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Las tres oraciones resumen lo siguiente:
1) Las labores domésticas y de cuidado son actividades esenciales para la acumulación de capital pero han sido invisibilizadas e impuestas tradicionalmente a las mujeres.
2) Estas labores son fundamentales para mantener la fuerza laboral y reproducir el sistema capitalista pero no son remuneradas.
3) A pesar del aumento de la participación laboral femenina, la carga de las labores domésticas y de cuidado sigue recayendo principalmente en las mujeres.
Las tres oraciones resumen lo siguiente:
1) Las labores domésticas y de cuidado son actividades esenciales para la acumulación de capital pero han sido invisibilizadas e impuestas tradicionalmente a las mujeres.
2) Estas labores son fundamentales para mantener la fuerza laboral y reproducir el sistema capitalista pero no son remuneradas.
3) A pesar del aumento de la participación laboral femenina, la carga de las labores domésticas y de cuidado sigue recayendo principalmente en las mujeres.
Las tres oraciones resumen lo siguiente:
1) Las labores domésticas y de cuidado son actividades esenciales para la acumulación de capital pero han sido invisibilizadas e impuestas tradicionalmente a las mujeres.
2) Estas labores son fundamentales para mantener la fuerza laboral y reproducir el sistema capitalista pero no son remuneradas.
3) A pesar del aumento de la participación laboral femenina, la carga de las labores domésticas y de cuidado sigue recayendo principalmente en las mujeres.
Importancia de las labores domésticas y el cuidado para el Capital
Nombre: Paula Neira
Las labores domésticas y el cuidado son una parte esencial dentro del modelo de acumulación capitalista, pero también ha estado invisibilizado tras el trabajo remunerado que se realiza fuera del hogar, relevando este como el más importante para la economía así lo han debatido y anunciado diversas autoras (Dalla Costa, 2009; Federici, 2019, entre otras). Este análisis del cuidado ha sido abordado de diversas formas, en primer lugar entendiéndolo como una actividad básica de sobrevivencia, ya que el ser humano necesitamos de cuidado y atención desde que nacemos (entendiendo la alimentación, salud y desarrollo personas), lo cual sería colocaría al cuidado como una dimensión indispensable para la vida de las y los humanas/os, además generar vínculos entre el sistema capitalista de y el sistema sexo/género dominante, vinculándose esto directamente con “el proceso productivo de la economía formal, usufructuando del trabajo no remunerado de los sujetos” (Núñez, 2015; p. 464), por lo que el mantenimiento de la vida entendería este tipo de tareas dentro del afecto y por tanto no tendría valor económico, por el contrario, como señala Núñez (2015) es un recurso disponible en la vida de la vida privada de las personas, lo que es legitimado por el contrato social de la institución familiar. Es importante apreciar que estas labores domésticas y de cuidado han sido mayormente realizado por mujeres a través de la historia, haciéndolo parecer como natural y parte de la vida de las mujeres por generaciones, lo que esto cimentaría las bases de la desigualdad existentes entre hombres y mujeres (Núñez, 2015), además de que en el caso de que estas se inserten en el ámbito laboral, también deben hacerse cargo de las labores domésticas y de cuidado, además del trabajo remunerado que se realiza fuera del hogar. En este sentido, en el presente documento se plantea como tesis central que las labores domésticas y de cuidado, realizados principalmente por mujeres, son de las actividades productivas más importantes para la generación de capital, sin embargo, han sido invisibilizadas e impuestas como naturales para las mujeres, por lo que estas, al tener la necesidad de insertarse en el ámbito laboral deben dedicar mucho más tiempo a las labores domésticas y de cuidado que los hombres. Como se indica anteriormente, las labores domésticas y de cuidado se han invisibilizados durante décadas, entendiendo que estas serían menos importantes y entregarían menos aportes que los trabajos que se realizan fuera del hogar, mayoritariamente realizado por hombres. Sin embargo, y como se intentará expresar a lo largo de este texto, las labores domésticas y de cuidado son de gran importancia cuando se observa como el desarrollo de la producción capitalista, en tanto serían las mujeres que se hacen cargo de estas labores quienes se encargarían de: servir a los que ganan el salario, física, emocional y sexualmente, tenerlos
listos para el trabajo día tras día. Es la crianza y cuidado de nuestros hijos -
los futuros trabajadores- cuidándolos desde el día de su nacimiento y durante
sus años escolares, asegurándonos de que ellos también actúen de manera
que se espera bajo el capitalismo (Federici, 2018; p. 26)
Lo anterior es de suma importancia para mantener el sistema capitalista en constante
