). Este es el trámite mediante el cual la
legislación se pone en conocimiento de la ciudadanía (al menos potencialmente). Es un
elemento básico para que pueda operar la presunción de conocimiento (y la exclusión del
error de derecho).
4.12.1. La Constitución fija el plazo de 5 días hábiles siguientes a la total tramitación
del decreto promulgatorio para proceder a la publicación (nuevamente con el
objetivo de evitar demoras indebidas).
5.1. Esta disposición fue modificada en la Reforma 2005 que eliminó la distinción
entre legislatura ordinaria y extraordinaria.
5.2. La distinción era propia del diseño tradicional de los poderes públicos en el cual
el Congreso no sesiona de manera continuada durante el año, sino que tiene ciertos
períodos de funcionamiento normal (la denominada legislatura ordinaria).
8. Los mecanismos de control del ejercicio de esta facultad están establecidos, con
detalle, en la propia Constitución. Se trata en lo fundamental de:
8.1. La ley delegatoria tiene plazo de duración (artículo 64 inciso 1°, Constitución),
dentro del cual deben dictarse los DFL (él no puede exceder de un año).
8.3. Existen temas respecto de los cuales no es posible la delegación por expresa
disposición constitucional (artículo 64, incisos 2° y 3°, Constitución). Se trata de:
8.3.1. Nacionalidad y ciudadanía.
8.3.2. Elecciones y plebiscitos.
8.3.3. Garantías constitucionales.
8.3.4. Leyes de quórum (LOC y LQC)
8.3.5. Organización, atribuciones y régimen de los funcionarios del Poder
Judicial, del Congreso Nacional, del Tribunal Constitucional y de la
Contraloría.
8.4. Según se ha señalado, permitir la delegación en esos temas supondría saltarse los
equilibrios con los otros poderes públicos para temas especialmente sensibles, y respecto
de esos poderes, además, supondría saltarse todas las regulaciones relacionadas con los
esquemas de quórum.
9.3. Las reglas de publicación, vigencia y efectos de los DFL son las mismas que
aquellas que se aplican a la ley (artículo 64, inciso 7°, Constitución)
10
5. Esta es una atribución que puede ser vista o analizada desde dos perspectivas, es
decir: i) como un mecanismo de control del comportamiento de los jueces. Un
mecanismo de equilibrio o control recíproco entre poderes públicos, y ii) como una
atribución propia del Jefe de Estado para velar porque las altas autoridades del ámbito
judicial se comporten adecuadamente.
5.3.1. Así, se requiere de la Corte Suprema que ella tome las medidas correspondientes
(y sancione, por ende).
5.3.2. Así, se requiere del Ministerio Público que él reclame las medidas disciplinarias
del tribunal competente, o que entable la acusación correspondiente.
1. Estas atribuciones, según ha insistido la doctrina, tienen que ver no sólo con el
carácter de titular del Poder Ejecutivo y de titular del Poder Gubernamental que
corresponde al Presidente de la República, según ya se ha expuesto, sino también con el
rol de Jefe de Estado.
1.1. Cabe recordar que la importancia de las Fuerzas Armadas no tiene sólo que ver
con el rol que cumplen directamente, sino con su relevancia política. Por ello se buscan
esquemas en que ellas estén sujetas al derecho y no sean empleadas con objetivos
político – partidistas.
1.2. Las atribuciones del Presidente de la República han sido entendidas por muchos
autores como la consagración efectiva de la sujeción de la fuerza armada al poder civil.
1.3. No hay que olvidar que el control de las Fuerzas Armadas y, por ende, el
control de la fuerza del Estado ha sido una de las preocupaciones centrales del
constitucionalismo desde muy antiguo.
1.4. Es importante tener presente que estas atribuciones están diseñadas en la lógica
de controlar a las Fuerzas Armadas, no de eliminarlas o de prescindir de su
contribución. De hecho, y según se suele recordar, esta es una de las tareas más propias y
básicas de los Estados y, por lo mismo, una de las justificaciones más directas de su
existencia.
3. El punto más sensible de esta norma a lo largo del tiempo ha sido el relativo al
nombramiento y retiro de los Comandantes en Jefe y del General Director de
Carabineros.
3.1. Se ha sostenido que hay que lograr un equilibrio razonable entre el respeto y la
promoción de las capacidades técnicas de quien accede al cargo máximo de la respectiva
fuerza armada, para evitar la politización que supone que dicho ascenso se deba a
consideraciones de otra naturaleza, con la efectiva sujeción de las Fuerzas Armadas al
orden institucional, para evitar la generación de un poder paralelo (esa sujeción, como es
sabido, suele asociarse a quién nombra a los cargos más altos)
3.2. Los nombramientos los hace el Presidente de la República de entre las cinco
primeras antigüedades. Así se busca evitar descabezamiento de la institución, respetando
su derecho a seleccionar la persona que le parezca más adecuada para ocupar el cargo.
6.2. El gran marco de la actuación del Presidente de la República está dado por las
necesidades de la seguridad nacional. Esa es una de las preocupaciones centrales de la
sociedad (aunque muchos no sepan formular el argumento al respecto). En ese sentido,
se puede afirmar que el ejercicio de esta atribución está controlado tanto por el Congreso
como por el COSENA.
8. La idea central que se quiere transmitir con esta disposición es que para el
ordenamiento institucional, aún en caso de guerra, las Fuerzas Armadas quedan sujetas al
poder político (en el sentido ya explicado y no como una forma de intervención)
8.2. El Presidente de la República puede designar a otra persona para asumir este rol
(puede ser civil o militar). Uno de los casos más destacados se dio en la Guerra del
Pacífico, donde se nombró a don Rafael Sotomayor, un civil, como Ministro de Guerra
en Campaña.
10. No parece necesario ahondar en lo relevante que resulta este acto (de hecho, se
ha estimado que es uno de los más graves), que puede realizar el Presidente de la
República.
10.1. Es precisamente tomando en cuenta esa importancia, que se opta por requerir la
autorización por ley, lo que supone el control político que realiza el Congreso respecto
del Presidente de la República y del uso mismo de las fuerzas.
1.1. Hasta la Reforma 2005 esta atribución incluía la designación de dos integrantes
del Senado (un ex – Rector de Universidad y un ex – Ministro de Estado). Se eliminó a
consecuencia de la reforma que estableció un Senado íntegramente elegido por votación
popular.
1.3. La doctrina ha señalado que parece posible argumentar que en este ítem de las
atribuciones del Presidente de la República debieran incluirse las atribuciones del
Presidente de la República para nombrar a los integrantes del Tribunal Constitucional
que a él le corresponde designar y a los integrantes del Consejo del Banco Central (la
importancia de los respectivos órganos, así como su carácter de órganos de rango
constitucional, lo justifica).
6. Esta atribución tiene ciertos elementos importantes que deben considerarse con
detención:
6.1. Se ha solido sostener que ella se refiere a las relaciones políticas. Esa es la
visión más tradicional. Con el tiempo han cobrado mucha importancia las materias
económicas (de ahí la relevancia de entidades como la DIRECON, esto es, la Dirección
General de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones
Exteriores), por lo que se suele afirmar que esta visión resulta estrecha en la actualidad
6.5 Una de las críticas que se formuló a la Constitución de 1980 fue que el Presidente
de la República tenía muchas facultades en esta materia, y que, por su parte, el Congreso
tenía muy pocas (en la práctica, se solía decir, el Congreso tenía que aprobar o rechazar,
siempre en bloque, un tratado internacional que había negociado virtualmente de manera
autónoma el Presidente de la República, lo que le dejaba muy poco margen de acción).
Se ha sostenido, en ese sentido, que la Reforma 2005 buscó corregir esa situación
mejorando la posición relativa del Congreso respecto del Presidente de la República.
8.4. La Reforma 2005 incorporó una regla (artículo 54, Nº 1, inciso 9º, Constitución),
que obliga a dar a conocer hechos relativos al tratado internacional. Se sostuvo que se
hacía para evitar el secretismo en esta materia (ello podría traducirse en modificaciones a
la legislación que no son debidamente puestas en conocimiento de la población). El
problema, se ha dicho, es si eso puede llevar a la divulgación indebida de antecedentes
reservados.
9.2. Esta norma fue incorporada por la Reforma 2005. Se dijo que su fundamento
estaba en la intención de impulsar la transparencia e incentivar la acción profesional
en esta materia, así como fijar la responsabilidad del Presidente de la República por el
contenido final del acuerdo (artículo 54 Nº 1, inciso 2º, Constitución)
9.4. Para que el Presidente de la República pueda retirar una reserva que fue tenida en
vista por el Congreso para aprobar un tratado internacional, se requiere la autorización
del Congreso. Si no se pronuncia en plazo (30 días), se entiende que la otorga (artículo
54 Nº 1, inciso 8º, Constitución). Esta regla fue agregada por la Reforma 2005.
10
11.2. Se aplican en este caspo las reglas propias de los DFL. Se ha entendido que dada
la forma en que está redactada la disposición constitucional, no corresponde aplicar en
este caso el plazo de un año desde la vigencia de la ley delegatoria para la dictación de los
DFL. Este punto no se ajustó en la Reforma 2005, por lo que parece apropiado entender
que se pueden dictar durante toda la vigencia del tratado, cuando el Presidente lo estime
conveniente (artículo 54 Nº 1, inciso 10º, Constitución)
11.3. Los DFL que se dicten en este caso, tienen su base en el acuerdo aprobatorio de
un tratado internacional, el que no es propiamente una ley delegatoria. Ese acuerdo no
puede modificar el tratado y tiene jerarquía (rango) legal.
11
13.1. Es el caso de las medidas que el Presidente de la República adopte o los acuerdos
que celebre para el cumplimiento de un tratado internacional que se encuentra en vigor
(tratado marco), a menos que ellas supongan regulaciones propias del dominio legal.
13.2. La Reforma 2005 agregó la mención expresa a los tratados internacionales que se
celebren en el ejercicio de la potestad reglamentaria (artículo 54 Nº 1, inciso 4º,
Constitución). Puede entenderse que no es una modificación del sistema, puesto que es
una consecuencia de las atribuciones que el Presidente de la República tiene en el
derecho interno. En todo caso, la incorporación de una regla expresa en la materia se
entendió necesaria, puesto que la Contraloría General de la República, había resuelto que
este caso no se podía entender excluido del trámite de aprobación por el Congreso,
puesto que dichas excepciones eran taxativas.
13.3. La lógica que explica este mecanismo radica en reconocer que la intensidad
creciente de las relaciones internacionales y la necesidad de que ellas mantengan un
ritmo fluido y expedito no se condice, al menos no siempre y necesariamente, con el
procedimiento y el ritmo del Congreso. De ahí que la idea sea que éste se concentre en
los temas más relevantes, dejando lo demás (lo que tiene carácter reglamentario), en
manos del Presidente de la República.
13.4. Estas disposiciones son distintas de aquella que se contiene en el inciso 10º del
artículo 54 Nº 1, y que se refiere, según ya se vio, a los Decretos con Fuerza de Ley,
pues acá se trata de nuevos acuerdos internacionales y no de normas para la ejecución a
nivel interno.
14. La Reforma 2005 incorporó una regla en la que se establece que los tratados
internacionales sólo pueden ser modificados o dejados sin efecto de la forma prevista en
ellos mismos o en el Derecho Internacional (artículo 54 Nº 1, inciso 5º, Constitución).
12
14.2. En virtud de esta regla, se ha sostenido, resulta inconstitucional que una ley
pretenda modificar o dejar sin efecto un tratado vigente.
14.3. Esta regla es la que sirve de fundamento a quienes sostienen que el control de
constitucionalidad de los tratados internacionales sólo puede ser ex – ante, así como a
quienes sostienen que los tratados internacionales tienen, en la práctica, un rango supra
legal en nuestro ordenamiento.
13
3. Esta es una atribución muy importante del Presidente de la República, pues los
estados de excepción constitucional suponen la aplicación de regímenes jurídicos de
carácter especial y transitorio que aumentan considerablemente los poderes del
Presidente de la República y le permiten restringir los derechos de las personas.
3.1. Se ha dicho que esta atribución tiene que ver con el ámbito (o definición) general
de las facultades y funciones del Presidente (es decir, el orden interno y seguridad
externa).
5.1. Según señala el Nº 4 del artículo 93 del Código Penal, “la gracia del indulto
sólo remite o conmuta la pena; pero no quita al favorecido el carácter de
condenado para los efectos de la reincidencia o nuevo delinquimiento y demás
que determinan las leyes”.
5.3. En la Comisión Ortúzar, Jaime Guzmán propuso que esta facultad presidencial
fuera ejercida con acuerdo del Senado “para evitar la repetición de abusos y de que
ellos (los indultos) se concedan por motivos políticos”. Esa posición fue rechazada
por Raúl Bertelsen (fue lo que finalmente primó) por “considerarlo absolutamente
inconveniente pues el indulto es una atribución propia del Jefe del Estado, y
existe toda una tradición en el Derecho Público Occidental que lo confirma como
una prerrogativa suya y como un derecho de gracia. Cree que si interviene el
Senado se estaría llevando al debate público una materia de índole discrecional, o
se estaría creando una nueva instancia procesal, con el descrédito del Poder
Judicial.”
6. El procedimiento para conceder un indulto tiene que estar regulado por ley para
evitar arbitrariedades. En la actualidad se trata de la Ley Nº 18.050.
6.1. Se ha dicho que el esquema sigue siendo discrecional, pues en el referido cuerpo
legal, tras establecerse los requisitos generales para la concesión del indulto, se señala que
“en casos calificados y mediante decreto supremo fundado, el Presidente de la
República podrá prescindir de los requisitos establecidos en esta ley y de los
trámites indicados en su reglamento, siempre que el beneficiado esté condenado
por sentencia ejecutoriada y no se trate de conductas terroristas, calificadas como
tales por una ley dictada de acuerdo al artículo 9º de la Constitución Política del
Estado” (artículo 6º, Ley Nº 18.050).
6.2. Se requiere la existencia de una sentencia judicial previa para que el Presidente de
la República no intervenga durante el proceso, sino que tome la decisión cuando los
Tribunales de Justicia ya han alcanzado la suya.
7. Se suele afirmar que el indulto es una herencia del Derecho de Gracia de los
Reyes. Este tenía sentido en la medida que se entendía que los jueces impartían justicia
por delegación del Rey, quien era el juez más importante (por eso, por ejemplo, el
“apelo al César” de San Pablo). No queda claro cuál es la justificación en el caso de un
régimen republicano (salvo una suerte de “herencia” desde el cargo de Rey al de
Presidente). Algunos han asociado el indulto a la compasión, otros a la posibilidad de
premiar la enmienda.
3.1. Se ha sostenido que esta es una de las grandes demostraciones del poder
efectivo del Presidente de la República en el orden institucional chileno. Incluso se ha
afirmado que si se unen estas atribuciones a las que el Presidente de la República tiene en
materia de dictación de Decretos con Fuerza de Ley, y en materia legislativa, se
podría decir que él es el gran regulador, incluso más aún que el propio Congreso. Sería,
desde esta perspectiva, la autoridad pública que tiene la potestad normativa (por usar
una denominación general), más amplia.
4.2. Hay que tener presente, además, que los Reglamentos son, en último término y
desde la perspectiva del Derecho, un tipo de Decreto (se llaman decretos
reglamentarios), puesto que ese es el nombre genérico de las normas que dicta una
autoridad en el ámbito de su competencia. Así, Enrique Silva Cimma ha sostenido que:
“… en términos generales, entendemos por decreto la resolución dictada por
cualquiera autoridad sobre los asuntos o negocios de su competencia. Cuando
esta resolución es dictada por el Presidente de la República, toma el nombre de
Decreto Supremo, que según sea su mayor o menor generalidad se denomina
Decreto Reglamentario o simple Decreto Supremo.”
4.3. Se podría decir que hay dos criterios para clasificar los Decretos a partir de lo
que se ha señalado: a) según quién los dicta (si es el Presidente de la República serán
Decretos Supremos, si son otras autoridades serán Decretos), y b) según el grado de
generalidad (si son generales serán Decretos Reglamentarios, si son específicos serán
Simples Decretos).
5.2. Ella se utiliza en todos los casos en que el Presidente de la República lo estima
necesario para cumplir con sus tareas.
6.1. Ella se utiliza en todos los casos en que el Presidente de la República lo estime
conveniente para la ejecución de las leyes. Tampoco se requiere una justificación técnica
o de necesidad. Es, al igual que en el caso anterior, un juicio prudencial del Presidente
de la República.
7.1. La norma que contiene esta figura es el artículo 695 del Código Civil, que es del
siguiente tenor:
“Artículo 695. Un reglamento especial determinará en lo demás los
deberes y funciones del Conservador, y la forma y solemnidad de las
inscripciones.”
7.2. Si bien el Código Civil alude a un reglamento, lo cierto es que él aborda materias
propias de ley (atribuciones de un órgano público, procedimientos, etc.). Por ello se ha
entendido que más allá de lo que diga el precepto citado, la norma tiene carácter de DFL.
8. Los Decretos Supremos (es decir, según se explicó, aquellos que son dictados
por el Presidente de la República), tienen una regulación formal especial que apunta al
control Se trata de la firma, y ellos requieren la del Presidente de la República y la del
Ministro de Estado respectivo. Si falta cualquiera de ellas, no se obedecen.
8.2. Existe una excepción, pues los Decretos e Instrucciones pueden ir con la sola
firma del Ministro de Estado.
10.1. Puede decirse que se trata de aquellos cargos que están en la cúspide de la
administración del Estado (por debajo del Presidente de la República, por cierto). Son
los que tienen más poder y, al mismo tiempo, los que tienen un mayor efecto político.
Por lo mismo, se entiende que requieren mantener estrecha sintonía con el Presidente de
la República. De ahí que el ordenamiento asuma que es lógico que esté en condiciones
de nombrarlos y removerlos a voluntad.
10.2. La doctrina ha afirmado que este mecanismo puede prestarse para reforzar el
carácter político de los cargos, o constituirse en un instrumento que impulse la eficiencia
y el buen desempeño. Depende del uso que de él haga el Presidente de la República.
12.1. El principal problema en este ámbito está dado por la opción que se presenta, se
ha dicho, entre un esquema de flexibilidad que permite la buena administración y la
eficiencia, pero también deja espacio a la actuación con criterios político – partidistas que
afectan a la administración; y un esquema rígido (los mecanismos de la llamada “carrera
funcionaria” y del “estatuto administrativo”), que reduce el espacio a la arbitrariedad
político – partidista, pero virtualmente elimina todo incentivo a la eficiencia y al buen
rendimiento laboral.
12.2. Se suele afirmar que los sistemas de estabilidad (propios del sector público),
tienden a incentivar la mediocridad, pues el incentivo principal está orientado a tratar de
no hacerlo mal o muy mal para no correr el riesgo extremo de despido (que, atendidas
las reglas, es muy difícil que ocurra), y de no hacerlo bien o muy bien, pues el sistema
no lo retribuye (premia), sino que sólo se traduce en más trabajo y responsabilidad.
14. Esta es una facultad que, según se ha dicho, recuerda las atribuciones propias de
los Reyes. Ella supone una suerte de ayuda que se da a ciertas personas, sea como un
apoyo para superar o enfrentar una situación muy grave, sea como premio por los
servicios prestados al país. El marco es fijado por la ley, para evitar que se abuse o se la
use con fines político – electorales. Se ha sostenido que es clave que la atribución esté en
el Presidente de la República (y no en el Congreso), para mantener un cierto incentivo a
que exista control y prudencia con el gasto que representa (el Ejecutivo es quien la paga
y determina qué otros objetos se quedan sin recursos para poder financiarlas).
de Estado, podrá decretar pagos no autorizados por ley, para atender necesidades
impostergables derivadas de calamidades públicas, de agresión exterior, de
conmoción interna, de grave daño o peligro para la seguridad nacional o del
agotamiento de los recursos destinados a mantener servicios que no puedan
paralizarse sin serio perjuicio para el país. El total de los giros que se hagan con
estos objetos no podrá exceder anualmente del dos por ciento (2%) del monto de
los gastos que autorice la Ley de Presupuestos. Se podrá contratar empleados con
cargo a esta misma ley, pero sin que el ítem respectivo pueda ser incrementado
ni disminuido mediante traspasos. Los Ministros de Estado o funcionarios que
autoricen o den curso a gastos que contravengan lo dispuesto en este número
serán responsables solidaria y personalmente de su reintegro, y culpables del
delito de malversación de caudales públicos”.
16.1. El objetivo del ordenamiento en este ámbito consiste en equilibrar los incentivos
e instrumentos que permitan una adecuada administración de los recursos públicos (muy
importante para el adecuado funcionamiento de la economía en su conjunto), con un
efectivo control de las prerrogativas del Gobierno. En otras palabras, el equilibrio entre
la capacidad de hacer desde la autoridad pública para que ella pueda cumplir con los
objetivos que explican su existencia, con los mecanismos de control adecuados y
suficientes.
17.1. Los recursos públicos no pueden gastarse sin autorización legal (ese es el sentido
central de la existencia de la Ley de Presupuestos). Ese es un mecanismo clave en el
control del poder. Además, se ha dicho, él grafica y representa la idea de que son los
propios gobernados (es decir, quienes financian a la autoridad gubernativa), quienes
deben autorizar el empleo de los recursos.
18.3. También están expresamente determinadas las causales que se pueden invocar
por el Presidente de la República para hacer operar el mecanismo. Deben existir
necesidades impostergables derivadas de: i) calamidades públicas, ii) agresión exterior, iii)
conmoción interna, iv) grave daño o peligro para la seguridad nacional, v) agotamiento
de los recursos destinados a mantener servicios que no puedan paralizarse sin serio
perjuicio para el país.
19.1. Aunque se verá más adelante, cabe señalar que se trata de la gran herramienta de
control del Gobierno que posee el Parlamento, pues determina cuánto se puede gastar y
en qué. Al mismo tiempo, su mecanismo de elaboración y aprobación incorpora
esquemas tendientes a evitar la demagogia, particularmente desde el Congreso. Es un
equilibrio o combinación complejo, pero muy importante.
10
19.4. El Congreso no puede cambiar la estimación de los ingresos. Eso, al igual que
la estimación del rendimiento de los recursos, le corresponde exclusivamente al
Presidente la República (previo informe de los organismos técnicos respectivos, pues se
trata de un punto técnico no político). La lógica en esta materia es que él es quien tiene
toda la información y controla los organismos técnicos encargados de estas tareas
(Ministerio de Hacienda, Dirección de Presupuestos (DIPRES), Tesorería General de la
República, Servicio de Impuestos Internos y Servicio Nacional de Aduanas). Además, si
el Congreso pudiera intervenir aquí podría desajustar gravemente las finanzas públicas
por la vía de “hacer aparecer” en la ley recursos que en la realidad no existen, inflando las
estimaciones de ingresos.
19.5. El Congreso puede aprobar, rechazar o disminuir los gastos que propone el
Presidente de la República, pero no puede crear nuevos ni aumentar los propuestos. Este
es un mecanismo que busca poner los incentivos de control político a favor de la
reducción del gasto, evitando la tendencia a la demagogia de quienes autorizan el gasto,
pero no tienen que pagarlo.
19.6. El Congreso no puede autorizar ningún nuevo gasto, sin que esté indicada la
fuente de financiamiento. Este es un mecanismo que exige del Presidente de la República
realizar la consolidación y control de los gastos de manera de mantener cuadrada la caja
fiscal.
19.8. Una cuerpo legal clave para el funcionamiento de este mecanismo es el Decreto
Ley Nº 1263, Ley Orgánica de Administración Financiera y Presupuestaria del Estado.
Ahí están, entre otras, las normas que regulan el funcionamiento del sistema de
presupuesto del Estado (organismo clave a ese respecto es la DIPRES del Ministerio de
Hacienda). La gran duda a este respecto es por qué la Constitución no le dio a esta
norma el rango de ley orgánica constitucional, de manera que, formalmente, hubieran
quedado resguardados en ella los elementos centrales del sistema.
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20. La normativa específica está en el artículo 67, Constitución, que es del siguiente
tenor:
“Artículo 67. El proyecto de Ley de Presupuestos deberá ser presentado
por el Presidente de la República al Congreso Nacional, a lo menos con tres
meses de anterioridad a la fecha en que debe empezar a regir; y si el Congreso no
lo despachare dentro de los sesenta días contados desde su presentación, regirá
el proyecto presentado por el Presidente de la República.
El Congreso Nacional no podrá aumentar ni disminuir la estimación de
los ingresos; sólo podrá reducir los gastos contenidos en el proyecto de Ley de
Presupuestos, salvo los que estén establecidos por ley permanente.
La estimación del rendimiento de los recursos que consulta la Ley de
Presupuestos y de los nuevos que establezca cualquiera otra iniciativa de ley,
corresponderá exclusivamente al Presidente, previo informe de los organismos
técnicos respectivos.
No podrá el Congreso aprobar ningún nuevo gasto con cargo a los fondos
de la Nación sin que se indiquen, al mismo tiempo, las fuentes de recursos
necesarios para atender dicho gasto.
Si la fuente de recursos otorgada por el Congreso fuere insuficiente para
financiar cualquier nuevo gasto que se apruebe, el Presidente de la República, al
promulgar la ley, previo informe favorable del servicio o institución a través del
cual se recaude el nuevo ingreso, refrendado por la Contraloría General de la
República, deberá reducir proporcionalmente todos los gastos, cualquiera que
sea su naturaleza.”
1.6. Se suele afirmar que el desafío más importante para el ordenamiento jurídico e
institucional en esta materia es que la regulación que se genere combine adecuadamente
los mecanismos de control para evitar abusos de la autoridad (el Gobierno en particular),
con las atribuciones y facultades necesarias para superar la crisis en beneficio del Bien
Común.
2.3. Un tercer elemento consiste en la definición clara de las facultades que se otorgan
en cada uno de los estados de excepción constitucional, la forma en que ellas han de
ejercerse y los mecanismos de control a los que quedarán sometidas.
3.5. La regla a que se aludido está consagrada en el artículo 39, Constitución, que es
del siguiente tenor:
“Artículo 39. El ejercicio de los derechos y garantías que la Constitución
asegura a todas las personas sólo puede ser afectado bajo las siguientes
situaciones de excepción: guerra externa o interna, conmoción interior,
emergencia y calamidad pública, cuando afecten gravemente el normal
desenvolvimiento de las instituciones del Estado.”
directa por lo que se hace en el contexto del estado de excepción constitucional que
se pone en vigencia.
4.4. La regla en este sentido está contenida en el artículo 44, inciso 1º, Constitución,
que es del siguiente tenor:
“Una ley orgánica constitucional regulará los estados de excepción, así
como su declaración y la aplicación de las medidas legales y administrativas que
procediera adoptar bajo aquellos. Dicha ley contemplará lo estrictamente
necesario para el pronto restablecimiento de la normalidad constitucional y no
podrá afectar las competencias y el funcionamiento de los órganos
constitucionales ni los derechos e inmunidades de sus respectivos titulares.”
5.2. El tema está tratado en el artículo 12 de la LOC Nº 18.415, que es del siguiente
tenor:
“Artículo 12. Entiéndese que se suspende una garantía constitucional
cuando temporalmente se impide del todo su ejercicio durante la vigencia de un
estado de excepción constitucional.
Asimismo, entiéndese que se restringe una garantía constitucional
cuando, durante la vigencia de un estado de excepción, se limita su ejercicio en
el fondo o en la forma.”
7.1. Tanto para el caso de requisición (se toman bienes de los particulares –por
ejemplo, vehículos motorizados– se los usa y después se los devuelve), como para las
limitaciones a la propiedad que importen privación de atributo o facultad esencial y
causen daño.
