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ELETTRA STIMILLI

C UL PA y SACR IF ICIOS
Ejercicios para una vida endeudada

© Sonia Pulido

E
n los últimos años hemos asistido al desa- la persona».2 Lo que ha permitido que ese mecanismo
rrollo de una «mega-máquina» construida «a fin funcione de una forma tan ramificada es precisamente la
de maximizar y acumular, en forma de capital, y estrecha relación que ha instaurado con la vida de los in-
al mismo tiempo de poder, el valor extraíble del mayor dividuos y de las comunidades. Una condición primordial
número posible de seres humanos. [...] La extracción de de este fenómeno es que se ha colocado a la empresa –a la
valor tiende a abarcar todos y cada uno de los momentos empresa capitalista– en el centro de todas las relaciones
y de los aspectos de la existencia».1 Se trata de una autén- sociales, llegando a individualizarse en la forma de «em-
tica «máquina social», que por su poderío «ha superado a presa de uno mismo».
todas las anteriores [...] debido a su extensión planetaria y Así pues, el devenir económico del mundo que carac-
a su penetración capilar en todos los subsistemas sociales teriza nuestra época se caracteriza por una inédita rela-
y en todas las capas de la sociedad, de la naturaleza y de ción entre las modalidades de existencia de los individuos

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y la gestión planetaria del mercado mundial. Las opera-


ciones económicas han alcanzado un grado extremo de
La racionalidad económica
abstracción, y son cada vez más dependientes de unas entre autorreferencia y crédito
transacciones financieras que determinan la marcha del
mundo de una forma aparentemente autónoma respecto
a la economía real. Sin embargo, la mega-máquina fun- Una reflexión sobre la racionalidad económica imperante
ciona gracias a una inversión directa en las vidas indivi- hoy en día nos lleva a pensar que lo que ha permitido que
duales, una inversión que no es posible delegar. En ese la economía se consolide como poder planetario no es tan-
aspecto, también los «sacrificios» que se invocan para to una lógica lineal, como la que gobierna la «racionalidad
hacer frente a la actual crisis económica parecen más pro- instrumental» (Zweckrationalität) investigada por Max
blemáticos respecto a la forma en que nos los presentan. Weber y que, por lo menos a partir de la edad moderna,
A una fase de derroches y consumos se contrapone ha demostrado ser el fundamento de los mecanismos eco-
una fase de austeridad, una época de ahorros y renuncias, nómicos más relevantes. La racionalidad instrumental
casi como un estado de represalia o como el momento orientada a la producción de bienes, a la prestación de
expiatorio de una falta cometida. Pero hay un vínculo servicios, al intercambio de mercancías y, en definitiva,
más profundo que une esos dos estadios aparentemente concebida para la apropiación y la satisfacción de la utili-
antitéticos. Eso nos lleva a pensar de nuevo en las pala- dad y el interés personal, no basta, por sí sola, para explicar
bras que Walter Benjamin escribió de forma profética el estado actual de la economía mundial. No digo que todo
en 1921, en el fragmento titulado El capitalismo como eso no entre en juego. No obstante, da la impresión de que
religión, donde se deja totalmente en evidencia la ambi- lo que ha hecho posible que la economía capitalista se
güedad semántica de la palabra alemana Schuld, que sig- consolide de una forma global es una lógica más compleja,
nifica, al mismo tiempo, «deuda» y «culpa». Según Ben- más pegajosa, y por ello más peligrosa.
jamin, el capitalismo es «el primer caso de un culto que Por consiguiente, lo fundamental para el funciona-
no redime el pecado, sino que genera culpa», «un culto miento de la economía capitalista no es tanto la produc-
endeudante», que no exhorta a «expiar en él dicha culpa, ción, el intercambio y la apropiación de bienes y riqueza
sino a universalizarla».3 como una posesión acumulativa, pero en definitiva estáti-
A la luz de las palabras de Benjamin, el ejercicio de ca, sino sobre todo su circulación en un movimiento con-
sacrificio que hoy se nos pide nos incita a una nueva re- tinuo y autorreferente, que no tiene otro fin más que en sí
flexión sobre el nexo entre «culpa» y «deuda» implícito en mismo. Una racionalidad instrumental y acumulativa de-
la palabra alemana Schuld, que ha sido utilizada, en ese dicada a la acumulación y a la posesión personal no basta
sentido, también por Nietzsche, Marx y Freud; pero por sí sola para sostener y alimentar la existencia del capi-
también nos induce a reflexionar sobre la existencia de un tal, cuya lógica fundamental es la «ilógica» del beneficio
posible vínculo entre economía y religión, en concreto como fin en sí mismo.
