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BAILES TRADICIONALES DE

SAN LUIS POTOSI


Música de San Luis Potosí: sones, jarabes y danzas
huastecas

La música de San Luis Potosí es una mezcla de la herencia prehispánica de


las culturas otomí, chichimeca, huasteca y europea. En tiempos prehispánicos, la
cultura chichimeca, otomí, y huasteca florecieron en el territorio que actualmente
ocupa el estado de San Luis Potosí. Vestigios de su quehacer musical son las
flautas de barro, ocarinas, sonajas y tambores encontrados en ciudades como
Tamuín y Tancanhuitz. Todos estos elementos forman parte de la tradición de la
música de San Luis Potosí.
Con la llegada de los españoles, se adoptaron instrumentos como es el la
guitarra, el violín, el salterio y el arpa para la interpretación de sus bailes y danzas.
Este ultimo instrumento se desempeña como una intermediaria entre los hombres
y la naturaleza en la música ritual dentro de las comunidades de la Huasteca
Potosina, se le considera un instrumento “de respeto” y su construcción,
interpretación y cuidado exigen rituales especiales.

Al comenzar el siglo XVIII, la música de San Luis Potosí comenzó a


desarrollarse dentro de una tradición representada por jarabes, huapangos y
sones. Formado por varios sones que se interpretan uno tras otro, el jarabe
potosino es un baile de cortejo donde, con un constante zapateado, la mujer
coquetea con su acompañante, aunque al mismo tiempo se las arregla para
evadirlo con gracia y agilidad. Por su parte, los huapangos y sones pueden ser
huastecos (interpretados en la zona huasteca del estado) o arribeños
(interpretados en la región media). Los huapangos huastecos son ejecutados por
un trío:
• Guitarra quinta huapanguera (instrumento de cinco u ocho cuerdas, con un
cajón de resonancia más grande que el de una guitarra normal)
• Jarana (instrumento de cuerda con forma de guitarra, de tamaño más
pequeño que la guitarra huapanguera)
• Violín
La guitarra quinta huapanguera y jarana llevan el ritmo de cada pieza, mientras
que el violín marca la armonía.
Cuando el huapango es cantado, lleva coplas improvisadas y se interpreta a
dos voces. Los cantantes se turnan los versos de cada copla en donde la primera
voz canta los primeros dos versos y la segunda voz los repite, o bien responde
con dos versos distintos. Cada que intervienen las voces (que además usan
falsete), el violín calla y el zapateado disminuye de intensidad.
Originalmente, los huapangos eran piezas con letra fija y los sones eran
piezas abiertas a la improvisación, pero hoy en día ambos términos se utilizan
indistintamente.
Entre los sones y huapangos representativos de San Luis Potosí se
encuentran
- Las mariposas
- La zorra
- La víbora
- La huasanga
- Las moscas
- El llorar
- El querreque

VESTUARIO SAN LUIS POTOSI HUASTECO


El traje huasteco potosino, como también se le conoce, es la versión más
representativa de la cultura huasteca en el estado de San Luis Potosí.
Los huapangueros de San Luis Potosí, se distinguen principalmente porque
en su atuendo llevan el petob, la falda y el quechquémitl, en mujeres; y una
camisa y un pantalón, ambos de mata blanca para el hombre, además de añadir
un paliacate o pañuelo rojo como accesorio.

Las mujeres portan el tradicional petob, tocado que utiliza la mujer tenek y
que consta de estambre trenzado en cinco distintos colores cuyo significado
depende de quien lo esté usando, ya que con éstos se identifica el estatus social
de la mujer tenek.

Antes de que fuera introducido el petob para los concursos de baile


huapango, las mujeres indígenas de la huasteca potosina lo elaboraban con la
rama de bejuco formando un circulo que forraban con hojas de plátano y con el
paso del tiempo se fueron introduciendo los colores verde, rosa, naranja, rojo y
amarillo.
Actualmente es petob cuando -es utilizado por una niña, sólo se utiliza el
color verde y rosa; cuando una mujer está comprometida o casada, se agregan
los colores naranja y rojo; y si una mujer enviuda o esta guardando luto el petob
únicamente se utiliza con los colores verde y amarillo en señal de duelo. Otra de
las características del petob es el ancho del mismo, ya que para las niñas y
señoritas este debe de ser delgado, mientras que para las mujeres casadas este
puede engrosar dependiendo del gusto de cada una.
El conjunto del vestuario de la mujer esta dado por una manta blanca, la
parte inferior es una falda la cual consta de algunos pliegues y suele caer hasta
por debajo de las rodillas. En la parte superior las mujeres visten una blusa de
percal, aunque también puede ser de artisela y sobre la blusa se suele utilizar un
quechquémitl con detalles y adornos pintorescos. Este quechquémitl se diferencia
de los que hay en otros estados y regiones. Lleva diversos colores, como morado,
verde, rosado y anaranjado. Alrededor del cuello del quechquémitl se pueden ver
patrones de picos y rayos en los mismos colores que el resto de la pieza, de
manera armónica o contrastante. Para estos detalles se trabaja con estambres de
colores bordados al punto.

