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PRIMERA SEMANA ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL

Puede que sea oportuno hacer una pregunta antes de empezar: ¿Qué es la espiritualidad?
Dicho brevemente, una espiritualidad es un modo de vivir en relación con Dios. Dentro de la
tradición cristiana, todas las espiritualidades, sea cual sea su origen, tienen el mismo centro de
atención: el deseo de unión con Dios, su insistencia en el amor y la caridad, y la fe en Jesús como
Hijo de Dios.
Pero cada espiritualidad subraya diferentes aspectos de la tradición: una acentúa la vida
contemplativa, otra la vida activa. Esta acentúa el gozo; esta otra, la libertad; aquella, la
consciencia; aquella otra, el sacrificio; la de más allá, el servicio a los pobres… Todos estos énfasis
son importantes en todas las espiritualidades cristianas, pero se subrayan de manera diferente en
cada “escuela” espiritual.
Una espiritualidad es como un puente. Todos los puentes hacen en realidad lo mismo: llevarte de
un lugar a otro, a veces sobre terreno peligroso, o un río, o grandes alturas. Pero lo hacen de
modos diferentes. Pueden estar hechos de cuerda, madera, ladrillo, piedra o acero; y pueden
tener arcos, pilares o ser puentes suspendidos. “Por ello, habrá una serie de tipos diferentes, cada
uno de los cuales presenta ventajas y desventajas. Cada tipo es adaptable a determinados
terrenos y contornos y no a otros; no obstante, cada uno logra a su modo el propósito común:
proporcionar un acceso mediante una combinación equilibrada y orgánica de materiales y formas”
Los Ejercicios ponen a la persona ante Dios, para que todo el proceso se realice desde
una actitud receptiva, llena de «ánimo y liberalidad».
¿Para qué hacer Ejercicios Espirituales?
Los Ejercicios quieren ser una ayuda para tomarse en serio el evangelio de Jesucristo. Para romper
las ataduras de nuestro corazón que nos impiden ser verdaderamente libres para amar. Para
percibir el modo concreto en que Dios nos invita a construir el Reino y para no contentarnos con
una vida mediocre, a medio gas. También para aprovechar nuestro tiempo y nuestra vida de la
mejor manera posible. Para no quedarnos en las ideas, en los planteamientos ideológicos, sino
perseguir una verdad que se verifica en una experiencia gozosa y estimulante.
La persona que hace Ejercicios está motivada para buscar algo para su vida y pone algunos medios
para reflexionar, meditar y examinarse por dentro. Quiere ordenar su vida, hacerse dueña de su
destino. Desea vivir más coherentemente y más conforme a lo que Dios quiere. Y en esa búsqueda
experimentará durante los Ejercicios sus dificultades y resistencias, desánimos y agitaciones, pero
también alegrías y esperanzas. Los Ejercicios son un itinerario hacia Dios. Sabemos que se parte
del presente, pero desconocemos a dónde llevan. En pocos días no suceden grandes milagros,
pero los Ejercicios apuntan siempre hacia un más, hacia algo nuevo: «¿Dónde me quieres, Señor,
llevar?».
Los ejercicios espirituales ignacianos:
Dirigido a jóvenes hombres y mujeres, solteros. Te invitamos a una experiencia personal de una
semana de silencio exterior o interior, en intimidad con Dios. Un encuentro de la creatura con su
creador. Los Ejercicios Espirituales son para “ordenar los afectos”, es saber ¿qué quiero?, o quizás
encontrar las preguntas y algunas respuestas que te ayuden a argumentar: ¿a dónde voy y a qué?
¿cuál es el sentido de mi vida? En los ejercicios vivirás un itinerario de oración creado por San
Ignacio de Loyola, pero este camino, aunque se vive con otros y otras, es personal y animado por
un acompañante espiritual.
Lo único que necesitas es:
Ser Joven
Tener preguntas vocacionales:
¿Quién soy?
¿Qué quiero?
¿Quién es Dios para mí?
¿En qué creo?
¿Cuál es mi vocación?
Desear y vivir el silencio exterior por una semana (Encontrar un momento del día para tener ese
silencio y poder encontrarse con Dios)