7.2. La regla está contenida en el artículo 45, inciso 2º, Constitución, que es del
siguiente tenor:
“Las requisiciones que se practiquen darán lugar a indemnizaciones en
conformidad a la ley. También darán derecho a indemnización las limitaciones
que impongan al derecho de propiedad cuando importen privación de alguno de
sus atributos o facultades esenciales y con ello se cause daño.”
8. Un tema que dio lugar a una discusión muy importante en relación a estas
instituciones en el diseño original de la Constitución de 1980, y que fue objeto de
modificación, tanto en la Reforma 1989 como en la Reforma 2005, es el relativo a las
atribuciones de los Tribunales de Justicia en los Estados de Excepción
Constitucional.
8.1. Se ha dicho que esto demuestra, una vez más, la complejidad que supone
equilibrar el otorgamiento de facultades eficaces a la autoridad de manera que se pueda
superar la crisis, con la mantención de esquemas de control respecto al modo en que
ellas se emplean en la práctica.
8.3. La regla quedó establecida en el artículo 45, inciso 1º, Constitución, que es del
siguiente tenor:
“Los tribunales de justicia no podrán calificar los fundamentos ni las
circunstancias de hecho invocados por la autoridad para decretar los estados de
excepción, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 39. No obstante, respecto
de las medidas particulares que afecten derechos constitucionales, siempre
existirá la garantía de recurrir ante las autoridades judiciales a través de los
recursos que corresponda.”
1.1. Causal habilitante: Guerra Exterior (artículo 40, inciso 1º, Constitución)
2. Las reglas a este respecto están contenidas en la Constitución, y son del siguiente
tenor:
3. Tal como se dijo, la Reforma 2005, que estableció los textos que se han
transcrito, introdujo modificaciones orientadas a aumentar el control político y a reducir
las facultades que se confieren en su virtud al Presidente de la República.
1.1. Causal habilitante: Guerra Interna (presencia de fuerza armada interna) o Grave
Conmoción Interior (desorden que amenaza estabilidad institucional). La Comisión
Ortúzar estudió la posibilidad de dejar sólo la segunda (puesto que se entiende que
incluye sedición y guerra civil), pero finalmente se optó por las dos figuras (artículo 40,
inciso 1º, Constitución)
2. Las reglas a este respecto están establecidas en la Constitución y son del siguiente
tenor:
3. La Reforma 2005 redujo las atribuciones del Presidente de la República, así como
la duración de este Estado de Excepción Constitucional. También eliminó la facultad del
Congreso de dejarlo sin efecto en cualquier tiempo.
1.1. Causal habilitante: Grave alteración del orden público o grave daño para la
seguridad de la Nación (artículo 42, inciso 1º, Constitución). Se ha dicho que hay un
defecto de redacción en el inciso 1º del artículo 39, Constitución, pues se usa el nombre
del estado de excepción constitucional y no la causal.
2. Las reglas a este respecto están establecidas en la Constitución y son del siguiente
tenor:
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4. Se suele afirmar que la idea del Estado de Emergencia es tener una alternativa
menor (de menos impacto), que la que representa el Estado de Sitio, que permita
combatir o afrontar una suerte de subversión latente. Se asume, en este sentido, que
pueden existir casos que no justifiquen un Estado de Sitio, pero requieran al menos
algo más que la regulación normal.
V. El Estado de Catástrofe.
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1.2.5. Declarado que sea este estado de excepción constitucional, las zonas geográficas
afectadas quedan bajo la dependencia inmediata del Jefe de la Defensa Nacional
que designe el Presidente de la República.
1.2.6. El Presidente de la República está obligado a informar al Congreso las medidas
adoptadas en virtud de este estado de excepción constitucional.
2. Las reglas a este respecto están establecidas en la Constitución y son del siguiente
tenor:
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1La precedencia legal de los ministerios, según la norma actualmente vigente, es la siguiente: i) Interior y
Seguridad Pública, ii) Relaciones Exteriores, iii) Defensa Nacional, iv) Hacienda, v) Secretaría General de la
Presidencia de la República, vi) Secretaría General de Gobierno, vii) Economía, Fomento y Turismo, viii)
Desarrollo Social, ix) Educación, x) Justicia, xi) Trabajo y Previsión Social, xii) Obras Públicas, xiii) Salud,
xiv) Vivienda y Urbanismo, xv) Agricultura, xvi) Minería, xvii) Transportes y Telecomunicaciones, xviii)
Bienes Nacionales, xix) Energía, y xx) Medio Ambiente.
1.6. Las reglas fundamentales a este respecto constan en el artículo 33, Constitución,
que es del siguiente tenor:
“Artículo 33. Los Ministros de Estado son los colaboradores directos e
inmediatos del Presidente de la República en el gobierno y la administración del
Estado.
La ley determinará el número y organización de los Ministerios, como
también el orden de precedencia de los Ministros titulares.
El Presidente de la República podrá encomendar a uno o más Ministros la
coordinación de la labor que corresponde a los Secretarios de Estado y las
relaciones del Gobierno con el Congreso Nacional”.
2Están establecidos en la Ley Nº 18.834, Estatuto Administrativo, cuyo artículo 11 dispone que: “para
ingresar a la Administración del Estado será necesario cumplir los siguientes requisitos:
a) Ser ciudadano; No obstante, en casos de excepción determinados por la autoridad llamada a
hacer el nombramiento, podrá designarse en empleos a contrata a extranjeros que posean
conocimientos científicos o de carácter especial. Los respectivos decretos o resoluciones de la
autoridad deberán ser fundados, especificándose claramente la especialidad que se requiere para
el empleo y acompañándose el certificado o título del postulante.
En todo caso, en igualdad de condiciones, se preferirá a los chilenos.
b) Haber cumplido con la ley de reclutamiento y movilización, cuando fuere precedente;
c) Tener salud compatible con el desempeño del cargo;
d) Haber aprobado la educación básica y poseer el nivel educacional o título profesional o técnico
que por la naturaleza del empleo exija la ley;
e) No haber cesado en un cargo público como consecuencia de haber obtenido una calificación
deficiente, o por medida disciplinaria, salvo que hayan transcurrido más de cinco años desde la
fecha de expiración de funciones, y
f) No estar inhabilitado para el ejercicio de funciones o cargos públicos, ni hallarse condenado o
procesado por crimen o simple delito.”
2.5. Las reglas que se han expuesto están contenidas en los artículos 34, 36 y 37 de la
Carta Fundamental, que son del siguiente tenor:
“Artículo 34. Para ser nombrado Ministro se requiere ser chileno, tener
cumplidos veintiún años de edad y reunir los requisitos generales para el ingreso
a la Administración Pública.
En los casos de ausencia, impedimento o renuncia de un Ministro, o
cuando por otra causa se produzca la vacancia del cargo, será reemplazado en la
forma que establezca la ley.”
“Artículo 36. Los Ministros serán responsables individualmente de los
actos que firmaren y solidariamente de los que suscribieren o acordaren con los
otros Ministros.”
“Artículo 37. Los Ministros podrán, cuando lo estimaren conveniente,
asistir a las sesiones de la Cámara de Diputados o del Senado, y tomar parte en
sus debates, con preferencia para hacer uso de la palabra, pero sin derecho a
voto. Durante la votación podrán, sin embargo, rectificar los conceptos emitidos
por cualquier diputado o senador al fundamentar su voto.
Sin perjuicio de lo anterior, los Ministros deberán concurrir personalmente
a las sesiones especiales que la Cámara de Diputados o el Senado convoquen
para informarse sobre asuntos que, perteneciendo al ámbito de atribuciones de
las correspondientes Secretarías de Estado, acuerden tratar.”
1.2. Se suele decir que, en rigor, hay que excluir de este grupo a todos los
funcionarios que pertenecen a poderes independientes (Legislativo y Judicial), así como a
aquellos que forman parte de órganos autónomos (por ejemplo, Banco Central y
Tribunal Constitucional).
1.3. De ahí, se ha dicho, que algunos autores aludan a sector público, cuando
quieren referirse a todas las personas que desempeñan tareas o cargos en órganos del
Estado, independientemente de su denominación o dependencia.
2. En general se suele afirmar que el diseño de las reglas que rigen y del modo en
que se organiza la Administración Pública, debe considerar diversas perspectivas.
2.4. Desde una perspectiva de control del poder se ha sostenido que es necesario
evitar la politización de la estructura, para impedir que ella funcione más siguiendo
directrices político – partidistas, que orientada por el Bien Común. En este sentido, el
análisis desde la lógica del Public Choice ha insistido en la importancia de evitar que la
elección presidencial sea vista como la oportunidad de ganar un gran premio en términos
de cupos o posiciones.
3. El esquema que empleó Chile durante el siglo XX supuso dividir los cargos que
integran la estructura en dos grupos principales.
3.1. Por un lado, los cargos de exclusiva confianza, que son menos en número,
están asociados a las posiciones más altas (y, por ende, a mejores rentas), y son de
designación (y remoción), libre por parte del Presidente de la República.
3.2. Por otro, los que no son de exclusiva confianza, que representan la mayor
parte del total, están asociados al resto de las posiciones del sistema y tienen un
mecanismo de nombramiento, ascenso y remoción regulado (con un muy fuerte
componente de estabilidad en el empleo).
4. El sistema tuvo una grave crisis durante el gobierno del ex – Presidente Lagos,
cuando se descubrieron operaciones orientadas a financiar indebidamente a funcionarios
públicos, en algunos casos triangulando fondos privados, en otros desviando recursos
públicos.
4.2. El temor que existía era que, finalmente, se mejorasen las rentas de la Escala
Unica (cambiando la ley), y que los cargos beneficiados fueran llenados sólo con
criterios políticos.
5. El equilibrio se intentó buscar a través de la Ley 19.882 que en el año 2003, dio
origen al Sistema de Alta Dirección Pública.
5.3. La lógica del sistema es que en la medida que la propuesta del Consejo de la
Alta Dirección Pública se basa en criterios técnicos, las opciones de selección del
Presidente de la República quedan enmarcadas en ese criterio (lo que apunta a mejorar el
profesionalismo del sistema), sin que se niegue la potestad presidencial final respecto del
nombramiento.
5.3.1. Las críticas al sistema se han centrado en que el Presidente de la República
puede pedir la renuncia al directivo que se ha designado por el sistema e iniciar
nuevos procesos de designación para un reemplazante (lo que genera un
incentivo a hacerlo, precisamente al producirse un cambio de gobierno).
5.3.2. Además, se ha dicho, si bien el Presidente de la República debe esperar la
propuesta del Consejo para poder nombrar en propiedad (y eligiendo de entre
quienes se incluyen en la propuesta), tiene una facultad para nombrar
interinamente (en calidad de transitorio, por ende), lo que, según algunos,
beneficia a esa persona respecto del resto de interesados en el proceso de
selección por el Consejo, y luego por el propio Presidente de la República.
6. Sin perjuicio de las críticas anotadas (y de otras), la evaluación general del nuevo
sistema ha sido positiva, tanto por el efecto directo respecto de los cargos que están
sujetos a su intervención, como por un cierto efecto demostración respecto de otras
prácticas en general. Además, se ha solido destacar que representa un claro avance
respecto de la situación existente en el pasado en la materia.
7.2. Si bien se suele sostener que hay razones que justifican su mantención en ciertas
áreas (atendida la naturaleza de las mismas), por ejemplo, el Poder Judicial o las Fuerzas
Armadas, también existe evidencia en orden a que no constituye un buen sistema de
administración, ni tiende a generar los incentivos adecuados. De ahí que se la trate,
cuando menos, de corregir o ajustar.
2.2. Cabe tener presente, en este sentido, que según se suele señalar, las normas
relativas a la responsabilidad del Estado, se desarrollaron en el pasado también como
una forma de compensar la imposibilidad de perseguir la responsabilidad de aquél que
estaba a su cabeza (el Rey). Era una forma de reparar a los súbditos (las personas), sin
tener que afectar o poner en riesgo la inmunidad del monarca.
2.3. El tema está tratado en el artículo 110 de la Carta Fundamental que es del
siguiente tenor:
“Artículo 110. Para el gobierno y administración interior del Estado, el
territorio de la República se divide en regiones y éstas en provincias. Para los
efectos de la administración local, las provincias se dividirán en comunas.
La creación, supresión y denominación de regiones, provincias y
comunas; la modificación de sus límites, así como la fijación de las capitales de
las regiones y provincias, serán materia de ley orgánica constitucional.”
3.1. El rol que cabe al Intendente, así como su carácter de funcionario de exclusiva
confianza del Presidente de la República (en la lógica de que es la autoridad que da
continuidad nacional al Ejecutivo), están establecidas en el inciso 1º del artículo 111 de la
Carta Fundamental, que señala expresamente que el “gobierno de cada región reside
en un intendente que será de la exclusiva confianza del Presidente de la
República.” Más adelante, el mismo inciso 1º del señalado artículo 111 preceptúa que el
Intendente es el “representante natural e inmediato” del Presidente de la República,
en el “territorio de su jurisdicción”.
3.2. La naturaleza y el rol que cabe al Gobierno Regional son abordados primero en
el inciso 2º del artículo 111 de la Carta Fundamental donde se señala que a él
corresponde “la administración superior de cada región”, y que él tiene por objeto
“el desarrollo social, cultural y económico de la región”. Luego, el inciso 3º del
señalado artículo 111, dispone que el Gobierno Regional estará “constituido por el
Intendente y el Consejo Regional”, y que para el “ejercicio de sus funciones”
gozará de “personalidad jurídica de derecho público y tendrá patrimonio propio”.
3.3. Más adelante, en el inciso 1º del artículo 113 de la Carta Fundamental, se define
al Consejo Regional como “un órgano de carácter normativo, resolutivo y
fiscalizador”, que estará “encargado de hacer efectiva la participación de la
ciudadanía regional”. En el inciso 2º del mismo artículo se indica que él estará
“integrado por consejeros elegidos por sufragio universal en votación directa”.
3.4. La Constitución establece, además, en el inciso 1º del artículo 115, que en materia
de gobierno y administración interior del Estado ha de observarse “como
principio básico la búsqueda de un desarrollo territorial armónico y equitativo”.
4.1. La tarea central del gobernador se define como “ejercer, de acuerdo a las
instrucciones del intendente, la supervigilancia de los servicios públicos
existentes en la provincia” (artículo 116, inciso 2º).
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7.2. Las principales críticas apuntan a que se trata de una afectación de la regla central
que apunta a la existencia de un solo ordenamiento y se terminan estableciendo formas
de discriminación e intervención del Estado.
7.3. Las reglas están establecidas en el artículo 126 bis de la Carta Fundamental que es
del siguiente tenor:
“Artículo 126 bis. Son territorios especiales los correspondientes a Isla
de Pascua y al Archipiélago Juan Fernández. El Gobierno y Administración de
estos territorios se regirá por los estatutos especiales que establezcan las leyes
orgánicas constitucionales respectivas.
Los derechos a residir, permanecer y trasladarse hacia y desde cualquier
lugar de la República, garantizados en el numeral 7º del artículo 19, se ejercerán
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en dichos territorios en la forma que determinen las leyes especiales que regulen
su ejercicio, las que deberán ser de quórum calificado.”
I. Normas Generales.
2.2. Las atribuciones legislativas (tal como se las denomina hoy día), que inicialmente
recibió tuvieron que ver, según se ha destacado, precisamente con la posibilidad de cumplir
ese rol de control (el monarca requería de la aprobación del Congreso para la decisión que
interesaba controlar, pues ella debía adoptarse a través de una ley que dicho órgano debía
votar)
2.3. Se suele sostener que no fue sino hasta la expansión de las ideas de Rousseau, que
el Congreso pasó a ser entendido como el lugar donde se expresa de la mejor manera la
voluntad general, por ende, el querer del soberano, y, por tanto, el lugar donde deben
ser hechas las leyes.
2.4. Se ha afirmado que a partir de una cierta popularización de esas ideas, unida a los
planteamientos de Montesquieu en orden a la importancia de la separación de los
poderes, el Congreso fue reforzando su rol e importancia institucional.
3. La Constitución optó por la forma de Congreso Bicameral (es decir, uno que
está compuesto por dos cámaras distintas). Una es la que se suele denominar “cámara
baja” que tiene un número mayor de integrantes (llamada entre nosotros Cámara de
Diputados), y otra es la que se suele denominar “cámara alta” y que tiene un número
menor de integrantes (llamada entre nosotros Senado) Se suele afirmar que esta decisión
estuvo influida por los siguientes argumentos principales.
3.3. La consideración del bicameralismo como un esquema que permite evitar (o,
cuando menos reducir), el riesgo de despotismo parlamentario, pues opera como un
control interno que, en cierta medida, contrapesa el riesgo propio de todo órgano colectivo
de diluir la responsabilidad, y por ende, favorecer los planteamientos extremos.
3.4. El entendimiento del bicameralismo como un esquema que tiende a operar como
un freno a la legislación irreflexiva por el efecto de la doble revisión de los proyectos y
los mecanismos de equilibrio entre cámaras.
4.1. Es por ello que la Carta Fundamental señala expresamente que los parlamentarios
de ambas cámaras (al igual que el Presidente de la República), tienen iniciativa (es decir,
pueden presentar proyectos de ley).
4.2. En este sentido, se pone un tope a las firmas de los parlamentarios que presentan
un proyecto de ley (no más de 10 diputados, ni más de 5 senadores), con el objeto de evitar
que la respectiva iniciativa pueda aparecer como discutida y aprobada de antemano (por
ejemplo, si fuera firmada por la mayoría absoluta de la respectiva cámara al momento de
ser presentada), lo que supondría un cierto desconocimiento de las atribuciones del
Congreso Nacional (es fundamental en este orden de ideas, ha dicho la doctrina, que la
discusión legislativa tenga lugar en el Congreso)
5. Tal como se dijo más arriba, existen diferencias relevantes entre ambas cámaras
del Congreso, que no se refieren a las atribuciones legislativas, siendo algunas de las más
relevantes según la doctrina, las que se exponen a continuación
1El número de integrantes de la Cámara de Diputados se aplicará por primera vez en la elección de 2017.
2El número de integrantes del Senado está establecido en la actualidad en el artículo 180 de la Ley N° 18.700,
Orgánica Constitucional sobre Votaciones Populares y Escrutinios, cuyo texto fue fijado por la Ley N°
20.840. De acuerdo a lo establecido en el artículo 24 Transitorio de la antes señalada Ley N° 18.700, en las
elecciones de 2017, sólo se aplicará respecto de las circunscripciones que corresponden a regiones de número
impar. Se aplicará respecto de las circunscripciones que corresponden a regiones de número par y a la región
metropolitana en las elecciones del año 2021.
El número de diputados que se elige por cada distrito es distinto, y va desde 3 hasta 8. Se
aplica un sistema proporcional.
6.4. Se estableció (artículo 179 bis de la Ley N° 18.700), que el Consejo Directivo del
Servicio Electoral actualizará cada 10 años la distribución de los 155 escaños entre los 28
distritos atendiendo a la distribución de la población en el país.
6.5. En el caso del Senado, el texto original de la Constitución de 1980 establecía que
él estaría compuesto por 26 integrantes elegidos por votación popular (2 por cada una de
las entonces 13 regiones del país), y por integrantes no elegidos por votación popular.
Algunos de ellos tenían el carácter de senador por derecho propio (se trataba de los ex –
Presidentes de la República) y de otros eran designados por otras autoridades de rango
constitucional.3 Según se ha afirmado, la razón que tuvo el Constituyente para
incorporarlos estuvo en la intención de generar un compensador a los partidos y al
esquema estrictamente político, incorporando al Senado a personas que venían de haber
desempeñado cargos altos en instituciones muy importantes y que contaban con una
experiencia muy importante en áreas relevantes del quehacer nacional.
3Se trataba de: (i) 2 ex – Ministros de la Corte Suprema, designados por ésta, (ii) 1 ex – Contralor General
de la República, designado por la Corte Suprema, (iii) 1 ex – Ministro de Estado, designado por el Presidente
de la República, (iv) 1 ex – Rector de Universidad, designado por el Presidente de la República, y (v) 1 ex –
Comandante en Jefe del Ejército, 1 ex – Comandante en Jefe de la Armada, 1 ex – Comandante en Jefe de
la Fuerza Aérea y 1 ex – General Director de Carabineros, designados por el Consejo de Seguridad Nacional.
el señalamiento expreso de que cada circunscripción senatorial elige 2 senadores (esto es,
según se solía afirmar, la consagración constitucional del sistema electoral binominal),
trasladando el tema a la ya mencionada Ley Nº 18.700, Orgánica Constitucional de
Votaciones Populares, pero con salvedad de que esa materia quedaba sujeta a un quórum
de tres quintos de los diputados y senadores en ejercicio (así quedó establecido, según
ya se dijo, en la Disposición Decimotercera Transitoria de la Constitución)
6.9. En el año 2015, y mediante la Ley N° 20.840 que modificó la Ley N° 18.700, se
estableció que el Senado estará compuesto de 50 miembros elegidos por 15
circunscripciones senatoriales que corresponderán a cada una de las regiones del país y
que elegirán entre 2 y 5 senadores cada una de ellas (artículo 180), aplicándose un sistema
electoral proporcional.
6.10. En el caso de los diputados este tema se aborda en el inciso 1º del artículo 47 de
la Constitución, que es del siguiente tenor:
“La Cámara de Diputados está integrada por miembros elegidos en
votación directa por los distritos electorales. La ley orgánica constitucional
respectiva determinará el número de diputados, los distritos electorales y la forma
de su elección.”
6.11. En el caso de los senadores este tema se aborda en el inciso 1º del artículo 49 de
la Constitución, que es del siguiente tenor:
“El Senado se compone de miembros elegidos en votación directa por
circunscripciones senatoriales, en consideración a las regiones del país cada una
de las cuales constituirá, a lo menos, una circunscripción. La ley orgánica
constitucional respectiva determinará el número de Senadores, las
circunscripciones senatoriales y la forma de su elección.”
7.1. En el diseño original de la Constitución, según se indicó, la diferencia entre los dos
criterios era aún más notoria, pues se establecía que cada una de las regiones del país
constituiría una circunscripción. De esta forma, cada una de ella elegía dos senadores,
generando un esquema de igualdad entre las regiones, similar al que se produce en el
Senado de los Estados Unidos. La Reforma Constitucional de 1989, según ya se dijo,
modificó ese criterio al establecer que en algunas regiones (aquellas con mayor población),
existirían dos circunscripciones.
7.3. Se ha afirmado que la situación actual tampoco supone recuperar del todo el
equilibrio entre regiones buscado en el diseño original de la Carta Fundamental, puesto
que si bien cada una de ellas corresponde a una circunscripción, el número de senadores
que eligen es distinto (va, según se dijo, entre 2 y 5).
9.1. La lógica que está detrás de este esquema, según afirma la doctrina, tiene que ver
con la idea (ya expuesta) de que la cámara baja debe estar más cerca de la realidad política
del país y de sus cambios (por ende debe cambiar entera para permitir el ajuste), mientras
que la cámara alta debe actuar como un compensador, más moderado y gradual en los
cambios (por ende, se renueva por mitades).
9.2. Parece importante tener presente que cuando este sistema se diseñó, en la
Constitución original, el período del Presidente de la República duraba 8 años. Así,
cada uno tenía una elección parlamentaria a la mitad de su período, la que se convertía en
una especie de test respecto de las políticas que venía aplicando. Al reducir el período
presidencial a 4 años, esa lógica se perdió.
9.3. Este tema está tratado, junto con el abordado en el número anterior, en el inciso
2º del artículo 47 de la Constitución, que dispone:
“La Cámara de Diputados se renovará en su totalidad cada cuatro años.”
9.4. Este tema está tratado, junto con el abordado en el número anterior, en el inciso
2º del artículo 49 de la Constitución, que dispone:
“Los Senadores durarán ocho años en su cargo y se renovarán
alternadamente cada cuatro años, en la forma que determine la ley orgánica
constitucional respectiva.”
10. Edad para ser elegido. En la Cámara de Diputados se exige haber cumplido
21 años de edad. En el Senado se exige haber cumplido 35 años de edad (este requisito
fue modificado en la Reforma Constitucional de 2005, pues en la Constitución original se
exigía haber cumplido 40 años).
10.1. Tradicionalmente se ha entendido que el requisito de edad tiene que ver con el
perfil que, se asume, corresponde a cada una de las cámaras. Así, mientras para la cámara
baja se asume un perfil más político y, en cierta forma, combativo y, por ello, se admiten
personas más jóvenes; para la cámara alta se asume un perfil más moderado y prudente,
lo que se suele asociar a una cierta mayor edad.
10.2. Este punto está tratado, para los diputados en el artículo 48 de la Constitución, el
que es del siguiente tenor:
“Artículo 48. Para ser elegido diputado se requiere ser ciudadano con
derecho a sufragio, tener cumplidos veintiún años de edad, haber cursado la
enseñanza media o equivalente, y tener residencia en la región a que pertenezca el
distrito electoral correspondiente durante un plazo no inferior a dos años, contado
hacia atrás desde el día de la elección.”
10.3. Este punto está tratado para los senadores en el artículo 50 de la Constitución, el
que es del siguiente tenor:
“Artículo 50. Para ser elegido senador se requiere ser ciudadano con
derecho a sufragio, haber cursado la enseñanza media o equivalente y tener
cumplidos treinta y cinco años de edad el día de la elección.”
11. Residencia. Tal como se aprecia en el texto del artículo 48 de la Constitución que
se ha transcrito, los diputados deben cumplir con un requisito de residencia en la
respectiva región, que no se aplica a los senadores. Ello es efecto de la Reforma
Constitucional de 2005, que lo eliminó para los senadores.
11.1. La discusión central en esta materia ha estado dada entre quienes sostienen que
esta clase de requisitos de residencia es importante como una manera de garantizar la
vinculación efectiva de los candidatos con la zona a la que representan, y quienes sostienen
que ello es algo que deben decidir los votantes, y que el requisito sólo se traduce en una
barrera de entrada para nuevos candidatos.
12.1. El punto está tratado en el inciso 2º del artículo 65 de la Constitución, que es del
siguiente tenor:
“Las leyes sobre tributos de cualquiera naturaleza que sean, sobre los
presupuestos de la Administración Pública y sobre reclutamiento, sólo pueden
tener origen en la Cámara de Diputados. Las leyes sobre amnistía y sobre indultos
generales sólo pueden tener origen en el Senado.”
15. Cada cámara es un cuerpo colegiado, cuya voluntad radica en la respectiva Sala.
Ambas cámaras forman el Congreso Nacional.
16. Las reuniones que celebra el Congreso Nacional reciben el nombre de sesiones.
El conjunto de sesiones de un mismo año recibe el nombre de Legislatura. El tiempo
por el que asume un parlamentario (4 u 8 años), recibe el nombre de Período Legislativo.
16.1. La instalación y duración anual del período de sesiones del Congreso, quedó
entregada a su LOC (Ley Nº 18.918, Orgánica Constitucional del Congreso Nacional), que
fija la instalación para el día 11 de Marzo.
16.3. En todo caso, el Congreso se entiende convocado de pleno derecho para conocer
de los estados de excepción.
16.5. Este tema es tratado por los incisos 1º y 2º del artículo 55 de la Constitución.
17. El quórum para entrar en sesión y para adoptar acuerdos en ambas cámaras es
de un tercio de sus miembros en ejercicio. Se ha dicho que esta regla busca equilibrar
representatividad (por eso se exige un mínimo), con protección de los derechos de la
minoría (por eso el mínimo no es muy alto), para evitar que a la mayoría le sea fácil
bloquear el funcionamiento simplemente no dando quorum. Este punto está tratado en el
inciso 1º del artículo 56 de la Constitución que es del siguiente tenor:
“La Cámara de Diputados y el Senado no podrán entrar en sesión ni adoptar
acuerdos sin la concurrencia de la tercera parte de sus miembros en ejercicio.”