movimiento. Sin embargo, es importante observar cómo esta forma de entender la sociedad, dividiendo entre un ámbito público y otro privado, no se realiza de una manera antojadiza, sino que es parte de una necesidad de establecer diferencias de parte del capital para así, de alguna forma garantizar la cantidad y calidad de la fuerza de trabajo y control de la misma” (Federici, 2018, p. 30). Es así como se entiende que la “familia nuclear” sería una “creación del capital para el capital” (Federici, 2018; p. 30), donde se reproducirían las formas que tradicionalmente conocemos como “naturales” para las mujeres, entendiendo estos como los cuidados y las labores domésticas, las cuales se hacen parte de sus vidas desde muy pequeñas Por lo tanto, se puede apreciar que la familia, en el capitalismo, es un “centro de consumo y de reserva de fuerza de trabajo, pero es, ante todo, un centro de producción” (Dalla Costa, 2009; p. 22). Es decir que, dentro del contexto de las familias, el trabajo que se genera al interior de los hogares es una parte vital para el capitalismo, ya que, según lo indicado por Dalla Costa (2009), estas en sí producen la mercancía necesaria para el desarrollo del capital y es muy distinto a las mercancías producidas en el capitalismo: “el ser humano: el obrero” (p. 22). Además, estas labores también traerían consigo actividades de bienes y servicios que están orientados a la producción de las personas, lo que integraría la producción biológica u de la fuerza de trabajo, lo que serviría para vincular el espacio público con el privado, es decir, mientras alguien trabaja en el mercado del salario (comprendiendo que esto sería mayoritariamente realizado por los hombres, observados como principales proveedores económicos) otra personas trabaja en el hogar sin remuneración, siendo la mujer la encargada de las tareas domésticas, de la crianza, del cuidado, entre otras cosas, lo que mantendría funcionando el mercado (Núñez, 2015) Esta forma de observar la sociedad también está relacionada con el patriarcado, bajo el cual se establecen un “conjunto de relaciones sociales entre los hombres que tienen una base material y que, si bien son jerárquicas, establecen o crean una interdependencia y solidaridad entre los hombres que les permite dominar a las mujeres” (Hartmann, 1979; p. 12), por lo que la crianza de las y los hijos, si bien no es la única tarea que tendrían las mujeres, sería crucial para así poder perpetuar el patriarcado, ya que según lo que señala Hartmann (1979), en los hogares desde pequeños a los hijos se les criaría aprendiendo a conocer su puesto en la jerarquía de género, también participando otros ambientes que son ajenos al hogar donde se enseñaría a perpetuar comportamientos patriarcales y se reforzaría la posición de inferioridad de las mujeres como lo son, las escuelas, las iglesias, los medios de comunicación, entre otros. En este sentido, el patriarcado reafirmaría las expectativas que se tiene dentro del capitalismo de las mujeres, manteniendo sobre ellas el control (Hartmann, 1979) Es así como, en tiempos actuales también es posible observar cómo sigue predominando la idea de las mujeres como responsables de las dinámicas de responsabilidad familias y cuidado, incluso en la forma en que el Estado se hace presente en la vida cotidiana de las personas (Rojas, 2019). En este sentido es que se puede apreciar como el Estado, a través de políticas y programas sociales, se presenta a las y los usuarias/os de estos programas por medio de intervenciones en las que se persigue la idea de ciudadanos “útiles”, que además sepan hacerse cargo del cuidado de otros/as (Rojas, 2018). Un ejemplo de esto son los Programas de Transferencias Condicionadas (en adelante PTC), los cuales, como su nombre indica, condicionan a las familias a realzar ciertas actividades con el objetivo de incrementar el capital humano, sobre todos de las generaciones más jóvenes, a cambio de transferencias, las cuales pueden ser monetarias o no (Cecchini & Madariaga, 2014). Este tipo de programas ve a la mujer/madre como parte fundamental del proceso, ya que es a ella a las que se les entrega el beneficio, en calidad de cuidadoras, entendiendo que ellas son las que usarán “los .recursos monetarios para mejorar el bienestar familiar en general y de sus hijos en particular” (Cecchini & Madariaga, 2014; pp. 13-14), entendiendo que son las mujeres quienes, al estar a cargo de los cuidados familiares usarían el dinero de una manera mucho más sabía que los hombres presentes en las familias, por ejemplo. Así se responsabilizaría a las madres/mujeres sobre las labores de cuidado de sus hijos, siendo las encargadas de concretar las condicionalidades, como la asistencia escolar o controles sanos, en el caso de las/es más pequeñas/os. Si bien, estas prácticas implicarían una transferencia monetaria, al entender que las familias deben cumplir con estas condicionalidades para obtener el beneficio, esto no significaría la existencia de un salario, puesto que es solo entregado por el periodo en el que están participando de este programa (24 meses aprox.) y a lo largo del tiempo van disminuyendo los montos asociados a las condicionalidades (Cecchini & Madariaga, 2014). El ejemplo de los PTC serviría para visualizar la manera en que son observadas las mujeres por