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Aunque había sido ateo por muchos años, quería creer en Dios.
Por eso estuve un tiempo asistiendo a una iglesia evangélica.
Entretanto, mi esposa comenzó a estudiar la Biblia con los testigos
de Jehová. Yo los detestaba y solía gritarles obscenidades. Pero
para mi sorpresa, ellos siempre respondían pacíficamente.
Un día, Carolina me dijo que buscara en mi Biblia el Salmo
83:18, versículo que muestra que el nombre de Dios es Jehová.
En mi iglesia había estado aprendiendo acerca de Dios, pero
no sabía que se llamaba Jehová. A principios del año 2000 acepté
estudiar la Biblia con los Testigos.
CÓMO LA BIBLIA ME CAMBIÓ LA VIDA: Poco a poco, me fui
dando cuenta de que Jehová es un Dios compasivo y perdonador.
Por ejemplo, Éxodo 34:6, 7 dice que Jehová es “un Dios
misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en
bondad amorosa y verdad, que conserva bondad amorosa para
miles, que perdona error y transgresión y pecado”. Eso me animó
mucho.
Con todo, no era fácil poner en práctica lo que estaba
aprendiendo. Pensaba que nunca podría dominar mi carácter.
Cada vez que fracasaba, Carolina me animaba con mucho amor y
me recordaba que Jehová veía mis esfuerzos. Gracias a ella seguí
tratando de agradar a Jehová, aunque a menudo yo me veía como
un caso perdido.
En cierta ocasión, Alejandro —el Testigo que me daba clases
de la Biblia— me pidió que leyera Gálatas 5:22, 23, donde se
enumeran las cualidades que componen el fruto del espíritu de
Dios: “Amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe,
apacibilidad [y] autodominio”. Entonces me explicó que para
cultivar dichas cualidades tenía que confiar en el espíritu santo y
no en mis propias fuerzas. Aquello me abrió los ojos.
Poco después asistí a una asamblea grande de los Testigos.
El orden, la limpieza y el espíritu de hermandad que reinaba en el
lugar me convencieron de que había hallado la religión verdadera
(Juan 13:34, 35). En febrero de 2001 me bauticé.
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dijo sobre la ayuda que Dios le dio: “Para todas las cosas tengo la
fuerza en virtud de aquel que me imparte poder” (Filipenses 4:13).
Con el tiempo, también pude dejar el tabaco (2 Corintios 7:1).
La Biblia me ayudó a recuperar el control de mi vida y a mejorar
nuestra vida de familia. Empecé a tratar a mi esposa con respeto y
a decirle “por favor” y “gracias”. También empecé a pasar más
tiempo con mi hija. Tras un año estudiando la Biblia, seguí el
ejemplo de mi esposa: decidí hacerme testigo de Jehová y me
bauticé.
QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO. Estoy convencido de que la
Biblia me salvó la vida. Hasta mis parientes que no son Testigos
reconocen que, de no ser por estos cambios, probablemente
habría muerto de sobredosis o en una pelea.
Nuestra vida de familia dio un giro total cuando empecé a
cumplir con mis responsabilidades de esposo y padre, tal como
enseña la Biblia (Efesios 5:25; 6:4). Empezamos a hacer cosas
juntos. Ya no pretendo que mi esposa esté siempre en la cocina;
todo lo contrario, dedica mucho de su tiempo a predicar, y a mí me
encanta ayudarla. Por su parte, ella me apoya para que pueda
cumplir con mis tareas como anciano de congregación.
El amor y la misericordia de Dios han cambiado por completo
mi vida. Sé que cualquier persona puede limpiar su vida y darle
sentido gracias a la fuerza que da la Biblia. Por eso, deseo de todo
corazón hablarles de Jehová a quienes parecen casos perdidos,
porque yo era uno de ellos. La Biblia me ha enseñado a tratar a
todas las personas con respeto, sean hombres o mujeres; pero
también me ha enseñado a tratar mi vida con respeto.
