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El Día Que Supe Que Era La Verdad
El Día Que Supe Que Era La Verdad
La verdad no es para todos, porque no a todos les gusta escuchar que se equivocaron, que
dejaron de ser indispensables para respirar, que la vida sigue, a pesar de ellos, con o sin
ellos. La verdad te golpea con un martillo de realidad, te dice que no eres ya amado,
bienvenido, necesitado, recordado. La verdad te obliga a seguir en movimiento.
La verdad es tosca, dura, siempre incómoda, nunca evadible, siempre sobre todo y tu… y
yo, debemos enfrentar nuestra verdad con su dosis de realidad.
La verdad duele, la verdad alivia, la verdad corta, pero madura. Entender la verdad es
entender que la vida no siempre es como tu la quieres, pero es lo que es y debes tomarla
como es y hacer que la verdad sea agente de cambio en ella. La expreses o no, la verdad
siempre esta y prevalece.
La verdad es que hoy despierto con la realidad pateándome las costillas, pidiéndome que
me levante y me mueva, me sacuda la suciedad de la cabeza y siga adelante.
La verdad deja a tu lado a la gente que realmente está dispuesta a recibirla a sangre fría, no
siempre a aceptarla, pero siempre dispuestos a atragantarse de verdad y procesarla,
entenderla y seguir adelante.
La verdad siempre esta, ahí, a la vista, aunque no la veas… aunque no quieras verla.
La verdad es que existen diferentes verdades, no siempre cercanas, todas distintas, siempre
necesarias.
La verdad es que un día despiertas y te das cuenta que solo eres tú, la verdad y la realidad,
nada más.
De La Rosa
10/2018