18. Cada una de las cámaras establece, mediante su reglamento, la clausura del
debate por simple mayoría. Esta disposición es muy importante, pues evita que se pueda
estar discutiendo indefinidamente, simplemente para no votar algo que se puede (y no
quiere), perder. La clausura opera, precisamente, cerrando la discusión y obligando a
votar. Está tratado en el inciso 2º del artículo 56 de la Constitución, a saber
“Cada una de las Cámaras establecerá en su propio reglamento la clausura
del debate por simple mayoría.”
19.1. Cada comisión recibe los proyectos de ley según los respectivos temas, los analiza
y discute, y emite informes que se presentan a la Sala que los vota. Es sólo en la Sala
donde se genera la voluntad de la respectiva cámara.
19.2. Este mecanismo de comisiones también puede usarse para temas que no
corresponden a la labor legislativa. Así, por ejemplo, uno de los instrumentos que puede
utilizar la Cámara de Diputados para ejercer sus atribuciones fiscalizadoras (se
estudiará más adelante en detalle), es la creación de Comisiones Investigadoras.
10
I. Normas Generales.
1.1. La doctrina suele afirmar que a esta regla subyace la intención de evitar el efecto
de estar permanentemente en elecciones, pues ello se considera perjudicial para el
normal funcionamiento del país.
1.2. Se suele afirmar, asimismo, que este esquema incentiva la coordinación entre las
propuestas presidenciales y parlamentarias, lo que favorecería que se presenten a la
ciudadanía planes coordinados.
1.3. Se ha sostenido, además, que este esquema sería favorable en la medida que
obligaría al votante a hacer una mirada sobre el conjunto de las decisiones (todos los
cargos que se van a elegir), antes de votar.
1.4. Quienes critican esta fórmula suelen afirmar que ella se traduce en una excesiva
“presidencialización” de toda la campaña, dejando de lado los planteamientos más
propiamente parlamentarios.
1.5. Este punto está tratado en el inciso 2º del artículo 51 de la Constitución, que es
del siguiente tenor:
“Las elecciones de diputados y de senadores se efectuarán conjuntamente
[…]”
2.1. La razón que suele dar la doctrina para justificarlo radica en que al tratarse de
cargos que no tienen competencia para el manejo directo de recursos públicos,
funcionarios del estado, ni fuerza pública, el riesgo de abuso asociado a una cierta
entronización en las posiciones se entiende menor que en el caso de aquellos que
integran el Poder Ejecutivo.
2.5. En Chile este tema ha sido discutido en el último tiempo, a raíz de varios
planteamientos en orden a la necesidad de establecer un cierto límite forzoso a la
reelección (al menos, por el mismo distrito o circunscripción)
2.6. Este punto está tratado en el inciso 2º del artículo 51 de la Constitución, que
dispone:
“[…] Los parlamentarios podrán ser reelegidos en sus cargos”
3.2. A lo anterior se suele agregar el argumento que apunta a que desde el momento
que el sistema de elección de parlamentarios en Chile opera a partir de distritos y
circunscripciones que eligen más de un cargo, no resulta posible replicar dicho sistema
en una elección complementaria, de donde ella vendría a suponer, necesariamente, una
alteración del sistema electoral.
3.3. En este contexto, el diseño original de la Constitución establecía que las vacantes
de parlamentarios se llenaban por la cámara respectiva, por la mayoría absoluta de sus
miembros en ejercicio.
3.6. El mecanismo actualmente vigente ha sido criticado, pues se sostiene que parece
concentrarse más en mantener los equilibrios entre los partidos políticos, más que tratar
de representar el querer de la ciudadanía (al menos de forma parcial). Algunos han dicho
que pareciera operar a partir del entendimiento que los cargos parlamentarios vienen a
ser una cierta propiedad de los partidos más que de sus ocupantes.
3.7. Este tema está tratado en los incisos 3º a 8º del artículo 51 de la Constitución,
que son del siguiente tenor:
“Las vacantes de diputados y las de senadores se proveerán con el
ciudadano que señale el partido político al que pertenecía el parlamentario que
produjo la vacante al momento de ser elegido.
Los parlamentarios elegidos como independientes no serán reemplazados.
Los parlamentarios elegidos como independientes que hubieren postulado
integrando lista en conjunto con uno o más partidos políticos, serán
reemplazados por el ciudadano que señale el partido indicado por el respectivo
parlamentario al momento de presentar su declaración de candidatura.
El reemplazante deberá reunir los requisitos para ser elegido diputado o
senador, según el caso. Con todo, un diputado podrá ser nominado para ocupar
el puesto de un senador, debiendo aplicarse, en ese caso, las normas de los
incisos anteriores para llenar la vacante que deja el diputado, quien al asumir su
nuevo cargo cesará en el que ejercía.
El nuevo diputado o senador ejercerá sus funciones por el término que
faltaba a quien originó la vacante.
En ningún caso procederán elecciones complementarias.”
2.1. Los Requisitos de Elegibilidad para ser diputado son: i) Ser ciudadano con
derecho a sufragio, ii) Tener cumplidos 21 años de edad, iii) Haber cursado enseñanza
media o equivalente, iv) Tener residencia en la región a que pertenezca el respectivo
distrito por no menos de 2 años (hasta la Reforma Constitucional de 1989 se exigían 3
años), contados hacia atrás desde el día de la elección.
2.1.1. Cabe tener presente que se entiende, por el solo ministerio de la ley, que los
diputados tienen residencia en la respectiva región mientras ejercen el cargo.
2.1.2. La regla está establecida en el artículo 48 de la Constitución, que dispone:
“Para ser elegido diputado se requiere ser ciudadano con derecho a
sufragio, tener cumplidos veintiún años de edad, haber cursado la
enseñanza media o equivalente, y tener residencia en la región a que
pertenezca el distrito electoral correspondiente durante un plazo no
inferior a dos años, contado hacia atrás desde el día de la elección.”
2.1.3. La regla especial en materia de residencia está en el inciso 1º del artículo 51 de la
Constitución que es del siguiente tenor:.
“Se entenderá que los diputados tienen, por el solo ministerio de la
ley, su residencia en la región correspondiente, mientras se encuentren en
ejercicio de su cargo.”
2.2. Los Requisitos de Elegibilidad para ser senador son: i) Ser ciudadano con
derecho a sufragio, ii) Haber cursado enseñanza media o equivalente, y iii) Tener
cumplidos treinta y cinco años de edad el día de la elección
2.2.1. Este esquema quedó fijado en la Reforma Constitucional de 2005, mediante la
cual se redujo de 40 a 35 años el requisito de edad, y se eliminó el requisito de
residencia por 2 años en la respectiva región (ya se había reducido el plazo de 3 a
2 años en la Reforma Constitucional de 1989)
2.2.2. La regla está establecida en el artículo 50 de la Constitución, que dispone:
“Artículo 50. Para ser elegido senador se requiere ser ciudadano
con derecho a sufragio, haber cursado la enseñanza media o equivalente y
tener cumplidos treinta y cinco años de edad el día de la elección.”
Banco Central (en estos casos la prohibición es muy importante para asegurar la
independencia de los respectivos órganos)
3.3. La Constitución establece, además, una regla en el sentido que si alguna de las
personas que está sujeta a la prohibición renuncia al cargo para poder presentarse
válidamente a una elección, y finalmente pierde, no puede volver al cargo al que renunció
sino una vez transcurrido un año desde la fecha de la elección. La lógica de esta regla,
según se ha afirmado usualmente, es evitar una suerte de rotación entre cargos.
5.2. Cabe tener presente que la primera regla en este sentido se incorporó a la
Constitución de 1833 mediante la Reforma Constitucional de 1874, en virtud de la cual
se estableció que cualquier parlamentario que aceptare un cargo retribuido de
nombramiento exclusivo del Presidente de la República, cesaba en su cargo
parlamentario, salvo que se tratase del nombramiento como Ministro de Estado (era
compatible). En esta lógica, el cargo que prima, es el que proviene del Presidente de la
5.2. La regla general vigente en este sentido (es decir, que el nombramiento no tiene
efecto y, por ende, se privilegia el cargo parlamentario), se encuentra consagrada en el
inciso 1º del artículo 59 de la Constitución Política, y las excepciones están previstas en el
inciso 2º del mencionado artículo 59 de la Constitución.
5.2.1. La primera excepción (es decir, caso en que no se aplica la incapacidad), es la
situación de guerra externa. Se ha dicho que esta excepción se basa en la
eventual escasez de personas que puede producirse en caso de guerra, junto a la
importancia de la situación y de contar con las mejores personas para enfrentarla.
5.2.2. La segunda excepción (es decir, situación en que no aplica la incapacidad), es
respecto de los cargos de Presidente de la República, Ministro de Estado y agente
diplomático. En estas hipótesis, lo que ocurre es que se pierde el cargo
parlamentario y queda vigente el cargo que ha sido otorgado por el Poder
Ejecutivo. Si dice que se le da prioridad a la decisión del Presidente de la
República, como consecuencia del rol que a éste le corresponde en el
ordenamiento institucional.
5.2.3. La Constitución de 1980 estableció que el nombramiento presidencial es nulo (la
regla general a que se alude en el 5.2., precedente). Eso, según ha dicho la
doctrina, para evitar que el Presidente de la República quiera usar el mecanismo
del nombramiento de parlamentarios en cargos vinculados al Ejecutivo como
una forma de ir removiendo parlamentarios. El esquema antiguo, entonces,
quedó vigente sólo para los cargos de Presidente de la República, Ministro de
Estado y Agente Diplomático (se ha entendido que ello se basa en la importancia
del cargo, lo que hace que él prime sobre el de parlamentario).
5.2.4. La parte final de la norma, con la alusión a que sólo los nombramientos en caso
de guerra son compatibles, permite entender claramente cómo funciona la
norma. La lógica es: i) la regla general es que si un parlamentario es nombrado
para alguno de los cargos indicados en el artículo 58, es decir, financiado con
fondos públicos, ese nombramiento no vale, ii) la primera excepción es en caso
de guerra, pues ahí valen los dos cargos, y iii) la segunda excepción es para los
tres cargos que se mencionan expresamente (Presidente, Ministro y Agente
Diplomático), pues ellos priman sobre el parlamentario (es este último el que se
pierde)
3.1. Este privilegio nació en Inglaterra con el objeto de proteger a los miembros del
Parlamento de una posible persecución por parte del Rey.1 Fue recogido, reconociendo
algunos casos de excepción, por la Constitución de Estados Unidos (1787), 2 y, entre las
constituciones más recientes, por la de Francia (1958).3
3.2. La discusión que suele darse a este respecto radica en cuál es el diseño adecuado
de la norma a objeto de consagrar razonablemente esta protección, pero evitar que sea
usada de manera abusiva por los parlamentarios afectando a terceros.
1Así el Bill of Rights (1689), dispone que: “[…] la libertad de palabra y la de debates y
procedimientos en el Parlamento no puede ser perturbada ni sometida a discusión en ningún otro
Tribunal o lugar que el Parlamento mismo.”
2En dicha Constitución se señala que los parlamentarios: “exceptuando los casos de traición, delito
grave y perturbación del orden público, gozarán del privilegio de no ser arrestados durante el
tiempo que asistan a las sesiones de sus respectivas cámaras, así como al ir a ellas o regresar de
las mismas, y no podrán ser objeto en ningún otro sitio de inquisición alguna con motivo de
cualquier discusión o debate en una de las cámaras.”
3Dicha Constitución señala que “ningún miembro del Parlamento puede ser perseguido, buscado,
detenido o juzgado con ocasión de sus opiniones o votos emitidos por él en el ejercicio de sus
funciones.”
chileno. Tanto por los antecedentes antes referidos, como por el hecho que la propia
Constitución contemple una causal de cesación en el cargo de los parlamentarios que se
basa en sus expresiones (en concreto, el artículo 60 inciso 5º de la Carta Fundamental).
Además, los Reglamentos de las cámaras contemplan esquemas de control de las
expresiones de los parlamentarios.
3.7. La regla general en esta materia está consagrada en el inciso 1º del artículo 61 de
la Constitución, que dispone:
“Los diputados y senadores sólo son inviolables por las opiniones que
manifiesten y los votos que emitan en el desempeño de sus cargos, en sesiones
de sala o de comisión.”
3.8. Por su parte, la sanción de cesación en el cargo asociada a las expresiones del
parlamentario está contenida en el inciso º del artículo 60 de la Carta Fundamental, que
señala:
“Sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso séptimo del número 15º del
artículo 19, cesará, asimismo, en sus funciones el diputado o senador que de
palabra o por escrito incite a la alteración del orden público o propicie el cambio
del orden jurídico institucional por medios distintos de los que establece esta
Constitución, o que comprometa gravemente la seguridad o el honor de la
Nación.”
4.6. El tema está tratado en los incisos 2º, 3º y 4º del artículo 61 de la Constitución.
“Ningún diputado o senador, desde el día de su elección o desde su
juramento, según el caso, puede ser acusado o privado de su libertad, salvo el
caso de delito flagrante, si el Tribunal de Alzada de la jurisdicción respectiva, en
pleno, no autoriza previamente la acusación declarando haber lugar a formación
de causa. De esta resolución podrá apelarse para ante la Corte Suprema.
En caso de ser arrestado algún diputado o senador por delito flagrante,
será puesto inmediatamente a disposición del Tribunal de Alzada respectivo, con
la información sumaria correspondiente. El Tribunal procederá, entonces,
conforme a lo dispuesto en el inciso anterior.
Desde el momento en que se declare, por resolución firme, haber lugar a
la formación de causa, queda el diputado o senador imputado suspendido de su
cargo y sujeto al juez competente.”
5.2. El esquema no remunerado fue muy criticado, según se suele plantear, porque se
lo consideraba poco democrático, y se convertía en una barrera de entrada al Parlamento
para personas sin medios económicos. Además, desconocía que los parlamentarios
tenían gastos asociados al ejercicio del cargo. En Inglaterra se optó por un esquema de
asignación a título de reembolso por gastos. Ese fue el esquema que copió nuestro país y
usó hasta principios del siglo XX en que se entró a un esquema de pago propiamente tal.
5.3. Los problemas asociados a la Dieta Parlamentaria parecen pasar también por la
determinación del monto a que ella alcanza. Se suele entender adecuado que éste sea
suficientemente alto como para que se pueda atraer a personas capaces que se puedan
dedicar a sus tareas sin sufrir un detrimento patrimonial muy grave. El punto relevante,
en este sentido, es diseñar un esquema de determinación objetiva que evite que sean los
propios parlamentarios los que se auto determinen el sueldo. La Comisión Ortúzar había
propuesto asociarlo a la remuneración de un Ministro de Corte Suprema. El Consejo de
Estado lo cambió por la norma actual: es decir, la remuneración de un Ministro de
Estado.
5.4. Desde 1990 se ha generado una nueva discusión por la diferencia entre la
remuneración propiamente tal y las asignaciones a que tienen derecho los
parlamentarios. La Constitución establece una renta (que como tal, paga impuestos),
que, según se dijo, es la misma que corresponde a un Ministro de Estado. Sin embargo,
además de eso, ambas cámaras acuerdan asignaciones adicionales a la renta, distintas de
las que corresponden a los Ministros de Estado (las que no pagan impuestos), y que, se
justifican aludiendo a que ellas vienen a reembolsar gastos del ejercicio del cargo (esos
gastos, se dice, en el caso de los Ministros de Estado están incluidos en los gastos del
ministerio, y por ello no generan una asignación adicional). El problema que se ha
discutido especialmente es que esas asignaciones pueden llegar a representar montos
muy relevantes y resulta complejo controlar en qué se están usando.
1.1. Se ha entendido que ambas atribuciones reflejan lo que suele denominarse como
el carácter más político de esta cámara en relación al Senado.
1.2. La Constitución aborda primero la atribución relativa a fiscalizar los actos del
Gobierno, pues se entendió que ella correspondía a la figura genérica, mientras que lo
que dice relación con el juicio político era más específico.
3.1. La doctrina suele afirmar que la fiscalización puede ser política (cuando el
criterio empleado para revisar la conducta de que se trate es el de conveniencia de la
decisión), o puede ser jurídica (cuando el criterio empleado para revisar la conductas de
que se trate es el de la conformidad con la legalidad o, de manera más amplia, con el
Derecho)
3.2. Así lo dejó de manifiesto en las actas del trabajo de la Comisión Ortúzar, el
comisionado señor Raúl Bertelsen, quien apuntó:
“(…) la fiscalización política apunta a determinar o a criticar la conveniencia, la
oportunidad, las ventajas o desventajas que una determinada medida
gubernativa, una actuación o bien una abstención traen consigo, pero sin poner
en tela de juicio la competencia y la corrección jurídica del proceder de la
respectiva autoridad u órgano gubernativo; en cambio, la fiscalización jurídica
apunta precisamente a esto último, es decir, lo que se pone en duda, lo que se
critica es la corrección jurídica de una actuación, bien sea que el órgano es
incompetente, bien sea que no se han cumplido los procedimientos establecidos;
en otros términos, la fiscalización de tipo jurídico apunta a un desconocimiento
de las exigencias propias del Estado de Derecho.”
4. Al señalar que los actos que se fiscalizan son los “del Gobierno”, se quiso aludir,
según ha indicado la doctrina, a aquellos actos realizados por el estamento público que
ejerce las funciones política, ejecutiva y administrativa y que está tratado bajo ese
nombre en el Capítulo IV de la Constitución.
4.2. Se suele afirmar que se optó por la expresión “del Gobierno”, y no por la
expresión “de Gobierno”, para evitar que se pudiera entender que se buscaba hacer
referencia al ente o repartición que intervenía, antes que a la materia abordada.
5.2. Se estableció, además, un quórum bajo para ejercer las facultades fiscalizadoras.
El diseño original de la Constitución de 1980 fue criticado porque, según se dijo, dejaba
poco espacio a la fiscalización de parte de la minoría de la Cámara. Se entendió que, en
general, el Gobierno suele tener un respaldo razonable en la Cámara, por lo que resulta
necesario reforzar las atribuciones de la minoría en esta materia para asegurar que pueda
fiscalizar.
5.3. Se suele afirmar que un punto crítico en esta materia, en un caso como el chileno,
radica en que los instrumentos y mecanismos que se empleen no pueden replicar sin más
el esquema de un régimen parlamentario, pues resultan ajenos al esquema presidencial y
pueden generar graves confusiones y problemas de funcionamiento. Además, el carácter
más político de la Cámara de Diputados genera el riesgo de abuso de los instrumentos o
herramientas.
5.3.1. Todo ello hace que se suelan buscar ajustes a la realidad de un régimen
presidencial de manera que los instrumentos se adapten a ella y no queden
forzados.
5.3.2. De igual manera, se busca constituir esquemas de resguardo para que los
instrumentos que se establecen, se empleen en el marco del orden institucional y
del diseño de control perseguido por el Constituyente.
7.1. El ejercicio de esta atribución requiere del voto de la mayoría de los diputados
presentes.
7.2. Se transmiten por escrito al Presidente, quien debe dar respuesta fundada (hasta
la Reforma Constitucional de 2005, era sólo dar respuesta), por medio del Ministro que
corresponda dentro de 30 días.
11.2. Para evitar que se abusara del mecanismo, se estableció que ningún Ministro
puede ser citado más de 3 veces dentro de un año calendario sin acuerdo de la
mayoría absoluta de los diputados en ejercicio. Además, las preguntas deben estar
directamente relacionadas con el ejercicio de su cargo.
11.3. Se estableció que la asistencia del Ministro es obligatoria y debe responder las
preguntas y consultas que motiven la citación.
12.2. Las comisiones así creadas pueden despachar citaciones y solicitar antecedentes, a
petición de un tercio de sus miembros.
12.4. Los Ministros de Estado no pueden ser citados más de tres veces a una misma
comisión investigadora, sin previo acuerdo de la mayoría absoluta de sus miembros.
14.2. Se afirma que existen dudas acerca de la utilidad y eficacia de los mecanismos de
fiscalización a que se ha hecho alusión, puesto que, por ejemplo, la citación a un ministro
de Estado no impide que éste conteste lo que estime pertinente. Además, se trata de
procesos que no afectan la responsabilidad política de los fiscalizados.
1Cumplido Cereceda, Francisco. “Cambio sistema de gobierno” en Revista Política y Espíritu. Ideas y
Principios (2007).
17. Según ha indicado la doctrina, el origen del Juicio Político está en el esquema
inglés del impeachment.
17.2. La institución comenzó a perder vigencia en el Reino Unido a partir del siglo
XVIII cuando se consolidó la práctica de que la mayoría de los altos funcionarios eran, a
la vez, miembros del Parlamento, y estaban sujetos a la confianza de éste para mantener
los cargos. Al agregarse a eso, la lógica de la solidaridad ministerial, el esquema del
impeachment dejó de tener aplicación práctica.
17.3. Serán los Padres Fundadores de los Estados Unidos quienes, al diseñar el
esquema institucional del nuevo país, recuperarán la institución y le darán sentido en el
contexto de un régimen presidencial.
18. El esquema del Juicio Político tiene un carácter especial. Por un lado, es un
juicio y por lo tanto, supone una base jurídica (se aprecia, por ejemplo, en la forma en
que están diseñadas las causales). Por otro, es político y, por lo mismo, tiene que ver con
las mayorías que dominen en el Parlamento. Este juicio, si bien busca hacer efectiva una
responsabilidad jurídica y no meramente política –como es la propia de los regímenes
parlamentarios–, tiene caracteres políticos.
19.2. Sólo se puede acusar constitucionalmente a las personas que están taxativamente
indicadas y por las causales señaladas expresamente en la Constitución. No se puede
acusar a los propios parlamentarios porque son los representantes del soberano. En
cierta forma, responden ante él. Además, y desde un punto de vista práctico, son quienes
deben juzgar.
19.3. Sólo pueden deducirse acusaciones constitucionales por actos cometidos con
posterioridad al 11 de Marzo de 1990 (Así está establecido en la Disposición 3ª
Transitoria de la Ley Nº 18.918, Orgánica Constitucional del Congreso). Lo contrario
vulneraría el principio de pre – existencia del tribunal a los hechos que se deben juzgar).
20.2. Ministros de Estado. En este caso se contempla una causal con varias hipótesis:
i) comprometer gravemente el honor o la seguridad de la Nación, ii) infringir la
Constitución o las leyes, iii) haber dejado éstas [les leyes] sin ejecución, iv) delitos
de traición, concusión [exacción ilegal], malversación de fondos públicos y soborno.
21.2. Interpuesta la acusación constitucional, el afectado no puede salir del país sin
autorización de la Cámara de Diputados, y no puede hacerlo en caso alguno, si la
acusación ya fue aprobada por la Cámara de Diputados
21.5. Una discusión muy importante en este contexto tiene que ver con cuál es el
criterio para hacer la declaración de ha lugar. En doctrina se suele decir que no puede
ser tan estricto como el del fallo definitivo, porque entonces no tendría sentido la
intervención del Senado, pero tampoco puede ser tan leve como una simple revisión
formal o superficial, pues ello frivoliza un mecanismo de alta connotación y puede
generar un riesgo de anarquía. En general, se dice que el criterio está implícito en la
propia fórmula: decir ha lugar es estar de acuerdo con que se siga adelante, no es fallar
el fondo.
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23. La referencia a los territorios especiales está contemplada en el artículo 126 bis,
Constitución, que dispone:
“Artículo 126 bis. Son territorios especiales los correspondientes a Isla
de Pascua y al Archipiélago Juan Fernández. El Gobierno y Administración de
estos territorios se regirá por los estatutos especiales que establezcan las leyes
orgánicas constitucionales respectivas.
Los derechos a residir, permanecer y trasladarse hacia y desde cualquier
lugar de la República, garantizados en el numeral 7º del artículo 19, se ejercerán
en dichos territorios en la forma que determinen las leyes especiales que regulen
su ejercicio, las que deberán ser de quórum calificado.”
2.1. El Senado resuelve como jurado. Es decir, se trata de un grupo de personas (no
de jueces o juristas), que deben actuar de manera imparcial y desapasionada, y resuelven
conforme a su mejor entendimiento.
evitar que a los destituidos se los nombrara en otro cargo y se los mantuviera en
posiciones relevantes del poder público (incluso en otros cargos susceptibles de
acusación constitucional), no obstante la sanción que se les había aplicado (por
ejemplo, lo que hizo el ex – presidente Allende cuando el Congreso destituía
ministros de su Gabinete y él los rotaba de cartera, pero no los sacaba del
Gabinete).
2.5. El funcionario declarado culpable es juzgado por los tribunales competentes para
la determinación de las demás responsabilidades.
3.1. Se trata de las acciones intentadas por cualquier persona en contra de un Ministro
de Estado, con motivo de los perjuicios que pueda haber sufrido injustamente por actos
de éste en el desempeño del cargo.
3.3. Debe basarse en un acto del Ministro (no del Ministerio en general) que haya
producido perjuicios injustos (es decir, según se suele decir en doctrina, contra razón y
derecho).
3.4. La resolución del Senado en este caso no se pronuncia sobre el fondo (es decir
no resuelve sobre culpabilidad), sino que sólo autoriza proceder (descarta que se trate de
una presentación sin base, planteada sólo por razones políticas.
4. Estas dos atribuciones que se han expuesto en los apartados precedentes, están
tratadas en el artículo 53, números 1) y 2) de la Constitución, que son del siguiente tenor:
“Artículo 53. Son atribuciones exclusivas del Senado:
1) Conocer de las acusaciones que la Cámara de Diputados entable con
arreglo al artículo anterior.
El Senado resolverá como jurado y se limitará declarar si el acusado es o
no culpable del delito, infracción o abuso de poder que se le imputa.
La declaración de culpabilidad deberá ser pronunciada por los dos tercios
de los senadores en ejercicio cuando se trate de una acusación en contra del
Presidente de la República, y por la mayoría de los senadores en ejercicio en los
demás casos.
Por la declaración de culpabilidad queda el acusado destituido de su
cargo, y no podrá desempeñar ninguna función pública, sea o no de elección
popular, por el término de cinco años.
El funcionario declarado culpable será juzgado de acuerdo a las leyes por
el tribunal competente, tanto para la aplicación de la pena señalada al delito, si lo
hubiere, cuanto para hacer efectiva la responsabilidad civil por los daños y
perjuicios causados al Estado o a particulares;
2) Decidir si ha o no lugar la admisión de las acciones judiciales que
cualquier persona pretenda iniciar en contra de algún Ministro de Estado, con
motivo de los perjuicios que pueda haber sufrido injustamente por acto de éste
en el desempeño de su cargo; […]”
5.1. Se trata de resolver acerca de la disputa sobre la competencia (es decir, a quién le
corresponde resolver algo). Como es sabido, ella puede darse, sea porque ambas
autoridades señalan ser competentes, sea porque ambas afirman no serlo.
7.1. De la manera en que está planteada la norma, la presión a través del plazo,
depende del Presidente de la República, pues es él quien puede pedir la urgencia y
generar con eso (y sólo se puede con eso), el plazo de 30 días, con la presunción que
asiente si no dice cosa alguna.
8.1. Se ha dicho que esta norma busca controlar algunas decisiones que puede
adoptar el Presidente de la República, por la vía de exigir el acuerdo del Senado.
9.2. En el caso del impedimento a que se alude, se trata de uno de carácter físico o
mental. Ello, se ha señalado en doctrina, no sólo porque dichas calidades permiten hacer
más objetivo el análisis, sino también porque la discusión respecto de un impedimento
moral es de resorte del juicio político. Esta facultad puede ser ejercida por el Senado de
oficio, y aún contra la voluntad del Presidente de la República.