No olvidemos que los Ejercicios Espirituales son un camino, una experiencia espiritual que tiene
como herramienta principal el silencio profundo de la oración, y desde ella, el discernimiento. Es
en el corazón donde se va fraguando la libertad que no se sujeta a ningún ídolo, sino aquella que
se realiza con amor y justicia, donde experimentamos el gozo de conocer el amor de Dios, su
voluntad y responder a ella. Donde aprendemos a caminar en las huellas de Cristo, haciendo
nuestras sus decisiones y sus sentimientos. Son un anhelo intenso de “conocer internamente” a
este Dios Vivo que nos ama infinitamente. Los Ejercicios Espirituales son, pues, una búsqueda del
sentido de la vida; una búsqueda y un encuentro.
“Vengan ustedes a un lugar tranquilo a descansar...” (Marcos 6, 31).
Introducción. Es muy importante comenzar bien esta semana, porque eso quiere decir que
comenzamos bien los Ejercicios. Procuraremos vivirla con paz, con tranquilidad y con mucho
ánimo y liberalidad. Es Dios quien me invita a hacer estos Ejercicios Espirituales. Es Jesús quien nos
dice que vengamos a descansar, a disfrutar de esta experiencia de los Ejercicios Espirituales. Por
eso no es cuestión de esforzarme con mucha presión y tensión, porque no se trata de un puro
esfuerzo mío, sino que, al ser una invitación de Dios, estaré dispuesto a escuchar siempre a Dios, a
estar con Él y a vivir con gusto esta experiencia espiritual.
Meta y objetivo para esta semana. Es lograr más facilidad para hacer la oración. Y para eso es
importante encontrar los medios que más me ayuden para hacer bien la oración. Recordemos que
no se trata de saber rezar.
Vamos a cumplir, para alcanzar la meta y el objetivo de estos Ejercicios, los consejos y pasos que
se nos señalan en cuanto al lugar, silencio y tiempo de oración.
Comienzo de la oración. Como ya mencionamos, es bueno darle tiempo a la preparación y entrada
en la oración. Preparamos el diálogo con Dios, que es nuestro amigo. Pienso primero que Dios está
presente. Muy cerca de mí, dentro de mí. Y me siento agradecido y respetuoso ante su presencia.
Puede ayudarme un canto, un Salmo que me guste.
Entrada en la oración. Trato de no estar en la oración como realizando, haciendo una tarea que
está fuera de mí, sino que yo estoy dentro de la oración. Yo soy quien hago oración, no es otra
persona. Leo, saboreando muy despacio y, si es necesario, varias veces (2 o 3 veces), los textos.
Petición. Le pido a Dios que me ayude a entender el mensaje que Él me quiere trasmitir con esta
palabra tan especial para mi vida: que yo entienda bien que me hace una invitación muy particular
para orar y para hacer este retiro. Es muy bueno que yo pueda pedir lo que siento que necesito
más en este comienzo del retiro.
Mensaje de la Palabra de Dios para mi vida. Ahora vuelvo otra vez al texto que se me indica como
materia de oración, con calma, con mucha sencillez y voy reflexionando palabra por palabra…
a. Me dejo tocar por la Palabra de Dios, que como a Oseas o a Jeremías o a los apóstoles...
también se dirige a mí.
b. Me convenzo de que es Dios quien me habla de amor. Ante esta confidencia que Dios me hace,
guardo silencio y escucho lo que Él me dice...
c. Luego escucho su compromiso, su juramento de fidelidad.
d. Reflexiono, reviso un poco mi vida para ver cómo yo me he portado con Dios...
Conversación (coloquio). Hablo con Dios, con Jesús, con María... les hablo de cómo me siento en
este comienzo del retiro y les pido lo que siento necesitar más para hacer bien este retiro y para
que todos lo hagamos bien. Esta es una conversación íntima, cariñosa, muy personal.

Lecturas para meditarlas en la semana:


Lunes: Jeremías 29, 11-14
Martes: 1 Timoteo 4, 12-13
Miércoles: Salmo 71, 5-7
Jueves: Isaías 40, 29-31
Viernes: Mateo 19:20-21

ESPERO QUE PUEDAS AVANZAR EN LA ORACIÓN


CUALQUIER DUDA ME PREGUNTAS POR FAVOR,
DE LA MISMA MANERA QUE TÚ, YO TAMBIÉN
HARÉ LA ORACIÓN TODA ESTA SEMANA.
QUE TENGAS UNA SEMANA BENDECIDA

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