Está en la página 1de 2

NARRADOR: Después de encontrarse en la selva Giro-Batol llevó a Sandokán a su cabaña

refugiada en los arboles, fabricada con grandes hojas del bananero, paredes hechas con ramas
y piso de tierra.
GIRO-BATOL: Como veras jefe, mi cabaña no es lujosa, pero aquí podremos descansar
tranquilos.
SANDOKAN: No podría pedir algo más conveniente. Hare buen honor a tus provisiones.
GIRO-BATOL: Y…. ¿Cuándo piensas partir?
SANDOKAN: Esta noche, mientras más pronto mejor.
GIRO-BATOL: Y aquella muchacha… ¿la has visto?
SANDOKAN: Si, la he conocido… Pero no deseo hablar de eso ahora, así que no preguntes.
NARRADOR: Luego de comer se pusieron a dormir por unas horas, en todo el lugar se
escuchaban sus ronquidos. Después bajaron a la orilla y se subieron a una canoa rumbo a
Mompracem.

(COMERCIAL)

GIRO BATOL: ¿Qué te pasa jefe? ¡Das la impresión de estar triste porque nos vamos de aquí!
SANDOKAN: No te equivocas, amigo…
NARRADOR: Sandokán y Giro-Batol como no sabían de que mas hablar, se quedaron callados
hasta que llegaron a la isla.
SANDOKAN: ¡Mira, Mompracem!
GIRO-BATOL: ¡Por fin a salvo, Tigre!
SANDOKAN: Así es, ve a anunciar a los hombres que he regresado. Pero que no vengan a
verme todavía porque quiero estar a solas un rato meditando.
NARRADOR: El tigre de Malasia se fue a su cabaña mientras Giro-Batol se reunía con los
demás.

SANDOKAN: ¡Que enorme distancia me separa de mi amada! ¿Qué hará en este momento?
¿Me extrañara? ¿Acaso me creerá muerto? De repente ya se olvido de mí.
NARRADOR: En ese momento alguien le dijo:
YAÑEZ: ¡Hola, Sandokán!
SANDOKAN: ¡Yañez, ya estoy aquí!
YAÑEZ: ¿Pero dónde has estado durante todo este tiempo? ¿Cómo has logrado regresar?
SANDOKAN: Aunque no lo creas amigo, los ingleses me derrotaron, me dejaron sin nada… Y
ahora he vuelto, pero mortalmente enfermo.
YAÑEZ: ¿Y qué fue de Mariana?
SANDOKAN: ¡Tú también me preguntas eso! ¡No tienes idea, hermano, de cuanto sufro! ¡Lo
abandonaría todo con tal de recuperarla! Creo que en cualquier momento el Tigre de Malasia
dejara de existir.
YAÑEZ: ¿No puedes olvidarla?
SANDOKAN: ¡Dime qué puedo hacer!
YAÑEZ: Sandokán, comprendo lo que sientes… ¿Pero has pensado las consecuencias de tu
amor por esa muchacha? ¿Que harás si abandonas todo lo que ha sido tu vida hasta este
momento? Amigo, de veras creo que lo mejor será que intentes olvidarla, por mucho que te
cueste…
SANDOKAN: Esta vez no te hare caso, volveré a Labuan por Mariana; me iré para siempre y tu
serás el nuevo jefe ¿Qué mas podrías pedir?
YAÑEZ: Entonces, ya que estas dispuesto a ir… Iré contigo, luego la puedes traer y seguir
siendo el Tigre de Malasia.
SANDOKAN: Ya ya esta bien…

(COMERCIAL)
NARRADOR: A la mañana siguiente Sandokán bajo a la playa y vio a sus hombres alistando los
preparativos, cargando de provisiones y artillerías las naves que irían con él a Labuan.
SANDOKAN: ¿Esta todo listo Yañez?
YAÑEZ: Si, Sandokán.
SANDOKÁN: Muy bien
YAÑEZ: Pero mira, a lo lejos se observa una nave…
SANDOKAN: ¿Qué si? Yo no la veo
YAÑEZ: Tal vez sea Pisangu, es el único que no ha vuelto.
SANDOKAN: Sigo sin verlo
YAÑEZ: Si, es él, pero viene en muy malas condiciones.
SANDOKAN: Ya lo vi, ha traído un prisionero
PIZANGU: Sí, es un cabo inglés, tal vez te pueda dar información fresca de la isla de Labuan.
SANDOKAN: ¿Sabes quién soy?
PRISIONERO: No, ni idea
SANDOKÁN: Soy Sandokán, y todos me conocen como el tigre de malasia.
PRISIONERO: Haya, lo vi en la propiedad de Lord Guillonk.
SANDOKÁN: ¿Sabes lo que paso cuando escapé? ¿Viste a la señorita Mariana?
PRISIONERO: Si. Estaba llorando. Cuando todos supieron que se fue nos ordenaron vigilar la
casa por si volvía
SANDOKÁN: ¿Y qué fue de William Rosenthal?
PRISIONERO: Ha anunciado su boda con Mariana.
SANDOKÁN: ¡Debemos partir a Labuan para impedir ese matrimonio! ¡Tú, Giro-Batol te
quedaras para vigilar al prisionero! ¿Entendido?
GIRO-BATOL: Si, si váyanse ya…
NARRADOR: Y Sandokán y sus hombre se van

También podría gustarte