9.3. En el caso de la renuncia, el Senado tiene que pronunciarse sobre si los motivos
invocados por el Presidente de la República son o no fundados y, en consecuencia,
admitirla o rechazarla. No es necesario, ha señalado la doctrina, que se trate de una
situación en que la persona esté inhabilitada del todo para el cargo, basta que los motivos
sean suficientes para renunciar.
10.2. El Senado debe aprobarla por la mayoría de sus miembros en ejercicio. Es menor
que el quórum que requiere el Senado para acordar la destitución del Presidente de la
República en el caso de juicio político, pues en aquí se cuenta con una sentencia del
Tribunal Constitucional que opera como antecedente y justificación. Se ha dicho en
doctrina que en este caso el Senado no opera solo, sino que se complementa con lo que
ha resuelto antes el Tribunal Constitucional.
11.2. La designación de las autoridades de que se trata ha sido hecha por el Presidente
de la República, pero sólo tiene valor si es aprobada por el Senado (el mecanismo de
designación se estudiará en detalle más adelante cuando se revise lo relativo al órgano
público de que se trata).
13. El Senado no puede fiscalizar los actos del Gobierno ni adoptar acuerdos
que impliquen fiscalización.
13.1. Esta disposición busca evitar que el Senado se convierta en una nueva Cámara de
Diputados. La clave del diseño institucional, tal como se ha dicho, es que se cuente con
dos cámaras que tengan rasgos distintos y la diferencia en esta materia se asume como un
elemento fundamental.
13.2. El texto original de la Constitución era aún más estricto, pues prohibía al Senado
incluso emitir opiniones en relación a los actos del Gobierno o sobre materias ajenas a
sus funciones. Eso se modificó en la Reforma Constitucional de 1989 para alcanzar el
texto actualmente vigente.
15. Además, hay que considerar la disposición contenida en el inciso 1º, del artículo
26, Constitución, que permite contar el plazo para las salidas del territorio del Presidente
de la República que requieren acuerdo del Senado, la que fue ajustada cuando se movió
la fecha de la primera vuelta de la elección presidencial desde el mes de Diciembre al
tercer domingo de Noviembre, la que es del siguiente tenor:
“El Presidente de la República será elegido en votación directa y por
mayoría absoluta de los sufragios válidamente emitidos. La elección se efectuará
conjuntamente con la de parlamentarios, en la forma que determine la ley
orgánica constitucional respectiva, el tercer domingo de noviembre del año
anterior a aquel en que deba cesar en el cargo el que esté en funciones.”
I. Materias de Ley.
1. La Constitución regula cuáles son las materias de ley. Al hacerlo, en cierta forma,
según ha dicho la doctrina, genera una definición de ley mediante los contenidos que a
ella le asigna. En este sentido, es importante tener presente que existen en el
ordenamiento institucional chileno una serie de normas de carácter general y abstracto
que son distintas de una ley (así, por ejemplo, los Reglamentos del Presidente de la
República, los Auto Acordados de la Corte Suprema, los Acuerdos del Consejo del
Banco Central, etc.)
2.4. De hecho, parece posible afirmar que fue la intención específica que persiguió la
Comisión Ortúzar en esta materia.
“(…) hemos introducido una modificación sustancial en lo que dice relación con
el ámbito legislativo, esto es, con las materias que deben ser necesariamente
objeto de ley, sustituyendo el sistema del dominio legal mínimo que establecía la
Carta de 1925, por el del dominio legal máximo, cambio al cual atribuimos una
trascendental importancia jurídica y práctica.
Expresado en otros términos, la Constitución anterior se limitaba a
señalar las materias que necesariamente debían ser objeto de ley, pero no
impedía que el legislador pudiera extender la acción legislativa a otras, aun
cuando muchas veces, por su naturaleza, debieran ser objeto de la potestad
reglamentaria del Presidente de la República.
El concepto de una administración moderna, ágil y expedita exige hoy día
contemplar el criterio diametralmente opuesto, esto es, precisar taxativamente las
materias que sólo pueden ser objeto de ley y dejar entregadas las demás
exclusivamente a la potestad reglamentaria, y ello sin perjuicio de mantener la
delegación de facultades que sobre determinadas materias, principalmente de
orden administrativo, financiero y económico puede hacer el Congreso en el
Presidente de la República.”
5.1. Una de ellas considera que la fuente directa del Reglamento es la Ley, por lo que
el primero debe limitarse a pormenorizar (detallar, especificar), lo legislado, sin que
pueda completar vacíos legales (es decir, sólo acepta la intervención indispensable para la
ejecución de la ley).
5.2. La otra considera que la fuente del reglamento está en la Constitución, que le
ordena ejecutar la ley de manera amplia, por lo que la Potestad Reglamentaria debe
desarrollar la ley de manera que pase de lo general a lo concreto. Su preocupación (y su
alcance, por ende), están determinados por eso, más que por una regla estricta.
6. Cabe tener especialmente en cuenta cuáles son los criterios que el Tribunal
Constitucional ha utilizado para resolver el problema del alcance de la Potestad
Reglamentaria
6.2. Esencialidad. Este criterio entiende que es la norma legal quien debe regular lo
esencial y fundamental de la materia de que se trate, por lo que a la norma reglamentaria
sólo le cabe referirse a los aspectos secundarios.
6.3. Razonabilidad Técnica. Este criterio asume que al reglamento le cabe regular
situaciones casuísticas, cambiantes y técnicas. Por naturaleza es más flexible y adaptable
que la ley.
7.2. Algunos autores han planteado que debiera existir algún mecanismo que ponga el
peso de la prueba en quien propone una nueva legislación (e incluso una nueva
regulación más allá del rango específico que tenga), en orden a acreditar que ella es
efectivamente necesaria. No se ha avanzado en formulaciones concretas (y fáciles de
hacer operativas) al respecto.
10. La segunda materia de ley a que se refiere el catálogo está constituida por
aquellas que deben ser objeto de ley por mandato constitucional. El mandato en
este caso proviene directamente desde la Carta Fundamental. La lógica es que la ley viene
a complementar lo dicho en la Constitución. Se suele decir que el Constituyente entendió
que el tema en este caso no es tan importante como en el caso de las leyes orgánicas
constitucionales y, por eso, se puede modificar con mayor facilidad (quórum de ley
simple) (Nº 2, artículo 63 de la Constitución)
11. La tercera materia de ley a que se refiere el catálogo está compuesta por las
que son objeto de codificación. La idea de código apunta, según se suele decir, a un
cuerpo orgánico que regula de un modo coordinado y sistemático un determinado
ámbito o área. (Nº 3, artículo 63 de la Constitución)
12. La cuarta materia de ley a que se refiere el catálogo está compuesta por las
materias básicas laborales, sindicales, previsionales y de seguridad social. Es
importante tener en cuenta en este caso, según ha reiterado la doctrina, que se trata sólo
de los aspectos básicos, no todo el régimen respectivo (Nº 4, artículo 63 de la
Constitución)
13. La quinta materia de ley a que se refiere el catálogo está compuesta por la
regulación de los honores públicos a los grandes servidores. Se ha afirmado que
puede entenderse esta inclusión para garantizar el orden y la generalidad de los mismos,
en el sentido que respondan, al menos de una cierta manera, a una Política de Estado
(Nº 5, artículo 63 de la Constitución)
14. La sexta materia de ley a que se refiere el catálogo está compuesta por la
modificación de forma o características de los emblemas nacionales. Se suele
explicar esta incorporación aludiendo a que se trata de los símbolos del país, y, por ende,
a las representaciones de la soberanía que serán formalmente aceptadas (Nº 6, artículo
63 de la Constitución).
15. La séptima materia de ley a que se refiere el catálogo está compuesta por la
autorización de contratación de préstamos por parte del Estado y las
municipalidades. Se trata de actos que se traducen en la generación de un compromiso
del patrimonio público, por eso se exige que se haga mediante ley para que exista control
por parte del Congreso (Nº 7, artículo 63 de la Constitución). Tiene puntos importantes:
15.1. El préstamo de que se trate tiene que estar destinado a un proyecto específico. Se
trata de evitar con esta regla, se ha dicho, que se pidan primero los fondos para ver
después qué se hace con ellos, pues ello sería un incentivo al gasto. En este sentido, es
una regla que favorece el control.
15.2. La ley debe indicar las fuentes de recursos para pagar el préstamo. Esto opera
como un control de seriedad, pues significa que hay que tener claro el esquema de
servicio de la deuda antes de contraerla.
15.3. Se exige norma legal de quórum calificado para el caso que el vencimiento el
crédito exceda el respectivo período presidencial (ello desde el momento que se trata de
una herencia que se le deja al siguiente Presidente y lo compromete en términos de los
recursos que debe destinar). Si no se hiciera de esta manera, el incentivo sería a contratar
préstamos largos (más allá del respectivo período, pues entonces quien lo contrata
recoge el beneficio, pero sólo paga una parte del costo)
15.4. Estas disposiciones no se aplican al Banco Central, pues él tiene sus propias
reglas de funcionamiento.
16. La octava materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por la
autorización de cualquier operación que pueda comprometer el crédito o la
responsabilidad financiera del Estado. La doctrina ha insistido en que esta
disposición resulta fundamental para evitar que se burle lo señalado en el número
anterior (restricciones al endeudamiento público), por la vía de cambiar las figuras
jurídicas. Tampoco se aplica al Banco Central (Nº 8, artículo 63 de la Constitución)
17. La novena materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por el
establecimiento de normas para contratación de empréstitos por parte de las
empresas del Estado. Esta es una restricción que tiene un sentido muy relevante para
evitar abusos. De ahí que se plantee la prohibición de contratarlos con el propio Estado,
pues ello representaría una forma de generar subsidios encubiertos) (Nº 9, artículo 63 de
la Constitución)
18. La décima materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por la
fijación de normas sobre enajenación, arrendamiento y concesión de bienes del
Estado y las municipalidades. Esta regla se ha planteado como clave para la adecuada
administración del patrimonio público (Nº 10 artículo 63 de la Constitución).
19. La undécima materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por el
establecimiento y modificación de la división política y administrativa del país.
Esto se establece, básicamente, según se ha dicho, para evitar desórdenes y
descoordinaciones, así como cambios bruscos (en un tema que admite diversas visiones),
entre una administración y otra (Nº 11, artículo 63 de la Constitución)
20. La duodécima materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por el
señalamiento del valor, tipo y denominación de las monedas y el sistema de
pesos y medidas. La razón de incorporarlas tiene que ver, según ha dicho la doctrina,
con que es muy importante que dichos sistemas sean claros, objetivos y estables. Hay
que recordar que en sistemas de papel moneda, sólo la moneda oficial tiene curso legal
(esto es, la obligación legal de ser recibida) (Nº 12, artículo 63 de la Constitución)
21. La décimo tercera materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por
la fijación de las fuerzas de aire, mar y tierra en tiempo de paz y de guerra, y las
normas para permitir entrada de tropas extranjeras y salida de las nacionales.
Este es un mecanismo de control muy antiguo sobre el Gobernante, y que puede
remontarse, en cuanto una preocupación constitucional, hasta la Carta Magna: la
regulación de las potestades respecto al manejo de las Fuerzas Armadas. Si bien la
autoridad principal le corresponde al Presidente de la República (él es el Jefe de Estado y,
por ende, el Generalísimo de las Fuerzas Armadas), los marcos básicos en esta materia
tienen que estar establecidos por ley (Nº 13, artículo 63 de la Constitución)
22. La décimo cuarta materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por
aquellas materias propias de la iniciativa exclusiva del Presidente de la República
(es decir, aquellas materias en que sólo el Presidente de la República puede presentar
proyectos de ley). Esta institución representa una novedad dentro del sistema
institucional chileno incorporada por la Constitución de 1980, y será analizada en detalle
más adelante (Nº 14, artículo 63 de la Constitución)
23. La décimo quinta materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por
la autorización de la declaración de guerra a propuesta del Presidente de la
República. Tal como ya se vio al referirse a las atribuciones del Presidente de la
República, tanto las Relaciones Exteriores como la Defensa son materias que están
24. La décimo sexta materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por la
concesión de indulto general y amnistías, y la fijación de reglas generales para
indultos particulares y pensiones de gracia. Se ha señalado reiteradamente que esta
es una facultad con un fuerte contenido político. Además, no sólo tiene la vinculación
histórica (en lo que a indulto se refiere), con el Derecho de Gracia de los reyes, sino
que, además, si se abusa de ella, se puede estar desvirtuando lo obrado por los Tribunales
de Justicia. Es por ello que se establecen restricciones y controles (Nº 16, artículo 63 de
la Constitución)
24.1. Tanto el indulto general como la amnistía se otorgan mediante norma legal de
quórum calificado. Si se trata de delitos terroristas, se requiere la aprobación por parte de
los dos tercios de los diputados y senadores en ejercicio (así quedó la disposición tras la
Reforma Constitucional de 1991)
24.2. Se requiere una ley marco para los indultos particulares y para las pensiones de
gracia.
25. La décimo séptima materia de ley a que se refiere el listado está compuesta
por el señalamiento de las sedes del Presidente de la República, del Congreso
Nacional, de la Corte Suprema y del Tribunal Constitucional. Se ha dicho que esta
determinación forma parte de la configuración del orden institucional. La principal
discusión a este respecto ha tenido que ver con si podían ser ciudades distintas las sedes
de cada uno de los órganos señalados (ese era un punto relevante para permitir que el
Congreso se pudiera instalar en Valparaíso sin que, además, se tuvieran que trasladar los
demás poderes)
26. La décimo octava materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por
la fijación de bases de los procedimientos de los actos de la administración
pública. Según ha señalado la doctrina, el establecimiento de una norma marco en esta
materia se entiende como una garantía de objetividad y previsibilidad para los privados
(Nº 18, artículo 63 de la Constitución)
27. La décimo novena materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por
la regulación del funcionamiento de loterías, hipódromos y apuestas en general.
Se trata de la regulación del juego, actividad que el ordenamiento tradicionalmente ha
tolerado, pero no impulsado, y por ende, ha estado asociada a un control especial (Nº 19,
artículo 63 de la Constitución)
28. La vigésima materia de ley a que se refiere el listado está compuesta por toda
otra norma de carácter general y obligatorio que estatuya las bases esenciales de
un ordenamiento jurídico. Esta es la norma de clausura (la norma algo más amplia, en
16) Las que concedan indultos generales y amnistías y las que fijen las
normas generales con arreglo a las cuales debe ejercerse la facultad del
Presidente de la República para conceder indultos particulares y pensiones de
gracia.
Las leyes que concedan indultos generales y amnistías requerirán siempre
de quórum calificado. No obstante, este quórum será de las dos terceras partes
de los diputados y senadores en ejercicio cuando se trate de delitos contemplados
en el artículo 9º;
17) Las que señalen la ciudad en que debe residir el Presidente de la
República, celebrar sus sesiones el Congreso Nacional y funcionar la Corte
Suprema y el Tribunal Constitucional;
18) Las que fijen las bases de los procedimientos que rigen los actos de la
administración pública;
19) Las que regulen el funcionamiento de loterías, hipódromos y apuestas en
general, y
20) Toda otra norma de carácter general y obligatoria que estatuya las bases
esenciales de un ordenamiento jurídico.”
1.1. En estas materias al Congreso Nacional le corresponde revisar las propuestas del
Presidente y aprobarlas o rechazarlas. No puede proponer iniciativas respecto de estas
materias, sino que sólo puede aceptar, rechazar o disminuir lo que proponga el
Presidente de la República (así se dispone expresamente en el artículo 65, inciso 5º,
Constitución)
1.2. Esta regla se traduce en un doble control por parte del Presidente de la República
respecto de las materias que quedan incluidas en esta categoría. Por una parte, a él le
corresponde decidir cuándo se plantea la discusión legislativa a su respecto. Por otra, él
fija el marco de dicha discusión y los contenidos específicos que se pueden aprobar.
2.1. Inicialmente este esquema fue objeto de fuertes críticas, pues se lo consideró una
restricción muy considerable a las atribuciones del Congreso Nacional. Con el tiempo,
sin embargo, se ha apreciado de manera muy favorable su efecto a favor de la estabilidad
del sistema institucional en su conjunto.
2.2. En general se ha estimado que parece posible afirmar que, en este caso, el
objetivo planteado en las discusiones de la Comisión Ortúzar, se ha cumplido con la
introducción de estas normas.
3.1.1. Se trata de un aspecto que tiene directa relación con el modo tanto en que se
estructura, cuanto en que se hace operativo el esquema de administración del
Estado.
3.1.2. Este un ámbito de un fuerte impacto institucional y también económico. Se
entendió que lo lógico era que quien debía asumir la responsabilidad principal
(sobretodo desde una perspectiva política), en esta materia (es decir, el Presidente
de la República), fuera quien tuviera un mayor control a su respecto.
3.3.3. La iniciativa exclusiva tiene que ver, en este contexto, con el dotar de las
atribuciones para fijar el marco de la discusión a la autoridad que ha de asumir la
responsabilidad principal por los resultados de estas decisiones (el Presidente de
la República), y, además, generar un cierto freno al populismo.
3.3.4. Es importante tener en cuenta que la regulación de la administración de estos
bienes resulta especialmente relevante desde el momento que no existe un
propietario privado que se preocupe efectivamente por ellos, y por ende, según
se suele afirmar, los incentivos a la buena administración son muy bajos (o
virtualmente inexistentes).
3.5. Materias relativas a tributos (artículo 65, inciso 4º, Nº 1º, Constitución).
3.5.1. Según se ha dicho, la preocupación por los tributos constituye, junto con la
preocupación por la fuerza, los dos aspectos centrales a partir de los cuales se
estructura el control constitucional del poder del Estado. Esa es la lógica central
asumida desde la Carta Magna.
3.5.2. En este sentido, la norma constitucional, se ha señalado, combina el control por
parte del representante del soberano (al someter esta materia al proceso
legislativo), con las atribuciones del gobernante (quien determina el marco de la
discusión en la medida que es quien deberá responder principalmente por la
recaudación y por sus efectos en la marcha del país).
3.5.3. Este mecanismo, tal como ya se expuso, opera como un freno a la demagogia y
el populismo, pues, según se ha explicado, incentiva a los parlamentarios a instar
por la baja de los tributos (antes que por el alza).
3.5.4. Cabe tener presente que la redacción de la norma es, según consta en las
discusiones de la Comisión Ortúzar, considerablemente amplia de manera de
asegurarse que todo lo que diga relación con los tributos quede incluido.
3.6. Materias relativas a empleos públicos (artículo 65, inciso 4º, Nº 2º,
Constitución)
3.6.1. Este es un tema importante desde varias perspectivas. Por una parte, lo que se
resuelva a este respecto tiene un efecto económico relevante, tanto desde una
perspectiva directa (los fondos que el Estado debe usar), como indirecta (el
efecto que ello produce en la economía). Por otra, tiene que ver con los
incentivos que se generan a quienes están en el poder para aumentarlo (o, al
menos, aumentar la probabilidad de respaldo futuro), por la vía de ofrecer (y
entregar), cargos públicos.
3.6.2. Es por lo anterior que se ha dicho que estas reglas resultan muy importantes para
evitar que este ámbito quede entregado al populismo, la demagogia o la
corrupción.
3.6.3. La inclusión en este caso de las materias relativas a las funciones y atribuciones
se enmarca en el mismo criterio central a que se ha venido haciendo referencia.
En general, se ha dicho, es un esquema que se ha probado exitoso.
3.8.2. La preocupación en este caso, según se ha señalado, tiene que ver con la
posibilidad de que presiones demagógicas terminen llevando a alzas injustificadas
que se traducen, finalmente, en presiones inflacionarias.
3.8.3. Se ha dicho que también en este caso el Constituyente ha optado por intentar un
equilibrio entre el control de estas materias por el Congreso (y por ello su
tratamiento mediante norma de rango legal), con la capacidad del Presidente de la
República para determinar la oportunidad y el marco de la discusión, en el
entendido que él tiene más incentivos a preocuparse de los eventuales efectos
negativos.
3.10. Materias relativas a negociación colectiva (artículo 65, inciso 4º, Nº 5º,
Constitución)
3.10.1. Se trata de un tema particularmente sensible para el funcionamiento de la
economía en general y de las relaciones laborales en particular. Desde el
momento que la negociación colectiva supone una imposición al empleador
que se ha intentado justificar en la lógica del equilibrio de fuerzas, es muy
importante, si es que se va a establecer un esquema de esa naturaleza, que su
regulación evite que se convierta en un incentivo al conflicto.
3.10.2. Se ha dicho que también en este caso el Constituyente ha optado por intentar un
equilibrio entre el control de estas materias por el Congreso (y por ello su
tratamiento mediante norma de rango legal), con la capacidad del Presidente de la
República para determinar la oportunidad y el marco de la discusión, en el
3.11. Materias relativas a normas sobre seguridad social (artículo 65, inciso 4º, Nº
6º, Constitución)
3.11.1. Se trata de un ámbito muy importante, pues dice relación, según se ha entendido,
con los esquemas de protección de las personas frente a las situaciones que
afectan seriamente su capacidad de generar ingresos (enfermedad, accidentes y
edad).
3.11.2. Se suele afirmar que el problema central en esta materia es que las personas
tienden a tener una muy baja disposición a preocuparse de estos temas mientras
están sanas, hábiles y jóvenes, pues los ven como algo lejano e incierto. El
problema es que preocuparse sólo una vez que ya han ocurrido es muy tarde, de
ahí que, se dice, se prefiera que el Legislador intervenga generando obligaciones
al respecto.
3.11.3. Se ha dicho que también en este caso el Constituyente ha optado por intentar un
equilibrio entre el control de estas materias por el Congreso (y por ello su
tratamiento mediante norma de rango legal), con la capacidad del Presidente de la
República para determinar la oportunidad y el marco de la discusión, en el
entendido que él tiene más incentivos a preocuparse de los eventuales efectos
negativos.
4. El tema está tratado, según se ha dicho, en los incisos 3º, 4º y 5º del artículo 65,
Constitución, que disponen:
“Corresponderá al Presidente de la República la iniciativa exclusiva de los
proyectos de ley que tengan relación con la alteración de la división política o
administrativa del país, o con la administración financiera o presupuestaria del
Estado, incluyendo las modificaciones de la Ley de Presupuestos, y con las
materias señaladas en los números 10 y 13 del artículo 63.
Corresponderá, asimismo, al Presidente de la República la iniciativa
exclusiva para:
1º. Imponer, suprimir, reducir o condonar tributos de cualquier clase o
naturaleza, establecer exenciones o modificar las existentes, y determinar
su forma, proporcionalidad o progresión;
2º. Crear nuevos servicios públicos o empleos rentados, sean fiscales,
semifiscales, autónomos o de las empresas del Estado; suprimirlos y
determinar sus funciones o atribuciones;
3º. Contratar empréstitos o celebrar cualquiera otra clase de operaciones que
puedan comprometer el crédito o la responsabilidad financiera del Estado,
de las entidades semifiscales, autónomas, de los gobiernos regionales o de
las municipalidades, y condonar, reducir o modificar obligaciones,
intereses u otras cargas financieras de cualquier naturaleza establecidas en
favor del Fisco o de los organismos o entidades referidos;
4º. Fijar, modificar, conceder o aumentar remuneraciones, jubilaciones,
pensiones, montepíos, rentas y cualquiera otra clase de emolumentos,
préstamos o beneficios al personal en servicio o en retiro y a los
I. Categorías de Leyes.
2.2. Según lo dicho, puede entenderse que este esquema es parte de los mecanismos
de protección de las minorías. Ha sido criticado por quienes lo estiman una restricción
injustificada a la capacidad de las mayorías, que se traduciría en una suerte de veto ex ante
respecto de ciertos temas.
2.1. Los proyectos de ley deben ser aprobados por cada una de las cámaras del
Congreso, es decir, por la Cámara de Diputados y por el Senado, puesto que, tal como
se explicó en clases anteriores, ambas tienen facultades legislativas.
2.2. Para resolver las diferencias de opinión entre ambas cámaras, se aplican primero
esquemas de quórum (se verán en detalle más adelante), y luego el mecanismo de la
denominada comisión mixta (se verá en detalle más adelante), que es un instrumento
pro – legislación, pues favorece el que las cámaras alcancen el acuerdo.
3.1. El mecanismo de veto, tal como se verá más adelante, supone que el Presidente
de la República se opone a un proyecto de ley que ha sido despachado (es decir,
aprobado por ambas cámaras). Si el Congreso quiere insistir en su proyecto, requiere
aumentar el quórum de aprobación.
3.3. En el caso chileno, y por las razones que ya se han explicado al tratar lo relativo a
las atribuciones del Presidente de la República, se optó por permitir que éste participara
durante todo el proceso legislativo y que, incluso, contara con iniciativa (aún exclusiva en
ciertos temas).
5.2. Los proyectos de ley presentados por los parlamentarios reciben el nombre de
moción o moción parlamentaria, y sólo pueden ser presentados en la cámara que
integra quien presenta el respectivo proyecto. Como ya se estudió, la Constitución
establece un número máximo de firmas que puede tener una moción para impedir que
se busque presentar los proyectos de ley como pre – aprobados, haciéndolos aparecer
firmados, por ejemplo, por la mayoría absoluta de los integrantes de la respectiva cámara.
La idea que se quiere preservar es que la discusión legislativa debe darse en el Congreso.
5.4. La regla básica respecto del inicio de la tramitación legislativa está contenida
en el artículo 65, inciso 1º, que es del siguiente tenor:
“Las leyes pueden tener origen en la Cámara de Diputados o en el Senado,
por mensaje que dirija el Presidente de la República o por moción de cualquiera
de sus miembros. Las mociones no pueden ser firmadas por más de diez
diputados ni por más de cinco senadores.”
6. Presentación de Indicaciones.
6.2. Se suele afirmar que la lógica de las indicaciones está íntimamente ligada a la
lógica de la discusión en el Congreso, pues no sería efectivamente la instancia en que se
forman o generan las leyes, si no se le pudieran introducir modificaciones a las iniciativas
planteadas. En este sentido, se señala, su existencia tiene tanto que ver con la posibilidad
de mejorar los proyectos de ley en discusión, como con la necesidad de abrir espacio a la
negociación política y los acuerdos correspondientes.
6.3. En doctrina se suele afirmar que los principales riesgos de no contar con un
mecanismo como el de las indicaciones son:
6.3.1. Impedir innecesariamente que un proyecto se convierta en ley, al impedir los
acuerdos (y modificaciones consiguientes), que habrían posibilitado tal cosa.
6.6. La regla en esta materia está establecida en el artículo 69, inciso 1º, Constitución,
que es del siguiente tenor:
“Todo proyecto puede ser objeto de adiciones o correcciones en los
trámites que corresponda, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado;
pero en ningún caso se admitirán las que no tengan relación directa con las ideas
matrices o fundamentales del proyecto.”
7. Discusión Legislativa.
7.2. El trámite legislativo no queda exento de esta lógica. Es más, las actas que vienen
a constituir la historia de la ley, para efectos de la interpretación normativa, son,
precisamente, los registros de esos debates, análisis y discusiones, pues ahí va quedando
la constancia no sólo de qué se hizo, sino de por qué y para qué se hizo.
7.3. En principio, la lógica es que en los debates de una cámara del Congreso
Nacional sólo pueden tomar parte quienes la integran (es decir, los parlamentarios).
Nuestro ordenamiento institucional, sin embargo, autoriza expresamente la participación
de los Ministros de Estado (como es un régimen presidencial, ellos no pueden ser, por
regla general, simultáneamente parlamentarios, y por ende, sin autorización no podrían
participar), sin necesidad de aprobación o confirmación por parte del Congreso, sino
que, por derecho propio.
