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Por supuesto, esto es correcto y adecuado hasta cierto punto. Pero hay un gran
peligro de dejar de lado un factor importante: la economía de mercado como
un orden económico debe corresponderse con cierta estructura de la sociedad
y un ambiente mental definido apropiado para ésta.
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economía de mercado como campo de libertad, espontaneidad y libre
coordinación no puede prosperar en un sistema social que es justamente lo
opuesto.
La propiedad en una sociedad libre tiene una doble función. No sólo significa
que la esfera individual de decisión y responsabilidad esté, como hemos
aprendido como abogados, deslindada de la de otros individuos, sino
asimismo que la propiedad protege la esfera del individuo contra el gobierno y
su constante tendencia a la omnipotencia. Es tanto un límite horizontal como
vertical. Y es en esta doble función como debe entenderse la propiedad como
condición indispensable para la libertad.
Es curioso y triste ver cuán ciego es el socialista medio con respecto a las
funciones económica, morales y sociológicas de la propiedad y un más esa
filosofía social particular y el que la propiedad debe estar arraigada. En esta
tendencia de ignorar el significado de la propiedad. El socialismo ha hecho
enormes progresos en nuestro tiempo. Trazas de esto pueden descubrirse
incluso en discusiones modernas sobre los problemas de la empresa y la
gestión, que a veces dan la impresión de que el dueño de la propiedad es el
“hombre olvidado” de nuestra época.
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Hay una ideología “izquierdista” definida, inspirada por un excesivo
racionalismo social, como opuesta a un “derechismo”, conservador,
respetuoso con ciertas cosas que no deben tocarse, pesarse o medirse pero que
son de máxima importancia. El papel real de la propiedad no puede entenderse
salvo que la veamos como uno de los ejemplos más importantes de algo de
mucho mayor significado.
Es otra manera de decir que la economía de mercado supone una sociedad que
es lo opuesto a una “proletarizada”, lo opuesto a una sociedad de masas, con
su falta de una estructura necesariamente jerárquica y su correspondiente
sentido de desarraigo. Independencia, propiedad, reservas individuales, bases
naturales de la vida, ahorro, responsabilidad, planificación razonable de la
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vida, todo eso esta ausente de ese tipo de sociedad. Lo ha destruido al menos
hasta el punto de que deja de dar carácter a la sociedad. Pero debemos darnos
cuenta de ésas son precisamente las condiciones para una sociedad libre
duradera.
Una vez que admitimos esto, debemos estar preparados para ver su significado
en cada campo y realizar las conclusiones correspondientes. Es realmente
remarcable ver lo lejos que hemos llegado en el hábito de pensar en un mundo
esencialmente no buergerliche. Es un hecho que incluso los economistas han
asumido, pues están entre los peores pecadores.
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Porque revela decididamente la no buergerliche, el espíritu bohemio de esta
tendencia económica y político-económica. Esta retrata la nueva
despreocupación pura, la tendencia a vivir al día y a hacer el estilo bohemio el
nuevo santo y seña para una generación más ilustrada.
Un concepto creciente
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Otro ejemplo de la gradual disminución del significado de propiedad y de sus
normas correspondientes, que puede observarse en muchos países es el
debilitamiento de la responsabilidad del deudor. Mediante procedimientos
legales laxos en relación con la ejecución y la quiebra, se acaba la mayoría de
las veces con la expropiación del acreedor (en nombre de la justicia social).
No es muy necesario recordar al respecto la expropiación de la desventurada
clase de propietarios de viviendas por el control de rentas y los efectos de la
fiscalidad progresiva.
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éxito perdurable de todos nuestros esfuerzos por restaurar y mantener una
economía libre y, por consiguiente, una sociedad libre.
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