entre algunas modalidades de sacrificio propias del ám- Entre las teorías económicas más discutidas a lo largo de
bito religioso, como por ejemplo el ascetismo, y la econo- las últimas décadas está la que elaboró la Escuela de Chica-
mía como forma de dominio. Una reconstrucción de ese go, que provocó una profunda transformación de los modos
vínculo puede contribuir a verificar en qué medida la vida de producción, y que resulta especialmente esclarecedora de
de cada uno de nosotros contribuye a la constitución del la lógica económica en el sentido que le venimos atribuyen-
actual poder económico. En ese sentido, la antítesis entre do. Es la teoría del «capital humano».5 La maximización de
el momento del disfrute y el momento ascético o de sa- la utilidad se identifica, aquí, con una inversión personal que
crificio se complica, y, tal vez, se abre una perspectiva de por sí se traduce en capital. Sus efectos no pueden redu-
más compleja que puede aportarnos nuevos elementos cirse exclusivamente a los beneficios individuales, sino que,
para analizar el presente.4 al tener que ver con algo de por sí inapropiable, automática-

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mente implican un «bien común». La forma extrema de teriores, como en el caso de la potencia meramente natu-
capitalización que representa el «capital humano» no con- ral. Esa condición expone a la acción humana a toda la
siste en invertir en unas prestaciones específicas, sino que complejidad de lo contingente. Una dimensión que ha sido
atañe a las propias facultades que caracterizan la vida huma- determinante en la discusión ética y política occidental, y
na como tal. Ni siquiera la actividad laboral se reduce úni- que también ha condicionado la autonomía del discurso
camente al trabajo remunerado; más bien se concibe como económico.
una renta vitalicia que involucra a los elementos más íntimos La enorme influencia que han tenido las teorías econó-
de quien la desarrolla. micas del «capital humano» en las modalidades producti-
Desde ese punto de vista, el trabajo no sólo se «libera», vas contemporáneas induce a una nueva reflexión que
por así decirlo, de la pasividad a la que se veía relegado en tenga en cuenta el derrumbe de la distinción entre el «tra-
su forma clásica; el consumo no sólo no se limita a la sim- bajo» y la «acción» que se realiza en ellas; la consiguiente
ple reconstitución de las fuerzas perdidas, sino que se con- irrupción del discurso económico en el discurso ético y
vierte en un factor productivo de inversión. Pero la parte político; y la infiltración de éstos en la economía. Aquí
de la vida humana que por encima de todo se ve compro- interviene una acumulación continua, no relacionada con
metida en las actividades económicas no es tanto su capa- actividades laborales específicas, sino con el elemento po-
cidad orientada a la producción o a la satisfacción de las tencial de la praxis inherente a la propia «fuerza de traba-
necesidades, sino más bien el conjunto de las facultades jo»,6 y capaz de reproducir constantemente valor en el
normalmente relacionadas con el ámbito práctico y no con momento mismo en que éste se produce. Kauchik Sunder
el ámbito económico; más relacionadas con la acción que Rajan utiliza, a ese respecto, el concepto de «biovalor» para
con el trabajo o el consumo: aquí está en juego una subver- describir la potencia económica constantemente expresada
sión radical de las categorías que están en la base de la por la vida: 7 una expresión que nos remite de inmediato al
cultura occidental. reciente debate sobre la biopolítica inaugurado por Michel
Ateniéndonos a la clásica distinción aristotélica entre Foucault. Sin embargo, aquí no se trata sólo de un poder