7.3.1. Por cierto, la autorización sólo alcanza al uso de la palabra, no al voto.
7.3.2. Esta es la forma en que el Presidente de la República puede participar de la
discusión específica y en detalle de los proyectos de ley, manteniéndose
7.4. La doctrina suele afirmar que estas posibilidades del Presidente de la República
de intervenir en los debates de la tramitación de un proyecto de ley constituye la cuarta
de las atribuciones legislativas del Presidente de la República.
7.5. La regla específica a este respecto está establecida en el artículo 37, inciso 1º,
Constitución, que es del siguiente tenor:
“Los Ministros podrán, cuando lo estimaren conveniente, asistir a las
sesiones de la Cámara de Diputados o del Senado, y tomar parte en sus debates,
con preferencia para hacer uso de la palabra, pero sin derecho a voto. Durante la
votación podrán, sin embargo, rectificar los conceptos emitidos por cualquier
diputado o senador al fundamentar su voto.”
8.2. La regla general establecida para esta materia en la Constitución señala que si un
proyecto de ley es desechado en general por la cámara de origen (es decir, en la
primera votación en que se resuelve sobre las ideas matrices, se rechaza la idea de
legislar), dicho proyecto de ley cesa su tramitación, y no puede renovarse sino hasta un
año después.
considera muy importante para llevar adelante su gestión. En cuanto Jefe de Estado,
para reconocer un cierto rol de control del conjunto de la regulación.
8.5. La regla a este respecto está establecida en el artículo 68, Constitución, que es del
siguiente tenor:
“Artículo 68. El proyecto que fuere desechado en general en la Cámara de
su origen no podrá renovarse sino después de un año. Sin embargo, el Presidente
de la República, en caso de un proyecto de su iniciativa, podrá solicitar que el
mensaje pase a la otra Cámara y, si ésta lo aprueba en general por los dos tercios
de sus miembros presentes, volverá a la de su origen y sólo se considerará
desechado si esta Cámara lo rechaza con el voto de los dos tercios de sus
miembros presentes”.
1º TRÁMITE CONSTITUCIONAL
INGRESA
MENSAJE O
MOCION
COMISION: 1º
INFORME
RECHAZA APRUEBA
CAMARA DE
ORIGEN
2º TRÁMITE CONSTITUCIONAL
CAMARA
REVISORA
1º INFORME
COMISION
RECHAZA APRUEBA
CUENTA EN
LA SALA
INFORME
COMISION
SALA VOTA
ENMIENDAS
C. REVISORA
RECHAZA APRUEBA
POR MAYORIA
CAMARA CAMARA APRUEBA POR
REVISORA REVISORA 2/3:
APRUEBA POR RECHAZA
MAYORIA APROBADO
EJECUTIVO EJECUTIVO
SANCIONA VETO
PUBLICA
I. Tramitación de la Ley.
1.4. Esta es una facultad pro – legislación, pues permite darle una nueva oportunidad
al proyecto de ley que había sido aprobado originalmente. Se ha afirmado que, en cierta
forma, el Constituyente reconoce el rol de Jefe de Estado al otorgar esta atribución al
Presidente de la República, pues supone un juicio acerca de la conveniencia general de
una legislación que puede, incluso, no haber sido planteada por él.
1.5. La regla está establecida en el artículo 70, Constitución, que es del siguiente
tenor:
“Artículo 70. El proyecto que fuere desechado en su totalidad por la
Cámara revisora será considerado por una comisión mixta de igual número de
diputados y senadores, la que propondrá la forma y modo de resolver las
dificultades. El proyecto de la comisión mixta volverá a la Cámara de origen y,
para ser aprobado tanto en ésta como en la revisora, se requerirá de la mayoría de
2.4. Al igual que en el caso anterior, se trata de una facultad pro – legislación, en que
la Constitución confía en el criterio del Presidente de la República para determinar
cuándo resulta importante usarla. Se ha dicho, al igual que en el caso anterior, que tiene
mucha relevancia la consideración del carácter de Jefe de Estado del Presidente de la
República.
3.1. Atendido que el Congreso Nacional debe tramitar varios proyectos de ley
simultáneamente, resulta importante la determinación del orden y los plazos con que
ellos han de tratarse. Esta prelación tiene que ver tanto con las probabilidades de éxito
de la agenda legislativa del Presidente de la República, como con el control de la agenda
del Congreso Nacional.
3.3. Se suele decir que esta es la octava de las atribuciones legislativas del
Presidente de la República. Su regulación queda entregada a la Ley Nº 18.918, Orgánica
Constitucional del Congreso Nacional. Los elementos centrales de la regulación son:
3.3.1. El Presidente de la República puede hacer presente la urgencia para uno o todos
los trámites del proyecto de ley. Al inicio de la tramitación o durante ella. Al
hacerla presente respecto de un proyecto de ley que está en Comisión Mixta, se
entiende que alcanza la tramitación posterior en ambas cámaras (artículo 74,
Constitución Política, y artículo 26, LOC Congreso Nacional).
3.3.2. El Presidente determina qué proyecto de ley tiene urgencia y además califica qué
urgencia se aplica en cada caso.
3.3.3. La urgencia puede ser simple (30 días), suma (15 días), o discusión inmediata
(6 días).
3.5. También debe considerarse lo preceptuado en el artículo 27, inciso 1º, de la Ley
Nº 18.918, Orgánica Constitucional del Congreso Nacional, que dispone:
4. El Derecho de Veto.
4.3. En doctrina se señala que hay dos clases principales de veto. Por una parte, el
veto absoluto, que impide que el proyecto de ley se convierta en ley (al menos, por un
cierto tiempo). Se entiende que dicha clase de veto corresponde al soberano (está
asociado a las atribuciones de los reyes), hoy se considera excesivo y fue expresamente
descartado de la Constitución por la Comisión Ortúzar (la Constitución de 1833
contemplaba un mecanismo que podía considerarse de veto absoluto, pues establecía
que el Congreso no podía insistir en el respectivo proyecto de ley durante un año). Por
otra parte, el veto suspensivo, que bloquea que el proyecto de ley llegue a ser ley, pero
puede ser vencido por el Congreso Nacional, si éste insiste con un quórum más alto.
4.4. La doctrina señala que el veto puede realizarse a todo el proyecto (rechazarlo
íntegramente), o sólo a partes del proyecto. En este último caso, se puede hablar de
veto supresivo (busca eliminar partes del proyecto de ley), veto aditivo (busca agregar
disposiciones) o veto modificatorio (busca reemplazar o cambiar disposiciones).
4.5. El mecanismo específico de funcionamiento del veto está sujeto a las siguientes
reglas según la Constitución:
4.5.1. El Presidente de la República tiene el plazo de 30 días para hacer presente las
observaciones (vetar) al proyecto de ley que ha sido aprobado por ambas
Cámaras (artículo 73, inciso 1º, Constitución).
4.5.2. Las observaciones deben guardar relación con las ideas matrices del proyecto, de
lo contrario, se ha dicho, se saltarían los controles del procedimiento legislativo.
Al menos deben haber sido consideradas en el mensaje respectivo (artículo 73,
inciso 2º, Constitución).
4.5.3. Si ambas Cámaras aprueban las observaciones (el veto), el proyecto de ley así
corregido tiene fuerza de ley y se debe promulgar (artículo 73, inciso 3º,
Constitución).
4.5.4. Si las Cámaras rechazan el todo o parte de las observaciones (el veto), no hay ley
en lo rechazado, a menos que ellas insistan por los dos tercios de sus
miembros presentes en el todo o parte aprobado por ellas. En tal caso, ese es el
texto que se debe promulgar (artículo 73, inciso 4º, Constitución).
4.6. La regla está establecida en el artículo 73, Constitución, que es del siguiente
tenor:
“Artículo 73. Si el Presidente de la República desaprueba el proyecto, lo
devolverá a la Cámara de su origen con las observaciones convenientes, dentro
del término de treinta días.
En ningún caso se admitirán las observaciones que no tengan relación
directa con las ideas matrices o fundamentales del proyecto, a menos que
hubieran sido consideradas en el mensaje respectivo.
Si las dos Cámaras aprobaren las observaciones, el proyecto tendrá fuerza
de ley y se devolverá al Presidente para su promulgación.
Si las dos Cámaras desecharen todas o algunas de las observaciones e
insistieren por los dos tercios de sus miembros presentes en la totalidad o parte
del proyecto aprobado por ellas, se devolverá al Presidente para su
promulgación.”
5.3. Tal como ya se dijo al tratar del veto, esta aprobación o sanción no puede
quedar entregada a la sola decisión del Jefe de Estado, pues entonces estaría en posición
de soberano. Tiene, por ende, que existir un sistema para forzarla o, en otras palabras,
para exigir que la otorgue.
5.4. Entre nosotros, la aprobación puede ser expresa (artículo 72, Constitución),
tácita (artículo 75, inciso 1º, Constitución) o forzada (artículo 73, inciso final,
Constitución). En todo caso, se deja constancia de la sanción en el respectivo decreto
promulgatorio de la ley (por ejemplo, diciendo: “por cuanto he tenido a bien
aprobarlo y sancionarlo ...”).
5.5. La regla principal está contemplada en el artículo 72, Constitución, que es del
siguiente tenor:
“Artículo 72. Aprobado un proyecto por ambas Cámaras será remitido al
Presidente de la República, quien, si también lo aprueba, dispondrá su
promulgación como ley.”
6.4. La regla está establecida en el artículo 72, Constitución, que es del siguiente
tenor:
“Artículo 72. Aprobado un proyecto por ambas Cámaras será remitido al
Presidente de la República, quien, si también lo aprueba, dispondrá su
promulgación como ley.”
9. La Ley de Presupuestos.
9.1. Atendida la importancia de esta ley (de ella depende, según se ha explicado, tanto
la capacidad de actuar del Gobierno y, por ende, de cumplir sus tareas a que debe servir,
como la efectividad de los mecanismos de control parlamentario), y teniendo en cuenta
la experiencia histórica chilena en la materia (principalmente, la Revolución de 1891), la
Constitución establece algunas normas especiales para la tramitación de esta ley.
9.4. Se contempla una regla clave para la estabilidad financiera en el sentido que no se
pueden aprobar nuevos gastos sin saber cuál es la fuente de los recursos.
9.5. Se establece un mecanismo de reducción de gastos (de todos los gastos), cuando
la fuente de recursos resulte insuficiente para cubrir un nuevo gasto (acreditado con
informe del organismo público encargado de la recaudación). Esto es muy importante
para evitar el gasto sin fondos.
I. Legislación y Regulación.
1. Si bien se puede afirmar que los Congresos nacieron como esquemas de control
del Gobierno (el origen del Parlamento del Reino Unido, por ejemplo), se ha señalado
que en el esquema de separación de poderes, y, sobretodo, tras los planteamientos
formulados por Rousseau, el rol del Congreso se ha asociado principalmente con la
generación de las leyes (es decir, con el Poder Legislativo). En este sentido, se suele
plantear que él constituye no sólo un mecanismo de control del Gobierno, sino una
forma de garantizar que las normas que rijan la convivencia en la sociedad sean
abstractas, generales y tiendan a servir al bien común.
6. Se ha afirmado también que parece necesario tener presente que existen Fallas
de la Regulación o, para usar el mismo lenguaje anterior, Fallas del Estado, por lo
que a final de cuentas, y tal como se suele decir de manera informal, “el remedio puede
resultar peor que la enfermedad”. La conclusión más importante a tener en mente en
este sentido, se dice, es que regular siempre tiene costos y eso ha de ser tenido en cuenta
al momento de diseñar la normativa de que se trate.
7.2. La existencia de una agenda propia del regulador que supera la del mercado. Esto
se puede traducir, con cierta facilidad, en la tendencia a imponer decisiones ineficientes,
con tal de cumplir con esa agenda.
7.3. La captura del regulador por grupos de interés. Este riesgo se agrava por la alta
rentabilidad que implica lograr la captura, lo que, además, se aumenta en la medida que
aumenta la regulación.
ser tomadores de precios), y obtener, por lo tanto, mayores rentas, que las que
obtendrían si no tuvieran esa influencia.
9.1. Se suele afirmar que las causas principales del Poder de Mercado tienen que ver
con la falta de competencia y pueden ser:
9.1.1. Falta de competencia entre las empresas existentes. Se habla de colusión para
referirse a los casos en que existen acuerdos entre las empresas para lograr esa
situación.
9.1.2. Falta de competencia de potenciales entrantes. Se habla de barreras de entrada
para referirse a las dificultades para ingresar a un determinado mercado que
reducen la competencia en el mismo.
9.1.3. Prácticas contrarias a la competencia realizadas por alguno de los actores
económicos.
9.3. Por su parte, se ha dicho, las Barreras de Entrada pueden ser legales o
económicas.
9.7. Se suele afirmar que un caso muy importante de analizar, en este contexto, es el
que se produce con el denominado Monopolio Natural.
9.7.1. El Monopolio Natural, se enseña, existe sin que se hayan producido antes
maniobras o prácticas específicas orientadas a generarlo. No es consecuencia, en
ese sentido, de que uno (o más), de los partícipes del mercado haya tratado de
eliminar a los otros, sino que es el propio funcionamiento natural (de ahí su
nombre), de la respectiva actividad el que ha ido generando un esquema de un
solo oferente.
9.7.2. En general, se afirma, se trata de casos en que los costos se minimizan con la
operación de una sola empresa. Ello se debe a que en la respectiva actividad los
costos fijos son muy altos.
9.7.3. Los costos fijos determinan la escala mínima eficiente de producción en la
medida que ellos se cubren con un margen sobre las ventas, por ende, mientras
más se venda, menos margen se necesita (son costos fijos los edificios y terrenos,
la maquinaria y la infraestructura, por ejemplo, las redes).
9.7.4. Se ha insistido en que la existencia de más de una empresa en estos casos es
ineficiente socialmente porque lleva a costos medios de producción más altos
y, por lo tanto, a mala utilización de los recursos.
9.7.5. El problema, se señala, es que al existir un solo oferente, éste puede tratar de
aprovechar su poder monopólico en los precios (obteniendo renta
monopólica).
9.7.6. Para evitar esto, la regulación fija las tarifas para el respectivo bien o servicio.
Así se busca evitar la generación de la renta monopólica.
9.7.7. El punto clave radica, se ha insistido, es cómo se determinan las tarifas a las
que se ha aludido, porque si ellas se fijan muy abajo (con relación a la realidad de
la actividad), es malo (la empresa no se financia y no hay inversión), y si se fijan
muy arriba también es malo (se genera una renta artificial para el oferente, lo que
significa ser ineficiente en la asignación de recursos).
9.7.8. La evidencia muestra que un esquema de fijación de tarifas puede generar,
además, un fuerte incentivo a la corrupción y al intento de controlar al regulador
(“capturarlo”). Al final, la actividad puede terminar dependiendo más de esa
gestión que de la calidad de la gestión económica propiamente tal.
9.7.9. Tal como es sabido, en el sistema chileno, las tarifas de monopolios naturales
(energía eléctrica, telefonía fija, sanitaria, gas, etc.), se fijan por costo marginal
siguiendo el esquema de empresa modelo eficiente.
9.7.10. La ley define una fórmula para la determinación de la tarifa que tiene una
duración fija (por ejemplo, 5 años). Esa fórmula busca representar los resultados
de una empresa eficiente en el respectivo mercado.
9.7.11. La fórmula se carga con los datos que existen en el mercado. Eso supone
emplear datos reales, lo que reduce el riesgo de arbitrariedad y, al mismo tiempo,
aproxima el óptimo teórico definido en la norma a la realidad.
10.2. Uno de los casos en que se entiende que se produce esta situación es el de las
llamadas Externalidades o efectos sobre terceros.
10.2.1. Se suele señalar que el problema se genera en este caso porque se trata de efectos
de un determinado acto que impactan (positiva o negativamente), a terceros, pero
que no son considerados (por ello mismo), en el precio respectivo.
10.2.2. Desde la perspectiva económica se afirma que se genera una ineficiencia, puesto
que las externalidades positivas se sub – producen (no hay quien pague por
ellas), y las externalidades negativas se sobre – producen (no hay quien
asuma el costo de las mismas).
10.2.3. La solución a este problema puede intentarse por medio de la negociación o por
medio de la regulación.
10.2.4. Tal como demostró Ronald Coase, si los costos de transacción fueran iguales a
cero, la solución eficiente se podría alcanzar por negociación. Bastaría, en ese
sentido, que la regulación garantizara con claridad los derechos de propiedad
para que el sistema pudiera operar.
10.2.5. El problema, según se plantea, es que los costos de transacción son superiores a
cero, por lo que se entiende que ello viene a justificar la intervención de la
Regulación.
10.2.6. Hay que tener presente que solucionar el problema de las externalidades no
significa necesariamente llevarlas a un punto ideal o perfecto (de hecho, no es
posible pensar que todas puedan simplemente llevarse a cero), sino alcanzar un
punto de equilibrio basado en los costos y beneficios involucrados. El punto se
suele definir como el equilibrio entre costo y beneficio marginales.
10.2.7. Dentro de las medidas que se adopten por la regulación cuando se decide
intervenir en este ámbito, se puede optar por algunas que permitan el
funcionamiento del mercado a través de la generación de señales de precios. Ello
tendría la ventaja, se ha sostenido, se tratar de intervenir lo menos posible.
ejemplo, puede ser más eficiente pavimentar una cierta cantidad de kilómetros de
vía antes que cerrar una determinada fábrica). Si bien no se trata de una opción
de negociación directa en la lógica de lo planteado por Ronald Coase, se ha dicho
que, al menos, representa una intervención de menor grado por parte de la
autoridad.
10.5. Otro caso en que se puede analizar una situación de indefinición de Derechos
de Propiedad es el que se presenta en el caso de los denominados Bienes Comunes,
donde el problema se produce en la medida que, al ser (en teoría), todos dueños de ellos,
nadie lo es en definitiva y, por lo tanto, no hay quien financie las inversiones que se
requieren o se preocupe de administrarlos adecuadamente.
10.5.1. El ejemplo práctico que se suele plantear respecto de esta situación es el vehículo
que se entrega para uso común de un grupo de, por ejemplo, hermanos. Los
incentivos operan a que ninguno pague las reparaciones ni se preocupe del largo
plazo, sino que sólo busque la máxima rentabilidad del uso en el tiempo que le
corresponda.
10.5.2. En nuestro país un buen ejemplo de esta situación es lo que ocurrió en materia
de pesca.
10.5.3. Se trata de un recurso complejo de tratar, aunque muy importante desde un
punto de vista económico, puesto que los peces están en el mar y resulta muy
complejo establecer derechos de propiedad a su respecto. Lo que se solía decir
era, por ende, que pertenecían a todos.
10.5.4. En un principio se puede generar un buen negocio, pues los que ingresan
encuentran peces suficientes. Eso estimula el ingreso de más interesados y llega
un momento en que el recurso comienza a agotarse y se corre el riesgo de
sobreexplotación primero (más allá de lo que permite la renovación), y de
extinción después.
10.5.5. El Estado reaccionó con un esquema de veda (prohibición de pesca por un
período) y otorgamiento de permisos. En un principio se fijó una cantidad total a
extraer y se dieron permisos para hacerlo. Eso llevó a la generación de un
fenómeno práctico que se conoció como “carrera olímpica”, pues el incentivo
operó respecto de todos los interesados instando a sacar la mayor cantidad
posible de peces en el menor tiempo posible (en el entendido que aquellos que
no sacara uno los sacarían los demás). Esta lógica de “suma cero”, sólo perjudica
la explotación adecuada.
10.5.7. La autoridad optó entonces, y la doctrina ha entendido que lo hizo
acertadamente por un esquema de cuotas individuales (cada pescador tiene un
límite máximo de captura), y transables (quienes quieren entrar a una pesquería
que está en explotación tienen que comprar una cuota a alguno de los que ya
está).
de los cuales no hay exclusión en el consumo (no hay manera de evitar que, una vez
producidos o generados, sean consumidos por otros.
10.6.1. Atendidas estas características, el sistema de precios no opera a su respecto,
puesto que nadie está dispuesto a pagar por ellos, abundando quienes adoptan
una actitud de free rider.
10.6.2. El Estado, entonces, según ha sido la solución habitual, procede a financiar la
producción de estos bienes a través de impuestos y de esta manera se asegura de
que existan para todos.
10.6.3. El punto relevante es que, de todas maneras hay que resolver las preguntas acerca
de cuánto se produce, quién produce y cómo se produce. Todo eso queda
entregado a la autoridad, por lo que resulta muy importante tratar de incorporar
mecanismos que simulen mercado (o, al menos, incorporen esquemas de
evaluación costo – beneficio), para evitar arbitrariedades.
11. Otro caso de Falla de Mercado es el que se produce cuando existen Asimetrías
de Información.
11.1. Hay que tener presente, según se ha sostenido, que lo que puede dar lugar a una
falla de mercado es una diferencia muy relevante en la información (gravemente
relevante se podría decir), pues lo cierto es que siempre existirán diferencias entre los
grados de conocimiento e información de quienes participan en un intercambio
comercial (por algo la información es un bien económico, además de que no todas las
personas la usan de igual manera)
11.2. Existen dos fenómenos muy importantes a tener presente en esta materia, a
saber, la selección adversa y el riesgo moral.
11.3. Selección Adversa. Se presenta cuando sólo una de las partes conoce toda la
información relevante del bien a que se refiere el contrato (por ejemplo: el estado real de
un auto usado que se vende, o las enfermedades o condiciones de salud preexistentes de
quien contrata una cobertura de salud).
11.3.1. Esta situación se puede traducir en que el comprador termine adquiriendo bienes
de baja calidad (inferior a la que supone el precio que pagó).
11.3.2. Esta situación se puede traducir en que se presenten a solicitar un contrato sólo
quienes más lo necesitan, lo que altera el equilibrio con que fue diseñado el
mismo (en el caso de un seguro, por ejemplo), pues sólo llegan los que suponen
el costo más alto.
11.5.1. Reputación. El efecto de las marcas, que permite “conocer” bienes o servicios
aún antes de consumirlos. En cierta forma, los críticos hacen lo mismo en otros
mercados en que es más complejo conocer el bien de que se trata.
11.5.2. Garantías. Coberturas para eventuales desperfectos o fallas de los bienes o
servicios de que se trata. Respecto de algunos bienes o servicios (los más
sofisticados, por ejemplo), pueden terminar siendo virtualmente tan importantes
como el producto mismo.
11.5.3. Certificación. Sistemas de verificación (principalmente de procesos), de la
calidad con que se generan los bienes o servicios. Si bien no garantiza ausencia de
fallas, al menos aumenta la confianza del consumidor en que se ha hecho todo lo
posible por reducirlas.
11.7. Un tema que hay que tener presente a este respecto, es que la posibilidad de
conocer la calidad de un bien o servicio no es la misma en todos ellos. Según los
economistas se puede distinguir en tres grupos principales.
11.7.1. Bienes de Búsqueda. Se puede conocer la calidad fácilmente antes de
adquirirlos (por ejemplo, libros o ropa).
11.7.2. Bienes de Experiencia. Se conoce la calidad después de consumirlos (por
ejemplo, comida, artefactos electrónicos).
11.7.3. Bienes de Confianza. Su calidad se conoce rara vez (por ejemplo, servicios
profesionales de abogados y servicios profesionales de médicos) o en eventos
extremos (por ejemplo, construcciones en caso de terremotos)
2.6. Es esta dificultad para conocer la calidad de ciertos bienes lo que suele invocar el
Estado para justificar la Regulación. Sin embargo, aún en esos casos, ello se puede
hacer de una manera pro – mercado (evaluadores privados, información acerca de
resultados, etc.)
3.1. Un punto clave a tener presente es que no se debe hacer Política Social
empleando la Política de Precios porque es ineficiente y muy peligroso para la
economía en su conjunto. La asignación de recursos eficiente depende de buenas señales
10
a través de los precios, por ello, éstos no deben ser intervenidos artificialmente. El
Estado tiene otros instrumentos para intervenir en la distribución del ingreso (por
ejemplo, impuestos y gasto público), supuesto que se considere razonable que lo haga.
3.2. Lo más grave (y que se debe tener en cuenta), es que de tanto concentrarse en el
reparto (la distribución), se puede terminar haciendo que ella sea más chica (tanto por las
dificultades que se crean como por los castigos que se generan para los más eficientes) y,
por lo tanto, terminar concentrándose más en repartir la pobreza que en generar
riqueza.
I. Reglas Generales.
2.3. Hacer Ejecutar. Es decir, asegurar que la decisión que se ha adoptado, se aplica
en los hechos, se hace real. Es la única manera de garantizar que el rol de los Tribunales
de Justicia sea efectivo y tenga sentido en el marco institucional.
4. El tercer aspecto que aborda la Constitución, y que se deriva del sentido más
esencial (o profundo), de la atribución que a ellos se hace de la Jurisdicción, es el que
dice relación con el denominado Principio de Inexcusabilidad de los Tribunales de
Justicia. Es decir, con que, dentro de la lógica de su existencia, esté el que no pueden
negarse a actuar (siempre que hayan sido legalmente requeridos en materias de su
competencia)
4.1. Esta es una diferencia con el sistema romano que permitía a los jueces no fallar
en ciertos casos que se consideraban oscuros (en el sentido que no estaba claro cómo
resolverlos). En el entendimiento moderno, en cambio, los Tribunales de Justicia
tienen que fallar, aún cuando no exista ley que resuelva el asunto que se les ha sometido.
5.2. La experiencia histórica concreta que se tuvo en cuenta para tomar esta decisión
fue la que se había tenido durante el gobierno del Presidente Allende.
5.2.1. En dicho período se había apreciado que en los casos en que los Tribunales de
Justicia debían pedir el auxilio de la fuerza pública para hacer cumplir sus
resoluciones, la autoridad administrativa, de quien dependía dicha fuerza, sin
discutir formalmente el contenido de las decisiones judiciales, simplemente
dilataba la respuesta o derechamente contestaba negativamente, aduciendo
diferencias de opinión o problemas de oportunidad.
5.2.2. La situación descrita resultaba particularmente crítica, pues suponía sujetar el
cumplimiento de una resolución judicial al criterio político predominante en las
autoridades del gobierno de turno.
5.3. Según se ha señalado, nuestro ordenamiento reconoce que tienen esta Facultad
de Imperio los Tribunales Ordinarios de Justicia (es decir, la Corte Suprema, las
Cortes de Apelaciones, los Presidentes y los Ministros de Corte, los Tribunales de Juicio
Oral en lo Penal, los Juzgados de Letras y los Juzgados de Garantía) y los Tribunales
Especiales que integran el Poder Judicial (es decir, los Juzgados de Familia, los
Juzgados de Letras del Trabajo, los Juzgados de Cobranza Laboral y Previsional y los
Tribunales Militares en tiempo de paz). Respecto de los demás tribunales, se estará a lo
que indiquen sus propias leyes (artículo 5º, incisos 2º, 3º y 4º COT)1
1Los incisos 2º, 3º y 4º del artículo 5º del COT son del siguiente tenor:
“Integran el Poder Judicial, como tribunales ordinarios de justicia, la Corte Suprema, las
Cortes de Apelaciones, los Presidentes y Ministros de Corte, los tribunales de juicio oral en lo
penal, los juzgados de letras y los juzgados de garantía.
5.4. El elemento clave o central de esta facultad, y aquello que resulta básico en su
ejercicio, es la posibilidad efectiva de impartir órdenes directas a la fuerza pública
(Carabineros e Investigaciones, según el inciso 2º del artículo 101, Constitución), quien
tiene el deber de cumplirla, sin más trámite ni calificación.