parte del Estado, es decir principalmente como las cuidadoras y mayores responsables de la generación de capital humano de sus hijas/os, entendiendo que estas/os en cuanto estén listos deberán insertarse en el ámbito laboral, por lo que deben estar preparados para hacerlo con todas las herramientas que les sean provistas desde su primera infancia (Cecchini & Madariaga, 2014). Por otro lado, y como indica Federici (2018), pensar en las mujeres que han comenzado a participar dentro del ámbito laboral remunerado, en muchos casos no les ha disminuido la carga laboral al terminar su jornada. Es más, es sabido que en muchas ocasiones esto les ha traído menos tiempo para ellas mismas, ya que deben lidiar con las labores domésticas y de cuidado mucho más tiempo, lo que evidentemente aumentaría su carga laboral (ENUT, 2015). Desde el 2015 tenemos la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT), la cual, si bien no ha sido actualizada, puede evidenciar la cantidad de tiempo invertida por hombres y mujeres en el trabajo no remunerado y la forma en que afecta la “doble carga de trabajo” a las mujeres (ENUT, 2015). Han existido una serie de cambios en el mercado laboral que han afectado las exigencias sociales que se tienen respecto al tiempo, como por ejemplo en el caso de la participación en el mercado laboral de las mujeres, lo que no se traduce en una redistribución de las tareas domésticas, hecho que implicaría que en muchos casos las mujeres “deban asumir una doble o triple jornada de trabajo (quehaceres domésticos, cuidado de integrantes del hogar más el trabajo en la ocupación) (ENUT, 2015; p. 11). Además, el hecho de que las mujeres históricamente se ocupen de las tareas domésticas también causaría una debilidad al momento de la inserción en el mercado laboral. Para Federici (2018) al tener en consideración que el desespero de las mujeres para lograr encontrar dinero por cuenta propia y que sea costumbre que el trabajo realizado por las mujeres sea a cambio de nada, por lo que los empresarios saben que pueden obtener “nuestro trabajo a bajo precio” (p. 31). Este hecho precarizaría las labores que se realizan de manera remunerada, principalmente porque, al realizarlas desde el afecto y siendo estos trabajos feminizados, cuando las mujeres entran al mercado laboral sus pagos serían bajos, y en muchos casos una extensión del trabajo reproductivo, con lo que el “el camino hacia el trabajo asalariado a menudo nos lleve a desempeñar más trabajo doméstico” (Federici, 2018; p. 31) La propuesta de nueva Constitución, la cual será puesta en votación mediante un plebiscito de salida el próximo 04 de septiembre le da un papel fundamental a las labores domésticas y de cuidado, esto porque el cuidado y los trabajo domésticos “son trabajos socialmente necesarios e indispensables para la sostenibilidad de la vida y el desarrollo de la sociedad” (Art. 49). En sí, es importante la valorización de las labores domésticas y de cuidados, ya que en la vida y reproducción de las y los humanas/os es indispensable. En este sentido, también es importante avanzar a políticas púbicas que le entreguen mayor visibilidad al trabajo que día a día realizan mujeres, para así, primero, entregar mayores oportunidades de desarrollo a las mujeres y, en segundo lugar, distribuir de forma más equitativa las labores tan importante como lo son los cuidados y trabajo doméstico. Además, según lo observado en la Propuesta de Nueva Constitución donde se pretende comprender las labores domesticas y de cuidado como una “actividad económica que contribuye a las cuentas nacionales” (Art. 49), sería un avance en lo que respecta a entregarle la relevancia que merece a una actividad que, según un estudio realizado por el Banco Central, contribuyó durante el 2022 a un 26% del PIB, el cual, mayoritariamente, es realizado por mujeres (Juntas en Acción, 2021). Bibliografía Cecchini, S., & Madariaga, A. (2011). Programas de transferencias condicionadas: balance de la experiencia reciente en América Latina y el Caribe. Cepal. Dalla Costa, Mariarosa (2009) Dinero, perlas y flores en la reproducción feminista, Madrid, Akal. Prefacio y Cap. 1. ENUT (2015) Documento de Principales Resultados ENUT 2015. Federici, Silvia (2018) El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo, Madrid, Traficantes de Sueños. Hartmann, Heidi 1987 [1979] “El infeliz matrimonio entre marxismo y feminismo: hacia una unión más progresista”, Cuadernos del Sur, Nº 5. Juntas en Acción (2021) Banco Central mide el aporte al PIB del Trabajo Domestico y de Cuidados. Núñez Salazar, I. M. (2015). Imaginarios culturales del cuidado en Chile. Trabajo y economía en larga duración. Polis. Revista Latinoamericana, (41). Rojas, C. (2018). Afecto y cuidado: pilar de la política social neoliberal. Polis. Revista Latinoamericana, (49) Rojas, C. (2019). Ayudar a los pobres: etnografía del Estado social y las prácticas de asistencia. Ediciones Universidad Alberto Hurtado.
EL Régimen de Licencias Parentales en La Ley de Contrato de Trabajo. La Posibilidad de Su Adecuación en Base A La Nueva Realidad Social y Las Normas Internacionales