«poiesis» y «praxis», que ha dejado una huella indeleble en sobre la mera vida natural, es decir privada de sus cualida-
la reflexión en ese ámbito, mientras que la «producción» des y reducida a «nuda vida» tal y como –tras la estela de
tiene como única finalidad el producto, que está diferen- Foucault– generalmente se ha entendido cuando se ha
ciado de la actividad que lo genera, por el contrario la fi- discutido en los últimos años sobre biopolítica.8 Lo que
nalidad de la «praxis» es inherente a ella; es más, es la interviene es más bien un dispositivo que se aplica a la
propia actividad (cfr. Ética a Nicómaco, VI, 1140b). La propia capacidad autorreferente del ser humano para dar
auto-finalidad que aquí entra en juego es una dimensión forma y valor a su vida. Por lo demás, el propio Foucault
que hay que atribuir a la naturaleza fundamentalmente alude a algo parecido en su trabajo para desentrañar la
potencial de la acción, sobre la que el discurso aristotélico íntima relación que hay entre las técnicas gubernamenta-
se explaya con particular eficacia. Mientras que la potencia les del poder y las tecnologías del yo.9
natural en sentido estricto está predeterminada respecto a En las modalidades productivas contemporáneas, la
su puesta en práctica, la potencia (dynamis), que según maximización de la utilidad consiste en una inversión en
Aristóteles interviene en la esfera ética, está exenta de la propia vida de cada cual, cuyos efectos, en la medida que
cualquier tipo de predeterminación, y queda como aban- tienen que ver con la praxis y no sólo con el trabajo, no
donada a su suerte. De ahí que sólo exista gracias al «ejer- pueden reducirse únicamente a los beneficios individuales,
cicio» (áskesis) y a la «costumbre» (êthos) (cfr. ibid., 1103a), sino que intrínsecamente atañen a lo que es común. Ello
que transforman desde dentro el estatuto ontológico de la induce a nuevas reflexiones sobre la distinción entre bien
potencia, y la hacen autónoma en cierto sentido, es decir público y propiedad privada, que nos permitan volver a
que se caracteriza por poseer ya en sí misma su finalidad, definir el oscuro vínculo entre esos dos elementos, y que
sin que sea preciso deducir esa finalidad de elementos ex- anima desde el principio a la economía capitalista, como

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queda de manifiesto también por el nexo identificado por vista de todos desde hace ya varios años (por lo menos
Marx entre «deuda pública» y «acumulación originaria». desde la difusión de las tarjetas de crédito, a las que todo
Para Marx, la acumulación originaria está estrecha- el mundo puede hacer referencia cotidianamente en ese
mente ligada al vínculo entre «crédito» y «deuda pública». sentido). Con el masivo cambio de rumbo del ahorro de
Es decir, la acumulación no surge de un mero acto de las economías domésticas hacia los títulos y las acciones se
apropiación. Para que haya acumulación es necesaria la ha producido la plena subsunción de las vidas individuales
estrecha relación que se produce entre crédito y deuda pú- al mundo financiero. Ello ha posibilitado el acercamiento
blica. El aumento de uno no existe sin la presencia del otro. de la deuda privada a la deuda pública, y la consiguiente
La deuda pública es una carencia que no es preciso colmar, transfiguración del endeudamiento como motor de la eco-
sino que hay que reproducir, porque sin su existencia tam- nomía mundial. Así pues, más que hablar de una econo-
poco existiría el capital. En el fondo de este mecanismo mía financiera al margen de la economía real, hay que
hay una circulación entre acumulación y endeudamiento, empezar a hablar de una economía del endeudamiento.