6. Las reglas referidas a los aspectos que se han abordado hasta ahora, están
establecidas en disposiciones constitucionales que son del siguiente tenor.
Forman parte del Poder Judicial, como tribunales especiales, los juzgados de familia, los
Juzgados de Letras del Trabajo, los Juzgados de Cobranza Laboral y Previsional y los Tribunales
Militares en tiempo de paz, los cuales se regirán en su organización y atribuciones por las
disposiciones orgánicas constitucionales contenidas en la ley Nº 19.968, en el Código del Trabajo,
y en el Código de Justicia Militar y sus leyes complementarias, respectivamente, rigiendo para
ellos las disposiciones de este Código sólo cuando los cuerpos legales citados se remitan en forma
expresa a él.
Los demás tribunales especiales se regirán por las leyes que los establecen y
reglamentan, sin perjuicio de quedar sujetos a las disposiciones generales de este Código.”
7.3. Cabe considerar, en el marco que se ha venido planteando, que dentro de las
garantías constitucionales (contenidas en el artículo 19, Constitución) se incluyen
algunos principios que están directamente relacionados con el funcionamiento de los
Tribunales de Justicia. Se trata, por ejemplo de: i) no ser juzgado por comisiones
especiales, sino por el tribunal establecido por la ley (artículo 19 Nº 3, inciso 4º,
Constitución), y ii) el debido proceso (artículo 19 Nº 3, inciso 5º, Constitución). Ellas
son materia específica de otro curso.
7.4. La norma en que se aborda este aspecto está contenida en el inciso 1º del artículo
77 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Una ley orgánica constitucional, determinará la organización y
atribuciones de los tribunales que fueren necesarios para la pronta y cumplida
administración de justicia en todo el territorio de la República. La misma ley
señalará las calidades que respectivamente deban tener los jueces y el número de
años que deban haber ejercido la profesión de abogado las personas que fueren
nombradas ministros de Corte o jueces letrados.”
8.3. Así está establecido en los incisos 2º a 6º del artículo 77 de la Carta Fundamental,
que son del siguiente tenor:
“La ley orgánica constitucional relativa a la organización y atribuciones de
los tribunales, sólo podrá ser modificada oyendo previamente a la Corte Suprema
de conformidad a lo establecido en la ley orgánica constitucional respectiva.
La Corte Suprema deberá pronunciarse dentro del plazo de treinta días
contados desde la recepción del oficio en que se solicita la opinión pertinente.
Sin embargo, si el Presidente de la República hubiere hecho presente una
urgencia al proyecto consultado, se comunicará esta circunstancia a la Corte.
En dicho caso, la Corte deberá evacuar la consulta dentro del plazo que
implique la urgencia respectiva.
Si la Corte Suprema no emitiere opinión dentro de los plazos aludidos, se
tendrá por evacuado el trámite.”
1. Este es uno de los elementos claves del sistema, pues incide tanto en la
independencia de los Tribunales de Justicia como en la calidad profesional de
quienes acceden a la administración de justicia, es decir, de los jueces. Por lo mismo,
ha señalado la doctrina, este es un tema que debe ser tratado por la Constitución.
1.1. Se suele señalar que conceptualmente existen tres opciones básicas en materia de
nombramientos de quienes integran los Tribunales de Justicia, a saber:
1.1.1. Autogeneración. Presenta como riesgo principal, el eventual surgimiento de un
ghetto.
1.1.2. Elección popular. Presenta como riesgo principal, la eventual politización de
los miembros de los Tribunales de Justicia, y la transformación de su trabajo
hacia lo político – electoral.
1.1.3. Designación por otro poder del Estado (principalmente el Ejecutivo).
Presenta como riesgo principal, la eventual existencia de dependencia y, por
cierto, la eventual politización.
2.1. La Corte Suprema está formada por 21 ministros (artículo 78 inciso 2º).
Originalmente el número no estaba fijado en la Constitución. Esa determinación se
incorporó en la Reforma 1997.
2.4. Lo cierto es que la nueva regla no está tan alejada de la reflexión desarrollada por
la Comisión Ortúzar en esta materia. De hecho, en el diseño original de la Constitución
se señalaba que un lugar en la quina (lista de 5), que se confecciona para nombrar
ministros de la Corte Suprema debía ser ocupado por el ministro de Corte de
Apelaciones más antiguo (eso representaba un premio a la carrera funcionaria), y que en
los demás lugares podían figurar personas ajenas al Poder Judicial. La experiencia
mostró que la Corte Suprema no incorporaba ajenos y tendía a hacer las quinas con
puros internos. Por eso se buscó la modificación para forzar la incorporación de
algunos ajenos.
2.5. Los Ministros y Fiscales Judiciales de la Corte Suprema son designados por
el Presidente de la República de entre las personas incluidas en una quina preparada
por dicho tribunal. La designación debe ser aprobada por el Senado por los dos tercios
de sus miembros en ejercicio. Si no hay aprobación del nombre elegido por el Presidente
4.3. En el COT se contemplan normas relativas a los requisitos que deben cumplir
quienes son nombrados Jueces o Ministros de Corte (se trata de los artículos 252 a 254).
En general lo que se agrega a lo planteado por la Constitución Política es el requisito de
la nacionalidad chilena y, para el caso de quienes provienen de la carrera judicial, la
calificación en lista de mérito.
2La quina para una vacante que corresponda a internos se hace con puros miembros del Poder
Judicial y le corresponde un lugar en ella al ministro de Corte de Apelaciones más antiguo. La quina para
una vacante de externos se hace previo concurso público de antecedentes.
3La normativa vigente establece 17 Cortes de Apelaciones a lo largo del territorio del país, cada una con el
siguiente número de integrantes en cada caso (artículos 54 y 56 COT): i) Arica (7), ii) Iquique (4),
iii) Antofagasta (7), iv) Copiapó (4), v) La Serena (7), vi) Valparaíso (16), vii) Santiago (34), viii) San
Miguel (19), ix) Rancagua (7), x) Talca (7), xi) Chillán (4), xii) Concepción (19), xiii) Temuco (7),
xiv) Valdivia (7), xv) Puerto Montt (4), xvi) Coihaique (4) y xvii) Punta Arenas (4).
4La Corte Suprema y las Cortes de Apelaciones hacen las quinas o ternas en plenos especialmente
convocados al efecto. Se realiza una sola votación. Cada integrante tiene 3 o 2 votos, según el caso (menos
votos que cargos los cargos a determinar para asegurar la representación de la tendencia minoritaria dentro
del respectivo tribunal). Se integran a la quina o terna a las 5 o 3 primeras mayorías según corresponda. Si
hay empate, se procede a sorteo. En el caso de nombramiento de jueces, se establece que el más antiguo
del cargo inmediatamente inferior tenga un lugar en la terna. Es una forma de protección de la carrera
funcionaria.
5Los Ministros de Corte de Apelaciones suplentes los designa la Corte Suprema. Los Jueces de
Letras suplentes los designa la Corte de Apelaciones respectiva. En ambos casos, el plazo máximo es 60
días improrrogables. Si vence el plazo o no se usa la facultad de designar suplente, hay que proceder al
nombramiento conforme a las reglas generales.
10
8. Cabe tener presente, sin perjuicio de lo expuesto, que el COT (Código Orgánico
de Tribunales), contempla ciertas causales que impiden ser nombrado juez (están
contenidas en los artículos 256 a 258 de dicho cuerpo legal). Ellas se refieren a ciertas
materias, tales como, inhabilidades físicas y desempeño de cargos incompatibles.6
6Principalmente se trata de: i) Inhabilidades físicas. Ciegos, sordos, mudos, dementes, etc., ii) Faltas de
dignidad. Condenados o acusados por crimen o simple delito (salvo los de la ley de seguridad interior del
Estado) y fallidos no rehabilitados, iii) Desempeño de cargos gubernamentales. No puede ser
nombrado juez quien haya sido Presidente, Ministro de Estado, Intendente, Gobernador o Secretario de
Intendencia hasta un año después de cesar en el cargo. Se trata de evitar la generación de una relación
indebida entre poderes públicos por la vía de los nombramientos, y iv) Parentesco. No pueden estar en
una misma Corte de Apelaciones los consanguíneos o afines en toda la línea recta y los colaterales en
segundo grado. No puede ser ministro de Corte de Apelaciones el cónyuge o pariente de un ministro de la
Corte Suprema. Tampoco puede ser juez, en el territorio de una Corte de Apelaciones si está en dicha
relación con uno de sus ministros, etc. Tiene sentido como un mecanismo para evitar el nepotismo.
1.1. Se ha relacionado la inamovilidad con la lógica de que sólo los jueces revisan
las decisiones de los jueces y que, por ende, es necesario evitar que la amenaza de
cesación en el cargo sea una forma de presionar desde otros poderes públicos.
2.1. Es importante tener presente, según destaca Alejandro Silva Bascuñán, que la
referencia que se hace en el precepto constitucional en el sentido que la inamovilidad
no se aplica a los jueces inferiores, quiere aludir a los antiguos tribunales que tenían
carácter temporal (los llamados jueces de subdelegación y jueces de distrito)
2.3. Según ha señalado la doctrina, el que los jueces inferiores no estén cubiertos
por la inamovilidad es consecuencia de su propia naturaleza (estaban concebidos como
jueces de carácter temporal)
5.1. Se ha sostenido que esta es una causal de una naturaleza distinta, pues no
constituye una suerte de sanción o consecuencia de un acto o decisión del juez que se
considere indebida o negativa, sino del transcurso del tiempo.
5.5. Se ha sostenido que esta regla no supone una discriminación arbitraria que
perjudique a estos cargos en relación a aquellos que son de elección popular, pues en
éstos últimos quien ejerce el control respecto a los plazos y a la edad de quienes ocupan
los cargos es el votante (es decir, el pueblo soberano usando la fórmula rousseauneana)
8.1. Con deposición se alude a la idea de privación. En este sentido, se podría decir
que “deposición del destino”, se puede asimilar a “privación del cargo”.
9.2. El acuerdo debe ser adoptado por la mayoría del total de los integrantes de la
Corte Suprema, y se requiere informe previo del inculpado y de la Corte de Apelaciones
respectiva.
9.5. En la Comisión Ortúzar se dejó constancia de que esta facultad podía alcanzar
tanto a ministros de las Cortes de Apelaciones, como a ministros de la Corte Suprema
(de hecho, fue el mecanismo empleado para la destitución del ex – ministro de la Corte
Suprema Luis Correa Bulo)
10.1. Este es un mecanismo tradicional que, según se ha dicho, permite generar una
suerte de último aviso antes de la sanción más grave y, por ende, una oportunidad de
corrección. Se ha criticado aludiendo a que termina traduciéndose en un castigo para las
personas que viven en el lugar al que es traslado el juez.
11. Las reglas sobre cesación en el cargo de los jueces están establecidas en el
artículo 80 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Artículo 80. Los jueces permanecerán en sus cargos durante su buen
comportamiento; pero los inferiores desempeñarán su respectiva judicatura por el
tiempo que determinen las leyes.
No obstante lo anterior, los jueces cesarán en sus funciones al cumplir 75
años de edad; o por renuncia o incapacidad legal sobreviniente o en caso de ser
depuestos de sus destinos, por causa legalmente sentenciada. La norma relativa a
la edad no regirá respecto al Presidente de la Corte Suprema, quien continuará en
su cargo hasta el término de su período.
En todo caso, la Corte Suprema por requerimiento del Presidente de la
República, a solicitud de parte interesada, o de oficio, podrá declarar que los
jueces no han tenido buen comportamiento y, previo informe del inculpado y de
la Corte de Apelaciones respectiva, en su caso, acordar su remoción por la
mayoría del total de sus componentes. Estos acuerdos se comunicarán al
Presidente de la República para su cumplimiento.
La Corte Suprema, en pleno especialmente convocado al efecto y por la
mayoría absoluta de sus miembros en ejercicio, podrá autorizar u ordenar,
fundadamente, el traslado de los jueces y demás funcionarios y empleados del
Poder Judicial a otro cargo de igual categoría.”
1. Un tema que resulta muy importante para el diseño institucional es el que tiene
que ver con la responsabilidad de los jueces (o la responsabilidad a que están sujetos
los jueces). Según ha señalado la doctrina, lo que se ha de tratar de equilibrar en este caso
es el respeto al principio de que todas las personas (y, por ende, todas las autoridades),
están sujetas a la ley y, en consecuencia, responden de sus actos; con el respeto a la
independencia de los jueces, que se traduce en que esta clase de reglas (o instrumentos),
no puedan ser usadas indebidamente como mecanismos de presión.
materia penal pueden traducirse en una pérdida del cargo de juez, no porque se refieran
directamente a ello, sino porque imponen como pena accesoria la de privación de
cargos públicos, o porque dicha condena supone perder un requisito de
nombramiento.
3.1. En el caso de los magistrados de los Tribunales Superiores (es decir, de las
Cortes de Apelaciones y de la Corte Suprema), se ha señalado que se requiere juicio
político previo, pues la causal que se emplea en la Constitución para éste es el “notable
abandono de deberes”, que busca cubrir todo lo que no sea revisar el contenido
mismo de los fallos (o sentencias), por lo que no parece posible entrar a esa
responsabilidad, sin esta determinación previa.
Respecto de los demás jueces, no se requiere trámite previo.
3.2. En materia de responsabilidad civil las reglas que se aplican son las mismas
reglas generales que establece el ordenamiento en esa materia.
3.6. La Corte Suprema tiene una regulación especial en esta materia, pues no existe
un tribunal que esté sobre ella. En la práctica, el artículo 324, COT deja vigente para la
Corte Suprema sólo la responsabilidad por cohecho y prevaricación.
5.1. El objetivo perseguido es evitar que se intente detener a los jueces para presionar
sus decisiones. Se ha planteado que si bien se creó para protegerlos de las arbitrariedades
del gobernante (y de las demás autoridades públicas), también opera como protección de
los intentos de presión indebida por parte de privados.
6. Las reglas que se han expuesto están consagradas tanto en la propia Carta
Fundamental, como en la legislación vigente. Las más relevantes son del siguiente tenor:
1Es decir, Tribunales de Juicio Oral en lo Penal, Juzgados de Letras, Juzgados de Garantía, Juzgados de
Familia, Juzgados del Trabajo, Juzgados de Cobranza Laboral y Previsional y Tribunales Militares de
tiempo de paz.
2.1. La Reforma 1989 afectó este texto, como parte de la supresión de las referencias
a los Tribunales Contencioso – Administrativos.
3.1. Se suele destacar como un ejemplo de este rol el discurso de inauguración del
Año Judicial en que el Presidente de la Corte Suprema, expone la visión respecto de la
situación de la administración de justicia.
3.2. La doctrina ha insistido en que el cumplimiento de este rol tiene como límite el
respeto a las reglas de competencia en los asuntos judiciales (y de recursos respecto de
los mismos). En este sentido, si bien, según se ha expuesto, la Corte Suprema es el
tribunal superior del país, no puede intervenir ni dar órdenes respecto de un juicio o
asunto concreto sometido al conocimiento de un tribunal, sino que debe cumplirse con
los procedimientos previstos al efecto en la legislación (los procedimientos de
sustanciación de los juicios)
4.1. La doctrina ha solido señalar que el tema principal o más relevante en relación a
esta materia tiene que ver con lo ocurrido en Chile con el llamado Recurso de Queja.
4.2. El Recurso de Queja fue creado para controlar faltas o abusos que se pudieran
cometer por un tribunal, y, por ende, diseñado como una herramienta excepcional. Sin
embargo, atendida la facilidad de su tramitación e interposición, se convirtió en un
mecanismo usado de manera general y mucho más allá del sentido de su creación.
4.2.1. Así, por ejemplo, para el año 1994 llegó a representar el 55% del total de las
causas ingresadas a la Corte Suprema, y, en muchos casos, su contenido tenía
más que ver con diferencias de opinión o de criterio, e incluso de interpretación,
antes que con un problema correccional (de hecho, se terminó por convertir en
una práctica, el que si se acogía el recurso se cambiaba la resolución impugnada,
pero no se aplicaban al juez las sanciones que la ley señalaba como procedentes).
4.2.2. Se había convertido así, según entendió la doctrina, en una suerte de tercera
instancia no contemplada oficialmente en la normativa.
4.3. Para corregir esta situación se buscó acotar el ámbito de aplicación del Recurso
de Queja y dejarlo específicamente para los casos de falta o abuso grave solamente.
4.3.1. Se modificó el COT para establecer las modificaciones antes indicadas (1995),
pero la Corte Suprema señaló que hacer tal cosa era inconstitucional, pues su
superintendencia correccional no tenía límites establecidos en la Carta
Fundamental (por cierto, no como los que pretendía establecer el proyecto), y no
se le podían imponer en la ley.
4.3.2. Eso obligó a realizar la reforma constitucional que incorporó el actual inciso
segundo del artículo 82 (Reforma 1997) y confirmó el criterio de limitación de la
capacidad de los tribunales superiores de modificar resoluciones judiciales en uso
de sus atribuciones disciplinarias.
4.3.3. La doctrina ha señalado que la modificación antes indicada tuvo rápidamente el
efecto esperado, pues para el año 1998, los recursos de queja representaban sólo
un 11% del total de las causas ingresadas a la Corte Suprema.
5.1. En este sentido, se suele afirmar que más que apuntar estrictamente a un tema
exclusivamente presupuestario, se está refiriendo a un tema estrechamente ligado,
también, a la organización o administración interna.
5.2. El principal instrumento con que cuentan los tribunales para abordar esta clase
de preocupaciones son los llamados Auto Acordados, que son normas dictadas por las
propias Cortes (incluida, por cierto, la Corte Suprema), y que están asociadas a temas de
funcionamiento interno, pudiendo devenir en muy importantes (por ejemplo, el Auto
Acordado de la Corte Suprema que regula la tramitación del recurso de protección, y
que va mucho más allá, pues incluso contiene disposiciones que no están previstas en la
Carta Fundamental, por ejemplo, el plazo de interposición.
7. Las reglas que se han expuesto constan en los preceptos constitucionales que se
detallan a continuación.
7.2. Artículo 93 Nº 2.
“Artículo 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:
2º. Resolver sobre las cuestiones de constitucionalidad de los autos acordados
dictados por la Corte Suprema, las Cortes de Apelaciones y el Tribunal
Calificador de Elecciones.”
2.1. En este sentido, se ha dicho, ellas representan una suerte de protección del
individuo (a partir de sus derechos y mediante la acción de un tribunal) frente al poder
público.
de prevención de accidentes futuros que no se justifiquen por sus costos, y por ende se interesa
en la reducción de la suma de los costos de accidentes y prevención de accidentes, pero a las
partes en litigio no les interesa el futuro. Su preocupación se limita a las consecuencias
financieras de un accidente ya ocurrido.
Sin embargo, esa dicotomía está exagerada. La decisión del caso afectará al futuro y por
tanto debe interesar al economista, porque establecerá o confirmará una regla para guiar a las
personas que realizan actividades peligrosas. La decisión es una prevención en el sentido de que,
si uno se comporta de cierto modo y se produce un accidente, tendrá que pagar un juicio (o no
podrá obtener un juicio si es la víctima). Alterando así el precio sombra (del comportamiento
riesgoso) afrontado por los individuos, la prevención podría afectar su comportamiento y, por
ende, los costos de los accidentes.
Por otra parte, el juez (y por ende los abogados) no puede omitir el futuro. Dado que la
decisión legal del juez es un precedente que influirá en la decisión de casos futuros, el juez debe
considerar el probable efecto de decisiones alternativas sobre el comportamiento futuro de los
individuos que realizan actividades que provocan la clase de accidentes implícitos como los del
caso que se le presenta. Por ejemplo, si se falla a favor del demandado alegando que es una
persona “meritoria”, aunque descuidada, tal decisión alentará a individuos semejantes a ser
descuidados, lo que es un comportamiento costoso. Así pues, una vez que el marco de referencia
se expande más allá de los participantes del juicio, la justicia y la equidad asumen significados
más amplios de lo simplemente justo o equitativo entre este quejoso y su demandado. La
controversia se convierte en lo que es un resultado justo y equitativo para una clase de
actividades, y no puede resolverse sensatamente sin considerar el efecto futuro de decisiones
alternativas sobre la frecuencia de los accidentes y el costo de las preocupaciones. Después de
todo, la perspectiva ex ante no es ajena al proceso legal.”
I. El Ministerio Público.
4.1. Según se ha señalado por la doctrina, no se consagra en este caso una Facultad
de Imperio propiamente tal (pues se entiende que ella es exclusiva de los Tribunales
de Justicia), aunque la regulación que se establece se parece.
4.2. Se consagra expresamente que aquellas decisiones o actos que afecten derechos
constitucionales deben ser autorizados por los Tribunales de Justicia (artículo 83,
inciso 3º, Constitución)
6.1. Se encarga a una ley orgánica constitucional (se trata de la Ley Nº 19.640,
usualmente conocida como LOC del Ministerio Público) la determinación de la
6.3. Este aspecto está tratado en el artículo 84 de la Carta Fundamental que es del
siguiente tenor:
“Artículo 84. Una ley orgánica constitucional determinará la organización
y atribuciones del Ministerio Público, señalará las calidades y requisitos que
deberán tener y cumplir los fiscales para su nombramiento y las causales de
remoción de los fiscales adjuntos, en lo no contemplado en la Constitución. Las
personas que sean designadas fiscales no podrán tener impedimento alguno que
las inhabilite para desempeñar el cargo de juez. Los fiscales regionales y adjuntos
cesarán en su cargo al cumplir 75 años de edad.
La ley orgánica constitucional establecerá el grado de independencia y
autonomía y la responsabilidad que tendrán los fiscales en la dirección de la
investigación y en el ejercicio de la acción penal pública, en los casos que tengan
a su cargo.”
7.2. La Constitución establece que habrá un Fiscal Regional por cada una de las
regiones del país, a menos que la población o la extensión geográfica de una de ellas
obliguen a nombrar más.4 Los Fiscales Regionales son nombrados por el Fiscal
Nacional a propuesta en terna de la Corte de Apelaciones respectiva.5-6-7
7.4. El tema está tratado en los artículos 85 a 88 de la Carta Fundamental, los que son
del siguiente tenor:
“Artículo 85. El Fiscal Nacional será designado por el Presidente de la
República, a propuesta en quina de la Corte Suprema y con acuerdo del Senado
adoptado por los dos tercios de sus miembros en ejercicio, en sesión
1Si el Senado no aprueba la propuesta, la Corte Suprema debe llenar el espacio en la quina con otro
nombre y se repite el procedimiento hasta alcanzar la aprobación
2La Constitución establece como requisitos para ser Fiscal Nacional: i) ser abogado con a lo menos 10
años de título, ii) tener 40 años de edad, y iii) ser ciudadano con derecho a sufragio (artículo 85, inciso 2º,
Constitución)
3En cuanto a la duración en el cargo de Fiscal Nacional se establece que (artículo 85, incisos 2º y 3º,
Constitución): i) es nombrado por un período de 8 años (originalmente era por 10, se cambió en la
Reforma 2005), ii) no puede ser designado para el período siguiente, y iii) se le aplica el tope de edad de 75
años (agregado por la Reforma 2005)
4De acuerdo a la LOC Ministerio Público hay un fiscal regional por región y cuatro fiscales regionales en
la Región Metropolitana (artículo 28, inciso 1º, LOC 19.640)
5Si hay más de una Corte de Apelaciones en la región de que se trate, se forma un pleno conjunto de todas
ellas para hacer la terna.
6Los Fiscales Regionales deben cumplir los siguientes requisitos: i) tener 5 años de título de abogado a
lo menos, ii) haber cumplido 30 años de edad, y iii) tener las calidades necesarias para ser ciudadano con
derecho a sufragio.
7Los Fiscales Regionales se nombran por 8 años (originalmente era por 10, se cambió en la Reforma
2005), y no pueden ser nombrados fiscales regionales para el período siguiente, aunque si pueden ser
nombrados en otro cargo del Ministerio Público (se ha planteado que parece entendible que no se los
pueda nombrar en la misma región, pero resulta discutible el que no se los pueda nombrar en otra)
8El mecanismo opera de la siguiente manera: i) se convoca un pleno especial que debe formar la quina o
terna por mayoría absoluta de los miembros en ejercicio, ii) no se pueden incorporar funcionarios ni
pensionados del Poder Judicial, iii) se hace una sola votación. Cada integrante tiene 3 o 2 votos según si se
trata de quina o terna (mecanismo de lista incompleta que opera como garantía para las minorías), y iv) se
elige a las 5 o 3 primeras mayorías según corresponda. Si hay empate, se procede al sorteo.
9Se establece que los Fiscales Adjuntos serán designados por el Fiscal Nacional a propuesta en terna
del Fiscal Regional respectivo. Esta terna también se forma previo concurso público, conforme a la LOC
Ministerio Público. En este caso, eso si, sólo se exige a los candidatos ser abogado y ser ciudadano con
derecho a sufragio.
8.1. La remoción debe ser determinada por la Corte Suprema. Debe acordarlo por la
mayoría de sus miembros en ejercicio (originalmente eran los cuatro séptimos, y fue
rebajado en la Reforma 2005)
8.2. Las causales que se pueden invocar para remover son las siguientes:
8.2.1. Incapacidad.
8.2.2. Mal comportamiento
8.2.3. Negligencia manifiesta en el ejercicio de sus funciones.
8.4. No se permitió acción pública para pedir la remoción, según se ha dicho, pues se
pensó que ello se podía convertir en un mecanismo de presión u obstaculización
indebida de las respectivas funciones.
11.1. Las normas del capítulo relativo al Ministerio Público, entrarán en vigencia
cuando lo haga la ley orgánica constitucional respectiva.10
11.2. La lery orgánica constitucional puede establecer fechas diferentes para entrada en
vigencia de sus disposiciones, así como establecer la aplicación gradual en materias y
regiones.11
11.3. Las normas sobre el Ministerio Público y las que las complementen, que
modifiquen el COT o el CPP, se aplicarán exclusivamente a los hechos ocurridos con
posterioridad a su entrada en vigencia.
10El Tribunal Constitucional resolvió que era desde la publicación en el Diario Oficial, pues de lo
contrario no se podía pronunciar respecto de la constitucionalidad de dicha ley orgánica constitucional
(Sentencia de 28 de Septiembre de 1999).
11En la práctica se estableció la siguiente secuencia de entrada en vigencia para las regiones: i) IV y IX
(16.12.00), ii) II, III y VII (16.10.01), iii) I, XI y XII (16.12.02), iv) V, VI, VIII y X (16.12.03) y
Metropolitana (16.12.04. Se postergó en Diciembre de 2003 y entró en vigencia el 16.06.05).
I. El Control de Constitucionalidad.
1.2. Se ha señalado que esta sujeción de los órganos del Estado a la Constitución es
una expresión básica y fundamental de la existencia de un real Estado de Derecho.
Desde esta perspectiva, se ha dicho, el control de constitucionalidad viene a dar
eficacia a la tutela de los principios esenciales de supremacía constitucional, imperio
de la ley y respeto de los Derechos Humanos.
2.1. Cabe tener presente que desde una perspectiva jurídica, la ley goza de
superioridad en la jerarquía normativa, su función, según se ha dicho, es creadora de
Derecho, y, por su naturaleza, es general y abstracta.
2.1.1. Lo anterior significa, en la práctica, que lo demás actos de las autoridades
públicas deben sujetarse a la ley, y, de hecho, las atribuciones del Ejecutivo están
asociadas a la reglamentación de situaciones jurídicas existentes y no al
establecimiento de derechos.
2.1.2. Es importante tener presente que la relevancia de las leyes, según ha quedado
descrita, supone, además, que a través de ella se puede afectar muy gravemente la
situación de las personas. De ahí que sea tan importante la existencia de
mecanismos de control, para asegurar su concordancia con la norma jurídica
fundamental del sistema (la Constitución).
