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CONSOLACIÓN [316]
l-Llamo consolación
1.1 Cuando en la ánima se causa
Alguna moción interior, con la cual
1. 1.1 Viene la an'ima a inflamarse en AMOR de su Criadory
Señor
‘
Y consequ"enter,
1. 1.2 Cuando ninguna cosa criada sobre la haz de la tierra
Puede amar en sí, sino en el Criador de todas ellas.
5. CONCLUSIÓN
[313] REGLAS PARA EN ALGUNA MANERA SENTIR Y CONOCER LAS VARIAS MOCIONES
QUE EN LA ANIMA SE CAUSAN: LAS BUENAS PARA RECIBIR Y LAS MALAS PARA
LANZAR, Y SON MAS PROPIAS PARA LA PRIMERA SEMANA.
[314] La primera regla. En las personas que van de pecado mortal en pecado mortal,
acostumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres aparentes, haciendo imaginar
delectaciones y placeres sensuales, por ma's los conservar y aumentar en sus vicios y pecados;
en las cuales personas el buen espiritu usa contrario modo, punza‘ndoles y remordie’ndoles las
conciencias por el sinde’rese de Ia razo’n.
[315] La segunda. En las persona que van intensamente purgando sus pecados, y en el
servicio de Dios nuestro Sen’or de bien en mejor subiendo, es el contrario modo que en la
primera regla; porque entonces propio es del mal espiritu morder, tristar y poner impedimentos,
inquietando con falsas razones para que no pase adelante; y propio del bueno dar a’nimo y
fuerzas, consolaciones, lágrimas, ¡nspiraciones y quietud, facilitando y quitando todos
impedimentos, para que en el bien obrar proceda adelante.
[317] La cuarta, de desolación espiritual. Llamo desolación todo el contrario de la tercera regla,
así como oscuridad del a'nima, turbacio'n en ella, moción a las cosas bajas y terrenas, inquietud
de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a infidencia, sin esperanza, sin amor, halla’ndose
toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Criador y Sen’or. Porque, así como la
consolación es contraria a la desolación, de la misma manera los pensamientos que salen de la
consolación son contrarios a los pensamientos que salen de Ia desolación.
[318] La quinta. En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en
los propósitos y determinacio’n en que estaba el día antecedente a la tal desolación, o en la
determinación en que estaba en la antecedente consolación. Porque, así como en la
consolación nos guía y aconseja ma's el buen espíritu, así en la desolación el malo, con cuyos
consejos no podemos tomar camino para acertar.
[319] La sexta. Dado que en la desolación no debemos mudar los primeros propósitos, mucho
aprovecha el intenso mudarse contra la misma desolación, asi como es en instar ma’s en Ia
oración, meditación, en mucho examinar y en alargarnos en algu’n modo conveniente de hacer
penitencia.
[320] La séptima. El que está en desolación considere cómo el Sen’or le ha dejado en prueba,
en sus potencias naturales, para que resista a las varias agitaciones y tentaciones del enemigo;
pues puede con el auxilio divino, el cual siempre le queda, aunque claramente no lo sienta:
porque el Sen’or le ha abstraído su mucho hervor, crecido amor y gracia intensa, queda’ndole
tambien gracia suficiente para la salud eterna.
[321] La octava. El que esta' en desolación trabaje de estar en paciencia, que es contraria a las
vejaciones que le vienen, y piense que sera' presto consolado, poniendo Ias diligencias contra
la tal desolación, como esta' dicho en la sexta regia.
[322] La nona. Tres causas principales son porque nos hallamos desolados: la primera es por
ser tibios, perezosos o negligentes en nuestros ejercicios espirituales, y asi por nuestras faltas
se aleja la consolacio'n espiritual de nosotros; Ia segunda, por probamos para cua'nto somos, y
en cua’nto nos alargamos en su servicio y alabanza, sin tanto estipendio de consolaciones y
crecidas gracias, la tercera, por darnos vera noticia y conocimiento para que internamente
sintamos que no es de nosotros traer o tener devoción crecida, amor intenso, lágrimas ni otra
alguna consolacio’n espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios nuestro Sen’or; y porque
en casa ajena no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento en alguna soberbia o gloria
vana, atribuyendo a nosotros la devoción o las otras partes de Ia espiritual consolación.
[323] La décima. El que esta’ en consolacio'n piense cómo se habra’ en la desolación que
después vendra’, tomando nuevas fuerzas para entonces.
[324] La undécima. El que esta’ consolado procure humillarse y bajarse cuanto puede,
pensando cua'n para poco es en el tiempo de Ia desolación sin la tal gracia o consolación. Por
el contrario, piense el que esta' en desolación que puede mucho con la gracia suficiente para
resistir a todos sus enemigos, tomando fuerzas en su Criador y Sen’or.
