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Muy buenos días tengan los que el día de hoy nos acompañan, el grupo de 1ro A
hemos preparado una obra de teatro titulada “el adivino”. Les pedimos su atención y
respeto.Esperando que sea de su agrado damos inicio a esta puesta en escena.
Un día robó una sábana a una mujer que lavaba ropa en el río, la escondió debajo
de unas piedras y después partió a su pueblo diciendo:
MUJER: A ver, si tan buen adivino eres, hace unos días se me perdió una cosa, se
me ha perdido mi sábana favorita
MUJER: Pues mira, te doy todo lo que tengo en esta canasta: Un pollo, frutas y
unos cuantos pesos
ESCARABAJO: (Ve con interés lo que venía en la canasta) Bueno, está bien. trato
hecho, solo dame unos segundos… (Se puso a hacer como que meditaba). o
ummmmm su sabana se encuentra bajo unas piedras junto al río
ESCENA 2
ESCARABAJO: Tengo mucha hambre y no hay nada que comer (piensa).. ¡ya se!
De nuevo simulare ser adivino
ESCENA 3
REY: No puede ser, ¡lo he perdido! ¿Dónde podrá estar mi lujoso, amado y tan
antiguo anillo?, ¿Qué haré para que regrese a mis manos? ¡¡Ya se!! ¡¡Guardias!!
REY: -¡Hola, amigo! Sé que eres el adivino de este pueblo. Si adivinas dónde se
encuentra mi anillo te recompensaré bien; pero si no haré que te corten la cabeza.
REY: Nada.. guardias encierren al adivino para que medite y pueda adivinar en
dónde está mi anillo
GUARDIAS: Si señor
NARRADOR: En realidad, el anillo del rey había sido robado por tres sirvientes del
palacio: El mayordomo, el cochero y el cocinero.
Y...
-Que le dejen solo para que medite toda la noche y me dé la contestación mañana
temprano.
El campesino se sentó en una silla y pensó para sus adentros: «¿Qué contestación
daré al zar? Será mejor que espere la llegada de la noche y me escape; apenas los
gallos canten tres veces huiré de aquí.»
El anillo del zar había sido robado por tres servidores de palacio; el uno era lacayo,
el otro cocinero y el tercero cochero. Hablaron los tres entre sí, diciendo:
-¿Qué haremos? Si este adivino sabe que somos nosotros los que hemos robado el
anillo, nos condenarán a muerte. Lo mejor será ir a escuchar a la puerta de su
habitación; si no dice nada, tampoco lo diremos nosotros; pero si nos reconoce por
ladrones, no hay más remedio que rogarle que no nos denuncie al zar.
-¡Gracias a Dios! Ya está uno; hay que esperar a los otros dos.
En aquel momento los gallos cantaron por segunda vez, y el campesino dijo:
-Si me reconoce también, iremos todos, nos echaremos a sus pies y le rogaremos
que no nos denuncie y no cause nuestra perdición.
Y se lanzó hacia la puerta con la intención de huir del palacio; pero los ladrones
salieron a su encuentro y se echaron a sus plantas, suplicándole:
-Nuestras vidas están en tus manos. No nos pierdas; no nos denuncies al zar. Aquí
tienes el anillo.
Cuando el zar paseaba por una vereda, vio un escarabajo, lo cogió y volvió a
palacio.
-Oye -dijo a Escarabajo-: si eres adivino, tienes que adivinar qué es lo que tengo
encerrado en mi puño.
-Escarabajo, ahora sí que estás cogido por la mano poderosa del zar.