2.2. Por su parte, desde una perspectiva se ha entendido que este control de
constitucionalidad de las leyes supone, en último término, el control del Legislador y
sus potestades.
4.4. La Constitución de 1980 mantuvo el esquema antes indicado, por ende, mantuvo
un sistema mixto de control de constitucionalidad de la ley.
4.5. La Reforma 2005 buscó reforzar las atribuciones del Tribunal Constitucional, y
concentró todas las atribuciones de control de constitucionalidad de la ley en dicho
órgano (tanto aquellas de carácter preventivo que ya tenía, como las de carácter
represivo, que le fueron transferidas desde la Corte Suprema)
4.5.1. Uno de los argumentos que se dio para justificar esta modificación fue que con
ella se alcanzaba un esquema de control concentrado, que se consideraba
superior al de control difuso que se había venido desarrollando en el tiempo.
4.5.2. Sin perjuicio de lo anterior, un sector minoritario de la doctrina nacional ha
postulado que en Chile sería aún procedente el control difuso de la
constitucionalidad de la ley, en virtud de lo dispuesto en el artículo 6º de la
Constitución.
1.4. Como resulta fácil apreciar, y según fue manifestado durante el proceso de
reforma, este sistema de nombramiento se traduce en la participación de los tres poderes
clásicos en la designación de los integrantes del Tribunal Constitucional.
1.4.1. Se ha dicho que se busca por esta vía revestir, aún de forma indirecta, de un
cierto grado de legitimidad democrática a los integrantes de dicho órgano.
1.4.2. Se planteó que el riesgo del mecanismo era que él se tradujera en la
incorporación en el sistema consideraciones de tipo político, lo cual se intenta
atenuar a través de diversas características de los nombramientos (inamovilidad,
prohibición de reelección, etc.)
2.3. Los integrantes del Tribunal Constitucional cesan en sus cargos al cumplir 75
años de edad. Es la misma norma de edad que se aplica a los jueces.
2.4. Los integrantes del Tribunal Constitucional no pueden ser reelegidos (salvo
aquel que ha sido elegido como reemplazante por un período de menos de 5 años). Esta
regla, se ha dicho, tiene por objeto garantizar total independencia en relación al órgano
que lo designa.
2.6. Los principales requisitos que deben cumplir los integrantes del Tribunal
Constitucional son:
2.6.1. Tener 15 años de título de abogado.
2.6.2. Haberse destacado en la actividad profesional, universitaria o pública.
2.6.3. No tener impedimento para ejercer el cargo de juez.
2.7. Una vez que son nombrados, los integrantes del Tribunal Constitucional
quedan sujetos a prohibiciones e incompatibilidades muy importantes (virtualmente les
queda vedado del todo el ejercicio de la profesión de abogado), que se asemejan a las que
operan respecto de los consejeros del Banco Central, y, además, tienen el privilegio
(fuero) contemplado en el artículo 81 de la Constitución para los jueces. 3
2En el esquema original duraban 8 años y se renovaban por parcialidades cada 4 años.
3Es decir, no ser aprehendidos sin orden de tribunal competente, salvo el caso de delito flagrante y, en
éste, sólo para ser puestos de inmediato a disposición del tribunal competente.
2.1. Este punto fue uno de los especialmente discutidos en el proceso de reforma a la
Carta Fundamental, pues se planteó que para el mejor funcionamiento de la
magistratura constitucional es necesario que ella funcione en Pleno (así, por ejemplo,
se evita jurisprudencia contradictoria o diversa). El problema (y la necesidad de contar
con dos Salas), se justificó aludiendo a que dicha necesidad se generaba porque al
aumentar las atribuciones del Tribunal Constitucional, se había aumentado la carga de
trabajo y, por lo mismo, se requerían las Salas para agilizar el funcionamiento.
2.2. Cabe tener presente que la propia Constitución señala expresamente cuáles son
las atribuciones que debe ejercer el Pleno (se incluyen todas aquellas referentes al
control de constitucionalidad de la ley). Respecto a las demás atribuciones del
Tribunal Constitucional, corresponden al Pleno o a una Sala, según indique la ley
orgánica constitucional respectiva.
2.5. Los temas que se han abordado están tratados en la Carta Fundamental, en
concreto, en el artículo 92 de la Constitución, que es del siguiente tenor:
1.1. Se ha dicho que se buscó profundizar esta lógica en la Reforma 2005, lo que,
según se ha entendido, vino a reforzar la posición del Tribunal Constitucional, tanto
desde un punto de vista jurídico como político.
1.2. Tal como es usual, el aspecto a revisar para analizar en profundidad estas
afirmaciones es el relativo a las atribuciones que el ordenamiento le confiere al
Tribunal Constitucional.
2.1. De una parte, cabe considerar todas aquellas atribuciones que están relacionadas
con el control de constitucionalidad de diversos actos dotados de fuerza normativa.
Es decir, leyes, decretos, decretos con fuerza de ley y auto – acordados.
2.2. De otra parte, cabe considerar todas aquellas atribuciones que se encomiendan
al Tribunal Constitucional, para que, en su calidad de órgano autónomo, dirima una
controversia que afecta a otros poderes del Estado. Es decir, según se ha dicho, realice
una actuación en una cierta calidad de árbitro, la que se aplica, por ejemplo, cuando debe
declarar la inconstitucionalidad de movimientos y partidos políticos, informar al Senado
en caso de inhabilidad o renuncia del Presidente de la República, resolver sobre las
inhabilidades que afecten a una persona para ser designado o permanecer en el cargo de
Ministro de Estado, o pronunciarse sobre las inhabilidades, incompatibilidades y causales
de cesación en el cargo de los parlamentarios.
3.1. Estos son los casos del llamado control obligatorio de la constitucionalidad
de las leyes. Ello, pues él opera siempre, y sin necesidad de requerimiento alguno.
3.4. Lo relativo a los tratados internacionales fue agregado por la Reforma 2005.
Según se dijo, se consideraba que éste punto era un vacío que tenía la Constitución de
1980 en su diseño original, y que permitía al Presidente de la República alterar leyes
orgánicas constitucionales sin contar con el quórum respectivo.
3.7. Cabe tener presente, además, que, en principio, el órgano que califica el carácter
orgánico constitucional de una determinada disposición es el propio Congreso.
3.7.1. No obstante lo anterior, una vez que el proyecto de ley de que se trate llega al
Tribunal Constitucional éste puede determinar que tienen el carácter orgánico
constitucional disposiciones que el Congreso no calificó de esa manera.
3.7.2. Tal como ya se dijo, la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional ha sido
consistente en señalar que la calificación de orgánica constitucional de una
3.9. La regla procedimental a que se hizo alusión, está contemplada en el inciso 2º del
artículo 93 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“En el caso del número 1º, la Cámara de origen enviará al Tribunal
Constitucional el proyecto respectivo dentro de los cinco días siguientes a aquél
en que quede totalmente tramitado por el Congreso.”
4.1. Esta es una atribución que incorporó la Reforma 2005, pues no estaba
contemplada en el diseño original de la Constitución de 1980.
4.2. Se basa, según ha señalado la doctrina, en la idea de que esta clase de normas
excederían el ámbito de lo meramente administrativo (en el sentido de aquellos temas
referidos al orden interno de los respectivos tribunales) y, en algunos casos, podrían
incluso afectar elementos relevantes del orden institucional (hasta los Derechos de las
Personas).
4.2.1. El caso paradigmático que se suele citar a este respecto, para justificar lo antes
referido, es el Auto Acordado de la Corte Suprema sobre tramitación del
Recurso de Protección que consagra el plazo para interponerlo (30 días), sin
perjuicio que él no está previsto en la Constitución.
4.2.2. Según algunos, en la práctica estas normas han terminado siendo una especie de
“mini – leyes”, y, por ende, requerían de algún esquema de control.
4.3. Según ha señalado la doctrina, la regla se acotó a los tribunales mencionados por
considerar que ellos representan los casos más relevantes.
4.3.1. Se ha dicho que la situación más compleja se presenta en el caso de los Auto
Acordados de la Corte Suprema, puesto que el efecto práctico podría ser
entendido como el sometimiento de decisiones de dicho tribunal (que es el
máximo del sistema institucional), al Tribunal Constitucional.
4.4. El Tribunal Constitucional no opera de oficio en este caso. Por lo tanto, debe
existir requerimiento para que pueda ejercer esta atribución. Lo pueden formular:
4.4.1. El Presidente de la República.
4.4.2. Cualquiera de las cámaras o 10 de sus miembros.
4.4.3. Una parte en cualquier gestión pendiente ante un tribunal ordinario o especial (o
desde la primera actuación en materia penal), que sea afectada en el ejercicio de
sus derechos fundamentales por lo dispuesto en el respectivo Auto Acordado.
4.5. Es una atribución que opera ex – post, puesto que sólo surge una vez que las
respectivas normas se han dictado. En este sentido, se ha dicho que opera como un
mecanismo represivo antes que como uno preventivo.
5.1. Esta norma viene del diseño original que se le dio al Tribunal Constitucional
en la Constitución de 1980. Sufrió, eso si, algunas modificaciones en la Reforma 2005.
5.2. El Tribunal Constitucional no opera de oficio en este caso. Es decir, para que
él pueda ejercer esta atribución, debe existir un requerimiento. Lo pueden plantear:
5.2.1. El Presidente de la República.
5.2.2. Cualquiera de las cámaras.
5.2.3. La cuarta parte de los miembros en ejercicio de cualquiera de las cámaras.
5.8. Las reglas procedimentales a que se ha hecho alusión, están establecidas en los
incisos 4º a 6º del artículo 93 de la Carta Fundamental, los que son del siguiente tenor:
“En el caso del número 3º, el Tribunal sólo podrá conocer de la materia a
requerimiento del Presidente de la República, de cualquiera de las Cámaras o de
una cuarta parte de sus miembros en ejercicio, siempre que sea formulado antes
de la promulgación de la ley o de la remisión de la comunicación que informa la
aprobación del tratado por el Congreso Nacional y, en caso alguno, después de
quinto día del despacho del proyecto o de la señalada comunicación.
El Tribunal deberá resolver dentro del plazo de diez días contado desde
que reciba el requerimiento, a menos que decida prorrogarlo hasta por otros diez
días por motivos graves y calificados.
El requerimiento no suspenderá la tramitación del proyecto; pero la parte
impugnada de éste no podrá ser promulgada hasta la expiración del plazo
referido, salvo que se trate del proyecto de Ley de Presupuestos o del proyecto
relativo a la declaración de guerra propuesta por el Presidente de la República.”
6.3. La doctrina ha solido afirmar que esta es una atribución muy importante del
Tribunal Constitucional y que le importa especialmente tanto al Presidente de la
República, como al Congreso.
6.3.1. Le importa especialmente al Presidente de la República, puesto que en la
medida que en este caso no existe decreto de insistencia frente al rechazo
planteado por Contraloría General de la República, este es el único medio con
que cuenta para poder insistir en el decreto que considera necesario dictar en uso
de la facultad delegada.
6.3.2. Le importa especialmente al Congreso, pues representa la instancia que le
permite evitar que el Presidente de la República dicte un Decreto con Fuerza
de Ley que exceda los márgenes de la delegación realizada o del marco
establecido al efecto en la Carta Fundamental.
6.4. El asunto reviste especial importancia, según se ha dicho, que en este caso el
Presidente de la República está haciendo uso de una facultad (la legislativa), que no es
propia de su cargo y rol institucional, y que le ha sido delegada por su titular natural. De
ahí que parezca posible afirmar, se ha dicho, que esta discusión resulta muy relevante
para la forma en que opera el equilibrio entre poderes dentro del sistema institucional.
6.6. Las reglas procesales a que se ha hecho referencia están contenidas en el inciso 7º
del artículo 93 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“En el caso del número 4º, la cuestión podrá ser planteada por el
Presidente de la República dentro del plazo de diez días cuando la Contraloría
rechace por inconstitucional un decreto con fuerza de ley. También podrá ser
promovida por cualquiera de las Cámaras o por una cuarta parte de sus
miembros en ejercicio en caso de que la Contraloría hubiere tomado razón de un
decreto con fuerza de ley que se impugne de inconstitucional. Este
requerimiento deberá efectuarse dentro del plazo de treinta días, contados desde
la publicación del respectivo decreto con fuerza de ley.”
1.2. El Tribunal Constitucional no opera de oficio en este caso. Eso quiere decir
que para que pueda ejercer esta facultad se necesita que se presente un requerimiento.
Ello puede ser hecho por el Senado o por la Cámara de Diputados dentro de los 10 días
contados desde la fecha de la publicación del decreto que fije el día en que se realizará el
plebiscito de que se trate.
1.6. Las reglas de procedimiento a que se hizo referencia están contenidas en los
incisos 8º a 10º del artículo 93 de la Carta Fundamental, que son del siguiente tenor:
“En el caso del número 5º, la cuestión podrá promoverse a requerimiento
del Senado o de la Cámara de Diputados, dentro de diez días contados desde la
fecha de publicación del decreto que fije el día de la consulta plebiscitaria.
El Tribunal establecerá en su resolución el texto definitivo de la consulta
plebiscitaria, cuando ésta fuere procedente.
Si al tiempo de dictarse la sentencia faltaren menos de treinta días para la
realización del plebiscito, el Tribunal fijará en ella una nueva fecha comprendida
entre los treinta y los sesenta días siguientes al fallo.”
2.2. Por su parte, la facultad del Tribunal Constitucional para resolver sobre la
inconstitucionalidad de un precepto legal, fue incorporada a nuestro ordenamiento
institucional mediante la Reforma 2005.
3.2. El Tribunal Constitucional no opera de oficio en este caso. Eso significa que
para que sea posible ejercer esta atribución, es necesario que se promueva el respectivo
reclamo. Puede hacerlo cualquiera de las cámaras o una cuarta parte de sus miembros en
ejercicio, en los 30 días siguientes a la publicación del texto impugnado, o en los 60 días
siguientes a la fecha en que el Presidente de la República debió promulgar.
5.2. La Reforma 1989 fusionó los dos números en uno, y realizó los ajustes en las
referencias que fueron consecuencia de la derogación del artículo 8º original y del
traslado de lo relativo al tema de los límites al pluralismo al Nº 15 del artículo 19 de la
Constitución. La Reforma 2005 mantuvo ese esquema.
5.4. El Tribunal Constitucional no opera de oficio en este caso. Eso significa que
se necesita de la presentación de un requerimiento para que pueda ejercer esta
atribución.
5.4.1. En principio, existe acción pública para deducir dicho requerimiento.
5.4.2. A menos que los afectados sean el Presidente de la República o el Presidente
electo, pues en ese caso, el requerimiento debe ser formulado por la Cámara de
Diputados o por la cuarta parte de sus miembros en ejercicio.
5.4.3. Según se ha dicho, queda de manifiesto nuevamente en este caso, la
consideración que la Constitución da a la importancia de la decisión que
corresponde adoptar en este caso.
5.5. La atribución está contenida en el Nº 10º del inciso 1º del artículo 93 de la Carta
Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Artículo 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:
10º. Declarar la inconstitucionalidad de las organizaciones y de los
movimientos o partidos políticos, como asimismo la responsabilidad de las
6.3. El Tribunal Constitucional no opera de oficio en este caso. Ello significa que
para que pueda ejercer esta atribución, se necesita un requerimiento, el que sólo puede
ser hecho por el Senado.
6.3.1. La Reforma 2005 fijó este texto. Antes el requerimiento correspondía a la
Cámara de Diputados o a la cuarta parte de sus miembros en ejercicio.
6.3.2. Se ha sostenido que se había discutido el sentido y la utilidad de incorporar a la
Cámara de Diputados en este procedimiento, y que, por ello, se optó por dejar
todo radicado exclusivamente en el Senado.
6.4. La facultad está contenida en el Nº 11º del inciso 1º del artículo 93 de la Carta
Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Artículo 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:
11º. Informar al Senado en los casos a que se refiere el artículo 53 Nº 7 de esta
Constitución;”.
6.5. La regla procesal a que se ha hecho alusión, está contemplada en el inciso 14º del
artículo 93 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“En el caso del número 11º, el Tribunal sólo podrá conocer de la materia a
requerimiento del Senado”.
7.1. En el diseño original de la Constitución de 1980 esta era una atribución que le
correspondía a la Corte Suprema. La Reforma 2005 se la traspasó al Tribunal
Constitucional, dejando el texto tal como se ha transcrito precedentemente.
7.4. El Tribunal Constitucional no opera de oficio en este caso. Ello significa que
para que el Tribunal Constitucional pueda ejercer sus atribuciones en esta materia, se
necesita un requerimiento. El puede ser presentado por cualquiera de las autoridades o
tribunales en conflicto.
7.5. La facultad está consagrada en el Nº 12º del inciso 1º del artículo 93 de la Carta
Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Artículo 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:
12º. Resolver las contiendas de competencia que se susciten entre las
autoridades políticas o administrativas y los tribunales de justicia, que no
correspondan al Senado;”.
7.6. La regla procesal a que se hizo alusión, está contenida en el inciso 17º del artículo
93 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“En el caso del número 12º, el requerimiento deberá ser deducido por
cualquiera de las autoridades o tribunales en conflicto”.
1.3. La regla constitucional está establecida en el Nº 13º del inciso 1º del artículo 93
de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Artículo 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:
13º. Resolver sobre las inhabilidades constitucionales o legales que afecten a
una persona para ser designada Ministro de Estado, permanecer en dicho cargo
o desempeñar simultáneamente otras funciones;”.
1.4. Por su parte, la regla procesal a que se ha aludido está consagrada en el inciso 15º
del artículo 93 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Habrá acción pública para requerir al Tribunal respecto de las
atribuciones que se le confieren por los números 10º y 13º de este artículo”.
2.2. El Tribunal Constitucional no opera de oficio en este caso. Esto significa que se
necesita que se presente un requerimiento para que pueda ejercer sus atribuciones. Sólo
están habilitados para presentarlo en este caso: i) el Presidente de la República, y ii) un
conjunto de no menos de 10 parlamentarios en ejercicio.
2.3. La atribución a que se ha hecho referencia está consagrada en el Nº 14º del inciso
1º del artículo 93 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Artículo 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:
14º. Pronunciarse sobre las inhabilidades, incompatibilidades y causales de
cesación en el cargo de los parlamentarios;”.
2.4. Por su parte, la regla procesal a que se ha hecho referencia está señalada en el
inciso 18º del artículo 93 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“En el caso del número 14º, el Tribunal sólo podrá conocer de la materia a
requerimiento del Presidente de la República o de no menos de diez
parlamentarios en ejercicio”.
3.1. Esta es una atribución que se incorporó mediante la Reforma 2005. Se agregó,
según se ha señalado, en la medida que en dicha reforma constitucional se incorporó la
posibilidad de renunciar para los parlamentarios, y no se quiso que tal opción (la de
renunciar), fuera del todo libre para el parlamentario. Por eso se exigió que concurriera
una cierta causal (enfermedad), y que ella fuera calificada por un ente independiente y de
base jurídica (el Tribunal Constitucional)
3.3. La atribución está contenida en el Nº 15º del inciso 1º del artículo 93 de la Carta
Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Artículo 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:
15º. Calificar la inhabilidad invocada por un parlamentario en los términos del
inciso final del artículo 60 y pronunciarse sobre su renuncia al cargo, y”.
4.3. La Reforma 2005 buscó, según se dijo, perfeccionar esta disposición de manera
de diferenciarla claramente de aquella contenida en el número 9º.
4.3.1. Se dejó en claro que este caso se refiere a la impugnación de todos los decretos
del Presidente de la República, hecho por una de las Cámaras.
4.3.2. De ahí que se entienda que la atribución del número 9º se refiere al caso en que
quien impugna es el Presidente de la República y lo hace ante el rechazo de
Contraloría General de la República.
4.3.3. Este número (el 16º), se refiere sólo a los decretos supremos, mientras que el
número 9º incluye, además, las resoluciones.
4.3.4. Se estableció, además, una regla especial en materia de titularidad en este caso, de
manera de habilitar a una cuarta parte de los miembros de cualquiera de las
Cámaras para deducir el requerimiento cuando no se trate de alegar que un
decreto supremo ha excedido el marco propio de la Potestad Reglamentaria
Autónoma del Presidente de la República (es decir, se ha afirmado, se
mantuvo el criterio de no afectar injustificadamente dicha potestad)
4.4. La atribución está consagrada en el Nº 16º del inciso 1º del artículo 93 de la Carta
Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Artículo 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:
16º. Resolver sobre la constitucionalidad de los decretos supremos, cualquiera
sea el vicio invocado, incluyendo aquellos que fueren dictados en el ejercicio de
la potestad reglamentaria autónoma del Presidente de la República cuando se
refieran a materias que pudieran estar reservadas a la ley por mandato del artículo
63”.
1.4. En la discusión de la Reforma 2005, uno de los elementos clave perseguidos fue,
precisamente, el reforzamiento del rol del Tribunal Constitucional. Tanto por el buen
juicio que existía respecto de la actuación que él había desarrollado hasta esa fecha, como
por la necesidad de compensar los efectos que se buscaba alcanzar (en el diseño original
1.6. Dos eran los grandes temas que había que resolver una vez decidido el traspaso
de competencia:
1.6.1. ¿Se extiende la titularidad a las personas o se mantiene sólo en los órganos
públicos?
1.6.2. ¿Se dota a las sentencias del Tribunal Constitucional de efecto general (un
esquem formal de precedente obligatorio), o se mantiene el efecto particular tal
como se había hecho hasta entonces?
2.2. El recurso de inaplicabilidad puede ser planteado por cualquiera de las partes
involucradas en la gestión a la que se aludió antes, o por el juez que conoce del asunto.
2.3.4. Los demás requisitos que establezca la ley (se ha entendido que se trata de la ley
orgánica constitucional del Tribunal Constitucional).
1.2. Algunos han planteado que, atendida la importancia de la decisión que adopta el
Tribunal Constitucional, tanto desde un punto de vista jurídico, como político –
institucional, sería lógico (y deseable), que existiera algún recurso (más o menos
excepcional), ante otra autoridad de muy alto nivel que permitiera revisar sus decisiones.
1.2.1. El problema radica en que, de ser así, dicha autoridad sería quien ejercería
efectivamente el control de constitucionalidad.
1.2.2. Por eso (y para evitar una suerte de progresión al infinito), se ha entendido que
es razonable que se trate de una competencia que se ejerce en única instancia.
1.3. Se ha sostenido que este es uno de los casos en que queda especialmente de
manifiesto que la doble instancia no es condición necesaria del Debido Proceso y
que, por ende, pueden existir algunos casos en que ella no se dé, sin que se pueda afirmar
que se vulneran las garantías fundamentales de las personas.
1.3.1. Hay que tener presente a este respecto que, en general, se ha venido sosteniendo
que dentro de la garantía constitucional del Debido Proceso, se encuentra
incluida la existencia de un esquema de doble instancia en el funcionamiento de
los Tribunales de Justicia, de manera que, en principio, los asuntos sean
revisados por un segundo tribunal.
1.3.2. Se ha planteado como una excepción a esa regla aquellos asuntos judiciales que
son de un valor muy reducido y que, por ende, parece razonable (se ha dicho),
que sean vistos en única instancia, para reducir costos.
1.3.3. Se ha planteado como una excepción, además, la situación de órganos como el
Tribunal Constitucional, respecto de los cuales, tanto la importancia del rol
que cumplen, como la necesidad de que sus pronunciamientos se dicten en
tiempos no muy largos y generen certeza, apunta a que se trate de una entidad
que actúe en única instancia.
1.3.4. Se ha planteado que lo anterior hace que sea muy importante la determinación de
las reglas de procedimiento ante el Tribunal Constitucional, para que ellas
6. Por su parte, se establece que las sentencias del Tribunal Constitucional que
declaren la inconstitucionalidad del todo o parte de una Ley, de un Decreto con
Fuerza de Ley, de un Decreto Supremo o de un Auto Acordado, en los casos
establecidos en la Constitución, deberán ser publicadas en el Diario Oficial, dentro de
los 3 días siguientes a su dictación.
6.1. En este caso, según se ha dicho, se entiende que el efecto de la sentencia que
dicta el Tribunal Constitucional es de tal relevancia (tanto jurídica como político –
institucional), que se requiere que ella sea puesta a disposición de la ciudadanía para que
ésta pueda conocerla.
6.2. Para lo anterior, se usa el mecanismo que está previsto de manera general por el
ordenamiento para dar a conocer a la ciudadanía la incorporación de nuevas normas
jurídicas de rango legal: es decir, la publicación en el Diario Oficial.
6.3. Si bien podría considerarse extraño que una sentencia tenga esta clase de
divulgación, se ha sostenido que ello se debe, según ya se dijo, a la importancia de sus
efectos. Desde el momento que se están declarando inconstitucionales normas
jurídicas que rigen de manera general, parece razonable que exista un mecanismo que,
cuando menos, de la oportunidad a la ciudadanía de tomar conocimiento de ello.
8.1. Desde esta perspectiva, se suele decir que el Tribunal Constitucional debe
actuar con deferencia hacia el Legislador (por cierto, una deferencia razonada y no
ciega, según han insistido algunos autores), en el sentido de respetar que es sólo el
Legislador quien tiene la atribución para seleccionar una de entre varias opciones de
política (si las hay), que puedan ser empleadas en un ámbito específico.
8.2. En este contexto se ha dicho, por quienes sostienen esta postura, que es muy
importante que el Tribunal Constitucional pueda separar en su análisis los aspectos
propiamente inconstitucionales o que generan una inconstitucionalidad de aquellos
en virtud de los cuales se puede afirmar que la opción es menos apropiada o no es la
mejor. En otras palabras, y según se ha dicho, la tarea del Tribunal Constitucional no
apunta a que la Legislación sea perfecta (incluso según algunos autores a que sea la
mejor), sino a evitar que contenga inconstitucionalidades.
8.3. Si bien algunos han sostenido que esta lógica representa un contrasentido, pues
llevaría a aprobar decisiones que no se consideran buenas, tiene una explicación
institucional, se ha dicho, desde el momento que ella es la que evita que se traslade a los
jueces (o al tribunal con competencia en materia de control de constitucionalidad), la
decisión acerca de las políticas públicas que se implementan o no en el país. En otras
palabras, según se ha sostenido, tanto desde un punto de vista jurídico, como desde uno
político – institucional, las atribuciones del Tribunal Constitucional tienen que ver (y
han de centrarse, por tanto), en la protección de la Constitución, no en la revisión de las
políticas que se adopten.
atribuciones que dicho tribunal ha venido ejerciendo respecto de las leyes, no terminan
representando una suerte de suplantación del Legislador por los Tribunales (y, en el
referido caso específico, por la Corte Suprema). Por cierto, una crítica similar ha
comenzado a ser dirigida a los Tribunales Constitucionales en general.
4.3. Esta facultad alcanza la realización de una revisión de que los Decretos con
Fuerza de Ley no excedan ni contravengan la ley delegatoria o la propia Constitución.
4.5. El Contralor General de la República está obligado a dar curso al acto del
Presidente de la República que ha sido presentado a su revisión, no obstante que él haya
ejercido la representación (es decir, haya representado dicho acto), cuando el
Presidente de la República insiste mediante el denominado Decreto de Insistencia
(que requiere la firma de todos los Ministros de Estado)
4.7. En ningún caso puede dar curso el Contralor General de la República a los
decretos de gastos que excedan el límite señalado en la Constitución. En tal caso,
además, debe remitir copia de los antecedentes a la Cámara de Diputados.