El traje del hombre huasteco potosino es muchísimo más sencillo que el


descrito para las mujeres. Fuera de celebraciones y festividades tradicionales, su
uso está limitado a las personas de mayor edad en algunas regiones de San Luis
Potosí. Consiste únicamente en una camisa y un pantalón, ambos de mata
blanca. Los accesorios son paliacates o pañuelos principalmente rojos. Otros
accesorios no tan indispensables son un sombrero de palma y una pequeña bolsa
de fibra de zapupe, también conocido como henequén, pequeña planta con cuya
fibra hacen confecciones textiles.

HISTORIA
La Petenera es un palo del flamenco que consta de una estrofa de cuatro
versos octosílabos, repetidos y alargados mediante la adición de un ripio. En el
Diccionario de la Real Academia Española la palabra petenera se define como un
“aire popular parecido a la malagueña en el que se cantan coplas de cuatro versos
octosílabos”. José́ Domínguez Caparrós dice que es una forma de la poesía
popular: “clase de cantar o copla que consta de seis versos, porque pone en
medio del tercer verso repetido una exclamación octosilábica común a varias
coplas”. En la obra Auditorium, las malagueñas y peteneras son catalogadas como
cantes flamencos con diseños melódicos y secuencias armónicas especificas, en
los que predominan los antiguos modos gregorianos sobre la tonalidad.
En el Cancionero Folklorico de Mexico (CFM, 5: 251-252 y 275) se
documenta que en México se distinguen claramente cuatro peteneras: un son
jarocho, un son de las costas Grande y Chica de Oaxaca y Guerrero, una canción
lirica istmeña de Oaxaca, y la petenera huasteca, esta ultima también conocida
como “La sirena”.
Jesús Antonio Echevarría Román al analizar los temas líricos de diversas
peteneras, asevera que la sirena es el tema central —aunque no el único— de la
petenera huasteca y que, en ninguna otra petenera, mexicana o española,
encontró́ mención de ella, lo que probablemente sea la causa de que en el ámbito
sonero huasteco las palabras petenera y sirena sean sinónimos.
Además de dicho tema central de la sirena, hay en este son otros tópicos
adyacentes relacionados, casi todos, con el ambiente marino, entre ellos la pesca,
la fauna marina, la navegación, las travesías por el mundo y el descubrimiento de
América.
Una de las transformaciones más radicales en la petenera huasteca es la
incursión de la figura de la sirena en su lírica con la consecuente analogía implícita
entre los términos petenera-sirena. ¿Por qué el poeta huasteco le da tal
importancia a este mitológico ser? ¿Qué lo lleva a utilizar el termino petenera en el
titulo del son?
José́ Manuel Pedrosa (2002: 1) comenta la complejidad del concepto,
aspecto y representación de las sirenas: por un lado, estos seres han mantenido
un inconfundible “aire de familia”, pero por el otro, han ido acumulando rasgos tan
variados y pintorescos como el ambiente, la época y las voces de las tradiciones
en las que se han aclimatado.
En las cosmovisiones de los pueblos indígenas, el simbolismo de las
sirenas tiene evidentes puntos de contacto con el ámbito de las ferias de México,
las artesanías y el folclor. Y es en el folclor literario, como expresa Anuschka
vaan’t Hooft (2003: 146-171), en donde dichas simbologías —al margen de sus
funciones recreativa e informativa— describen, explican y justifican la cosmovisión
de un grupo.
Uno de los ejemplos más representativos del folclor literario- musical
huasteco es el son de la petenera, baste señalar que esta región ha sido
bautizada por Orlando Ortiz (1995) como “La tierra del caimán y la sirena”, en
honor a estos emblemáticos seres. Entre las características del son se
encuentran:
1. La presencia de la sirena como un eje temático alrededor del cual gira una
diversidad de motivos secundarios que también muestran cierto carácter de
exclusividad;
2. La belleza de las líneas melódicas de su canto y música, por lo que es un
son muy popular en el ámbito huasteco;
3. Su interpretación instrumental con particularidades específicas, como ha
señalado Francisco Alvarado Pier (1981- 1987);
4. 4) La presencia del encadenamiento como recurso interpretativo
característico en este son, aunque no exclusivo.
Se documentaron 360 coplas de la petenera, de las cuales 191 se
consideraron originales y 169 variantes. De la totalidad de las coplas, hay 26
cuartetas, 86 quintillas, 246 sextillas, un septillo y un octeto. Se conforman ocho
cadenas, de 5, 6 (2), 8 (2), 9, 11 y 19 estrofas. Hay 97 coplas de temática diversa
y 94 coplas con la palabra sirena o petenera, y/o motivos secundarios.
FESTIVIDADES

Las fiestas de San Luis Potosí son muy variadas, pues van desde las religiosas y
las cívicas hasta las populares y las tradicionales, si bien resulta casi imposible
deslindar la estrecha relación entre lo religioso y lo popular.