[Ilustración de la página 11]
Me encanta ayudar a la gente para que encuentren sentido a su
vida.
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al principio bebía alcohol y luego seguí con las drogas. Llevaba una
vida inmoral y no me importaban las consecuencias.
Muchos envidiaban mi vida porque parecía feliz. Pero, en el
fondo, me sentía completamente vacío, sobre todo cuando estaba
solo. Estaba deprimido y angustiado. Por desgracia, en la cima de
mi carrera, dos de mis productores murieron de sida. No lo podía
creer. Me encantaba la música, pero el ambiente que la rodeaba
me daba asco.
CÓMO LA BIBLIA ME CAMBIÓ LA VIDA
Aunque yo tenía éxito, me daba cuenta de que el mundo estaba
muy mal. ¿Cómo era posible que hubiera tanta injusticia? Me
preguntaba por qué Dios no hacía nada. De hecho, le oraba y le
pedía respuestas. Una vez, durante una pausa entre mis giras,
volví a leer la Biblia. No entendía mucho, pero llegué a la
conclusión de que el fin del mundo estaba cerca.
Al leer la Biblia, descubrí que Jesús ayunó cuando estuvo en el
desierto 40 días (Mateo 4:1, 2). Pensé que, si yo hacía lo mismo,
quizás Dios se me revelaría, así que escogí una fecha para
empezar. Dos semanas antes de mi ayuno, dos testigos de Jehová
tocaron a mi puerta, y yo los invité a pasar como si los hubiera
estado esperando. Miré fijamente a los ojos a uno de ellos, llamado
Jacques, y le dije: “¿Cómo podemos estar seguros de que estamos
viviendo en los últimos días de este mundo?”. Abrió su Biblia y me
leyó 2 Timoteo 3:1-5. Los bombardeé con muchas más preguntas
y me impactaron sus respuestas lógicas, convincentes y siempre
basadas en la Biblia. Al cabo de unas visitas, me di cuenta de que
no hacía falta que ayunara.
Comencé un curso de la Biblia con los Testigos. Con el tiempo,
me corté el pelo y empecé a asistir a todas las reuniones en el
Salón del Reino. La cariñosa bienvenida que me dieron en estas
reuniones me convenció aún más de que, por fin, había encontrado
la verdad.
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los hombres bajaron las armas y nos dejaron ir. La Biblia había
cambiado mi vida, pues en el pasado habría tratado de vengarme.
Pero ahora sigo el consejo bíblico de 1 Tesalonicenses 5:15: “Vean
que nadie pague daño por daño a ningún otro; antes bien, sigan
siempre tras lo que es bueno los unos para con los otros y para con
todos los demás”.
Desde que soy testigo de Jehová, me esfuerzo por ser un
hombre honrado. No ha sido fácil. Pero, gracias a la ayuda de
Jehová, a los consejos de la Biblia y al apoyo de mis nuevos
amigos, lo he logrado. No quisiera regresar jamás a lo que era
antes (2 Pedro 2:22).
QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO
Antes era un hombre violento y lleno de ira. Estoy convencido
de que no estaría vivo si hubiera seguido por ese camino. Lo que
aprendí en la Biblia me ha transformado. Abandoné mis vicios y
aprendí a ser pacífico con mis viejos enemigos (Lucas 6:27). Ahora
tengo amigos que me ayudan a tener buenas cualidades
(Proverbios 13:20). Disfruto de una vida feliz y con propósito, pues
sirvo a un Dios que ha estado dispuesto a perdonar todas las cosas
malas que he hecho (Isaías 1:18).
En el 2006, asistí a un curso especial para evangelizadores
solteros. Unos años después, me casé con una mujer encantadora,
y tuvimos una hija. Ahora dedico gran parte de mi tiempo a enseñar
a otros los principios bíblicos que me ayudaron a mí. También soy
anciano en mi congregación, y trato de ayudar a los jóvenes a evitar
los errores que yo cometí. En lugar de cavar mi propia tumba, ahora
estoy construyendo un futuro eterno, el que Dios promete en la
Biblia.
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