[325] La duode’cima. EI enemigo se hace como mujer en ser flaco por fuerza y fuerte de grado.
Porque, asi como es propio de la mujer, cuando rin'e con algu'n varo’n, perder a'nimo, dando
huida cuando el hombre le muestra mucho rostro; y por el contrario, si el varón comienza a huir
perdiendo a'nimo, la ira, venganza y ferocidad de la mujer es muy crecida y tan sin mesura: de
la misma manera es propio del enemigo enflaquecerse y perder a‘nimo, dando huida sus
tentaciones cuando la persona que se ejercita en las cosas espirituales pone mucho rostro
contra las tentaciones del enemigo, haciendo el opósito per diametrum; y por el contrario, si la
persona que se ejercita comienza a tener temor y perder a’nimo en sufrir las tentaciones, no hay
bestia tan fiera sobre la haz de la tierra como el enemigo de natura humana en prosecución de
su dan'ada intención con tan crecida malicia.
[326]La terde’eima. Asimismo se hace como vano enamorado en querer ser secreto y no
descubierto. Porque, así como el hombre vano, que, hablando a mala parte, requiere a una hija
de un buen padre o a una mujer de buen marido, quiere que sus palabras y sus acciones sean
secretas; y el contrario le displace mucho, cuando la hija al padre o Ia mujer al marido descubre
sus vanas palabras y intención depravada, porque facilmente colige que no podra' salir con la
impresa comenzada: de Ia misma manera, cuando el enemigo de natura humana trae sus
astucias y suasiones a Ia a'nima justa, quiere y desea que sean recibidas y tenidas en secreto;
mas cuando las descubre a su buen confesor, o a otra persona espiritual que conozca sus
engaños y malicias, mucho le pesa; porque colige que no podra’ salir con su malicia
comenzada, en ser descubiertos sus engan’os manifiestos.
[327] La cuatuorde’cima. Asimismo se ha como un caudillo, para vencer y robar Io que desea;
porque así como un capitán y caudillo del campo, asentando su real y mirando las fuerzas o
disposición de un castillo, le combate por la parte ma's flaca, de la misma manera el enemigo
de natura humana, rodeando, mira en torno todas nuestras virtudes teologales, cardinales y
morales, y por donde nos halla ma’s flacos y ma's necesitados para nuestra salud eterna, por allí
nos bate y procura tomarnos.
A.M.D.G.
COM|LLAS
UNIVÍISIDAD 'ONHYKIA
1. “por los cuales [libros] leyendo muchas veces, algún tanto se aficionaba a lo
que allí estaba escrito. Mas dejándolos de leer algunas veces se paraba a pensar
en las cosas que había leido; otras veces en las cosas del mundo que antes solía
pensar [. . .][6].
3. “Había todavía esta diferencia: que cuando pensaba en aquello del mundo, se
deleitaba mucho; mas cuando después de cansado lo dejaba halla’base seco y
descontento; y cuando [pensaba] en ir a Jerusalén descalzo, y en no comer sino
hierbas, y en hacer todos los demás rigores que veía haber hecho los santos, no
solamente se consolaba cuando estaba en los tales pensamientos mas aun
después de dejando quedaba contento y alegre.
Mas no miraba en ello ni se paraba a ponderar esta diferencia [de los
pensamientos - sentimientos] hasta en tanto que una vez se le abrieron un poco
los ojos y empezó a maravillarse de esta diversidad y a hacer reflexión sobre
ella, cogiendo por experiencia que de unos pensamientos quedaba triste y de
otros alegre y poco a poco viniendo a conocer la diversidad de los espíritus que
se agitaban, el uno del demonio y el otro de Dios” [8].
4. “Este fue el primer discurso que hizo en las cosas de Dios; y después, cuando
hizo los ejercicio de aqui comenzó a tomar lumbre para lo de la diversidad de
espíritus”.
5. “Y aqui se le ofrecían los deseos de imitar los santos [...] Mas todo lo que
deseaba de hacer, luego como sanase, era la ida de Jerusalén, como arriba es
dicho...” [9]
8. “Y asi cuando se acordaba de hacer alguna penitencia que hicieron los santos,
proponían de hacer la misma y aun más. Y en estos pensamientos tenía toda su
consolación, no mirando a ninguna cosa interior, ni sabiendo que' cosa era
humildad, ni caridad, ni paciencia, ni discreción para reglar ni medir estas
virtudes” [14].
9. "‘Y asi el moro se adelantó con tanta prisa, que le perdió de vista, quedando
pensando en lo que había pasado con el moro. Y en esto le vinieron unas
mociones [pensamientos] que hacían en su a'nima descontentamiento,
pareciéndole que no habia hecho su deber, y también le causan indignación
contra el moro, pareciéndole que había hecho mal en consentir que un moro
dijese tales cosas de Nuestra Señora y que era obligado volver por su honra. Y
asi le venían deseos de ir a buscar al moro y darle de puñaladas por lo que habia
dicho; y perseverando mucho en el combate de estos deseos a la fin quedó dubio
sin saber lo que era obligado hacer” [15].