que es un fin en sí misma. Y Marx sostiene que en el origen
de esa circulación fin en sí misma hay una forma de fe, que
se alimenta del círculo vicioso entre crédito, deuda y capi-
tal. «El crédito público –dice Marx en el primer tomo de
Economía del endeudamiento
El capital– se convierte en el credo del capital.» La circu- y práctica religiosa
lación fin en sí misma que produce beneficios y acumula-
ción es un movimiento al que hay que dar crédito, en el que
es preciso creer. Una adhesión absoluta de la vida de todos Hace ya algunos años se allanó el camino hacia una re-
y cada uno de nosotros a lo que, también, resulta ser un fin flexión sobre la «economía del endeudamiento». Contra-
en sí mismo, es la condición para la existencia de la acu- riamente a las posturas más conocidas al respecto, las in-
mulación. Hoy en día eso resulta mucho más posible des- vestigaciones en ese ámbito han elaborado la idea de que
de el momento que lo que adhiere es precisamente la pro- la relación entre el acreedor y el deudor es originaria o
pia condición autotélica de la existencia humana, esa primitiva desde el punto de vista económico, político y
dimensión práctica que, a diferencia del trabajo, no tiene social, lo que contradice totalmente las teorías más cono-
ningún fin salvo en sí misma, y que por tanto se ve defini- cidas del «trueque», del «intercambio» o de la «donación».10
tivamente involucrada en los procesos económicos. La relación primordial y peculiar entre acreedor y deudor
Entre deuda y acumulación surge en nuestros tiempos no se circunscribe, en esos estudios, al ámbito económico,
un nexo todavía más riguroso respecto al que describe sino que en la mayoría de los casos se esboza a partir de la
Marx en El capital. No sólo los procesos productivos han esfera religiosa, donde encuentra su primer ámbito de sig-
sufrido una profunda transformación, sino que, mediante nificación. En particular, algunos han identificado la pri-
el encauzamiento de los ahorros de las economías domés- mera reflexión histórica sobre la naturaleza del endeuda-
ticas hacia los títulos y las acciones, se ha llevado a cabo la miento en los antiguos textos religiosos de los Vedas y de
plena incorporación de la vida de todo el mundo al mundo los Bráhmanas. Así pues, la relación entre deudor y acree-
financiero. En ese sentido, no sólo resulta falso pensar que dor se ubica originariamente en el ámbito sagrado del sa-
la crisis a la que estamos asistiendo haya sido desencade- crificio. El precio del rescate de la condición endeudante
nada por un trastorno exclusivamente interno del sector se sitúa en el centro de una dimensión de sacrificio.11
financiero, y por tanto independiente de los procesos pro- Los «teóricos de la deuda» han tenido el mérito de ha-
ductivos clásicos, y que en ese sentido cabría calificar de ber identificado en la relación entre acreedor y deudor un
«excepcional». Que el sector financiero es consustancial a nexo profundo entre economía y religión, que hoy resulta
la producción de bienes y servicios, y por consiguiente al particularmente fecundo a la hora de comprender los me-
mundo del trabajo en sentido clásico, es un fenómeno a la canismos operantes. Sin embargo, en ese sentido, la lógica

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del sacrificio a la que alude la mayoría de ellos, puede re- quiere la obligación de una compensación, ni una activi-
sultar insuficiente para una explicación del presente. El dad expiatoria; se trata, por el contrario, de la posibilidad
sacrificio, aunque aparentemente va más allá del cálculo de que el hombre invierta no en «obras», sino en una acti-
meramente económico del intercambio, y aunque instaura vidad endeudante, cuyos fines parecen básicamente caren-
una singular relación de poder, no es ajeno a la confianza tes de finalidad.
en una solvencia de la deuda, que no responde del todo a Si es cierto que hoy en día el endeudamiento se ha
la situación actual. Más provechosa para una comprensión convertido en el motor de la economía mundial, recons-
de la «economía del endeudamiento» que impera hoy en truir los mecanismos que han hecho de esa experiencia
día puede resultar la perspectiva que se inicia con la reli- una fuente de poder resulta decisivo también para el pro-
gión cristiana. Es más, como afirma Benjamin en el frag- pósito de identificar posibles líneas de fuga. Reconocer
mento del año 1921 citado anteriormente, podríamos decir una peculiaridad del cristianismo en ese sentido no signi-
que «el capitalismo [...] se ha desarrollado de una forma fica trazar de forma lineal un vínculo evolutivo entre la
parasitaria sobre el cristianismo, de modo que al final, en elaboración cristiana de la «economía» y el discurso pro-
lo esencial, su historia es la historia de su parásito, el capi- piamente económico. Se trata más bien de reconstruir los
talismo».12 diferentes usos a través de los que poco a poco se ha ido
El cristianismo es la religión que ha radicalizado la con- haciendo realidad a lo largo de la historia una experiencia
dición de endeudamiento que la equipara con otras expe- de la vida como condición endeudante; un estado que en
riencias religiosas precisamente en el tentativo de ir más allá la religión cristiana ha encontrado, desde su aparición, una
de la lógica del sacrificio en la que éstas se basan.13 Su pecu- expresión radical que se ha manifestado de muy distintas
liaridad consiste en que ha identificado en la condición en- formas incluso en el marco de su propia historia.
