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En la escuela, son los maestros y maestras los que están responsabilizados con el desarrollo
multilateral armónico de los niños y niñas, los y las adolescentes y jóvenes que la sociedad le ha
confiado; su influencia es notable en estas etapas de la vida de hombres y mujeres. La labor del
maestro y la maestra es decisiva en la formación de la personalidad, cultura, cosmovisión y actuar
de los educandos.
Hay que educar a la nueva generación en las tradiciones democráticas, culturales y laborales de su
país. Educar en el criterio esencial de que el hombre y la mujer comparten, protegen y enriquecen
el mundo espiritual, la vida material y el entorno de la madre naturaleza.
Es importante dar a conocer a los alumnos que la corrupción quebranta la confianza entre los
ciudadanos y el Estado, confianza que es fundamental para que pueda ser observado un desarrollo
adecuado de la sociedad.
Pues bien, la educación emerge como un fenómeno social no sólo por sus fines (integrar al niño al
mundo-sociedad), sino también porque aporta con su ejercicio a la conformación de la realidad
social y cultural de los distintos grupos humanos.
Un hecho definitivo para la formación ciudadana, está en la propia construcción de las relaciones
profesor-alumno y en el manejo del poder que tiene asignado el maestro. Una dirección
democrática del proceso, prepara a los niños, niñas y jóvenes, para una relación dirigente dirigidos
de ciudadanía participativa y responsable.
Resulta imprescindible que cada profesor y profesora manifiesta en su actuación y modo de vida,
una posición ética. Valores bien definidos y estables, dentro y fuera de la escuela, y que le
permitan cumplir su función como modelo a imitar por los alumnos, sus familiares y la comunidad
en general. Ejemplo para sus alumnos en su responsabilidad ante el diario deber, su honestidad y
honradez, su modestia y sencillez, su solidaridad y demás valores personales. La ejemplaridad del
maestro se manifiesta tanto en la clase, como en toda la vida de la escuela y en la comunidad que
rodea al centro de estudios. La ética del y la docente incorpora la autocrítica y la autoevaluación
constante. No pueden ser seres perfectos, pero si perfectibles.
Bibliografía
Bourdieu, Pierre (2003) Capital cultural, escuela y espacio social. Bs. Aires, Argentina. Siglo
veintiuno editores.
COLEVISIÓN TV. (ene, 2013). JAPÓN: PUNTO Y APARTE. DOCUMENTAL SOBRE LA EDUCACIÓN EN
JAPÓN. https://www.youtube.com/watch?v=DkKmn5TlDCI
Minuto 0:00 hasta minuto 5:30 del video La familia como sistema Autor: Creciendo con
auyantepuy, Publicado el 19 oct. 2017 https://www.youtube.com/watch?v=bqBjtBx6Tj4
Hola buenas tardes María del Pilar tu aportación es bastante interesante y concuerdo contigo
cuando mencionas que “es muy importante el rol del docente, la calidad en los mismos, su
formación y vocación, y la enseñanza por medio del ejemplo que brindan hacia su alumnado”.
Ya que resulta imprescindible que cada profesor y profesora manifiesta en su actuación y modo de
vida, una posición ética. Valores bien definidos y estables, dentro y fuera de la escuela, y que le
permitan cumplir su función como modelo a imitar por los alumnos, sus familiares y la comunidad
en general. Ejemplo para sus alumnos en su responsabilidad ante el diario deber, su honestidad y
honradez, su modestia y sencillez, su solidaridad y demás valores personales. La ejemplaridad del
maestro se manifiesta tanto en la clase, como en toda la vida de la escuela y en la comunidad que
rodea al centro de estudios. La ética del y la docente incorpora la autocrítica y la autoevaluación
constante. No pueden ser seres perfectos, pero si perfectibles.
El vínculo del maestro y la maestra con la cotidianidad de los y las estudiantes y sus familias,
tributa objetivamente a la transformación de las prácticas de vida. Esto a veces es imperceptible,
pero a no dudarlo, constituye un punto de acción en una dimensión indispensable para el
desarrollo de relaciones humanistas. Ello más temprano que tarde se constituye en premisa de la
transformación progresiva de las circunstancias.
El maestro y la maestra tienen que constituirse en los principales activista con que cuenta la
sociedad actual, para abordar múltiples tareas educativas en el contexto escolar. Han de ser los
profesionales mejor preparados y competentes de su comunidad.
Sólo con una adecuada claridad en los fundamentos que referimos, el maestro y la maestra
podrán ejecutar su práctica pedagógica, encaminada a la formación de la personalidad de sus
alumnos como proceso de individuación, que se expresa en una verdadera unidad social
Bibliografía
Bourdieu, Pierre (2003) Capital cultural, escuela y espacio social. Bs. Aires, Argentina. Siglo
veintiuno editores.
COLEVISIÓN TV. (ene, 2013). JAPÓN: PUNTO Y APARTE. DOCUMENTAL SOBRE LA EDUCACIÓN EN
JAPÓN. https://www.youtube.com/watch?v=DkKmn5TlDCI