Podríamos decir que el ciclo anual de las fiestas potosinas inicia el 6 de enero con
las “roscas de Reyes” –aunque en realidad esta fecha viene marcando el final de
la temporada navideña–. En Matehuala se festeja al Cristo del lugar con una feria
que dura hasta el día 15; después, para el 20 tenemos las fiestas patronales de
San Sebastián en pueblos como Venado y en el barrio de la capital que lleva ese
nombre.

Febrero tiene la feria que se realiza en el marco de la fiesta patronal de Ahualulco,


dedicada a la Virgen de la Candelaria el día 2.

Marzo ofrece una amplia gama de celebraciones, comenzando el primer viernes


del mes con la de Nuestro Padre Jesús, en Salinas; luego, el primer domingo se
festeja al Señor del Saucito en ese barrio de la capital –para muchos, esta es la
fiesta que tiene mejor ambiente–, y a continuación vienen las fiestas patronales
dedicadas a San José, el día 19, en muchas poblaciones.

Abril no es un mes muy festivo, salvo cuando le toca la Semana Santa; la famosa
Procesión del Silencio se lleva a cabo en la capital, la Crucifixión en Real de
Catorce y las danzas autóctonas en ciertos pueblos pames de la Zona Media o en
los muchos pueblos huastecos de la sierra.

En mayo, varias poblaciones celebran el día de la Santa Cruz, el 3. Por otra parte,
en la Zona Media persiste una tradición muy interesante dedicada a Las
Cosechas; se trata de fiestas móviles que deben celebrarse cuarenta días
después del Domingo de Resurrección, durante las cuales se hacen
peregrinaciones a los campos de cultivo para con ello asegurar buenas cosechas
a lo largo del año.

En junio están las fiestas en honor de San Antonio el día 13; entre ellas sobresale
la de San Antonio, en la Zona Media; después, el 24 se conmemora a San Juan
Bautista en muchísimos sitios, siendo en Coxcatlán donde la fiesta y la feria tienen
un especial colorido, porque ahí se conjugan dos etnias: los huastecos y los
nahuas.

Julio es uno de los meses más activos en cuanto a festividades: el 4 está dedicado
a Nuestra Señora del Refugio, el 16 a la Virgen del Carmen, el 25 a Santiago
Apóstol y el 26 a Santa Ana.

Agosto abre con las fiestas de Santo Domingo, el día 4, e inmediatamente


después se celebra el Festival de la Huasteca, cuya fecha es móvil, al igual que la
sede, y dura quince días. Para el 15 están los festejos a Nuestra Señora de la
Asunción, siendo en Santa María del Río donde se celebra con mayor colorido. Y
para cerrar con broche de oro, el día 25 se conmemora a San Luis Rey, patrón de
San Luis Potosí, con la Feria Nacional Potosina, que se realiza en la capital y dura
tres semanas.

En septiembre tenemos el Festival del Desierto, con fecha móvil y con varias
sedes. Luego, para el día 10 hay fiesta con mucho ambiente en honor de San
Nicolás Tolentino, en las cabeceras municipales de Tierra Nueva y San Nicolás. Y
el día 29 se conmemora a San Miguel Arcángel en varias poblaciones.

Octubre no tiene muchas celebraciones que digamos, excepto el jubileo a San


Francisco de Asís con un novenario que culmina el día 4.

Noviembre comienza con las fiestas de Todos Santos y Día de Muertos en todos
los rincones de la entidad, aunque se viven con mayor arraigo en la Huasteca,
donde se festeja a Xantolo, una deidad prehispánica, con danzas y concursos de
“huehues”; el mes cierra con los festejos a Santa Catarina, el día 25, siendo en
Río Verde donde la feria se festeja con más entusiasmo.

Por último, diciembre es un mes festivo por excelencia. El día 8 se conmemora a


la Purísima Concepción en numerosas ciudades y pueblos que la tienen como
patrona. Cuatro días después las peregrinaciones a muchísimas iglesias para
honrar a la Virgen de Guadalupe son la nota principal. Y así llegan la Navidad y el
Año Nuevo, para concluir un ciclo y comenzar otro.

Sin embargo, en los pueblos de la Zona Media las fiestas potosinas tienen algo
adicional que ofrecer: la Feria de los Paisanos, con la cual se rinde homenaje a los
muchos connacionales que regresan de los Estados Unidos para estar con sus
familiares en su querida tierra. Con esto, no nos queda más que reiterar que las
fiestas potosinas ofrecen un rico caleidoscopio para ser disfrutado por todos
aquellos que aman las manifestaciones culturales de México.

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