deudante no sólo un estado que es preciso enmendar, sino En ese sentido resultan particularmente relevantes los
sobre todo una posibilidad de inversión de por sí. No es textos del ascetismo cristiano. Tanto en la literatura de
casual que la experiencia religiosa cristiana sea la primera los primeros siglos como en la literatura monacal posterior, la
que se autodefine en términos económicos.14 En la «oikono- práctica del ascetismo no se resuelve en un ejercicio «merito-
mia» elaborada en el primer cristianismo (cfr. 1 Cor, 9, 17; rio» que tiene como finalidad la salvación celestial. La ascesis
Ef 1, 10; 3, 2.9; Col 1, 25; 1 Tm 1, 4) la vida de todos y cada uno se evidencia más bien como una forma de inversión en sí
de nosotros asume precisamente la forma de una inversión. misma, no en lo que se puede adquirir de forma duradera, sino
La experiencia del pecado, en la que se fundamenta la exis- en lo que se puede poseer y utilizar a partir de la propia capa-
tencia cristiana, se convierte plenamente en la experiencia cidad de renuncia. La capacidad de prescindir, de la que se
de una deuda que, a través del regalo de la «gracia», nunca alimenta la vida ascética, resulta ser una experiencia peculiar
debe saldarse, sino que, como tal, debe administrarse como de la que surge el «valor» mismo de las cosas, y parece funda-
posibilidad de inversión. La gratuidad magnánima y la ad- mental para el discurso económico occidental.15
ministración económica no se contraponen, sino que están En cuanto forma de inversión que se origina desde la
interrelacionadas en la experiencia de una insolvencia radi- carencia, como principio fundacional de la valoración de
cal que no debe enmendarse. las cosas desde un punto de vista social, la práctica ascéti-
El precio pagado por Cristo hace de la culpa y del pe- ca no es sólo un ejercicio de renuncia, sino que coincide con
cado identificados por la Ley una deuda que, como tal, es un itinerario de descodificación de la propia capacidad de
imposible de saldar. El gesto de Cristo, que, mediante el desear. Un descifrado que posibilita hacer realidad unos
precio del rescate que ha pagado, redime gratuitamente a mecanismos de control que coinciden con la propia capa-
los que son fieles, no puede comprenderse únicamente en cidad individual de construir y gobernar los deseos.
el marco de un discurso basado en el sacrificio. Parece más En ese sentido, es posible identificar una forma paradó-
bien que, a través de la muerte y la resurrección de Cristo, jica de ascetismo también en la prestación del disfrute fin en
se inaugura una gestión económica del regalo, que no re- sí mismo que interviene en el consumo improductivo al que

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actualmente se consagra la producción capitalista. Un con- 3. W. Benjamin, Gesammelte Schriften, tomo VI, R. Tiedemann y
sumo que, en vez de tener como finalidad la satisfacción de H. Schweppenhäuser, eds., Frankfurt, Suhrkamp, 1985, pp. 100 y ss.
4. He tratado con mayor amplitud los problemas que examino aquí
las necesidades, se ha convertido en sí mismo en el sentido
en el libro E. Stimilli, Il debito del vivente. Ascesi e capitalismo, Ma-
último de la producción. En vez de aplacar los deseos, los cerata, Quodlibet, 2011.
objetos producidos tienen el poder de aumentarlos, fomen- 5. Cfr. por lo menos G. S. Becker, Human Capital. A Theoretical and
tando compulsivamente la demanda y el control sobre la Empirical Analysis, with Special Reference to Education, Chicago y
propia facultad de desear. Aquí el ejercicio que se pide es Londres, The University of Chicago Press, 1964 [El capital humano,
lograr que un vacío sea imposible de llenar. Como forma Madrid, Alianza Editorial, 1983].
6. Cfr. P. Virno, Grammatica della moltitudine. Per una analisi
libremente elegida de adiestramiento sometido a la flexibi-
delle forme di vita contemporanee, Roma, DeriveApprodi, 2002,
lidad de los deseos, esa práctica caracteriza de forma pro- p. 54 [Gramática de la multitud: por un análisis de las formas de vida
funda las modalidades económicas actuales. No sólo la ac- contemporáneas, Madrid, Proyecto Editorial Traficantes de Sueños,
tividad laboral se enmarca hoy en día en un proceso infinito 2003].
de inversión de la vida misma, sino que el hombre, como 7. Cfr. K. S. Rajan, Biocapital. The Constitution of Postgenomic Life,
carencia originaria que no debe colmarse, resulta ser la for- Durham y Londres, Duke University Press, 2006.
