LOS FINES DEL ESTADO MEXICANO Los fines del Estado constituyen direcciones, metas, propósitos o tendencias de carácter general que se reconocen al Estado para su justificación y que consagran en su legislación, Ellos fijan el extenso campo de la actividad pública en un proceso histórico que se caracteriza por su continua aplicación y extensión, que va desde el Estado abstencionista, con un número limitado de fines, hasta el Estado intervencionista, en una constante sustitución de la actividad privada. Ahora bien, Según Battaglia, para determinar los reales fines del Estado, es necesario, ante todo, aclarar que pueblo, territorio y soberanía, entendidos como meros presupuestos materiales (los dos primeros) y formales (el último) del Estado, no son suficientes para definir el Estado como real. Solamente después de haber definido su verdadera realidad, pues, será posible identificar sus fines. El Estado es conciencia y voluntad, soberanía que se sustancia en la unidad espiritual de un pueblo que viene ejercida sobre un territorio y que se define en virtud de ella. Una soberanía que lejos de ser ilimitada y arbitraria, posee un fundamental límite, que viene definido por sus propios fines u objetivos, para definir o siquiera tratar de plantearnos lo que son los fines del estado era esencial puntualizar lo anterior ahora como consiguiente surge la duda ¿Cuáles son los fines en si del estado? El filósofo de Palmi no titubea, en un primer momento, en admitir que los fines del Estado son los mismos fines del hombre, en cuanto el Estado presenta la misma sustancia ética del hombre. Del mismo modo, pero, hay fines que resultan ser exclusivamente del Estado y que, aunque presentes en el hombre, trascienden por extensión y duración los fines individuales; los hombres, en este sentido, se proponen determinados fines en relación a otros futuros individuos, ya que desean y obran para sí y para sus hijos, pues, para las futuras generaciones. Siendo persona real, el Estado supera las efímeras personas de los hombres que lo componen, ya que estos últimos pasan, desaparecen, mueren, mientras aquel es permanente como querer real y como finalidad real, que encuentra constante alimentos en los quereres espirituales que se van alternando, Es preciso observar que no estamos demasiado lejos de la postura filosófica hegeliana, en la que el Estado representa la realidad de la idea ética, la primera manifestación del absoluto, en cuanto en ello se realiza la entera eticidad. ¿Es necesario reformar el estado mexicano? Por supuesto que sí, pero ¿por qué? La respuesta es sencilla el estado y sus fines han fracasado y esto es rápidamente notable al ver nuestra actualidad ya que no se ha podido resolver los problemas de convivencia, satisfacer las necesidades básicas sociales, tampoco la libertad plena y justa así como tampoco a echo grandes cambios en tanto a corrupción dentro de los altos mandos del estado propio y aun que nuestro pais podría llamarse un estado democrático sesga mucho de este pues nunca o casi nunca se define algún proyecto a gran escala por democracia plena como tampoco se a dado importancia a proyectos de desarrollo económico o de inversión. Siguiendo las ideas de los caudillos de la Independencia, de Hidalgo y Morelos, en la Constitución de Apatzingán se estableció claramente los fines del Estado mexicano. Sin embargo, no se contentaron con una mera declaración de intenciones, sino que perfeccionaron y actualizaron estos principios en una fórmula más concreta y efectiva, incluida dentro del propio texto constitucional. Así, en el artículo 24 de esta Constitución, se estipula que: La felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos, consiste en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad. La íntegra conservación de estos derechos es el objeto de la institución de los gobiernos y el único fin de las asociaciones políticas. Este artículo es fundamental para el cabal entendimiento de la cuestión que nos ocupa. Los Constituyentes de Apatzingán definieron nítidamente. los fines del Estado mexicano al señalar que lo son el que los ciudadanos puedan disfrutar de los derechos elementales de igualdad, seguridad, propiedad y libertad, ya que, al darse tal disfrute, se está consiguiendo la felicidad del individuo y, por ende, del pueblo. Pero no solo eso, sino que atribuyeron al gobierno asegurar dichos derechos, considerados también como la misión exclusiva de las asociaciones políticas. Como se observa, el artículo transcrito reviste de gran actualidad, sobre todo cuando hoy en día México se ha visto presa de los partidos políticos, movidos por ambiciones personales o de grupo. las fuentes ideológicas que nutrieron el artículo 24 de la Constitución de Apatzingán son una combinación eficiente de una doble procedencia, articuladas magistralmente por los constituyentes, dato que es pasado por alto por la mayoría de los estudiosos del tema, que prefieren ignorar este tópico. Por una parte, consignaron los derechos del ciudadano — cuya multiplicidad da por resultado al "pueblo"— surgidos del pensamiento de la ilustración y de la Revolución Francesa, especialmente de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Es decir, representa la aspiración liberal. Pero también contiene un alto contenido de principios ético, políticos y jurídicos heredados de la tradición católica y medieval, que recibimos de España al asignar al gobierno la tarea de proteger esos derechos, siguiendo el pensamiento expresado estupendamente por el obispo Juan de Palafox y Mendoza, quien al afirmar que el rey —entiéndase ahora el gobierno— es el servidor del pueblo, señala enfáticamente: "el príncipe se hizo para el pueblo y no el pueblo para el príncipe". la Constitución del 57 contiene al menos una expresa mención de los fines del Estado y de la responsabilidad que en ellos tiene el gobierno, en un concepto liberal tomado de la Francia revolucionaria que mucho se extraña en nuestra Constitución vigente. En efecto, basta una somera lectura de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, del 5 de febrero de 1917, y de todas sus posteriores reformas, para comprobar que en ella no hay ni una, ni la más mínima, ni la inferencia más remota a algo que pudiera parecer la expresa y explícita definición de los fines del Estado mexicano constituido jurídicamente a partir de 1917. Desde el momento en que nos convertimos en nación independiente, nos volvimos botín de los caudillos, de los partidos y de la falta de identidad nacional. Nunca pensamos en adoptar como fines del Estado mexicano los ideales de Hidalgo y de Morelos; nunca pudimos ponernos de acuerdo en otros fines o en otras ideas. De hecho, nunca aceptamos la posibilidad de celebrar un pacto político nacional que nos hiciera partícipes, a todos y a lo largo del tiempo, de una idea común de patria con la que todos nos comprometiéramos. Por eso es necesario reformar al Estado mexicano; pero por ello también resulta urgente y prioritario iniciar la reforma con un gran pacto nacional en que se establezcan los fines, razones y principios que queremos para nuestra patria, y el compromiso de todos, pero especialmente de los actores políticos y gubernamentales, de llevarlos a cabo. En conclusión con lo antes analizado desde la primera constitución formalizada de 1917 nunca hemos tenido una mención clara de los fines del estado mexicano, solo por la renuente falla de no querer o no incentivar a reformar el estado si no también y la nula cooperación entre nuestros representantes, se debería comenzar con una reforma integral ya que no podemos pensar en reformar de inmediato o de manera tajante ya que esto tampoco funcionaria si carecemos de noción elemental de el para que nos hemos constituido como estado no tendremos la certeza ni de adonde vamos pues no sabremos de dónde venimos. Bibliografía Barba,J.. (2014). 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