6.1. Fiscalizar el ingreso (o percepción) y la inversión de los fondos del Fisco (la
persona jurídica que representa al Estado para efectos patrimoniales), de las
municipalidades y de los demás organismos y servicios que determinen las leyes.
6.2. Examinar y juzgar las cuentas que corresponde rendir a las personas que tienen a
su cargo bienes de las entidades indicadas en el número precedente.
7.3. Es desde esta perspectiva que la doctrina ha afirmado que resulta posible plantear
que incluso el actual mecanismo de control de legalidad tuvo un origen más bien
contable.
7.4. Por su parte, los mismos antecedentes han mostrado que la idea de un
mecanismo similar a lo que en la actualidad se denomina representación ejercido por
una entidad específica (la actual Contraloría General de la República), y la capacidad
del Presidente de la República para insistir en el acto representado a través de un
decreto especial, tienen antecedentes que se remontan a 1839.
9.1. La norma específica en esta materia está contenida en el inciso final del artículo
99 de la Carta Fundamental, que, según se detalló, es del siguiente tenor:
“En lo demás, la organización, el funcionamiento y las atribuciones de la
Contraloría General de la República serán materia de una ley orgánica
constitucional.”
10. Cabe tener presente que la Carta Fundamental contempla también en este
Capítulo X una disposición relativa al funcionamiento de los pagos del Estado (se trata
del artículo 100)
10.4. Las reglas a que se ha hecho alusión están contenidas, según se dijo, en el artículo
100 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Artículo 100. Las Tesorerías del Estado no podrán efectuar ningún pago
sino en virtud de un decreto o resolución expedido por autoridad competente, en
que se exprese la ley o la parte del presupuesto que autorice aquel gasto. Los
pagos se efectuarán considerando, además, el orden cronológico establecido en
ella y previa refrendación presupuestaria del documento que ordene el pago.”
I. La Seguridad Nacional.
1.2. Durante la segunda mitad del siglo XX, y sobre todo en el contexto de Guerra
Fría, este tema tendió a ser visto, particularmente en Latinoamérica, como parte de una
cierta visión política, lo que dificultó su estudio. Con el tiempo ha ido destacándose con
mayor nitidez, según se ha señalado, su carácter de preocupación (o necesidad),
permanente.
2. De hecho, y según ya se explicó, uno de los deberes del Estado que se establecen
en el Capítulo I de la Constitución, referido a las Bases de la Institucionalidad, es el que
dice relación con “resguardar la seguridad nacional”. Ello, según ha dicho la
doctrina, en la lógica de que las sociedades requieren de la existencia (o presencia), del
binomio compuesto por seguridad y por desarrollo, para alcanzar el bien común.
4.1. Tal como señaló Adam Smith, entre otros, la protección de los Derechos de las
Personas frente a las agresiones internas (la custodia de lo que se suele denominar
orden público), y la protección de las personas y de la sociedad frente a las
agresiones que pueden provenir del exterior (las tareas que corresponden a lo que se
suele denominar defensa), constituyen dos de las tareas más propias (connaturales,
según la doctrina) que pueden realizar los Estados. Para la primera de ellas, se ha dicho,
se crea la Policía, para lo segundo, las Fuerzas Armadas.
4.3. El problema en este ámbito, tal como detectaron tempranamente los ingleses, es
que la Fuerza es un elemento clave para el Poder, por lo que ella debe ser controlada
para evitar abusos y arbitrariedades. Es tal la relevancia de lo descrito, que éste ha sido,
desde el comienzo de los esfuerzos por controlar el Poder a través del Derecho, uno de
los temas centrales para dicho objetivo (junto, según ha destacado la doctrina, al tema
impositivo – fiscal).
4.4. Se ha sostenido que la experiencia histórica parece haber demostrado que, así
como resulta importante evitar que los cuerpos policiales y armados sean controlados
por el Ejecutivo sin contrapeso alguno, también es clave asegurar que ellos operen con
sujeción al derecho (la idea de rule of law), y no dependan de las mayorías políticas de
un momento determinado.
4.1. La lógica con la que se estableció dicha norma, según se planteó en la discusión
de la Carta, fue la de vincular a estas instituciones (los cuerpos armados) en último
4.3. La Reforma 2005 eliminó esta disposición y consagró este deber de garantizar la
institucionalidad para todos los órganos del Estado (así se estableció en el inciso 1º del
artículo 6º de la Carta Fundamental)
6.2. La excepción está constituida por los empleados civiles que determine la ley, pues
ellos responden a la lógica del desarrollo de tareas complementarias que resulta más fácil
importar del mundo privado (por ejemplo, médicos y abogados)
6.3. Las otras dos notas a que se alude (es decir, el carácter jerarquizado y
disciplinado), tienen que ver o destacan elementos que se consideran centrales en la
organización de estas instituciones, atendida la clase de tareas que desarrollan. Algunos
autores han sostenido que con esta disposición se quiso reconocer el que se trata de
verdaderas vocaciones con características específicas.
7. Las reglas a que se ha hecho referencia están contenidas en los artículos 101 y
102 de la Carta Fundamental, que son del siguiente tenor:
“Artículo 101. Las Fuerzas Armadas dependientes del Ministerio
encargado de la Defensa Nacional están constituidas única y exclusivamente por
el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Existen para la defensa de la patria y
son esenciales para la seguridad nacional.
Las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública están integradas sólo por
Carabineros e Investigaciones. Constituyen la fuerza pública y existen para dar
eficacia al derecho, garantizar el orden público y la seguridad pública interior, en
la forma que lo determinen sus respectivas leyes orgánicas. Dependen del
Ministerio encargado de la Seguridad Pública.
Las Fuerzas Armadas y Carabineros, como cuerpos armados, son
esencialmente obedientes y no deliberantes. Las fuerzas dependientes de los
Ministerios encargados de la Defensa Nacional y de la Seguridad Pública son,
además, profesionales, jerarquizadas y disciplinadas.”
“Artículo 102. La incorporación a las plantas y dotaciones de las
Fuerzas Armadas y de Carabineros sólo podrá hacerse a través de sus propias
Escuelas, con excepción de los escalafones profesionales y de empleados civiles
que determine la ley.”
8.4. Las reglas en esta materia están contenidas en el artículo 103 de la Carta
Fundamental, que es del siguiente tenor:
“Artículo 103. Ninguna persona, grupo u organización podrá
poseer o tener armas u otros elementos similares que señale una ley aprobada
con quórum calificado, sin autorización otorgada en conformidad a ésta.
Una ley determinará el Ministerio o los órganos de su dependencia que
ejercerán la supervigilancia y el control de las armas. Asimismo, establecerá los
órganos públicos encargados de fiscalizar el cumplimiento de las normas
relativas a dicho control.”
9.7. Es importante tener presente que la disposición relativa a que la Ley Orgánica
Constitucional de las Fuerzas Armadas (Ley Nº 18.948) y la Ley Orgánica Constitucional
de Carabineros (Ley Nº 18.961) establecerían las normas básicas respecto a los
nombramientos, ascensos y retiros, así como las normas básicas referidas a la carrera
profesional, incorporación a plantas, previsión, antigüedad, mando, sucesión de mando y
presupuesto, fue incorporada en la Reforma 1989, pues no estaba en el texto original de
la Constitución de 1980.
9.8. Las reglas constitucionales en esta materia están establecidas en los artículos 104
y 105 de la Carta Fundamental, que son del siguiente tenor:.
“Artículo 104. Los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada
y de la Fuerza Aérea, y el General Director de Carabineros serán designados por
el Presidente de la República de entre los cinco oficiales generales de mayor
antigüedad, que reúnan las calidades que los respectivos estatutos institucionales
exijan para tales cargos; durarán cuatro años en sus funciones, no podrán ser
nombrados para un nuevo período y gozarán de inamovilidad en su cargo.
El Presidente de la República, mediante decreto supremo fundado e
informando previamente a la Cámara de Diputados y al Senado, podrá llamar a
retiro a los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea
y al General Director de Carabineros, en su caso, antes de completar su
respectivo período.”
“Artículo 105. Los nombramientos, ascensos y retiros de los
oficiales de las Fuerzas Armadas y Carabineros, se efectuarán por decreto
supremo, en conformidad a la ley orgánica constitucional correspondiente, la que
determinará las normas básicas respectivas, así como las normas básicas
referidas a la carrera profesional, incorporación a sus plantas, previsión,
antigüedad, mando, sucesión de mando y presupuesto de las Fuerzas Armadas y
Carabineros.
El ingreso, los nombramientos, ascensos y retiros en Investigaciones se
efectuarán en conformidad a su ley orgánica.”
2.1.2. Desde esa perspectiva, se ha dicho, más que ser entendida como una forma de
tutela, se la diseñó pensando en un esquema de advertencia y control asociado al
rol de garantes de la institucionalidad.
2.2. Se planteó que el funcionamiento adecuado de este Consejo requería que los
Comandantes en Jefe y el General Director fueran efectivamente inamovibles, pues
eso les permitía actuar y opinar con real independencia. Esa posición fue criticada
fuertemente sosteniendo que lo que se producía más que independencia era un esquema
de virtual irresponsabilidad.
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5. Se suele afirmar que el aspecto que ha sufrido las modificaciones más relevantes
es el que dice relación con las atribuciones del Consejo de Seguridad Nacional.
5.2. Cabe tener presente que, según ha señalado la doctrina, en el diseño original de la
Constitución de 1980, sus atribuciones eran mucho más importantes. Consistían en:
11
4.2. Uno de los problemas que había presentado el diseño del Banco Central, previo a
la Constitución de 1980, era que él no garantizaba suficientemente la independencia de la
institución. Este fue, en consecuencia, uno de los temas que abordó la Comisión
Ortúzar: la necesidad de garantizar la efectiva autonomía del Banco.
1.1. Según se ha señalado, existen buenas razones para afirmar que esta suerte de
mercado del dinero no sólo es complejo, sino que además, es el más importante en la
práctica (de hecho, lo que pasa en él, repercute en todos los demás)
1.2. De ahí que resulte fundamental controlar la actividad que el Estado desarrolla en
este ámbito. Ella puede perjudicar gravemente no sólo a los intervinientes directos, sino
a la economía en su conjunto.
2.1. Los bancos comerciales, según apuntan los historiadores, operaron asociando
la generación de dinero (en la forma de notas o billetes de banco), a la existencia efectiva
de un respaldo valioso (un metal precioso: oro). Es decir, los billetes (dinero), que se
emitía estaban respaldados por riqueza física previamente acumulada. Esa es la lógica
del llamado Padrón Oro.
2.2. Como la emisión del dinero era realizada por los bancos comerciales se decía
que existía dinero privado. El control de esa emisión se basaba en que ella debía estar
asociada a riqueza física acumulada por el respectivo emisor (el oro que tenía en su
bóveda el banco comercial, por decirlo en términos gráficos), y, de hecho, el titular del
billete podía requerir que éste fuera convertido en esa riqueza, es decir, en oro. Ese es el
llamado esquema de convertibilidad.
3. Según suelen señalar los economistas, a medida que se desarrollan los mercados,
se complejiza también el financiero. A consecuencia de ello, la autoridad pública
comienza a pretender asumir un rol aún más amplio respecto del dinero y del mercado
financiero.
3.1. Hay que recordar, según enseñan los expertos, que el dinero no es sólo una
unidad de medida y representación del valor de las cosas (lo que se suele tratar de reflejar
en la diciendo que es un medio de cambio), sino también un bien valioso en sí mismo
(pues representa riqueza, es decir, la capacidad de adquirir bienes y servicios), de ahí que
él también tenga precio. Es por lo anterior que se realizan transacciones que tienen por
objeto el dinero mismo.
3.3. Desde una perspectiva tanto económica como política, existen buenas razones
para pensar, se ha dicho, que la intervención más fuerte que puede realizar el Estado en
la economía es el control del dinero. El poder que se le transfiere al Estado es muy
grande (lo mismo el daño que puede causar con él).
3.3.1. Se suele recordar, a este respecto, que la principal causa de la inflación en los
países que sufren dicho fenómeno, es el gasto excesivo del Estado, y lo usual es
que dicho gasto excesivo se intente financiar con emisión inorgánica (es decir,
sin respaldo en la riqueza del país). Ello se traduce en un impuesto muy fuerte a
toda la sociedad.
3.3.2. Algunos economistas muy destacados (el más conocido y más mencionado en
este sentido es Lord Keynes), sin embargo, han sostenido que ciertos grados de
aumento de la emisión de dinero (aún con efecto inflacionario), eran positivos
para la economía del respectivo país, porque venían a incentivar la actividad
económica, e incluso podían representar una vía adecuada para sortear una crisis
económica (esas fueron las ideas que estuvieron tras el New Deal).
3.4. La regla fundamental que según los expertos se debe seguir para evitar presiones
inflacionarias consiste en que la cantidad de dinero no debe crecer más de lo que crece
la economía.
3.4.1. En la medida que la principal presión en sentido contrario (que el dinero crezca
más que la economía), es generada por el poder político (que entiende que mayor
emisión permite financiar mayor gasto público hoy, y no considera el efecto
futuro), la respuesta ha sido configurar esquemas institucionales que aseguren la
independencia y el carácter técnico del Banco Central, y así protejan a la
economía de esas presiones.
3.4.2. Se ha planteado que tal es la importancia de la regla, que debería estar consagrada
en la Constitución.
3.4.3. Milton Friedman planteó la idea de que el crecimiento del dinero sea
determinado como un porcentaje fijo, establecido en una regla de quórum muy
alto (para que sea muy difícil de cambiar), y que sea conocido por todos.
3.4.4. Algunos autores han planteado que la única manera de resolver el problema
efectivamente es atacar la causa del mismo, es decir, la intervención del Estado, y
que, por ende, la solución es volver a algún esquema de dinero convertible.
4.1. Los Bancos Centrales modernos (o de una forma o rol más cercana a lo que se
conoce en la actualidad como propio de dicha institución), aparecen en el siglo XIX, en
un contexto de dinero fiduciario y de expansión de los bancos comerciales.
1.1. En nuestro ordenamiento institucional se establece que el rol del Banco Central
es velar por la estabilidad de la moneda y el normal funcionamiento de los pagos
externos e internos.
1.2. Se ha dicho que uno de los riesgos que se presentan en esta materia es que se
intenten introducir en las tareas del Banco Central objetivos como el control de la
cesantía o el impulso productivo, que, finalmente, pueden generar graves distorsiones
en sus decisiones.
2.. Conceptualmente, una primera tarea o función que se suele señalar como
propia de un Banco Central es la que se refiere a garantizar un funcionamiento
fluido del sistema bancario y financiero del respectivo país. Es lo que se suele
denominar Política Financiera.
2.2. El criterio básico es que el Banco Central debe operar con los bancos
comerciales y no con empresas específicas, pues así se evitan discriminaciones. Quedó
constancia que así fue entendido por la Comisión Ortúzar.
2.3. Según han insistido los expertos, el que los Bancos Centrales cumplan con esta
tarea no es una suerte de ayuda indebida al sector bancario y financiero, sino la
consecuencia necesaria de que el Estado controle el dinero.
3.2. Un aspecto a considerar es la llamada emisión primaria (es decir, emitir dinero).
El riesgo principal a este respecto, es que se dicha emisión carezca de respaldo (es decir,
que no guarde relación con la situación del respectivo producto nacional), lo que se
traduce en inflación.
3.4. Otro aspecto a considerar son las operaciones de cambios internacionales (es
decir, aquellas referidas a divisas). Consisten en la compra y venta de divisas (moneda
extranjera), por parte del Banco Central. Lo que interesa, en este caso, según indican los
expertos, es el saldo neto de dichas operaciones. Si el Banco Central realiza más
compras, lo que está haciendo es aumentar el circulante. Si, por el contrario, realiza
más ventas, está reduciendo el circulante.
3.5. Otro aspecto a considerar son las operaciones de mercado abierto (es decir,
aquellas referidas a títulos emitidos por el propio Banco Central). Consisten en la
compra y venta de títulos de propia emisión del Banco Central. Con la venta de dichos
títulos, se está reduciendo el circulante. Con la compra, se lo está aumentando.
4. Conceptualmente, una tercera tarea o función que se suele señalar como propia
de los Bancos Centrales es la que dice relación con el Régimen Cambiario. Es decir,
el esquema que se emplea en la respectiva economía para establecer el valor de las
monedas extranjeras en relación a la moneda nacional. Según los expertos existen
distintas alternativas para hacerlo, dentro de las cuales cabe mencionar:
1.3. Se señala que el Banco Central sólo puede operar con instituciones
financieras (tal como ya se explicó, es el “banco de los bancos”). Expresamente se
indica que no puede otorgarles su garantía.
1.5. Se determina, además, que el Banco Central no puede otorgar créditos directos
o indirectos para financiar gasto público o préstamo. Ello, por la misma razón antes
indicada.
1.7. Finalmente, y en consonancia con uno de los elementos centrales del orden
constitucional, se establece que el Banco Central no puede adoptar acuerdos
discriminatorios (hay que entender, que se trata de arbitrariamente discriminatorios)
3.4. Las restricciones a las que están sujetos los consejeros del Banco Central, que
corresponden a:
3.4.1. No pueden intervenir en asuntos en que tengan interés ellos, sus cónyuges o
parientes, a menos que produzcan efectos de carácter general.
3.4.2. El cargo de consejero es incompatible con cualquier cargo o servicio del sector
privado (salvo en corporaciones o fundaciones sin fines de lucro, y siempre que
sea desempeñado ad honorem)
3.4.3. El cargo de consejero es incompatible con cualquier cargo público.
3.4.4. La única excepción que se establece respecto a las incompatibilidades antes
indicadas, son las tareas de educación
3.6. Un consejero del Banco Central puede ser destituido por el Presidente de la
República con acuerdo del Senado.
3.6.1. La causal en que debe fundarse la decisión es la de haber votado favorablemente
un acuerdo que implica (i) grave y manifiesto incumplimiento del objeto del
Banco Central, y que dicho acuerdo haya sido la (ii) causa principal y directa
de un daño significativo a la economía del país.
3.6.2. El consejero destituido no puede ser designado para el cargo nuevamente en los
siguientes 10 años.
3.6.3. Se ha dicho que este mecanismo viene a reemplazar la lógica de la acusación
constitucional para este caso, exigiendo la participación (y el consenso) del
Presidente de la República y el Senado.
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3.6.4. La descripción de la causal a ser invocada está calificada y detallada, tanto por lo
antes indicado, como porque ella supone revisar el contenido de las decisiones de
los consejeros.
3.7. El Presidente del Consejo del Banco Central puede ser destituido por el
Presidente de la República con acuerdo del Senado.
3.7.1. En este caso la destitución debe ser pedida por 3 consejeros.
3.7.2. La causal para pedir la destitución del Presidente del Consejo en este caso, es el
incumplimiento de las políticas adoptadas o las normas impartidas por el
Consejo.
3.7.3. Se ha dicho que esta regla puede ser entendida como una compensación a los
poderes de dirección que se le entregan al Presidente del Consejo.
3.7.4. El destituido no puede ser designado en los siguientes 10 años.
4. Las reglas que se han comentado están contenidas en la Ley Nº 18.840, Orgánica
Constitucional del Banco Central. Algunas de ellas son del siguiente tenor:
1.1. Tal como se plantea de manera general al estudiar lo relativo a los mecanismos de
reforma de las constituciones, el punto central a perseguir con estas normas tiene que ver
con un adecuado equilibrio entre estabilidad y adaptabilidad.
1.1.1. Estabilidad, según se ha señalado en doctrina, en la medida que se entiende que
una norma de la importancia de la Constitución debería ser razonablemente
difícil de modificar de manera de garantizar su permanencia y de asegurar que
actúe efectivamente como regla superior del ordenamiento institucional.
1.1.2. Adaptabilidad, según se ha señalado en doctrina, en la medida que la efectiva
perdurabilidad de una Carta Constitucional también está asociada a su
capacidad de ajustar razonablemente a las nuevas realidades y desafíos que
enfrentan las sociedades a lo largo del tiempo.
2.1. Puede ser entendida como una forma de resguardar los derechos
fundamentales de las personas y las instituciones básicas del ordenamiento
político al dejarlas más allá de mayorías políticas transitorias y variables.
2.2. Puede ser entendida como un cierto freno a la actuación del Constituyente
Derivado, exigiéndole un consenso más alto que el normal (el requerido para generar
leyes), si lo que se pretende es alterar lo establecido por el Constituyente Originario.
mantiene conectado el presente con los esfuerzos y avances del pasado. Ello controla los
cambios disruptivos y garantiza la estabilidad del sistema.
8.1. La reforma constitucional debía ser aprobada por los tres quintos de los
diputados y senadores en ejercicio.
constitucional, el Congreso podía insistir en su texto por los dos tercios de sus
miembros en ejercicio.
9. Este esquema fue considerado demasiado rígido. Además, se estimó que existía
un defecto en su diseño en la medida que el capítulo referido a las normas de reforma
constitucional (el que establecía las reglas que se explicaron en el número anterior), no
estaba sujeto a ningún procedimiento especial, por lo tanto, estaba sujeto al
procedimiento de reforma más simple. A partir de esas consideraciones, según se dijo, la
Reforma 1989 lo incluyó en sus temas (por lo tanto, el esquema original nunca rigió en
los hechos) e introdujo las siguientes modificaciones:
9.1. Eliminó los dos procedimientos especiales y dejó sólo diferencias de quórum. Así,
el quórum general de aprobación de los proyectos de reforma constitucional quedó en los
tres quintos de los diputados y senadores en ejercicio, y se dejó un quórum especial de
los dos tercios de los diputados y senadores en ejercicio que se aplicaba al Capítulo I
(Bases de la Institucionalidad), al Capítulo III (Derechos y Deberes Constitucionales), al
Capítulo VII (Tribunal Constitucional), al Capítulo X (Fuerzas Armadas), al Capítulo
XI (Consejo de Seguridad Nacional) y al Capítulo XIV (Reforma de la Constitución)
9.3. Este esquema, según se ha descrito, rigió hasta la Reforma 2005 que estableció el
esquema actualmente vigente, que le introdujo los ajustes que se detallan en el número
siguiente.
10. La Reforma 2005, mantuvo en lo esencial las reglas de reforma que han quedado
descritas en el número precedente. Introdujo ajustes en algunos aspectos específicos.
Según se dijo, ellos buscaban aclarar puntos que se prestaban a discusión.
10.1. Se estableció que los proyectos de reforma constitucional se tramitan como una
ley, salvo en lo que se señale expresamente un procedimiento distinto.
10.1.1. La Comisión Ortúzar había considerado originalmente establecer un
procedimiento específico para la reforma constitucional, para evitar confusiones.
Se terminó desechando la idea porque se producían muchas repeticiones respecto
del procedimiento de formación de la ley.
10.1.2. Tanto el Consejo de Estado como la Junta de Gobierno intervinieron la
disposición, pero la redacción final no fue del todo clara. Sólo quedó
expresamente establecido que la presentación de mociones de reforma
constitucional tenía el mismo límite de firmantes que un proyecto de ley y que se
aplicaba el sistema de urgencias. De ahí que en la Reforma 2005 se optara por
aclarar el punto.
11. Las reglas vigentes en relación a lo que se ha señalado están contenidas en los
incisos 1º y 3º del artículo 127 de la Carta Fundamental, que son del siguiente tenor:
“Los proyectos de reforma de la Constitución podrán ser iniciados por
mensaje del Presidente de la República o por moción de cualquiera de los
miembros del Congreso Nacional, con las limitaciones señaladas en el inciso
primero del artículo 65.”
“En lo no previsto en este Capítulo, serán aplicables a la tramitación de
los proyectos de reforma constitucional las normas sobre formación de la ley,
debiendo respetarse siempre los quórums señalados en el inciso anterior.”
12.1. En este punto, la Reforma 2005 mantuvo el esquema que había sido establecido
en la Reforma 1989, y que ya fue explicado. El único ajuste que se hizo tuvo que ver con
la referencia a los capítulos, debido al cambio de numeración que se hizo en la Reforma
2005.
12.4. Se ajustó también el quórum de insistencia por parte del Congreso frente al veto
del Presidente de la República, el que se dejó también en los dos tercios de los
diputados y senadores en ejercicio, para todos los casos de reforma constitucional.
13. Las reglas que se han explicado están contenidas en el inciso segundo del artículo
127 de la Carta Fundamental, que es del siguiente tenor:
“El proyecto de reforma necesitará para ser aprobado en cada Cámara el
voto conforme de las tres quintas partes de los diputados y senadores en
ejercicio. Si la reforma recayere sobre los capítulos I, III, VIII, XI, XII o XV,
necesitará, en cada Cámara, la aprobación de las dos terceras partes de los
diputados y senadores en ejercicio.”
14.1. Según se dijo, se lo consideró innecesario (fue visto como un caso de burocracia
excesiva e inútil).
14.1. Consistía en una reunión de ambas cámaras del Congreso (con todos sus
integrantes con un voto, con independencia de la cámara a la que pertenecieran),
que debía votar el proyecto (sin debate) y se entendía aprobado si obtenía la
mayoría.
14.2. En la primera citación (tenía lugar 60 días después de aprobado un proyecto de
reforma constitucional), se constituía con la mayoría del total de los miembros
del Congreso Pleno. En segunda citación (tenía lugar al día siguiente de la
primera citación), se constituía con los miembros que asistieran.
14.3. La idea de incorporar este trámite, según se había dicho, era tener una suerte de
sesión formal y pública en que se asumieran las responsabilidades políticas de los
15.1. Una vez que un proyecto de reforma constitucional es aprobado por ambas
Cámaras del Congreso, él debe ser enviado al Presidente de la República para que éste
proceda a su promulgación.
17.2. El respectivo decreto de convocatoria fija la fecha del plebiscito (ella no puede
fijarse menos de 30 días ni más de 60 días después)
18. Según se dijo, las aludidas reglas están contenidas en los incisos 1º a 3º del
artículo 129 de la Carta Fundamental, los que son del siguiente tenor:
“La convocatoria a plebiscito deberá efectuarse dentro de los treinta días
siguientes a aquél en que ambas Cámaras insistan en el proyecto aprobado por
ellas, y se ordenará mediante decreto supremo que fijará la fecha de la votación
plebiscitaria, la que no podrá tener lugar antes de treinta días ni después de
sesenta, contado desde la publicación de dicho decreto. Transcurrido este plazo
sin que el Presidente convoque a plebiscito, se promulgará el proyecto que
hubiere aprobado el Congreso.
El decreto de convocatoria contendrá, según corresponda, el proyecto
aprobado por ambas Cámaras y vetado totalmente por el Presidente de la
República, o las cuestiones del proyecto en las cuales el Congreso haya insistido.
En este último caso, cada una de las cuestiones en desacuerdo deberá ser votada
separadamente en el plebiscito.
El Tribunal Calificador comunicará al Presidente de la República el
resultado del plebiscito, y especificará el texto del proyecto aprobado por la
ciudadanía, el que deberá ser promulgado como reforma constitucional dentro de
los cinco días siguientes a dicha comunicación.”
20.2. En este mecanismo, según se suele afirmar, aparecen tres elementos que resultan
especialmente interesantes de considerar:
20.2.1. Se refuerza el poder del Presidente de la República, pues se lo convierte en
una suerte de árbitro final de las reformas constitucionales. El control de ese
poder radica, básicamente, en el costo político que asume el Presidente de la
República al tomar esta decisión.
20.2.2. Puede estimarse como una especie de recurso al soberano, en la medida que el
Presidente de la República convoca a la ciudadanía a decidir. Podría decirse
que, en cierta forma, es una vuelta al Poder Constituyente Originario para que
resuelva.
20.2.3. Es un mecanismo que puede considerarse pro status quo, pues opera para
bloquear o hacer más difíciles las modificaciones de la Carta Fundamental.