8. Cfr. G. Agamben, Homo sacer. Il potere sovrano e la nuda vita,
ma primordial en la que el trabajo, el capital y el consumo
Turín, Einaudi, 1995 [Homo sacer, Valencia, Editorial Pre-Textos,
coinciden y confluyen de forma definitiva en una vida cons- 2010]; y R. Esposito, Immunitas. Protezione e negazione della vita,
tantemente «endeudada». Los sacrificios no están destina- Turín, Einaudi, 2002.
dos a enmendar su condición, sino más bien a lograr que se 9. Cfr. por lo menos M. Foucault, L’herméneutique du sujet. Cours
reproduzca una y otra vez, eternamente. Así pues, el ejerci- au Collège de France, 1981-1982, París, Gallimard-Seuil, 2001 [La
cio del consumo y el del sacrificio parecen íntimamente hermenéutica del sujeto: curso del Collège de France (1982), Tres Can-
tos, Akal, 2005]; id, Naissance de la biopolitique. Cours au Collège de
relacionados, y, como tales, indispensables para la existencia
France, 1978-1979, París, Gallimard-Seuil, 2004 [Nacimiento de la
del actual dominio económico. biopolítica: curso del Collège de France (1978-1979 ), Tres Cantos,
Si hoy en día nuestro cometido es intentar revertir un Akal, 2012]; e id., Le gouvernement de soi et des autres. Cours au
proceso que, en la actual crisis económica, parece vacuo y Collège de France, 1982-1983, París, Gallimard-Seuil, 2008 [El go-
un fin en sí mismo, y que se antoja irreversible, el «ejerci- bierno de sí y de los otros: curso del Collège de France (1982-1983), Tres
cio» que podría resultarnos útil es encontrar la forma de Cantos, Akal, 2011].
10. Cfr. M. Aglietta / A. Orléan, La Violence de la monnaie, París,
abrir nuevas posibilidades a lo que algunos quieren ver
PUF, 1992; Id. (ed.), Souveraineté, legitimité de la monnaie, Pa-
únicamente como una «carencia» imposible de colmar, y rís, Association d’Économie Financière, 1995; G. Ingham, The Na-
que como tal es preciso defender; un ejercicio que nos per- ture of Money, Cambridge, Polity Press, 2004; D. Graeber, Debt.
mita encontrar nuevos caminos hacia una condición po- The First 5 .000 Years, Nueva York, Melville Hause Publishing,
tencialmente abierta, pero que constantemente se trans- 2011[En deuda: una historia alternativa de la economía, Barcelona,
forma y se reproduce, en la economía del endeudamiento, Ariel, 2012] ; M. Lazzarato, La fabrique de l’homme endetté. Essai
sur la condition néolibérale, París, Éditions Amsterdam, 2011.
en un estado negativo que no es posible enmendar.
11. Graeber, Debt..., cit., pp. 56-58.
12. W. Benjamin, Gesammelte... cit., p. 102.
13. Cfr. G. G. Stroumsa, La fin du sacrifice, París, O. Jacob, 2005.
14. Sobre este tema es particularmente interesante el análisis de G.
Notas Agamben in Il regno e la gloria. Per una genealogia teologica
dell’economia e del governo, Milán, Neri Pozzi, 2007 [El reino y la
gloria: por una genealogía teológica de la economía y del gobierno,
Valencia, Pre-Textos 2008].
15. Cfr. G. Todeschini, I mercanti e il tempio. La società cristiana e il
1. L. Gallino, Finanzcapitalismo. La civiltà del denaro in crisi, Turín, circolo virtuoso della ricchezza fra Medioevo e età moderna, Bolonia,
Einaudi, 2011. Il Mulino, 2002; e id., Ricchezza francescana. Dalla povertà volon-
2. Ibid. taria alla società di mercato, Bolonia, Il Mulino, 2004.

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