13. “Empezó a tener grandes variedades en su alma, hallándose unas veces tan
desabrido que ni hallaba gusto en el rezar, ni en el oir la misa, ni en otra oración
ninguna que hiciese; y otras veces vinie’ndole al contrario desto, y tan
s’úbitamente, que parecía habérsele quitado la tristeza y desolación, como quien
quita una capa de los hombros a uno. Y así se empezó a espantar destas
variedades que nunca antes había probado y a decir consigo - ¿Qué nueva vida
es ésta que agora comenzamos?- [21].
'
15. “Mas cuando se iba a acostar, muchas veces le venian grandes noticias,
grandes consolaciones espirituales, de modo que le hacían perder mucho del
tiempo que él tenia destinado para dormir, que no era mucho; y mirando e'l
algunas veces por esto, vino a pensar consigo que tenía tanto tiempo
determinado para tratar con Dios, y después todo el resto del día; y por aquí
empezó a dudar si venian del buen espiritu aquellas noticias y vino a concluir
consigo que era mejor dejarlas y dormir el tiempo destinado y lo hizo así” [26].
18. “En este tiempo examina’ndose bien y preparándose para morir, no podía
tener temor de sus pecados, ni de ser co'ndenado; mas tenía grande confusión y
dolor por juzgar que no habia empleado bien los dones y gracias que Dios
nuestro Señor le había comunicado” [33].
19. “En este tiempo [que se tenía por la última], pensando en la muerte, tenía
tanta alegría y tanta consolación espiritual en haber de morir, que se derretía
todo en lágrimas; y esto vino a ser tan continuo, que muchas veces dejaba de
pensar en la muerte, por no tener tanto aquella consolacio’n” [33].
20. “El cual biscocho queriendo negociar, le vinieron grandes escrúpulos - ¿Esta
es la esperanza y la fe que tu' tenias en Dios, que no te faltaria?- etc. Y esto con
tanta eficacia que le daba gran trabajo. Y al fin, no sabiendo que' hacerse porque
entrambas partes veía razones probables, se determinó de ponerse en manos de
su confesor, y así le declaró cuánto deseaba seguir la perfección y lo que más
fuese gloria de Dios, y las causas que le hacian dudar si deberia llevar
mantenimiento” [36].
22. “Después que el dicho peregrino entendió que era voluntad de Dios que no
estuviese en Jerusalén, siempre vino consigo pensando qué haría” [50].
23. “Y así, vuelto a Barcelona, comenzó a estudiar con harta diligencia. Mas
impedíale mucho una cosa, y era que cuando comenzaba a decorar, como es
necesario en los principios de gramática, le venían nuevas inteligencias de cosas
espirituales y nuevos gustos; y esto con tanta manera que no podía decorar, ni
por mucho que repugnase las podía echar” [54] “Y así pensando muchas veces
sobre esto decía consigo: - Ni cuando yo me pongo en oración y estoy en la misa
no me vienen estas inteligencias tan vivas- y así, poco a poco vino a conocer que
aquello era tentación” [55] (vid. también [82]).
24. “toda su cosa era si, después que hubiese estudiado, si entraría en religión o
si andaría así por el mundo. Y cuando le venían pensamientos de entrar en
religión, luego le venía deseo de entrar en una estragada y poco reformada,
habiendo de entrar en religión para pode padecer más en ella, y también
pensando que quizá Dios le ayudaría a ellos” [71].
25, “al comenzar a vestirse le vino un temor tan grande, que casi le parecia que
no podía vestirse. A pesar de aquella repugnancia salió de casa y aun de la
ciudad, antes que entrase el día [...] Pasado aquel pueblo con este apuro
espiritual, subiendo a un altozano, recomenzo’ a dejar aquella cosa y le vino una
gran consolación y esfuerzo espiritual” [79].
27. “El peregrino empezó a dudar si sería bueno que la tomase [una piedra, de la
ceremonia “para hacerse bachiller”]; y encontrándose muy dudoso y sin
resolverse, deliberò poner el asunto en manos de su maestro; y aconseja’ndole
éste que la tomase, la tomó. A pesar de lo cual no faltaron munnuradores” [84].
28. “En el tiempo que estuvo en Vicenza tuvo muchas visiones espirituales y
muchas, casi ordinarias consolacíones; y lo contrario le sucedió en París.
Principalmente cuando comenzó para prepararse para ser sacerdote en Venecia,
y cuando se preparaba para decir la misa durante todos aquellos viajes tuvo
grandes visitaciones sobrenaturales, de aquellas que solía tener cuando estaba en
Manresa” [95].